Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

viernes, 5 de junio de 2009

CALENDARIO LLANERO

Adolfo Rodríguez

Fotografías: Arturo Álvarez D'Armas


JUNIO




Ámbito del aniego, el mes de junio llanero lo cercan cielos arriba y cielos abajo, torrentosos casi siempre.

Sabana, Vía Puerto Páez, estado Apure.

De Armas (1983) dice de esa “agua que el cielo escurre por mayo y vuelca en junio; agua muda, leonada, terrosa, impasible, que arrastra a flor de río, entre carameros, el pequeño rancho, la piel del váquiro, la cesta con casabe, el chinchorro, los santos domésticos; isla que navega al azar, Apure abajo, Manapire abajo, Apurito abajo, al encuentro del Orinoco”.


Agregando que “la región que atraviesan los ríos Apure, Portuguesa, Apurito, Guárico, Aguaro, Guariquito, Manapire, Suata, se inunda periódicamente. Entre el Apure y el Portuguesa se forma el Estero de Camaguán”.

Refiriendo Cabrera Malo (1989) que “los trabajos de vaquerías llenaban de gente y de bullanga las matas sombrías y los hoscos recostaderos del Hato. Llegaban a los corrales puntas y más puntas de Ganado”.

Jorge Plaz que “en junio se sueltan las queseras / debido a los grandes aguaceros; /

Solo quedan secos los medanales /

Noches de tempestad, de grandes truenos, / de brisas que azotan los maizales/….indefensos…los pajonales.

El llanero saca los ganados a lo seco, a los médanos altos

Vienen las garzas, vienen los gallitos; / alegre y lindo tururear”.

Llanero en sus faenas. La Negra, estado Guárico.


Y Sánchez Olivo (1984) que “al entrar las aguas en Apure, o sea al arreciar el invierno, ya en el mes de junio, el llanero cambiaba el caballo por la canoa; sus viajes eran embarcados por todas partes. No habían más vías que los ríos, los caños y las aguas de las sabanas anegadas”. Se capturaba la res “embarcado”, reses de rochela, que al salir a comer a la sabana limpia, el llanero le entraba en canoa por el monte y la enlazaba, a veces espantando caimanes.

Explicando la Guía Turística de Venezuela de Miro Popic Net que una sedimentación más acentuada desde los Andes, ponía esa coloración desde el marrón oscuro hasta el rojo ladrillo,

Se desplaza la corocora roja hasta lo alto, los monos se desplazan con sus recién nacidos y babas se expanden por los cuerpos de agua. Del sur el Atrapamosca Tijereta y el Bobito Copetón Pico Corto, huyendo del frío austral. Pájaros semilleros aprovechan la profusión de espigas. Garzas de plumaje nupcial en bandadas para sus cortejos, cercanas las Cotúas Oliváceas. Cantan los carraos y se reproducen los pavones en Aguaro- Guariquito. Mientras arucos y guiriríes, resguardan sus nidos con plataformas de palos, en mitad de las lagunas, profusa en platanillo.

Reses cruzando la carretera. La Negra, estado Guárico.


Apunta Trombetta (2001) que "Coinciden las diversas creencias en que el solsticio de verano es un período en el que la Tierra, y los seres que sobre ella viven, entran en expansión. La fertilidad, la creación, el nacimiento y el desarrollo son las manifestaciones más obvias de este fenómeno".

El rápido sondeo revela este júbilo ante los juegos temporales del sol:

Una praxis adivinatoria asociada a los númenes del agua:


-El huevo en un vaso de agua la medianoche del 23 para que el 24 a mediodía estalle en anuncios.


-Rosas lanzadas por la ventana a las 4 de la mañana del 24.


-Esperma en un plato de agua.

-Agujas sin usar en el agua sobre un plato blanco.

-El rostro visto en una ponchera.

Y al amanecer del 24 baños en el río como purificación. Un "hombrerío" dirigiéndose a las diferentes pozas casi a las cinco, hacia "la sanjuanada".

Dimas García recuerda baños a medianoche por El Paso del Ganado o Las Tejerías en San Juan de los Morros y piedritas que se recogían (tres o siete) para el sortilegio.

Fertilidad, amor y resurrección:

Llanero a caballo. La Negra, estado Guárico.

-El corte de pelo el 24 para que crezca.

-Siembra de un grano de ajo el 23 para que fecunde el 24.


-Aporreo de plantas (encomendado a muchachos nombrados juan o juana).


El triunfo del amor sobre la muerte en cantos como el romance del Conde Lirio, que en versión llanera fue oído en Cazorla, estado Guárico:

Ha bajado el conde Lirio / a las orillas del mar /a darle agua a su caballo / la mañana de San Juan / Mientras el caballo bebe / se pone un rato a cantar / las aves que iban volando / se pararon a escuchar / salen los peces bramando / del corazón de la mar. / Dice la reina a su hija / que allí entre sueños está / Levántate, blanca niña / vente conmigo a escuchar / tan bonito como canta / la sirenita del mar. / Aquella no es la sirena / que está cantando en el mar, / aquel es el conde Lirio / que ya me viene a buscar / porque yo le di palabra / que con él me iba a casar. / Si aquel es el conde Lirio / mandarlo voy a matar. / Cojamos la tercerola / vamos al conde a cazar! / -Si matas al conde Lirio, viva no habré de quedar, / a él lo entierra en la iglesia / a mi debajo el altar: / de mi salga una paloma / de él un triste gavilán, / por los campos solitarios / nos abrimos a volar, el que no sabe de amor / no se pone a consejar".


En la segunda quincena de junio – veranito de San Juan-, si las siembras se agostan, se vuelve a sembrar (De Armas, 1979).

Sabana y galeras de Cinaruco, estado Apure.


FUENTES CONSULTADAS

ALMOINA DE CARRERA, Pilar. Dez romances hispanos en la tradición oral venezolana. Caracas: Instituto de Investigaciones Literarias UCV, s. f.

Cabrera Malo, Rafael, El Reflejo de los Remansos Azules. Caracas: Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Española, 1989. -- 389 p. (Colección Génesis))

De Armas Chitty, J. A. Cardumen: relatos de tierra caliente Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1990. -- 113 p. -- (Colección El Libro Menor, 172).

-------------. Historia del Estado Guárico. San Juan de los Morros: Universidad R. Gallegos, 1978 -1979, 2 v.

De Armas Chitty, J. A. Zaraza: biografía de un pueblo. Caracas : Academia Nacional de la Historia, 1983.

Guía Ecoturística de Miro Popic Net, revisado en http://www.miropopic.com/ecoturistica/

PLAZ, Jorge, Almanaque Llanero, en Torrealba, A. J., 1987, IV, 219.

SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. Bongos y canoas. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos, 1984.

SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. Vaqueros y vaquerías en los Llanos de Apure. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos, 1984.

TORREALBA, Antonio José El Diario de un Llanero, Caracas: UCV 1987.

TROMBETTA. R. “Las bendiciones del solsticio”, en El Nacional, Caracas, 21.6.2001.

INFORMANTES: Dimas García, Marcela de Rodríguez.

JOSEPHINE BAKER

Juan Yáñez


A Arturo Álvarez d`Armas, gran amigo y ferviente investigador de la cultura negra.


Para recordar apropiadamente es necesario que los años dejaren en nosotros las canas y la nostalgia de lo que se ha ido para no volver. Sin embargo sostenemos que todo aquello que ha dejado huella en nuestros corazones, indefectiblemente vuelve y cobra vida en el recuerdo. Para reafirmar lo expresado, diremos que la distancia en el tiempo tiende a alejarnos de las cosas y de las personas que en su momento nos motivaron y agradaron, no obstante basta un instante de reminiscencia para que nuestra mente los ubique y los acerque hacia el presente. Es por ello que hoy la columna se propone evocar a una gran diva, a una negra escultural y bella, la auténtica Venus de ébano, que allá por los años veinte, del pasado siglo conquistó a un público exigente y de gusto exquisito, como el parisino. Se llamó Josephine Baker, nacida en 1906 en Saint Louis, Missouri, en los Estados Unidos de América, y posteriormente nacionalizada francesa. Fue fiel representante de la cultura afro americana y su fama de bailarina trascendió por su estilo llamativo y extravagante. En 1921 cuando contaba apenas 16 años, bailó nada menos que en el famoso Cotton Club de Harlem, en Nueva York. En 1925 viajó a París, donde se establecería definitivamente, para bailar en La Revue Nègre, donde consiguió un gran éxito bailando casi desnuda el Charleston, que a pesar de hacerlo de manera erótica, siempre prevaleció en sus actuaciones el profesionalismo y el buen gusto. De allí en adelante se convirtió en la estrella del music hall, mas popular y reconocida de París. Fue la principal vedette del Folies Bergere. Allí bailó, entre otros, en un número en que un leopardo hacía de partenaire. Hizo cine con gran éxito, en películas como Zouzou y La Princesa Tamtam. Su vida artística trascendía de lo que era estrictamente profesional y se vinculaba con todo aquello que tenía que ver con la cultura y con relaciones humanas y sociales. Su más conocida canción, J`ai deux amours, la convirtió en la musa de inspiración de pintores y escultores. Durante la Segunda Guerra Mundial participó valientemente en un grupo de la Resistencia y colaboró con la Cruz Roja. Después del conflicto el gobierno francés le otorgó merecidamente “La Cruz de Guerra”. Participaba en todo movimiento que demandaba solidaridad. Periódicamente viajaba a los Estados Unidos para apoyar la causa de los derechos civiles. Es a partir de 1950, que enfoca su vida definitivamente hacia las actividades altruistas, adoptando a numerosos huérfanos de todas las nacionalidades y razas. Con ello inicia lo que da en llamar “un experimento de hermandad”. Se retiró de la vida artística en 1956 y es a partir de allí que se dedica a tiempo completo al orfanato que ella misma había creado. Estas actividades por sus excesivos gastos agotaron en una oportunidad sus recursos y casi la llevaron a la bancarrota, fue Grace Kelly, la princesa de Mónaco, su amiga personal quien la ayuda a superar la situación. Murió esta extraordinaria mujer en 1975, cuando contaba 69 años, en el castillo de Milandes, en Francia donde funcionaba su orfanato. Fue la primera mujer de origen norteamericano, a la que Francia otorgó honores militares en sus funerales. Su tumba, por su expreso deseo, se halla en el cementerio del Principado de Mónaco… Ahora amables lectores, ya finalizando, permítannos que cobre vida un recuerdo personal que tiene que ver con ella. Sucedió en 1968, en el espacio físico de Buenos Aires, precisamente en una esquina de la calle Sinclair, en Palermo, donde funcionaba un restaurante de alta cocina francesa, llamado Bistró. Allí alguna vez, sentados en la barra conversamos con su dueño, un ciudadano francés, que era o había sido esposo de Josephine Baker. De boca de este caballero, ya mayor, en agradable y amena conversación supimos que destinaba las utilidades de su negocio a colaborar con el mantenimiento del orfanato, aquella institución que la diva creó y que llamó acertadamente: “La tribu del arco iris”…

Publicado en el Diario La antena de San Juan de los Morros, el 07.12.08

Fotografía tomada de http://www.npg.org.uk:8080/vanityfair/s1.htm