Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

sábado, 22 de diciembre de 2007

A DOCE HORAS DEL BOLETÍN


Daniel R Scott*

Son las dos de la tarde de un 3 de diciembre de 2007. Ando por calles que se sienten psicológicamente agotadas y silenciosas. Los rayos del sol parecen debilitar mis pasos: mi caminar es lento, pesado, como dentro de una piscina cuya agua me cubre hasta la altura del cuello. La gente mira y se mira como si nada hubiese sucedido. O desean aparentar que nada sucedió. Pero es el caso de que sí, algo pasó, y de mucha trascendencia. Hace doce horas más o menos, en un boletín histórico del Poder Electoral, se dió como triunfador la opción del "NO" al proyecto de Reforma Constitucional que le propuso el presidente al país en un librito sospechosamente parecido al "Libro Rojo" de Mao. Este proyecto incluye artículos polémicos como el 230, que establece la reelección indefinida. Me levanté muy de mañana y fui a votar a eso de la una de la tarde. Como donde vivo se ve pero solo a ratos un solo canal de televisión, me llevé a rastras a mi esposa hasta la casa paterna y allí me instalé frente al receptor de mamá, dispuesto a captar el mínimo detalle de todo lo que sucediera. "De aquí no me voy hasta que den los resultados" le dije a mi esposa. Al fin y al cabo, no se trataba nada más de una reforma constitucional, se planteaba además un nuevo modelo político y económico. Esto no sucede todos los días. Y el país está peligrosamente polarizado y enardecido con esto de la Reforma. Sin embargo confieso que yo no me hacía expectativas de ningún tipo. Vote y ya. Me instalé frente a la pantalla del aparato. La tarde le cedió el paso a la noche, y la noche llamó a la madrugada, y el tan esperado boletín del CNE no terminaba en llegar. Cundió el nerviosismo entre el llamado bloque del NO. Se sospechó fraude. Los ánimos se caldearon. Podía suceder cualquier cosa.
-Si no dieron los resultados antes de las diez es porque perdió el SI-.comentó alguien secándose el sudor de la frente con una servilleta.
-De dar al SI como ganador después de la medianoche será un fraude-dijo otro-mañana amanecerá el país ardiendo por los cuatro costados.
Pero en la madruga, a eso de las ¿una y tanto?, se dió a fin el primer boletín. Más asombroso aún: dió como ganador a la opción del NO. El presidente tendrá que echar para atrás su proyecto de reforma constitucional y sus anhelos de hacer de este país la gloriosa encarnación del "Socialismo del Siglo XXI". En una cadena de radio y televisión realizada segundos después de trasmitirse el primer boletín del CNE el presidente reconoció la derrota y echando mano de su famoso "Por Ahora" del 4-F afirmó que la lucha continuaba y que en lo futuro habría otra oportunidad para su proyecto de Reforma Constitucional. Primera derrota que sufre el proceso revolucionario liderizado por el comandante Chávez en diez años que lleva en el poder.
En la tarde de este lunes 3 de diciembre, las calles, el tráfico y las personas se notan apagadas y mudas. Nadie celebra ni lamenta. Será porque en el fondo todos están demasiado agotados para andar celebrando triunfos o lamentando derrotas. La gente tiene hambre y sed de rutinas y de paz mental. Cierto es que el pueblo clama por cambios y lucha porque se imponga la Justicia Social necesaria para que en este país todo marche como debe ser, pero también ese mismo pueblo está cansando de tantas marchas, contramarchas, mítines, pancartas y concentraciones en pro o en contra de cualquier propuesta política, venga de donde venga. El espíritu está harto de tantos años de campaña electoral. El ciudadano anhela un tipo de rutina privada que no sea invadida por los ruidos de las consignas políticas y que le permita ir al parque con sus hijos, cantarle el "Cumpleaños Felíz" a la abuelita o hacerle el amor a su esposa o a su esposo o a su amante, según sea el caso.
La militancia política, de tanto repetirse y repetirse, conduce al hastío. Que Venezuela sea un país donde se realice elecciones a cada rato no basta para demostrarle al mundo su talante democrático, se necesita además las condiciones que nos garanticen la paz ciudadana y hasta doméstica. Se dice que en la etapa más gloriosa del reinado del rey Salomón sobre Israel, la gente vivía tranquila, cada cual debajo de su parra y de su higuera. Es decir que la paz y la tranquilidad son productos sociales de cualquier gobierno que se precie de sano y progresista.
Démosle al venezolano su parra y su higuera (Trabajemos duro por ello) y dejémosle vivir tranquilo.
Digo yo, extendiendo un saludo sincero y fraterno a los del "SI" y a los del "NO"
*Bibliotecario y escritor venezolano.

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