Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

martes, 28 de agosto de 2007

CHACAO, FILÓN DEL GUÁRICO


Tibisay Vargas Rojas*


Foto> Tibisay Vargas Rojas

La copa de un centenario árbol de mamón refulge a retazos por el aleteo de un gonzalito, y entre el siglo XVI y el XXI solo media un atardecer en Chacao.
Chacao, que en lengua aborigen significa “arenal”, fue el nombre de un hercúleo cacique morador del cerro El Ávila en la época de la conquista. Hoy por hoy denomina un municipio de la Zona Metropolitana del estado Miranda, y, extendido más allá, a un vasto imperio de chaparrales y pastizales en un lugar final del Guárico.
Tres horas a pie o veinte minutos en vehículo nos llevan desde la entrada al monumento Arístides Rojas, mejor conocido como Morros de San Juan, ubicados en la capital del estado Guárico, hasta el fundo Quebrada Seca, en la Comunidad Chacao, donde bajo la canícula de marzo, la sombra del vetusto mamón nos permite evocar el pasado colgados de la palabra de don Obdulio Pérez, puntal del fundo, quien nos acerca doscientos años de historia viva desde su bisabuela Ignacia Pérez, hasta su persona, entregados en cuerpo y alma a la faena ganadera.
Estos predios estaban amansados desde el siglo XVI para la crianza de ganado, ya que no para la explotación de oro, lo cual fue el señuelo inicial que atrapó la mirada del conquistador Garci González de Silva hacia este muro de calizas que sirve de parabán a las llanuras centrales. Tal vez fue la misma accidentada geografía la que terminó con el sueño de “El Dorado Guariqueño”, pero fue el inicio de la población de San Juan de los Morros, y del quehacer ganadero de la zona, oro de sangre caliente, estampa arrobadora del paisaje.
Refiere don Obdulio, que en los años veinte Chacao pertenecía a don Juan Febres Barrios, quien por la suma de setentaicinco mil bolívares lo vendió a El Benemérito Juan Vicente Gómez. Para entonces, su padre don Indalecio Pérez, estaba al frente del fundo velando porque la tradición familiar ganadera diese todo el provecho posible en días aciagos para el hombre del campo. Cuenta emocionado que a los trece años solicitó el cuidado de unas reses que destinaría para el ordeño, pues pretendía la confección de queso de mano. Este “utópico” proyecto del muchacho no tuvo obstáculos, mucho menos cuando la primera tentativa de venta del producto dejó en sus manos dinero para proveer de bastimento con holgura a la familia.
En este quehacer de alquimista transcurren sus días al lado de su esposa doña Ambrosia, de sus hijos, yernos y nietos, quienes participan de la recia faena ganadera, y de la mágica empresa de transformar la leche en el exquisito manjar que ofrece al comprador como Queso Chacao, nombre sonoro que muchos impostan, conocedores ya de la fama del original.
Y no descansa don Obdulio, sus manos dan para la confección de los blandos discos que dispone con esmero en recipientes para su forma final, así como para el retorcido de una soga de cuero crudo destinada a la labor de arreo y otros menesteres del fundo.
Una brisa tibia peina el pastizal, y en el patio aledaño a la casa las gallinas trepan adelantando la noche a las ramas del mamón donde otrora, el ave que tomó el nombre del conquistador Garci González, pues ornaba éste con su plumaje dorado su fiero casco, nos ha dejado un celaje de nostalgia.
Los niños de la casa corretean entre las patas del ganado que entra a pernoctar al corral arreado por los pequeños vaqueros, y el sol, que ya es una pepita de oro bordeando el horizonte, azafrana el lomo de los hermosos animales que el amor de una familia y la prodigalidad de los pastizales han convertido en un filón de este generoso Chacao.

*Escritora y poeta venezolana.(Este artículo fue publicado originalmente en la revista PUNTAL de la Fundación Polar , Caracas, num. 18 , año 2.005, pags 40-41.)

ARTURO RODRÍGUEZ, EN EL ESPEJO DE PAPEL

(Ponencia presentada en el III Encuentro de Cronistas e Historiadores del Municipio Ortiz, 24 de agosto 2007)


José ObswaldoPérez*

He aquí un personaje histórico de nuestra historia local. Un personaje que me unió una sincera amistad desde tiempos cuando cursaba estudios de bachillerato en nuestro querido liceo y luego en resto de la vida hasta su muerte. Se trata de un orticeño que vivió y actuó a lomo del siglo XX, cuyo primeros pasos coinciden con el inició de las dictaduras andinas (1899-1935).

Don Arturo Rodríguez nació el 8 de Julio de 1910, dos años después del nacimiento de su hermano mayor Nicanor Rodríguez Rodríguez (1908-1992); dos años después que el gobierno de Venezuela paso de la manos de Cipriano Castro a las de Juan Vicente Gómez (es decir, de una dictadura a otra), y a unos seis meses de la muerte de su padre el general Nicanor Arturo Rodríguez Moreno[1], quien tenía 42 años cuando ocurrió su fallecimiento, el 18 de diciembre de 1910.

Fue descendiente de una modesta familia originaria de Cagua[2] (estado Aragua), establecida en Ortiz a mediado siglo XIX, fundada por el General Pedro Pablo Rodríguez. Aunque nació sin conocer a su padre, don Arturo convivirá en un ambiente familiar regido por su anciana abuela Evarista Moreno Vilera de Rodríguez (n. 1860)[3], su madre doña Beatriz Benigna Rodríguez Sierra (1883-1961)[4] y su tío don Domingo Rodríguez Moreno (n. 1886)[5], en la vieja casona La Loretera, ubicada en una esquina de la Plaza Bolívar. En ese ambiente familiar crecerá don Arturo Rodríguez. En un círculo lleno de fascinación por el pasado orticeño, recuerdos de familias beneméritas

No obstante, la familia Rodríguez Rodríguez se muda posteriormente a una vieja casa del general Joaquín Crespo Torres, conocida como la Casa Crespera o Casa Atravesada, ubicada en el viejo camino del ganado y a la entrada del Barrio La Romana. Allí su madre, Doña Beatriz Rodríguez Sierra, les enseñará sus primeras letras. Más tarde, en aquella vieja casona funcionará la Escuela Federal No. 33, a la cual iban los muchachos, hembras y varones, a recibir las primeras letras de manos de Doña Beatriz de Rodríguez.

De la formación escolar de Don Arturo Rodríguez de las manos de Doña Beatriz de Rodríguez pasó a la dirección de los maestros privados don Guillermo Aderson, Guillermo Matute, Albina Gómez, Pacifico Paredes y el padre José Carmelo Matute Moreno. Todos ellos influyeron en la personalidad de Don Arturo Rodríguez, quien perteneció a la generación palúdica y llagosa que afecto, traumáticamente, al pueblo de Ortiz. Una generación que fue inmortalizada por el escritor Miguel Otero Silva en su novela Casa Muertas. Don Arturo Rodríguez nos recuerda que cuando era niño se colocaba en las barandas de la Casa Atravesada, para contar los muertos de la peste. Desde allí veía pasar a tempranas horas de la mañana a los difuntos, envueltos en chinchorros o traslados en la Urna de la Caridad, un ataúd negro, fabricado para uso público del Concejo Municipal que prestaba sus servicios gratuitamente a las desamparadas víctimas del paludismo, la hematuria, el vomito negro y últimamente a los de la peste española. Uno tras otro iban desfilando hacia el cementerio hasta casi tarde de la noche. Don Arturo señala que no solamente la peste causó estragos en el pueblo orticeño sino que se expandió por casi toda Venezuela. Pero, aquí, en el pueblo de Ortiz fue más terrible porque encontró el terreno abonado: un pueblo palúdico, con hambre, y en el último estado de desidia como estaba en esa época.

Don Arturo Rodríguez Rodríguez fue periodista, poeta y funcionario público. Ejerció varios cargos burocráticos. Entre ellos, Jefe del Estacionamiento Ganadero de Ortiz, adscrito a la dirección del entonces Ministerio de Agricultura y Cría. Prefecto del municipio Ortiz, entre los años 1945-1948; y, varias veces, miembro de la Junta Comunal, vicepresidente de la misma y empleado de rentas municipales. Fue fundador del partido Acción Democrática local y luego del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), en la tercera división de AD.

Un septiembre de 1932 apareció en Ortiz, un curioso periódico manuscrito que se llamó El Pampero[6]. Eran aún días de la dictadura de Juan Vicente Gómez y el pueblo de Ortiz vivía los últimos coletazos de la “fiebre española”, una de las epidemias que remató a muerte, junto con el paludismo, esta población llanera. El Pampero fue un vocero ocasional de intereses generales, escrito en letras de molde en pluma fuente. Había salido a la luz pública para reivindicar el progreso y los anhelos de superación de un pueblo sumergido en el atraso y la miseria. Al frente de este órgano informativo estaban los jóvenes Arturo Rodríguez Rodríguez, como director-administrador y Luís Acosta Rodríguez, como su redactor. Debió ser una tarea titánica y elogiosa de estos muchachos inquietos y emprendedores. Hacer un periódico manuscrito no era cualquier cosa para el contexto histórico en que nos ubicamos.

Para el momento en que salió El Pampero, la capital del Guárico estaba establecida en el pueblo de Ortiz. Era la tercera vez que por razones políticas un gobernante había escogido como sede de gobierno a esta localidad. La primera vez fue el general Joaquín Crespo Torres, quien la trasladó por razones estratégicas militares; la segunda vez lo hizo la Asamblea Legislativa de 1877[7] y esta última por el general Juan Alberto Ramírez, que aún por razones no estudiadas, dícese que por un disgusto con los estudiantes calaboceños, mudó casi todo el gobierno regional hacia Ortiz [8].

El general Juan Alberto Ramírez le había confesado a Nicanor, a Arturo y a Luís Acosta Rodríguez sus intensiones de mudar la capital de Calabozo a Ortiz. Esto generó un cierto movimiento de opinión solapado en otras localidades guariqueñas, que se disputaban la capitalidad regional. Por su puesto, el pueblo de Ortiz no se quedaba atrás. Muchas veladas y agasajos ofrecieron varias familias orticeñas al presidente del estado a fines de promover la capitalidad de Ortiz.

El general Juan Alberto Ramírez, hombre de confianza del régimen gomecista[9], tiene una gran significación en la historia contemporánea del estado Guárico, quien no sólo le tocó trasladar la capital de dicho estado desde Ortiz hasta San Juan de los Morros en 1934. Durante su gestión de gobierno, se percibe una tímida transformación en el paisaje urbano de Ortiz. Se inicia una campaña de saneamiento ambiental y limpieza de escombros de las viejas casas muertas, derrumbadas. Se arboriza la avenida Bolívar, entre otros espacios públicos. El diario El Universal de Caracas reportaba el incipiente esfuerzo que hacían sus pobladores y el gobierno para revivir la localidad de la ignominia. “El mejoramiento de los jardines y parques de la Plaza Bolívar – señala la nota periodística-, construcción de un surtidor que abastece el agua para el riego de la plaza y para el servicio de gobierno y otra para el local del registro público, reconstrucción para otra casa para una oficina publica”.

Muchas veces el lápiz rojo del gobierno les impuso la censura a los incipientes periodistas de El Pampero. Una nota del Secretario de Gobierno, doctor José Tomás Sosa Altuna -cuenta Don Arturo Rodríguez-, exigía que antes de publicar el periódico teníamos que llevar los trabajos para ponerle el visto bueno. Eso era una censura de prensa. Eso ocurrió así, pues, yo recogía los trabajos que se iban a imprimir y los llevaba a la casa del señor Sosa, entonces lo dejaba allá hasta el otro día cuando lo iba buscar. Lo que no convenía lo tachaba. En eso, de una ida a la secretaría de gobierno del Guárico, me vio el General Ramírez que iba entrando:

-Hola. ¿Qué se le ofrece amigo? Nada general- respondió Don Arturo. Sólo vengo a traerle los trabajos del periódico al doctor Sosa, para que los vea, lo examine y lo que no convenga al gobierno que se publicará. Muy mal hecho, dijo el general Ramírez: Eso no, ustedes son amigos del gobierno y no tienen porque pasar esto.

En la segunda etapa de El Pampero -cuenta Arturo Rodríguez- que la dirección y la administración del periodiquito pasó a manos de Vicente Loreto y Francisco Arteaga, quien este último firmaba con el seudónimo “Pancho el Gatea”,[10]. También destaca Arturo que, en la primera etapa, salieron ocho o diez números y en la segunda se publicaron dos ediciones.

En 1935, el periódico La Puerta del Guárico anunciaba el establecimiento de don Arturo Rodríguez y su familia en San Juan de los Morros.[11] El redactor de la noticia no nos deja pistas, por lo menos en la nota periodística, sobre cuáles eran las razones de su permanencia en la capital del Guárico. En 1944, el pueblo de Ortiz mostraba signos de resurrección. Funcionaba aquí una misión técnica agropecuaria encargada del resurgimiento de la población, con lo cual el Ministerio de Agricultura y Cría accedería darle agua tratada a la población. “El abastecimiento de agua potable – escribía Don Guillermo Matute – es la tragedia máxima de este pobre pueblo...”. En ese año se casó Don Arturo Rodríguez con doña Josefina Trujillo Herrera (n.1921-1994), oriunda de San José de Tiznados y de ancestros de reconocida vida política, militar y académica de Ortiz y Villa de Cura. De este matrimonio nacen: Arturo (fallecido al nacer), Domingo Silo y los morochos Froilán y Aurys Beatriz Rodríguez Trujillo.

Don Arturo Rodríguez fue un promotor de actividades de culturales. No sólo con su hermano Nicanor Rodríguez y su primo Luís Acosta Rodríguez promovió la creación del Centro Cultural Pro-mejoramiento, que fue lugar de cita de grupos intelectuales, musicales y teatrales como el Retablo de Las Maravillas (conocido hoy como Danzas Venezuela), con la actuación de la famosa artista Yolanda Moreno, y que fundó el profesor Manuel Rodríguez Cárdenas[12]. En 1950 fue socio de la primera sala de cine que funcionó en el Ortiz. Esta sociedad la conformaba también el Padre Grau y Ernesto Rodríguez Medina, la cual se había establecido para adquirir un proyector de películas 16mm y una planta eléctrica.[13]

Don Arturo fue un hombre religioso. En su poesía se plasma esa personalidad en el catolicismo y la fe. Muchos de sus poemas guardan la influencia del poeta colombiano Héctor Guillermo Villalobos y por el gran bardo nicaragüense Rubén Darío, que le permitió dejar una interesante obra literaria que permanece hoy ignorada. Una vez me contó que la poesía había nacido con él a la edad de los 15 años. “No puedo decir que soy un poeta, pero he tratado que mis versos tengan sentido común”, me dijo.

Dejó una recopilación de poemas para un libro de poesía con el tentativo nombre de Chubasco. Estos materiales permanecen bajo la custodia de su hijo el doctor Froilán Rodríguez Trujillo. Algunos de ellos incluimos al final de este texto. Fue un gran lector y un amante del periodismo. Colaboró en la publicación Orientación, revista fundada por el padre Ricardo Pínter Revert el 18 de febrero de 1962, impresa en los talleres gráficos que funcionaron en la Casa Parroquial. Igualmente lo hizo en la revista multigrafiada Ortiz, también fundada por el párroco Pínter, en mayo de 1967. Como también escribió artículos y poemas para los periódicos multigrafiados El Estudiantil y Luz y Pensamiento, fundados por mi persona y el bachiller Orlando Cordero Castillo. El primero fundado en 1984 y el último el 17 de julio de 1985.

En los últimos años de su vida, Don Arturo Rodríguez vio crecer el desarrollo urbano de Ortiz. Sus calles y sus barrios. Eso le motivó una gran alegría y satisfacción por el crecimiento de sus lar narivo. Desde 5 de enero de 1990, la pequeña biblioteca comunal del Barrio La Romana lleva el epónimo de nuestro biografiado. En esa fecha, don Arturo Rodríguez pronunció estas breves palabras:

“ Doy un saludo de agradecimiento al Barrio La Romana. A este barrio donde pase yo largos años de mi vida, por eso reciban mi cordial saludo y un abrazo muy afectuoso. Al mismo tiempo quiero llamar a los jóvenes, de ambos sexos, los cuales sé que hay bastante en este barrio para que vengan a esta sala de lectura para que le den calor, para que le atiendan porque es preferible nutrir la mente con un buen libro que caer en los vicios funestos del alcoholismo y la droga”.

De este modo hemos querido honrar la memoria de Arturo Rodríguez como la del intelectual, ciudadano y hombre público. Porque, ante todo, fue un hombre sin tacha, cabal, bondadoso y sapiente Un modelo para nuestra juventud.


ANEXOS

(Elegía)
Ultimo vestigio de un pasado de esplendor del viejo Ortiz.
Para: Orientación

Más de cien años pesan sobre tu arquitectura
de molduras doradas de exquisito esplendor
que con manos benditas o con manos impuras
te brindó las caricias algún predicador

En la penumbra sobria de ésta Iglesia de pueblo
desfilaron dolientes los recuerdos remotos
de campanas que alegres repicaban al vuelo
de campanas que a muerte doblegaban quejumbrosos
De aquel Ortiz de entonces tu fuiste fiel testigo
y tal vez cual ninguno te tocó descifrar
la prédica elegante del padre Franchisquini
y del padre Tineda su verbo irregular
Hoy cuando Ortiz renace de su propia tragedia
y deja atrás un siglo de ficticio esplendor
caístes cual coloso sobre la misma tierra
como Cristo el Mesías, como Judas el traidor.

Ortiz, 20 de Agosto de 1.965. Por Orticeño Católico.


AÑO NUEVO
A mí apreciado y distinguido amigo Don Vinicio Jaén Landa

Renacen en nosotros frustradas esperanzas
tan humanas en los seres, que esperan sin rencor
que brille un nuevo día sobre un mar de bonanzas
para todo el que sueñe con un mundo mejor

Como todo el augurio de las primeras horas
pasa y se desvanece como cruel espejismo
Sigue tenaz el tiempo; se hace la espera
bajo el pálido ambiente de un hondo pesimismo

Sólo aquellos que viven arrastrando penas
sin que brille una estrella, en su lúgubre noche
ahogan en sollozos el año que se aleja
recibiendo el que viene con mudo reproche

Ortiz, 27 de febrero de 1995

Arturo Rodríguez


Lagrimas de Niño

(Estampas Navideñas
Para: “Orientación

(1)

Fue dolor, decepción inocente
Que le hicieron brotar de sus ojos
Por negarle mezquino, indolente
Un juguete que calme su antojo
(
Contemplé la criatura en su roç
se marcaba una pena, tal vez la primera.
Que ;e plasmó en su sueños ignotos
Cual soplo de brisa en la noche serena.

(1 1 1)

Reteniendo en sus ojos divnos
El infante prilijo en ernuras
Transform6 las lágrimas del niño
En cántico de amor en las alturas.
Ortiz: 20 de Diciembre de 1.962
POR: Orticeño Católico

El pecador

(Para Orientación)
Dedicado a los jóvenes cursillistas: Pérez, Seijas, Baloa, Ramos y Rojas.

(I)

El pecador entró con su paso, tardío
Con sus ojos sin brillo, su fe derrumbada
A una Ig1esi de pueblo como el mío
Donde un buen Sacerdote una Misa oficiaba.

(II)

El Pecador salió con brillo en la mirada
Con el paso ligero y su fe restaurada
De esta Iglesia de pueblo que fue el ara
Que redimió sus culpas y confortó su alma.

Ortiz, 10 de Abril de 1962
Por “Orticeño Católico”


MADRE
Dedicado en su día

(1)
Madre es nombre sacrosanto
Que inspira fervoroso gran cariño
Lo pronuncia llorando todo niño
Con la inocencia de su tierno llanto

(II)

Madre dice en su cruel quebranto
El moribundo infeliz en su agonía
Madre, madre te evoco con mi llanto
Cuando te nombro muerta Madre mía

(III)

Cuando contemplo con pesar profundo
Del claro día muriéndose la luz
Madre, madre pronuncio en la cruz
El infinito Redentor del Mundo.

Por: Orticeño Católico
Ortiz, 15 de Mayo de 1962

NOTAS

[1] Hijo de Doña Evarista Moreno Vilera y Don Fernando Rodríguez Moreno. Había sido comerciante, político y distinguido personaje de la aristocracia burocrática de Ortiz. Llegó a ser concejal y presidente del Concejo Municipal, en el año uno. Asimismo, participó en diversas funciones y actividades públicas. Fue Jefe Civil de San Juan de los Morros (en aquel tiempo perteneciente a la Jurisdicción de Aragua) y luego del pueblo del Señor San José de Tiznados, donde falleció a causa de una fiebre palúdica.
[2] BOTELLO, OLDMAN (1995): Apuntes para la historia de Ortiz. Ortiz: publicaciones de la Alcaldía de Ortiz, p. 68. Según Fernando Rodríguez Mirabal señala que, quienes por ser nativos de Cagua, en el pueblo de Ortiz se dieron a conocer como los hermanos Rodríguez Cagua. Ver RODRIGUEZ MIRABAL, FERNANDO (2006).”Los Rodríguez Moreno de Ortiz”. Valle de la Pascua: X Encuentro de Cronista e Historiadores del Estado Guárico. 29, 30 y 31 de marzo.
[3] Doña Evarista Moreno Vilera ejerció una gran influencia matriacal en los hermanos Nicanor y Arturo Rodríguez. Fue hija de Antonio Moreno Sierra y Rita Vilera Moreno. Nieta del famoso militar Roso Vilera, joven orticeño, quien se alistó en el ejército del general José Antonio Páez, en el Apure de 1818, y que continuó en campaña hasta el año 21, cuando llegó a Carabobo.
[4] Doña Beatriz Rodríguez Sierra fue hija del general Pedro Pablo Rodríguez y Doña María Dolores Sierra García. A la edad de 28 años contrae nupcias con Don Nicanor Arturo Rodríguez Moreno. Del matrimonio nacieron cuatro hijos. Una niña que falleció a nacer; Fernando Antonio, que murió a los pocos días con gripe. Nicanor y Arturo Rodríguez, quienes lograron sobrevivir de las enfermedades palúdicas.
[5] Político, comerciante y concejal pro gomecista.
[6] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (1990, 03 Agosto). El Pampero: Un periódico manuscrito. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p. 18
[7] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Octubre): Ortiz: Dos veces capital de Guárico. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p.5
[8] CORDERO VELASQUEZ, LUIS (1991, Marzo).”Cambio de ciudades y capitales. Gómez determinó la capital de Guárico”. Caracas: Revista Elite, pp, 40-42. Ver también ADOLFO RODRIGUEZ (1989, 01 septiembre). “Don Nicanor Rodríguez: oráculo de la resurrección de Ortiz”. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, pp. 12-13
[9] El general Juan Alberto Ramírez fue músico, compañero de serenatas y farras del general Juan Vicente Gómez, considerado su medio hermano o criado de Don Pedro Cornelio Gómez.
[10] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Septiembre): “ El Periodismo en Ortiz” San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p. 21
[11] La Puerta del Guárico, 15 de septiembre de 1935
[12] PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2000): Orígenes Históricos del pueblo de Ortiz. Ortiz: Ediciones de la Cámara de Comercio de Ortiz, p.15
[13] RODRIGUEZ, FERNANDO (2006,10 Marzo).”El cine en Ortiz”. San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p,A-8

*Historiador, cronista y periodista venezolano.

OSWALDO RODRÍGUEZ: UN GUARIQUEÑO EJEMPLAR

Edgardo Malaspina*

El sábado, 18 de agosto, el poeta Oswaldo Rodríguez se nos fue prematuramente. Nos deja sus versos en dos libros muy importantes para la lírica guariqueña: Poemas, Romances y Cantares; y, Manantial de Romances.
Oswaldo, guariqueño de recia estirpe, nacido en Las Mercedes del Llano, tiene entre sus ancestros gente proveniente de las Sabanas de Palacio. Su padre fue un hombre de a caballo, a quien cariñosamente dedicó una de sus selectas composiciones: El Mejor Jinete, cuya interpretación en la incomparable voz de El Toro Negro , Braulio Palma, constituye una verdadera joya de la canta criolla.
Como locutor Oswaldo contribuyó a la difusión de nuestro folklor desde los micrófonos de Radio Rumbos. En esa prestigiosa emisora con su programa “Venezuela Tierra Grande”, que magistralmente dirigió Frank Holder, recibió importantes laureles como el premio Orquídea de Oro de Venezuela.
El mundo poético nunca lo desligó de la música. Estudió teoría, solfeo y técnica de cuatro, en la Escuela Experimental “Juan Vicente Gutierrez” de San Juan de los Morros; y tiene el honor de ser el autor del himno de esa institución; también es el creador del himno La Voz del Vecino, compuesto especialmente para las Asociaciones de Vecinos del antiguo Distrito Roscio. Sus versos han sido galardonados en varios festivales musicales. En el Primer Festival La Espiga de Oro de Las Mercedes del Llano, recibió el trofeo Canción Inédita en 1986; y en el III Festival Don Elio Rojas de San Juan de Los Morros obtuvo también un importante premio.
En la poesía, donde las palabras tienen un especial significado por sus combinaciones hermosas y sus giros metafóricos deslumbrantes, Oswaldo hizo notables aportes, y en ese sentido cumplió con el imperativo indicado por René Char: “Un poeta debe dejar señales de sus pasos... sólo las señales hacen soñar”.
Los poemas de Oswaldo son portadores de sentimientos nobles, de razonamientos filosóficos, de dudas existenciales, de fe y de esperanza. Él cantó al amor, a la amistad, a todo los hermoso y sublime de la vida; y con nostalgia supo celebrar y recordar los momentos felices sin eludir los amargos.
Al conocer la infausta noticia, el profesor Ricardo Alcalá escribió:
Hoy diecienueve de agosto
y mediando el dos mil siete
una tristeza se mete
en medio del corazón
Oswaldo, ¿ por qué te fuiste?
Poeta no nos dijiste
de tu partida temprana
se ha enlutado la sabana
Las Mercedes está triste.

El canto que Oswaldo escribió para su padre puede servir para bajar el telón de su vida:
La llanura y los palmares
Están vestidos de negro
lo dijo la garza blanca
lo repitió el canoero
todo el llano está llorando
la muerte de un gran llanero.
Oswaldo Rodríguez estará siempre en nuestras mentes y en nuestros corazones, porque fue un poeta que fraguó sus versos para que la muerte no tuviera la última palabra.
Amigos ha muerto un poeta, ¡ viva el poeta!.
*Escritor, médico, profesor universitario, editor y cronista venezolano.

MALANDRINES Y MALSINES

Alberto Hernández*
1.-
Trovadores y fabuladores, entretejidos, alegres o malhumorados, han hollado felizmente las páginas de nuestro imaginario malandro. El tema ha sido tratado por intelectuales: narradores, ensayistas y fablistanes de la peor costumbre y, entre ellos, sin los favores de la memoria, han quedado, para goce de los lectores de Cervantes, La criminología en el Quijote, de Enrique Benito de La Llave, y La criminalidad y la penalidad en el Quijote, de Rafael salillas, imposibles de encontrar, como lo dice la introducción del libro de su autoría, Tipos de delincuentes del quijote, el colombiano Ignacio Rodríguez Guerrero.
En el mencionado trabajo de Rodríguez Guerrero destacan personajes extraídos del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, que respiran al lado de beatas y sacerdotes, sabios y mercaderes. Así, “golfines y fariseos, prostitutas y ladrones, asesinos y embaucadores, bandoleros y homicidas pasionales, con toda vasta ralea de vagabundos y hampones de que nos habla la fecundísima literatura picaresca de la época áurea del idioma castellano”, se pasean orondos y sabrosones por las páginas vivas de nuestra realidad e imaginación.
2.-
En un “ambiente de abyección y miseria, de sordidez y crueldad, de odio y de venganza” se mueven estos sujetos, personajes que han seguido alimentando la cobardía y el miedo, la osadía y la bravura.
En estos días de supuestos y presupuestos recogimientos, de mesías, santones y salvadores, bien vale traer a esta vigilia y temores, a esos personajes que hemos entrevisto, abiertos o solapados, en las páginas de la obra máxima de don Miguel.
Rodríguez Guerrero nos encuentra con La Molinera y La Tolosa, damisela que bien podría asentarse con gusto en El libro del buen amor, donde la Trotaconventos es una metáfora de nuestra digestión escatológica, de cama, asalto y denario rápido.
Más adelante, entre las correrías por el desierto de La Mancha, nos deja Cervantes al Ventero Andaluz, a Juan Haldudo y el Rico; a Los Cuadrilleros de la Santa Hermandad, a Juan Palomeque y el Zurdo, así como a la famosa Maritornes, “esperpento asturiano”, dueña de “vulgares vicios que la enseñoreaban”.
Luego, Los Galeotes, Ginés de Pasamonte, El Forjador de su deshonra, Las Bestias carniceras, Vicente de la Rosa, El Perillán, El Fariseo, La esforzada y no forzada, Roque Guinart y Claudia Jerónima. Personas que nuestro héroe miraba con los ojos al revés. Digamos, inocentes, llevados de la burla grotesca de quienes tenían en Don Quijote un destartalado caballero, aspirante a manicomio.
3.-
Carlos López Narváez, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, escribió que del imaginario del caballero de la Mancha “también brotó el desenfadado catálogo de la truhanería que mezclaba cínicamente religiosidad y desvergüenza, estampas de pobrería honrada y fachas y pergeños de ruindad indecente”.
De balandros y malandrines sabemos el significado de sus andanzas, de alcabaleros y soeces reyezuelos. Pero de “malsines”, nada. Dícese entonces de soplones, “sapos”, delatores y cizañeros, calumniadores y buscadores de tesoros perdidos en el basurero de sus historias personales.
Corrido el intento, vendrá una lectura más honda sobre este tema balandro, tan de hoy, tan de esta hora alocada cuando la Ínsula Barataria se ha hecho realidad en los balancines y barriles que a diario alimentan el estómago de quienes aún no se han reconocido en los prontuarios de estos relevantes personajes de nuestro padre Cervantes. Y cuánta razón tenía Quevedo, develador de conductas desviadas, burlador de máscaras y quimeras.
*Poeta, periodista, crítico y narrador venezolano

jueves, 9 de agosto de 2007

CRÓNICA DE UN VIAJE

Edgardo Malaspina*



Jueves,15 de junio de 2006
Me levanto a las 4 am; viajo a Tucupita al “Encuentro de escritores de la Región Guayana” en homenaje a Argénis Daza Guevara. El taxi tarda. Llamo a otro, pero el primero llega con diez minutos de retraso. A las 6 estoy en Dos Caminos. Miguel Pérez, Director del Instituto de Cultura del Estado Cojedes me recoge a las 8 am. Maneja un chofer al que llama Platillón, cuyo nombre verdadero es Domingo. Lo de Platillón tal vez deba a una calva prominente. El viaje es largo: Dos Caminos-EL Sombrero-Chaguaramas-Valle de la Pascua-Tucupido-Zaraza- Aragua de Barcelona- Anaco-Maturin- Tucupita. Llegamos a las 7 pm con mucha lluvia. Alguien dice que el tiempo lluvioso en Tucupita puede durar tres días seguidos. Nos alojamos en el Hotel Saxxy en la entrada de la ciudad. El hotel es un conjunto de pequeñas casas como el hotel los Morros. Tiene piscina y está a orillas de una entrada del Orinoco.
Casi a las 8 de la noche nos reunimos en la Casa del Artista Plástico al lado de la plaza Bolívar para la inauguración del evento. En esa casa hay una exposición de pinturas. Me llama ala atención algunos cuadros con gallos de lidia: allá un giro en pose elegante, bien afeitado y como presto para la batalla; en otro extremo, un sambo con sus afiladas espuelas. Mientras esperamos el inicio de la jornada cultural nos brindan Whisky en vasos de cartón con hielo. Antes, Miguel y yo bebimos unas cervezas en una licorería cercana.
Saél Ibáñez presenta la Revista Nacional de Cultura. Alexis Marín habla de tópicos antropológicos en la región. Miguel Pérez presenta mi libro “El credo estético literario de Argenis Rodríguez”. Dice que no le gusta el título pero alaba el contenido. Cita varias frases de Argénis y lamenta que no se haya realizado un análisis del “Vuelo de los Gavilanes”, una novela de Rodríguez .Al finalizar le pregunto por lo del título y me dice que eso lo hizo sólo por polemizar. “Cuerdas del Orinoco”, un conjunto local, ameniza el acto.
En la noche cenamos y luego nos vamos hacia la piscina. No hay luz. Traen varias botellas de Whisky y empieza la conversación bajo una luna pálida y en medio de la humedad dejada por la lluvia. Balza no vino, dice uno. Otro hace referencias a Rafael Bolívar Coronado: cuando Andrés Eloy Blanco gano el premio por su Canto a España, Bolívar Coronado le envió un telegrama: “Los astros giran, ¡gírame!”. Me bebo dos tragos y me retito a mi habitación.
Viernes,16 de junio. Tucupita
Me despierto a las 6 am. Salgo a dar un paseo. Cinco botellas vacías es el resultado de la jornada etílica de ayer. Doy varias vueltas a las cabañas. Voy a la piscina, la cual esta muy cerca del río. Muchas lanchas están en un estacionamiento, seguramente para actividad turística. Una rampa une al hotel con un pedazo de playa. El río imponente esta rodeado de plantas diversas. Garzas y otras aves completan el paisaje mañanero. Desayunamos y luego nos trasladamos al Instituto Tecnológico Delfín Mendoza. Emilio Mosonyi, un académico hungaro de la UCV, habla de la cultura del pueblo warao. Es antropólogo y conoce varias lenguas. Su discurso lo hace en warao y traduce luego al español. Se lamenta del daño que se le hace al ambiente. Habla de las aguas y la importancia de esa palabra en la lengua warao, la cual es muy onomatopéyica a la hora de formar verbos relacionados con el agua, por ejemplo: hay verbos distintos para definir el correr del agua, la lluvia, el agua de la cascada, etc. El agua es una deidad, dice el húngaro. Al finalizar saludo a Mosonyi en ruso y me contesta en ese idioma. Roger Herrera se refiere al significado de la palabra Tucupita. Relaciona el vocablo con Tucupido, y la palabra “guará” con Warao. Pero al indagar con Mosonyi, éste dice que no se sabe el significado de Tucupita y no ve relación entre guará y Warao.
Carlos Yuste habla de las Metáforas que el río trae y cita un bello poema piaroa:
Si tú me miras
soy como la mariposa roja;
si me hablas,
soy como el perro que escucha
si me amas,
soy la flor, que se calienta,
entre tus cabellos.
Si me rechazas,
soy como una canoa vacía
que boga por el río
y los peñascos la destrozan.
El almuerzo nos lo traen al instituto. Comemos pescado, ensalada y yuca. Pregunto qué clase de pescado es. Me dicen es laolao, una especie de bagre o rayado No tiene espinas porque es de cuero duro, me explican. Comento esta explicación, y Platillón dice que cuero duro tienen las culebras de agua. Luego afirma que el almuerzo era, sin duda alguna, de culebra. No lo creo.
El bus nos deja en el centro de la ciudad. El mercado no tiene artesanía de la región. Sólo pescados y algunas verduras. Hay un expendio de artesanía, pero de una cooperativa. Los propios indígenas, que son el 50 % de los habitantes, no tienen nada. El Orinoco se mete por todas las rendijas del pueblo, por las calles y sus quebradas, bajo los puentes. Un paseo a orillas de río tiene el atractivo de un inmenso paisaje acogedor, dos barcos viejos anclados y muchas aves volando. Varios bustos de héroes de la independencia adornan un recuadro del paseo. En alguna parte diviso un pequeño monumento que creo es en honor a Eleazar López Contreras. No estoy seguro porque lo veo de lejos. Regresó al hotel en taxi. El taxista comenta que hay muchos vehículos en Tucupita porque los del gobierno regional han adquirido muchos junto a sus familiares.
A las 3 pm recorremos la ciudad y visitamos el mercado cooperativa. Compró algunas cestas. Los waraos son maestros de la cestería. Vamos a la Biblioteca José Balza para un recital de poesía. Un bardo explica en un poema lo que debe entenderse por un presidente: un sapo es jardinero, un loro es locutor… y un burro es presidente; peró aclara diligentemente que su poema tiene vigencia hasta 1998. Por si acaso. Luego lee otro poema sobre la revolución. Es un poema onomatopéyico que imagina la revolución como una lucha armada con disparos de metralleta, pistolas y otras armas: la revolución es shiiii, pam, pam, pam pum pun, ratatatatatatatatata
Interviene una mujer. Habla en versos de su hoja curricular. Enumera algunos productos alimenticios. Platillón abandona el recinto y murmura que eso parece una lista para hacer mercado. Esto es una vaina de locos, remata mientras mastica tabaco juntado con chimó aliñado y cubierto de miel para fortalecerlo.
Una poetisa delgadísima, con lentes y que a cada rato enciende un cigarrillo, lee unos versos feministas en los que define lo que es un amante. Me gustan esos versos. Otro poeta pide ayuda para leer su obra. Pronuncia una letanía y el público debe decir “amen” después de cada párrafo. Así lo hacemos y nos queda el sabor de que estamos rezando en una iglesia. Una joven warao habla de la poesía en las canciones de su pueblo. Entona una música bella y canta en warao. La canción se llama “el amigo garza”. Le pregunto luego el significado: “garza tu comida es un camarón y cuando no lo consigues aquí, te vas a otro lado”. Una joven lee sus versos dedicados a su padre muerto. Mirian, la esposa de Miguel Pérez, ve un parecido entre esos versos y la canción “viejo mi querido viejo”. Pérez lee sus versos dedicados a su abuela de 103 años.
Salimos. Recorremos la ciudad. Bajamos al río por el Paseo. Varias lanchas cruzan las aguas. La gente visita los kioskos que expenden comidas. La ciudad está sucia y es un mosaico de contrastes. Una villa se conjuga con un rancho de cinz. Cinz por todos los costados y en el techo; pero con antena parabólica y un aparato de aire acondicionado. Paradojas de la posmodernidad.
En la cena converso con Luis Camilo Guevara. Recuerda las veladas en la Casa del Escritor con Caopulicán Ovalles y Eli Galindo. Eso era terrible, empezábamos desde la mañana, sin comida. Eso no lo aguanta nadie; en los últimos tiempos ellos bebían sólo vodka, algo difícil de pasar , aguardiente puro; pero era muy romántico, dice Luis Camilo. Converso con Mosonyi. Habla de los idiomas, del sánscrito, del periodo dravídico, de los tipos de lenguas y el origen de las mismas.
Conozco al poeta Jaime Ramos, de Monagas. Confiesa que la poesía le ayuda enormemente para luchar junto a su hijo Jorge, enfermo de carcinoma. Ha escrito varias poesías sobre el tema .De su poemario “Me mantengo en rebelión mientras duermo” copio “Vamos”:
vamos Jorge
vamos a ser fuertes
vamos a darle duro al carcinoma
vamos a sacarlo de jonrrón de tu cuerpo
que se vaya lejos
donde estas lágrimas no sepan jamás de él
que se vaya lejos como un foul de Sammy Sosa
o de nuestro Bob Abreu
que se vaya lejos de todos los niños
lejos de todos los hombres
vamos Jorge
vamos a patearlo duro
vamos a romper la red
como lo hace Ziddane
como nuestro Arango
como sólo los niños lo saben hacer
vamos Jorge
que Dios está en nuestro equipo
vamos
A las diez de la noche emprendemos el viaje de regreso. En la entrada de Maturín nos sorprende un accidente. Dos gandolas y una buseta se dan un encontronazo. El chofer de la buseta muere y nosotros perdemos casi tres horas detenidos en medio de la carretera y bajo la lluvia.
Sábado,17 de junio
En el sitio “El Furrial” nos detenemos un rato en un bar de mala muerte. Son las tres de la madrugada y unas puticas beben cervezas con quien parece es su jefa. Miguel comenta el hecho y habla de una generación perdida. Luego, al amanecer, lee el prólogo de su publicación “Gran pulpería del libro”. Es una excelente obra y yo tengo en mente extraer párrafos sobre el amor a los libros y la cultura para leérselos a mis estudiantes.
Después de cruzar Valle de la Pascua vemos otro accidente: un chofer de gandola yace atrapado entre hierros.
En este viaje corto aprendí bastante, tanto de la vida como de la muerte.
*Escritor, cronista, historiador y médico de venezolano.

jueves, 2 de agosto de 2007

TRES POEMAS

Jeroh Juan Montilla














Permite que me eche
en tus rincones hija de Perseis
persuádeme a ser bestia
roe mi tonta piedad
ante el desamparo
desuella en tu copa mi razón
nada hay cocido
para este lance
no hay linderos
es cruda la mansedumbre
......................................................................


LICAÓN

He lavado mi sueño
en la orina de las bacantes
los sentidos abaten las cerraduras
de este paisaje

aquella luna flagelada
una mordedura
sobre el estero
palabras que absuelven
la oscuridad

hay una cabra y un perro
en los ojos de Dioniso
tengo el roce del Dios
para abandonar al hombre
...............................................................


la ebriedad
un cíclope que avanza
hacia mi nombre
es luna
la hospitalidad de los cerdos
no hay canción de vuelta
en este horizonte
sólo el ave pico verde
que se apasiona
en la carne de las bellotas
anhelo el sabor de Circe
el estupor donde entrego
las sobras de mis dudas
aquella saña insular
de las palabras.

BORGES, LULL Y MEYRINK

Alberto Hernández*

1.-
Pierre Menard fue víctima de un olvido perpetrado por Madame Henri Bachelier, pese a su aguda percepción para anotar al margen de cualquier cuadernillo las dudas, miedo y sorpresas de escritores, inventores, alquimistas y desalojadotes de alcobas. Si bien Funes fue un desmemoriado, la larga lista de la obra visible de Menrad contiene una pieza que llama poderosamente la atención sobre todo a aquellos buscadores de piedras preciosas en el cieno. Borges, en su infinita ficción, habla de una monografía de ramón Lull titulada Ars magna generalis, de la cual podrían desprenderse otras ficciones que no vienen al caos pero que de alguna manera hace hincapié en la ambigüedad de una lectura también invisible.
Si el autor del Quijote, ese Menard somatizado por las argucias del ciego argentino, no hubiese sido inventado por quien dice ser Borges, habría sido parte de las elucubraciones de Sancho.
Así revelado por ramón Lull en un texto que no conocemos, nos valemos de la ficción para argumentar nuestras propias dudas: Borges supo de El Golem de Gustav Meyrink, pero dejó que la historia se tragara las obras incompletas de su Menard.
2.-
No debemos obviar la posibilidad de que se trate de un sueño, como aquel que comienza (el despertar del personaje) el libro de Meyrink en 1915. “La luz de la luna cae al pie de mi cama y se queda allí como una piedra grande, lisa y blanca”, que podría ser equivalente al texto invisible que Menard le dedica al catalán. Cuestión de hacernos de la vieja idea de un plagio, denunciado por poetas, dramaturgos, asaltantes de camino y políticos transformados en idílicos juglares de villorrios.
Pero Borges, tantas veces aturdido por las “diferencias” textuales de Cervantes y Menard, no deja espacio para recordarnos los cien años de su llegada al mundo. Perplejo ante su centenario continúa dándonos dolores de cabeza con esa suerte de cábala en la que los números son sólo una referencia abismal. De mal hablar griego, prefiere el latín para justificar que la ficción es más relevante que la simple mentira, dado que empuja las palabras y las hace más revelación platónica (Sócrates también danza en las hojas no publicadas por Joyce en Ulises).
Borges nunca existió, fue sólo una presencia fantasmal, llevada de la mano por Hashile, el mendigo del ghetto judío de Praga, de quien se comenta era el Golem. Pero son sólo conjeturas. De levantarse de su tumba helvética, Borges insultaría a los teóricos de esta infamia, que no pertenece a la historia universal de su propia autoría.
3.-
Pierre Menard es el otro yo de Borges. Toda la vida quiso escribir El Quijote, un Quijano parecido a Martín Fierro, pero La Mancha no cabía en la pampa, por lo que Menard, de linfa francesa con rasgos de notoriedad hispana, sólo se le ocurrió aproximarse a la novela que el mismo Cervantes alejó de las fábulas caballerescas. Pequeño detalle: Borges y Meyrink se conocieron en París gracias a los buenos oficios de Pierre Menard, mientras paseaba con Cervantes por los Campos Elíseos. El encuentro fue propiciado por Athanasius Pernath, acusado de un crimen que en realidad cometió el mismo autor de El Golem.
Enana sucia y lúgubre taberna parisina se fraguó el plan para endilgarle a Menard las obras que aún nadie ha logrado leer. El mismo Borges llegó a creer que Menard era una creación suya, hasta que Miguel de Cervantes lo sacó de la duda. Menard en realidad es el Golem, creado por Cervantes y cedido a Meyrink para que pudiera deshacerse de un loco judío, perseguido por un dictador alucinado.
De esa reunión en la taberna no se tienen noticias. Menard borró todos los manuscritos que esa noche Borges había escrito para entregárselos al autor de El Quijote, un pequeño olvido que luego pagó muy caro Madame Henri Bachelier.
*Poeta, narrador y periodista venezolano.


DON RICARDO MONTILLA: CUANDO LA DEMOCRACIA ES DIRECTA

Adolfo Rodríguez*
El zagal que entendía que aquellos estudiantes enviados por la dictadura al gheto de Palenque, anhelaban afectos, amén de con qué saciar hambre y sed, asomándose, por las ventanillas de aquel autobús a donde los llevan prisioneros, junto a panelas y queso, les facilitó la irradiación de su tierra llana, en un gesto, que Miguel Otero capta para Fiebre. Una transparencia que trae desde su nacimiento, hace cien años, hasta que muere en 1976. Venía de una cárcel y vuelve otra, luego de iniciar, sin concluir, estudios de Derecho. Marcha al exilio y prosigue con esas señales de un futuro que pronto echa a andar, esta vez con Betancourt y otros, redactando ese plan anti-feudal, anti-imperialista, juvenil, bien intencionado, democratizador, que intentó fijar un rumbo a un país detenido bajo la bota de reiterativos caudillos. Ese Plan de Barranquilla, que de cuando en vez, emerge la esperanza venezolana, anhelosa de que, un día para siempre, dejemos de ser una mísera tángana, disfrutada sólo por imperialismos de toda laya, grandes o pequeños, íntimos o externos, que no nos dejan desplegar las alas.
Atraído por ese afán de ejecutorias, el hombre detrás de las palabras, Montilla no abandona hasta sus últimos días, un espíritu en el que cada frase diese cuenta de un país, colonizado por insaciables retóricas. Elite, El Sol, El Globo, El Heraldo, Fantoches, El Universal, Ahora, El País, El Nacional, pueden dar fe de esa índole cerrera de su ser, su prosa y la pasión fotográfica con que quiso mostrar antes que decir, corregiéndo, incluso, la plana al maestro Gallegos cuando éste enreja un becerro en las patas de atrás, para el ordeño, y el sombrereño sugiere ponerlo ¨alante pa que no se le mame¨
Prefirió siempre la acción directa, sin intermediarios, de vis a vis, próxima a la propia tierra y sus destinatarios sencillos. Y por eso, esa caricatura de Julio Alfonzo Rojas, en Elite, ostentando el producto, el medio y los instrumentos con qué gestarlos y el modo arisco de conducirlos. Por eso su gestión como Ministro de Agricultura y gobernador de Guárico y Apure, sembrando no sólo monumentos de Alejandro Colina, que perviven, trayéndose a Rómulo Gallegos, a científicos como Tejera o Gabaldón o al pintor Manuel Pedro González y tantos, que constatasen la contudente realidad regional, para su saneamiento, el crecimiento moral, la salvaguarda de sus tradiciones, los valores de la nacionalidad, la justicia, a través de esa praxis rotunda y franca con que entendía la gobernabilidad. De modo y tal que mucha de su actuación es juzgada, sino de atrabiliaria, por lo ,menos como ¨alcaldadas¨, título de un opúsculo suyo de 1965 en el que recoge, entre otros textos, artículo por El Nacional contestando declaraciones del magistrado Ignacio Luis Arcaya, a quien le resulta anacrónico, que Montilla encarcele a ¨un juez lascivo y dado a la bebida, protagonista de escándalo público -es reincidente- trasmutado en sátiro ante indefensa ninfa, que mordisquea y desviste¨
Emergencia en la aplicación de correctivos, que lo sitúan un poquito entre Ño Pernalete y Santos Luzardo, sintiéndose cerca más bien, de éste, como proclama cuando asume la gobernación de Apure. Y fue así, si advertimos que no procede en función de intereses personales, si no por imperativos justicieros, como espera Gallegos. Y nunca ocultándose tras de nada ni nadie, asumiendo la responsabilidad de sus acciones, como cuando sanciona por quince o treinta días de prisión a ciertos ecocidas y es granjeado con el remoquete de 30-30. No porque él fuese el ofendido, si no el país, sus árboles, la honorabilidad ciudadana, un orden que si no se preserva amenza con degenerar todo. Y para corroborarlo, él mismo enfrenta los desaguisados, como cuando hace acto de presencia en el liceo y exhorta a la muchachada díscola, departe con ella, celebra sus rebeldías productivas, la invita a recorrer sitios históricos, comparte incomodidades, saberes y terneras, siendo gobernador.
Y si es que un compañero de la Generación del 28, Joaquin Gabaldón Márquez rechaza la invitación a un acto oficial porque persiguen hermano suyo que es comandante de guerrillas, no responde con retaliación ni rencores, sino con el alma: ¨Muy bien, Joaco, yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo¨.
No me envió las cartas de Gallegos que aclaran detalles de su pasantía en Barcelona para una investigación mía publicada, si no que se presenta con ellas al liceo interiorano donde ejerzo y bajo el gran sol me las entrega, la radiante sonrisa de su curtida faz.
Se admiró Jesús Sanoja Hernández de la facilidad con que él y otros acceden a la casa de don Rómulo Gallegos en México, gracias al Chino Montilla. Y fue así cuando los estudiantes de Letras logramos pasar un día con el novelista, en su residencia de Altamira, Nada ni nadie debía negarse a aquel monumento de sabiduría que nunca más hemos tenido y Don Ricardo no sólo lo paseó en aquellos años sesenta entre los llaneros de Apure, rememorando una realidad que había volcado para siempre en su prosa, si no que atrajo a lo más graneado de la intelectualidad del mundo hispánico de entonces para el homenaje continental tributado al eximio representante de las letras venezolanas de todos los tiempos. Y por eso, en la compilación que doña Gosvinda Rugeles, esposa de don Ricardo, figura un texto del famoso escritor mejicano Andrés Iduarte, amén de numerosos venezolanos que manifestaron su admiración por el atrabiliario guariqueño, entre otros, Sanin, José Vicente Rangel, Jesús Rosas Marcano, Ras, Zapata, Francisco Tamayo, Rafael Ramón Castellanos, Sofía Imber, Tobías Lasser, Ramón Aveledo Hostos, Francisco Vera Izquierdo, Rafael Poleo, Hernani Portocorrero, con reconocimientos oficiales, amigos o paisanos.
Fue una democracia ¨a la llanera¨, si es que la hay, temeraria quizá, pero sin atropellos, sin cartas debajo de las mangas ni dobles intenciones. Una conducta a la luz del sol, en que asume la responsabilidad, tanto de lo que es grato para todos como de lo que quizá incomode. Ello le garantizó que siempre pudiera retomar tranquilamente la calle en cualquier lugar, con las mismas ideas, la misma intención de dar y hacer, sin importarle el lugar que le asignasen. Así fue como se incorporó a la Sociedad de Ciencias Naturales de Venezuela, en cuyo boletín publica esmeradas y emotivas observaciones sobre su tierra, algunas recogidas en libro, a todo lujo, El Llano contentivo de buena porción de esas fotografías de inimaginables espacios de una tierra que para siempre lo hizo suyo. Otra vez apuntes para su bibliografía galleguiana, precisando hechos que dieron origen a sus novelas, organizando antologías o reediciones conmemorativas. Sin olvidar unas ediciones de bolsillo con que quiso comunicarse con los más apartados receptores de sus prédicas, diciendo de efemérides y demás simbologías de su territorialidad.
Un general, prestado a las tareas conservacionistas, Enerio González Medicci, puntualiza acerca de que jamás la vanidad rozó el modo de ser de don Ricardo ejerciendo cargos públicos, ¨porque la naturaleza y el ambiente no envalentonan nunca y más bien promueven el trato ecuánime, justo y comprensivo¨ Lo cual explica mucho de esa noción de mando con que don Ricardo se convierte en paradigma de justicia, diafanidad y lección. Pues quien aprende de la naturaleza gobierna para siempre y gobierna bien, cumpla o no funciones públicas. Y es buena su gestión porque promueve el desarrollo, posible sólo si son preservados los ecosistemas. Por lo cual el ejercicio democrático en el mejor sentido del término, prevé esa participación de la frescura, la naturaleza y la sapiencia popular, que estuvieron en la mente y la conciencia política de don Ricardo por más lejos que anduviese. Proclamó su afecto hacia la gente tanto como los árboles como se trasluce de ese documento revelador que es el libro Don Ricardo Montilla y su Pasión Por la Naturaleza en que el profesor Darío Laguna pone de manifiesto esa inquietud por la reproducción de las aguas, la reproducción de todos y cada uno de los seres que habitan todos y cada uno de los ecosistemas, la advertencia frente a los incendios, frente a la incuria que no contribuye a la conservación de las cuencas hidrográficas, frente a esa anomia que no deja ver cómo es factible que la cornucopia de la abundancia salte de cualquier recodo sólo con la varita mágica de la voluntad. He allí la vigencia, pues, de este venezolano que no cesa de convocarnos cada vez que la tierra arde, el río se seca, la montaña se devasta, el hombre deambula, la res muere de mengua y la fauna agoniza porque no hemos sabido aprender que la única continuidad válida es la de la vida .
Nota: ensayo publicado en el semanario La Razón de Caracas en el centenario del nacimiento de don Ricardo Montilla.
*Poeta e historiador venezolano.