Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

jueves, 10 de enero de 2008

FASCISMO A TRAVÉS DE LOS PASOS DE MUSSOLINI


Edgardo Malaspina*

Es un gobierno fascista típico: su organización, su retórica, sus propósitos, sus uniformes, sus balcones, todo. Es un Mussolini venezolano”
(Carlos Fuentes)

Benito Mussolini nació el 29 de julio de 1883, hijo de un herrero y de una maestra, en un caserío, Verano dei Costa; por tal razón afirmaba cuando sus biógrafos oficiales lo presentaban como un hombre de alcurnia para adularle: “Soy un hombre del pueblo y por eso comprendo también a los hombres del pueblo: yo soy uno de ellos”. El nombre se lo dio su padre en honor a Benito Juárez.
Su familia era pobre que él mismo afirmaba que comía unas verduras al mediodía y unas legumbres en las noches. La carne, muy escasa, la veía en sopa los domingos. Ingresó en un colegio privado de los Salesianos de Faenza, pero fue expulsado a los dos años por su mal comportamiento: constantemente peleaba con sus compañeros y nunca perdonaba las ofensas. A los dieciocho años se graduó de maestro. Pronto se creyó revolucionario y ateo hasta el punto de apedrear a su madre ya su hermano para que no entraran a la iglesia. En una ocasión quiso demostrar la inexistencia de Dios: puso su reloj sobre una mesa y gritó al cielo : “Dios, si existes mátame en cinco minutos”. Luego de pasado el tiempo estipulado afianzó más su ateismo.
El trabajo de maestro lo desempeñó brevemente. Viajó a Suiza donde trabajó de albañil, carnicero y vendedor de vinos. Le fue mal y pidió limosna. Cuando las cosas empeoraron una vez le arrebató la comida de las manos a unas inglesas. En esa época tenía en su cuello una cadena con la efigie de Marx a pesar de no haberlo leído nunca.
Por ser antimilitarista se negó ir al ejército. Fue declarado prófugo y condenado a un año de cárcel. Luego en 1904 fue indultado y cumplió con el servicio militar. Empezó a escribir una novela por entregas para los diarios La amante del cardenal Novela histórica anticlerical. En 1912 está con el Partido Socialista Italiano y dirige su periódico Avanti de Milan. Cree en la lucha de clases, odia a los burgueses y rechaza las guerras. La guerra es la gran traición, decía. No le interesaba el dinero: nunca aceptó salario por sus servicios al Estado, ni como diputado ni como primer ministro ni como presidente de la República de Saló. Vivía de sus artículos periodísticos.
Cuando en 1914 nota que hay muchos partidarios italianos de la guerra, Mussolini en unos días deja el pacifismo, se declara neutral y en cuestión de horas se hace belicista. Desde entonces, sin ningún pudor, dirá una cosa y hará otra alegando que sólo los locos y los muertos no cambian de idea. Por ese giro brusco el partido lo expulsó y lo destituyo del Avanti. Lo llamaron judas y le lanzaron monedas en la cara. El decía “ustedes me odian porque me aman” y “soy fuerte precisamente porque estoy solo”.
Funda en 15 de noviembre de 1914 Il popolo d`Italia, diario socialista, con el apoyo secreto del gobierno italiano y de los socialistas franceses. Elogia la guerra y dice: “La propaganda antiguerrera la ejercen los bellacos: los curas, los jesuitas, los burgueses, los monárquicos”. La guerra era necesaria para solventar los problemas económicos de Italia y evitar la revolución. Mussolini ataca en sus escritos a sus opositores: “Los neutrales jamás dominaron los acontecimientos, sólo los sufrieron...Solo la sangre pone en movimiento la rueda sonora de la Historia” Inaugura un nuevo estilo de hacer política: el de la violencia. Los opositores serán atacados físicamente y sus periódicos destruidos.
En 1918 participa en la guerra contra Austria y es herido tras la explosión de una bomba. Se sentía orgulloso “de haber enrojecido el camino”(en realidad fue herido en segunda línea) y proclama que todo hombre que ha combatido y ha sufrido está por encima de los demás, como adelantándose a futuros cobros que hará a la patria por sus servicios. Explica como se imagina al gobernante ideal: “Un hombre feroz con la energía suficiente para destruir, la inflexibilidad para castigar, para golpear sin titubeos”.
La guerra convirtió al país en escenario de protestas sociales, huelgas y hambrunas. Los soldados cazaban ratas en las cloacas para paliar el hambre. Mussolini aprovecha su periódico para hacer propaganda a su favor atacando las injusticias. Su arma será la repetición de una misma consigna basada en injurias hacia sus opositores, quienes no son más que apestosos, sifilíticos, escleróticos, bastardos e idiotas.
El 11 de enero de 1919 saboteó un acto político de sus opositores a quienes humilló y no dejo hablar en el Teatro della Scala de Milán. Entendió “que un pequeño número de hombres podía cómodamente imponer su ley por la violencia”. El 23 de marzo de 1919 funda la primera célula del partido fascista en Milán. El 15 de abril ordena la destrucción del periódico donde se inicio, Avanti. Explicará que “todo lo que ha sucedido en el Avanti proviene de un movimiento espontáneo de la masa, movimiento de los combatientes y del pueblo que ya no soporta el chantaje leninista”. Esa fecha la incluirá luego en el calendario de celebraciones de su revolución. El 6 de junio publicó su manifiesto dejando una idea clara: conquistar el poder aunque costara la guerra civil. Estando en contra de la revolución, socialista o bolchevique, decidió utilizar de todos modos la palabra revolución para atraer a las masas y presentarse, falsamente, como “el paladín de las reivindicaciones de las clases obreras”.
Mussolini se copió del compañero de partido, Gabriela dÀnnunzio, el estilo de actuar que será el estilo fascista: desfile de legionarios con los puñales en alto, reuniones en masas, saludo romano, los eslogans, los aplausos y los discursos, además del fez negro, la camisa negra y el rencor. El 16 de noviembre de 1919 fracasa en las elecciones que ganan holgadamente los socialistas. Entonces escribe: “En este mundo las cosas menos definitivas son las victorias electorales...” Piensa seriamente en dejar la política. Cree ser muy competente en otros oficios. Se sabe buen albañil, buen piloto, buen violinista y buen escritor...
En 1920 la situación socioeconómica empeora. Los obreros toman fábricas e izan banderas rojas con la hoz y el martillo. El Gobierno es atacado por los socialistas y por eso ve al partido fascistas como su salvador. El Gobierno permite entonces que los fascistas ataquen a los socialistas, a quienes rasuran sus barbas. Mussolini declara que el Fascio es de combate, con armas pacíficas pero también con armas de guerra. Por eso practica la esgrima. Todos apoyan al movimiento fascista: las autoridades del país, el ejército y el rey. Los fascistas dicen cosas contradictorias. Unas veces están en contra de la violencia , y otras afirman que no creen en pactos sino en la guerra total.
Todos los que se oponían a los fascistas eran llamados enemigos o bolcheviques y merecían ser apaleados, rasurados y purgados con aceite de ricino.
El típico fascistas vestía uniforme negro, gorra negra, llevaba porra; sentía que su deber era agredir al adversario porque eso la hacía importante y “protagonista del proceso”. Los fascistas se arman y realizan expediciones de castigo, mientras el Gobierno simula no darse cuenta. Mussolini los dirige pero alega no tener responsabilidad, echa la culpa a los demás, desprecia el diálogo y arenga a sus seguidores: “... Para imponer nuestras ideas a los cerebros recalcitrantes, nosotros tendremos que abrir a son de bastonazos los cráneos refractarios...Hay que mantener a la violencia necesaria del fascismo dentro de una línea, de un estilo netamente aristocrático o, si lo prefieren, netamente quirúrgico”.
En las elecciones del 15 de mayo de 1921 Mussolini con 38 años entra al Parlamento. Admite que los fascistas no están para discutir sino para ejecutar y deben adaptarse a las circunstancias: serán aristócratas, democráticos, conservadores, progresistas, revolucionarios, legalistas, ilegalistas, y cualquier cosa con tal de alcanzar el poder y mantenerlo. Ahora su discurso cambia y es rico en citas, datos y fechas históricas. Le tiende la mano a todos y promete reducir el Estado a su mínima expresión. Pero los compañeros extremistas lo presionan para que no pierda el tiempo discutiendo con los adversarios. Entonces adopta el doble juego: por un lado defiende la legalidad de palabra, y por otro incita a los fascistas para que ataquen físicamente a sus adversarios. Funda el Partido Nacional Fascista (PNF) que unirá todas las tendencias porque necesitaba un partido único. Pronto el PNF será llamado simplemente “el partido”. Mussolini, promete sustituir el Estado por el partido, cuyos resortes controlará a su antojo.
Pronto el partido único se militariza. La milicia de los camisas negras copia la nomenclatura militar del Imperio Romano y se estructurará en centurias, cohortes y legiones. Sus reservas serán los balilla las piccole italiane , niños y niñas de ocho a catorce años; y los avanguardisti y las giovanni italiane ,jóvenes de catorce a los dieciocho años. Todos ellos recibirán una preparación ideológica para que formen parte del ejército fascista.
El 24 de octubre de 1922 se efectuó el Congreso Nacional del PNF en Nápoles. Los camisas negras deciden tomar Roma. La marcha sobre Roma del 28 de octubre fue un paseo alegre con pan , mortadela y café que contó con el apoyo del propio Gobierno y del rey, pero que luego será convertida en fecha patria con condecoración y todo. Mussolini no participó y la “dirigió” por teléfono. Los historiadores fascistas dirán que el jefe marchó “duro y severo, armado de fúsil y dispuesto a atreverse a todo”. El 29 de octubre el rey Victor Manuel III lo invitó para ofrecerle la formación del Gobierno. Mussolini ahora si es cierto que marchó a Roma pero en coche –cama. Se presentó ante el rey con un traje viejo y arrugado, por lo que se disculpó teatralmente: “Ruego a Vuestra Majestad excuse mi vestimenta, pero es que vengo directamente del campo de batalla”.
Desde el 30 de octubre Mussolini es el nuevo presidente del Gobierno. Hace correr la voz de que trabaja todo el tiempo en su despacho y duerme pocas horas como Napoleón. Sigue el doble juego. Dice respetar la legalidad pero recurre a la violencia a través de sus camisas negras. Tiene un solo plan: destruir todos los partidos. El 23 de octubre de 1923 propone al Senado una reforma electoral tramposa para obtener la mayoría. Luego hace aprobar una serie de decretos y leyes que limitan todas las libertades de los ciudadanos. A través de la prensa trata de convencer al pueblo de que todo lo que él piensa y hace, más nadie en el mundo hubiera sido capaz de pensarlo y hacerlo.
En agosto de1923 una misión de italianos es asesinada en Grecia. Mussolino ordena atacar a ese país. La Sociedad de Naciones interviene. Entonces la prensa fascista ultraja a esa organización internacional y escribe que la Sociedad de Naciones es una institución grotesca, un fósil del siglo XIX al servicio de Inglaterra y de los ricos de Suiza. Mussolini vocifera que Italia ya es una potencia y amenaza con atacar a Inglaterra. Los periódicos hablan demagógicamente del “triunfo” de Italia.
En abril de 1924 los fascistas triunfan en las elecciones. La propaganda se corre: Mussolini salvó a Italia, es el Padre de la Patria. El diputado antifascistas Giacomo Mateeotti acusa a Mussolini en el Parlamento de fraude electoral y pide la anulación de las elecciones. A los pocos días es asesinado. Todos están horrorizados, pero temen protestar. La oposición no tiene el valor de actuar o tal vez ya es tarde porque Mussolini controla todos los hilos del poder. El Duce entiende que las crisis morales duran poco y al inicio de 1925 declara en el Parlamento que “asume la responsabilidad política, moral e histórica de todo cuanto ha sucedido. Si el fascismo ha sido una asociación de delincuentes, yo soy su jefe...”. Ya no tiene ninguna vergüenza ni pudor a la hora de hablar y es presa fácil de la verborrea insultante cuando habla de los adversarios y de la soberbia que sólo el poder absoluto concede.
En 1926 suprime los partidos por decreto, crea la policía política y el Tribunal Especial para la defensa del Estado. Con estos dos últimos organismos perseguirá a sus adversarios sin formulas de juicio. Mussolini es un orador que todos los italianos deben oír por radio y los altavoces. Sus discursos son frecuentes y los inicia así: “Italianos, aquí estoy, porque no puedo resistir a la tentación de hacer que escuchéis mi voz”.
Mussolini sustituye el Parlamento por la calle porque prefiere tratar directamente con el pueblo, y éste solo grita vivas al Duce y afirma que las cosas marchas mejor ahora sin burocracia de por medio. Néstor Luján y luis Bettonica dicen: “No se puede leer hoy un solo discurso suyo sin tener la penosa sensación de que jamás se usaron más palabras para expresar menos ideas. La indigencia ideológica del Duce produce escalofríos. Su vana palabrería, si no hubiera tenido tan sangrientas consecuencias, sería un espectáculo divertido, como ejemplo de la fuerza de persuasión de los más elementales argumentos sobre la masa”
En 1927 el fascismo creó el Estado Corporativo que se convirtió en el único legislador y organizador de todas las actividades económicas. La iniciativa privada fue sometida a “los supremos interese nacionales”. La libertad sindical desapareció, las huelgas fueron prohibidas, se elaboró una legislación social y la economía empezó a recuperarse: se construyeron autopistas, la industria automovilística fue impulsada y la agricultura se expandió hasta tierras pantanosas. El Duce participaba personalmente en estas actividades y la prensa lo reseñaba ampliamente. Él era el primero, por ejemplo, en la recolección del trigo “con el torso desnudo”, dando el ejemplo de “ferviente participación nacional”.
El Duce se preocupa por todo y el problema demográfico no se le escapa: los solteros deben pagar un impuesto y las mujeres con muchos hijos son declaradas heroínas.(Stalin también hará lo mismo). Mussolini hace que los italianos se sientan protagonistas y parte de la “máquina que hace la historia”. El funcionario, el empleado municipal, cualquier obrero se sienten importantes. Todos tienen mando, casi todos tiene a alguien a quien mandar. Todos tienen un grado, una autoridad, un uniforme en cualquier peldaño de la jerarquía.
Los fascistas adoptan el saludo romano con el brazo en alto y sus hijos deben ser fascistas desde el mismo nacimiento, por eso se le debe dar un nombre genuinamente italiano: Avanguardisti, Piccole Italiane, Giovanni Italiane y Figli Della Lupa. Curiosamente con Stalin habrá una moda también de nombres “genuinos y revolucionarios”: Oktiabrina (por la Revolución de Octubre), Barricada, Revolutsia, etc.
Más tarde se sabrá que los jerarcas fascistas que sugirieron los nombres vernáculos eran unos ignorantes que no sabían nada de latín y por eso creyeron que Figli Della Lupa significaba Hijo de la Loba , invocador de un pasado romano glorioso, cuando en realidad su traducción es simplemente oprobiosa: Hijo de la Puta...
Los edificios, las casas y las carreteras son atiborradas con consignas fascistas y palabras del Duce: Mussolini siempre tienen razón; Creer, obedecer y combatir; Iremos siempre derecho...
Nadie se aburre. Todos tienen una tarea, algo que hacer sin importar su posición en la sociedad. Hay marchas, desfiles, inauguraciones, concentraciones, actos masivos y constantes plebiscitos como en 1929 y 1931 con votos no secretos para precisar de qué lado estaban los electores.
Se dictan reglas hasta para las cosas más elementales: no llevar el cuello de la camisa almidonado, no anudarse la corbata negra, en las cartas hay que escribir “al fascistas fulano de tal”.
Mussolini es un mito. Él todo lo puede, él está en todas partes. Él tiene un uniforme para cada ocasión: de opereta, de penachos, de aguilas, de hojalatería. Él preside todos los actos. Está en las escuelas, en las competencias deportivas, en la cosecha del trigo, en las carreteras, en los actos políticos. Allí están su voz, sus gritos, sus amenazas, sus eslogans, sus invocaciones de las glorias pasadas , sus revisiones sobre la historia de Roma, sus efemérides, su nuevo calendario con las nuevas celebraciones.
El Duce trata de eliminar los trámites burocráticos. Su accionar es directo con la gente. Resuelve lo de una opresión quirúrgica, lo de las cloacas, lo de los estupefacientes de manera personal. Solía decir: “Yo he vencido a la burocracia y no necesito de funcionarios ni de impresos para saber lo que me interesa. Yo uso el teléfono: llamo al director de la fábrica tal para saber cuántos automóviles hemos producido en un mes, llamo a un comisario de policía para saber por qué ha sido detenido don Fulano”.
Habla de Nuovo Uomo. Ese Hombre Nuevo debe parecerse a él. Él se interesa por todo y por todos. Atiende todos los teléfonos, habla, ordena y canta...É l es el Estado.
El partido fascista penetró todas las esferas de la vida italiana a través de una propaganda asfixiante. Todos eran inducidos a participar, a recordar y vivir de las glorias de la Italia llena de grandeza. Todos llegaron a gritar “venceremos”.
Paolo Monelli, que vivió en carne propia el fascismo, dice que la mentalidad de Mussolini estaba condicionada por cuatro defectos de origen: haber sido autodidacta, maestro de escuela, emigrado de Suiza y periodista. “ El autodidacta carece a menudo de disciplina lógica e histórica, y acumula muchas veces conocimientos desordenados de las enciclopedias populares y los periódicos dominicales...Tampoco el maestro de escuela ha cursado estudios en las aulas y además si se le quita de su noble trabajo, manifiesta una tendencia didáctica y pesada como lo vimos en Mussolini pretendiendo imponer reglas en la vida íntima de los ciudadanos dictándoles normas éticas y de comportamiento...Habiendo sido emigrado a Suiza, creía conocer las reglas del mundo y de los pueblos extranjeros por aquella pobre experiencia de hambre y de trabajo que vivió allende las fronteras, y se jactaba de chapurrear el francés y el aemán, mientras corrompía la lengua materna... Periodista fue y en ello se quedó con sus improvisaciones, sus juicios apresurados y sintéticos, el gusto por la frase de efecto y el eslogan y la caduca vivacidad polémica que conviene a la efímera vida del periódico, pero no a una política seria, que quiere trabajar para la Historia.”
El Duce uniformaba a todo el mundo, ordenaba a todos a hacer ejercicios para estar en buenas condiciones físicas y reconstruía a su manera la historia de Roma... Italia era ya una gran potencia que no teme a nadie, afirmaba. En 1934 expresó: “La guerra es para el hombre lo que la maternidad es para la mujer”. El ataque a Etiopía lo justifica con la lucha de clases y su voz proclama por los altavoces que Italia, es proletaria y fascistas, lucha por restaurar el Imperio...
La Sociedad de Naciones sanciona a Italia por su intervención en Etiopía. La propaganda fascista aprovecha para atacar a los “enemigos de la patria, tanto internos como internos”. Para contrarrestar el bloqueo el partido dicta normas para incrementar la cría de conejos. Deciden cambiar los nombres de todo lo huela a extranjero. Adam debe llamarse Adamus, por ejemplo; y los hoteles deben tener un nombre más identificado con la patria; los árboles de navidad quedan prohibídos. Para recolectar fondos las damas entregan sus anillos matrimoniales a cambio de unos de acero en señal de sacrificio por la causa fascista. Era un sacrificio innecesario: el oro (30 kg de anuillos) nunca fue usado y fue encontrado en un río... Alguien lo lanzó en su huida en 1945.
Mussolini grita que el fin del fascismo es la igualdad de clases. El obrero debe ser igual al industrial, el proletariado debe tener armas para defenderse de los burgueses, el dirigente sindical, el organizador deportivo, el prefecto de pueblo y los de la milicia, todos son importantes.
En 1937 Mussolini visita Berlin. En 1938 Hitler le devuelve la visita en Roma. Hitler lo contagia de racismo y entonces empieza a hablar de la raza aria, de la democracia fascista, que es la auténtica, de la ciencia fascista. En 1934 Mussolini pensaba que los nazis eran asesinos y pederastas, pero ahora ha cambiado de opinión (como siempre) y los considera los mejores amigos de Italia.
En 1939 Mussolini ataca Albania con un ejército armado precariamente, pero vence; también nace el movimiento antifascista italiano.Mussolini acapara todos los poderes, pero también todas las responsabilidades.
Alemania toma Polonia y los ingleses y los franceses entran en guerra contra los alemanes por esa acción.. En 1940 los italianos sienten los efectos de la Segunda Guerra Mundial al notar la escasez de alimentos. El 1 de marzo de 1940 Mussolini y Hitler se encuentran en Brenero. Mussolini, un hombre que se consideraba superior no aceptó raductor en el encuentro. Por eso algunos afirman que el Duce no entendió como se dejó arrastrar a la guerra. Los italianos invaden a Grecia con la ayuda de los alemanes porque no tienen mucha fuerza y porque Mussolini no era un militar muy competente: en la Guerra contra Etiopia clavó banderas de todos los colores en un mapamundi que una vez tumbaron las mujeres de la limpieza sin querer. Colocaron los indicadores como pudieron y en regiones impensables, son embargo Mussolini ni lo notó y siguió colocando banderitas para dirigir su guerra desde una mesa separad del campo de batallas por muchos kilómetros.
En Italia la guerra se siente y ya raciona el pan. El 11 de dciembre Italia declara la guerra a los Estados Unidos porque son capitalistas y la oposición interna es burguesa y traidora. Pero es la burguesía la clase que aporta mayor número de soldados para defenderlo, pero en su se guerra no se da cuenta. Mussolini sueña con victorias en África y parte a Trípoli el 29 de junio de 1942. El 20 de julio regresa a Roma con las manos vacías. Los Aliados desembarcan en África del Norte y Stalingrado es un obstáculo enorme para los alemanes. En 1943 Roma es bombardeada por los Aliados. Los italianos están perdiendo la fe en el Duce y ya no creen en el fascismo. El Gran Consejo (Gobierno italiano) le imputa el desastre de la guerra a Mussolini y le manifiesta su desconfianza. Mussolini argumenta con cifras (todas falsas como siempre) y pide lealtad a la patria y a su persona; pero fue destituido el 25 de julio de 1943 y luego arrestado. El pueblo derribó sus estatuas, quemó sus retratos, los miembros del partido rompieron sus carnets y las condecoraciones fascistas fueron a aparar a las cloacas.
Mussolini está preso en los Apeninos. Ha envejecido y cura sus males con jugo de uvas, lee bastante y juega a las cartas. El 12 de septiembre de 1943 Mussolini es liberado por unos paracaidistas alemanes (el mismo Mussolini consideró esta acción como humillante) y trasladado a Munich. Se reunió con Hitler y decidieron la creación de la República Sociale Italiana de Saló. El de septiembre el Duce se dirigió por radio a los italianos prometiendo regresar para crear fuentes de trabajo, pero ya nadie le cree. Se instala en Saló por orden de Hitler , quien no le permitió tomar ninguna decisión seria. La república no tiene ejército y los soldados alemanes la custodian día y noche. Más tarde Hitler dará su visto bueno para la creación de un ejército con los prisioneros italianos, quienes luego disertarían
El 5 de junio de 1944 los norteamericanos entran en Roma y empieza la desbandada de los fascistas. El Duce piensa huir a Suiza junto a una columna de soldados alemanes. La guerrilla antifascista los intercepta en la frontera y pide que sean entregados los ciudadanos italianos. Mussolini fue reconocido a pesar de su disfraz de germano. Todavía tuvo ánimo de gritar en un defectuoso alemán: ¿Se van a rendir sin luchar? Pero los alemanes entendieron que entregándolo se salvaban ellos.
En la tarde del 28 de abril de 1945 Mussolini fue fusilado por dos partisanos. Su cadáver fue trasladado a Milán donde fue colgado por los pies en una plaza...
BIBLIOGRAFÍA
Néstor Luján y Luis Bettonica... Y Mussolini Creó el fascismo. Gráfica Guada. Barcelona, España. 1971.
*Médico, profesor universitario, cronista y poeta venezolano.