Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

martes, 28 de agosto de 2007

CHACAO, FILÓN DEL GUÁRICO


Tibisay Vargas Rojas*


Foto> Tibisay Vargas Rojas

La copa de un centenario árbol de mamón refulge a retazos por el aleteo de un gonzalito, y entre el siglo XVI y el XXI solo media un atardecer en Chacao.
Chacao, que en lengua aborigen significa “arenal”, fue el nombre de un hercúleo cacique morador del cerro El Ávila en la época de la conquista. Hoy por hoy denomina un municipio de la Zona Metropolitana del estado Miranda, y, extendido más allá, a un vasto imperio de chaparrales y pastizales en un lugar final del Guárico.
Tres horas a pie o veinte minutos en vehículo nos llevan desde la entrada al monumento Arístides Rojas, mejor conocido como Morros de San Juan, ubicados en la capital del estado Guárico, hasta el fundo Quebrada Seca, en la Comunidad Chacao, donde bajo la canícula de marzo, la sombra del vetusto mamón nos permite evocar el pasado colgados de la palabra de don Obdulio Pérez, puntal del fundo, quien nos acerca doscientos años de historia viva desde su bisabuela Ignacia Pérez, hasta su persona, entregados en cuerpo y alma a la faena ganadera.
Estos predios estaban amansados desde el siglo XVI para la crianza de ganado, ya que no para la explotación de oro, lo cual fue el señuelo inicial que atrapó la mirada del conquistador Garci González de Silva hacia este muro de calizas que sirve de parabán a las llanuras centrales. Tal vez fue la misma accidentada geografía la que terminó con el sueño de “El Dorado Guariqueño”, pero fue el inicio de la población de San Juan de los Morros, y del quehacer ganadero de la zona, oro de sangre caliente, estampa arrobadora del paisaje.
Refiere don Obdulio, que en los años veinte Chacao pertenecía a don Juan Febres Barrios, quien por la suma de setentaicinco mil bolívares lo vendió a El Benemérito Juan Vicente Gómez. Para entonces, su padre don Indalecio Pérez, estaba al frente del fundo velando porque la tradición familiar ganadera diese todo el provecho posible en días aciagos para el hombre del campo. Cuenta emocionado que a los trece años solicitó el cuidado de unas reses que destinaría para el ordeño, pues pretendía la confección de queso de mano. Este “utópico” proyecto del muchacho no tuvo obstáculos, mucho menos cuando la primera tentativa de venta del producto dejó en sus manos dinero para proveer de bastimento con holgura a la familia.
En este quehacer de alquimista transcurren sus días al lado de su esposa doña Ambrosia, de sus hijos, yernos y nietos, quienes participan de la recia faena ganadera, y de la mágica empresa de transformar la leche en el exquisito manjar que ofrece al comprador como Queso Chacao, nombre sonoro que muchos impostan, conocedores ya de la fama del original.
Y no descansa don Obdulio, sus manos dan para la confección de los blandos discos que dispone con esmero en recipientes para su forma final, así como para el retorcido de una soga de cuero crudo destinada a la labor de arreo y otros menesteres del fundo.
Una brisa tibia peina el pastizal, y en el patio aledaño a la casa las gallinas trepan adelantando la noche a las ramas del mamón donde otrora, el ave que tomó el nombre del conquistador Garci González, pues ornaba éste con su plumaje dorado su fiero casco, nos ha dejado un celaje de nostalgia.
Los niños de la casa corretean entre las patas del ganado que entra a pernoctar al corral arreado por los pequeños vaqueros, y el sol, que ya es una pepita de oro bordeando el horizonte, azafrana el lomo de los hermosos animales que el amor de una familia y la prodigalidad de los pastizales han convertido en un filón de este generoso Chacao.

*Escritora y poeta venezolana.(Este artículo fue publicado originalmente en la revista PUNTAL de la Fundación Polar , Caracas, num. 18 , año 2.005, pags 40-41.)

ARTURO RODRÍGUEZ, EN EL ESPEJO DE PAPEL

(Ponencia presentada en el III Encuentro de Cronistas e Historiadores del Municipio Ortiz, 24 de agosto 2007)


José ObswaldoPérez*

He aquí un personaje histórico de nuestra historia local. Un personaje que me unió una sincera amistad desde tiempos cuando cursaba estudios de bachillerato en nuestro querido liceo y luego en resto de la vida hasta su muerte. Se trata de un orticeño que vivió y actuó a lomo del siglo XX, cuyo primeros pasos coinciden con el inició de las dictaduras andinas (1899-1935).

Don Arturo Rodríguez nació el 8 de Julio de 1910, dos años después del nacimiento de su hermano mayor Nicanor Rodríguez Rodríguez (1908-1992); dos años después que el gobierno de Venezuela paso de la manos de Cipriano Castro a las de Juan Vicente Gómez (es decir, de una dictadura a otra), y a unos seis meses de la muerte de su padre el general Nicanor Arturo Rodríguez Moreno[1], quien tenía 42 años cuando ocurrió su fallecimiento, el 18 de diciembre de 1910.

Fue descendiente de una modesta familia originaria de Cagua[2] (estado Aragua), establecida en Ortiz a mediado siglo XIX, fundada por el General Pedro Pablo Rodríguez. Aunque nació sin conocer a su padre, don Arturo convivirá en un ambiente familiar regido por su anciana abuela Evarista Moreno Vilera de Rodríguez (n. 1860)[3], su madre doña Beatriz Benigna Rodríguez Sierra (1883-1961)[4] y su tío don Domingo Rodríguez Moreno (n. 1886)[5], en la vieja casona La Loretera, ubicada en una esquina de la Plaza Bolívar. En ese ambiente familiar crecerá don Arturo Rodríguez. En un círculo lleno de fascinación por el pasado orticeño, recuerdos de familias beneméritas

No obstante, la familia Rodríguez Rodríguez se muda posteriormente a una vieja casa del general Joaquín Crespo Torres, conocida como la Casa Crespera o Casa Atravesada, ubicada en el viejo camino del ganado y a la entrada del Barrio La Romana. Allí su madre, Doña Beatriz Rodríguez Sierra, les enseñará sus primeras letras. Más tarde, en aquella vieja casona funcionará la Escuela Federal No. 33, a la cual iban los muchachos, hembras y varones, a recibir las primeras letras de manos de Doña Beatriz de Rodríguez.

De la formación escolar de Don Arturo Rodríguez de las manos de Doña Beatriz de Rodríguez pasó a la dirección de los maestros privados don Guillermo Aderson, Guillermo Matute, Albina Gómez, Pacifico Paredes y el padre José Carmelo Matute Moreno. Todos ellos influyeron en la personalidad de Don Arturo Rodríguez, quien perteneció a la generación palúdica y llagosa que afecto, traumáticamente, al pueblo de Ortiz. Una generación que fue inmortalizada por el escritor Miguel Otero Silva en su novela Casa Muertas. Don Arturo Rodríguez nos recuerda que cuando era niño se colocaba en las barandas de la Casa Atravesada, para contar los muertos de la peste. Desde allí veía pasar a tempranas horas de la mañana a los difuntos, envueltos en chinchorros o traslados en la Urna de la Caridad, un ataúd negro, fabricado para uso público del Concejo Municipal que prestaba sus servicios gratuitamente a las desamparadas víctimas del paludismo, la hematuria, el vomito negro y últimamente a los de la peste española. Uno tras otro iban desfilando hacia el cementerio hasta casi tarde de la noche. Don Arturo señala que no solamente la peste causó estragos en el pueblo orticeño sino que se expandió por casi toda Venezuela. Pero, aquí, en el pueblo de Ortiz fue más terrible porque encontró el terreno abonado: un pueblo palúdico, con hambre, y en el último estado de desidia como estaba en esa época.

Don Arturo Rodríguez Rodríguez fue periodista, poeta y funcionario público. Ejerció varios cargos burocráticos. Entre ellos, Jefe del Estacionamiento Ganadero de Ortiz, adscrito a la dirección del entonces Ministerio de Agricultura y Cría. Prefecto del municipio Ortiz, entre los años 1945-1948; y, varias veces, miembro de la Junta Comunal, vicepresidente de la misma y empleado de rentas municipales. Fue fundador del partido Acción Democrática local y luego del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), en la tercera división de AD.

Un septiembre de 1932 apareció en Ortiz, un curioso periódico manuscrito que se llamó El Pampero[6]. Eran aún días de la dictadura de Juan Vicente Gómez y el pueblo de Ortiz vivía los últimos coletazos de la “fiebre española”, una de las epidemias que remató a muerte, junto con el paludismo, esta población llanera. El Pampero fue un vocero ocasional de intereses generales, escrito en letras de molde en pluma fuente. Había salido a la luz pública para reivindicar el progreso y los anhelos de superación de un pueblo sumergido en el atraso y la miseria. Al frente de este órgano informativo estaban los jóvenes Arturo Rodríguez Rodríguez, como director-administrador y Luís Acosta Rodríguez, como su redactor. Debió ser una tarea titánica y elogiosa de estos muchachos inquietos y emprendedores. Hacer un periódico manuscrito no era cualquier cosa para el contexto histórico en que nos ubicamos.

Para el momento en que salió El Pampero, la capital del Guárico estaba establecida en el pueblo de Ortiz. Era la tercera vez que por razones políticas un gobernante había escogido como sede de gobierno a esta localidad. La primera vez fue el general Joaquín Crespo Torres, quien la trasladó por razones estratégicas militares; la segunda vez lo hizo la Asamblea Legislativa de 1877[7] y esta última por el general Juan Alberto Ramírez, que aún por razones no estudiadas, dícese que por un disgusto con los estudiantes calaboceños, mudó casi todo el gobierno regional hacia Ortiz [8].

El general Juan Alberto Ramírez le había confesado a Nicanor, a Arturo y a Luís Acosta Rodríguez sus intensiones de mudar la capital de Calabozo a Ortiz. Esto generó un cierto movimiento de opinión solapado en otras localidades guariqueñas, que se disputaban la capitalidad regional. Por su puesto, el pueblo de Ortiz no se quedaba atrás. Muchas veladas y agasajos ofrecieron varias familias orticeñas al presidente del estado a fines de promover la capitalidad de Ortiz.

El general Juan Alberto Ramírez, hombre de confianza del régimen gomecista[9], tiene una gran significación en la historia contemporánea del estado Guárico, quien no sólo le tocó trasladar la capital de dicho estado desde Ortiz hasta San Juan de los Morros en 1934. Durante su gestión de gobierno, se percibe una tímida transformación en el paisaje urbano de Ortiz. Se inicia una campaña de saneamiento ambiental y limpieza de escombros de las viejas casas muertas, derrumbadas. Se arboriza la avenida Bolívar, entre otros espacios públicos. El diario El Universal de Caracas reportaba el incipiente esfuerzo que hacían sus pobladores y el gobierno para revivir la localidad de la ignominia. “El mejoramiento de los jardines y parques de la Plaza Bolívar – señala la nota periodística-, construcción de un surtidor que abastece el agua para el riego de la plaza y para el servicio de gobierno y otra para el local del registro público, reconstrucción para otra casa para una oficina publica”.

Muchas veces el lápiz rojo del gobierno les impuso la censura a los incipientes periodistas de El Pampero. Una nota del Secretario de Gobierno, doctor José Tomás Sosa Altuna -cuenta Don Arturo Rodríguez-, exigía que antes de publicar el periódico teníamos que llevar los trabajos para ponerle el visto bueno. Eso era una censura de prensa. Eso ocurrió así, pues, yo recogía los trabajos que se iban a imprimir y los llevaba a la casa del señor Sosa, entonces lo dejaba allá hasta el otro día cuando lo iba buscar. Lo que no convenía lo tachaba. En eso, de una ida a la secretaría de gobierno del Guárico, me vio el General Ramírez que iba entrando:

-Hola. ¿Qué se le ofrece amigo? Nada general- respondió Don Arturo. Sólo vengo a traerle los trabajos del periódico al doctor Sosa, para que los vea, lo examine y lo que no convenga al gobierno que se publicará. Muy mal hecho, dijo el general Ramírez: Eso no, ustedes son amigos del gobierno y no tienen porque pasar esto.

En la segunda etapa de El Pampero -cuenta Arturo Rodríguez- que la dirección y la administración del periodiquito pasó a manos de Vicente Loreto y Francisco Arteaga, quien este último firmaba con el seudónimo “Pancho el Gatea”,[10]. También destaca Arturo que, en la primera etapa, salieron ocho o diez números y en la segunda se publicaron dos ediciones.

En 1935, el periódico La Puerta del Guárico anunciaba el establecimiento de don Arturo Rodríguez y su familia en San Juan de los Morros.[11] El redactor de la noticia no nos deja pistas, por lo menos en la nota periodística, sobre cuáles eran las razones de su permanencia en la capital del Guárico. En 1944, el pueblo de Ortiz mostraba signos de resurrección. Funcionaba aquí una misión técnica agropecuaria encargada del resurgimiento de la población, con lo cual el Ministerio de Agricultura y Cría accedería darle agua tratada a la población. “El abastecimiento de agua potable – escribía Don Guillermo Matute – es la tragedia máxima de este pobre pueblo...”. En ese año se casó Don Arturo Rodríguez con doña Josefina Trujillo Herrera (n.1921-1994), oriunda de San José de Tiznados y de ancestros de reconocida vida política, militar y académica de Ortiz y Villa de Cura. De este matrimonio nacen: Arturo (fallecido al nacer), Domingo Silo y los morochos Froilán y Aurys Beatriz Rodríguez Trujillo.

Don Arturo Rodríguez fue un promotor de actividades de culturales. No sólo con su hermano Nicanor Rodríguez y su primo Luís Acosta Rodríguez promovió la creación del Centro Cultural Pro-mejoramiento, que fue lugar de cita de grupos intelectuales, musicales y teatrales como el Retablo de Las Maravillas (conocido hoy como Danzas Venezuela), con la actuación de la famosa artista Yolanda Moreno, y que fundó el profesor Manuel Rodríguez Cárdenas[12]. En 1950 fue socio de la primera sala de cine que funcionó en el Ortiz. Esta sociedad la conformaba también el Padre Grau y Ernesto Rodríguez Medina, la cual se había establecido para adquirir un proyector de películas 16mm y una planta eléctrica.[13]

Don Arturo fue un hombre religioso. En su poesía se plasma esa personalidad en el catolicismo y la fe. Muchos de sus poemas guardan la influencia del poeta colombiano Héctor Guillermo Villalobos y por el gran bardo nicaragüense Rubén Darío, que le permitió dejar una interesante obra literaria que permanece hoy ignorada. Una vez me contó que la poesía había nacido con él a la edad de los 15 años. “No puedo decir que soy un poeta, pero he tratado que mis versos tengan sentido común”, me dijo.

Dejó una recopilación de poemas para un libro de poesía con el tentativo nombre de Chubasco. Estos materiales permanecen bajo la custodia de su hijo el doctor Froilán Rodríguez Trujillo. Algunos de ellos incluimos al final de este texto. Fue un gran lector y un amante del periodismo. Colaboró en la publicación Orientación, revista fundada por el padre Ricardo Pínter Revert el 18 de febrero de 1962, impresa en los talleres gráficos que funcionaron en la Casa Parroquial. Igualmente lo hizo en la revista multigrafiada Ortiz, también fundada por el párroco Pínter, en mayo de 1967. Como también escribió artículos y poemas para los periódicos multigrafiados El Estudiantil y Luz y Pensamiento, fundados por mi persona y el bachiller Orlando Cordero Castillo. El primero fundado en 1984 y el último el 17 de julio de 1985.

En los últimos años de su vida, Don Arturo Rodríguez vio crecer el desarrollo urbano de Ortiz. Sus calles y sus barrios. Eso le motivó una gran alegría y satisfacción por el crecimiento de sus lar narivo. Desde 5 de enero de 1990, la pequeña biblioteca comunal del Barrio La Romana lleva el epónimo de nuestro biografiado. En esa fecha, don Arturo Rodríguez pronunció estas breves palabras:

“ Doy un saludo de agradecimiento al Barrio La Romana. A este barrio donde pase yo largos años de mi vida, por eso reciban mi cordial saludo y un abrazo muy afectuoso. Al mismo tiempo quiero llamar a los jóvenes, de ambos sexos, los cuales sé que hay bastante en este barrio para que vengan a esta sala de lectura para que le den calor, para que le atiendan porque es preferible nutrir la mente con un buen libro que caer en los vicios funestos del alcoholismo y la droga”.

De este modo hemos querido honrar la memoria de Arturo Rodríguez como la del intelectual, ciudadano y hombre público. Porque, ante todo, fue un hombre sin tacha, cabal, bondadoso y sapiente Un modelo para nuestra juventud.


ANEXOS

(Elegía)
Ultimo vestigio de un pasado de esplendor del viejo Ortiz.
Para: Orientación

Más de cien años pesan sobre tu arquitectura
de molduras doradas de exquisito esplendor
que con manos benditas o con manos impuras
te brindó las caricias algún predicador

En la penumbra sobria de ésta Iglesia de pueblo
desfilaron dolientes los recuerdos remotos
de campanas que alegres repicaban al vuelo
de campanas que a muerte doblegaban quejumbrosos
De aquel Ortiz de entonces tu fuiste fiel testigo
y tal vez cual ninguno te tocó descifrar
la prédica elegante del padre Franchisquini
y del padre Tineda su verbo irregular
Hoy cuando Ortiz renace de su propia tragedia
y deja atrás un siglo de ficticio esplendor
caístes cual coloso sobre la misma tierra
como Cristo el Mesías, como Judas el traidor.

Ortiz, 20 de Agosto de 1.965. Por Orticeño Católico.


AÑO NUEVO
A mí apreciado y distinguido amigo Don Vinicio Jaén Landa

Renacen en nosotros frustradas esperanzas
tan humanas en los seres, que esperan sin rencor
que brille un nuevo día sobre un mar de bonanzas
para todo el que sueñe con un mundo mejor

Como todo el augurio de las primeras horas
pasa y se desvanece como cruel espejismo
Sigue tenaz el tiempo; se hace la espera
bajo el pálido ambiente de un hondo pesimismo

Sólo aquellos que viven arrastrando penas
sin que brille una estrella, en su lúgubre noche
ahogan en sollozos el año que se aleja
recibiendo el que viene con mudo reproche

Ortiz, 27 de febrero de 1995

Arturo Rodríguez


Lagrimas de Niño

(Estampas Navideñas
Para: “Orientación

(1)

Fue dolor, decepción inocente
Que le hicieron brotar de sus ojos
Por negarle mezquino, indolente
Un juguete que calme su antojo
(
Contemplé la criatura en su roç
se marcaba una pena, tal vez la primera.
Que ;e plasmó en su sueños ignotos
Cual soplo de brisa en la noche serena.

(1 1 1)

Reteniendo en sus ojos divnos
El infante prilijo en ernuras
Transform6 las lágrimas del niño
En cántico de amor en las alturas.
Ortiz: 20 de Diciembre de 1.962
POR: Orticeño Católico

El pecador

(Para Orientación)
Dedicado a los jóvenes cursillistas: Pérez, Seijas, Baloa, Ramos y Rojas.

(I)

El pecador entró con su paso, tardío
Con sus ojos sin brillo, su fe derrumbada
A una Ig1esi de pueblo como el mío
Donde un buen Sacerdote una Misa oficiaba.

(II)

El Pecador salió con brillo en la mirada
Con el paso ligero y su fe restaurada
De esta Iglesia de pueblo que fue el ara
Que redimió sus culpas y confortó su alma.

Ortiz, 10 de Abril de 1962
Por “Orticeño Católico”


MADRE
Dedicado en su día

(1)
Madre es nombre sacrosanto
Que inspira fervoroso gran cariño
Lo pronuncia llorando todo niño
Con la inocencia de su tierno llanto

(II)

Madre dice en su cruel quebranto
El moribundo infeliz en su agonía
Madre, madre te evoco con mi llanto
Cuando te nombro muerta Madre mía

(III)

Cuando contemplo con pesar profundo
Del claro día muriéndose la luz
Madre, madre pronuncio en la cruz
El infinito Redentor del Mundo.

Por: Orticeño Católico
Ortiz, 15 de Mayo de 1962

NOTAS

[1] Hijo de Doña Evarista Moreno Vilera y Don Fernando Rodríguez Moreno. Había sido comerciante, político y distinguido personaje de la aristocracia burocrática de Ortiz. Llegó a ser concejal y presidente del Concejo Municipal, en el año uno. Asimismo, participó en diversas funciones y actividades públicas. Fue Jefe Civil de San Juan de los Morros (en aquel tiempo perteneciente a la Jurisdicción de Aragua) y luego del pueblo del Señor San José de Tiznados, donde falleció a causa de una fiebre palúdica.
[2] BOTELLO, OLDMAN (1995): Apuntes para la historia de Ortiz. Ortiz: publicaciones de la Alcaldía de Ortiz, p. 68. Según Fernando Rodríguez Mirabal señala que, quienes por ser nativos de Cagua, en el pueblo de Ortiz se dieron a conocer como los hermanos Rodríguez Cagua. Ver RODRIGUEZ MIRABAL, FERNANDO (2006).”Los Rodríguez Moreno de Ortiz”. Valle de la Pascua: X Encuentro de Cronista e Historiadores del Estado Guárico. 29, 30 y 31 de marzo.
[3] Doña Evarista Moreno Vilera ejerció una gran influencia matriacal en los hermanos Nicanor y Arturo Rodríguez. Fue hija de Antonio Moreno Sierra y Rita Vilera Moreno. Nieta del famoso militar Roso Vilera, joven orticeño, quien se alistó en el ejército del general José Antonio Páez, en el Apure de 1818, y que continuó en campaña hasta el año 21, cuando llegó a Carabobo.
[4] Doña Beatriz Rodríguez Sierra fue hija del general Pedro Pablo Rodríguez y Doña María Dolores Sierra García. A la edad de 28 años contrae nupcias con Don Nicanor Arturo Rodríguez Moreno. Del matrimonio nacieron cuatro hijos. Una niña que falleció a nacer; Fernando Antonio, que murió a los pocos días con gripe. Nicanor y Arturo Rodríguez, quienes lograron sobrevivir de las enfermedades palúdicas.
[5] Político, comerciante y concejal pro gomecista.
[6] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (1990, 03 Agosto). El Pampero: Un periódico manuscrito. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p. 18
[7] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Octubre): Ortiz: Dos veces capital de Guárico. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p.5
[8] CORDERO VELASQUEZ, LUIS (1991, Marzo).”Cambio de ciudades y capitales. Gómez determinó la capital de Guárico”. Caracas: Revista Elite, pp, 40-42. Ver también ADOLFO RODRIGUEZ (1989, 01 septiembre). “Don Nicanor Rodríguez: oráculo de la resurrección de Ortiz”. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, pp. 12-13
[9] El general Juan Alberto Ramírez fue músico, compañero de serenatas y farras del general Juan Vicente Gómez, considerado su medio hermano o criado de Don Pedro Cornelio Gómez.
[10] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Septiembre): “ El Periodismo en Ortiz” San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p. 21
[11] La Puerta del Guárico, 15 de septiembre de 1935
[12] PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2000): Orígenes Históricos del pueblo de Ortiz. Ortiz: Ediciones de la Cámara de Comercio de Ortiz, p.15
[13] RODRIGUEZ, FERNANDO (2006,10 Marzo).”El cine en Ortiz”. San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p,A-8

*Historiador, cronista y periodista venezolano.

OSWALDO RODRÍGUEZ: UN GUARIQUEÑO EJEMPLAR

Edgardo Malaspina*

El sábado, 18 de agosto, el poeta Oswaldo Rodríguez se nos fue prematuramente. Nos deja sus versos en dos libros muy importantes para la lírica guariqueña: Poemas, Romances y Cantares; y, Manantial de Romances.
Oswaldo, guariqueño de recia estirpe, nacido en Las Mercedes del Llano, tiene entre sus ancestros gente proveniente de las Sabanas de Palacio. Su padre fue un hombre de a caballo, a quien cariñosamente dedicó una de sus selectas composiciones: El Mejor Jinete, cuya interpretación en la incomparable voz de El Toro Negro , Braulio Palma, constituye una verdadera joya de la canta criolla.
Como locutor Oswaldo contribuyó a la difusión de nuestro folklor desde los micrófonos de Radio Rumbos. En esa prestigiosa emisora con su programa “Venezuela Tierra Grande”, que magistralmente dirigió Frank Holder, recibió importantes laureles como el premio Orquídea de Oro de Venezuela.
El mundo poético nunca lo desligó de la música. Estudió teoría, solfeo y técnica de cuatro, en la Escuela Experimental “Juan Vicente Gutierrez” de San Juan de los Morros; y tiene el honor de ser el autor del himno de esa institución; también es el creador del himno La Voz del Vecino, compuesto especialmente para las Asociaciones de Vecinos del antiguo Distrito Roscio. Sus versos han sido galardonados en varios festivales musicales. En el Primer Festival La Espiga de Oro de Las Mercedes del Llano, recibió el trofeo Canción Inédita en 1986; y en el III Festival Don Elio Rojas de San Juan de Los Morros obtuvo también un importante premio.
En la poesía, donde las palabras tienen un especial significado por sus combinaciones hermosas y sus giros metafóricos deslumbrantes, Oswaldo hizo notables aportes, y en ese sentido cumplió con el imperativo indicado por René Char: “Un poeta debe dejar señales de sus pasos... sólo las señales hacen soñar”.
Los poemas de Oswaldo son portadores de sentimientos nobles, de razonamientos filosóficos, de dudas existenciales, de fe y de esperanza. Él cantó al amor, a la amistad, a todo los hermoso y sublime de la vida; y con nostalgia supo celebrar y recordar los momentos felices sin eludir los amargos.
Al conocer la infausta noticia, el profesor Ricardo Alcalá escribió:
Hoy diecienueve de agosto
y mediando el dos mil siete
una tristeza se mete
en medio del corazón
Oswaldo, ¿ por qué te fuiste?
Poeta no nos dijiste
de tu partida temprana
se ha enlutado la sabana
Las Mercedes está triste.

El canto que Oswaldo escribió para su padre puede servir para bajar el telón de su vida:
La llanura y los palmares
Están vestidos de negro
lo dijo la garza blanca
lo repitió el canoero
todo el llano está llorando
la muerte de un gran llanero.
Oswaldo Rodríguez estará siempre en nuestras mentes y en nuestros corazones, porque fue un poeta que fraguó sus versos para que la muerte no tuviera la última palabra.
Amigos ha muerto un poeta, ¡ viva el poeta!.
*Escritor, médico, profesor universitario, editor y cronista venezolano.

MALANDRINES Y MALSINES

Alberto Hernández*
1.-
Trovadores y fabuladores, entretejidos, alegres o malhumorados, han hollado felizmente las páginas de nuestro imaginario malandro. El tema ha sido tratado por intelectuales: narradores, ensayistas y fablistanes de la peor costumbre y, entre ellos, sin los favores de la memoria, han quedado, para goce de los lectores de Cervantes, La criminología en el Quijote, de Enrique Benito de La Llave, y La criminalidad y la penalidad en el Quijote, de Rafael salillas, imposibles de encontrar, como lo dice la introducción del libro de su autoría, Tipos de delincuentes del quijote, el colombiano Ignacio Rodríguez Guerrero.
En el mencionado trabajo de Rodríguez Guerrero destacan personajes extraídos del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, que respiran al lado de beatas y sacerdotes, sabios y mercaderes. Así, “golfines y fariseos, prostitutas y ladrones, asesinos y embaucadores, bandoleros y homicidas pasionales, con toda vasta ralea de vagabundos y hampones de que nos habla la fecundísima literatura picaresca de la época áurea del idioma castellano”, se pasean orondos y sabrosones por las páginas vivas de nuestra realidad e imaginación.
2.-
En un “ambiente de abyección y miseria, de sordidez y crueldad, de odio y de venganza” se mueven estos sujetos, personajes que han seguido alimentando la cobardía y el miedo, la osadía y la bravura.
En estos días de supuestos y presupuestos recogimientos, de mesías, santones y salvadores, bien vale traer a esta vigilia y temores, a esos personajes que hemos entrevisto, abiertos o solapados, en las páginas de la obra máxima de don Miguel.
Rodríguez Guerrero nos encuentra con La Molinera y La Tolosa, damisela que bien podría asentarse con gusto en El libro del buen amor, donde la Trotaconventos es una metáfora de nuestra digestión escatológica, de cama, asalto y denario rápido.
Más adelante, entre las correrías por el desierto de La Mancha, nos deja Cervantes al Ventero Andaluz, a Juan Haldudo y el Rico; a Los Cuadrilleros de la Santa Hermandad, a Juan Palomeque y el Zurdo, así como a la famosa Maritornes, “esperpento asturiano”, dueña de “vulgares vicios que la enseñoreaban”.
Luego, Los Galeotes, Ginés de Pasamonte, El Forjador de su deshonra, Las Bestias carniceras, Vicente de la Rosa, El Perillán, El Fariseo, La esforzada y no forzada, Roque Guinart y Claudia Jerónima. Personas que nuestro héroe miraba con los ojos al revés. Digamos, inocentes, llevados de la burla grotesca de quienes tenían en Don Quijote un destartalado caballero, aspirante a manicomio.
3.-
Carlos López Narváez, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, escribió que del imaginario del caballero de la Mancha “también brotó el desenfadado catálogo de la truhanería que mezclaba cínicamente religiosidad y desvergüenza, estampas de pobrería honrada y fachas y pergeños de ruindad indecente”.
De balandros y malandrines sabemos el significado de sus andanzas, de alcabaleros y soeces reyezuelos. Pero de “malsines”, nada. Dícese entonces de soplones, “sapos”, delatores y cizañeros, calumniadores y buscadores de tesoros perdidos en el basurero de sus historias personales.
Corrido el intento, vendrá una lectura más honda sobre este tema balandro, tan de hoy, tan de esta hora alocada cuando la Ínsula Barataria se ha hecho realidad en los balancines y barriles que a diario alimentan el estómago de quienes aún no se han reconocido en los prontuarios de estos relevantes personajes de nuestro padre Cervantes. Y cuánta razón tenía Quevedo, develador de conductas desviadas, burlador de máscaras y quimeras.
*Poeta, periodista, crítico y narrador venezolano