Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

lunes, 15 de noviembre de 2010

El Diario de Moscú

Daniel R Scott


"Si alguien quisiera tener rápidamente una idea vivaz de lo que fue la vida cotidiana en la Unión Soviética en los años 80, podría ahorrarse la pesada lectura de Alexander Soljenitsin: le bastaría por el momento leer el Diario de Moscú de Edgardo Malaspina." ( J. A. Calzadilla Arreaza)

Ando deambulando por los lares de la página 53 del libro el "Diario de Moscú" de Edgardo Malaspina. Camino por las huellas de su estadía en la hoy extinta Unión Soviética. El propio autor tuvo la amabilidad y gentileza de obsequiarme un ejemplar con la siguiente dedicatoria: "Para Daniel con el aprecio de los poetas." Es un gesto que valoro. Soy de la creencia que a un libro se le aumenta el valor literario y poético cuando viene dedicado de puño y letra por su autor. En menos de una hora ya he leído "tres años de diario". Encanto de la escritura y de la lectura que nos permite atrapar en corto tiempo y espacio las vivencias de toda una vida. Insisto e insistiré cual orate: la invención de la escritura es el supremo acto de magia realizado por el hombre. O como diría más académicamente Jorge Luis Borges: "Sólo el libro es una extensión de la imaginación y de la memoria."

Edgardo Malaspina es un personaje de nuestros llanos y horizontes guariqueños ampliamente conocido por todos. Su labor médica e intelectual es de vieja data y larga trayectoria. Pero, si acaso hay alguien que aún no le conozca, le bastará leer la flamante contraportada vinotinto de su libro aquí reseñado: "Médico internista graduado en Moscú. Profesor y traductor de ruso. Individuo de número de la Sociedad Venezolana de Médicos Escritores y representante por el estado Guárico de la Red Nacional de Escritores de Venezuela." La obra, nos sigue hablando la contraportada, es "el diario de un estudiante que marcha a cursar estudios de medicina en la Unión Soviética de los años ochenta. Va construyendo, entre anotaciones breves y las memorias grabadas como huellas esenciales, un panorama de la vida cotidiana rusa en la década final del Socialismo real." Efectivamente: Malaspina pinta con pincelada precisa, literaria y poética la "anatomía de la humanidad rusa...así como del alma Soviética." ( J. A. Calzadilla Arreaza, prologuista de la obra ) Quien lea este diario no puede menos que sentir que los párrafos exhalan un suave y si se quiere poético "saludo a la nostalgia." El haya vivido esa época de "Ideología militante" "Guerra fría" y "Equilibrio del Terror" añora de alguna manera el pensamiento y el estilo de vida engendrado en ese periodo de la historia. En lo personal, echo de menos las discusiones de mi padre el "proamericano" y me tío el "comunista": Antonio Scott y Horacio Scott. Sus confrontaciones eran verdaderas riñas de perros y gatos que yo disfrutaba perversamente con toda la pura ingenuidad que me daban mis dos décadas de vida. Es que la vida y la historia era algo más que el obtuso integrismo islámico tan de moda en el siglo XXI.

No puedo aún escribir sobre la obra de Malaspina con la amplitud que deseo porque apenas escalo su página 53, pero he aquí al menos unas dos citas con su comentario: En la primera Malaspina preservó para la posteridad la palabra de un veterano de guerra que dijo: "Los americanos se creen los ganadores de la guerra, pero sabemos que fuimos nosotros los propios vencedores, que recorrimos la mitad de Europa a pie, empujando la bestia, cuerpo a cuerpo, hasta su cueva." Y es que por prejuicio o ignorancia pocas veces consideramos el papel que jugó y lo mucho que sufrió el pueblo ruso durante la Segunda Guerra Mundial. No en balde se le denominó a la resistencia soviética a la invasión alemana la "Gran Guerra Patriótica." ¿Cuánto habrá sufrido este veterano de guerra inmortalizado en la página escrita de Malaspina? Al menos, eso sí, sobrevivió: de los 55 millones de personas que dieron su vida en los campos de batalla, 27 millones eran soviéticos. Se dice que en la toma de Berlín el ejército rojo perdió 300 mil soldados.

En otra parte se le oye a Malaspina decir: "Una cátedra de la facultad de medicina es un amplio corredor adornado con retratos de científicos relacionados con la especialidad en cuestión y carteleras alusivas a la misma. A lo largo del corredor están las aulas, laboratorios y oficinas. La atmósfera silenciosa junto a las imponentes figuras de destacados médicos nos trasmiten la sensación de encontrarnos en un templo y nos insta a mantenernos serios y respetuosos." Es el concepto y visión de lo sagrado de la vida y de las cosas. Se percibe un misticismo sin Dios, la religiosidad que le es propia al ser humano asi se le instruya sistemáticamente en los rudimentos del ateísmo científico, la necesidad consciente o inconsciente de creer en algo superior que de alguna manera nos haga trascender. En fin, ecos de una espiritualidad universal que en la Unión Soviética nada sabía de mitos, liturgias, dioses o semidioses. Al menos en las políticas del Estado

Justipreciar pues "Diario de Moscú" no es tarea fácil. Cada cita, oración y párrafo contienen suficientes datos para desarrollar por separado toda una diversidad de tópicos relacionados con el autor y su interacción con el pueblo soviético. Termino este artículo por donde debí comenzarlo, con las palabras del Veredicto del Concurso Literario Stefania Mosca Categoría Crónica: "Nosotros, Mercedes Chacín, Roberto Malaver y Ernesto Villegas, jurados del Premio Municipal de Literatura Stefania Mosca en la categoría de crónica, decidimos de manera unánime, otorgar el primer lugar a la obra Diario de Moscú, registrado bajo el pseudónimo Sergio Narod, por su originalidad, novedad y ritmo narrativo que mantiene interés de la crónica hasta el final. Por otra parte estimamos que revela interesantes detalles históricos de un estudiante venezolano en Moscú y sus posteriores impresiones luego del proceso conocido como la Perestroika."

12 Noviembre 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

CUANTO “VALÍA” BOLÍVAR AL MORIR

Manuel Soto Arbeláez

Al que pide “Catalina”
No le dan café con leche.
El Libertador Simón Bolívar no fue un limpio de solemnidad ni mucho menos. Los cuentos sobre las veces que no tuvo ni siquiera una camisa de remuda, son fantasías de sus áulicos y adoradores que no saben lo que dicen. Tampoco fue un hombre de ocuparse de lo que consideraba pequeñeces, como se lo dice en una carta a su amigo don Fernando Peñalver el 21 de abril de 1821, justo unos pocos días antes de la batalla de Carabobo: “Sepa usted que yo no he visto nunca una cuenta, ni quiero saber de lo que se gasta en mi casa”(..).
El doctor Antonio Herrera Vaillant hizo un estudio, publicado por la Academia Nacional de la Historia, en el cual demuestra que el grande hombre, aún en las peores circunstancias de la guerra, nunca dejó de ser un empresario que vigilaba a distancia sus propiedades e intereses. Este trabajo se titula “Bolívar Empresario: También Victima de la Inseguridad Jurídica”, Boletín de la Academia de la Historia, Tomo LXXIX, Julio Septiembre de 1996. Se deja claro allí que a pesar de las donaciones hechas a sus familiares, pago de sueldos a algunos favorecidos por su munificencia, regalos, pago de pensiones anuales, siendo todos estos gastos girados contra su patrimonio privado, pero siempre reservó para sí las minas de cobre de Aroa que a pesar de los juicios, demandas y contra demandas que tenía contra una señora pisataria de apellido Zagarsazu, que él y su hermana llamaban irónicamente “La Vizcaína”, como se demuestra en la profusa correspondencia que sostenía, doquier llegaba, con su hermana mayor María Antonia Bolívar de Clemente. Él siempre fue partidario de vender esas minas al mejor precio posible y siguiendo el criterio muy capitalista y conservador de que “No hay mejor mina que la plata en Londres”. En carta del 17 de octubre de 1825 le dice a Peñalver que “Aunque estoy satisfecho de la contrata que ha celebrado María Antonia (por las minas), me ha parecido más útil vender a los mismos arrendatarios, o quienes me hagan propuestas más ventajosas de la posesión de Aroa toda entera….(porque) más cuenta me tiene contar en Inglaterra con una mina de cuatrocientos o quinientos mil pesos sonantes que una mina que yo y mis parientes hemos de poder trabajar…. El valor de ella me servirá para vivir (cómodamente sin trabajar) porque muy pronto debo retirarme de los negocios públicos a una vida privada y retirada”(..). En 1823 decía en una carta a Santander: “Mis hermanas no necesitan de nada porque yo les he señalado todas las rentas de mi caudal para que vivan”(..)
La muerte del Libertador Simón Bolívar. Pintura: E. Yepes.*
Veamos ahora algunos números para poder calcular el poder de compra de los ingresos en “pesos” que tenía el Libertador: El 10 de noviembre de 1825 había aprobado mediante poder a María Antonia, el arrendamiento de las dichas minas de Aroa más la de Cocorote, por un monto equivalente a 12.000 pesos anuales, por un lapso de nueve años. De acuerdo al Dr. Herrera Vaillant “A los hermanos María Antonia y Simón Bolívar les representaba una renta anual equivalente a Bs. 20.940.000, o sea un ingreso cercano a Bs. 1.745.000 mensuales a la equivalencia del año 1994”(..)
De las tablas referenciales de Banco Central de Venezuela, BCV, tenemos que en 1994 el valor promedio del dólar norteamericano fue de Bs. 200 c/u. Luego el ingreso mensual de estos queridos hermanos germanos fue equiparable a US $ 8.725/mes = Bs. (F) 37.517,50 calculados a la divisa innombrable a Bs. (F) = 4,30 cada uno, cantidad suficiente para llevar una vida holgada en Venezuela y en cualquier parte del mundo.
En su libro La Criolla Principal, publicado en el 2008, la licenciada Inés Quintero presenta mediante un rigurosa cálculo, basado en una vieja “cesta” de productos del Reino Unido que “Al venderse las minas en 1832 su valor fue de 38.000 libras esterlinas”(..). Al hacer la conversión del poder de compra comparado de esa “cesta” de esa cantidad referida al 2007, da la muy respetable suma de 1.980.000 libras esterlinas, igual a US $ 3.861.000. Si este capital fuera colocado ahora en Inglaterra a una tasa promedio anual del 5 %, el ingreso neto para los rentistas sería de 99.000 libras/ año = 8.250 libras/mes = US $ 16.087,50/mes.
Los números no mienten. Los mentirosos -o ignorantes- son aquellos que han pretendido hacernos creer al resto de los venezolanos que el Libertador murió pobre. No murió así, ni vivió como pobre. Siempre se sintió y pensó, en su vida privada, como un empresario, sabiendo el exacto valor que tenía el dinero en su época. MSA, fax (0212) 285 8957, E-Mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.com
*Imagen tomada de http://fichasdehistoria.blogspot.com/2009_12_01_archive.html

lunes, 8 de noviembre de 2010

Inventar lo popular sin lo africano Marroquín y la independencia salvadoreña


Rafael Lara-Martínez
Tecnológico de Nuevo México
Desde Comala siempre…
El olvido y el error histórico son un factor crucial al crear la nación salvadoreña. ER-RLM

Al terminar su Apreciación de la independencia salvadoreña (UES, 1974), Alejandro Dagoberto Marroquín concluye lo siguiente. “En la medida en que crece y se desarrolla la cultura mestiza, más se aproxima la era de su triunfo con el cual El Salvador llegará a ser una auténtica república […] de hombres libres [sin] limitaciones mezquinas del interés económico o desigualdades provocadas por la distinta pigmentación de la piel”. El ideal de nación lo identifica una concepción romántica de fines del siglo XVIII, para la cual en cada nación (de natio, nacer étnico común) existiría una sola cultura y una sola raza.
A diferencia del marxismo ortodoxo, Marroquín no cree en una revolución social ni en una simple nivelación en la economía. La emancipación sería un acto de unidad racial indo-hispano, antes que de orden estructural como lo pretende la teoría clásica. Al bienestar social, el historiador agrega la exigencia de diseminar una sola “cultura mestiza” y la de eliminar toda “desigualdad”, toda diferencia de “pigmentación de piel”.
A la homogeneidad cultural, su utopía liberadora añadiría el parecido en el color como necesidad nacionalista de “la independencia salvadoreña” (1821). Dos grandes omisiones verifican esta hipótesis en la “apreciación” de Marroquín: la exclusión de sus propios datos sobre el descalabro demográfico indígena debido a las guerras post-independentistas y el silencio sobre la existencia de una población afro-salvadoreña. El ideal de una cultura mestiza única para un país liberado oculta la diversidad étnica de lo salvadoreño.
Por estas exclusiones deliberadas, su reflexión se inscribe dentro de una bio-política la cual sujetaría a todo ciudadano salvadoreño a un norma racial y cultural indo-hispana para ser considerado como tal. Sólo ese cuerpo vivo e uniforme, indo-hispano, participaría en la construcción de la nacionalidad como utopía económica por venir. Si lo indígena sólo se admite al diluirse en lo mestizo, lo africano se equipara a lo extraño.
I. Independencia y “consunción” del indígena
Para la tragedia demográfica indígena, Marroquín detalla lo que significan las guerras fratricidas que se extienden por varias décadas del siglo XIX. Su minuciosa monografía de Panchimalco (UES, 1959, p. 97-98) ofrece una información valiosa sobre los cambios poblacionales en ese municipio para los años 1807 y luego para 1860-1890. Estos únicos datos para el siglo antepasado obligan al antropólogo a contradecir tesis en boga relativas a «la famosa “consunción”» de “la población indígena […] causada por la política de los españoles a raíz de la conquista”. Por lo contrario, las cifras de finales de la época colonial demuestran que “no hubo ningún déficit” poblacional hacia el final de ese período.
En cambio, el declive estadístico sólo lo documenta para la etapa que abarca de 1807 a 1860. Esta reducción demográfica la explica “el reclutamiento forzoso de la mayoría de los jóvenes [indígenas] en edad militar [cuyo] destino era servir de carne de cañón […] en las guerras fratricidas [lo cual] nos lo confirma la tradición [oral de] los ancianos del pueblo”.
En contraste con otras regiones de Latinoamérica, en El Salvador, la violenta vida independiente —“las guerras intestinas que abundaron tanto durante el siglo XIX”— ocasiona una disminución poblacional indígena más adversa que la provocada por la colonia. No obstante, la imaginación emancipadora indo-hispana prohíbe que Marroquín denuncie la vida republicana como una libertad abstracta que utiliza al pueblo indígena como “carne de cañón” causando su “consunción” demográfica. Lo que la antropología descubre, la historia lo esconde.
II. Lo africano bajo tachadura
Para la presencia de una población afro-salvadoreña, el documento clave se intitula Procesos de infidencia contra los próceres salvadoreños de la independencia de Centro América el cual recopila Miguel Ángel García (1940). Marroquín lo cita en varias ocasiones como prueba que estudia los diversos intentos por declarar la independencia (1811 y 1814) con documentos primarios. En una cita clave, su apreciación utiliza los procesos de infidencia para contrastar los objetivos populares con los propósitos políticos de los criollos en 1814. En específico, la página veintidós (22) de los “procesos de infidencia” oponen al presunto cabecilla popular, Pedro Pablo Castillo ((¿1780-1817?), quien llama a la revuelta, con el prócer Manuel José Arce (1787-1847), quien llama a su disolución.
Sea cual fuere el desafío entre Arce y Castillo, lo esencial de esa página clave es que ahí mismo se asienta la participación de una población afro-salvadoreña durante la revuelta fallida de 1814. Si Marroquín retiene que Arce confiesa “aquietar, contener y disponer a la tranquilidad”, acalla que “si quinientos negros hubiera de la calidad tuya ¿ha Negro!”. Por ese silencio, su trabajo sobre la independencia concluye que la población “negra” no deja “mayores rastros en la conformación somática” del salvadoreño ni en el orden social.
Para construir una imagen homogénea del pueblo salvadoreño, Marroquín omite la existencia de la diversidad étnica nacional. Si las fuentes califican a 1814 de “molote de pardos”, el presunto fundador de una antropología científica e historiador de corte marxista, excluye todo legado africano de la nación salvadoreña y de lo popular. Las referencias a lo afro-salvadoreño se prosiguen en las páginas siguientes de los “procesos de infidencia”, de suerte que la historia nacional debería reconocer la presencia de próceres de origen africano.
El “molote” lo lideran “muchos mulatos del Barrio de abajo y a quienes cabeseaban o capitaneaban el Negro Franco Reyna, Juan de Dios Jaco y Tiburcio Moran”, según continúa los “procesos de infidencia”. Su influencia es tal que un historiador moderado como Miguel Ángel Durán afirma la presencia de la afro-salvadoreño en 1811 y 1814, a la vez que le concede un giro de género a la revuelta. Si en 1811,”las mujeres eran las más exaltadas [y] José Irene Aragón citó a su casa a todos los mulatos”, en 1814, “Pedro Pablo Castillo estaba solo con sus mulatos” (Durán, Ausencia y presencia de Delgado, 1961, p. 54 y 94).
III. Final
De este breve repaso de una de las primeras investigaciones críticas sobre la independencia salvadoreña retenemos su anhelo por imaginar un pueblo uniforme, indo-hispano en su cultura y raza, como utopía emancipadora. Para lograr ese objetivo nacionalista de unidad bio-cultural, Marroquín evade mencionar su propio hallazgo sobre el declive demográfico indígena de Panchimalco luego de la independencia. Asimismo, reniega de la existencia de una población de origen africano en El Salvador, seleccionando de las fuentes primarias sólo los datos que convienen a su tesis popular anti-criollista, pero también anti-africana. Por esta doble exclusión —ante todo la que no deja rastro— Marroquín convierte a una población multiforme en un pueblo salvadoreño independiente e homogéneo.
Ante el silencio sobre la diversidad étnica de lo salvadoreño, hay que recurrir a otras fuentes menos científicas, sin un rigor antropológico, para subsanar las omisiones que Marroquín le impone a su disciplina. La literatura y la plástica serían indicadores más fieles de una presencia africana que la actualidad a penas comienza a documentar (http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=376 y Paul Lokken, “Transforming Mulatto Identity”, 2004).
A continuación se citan varias entradas bibliográficas —en su mayoría literarias— que revelan la presencia africana en El Salvador. Lo afro-salvadoreño muestra su vigencia desde la colonia, la independencia, hasta la actualidad.
IV. Nota bibliográfica conclusiva: sobre la presencia de población africana en El Salvador, hay que leer Travels in the Free States of Central America (1857) de Carl Schezer que menciona a “muchachas [zambas] guapas” pero “degeneradas”, Júpiter (1885/9) de Francisco Gavidia (“el pueblo” alzado bajo la figura alegórica de “negro”), Mentiras y verdades (1923) de Francisco Herrera Velado cuyo personaje “lo respetaban tanto como a los cangrejos de la playa por ser negro”, La princesa está triste (1925) de Raúl Contreras, la cual identifica realeza y esclavitud con una diferencia racial estricta, blanco y negro, O-Yarkandal (1917), reino imaginario de amos blancos, de “blancura” casi “transparente”, y esclavos negros (“Krosiska [de suave matiz rosado] marcaba a sus esclavos [negros, color ébano oscuro] con hierros candentes [...] llamó a su esclava Bethez que era negra”), “El negro” en Cuentos de barro (1933) y “El cuento de Punce Negroide que se quería cheliar [blanquear]” en Cuentos de cipotes (1945) de Salarrué. Por ironía, hay que hacer invisible de nuevo lo que la historia oculta desde la colonia. También hay que leer Cuentos de sima y cima (1952) de Cristóbal Humberto Ibarra que identifica “lo negrito y lo deforme”, Poesía negra, ensayo y antología (1953) de Juan Felipe Toruño, así como Pacunes (1972) de Ramón González Montalvo, entre otros.
«“En la Provincia de San Salvador de Guatimala, el año [1]625 estuvieron convocados para alçarse 2.000 negros la Semana Santa, i se supo tan a tiempo que justiciando algunos se atajó al daño. Primero octubre” (R. Barón Castro, La población de El Salvador, UCA-Ed., 1978: 163, Colección de documentos inéditos, Madrid, T. XVII, 1921: 215). Esta lista somera convida a elaborar una antología sobre la presencia africana en la literatura salvadoreña que la actualidad clamando por “la voz de los sin voz” se jacta de ignorar.
Asimismo, al forjar el nombre literario del país, “el Pulgarcito de América”, Julio Enrique Ávila acompaña su publicación de un grabado que representa a una mujer de color con netos rasgos faciales africanos (Cypactly. Revista de Variedades, Año IX, No. 140, Agosto 25 de 1939: 1, Grabado e ilustración del Br. Ricardo Contreras. Por paradoja, este corto escrito se lee durante la celebración de “la ilustre fecha de la Independencia Nacional, en la cual al general Maximiliano Hernández Martínez se le concede el título de “Benefactor de la Patria” (La República, Año V, No. 1379, 15/septiembre/1937)). El ideal de la mujer-nación lo ofrece una descendiente afro-salvadoreña en honor a un “dictador”, mientras la antropología marxista le niega el reconocimiento a toda raza de color. La popularidad actual del mote literario del país, el Pulgarcito de América, excluye toda mención de su autor original, así como tacha la imagen pictórica africana que lo acompaña. Lo selectivo de la memoria histórica salvadoreña declara que la materia de su recuerdo es el olvido.
En síntesis, en unión de los opuestos, lo que niegan la historia marxista y la antropología científica, lo afirma la ficción reaccionaria. He aquí una de las paradojas más flagrantes de la historiografía salvadoreña del siglo XX a la actualidad. La ficción y el arte evocan el olvido de la historia: lo afro-salvadoreño.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La “y” se llamará “ye”, “guión” pierde la tilde y quórum se queda en cuórum *


Foto: Salvador Gutiérrez, director de la nueva “Ortografía de la lengua española”, una de las grandes obras de referencia de los hispanohablantes, durante la entrevista con Efe. EFE/ Emilio Naranjo
La nueva edición de la Ortografía, elaborada por las veintidós Academias de la Lengua, no cambia las reglas sustanciales pero sí contiene novedades interesantes: la “y” se denominará “ye”; en América deberán dejar de llamar “be alta” y “be baja” a la “b” y la “v”, y “guión” y “truhán” pierden la tilde.
El texto básico de la nueva “Ortografía de la lengua española”, una de las grandes obras de referencia de los hispanohablantes, ha sido aprobado esta semana por la Comisión Interacadémica de la asociación que agrupa a estas instituciones, y su contenido no será definitivo hasta que lo ratifiquen los máximos responsables académicos el próximo día 28 en Guadalajara (México).
“Previsiblemente no habrá cambios sobre ese texto”, afirmaba hoy en una entrevista con Efe Salvador Gutiérrez, director de esta gran obra panhispánica, que tendrá más de 800 páginas y que Espasa publicará antes de Navidades.
Entre las novedades introducidas figuran también la supresión de la tilde en la conjunción “o” entre cifras (5 o 6). Y deberá escribirse “exministro”, “exnovio”, y no “ex ministro” o “ex novio”.
La Ortografía es un material altamente sensible y cualquier reforma puede “ser problemática”
Habrá que decirle adiós al “ex cáthedra” o al “deus ex máchina”. Los latinismos y las locuciones latinas serán tratados como extranjerismos puros y duros y, en aquellos casos en que no se hayan adaptado a las normas ortográficas del español, se escribirán en cursiva y sin tilde: “ex cathedra”, “casus belli”, “deus ex machina”.
En la nueva edición, las Academias dan un paso más en la decisión, adoptada hace ya años, de no tildar el adverbio “solo” ni los pronombres demostrativos “incluso en casos de posible ambigüedad (”voy solo al cine” o “llega esta tarde”), “pero no se condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde”.
Además, se ha acordado que la escritura con “q” de algunas palabras (Iraq, Qatar, quásar, quórum) representa “una incongruencia con las reglas”. Para evitarla han decidido escribirlas con “c” o con “k”, según los casos: Irak, Catar, cuásar cuórum. Quienes prefieran la grafía originaria, tendrán que hacerlo como si fueran extranjerismos crudos y escribirlas en cursiva y sin tilde.
La Ortografía es un material altamente sensible y cualquier reforma puede “ser problemática”.
Las Academias de la Lengua Española lo saben de sobra y han procurado ser prudentes en los cambios, ya que se trata de normas y reglas aprendidas en la niñez “con gran esfuerzo”, de tal manera que, si una palabra “pasa a escribirse sin tilde o con ella, es como si nos arrancaran algo propio de nosotros mismos”, subraya Gutiérrez.

Foto: EFE/ Emilio Naranjo
Pues, si de tildes va la cosa, en la nueva edición se eliminan en aquellos monosílabos con diptongo ortográfico. La Ortografía de 1999 permitía escribir con acento gráfico o sin él determinados monosílabos, ya que, según los países de que se trate, se pronuncian como hiatos o como diptongos.
Así, se dejaba escribir “guion-guión”, “hui-huí”, “riais-riáis”, “Sion-Sión”, “truhan-truhán”, “fio-fió”, “crie-crié” o “Ruan-Ruán”.
A partir de ahora, este tipo de monosílabos deberán escribirse “siempre sin tilde”, tanto si se pronuncian como hiatos, como sucede en España, o como diptongos: “guion”, “hui”, “riais”, “Sion”, “truhan”…, etc.
La “ch” y la “ll” dejan definitivamente de ser letras del alfabeto y se quedan en dígrafos (en la edición de 2001 del Diccionario ya no figuraban como letras independientes), y hay más novedades relacionadas con el alfabeto.
Y es que la denominación de las letras no es la misma en unos países y en otros. Así, la “b” se llama “be alta”, “be larga” y “be”; la “v” es, según los países, “be baja” “be corta” o “uve”; a la “uve doble” le dicen también “ve doble” o “doble ve”; la “y” se denomina “i griega” o “ye”, y a la “z” le dicen “zeta”, “ceta”, “ceda” o “zeda”.
Las 22 Academias quieren que “haya una denominación única”, y estas letras deberán denominarse “be” para “b”, “uve” para “v”, “doble uve” para “w”, “ye” para la “y”, y “ceta” para la “z”.
“Pero no se condena a nadie”, si siguen utilizando la denominación de siempre, precisa el académico español, antes de insistir en la conveniencia de la unidad.
La Ortografía, señala Salvador Gutiérrez, “es el único código común a todos los países hispanohablantes. Nosotros podemos leer, casi como tuvieran la misma voz, a Neruda, Borges, Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez u Octavio Paz, y eso es un bien enorme, cultural, económico y educativo”.
Novedades también con el prefijo “ex-”, que se escribirá unido a la base léxica si afecta a una sola palabra: “exmarido”, “exministro”, “exdirector”, y continuará escribiéndose separado cuando preceda a palabras compuestas: “ex capitán general”.
Vía EFE
*Tomado de http://www.noticias24.com/gente/noticia/12376/la-y-se-llamara-ye-guion-pierde-la-tilde-y-quorum-se-queda-en-cuorum/

jueves, 4 de noviembre de 2010

Autonomía Universitaria y el régimen político chavista

Prof. Carlos Hermoso (UCV)

Caracas, 15 de febrero de 2010

1.- Origen de la autonomía. Industria y autonomía. Libertad para el desarrollo de las ciencias naturales.
El origen y desarrollo histórico de la autonomía universitaria los asumimos como un requerimiento para el avance de las fuerzas productivas, expresado en el progreso de las ciencias naturales, de la astronomía, las matemáticas, más allá, o haciendo a un lado la cuestión etimológica y su abordaje desde la perspectiva de las ciencias de la psicología. Es lógico suponer que el desarrollo de las ciencias supone perspectivas filosóficas diferentes a las implantadas por la dogmática religiosa, o de cualquier índole, cuya realización crea condiciones que abren las perspectivas de una subjetividad proclive al desarrollo científico y de su aplicación para la creación de medios de producción e instrumentos de trabajo que han contribuido cada vez más con la productividad del trabajo y, por ende, con la producción y realización de la plusvalía relativa, principalmente.
Así, su permanencia y vigencia en condiciones del capitalismo es tal en tanto es requisito de este campo científico de cara al desarrollo industrial. Dicho de manera más general, la autonomía universitaria, ese medio que permite la libertad de pensamiento para el encuentro de la verdad, está sujeta al desarrollo de las fuerzas productivas materiales inscritas dentro de procesos industriales. Esta demanda por establecer un espacio que garantice la libertad del pensamiento, de las ideas, de la filosofía, de la interpretación del mundo en función de garantizar la aplicación de principios que conduzcan a innovaciones científico tecnológicas, supone enfrentar la escolástica cristiana, cuando nos referimos a sus orígenes en el llamado mundo occidental. Giordano Bruno (Filippo Bruno, Italia, 1548-1600), ese mártir del pensamiento, quien no claudicó frente a la escolástica y por ello fue lanzado a la hoguera, es el emblema que representa esta confrontación. A su vez, Leonardo Da Vinci (1452- 1519) representa la realización de la libertad de pensamiento, sólo que las épocas de uno y otro estuvieron cruzadas por circunstancias opuestas, mientras el primero padeció la inquisición, Leonardo disfrutó del renacimiento.
Mientras la ideología hegemónica de las clases dominantes no encuentra mayor resistencia en las sociedades capitalistas y, por ende, en sus centros de estudio, la autonomía ciertamente abarca de manera muy amplia todos los campos de las ciencias, el saber, la cultura y las artes. Sin embargo, en el momento en el cual las ideas subversivas, que no sólo logran determinar el curso de los acontecimientos sociales de manera científica, sino que, igualmente presentan una perspectiva diferente al orden imperante, esto es, presentan como alternativa un proyecto que plantea nuevas relaciones sociales de producción, la autonomía, el libre encuentro de las distintas corrientes del pensamiento, se enfrenta a limitaciones que impiden su plena realización. Eso es lo que explica que la autonomía, con base en las demandas del capital, puede llegar a ser plena de cara al avance de las ciencias naturales, pero no para el caso de las ciencias históricas.
Así, junto a las primeras universidades, que surgen en los nacientes Estados nacionales, encontramos una autonomía universitaria insipiente pero llena de los principios que aún tienen vigencia. Junto a estos principios, fundamentalmente el de la libertad de pensamiento, se van creando condiciones para el desarrollo de la industria. A su vez, las ideas mercantilistas, van parejas a estos desarrollos, así como al de la libertad de pensamiento. Así como el derruir las fronteras feudales pasaba, en primera instancia, por la ampliación del mercado exterior por encima de los mercados interiores, la libertad de pensamiento, que permitiera enfrentar las ideas escolásticas que reprimían el desarrollo de teorías fundacionales de las ciencias modernas, de las ciencias naturales, era una necesidad impostergable para la pujante y naciente industria y con ello de la burguesía que daba sus primeros pasos como clase social en sí y para sí, con el corsé que supones las relaciones enfeudadas. Es así como las primeras corrientes autonomistas, que las encontramos en el corazón de la Europa medieval, en Francia, Bolonia, entre otras, se desarrollan y cristalizan al lado de las ideas económicas que amplían el horizonte del mercado hasta configurar su carácter mundial.
En definitiva, el capitalismo en ciernes, más bien, el desarrollo de las formas primitivas de la industrialización, en el marco del proceso de acumulación originaria de capitales, uno de cuyos resultados fue el cisma de la iglesia católica apostólica y romana, demanda de manera pujante e indetenible el desarrollo de la ciencia y su aplicación en tanto innovaciones científico técnicas.
Ello es lo que la da un carácter a la autonomía, en el sentido de que junto a ella se va entronizando la idea según la cual lo natural es el orden burgués. De tal manera que este principio permite la liberación en el campo científico que garantiza el desarrollo de las fuerzas productivas en el marco de las relaciones capitalistas, pero, junto a ello, se le da un carácter metafísico al orden burgués. Eso supone una contradicción que va pareja al grado en el cual avancen las ideas subversivas en relación con lo establecido. De allí que la autonomía se inscribe en el marco de la libertad burguesa, de sus principios y se articula con la fórmula judeo cristiana del libre albedrío y, por ende con el de la libertad de elegir. Esto es, se imbrica con principios fundamentales del orden burgués. De esta manera se inscribe en el marco de las libertades burguesas así como de su naturaleza metafísica por lo que su camisa de fuerza no es otra que la trascendencia que puedan tener las ideas que pudiesen subvertir el orden o que encuentren asidero en la conciencia de los oprimidos, así como, aunque de manera más tenue, desarrollos científicos en el campo de las ciencias naturales que no se correspondan con las demandas del capital en una circunstancia concreta. Por su parte, el desarrollo de las artes, de las distintas manifestaciones culturales, de igual manera encontrarán las mismas condicionantes. Mientras se ubiquen como expresiones que afiancen la cultura dominante, mientras contribuyan con el principio según el cual en el capitalismo se producen bienes que satisfacen necesidades, por lo que se crean los sujetos en correspondencia, así como no subviertan lo establecido, o no representen un peligro sustancial a una forma de dominación burguesa, la producción cultural y artística encontrará una relativa libertad.
Por otra parte, la Autonomía Universitaria (AU) es esencial en la condición de toda universidad inscrita dentro de la investigación y la creación artística y cultural. Por ello no podemos concebir el concepto de universidad desligado de la AU. Si ello no es realizado más que universidad, ese centro educativo que no cuente con la autonomía plena, es productora de una fuerza de trabajo de relativa calificación para satisfacer la demanda del aparato productivo. Sólo eso.
Por ello, más que una ingenuidad resulta una inconsecuencia quienes plantean que la autonomía encuentra en la autogestión, en la cogestión o, en general, la independencia financiera, la condición para ser realmente efectiva. Inconsecuencia que trasiega el tufo liberal detrás de una postura (o impostura?), supuestamente de progreso y autonomista. Es como el remedio que consiguieron los profesores universitarios al privatizarse el servicio de salud y descargarlo en sus propias espaldas, con el ánimo de independizarse del Estado. La autonomía está sujeta, como hemos tratado de plasmar, a las demandas objetivas y subjetivas del orden burgués. Si nos ubicamos en el carácter relativo de la autonomía, así como también en las condiciones que le dan vigencia, nos percataremos de que esta institución prevalece y es auspiciada por el estado burgués como una de sus instituciones fundamentales en aras del saber que demanda la industria y la cultura burguesa.
2.- Autonomía universitaria, aspectos objetivos y súper estructurales
La articulación dialéctica entre la base material y objetiva y las relaciones imperantes, conduce a subjetividades concretas. Esto es, el resultado de la confrontación entre las relaciones sociales de producción y el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, frenadas por aquellas, impulsan o crean espacios para la realización de la libertad de pensamiento, sobre todo en condiciones del incipiente capitalismo. Aunque es de destacar que en cualquier circunstancia la aplicación de principios que liberan las fuerzas productivas es una constante en el desarrollo de la humanidad, por lo que no es de extrañar que, en la medida que el hombre va aprehendiendo los principios que rigen el movimiento de la materia, aun cuando esto venga imbuido en manifestaciones mágicas, se va imponiendo la conciencia en la aplicación de tales principios para el progreso, lo cual no supone que no se encuentren obstáculos en el camino. Las evidencias son demasiado contundentes como para negar esta afirmación. Por lo que podemos concluir en que, a pesar de las limitaciones que imponen las fuerzas reaccionarias en cada momento histórico, siempre han terminado por imponerse las formas de conciencia que apuntalan el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, expresado, en primera instancia, en la entronización en el cerebro de hombres concretos hasta convertirse en una tendencia social. Todas las formas del irracionalismo reaccionario se convierten en frenos para el avance de formas de conciencia que coadyuvan al desarrollo de la humanidad. Fíjese que hablamos del irracionalismo reaccionario, toda vez que, tratándose, como de toda categoría histórica, de su realización concreta, la historia demuestra que han existido y existirán formas de irracionalismo que propenden al desarrollo y otra que, por el contrario frenan en avance de la humanidad. Ahora bien, esta afirmación supone que la AU, o la libertad de pensamiento, para decirlo en términos más generales e históricos, es la forma más acabada bajo el imperio de las formas de conciencia que ubican el desarrollo social dentro de una concepción metafísica, esto es, que frenan y buscan evitar la transformación social, sólo que, en el caso del capitalismo, demanda de un impetuoso desarrollo de los medios de producción y de la ampliación ilimitada del mercado.
La complejidad de esta relación, articulación y contradicción radica en el hecho de que las fuerzas productivas son frenadas pero no detenidas. Su desarrollo es permanente. Incluso hasta las confrontaciones bélicas han supuesto su desarrollo. Si no, veamos las innovaciones alcanzadas al calor de la confrontación armada en todos los tiempos. Es necesario ubicar que esta categoría encierra muchas determinaciones y continentes, aunque debemos identificar que el hombre, la especie, la fuerza de trabajo, es la fundamental y principal. Fuerza productiva es crecimiento vegetativo, cultura, ciencia, estética, cuya derivación es y será cada vez más esperanza de vida y humanización en su expresión más acabada.
Así, articulada con el necesario desarrollo de las ciencias naturales surge una superestructura ideológica que legitima tales instancias. Se presenta una articulación, nada homogénea ni lineal entre las condiciones objetivas y las subjetivas, en sus aspectos jurídicos y culturales, que permiten una realización concreta pero no ilimitada de las ciencias.
3.- La ubicación histórica de la autonomía universitaria
Este proceso se realiza y desarrolla, en sus orígenes, de manera muy controversial dado que la industria aparece en el marco de las relaciones feudales, pero, de igual manera en condiciones de mayor desarrollo capitalista, sigue imperante la contradicción. El feudalismo demanda de un relativo desarrollo de la industria, tanto para satisfacer las demandas de medios de producción, en el marco de la camisa de fuerza que representa el orden feudal, como para satisfacer a las clases dominantes, la nobleza feudal, en cuanto a la demanda de bienes de consumo. Ello explica estos episodios históricos controversiales. A su vez, el desarrollo de la industria supone el dominio de principios del movimiento y estos, su descubrimiento e identificación entran en contradicción con la escolástica reaccionaria del momento. Las ideas de Copérnico (1473-1543), quien vivió en el período del renacimiento, además, estudió en Bolonia y París, esto es, en el ambiente liberal, y las de Kepler (1571-1630) en el marco del protestantismo, encuentran resistencia en la escolástica cristiana, pero el primero por el ambiente autonomista y el segundo
Como toda categoría histórica la AU tiene una ubicación históricamente determinada. Es la demanda del desarrollo de las fuerzas productivas materiales lo que maraca su origen y desarrollo subsiguiente. Más específicamente, el desarrollo industrial en condiciones feudales, empuja a la creación de espacios para la búsqueda de la verdad lo que a su vez conduce a la confrontación con la escolástica religiosa del momento. En lo sucesivo, esta determinación va a estar a momentos en confrontación con lo establecido, dado que se trata de una institución que, aparte de ser propia del llamado mundo occidental, está sujeto, su desarrollo a circunstancias que obedecen a condiciones objetivas del proceso de acumulación de capitales. Por ejemplo, indiscutiblemente que, en última instancia, es la composición orgánica de capitales la que determina las ramas de la industria que más impulso van a recibir, dada la competencia capitalista así como el comportamiento de la cuota de la ganancia, dado su desarrollo desigual y su tendencia a la nivelación. Esas son tendencias absolutas del desarrollo del orden burgués. De allí el estímulo y, por ende, el condicionamiento de las líneas de investigación en las grandes universidades. Así, siempre la autonomía está sujeta a estos intereses. Es así como los mayores desarrollos de las ciencias naturales, de las innovaciones científico tecnológicas, a escala planetaria, se encuentran estrechamente a la industria armamentista, a la industria bélica. Más aún, buena parte de los grandes avances en la industria civil son el resultado de aplicaciones que se desprenden de la industria de la guerra.
Asimismo, la realización de esta institución está sujeta a los vaivenes políticos del estado burgués. So la autonomía se convierte en un medio para el desarrollo del pensamiento subversivo, que atenta contra el estado de cosas imperante.
De tal manera que son las relaciones capitalistas de producción las que determinan que la autonomía forme parte de la superestructura jurídico política dominante del orden burgués, de la democracia burguesa representativa, en la cual impera la alternancia política como forma de legitimación de la explotación del trabajo. De allí que, en el entendido de que toda superestructura encuentra su razón de ser en tanto permite afianzar el carácter dominante de la ideología de la clase dominante, la autonomía universitaria encuentra limitaciones en su realización en el marco del orden capitalista. Valga el caso, principal y fundamentalmente del desarrollo de las ciencias naturales enfrentada a la apologética burguesa, y las manifestaciones culturales entendidas como la contracultura enfrentada a las expresiones dominantes de la cultura burguesa. Aunque, como hemos indicado, no toda la producción científica en los otros campos de la ciencia encuentra posibilidades de desarrollo, siendo limitadas por las orientaciones del capital.
Las instituciones burguesas, como las de cualquier Estado, están al servicio de las relaciones de producción imperantes, a la estructura económica que dimana de ellas. Por supuesto, de ello no escapa la universidad burguesa así como la AU. No obstante, ellas resumen una condición controversial, contradictoria, así como lo encierran otros principios de la democracia burguesa como forma de dominación por excelencia del orden burgués. Los comunistas defendemos el principio de libertad de prensa ubicados en su carácter contradictorio, a saber, sirve para legitimar el orden de explotación del hombre por el hombre bajo el principio de la igualdad entre hombres desiguales, pero de igual forma, cuando la realizamos desde la perspectiva revolucionaria, sirve para desenmascarar la naturaleza de lo establecido, así como para educar a los trabajadores y a los oprimidos. Así también levantamos la bandera de la defensa de la autonomía bajo esta misma perspectiva. La búsqueda de la verdad en cualquier campo fuerza a la elevación de la conciencia, al dominio de las leyes que rigen la materia, una de cuyas formas de expresión es la sociedad. El dominio de esas leyes tanto de la naturaleza como de la sociedad conduce al camino de la transformación. Ese principio es revolucionario.
4.- La autonomía en Venezuela.
Como hemos indicado, la AU supone un principio vinculado a cuestiones objetivas y subjetivas; a la estructura y a la superestructura. Está ligada al desarrollo de las fuerzas productivas pero, a su vez, es un principio de la democracia burguesa. Por ello en Venezuela, más en general, en América Latina, la AU ha tenido una realización sujeta a tal principio, a la libertad de pensamiento, de las ideas, de la democracia burguesa pues. Lo que no supone que su realización haya contado ni con una dimensión plena, ni que haya servido para una liberación de las fuerzas productivas en correspondencia con las potencialidades. Es de suponer que es en los países en los cuales las posibilidades de desarrollo industrial han sido más claras donde ello se expresa de mejor manera. No es gratuito, que el Manifiesto de Córdoba, Argentina, haya tenido como epicentro la economía de mayores perspectivas industriales en toda Latinoamérica
Mientras, la autonomía y la institución universitaria en Venezuela han estado circunscritas, históricamente hablando, principalmente a las libertades políticas y a la reproducción de fuerza de trabajo con la calificación que demanda un aparato productivo cuyo desarrollo lo determina la división internacional del trabajo y las necesidades de la oligarquía financiera. Así, profesiones diversas al servicio de la acumulación capitalista en condiciones de semicoloniaje se reproducen en la universidad venezolana con las limitaciones que ello supone. Abogados, economistas, administradores, médicos, entre otras, son las profesiones que van a nutrir el aparato de estado, la empresa capitalista, la red de salubridad y educativa que permite la reproducción de fuerza de trabajo barata y de determinada calificación. Así, nuestra condición de país dependiente y semicolonial, con gobiernos que nada o muy poco han contribuido con la liberación de las fuerzas productivas en el marco del proyecto antinacional que propician, ha limitado la universidad a estos aspectos. La autonomía no se ha convertido en un medio que permita desarrollos importantes en materia científico tecnológico, así como en el desarrollo de un pensamiento en el campo de las ciencias sociales, capaz de plasmar una crítica lo suficientemente rigurosa de nuestro desarrollo histórico y de brindar una alternativa nacional y popular. Lo cual no significa que no se hayan producido realizaciones importantes en estos aspectos desde una perspectiva revolucionaria, tal el caso de aportes como en su oportunidad dejaron Salvador de La Plaza, Rodolfo Quintero, Raúl Domínguez, entre otros. De igual manera en otros campos de la ciencia y la cultura, de igual manera siempre han destacado valiosos intelectuales que se han abierto paso a la limitación que encierra lo afirmado líneas atrás.
Estas consideraciones se articulan a la represión contra el movimiento estudiantil y universitario durante la década de los sesenta cuyo punto más emblemático lo constituyó el allanamiento de la Universidad Central de Venezuela y de otras universidades autónomas del país. La violación de la autonomía y su cercenamiento transitorio, condujo a una nueva Ley que limitó aspectos formales de cierta significación. Por su parte, el elemento esencial de la autonomía como medio que garantiza el libérrimo encuentro de las distintas corrientes del pensamiento, en el marco del desarrollo de las fuerzas productivas materiales, siempre ha estado limitada por la naturaleza política del estado venezolano. Ese continuo ha estado presente desde que se establece el régimen autonómico con las leyes de universidades del período bipartidista y del régimen chavista.
De resto, sobre todo en estas tres últimas décadas, esta institución ha servido, fundamental y principalmente, para defender una libertad fundamental para la libertad del pensamiento, para su libre expresión. Eso es una cosa muy buena. Sin embargo también es justo señalar que ello se ha dado en el marco de la hegemonía de las ideas principales de la oligarquía financiera. Si no, veamos cómo se han propagado y afianzado tesis que, aparte de servir de soporte de la política del gran capital, han servido de base para que el revisionismo chavista encuentre argumentos para denunciar el carácter reaccionario de las universidades autónomas, desde la perspectiva del “socialismo” que “impulsa” el régimen. Lo que facilita el engaño, toda vez que sí es cierta la presencia y hegemonía de las ideas reaccionarias en las universidades autónomas. De ello han derivado cambios de contenidos programáticos en los cuales se eleva a dogma las tesis del postmodernismo, la globalización y el neoliberalismo. Más aún, la apologética pro-oligárquica ha colocado al marxismo como tesis absolutamente folklóricas e irrealizables, por decir menos. Se trata de un fenómeno similar al que se presenta en relación con los medios de comunicación, al menos de los más emblemáticos para la oposición venezolana, que terminan formando parte constitutiva de la estrategia chavista aun sin saberlo. Para el chavismo, en particular para Chávez, los medios le han facilitado la estafa cuando al ser acusado de revolucionario, socialista o comunista, se entroniza en la conciencia de amplios sectores buena parte del discurso que sirve para la impostura. Ello es el producto de la naturaleza de clase y del imperio de las posiciones más reaccionarias del momento histórico cuyo fundamento es la apologética que afianza la estrategia del capital hegemónico. Así, esta circunstancia, el afianzamiento de las ideas liberales y reaccionarias dentro de las universidades, se ha convertido en un flanco que ha sido relativamente aprovechado por el chavismo contra las universidades. Han logrado combinar el discurso progresista y revolucionario con la postura represiva, “justificada” por el argumento según el cual las universidades son centros de la reacción.
Ahora bien, atender el problema de la AU en condiciones del chavismo supone ubicar, en primera instancia, el papel del revisionismo como sustento principal del régimen para legitimar una forma de dominación a favor de la oligarquía financiera. Aun cuando ya se presentan claros rasgos de agotamiento del revisionismo chavista, podemos afirmar que ya comienza a caducar, hasta el momento el revisionismo chavista ha sido muy eficaz para afianzar al régimen, al punto de que buena parte de la sociedad lo viene apoyando. En un momento dado, podemos afirmar que la mayoría de los venezolanos apoyó a Chávez. Aunque ese porcentaje ha ido mermando de manera significativa, un grueso sector de los pobres, de trabajadores y campesinos apoya a Chávez, e incluso buena parte de la sociedad se identifica con el discurso socialista. Es más, una de las cuestiones que viene afianzándose es que la mayoría de los venezolanos se identifica con el socialismo, independientemente de que no logran ubicar la conceptuación de esa categoría. Ahora bien, la excepción han sido las universidades autónomas, buena parte de las experimentales, así como en las privadas, en las cuales lo que se ha reproducido es un rechazo de significación al régimen, mientras se afianzan las posiciones liberales por decir menos.
Son muchas las determinaciones de esta circunstancia, apenas queremos centrarnos en una de las fundamentales y que demanda de nuestro esfuerzo, ubicando la perspectiva progresista, democrática y revolucionaria. Nos referimos al hecho de que quienes se asumen revolucionarios, socialistas o comunistas, e incluso, se inscriben dentro de una concepción avanzada de la socialdemocracia, no hemos sido un factor de orientación en este escenario, el cual ha sido presa fácil de la ideología reaccionaria al punto que parece haber extirpado el espíritu crítico, al menos en el campo de las ciencias sociales. Mientras se enfrenta al régimen y su naturaleza, es de rigor reivindicar la perspectiva teórica de los comunistas, de los revolucionarios para ubicarnos en una posición más laxa. Siendo la universidad un espacio para la búsqueda de la verdad, es de rigor que una de las cuestiones que debe ser privilegiada es el análisis de este régimen, es la reivindicación de una óptica científica, capaz de desenmascarar su naturaleza revisionista, esto es, socialista de palabra pero al servicio de la oligarquía financiera.
Pero, a la inversa, mientras se enfrenta al régimen quienes han ganado espacio son las tesis de la apologética burguesa.
La ofensiva reaccionaria en las universidades no comienza con el chavismo. Por el contrario, desde mediados de la década de los 70, alcanzando su punto de máximo desarrollo a finales de los 80, en las universidades venezolanas, principalmente en las autónomas, la ideología dominante encontró el mejor de los espacios para su afianzamiento y reproducción. Los ideólogos del capital, los apologistas de toda ralea, pero principalmente quienes levantaron las ideas posmodernas, liberales y propagaron las ideas de la globalización.
Este proceso que afianza la ideología pro-oligárquica en las universidades, este proceso de reaccionarización, es el resultado de una condición objetiva de la sociedad venezolana, para ser precisos, del afianzamiento del papel de nuestro país en la división internacional del trabajo. Mientras la especialización en la producción petrolera garantiza ingresos extraordinarios producto de una renta la compra de productos de consumo masivo en el exterior, principalmente en Estados Unidos, drena. Tesis que encuentra asidero en una realidad en la cual la educación superior apenas sirve para reproducir una fuerza de trabajo de relativa calificación, que muchas veces no encuentra siquiera condiciones para realizarse como trabajo cuya complejidad está dada por el proceso educativo.
5.- La defensa de la autonomía en condiciones en las cuales hay un freno al desarrollo de las fuerzas productivas y a las libertades democráticas.
La autonomía universitaria está en peligro. Eso es indiscutible. No sólo se trata de la circunstancia política que implica un régimen autoritario con pretensiones totalitarias, que desconoce las libertades democráticas, sino que también se trata de un régimen que viene destruyendo el aparato productivo. Ya no se trata de la defensa de la autonomía en tanto que ella garantiza la libertad para expresar teorías y desarrollos políticos, sino que de igual manera el proceso de destrucción del aparato productivo es de tal grado que el conocimiento y los desarrollos científico tecnológicos, se encuentran en peligro de extinción, dado que apenas un sentido inercial mantiene líneas de investigación iniciadas con ímpetu pero, muchas veces abandonadas del apoyo financiero y el estímulo moral institucional.
En primera instancia, en las actuales circunstancias, la defensa de la autonomía universitaria es fundamental de cara a la ofensiva antidemocrática que ha mantenido el régimen. Si no ha logrado mayores espacios es producto de la resistencia que han mantenido las universidades venezolanos dentro de la idea de que la autonomía es defensa de la libertad de pensamiento. Es, en definitiva, una institución que forma parte de las libertades democráticas conquistadas luego de décadas de luchas contra tiranías y ese espíritu heredado del oscurantismo. La defensa de la autonomía, por tanto, forma parte de la plataforma política de los sectores democráticos y progresistas en su sentido político, y de quienes aman la cultura y el saber positivo. Además, la defensa de la autonomía es la defensa de la posibilidad de pensar por un mundo mejor.
Estas consideraciones motivan, desde una perspectiva progresista, no sólo a la resistencia de la tendencia autoritaria, sino también a la lucha por una perspectiva democrática y de contenido nacional. Esto es, fuerzan a la necesidad de levantar, desde las universidades, un proyecto de país que de verdad garantice la liberación de las fuerzas productivas; de un proyecto que conduzca a la independencia nacional con base en la revolución industrial, sin que ello suponga atravesar por las calamidades que históricamente han creado estos procesos liberadores de fuerzas productivas materiales. Las circunstancias políticas, han estado signadas, entre otras cosas, con las falencias de una oposición que ha sido incapaz de levantar un proyecto de país alternativo frente a lo establecido. Las universidades, en este sentido, también han estado rezagadas. De allí que antes que nada debemos pensar un país donde se haga valer el concepto de autonomía antes descrito, pero de mayor contenido hasta poder legitimar ideas de transformación revolucionaria, si de verdad queremos hacer valer tanto la ciencia social como la perspectiva que brinda para el desarrollo histórico. Esto es, reivindicar la tesis según la cual el capitalismo no es un orden natural inmodificable, por el contrario es un régimen más de producción que dará paso indefectiblemente a un nuevo orden social basado en la solidaridad. Asimismo, la universidad venezolana debe reivindicarse como el centro principal para el afianzamiento de la cultura nacional sustentado en la ética que demanda la transformación social, esto es, la ética en la cual se colocan los intereses supremos por encima de los particulares, sin que ello suponga un freno a la realización personal.
Se trata de un proyecto político uno de cuyos componentes debe ser la autonomía universitaria en su sentido filosófico y en su sentido histórico y político. Esto es, la autonomía en términos de su realización en tanto hay producción de conocimiento científico en todas las áreas de la ciencia, así como de la creación artística, cultural y humanística, en correspondencia con el afianzamiento de la identidad cultural que demanda el desarrollo nacional. Supone, por tanto, la implantación de una nueva ideología dominante, de carácter nacional y popular. Ello es lo que a fin de cuentas permitirá la elusión de la contradicción presente en la universidad burguesa toda vez que, al ser dominante una ética en la cual se privilegia el desarrollo de la industria productora de bienes que satisfagan las necesidades de la gente, de la producción de máquinas para incrementar la productividad del trabajo y así poder destinar fuerzas productivas a nuevas ramas, se profundiza en la investigación en áreas del conocimiento fundamentales para la innovación y desarrollo científico tecnológico. Pero de igual manera se recreará la cultura en aras de afianzar patrones de consumo en consonancia con nuestra condición independiente y soberana.
“La universidad en su conjunto es una institución de siglos que transfiere un poder siglos. En nuestra cultura se aspira a que sea la institución de los sabios que reconocen y forman a los sabios. El ejercicio soberano del saber que se les reconoce es su autonomía. La autonomía universitaria nació al compás de las conquistas de los fueros por las corporaciones, gremios y guildas en la sociedad medieval. Tal cual un gremio de orfebres reclamaba de las más altas autoridades eclesiásticas y civiles fuero para regirse, determinar quién podía ser un maestro orfebre, escoger, formar e incorporar a los aprendices y velar por la calidad en el ejercicio del oficio que mejor que nadie conocía, grupos de profesores o estudiantes, que quisieron acometer sus estudios por fuera de las escuelas catedralicias, reclamaron fuero para determinar quién podía enseñar y quién no y para mantenerse en eso a salvo de la interferencia de cualquier poder local. Papas, emperadores y reyes concedieron esos fueros a los studia generlia, en especial el privilegio de determinar quién podía enseñar en cualquier parte, el ius ubique docendi, con el cual, según los historiadores, nació la universidad (Pedersen 1997: 122, ss.; Rashdall 1997: I, 1, ss.). Algo de esos fueros medievales quedó también en otra institución asociada con el control del saber en nuestra sociedad, la profesión con su colegio profesional.
Sabemos que en esos días ‘universidad’ significaba apenas “comunidad y ayuntamiento de gentes y cosas”, como aún decía a comienzos del siglos XVII Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (cf. también Rashdall ibid) y que los privilegios que recibieron los studia generalia fueron tocantes a muchas materias y servían para muchos propósitos: para que estudiantes y profesores pagaran más bajos arriendos, fueran aprehendidos y juzgados sólo por sus colegas -salvo en caso de asesinato o mutilación- o para que tuvieran el monopolio del ale, la fuerte cerveza medieval (cf. Rashdall, ibid.)”