Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

martes, 4 de mayo de 2010

LA MITOLOGÍA COMO INSPIRADOR REFERENCIAL EN LA POESÍA SOBRE EL LLANO DEL POETA ARTURO ÁLVAREZ D’ARMAS*

-->
Ponencia presentada en el
V ENCUENTRO DE POETAS Y POESÍA DE TUCUPIDO
CASA DE LA CULTURA “RAFAEL RENGIFO”
Tucupido, domingo 25 de abril de 2010


FELIPE HERNÁNDEZ G.
Profesor Titular
UNESR
felipehernandez56@yahoo.es



La serie de poemas dedicados al llano del poeta Arturo
Álvarez D’Armas demuestran que este escritor de la negritud, que además de poeta, es crítico literario, fotógrafo, investigador y bibliógrafo, se manifiesta también con singular habilidad y pureza en la creación literaria.
Caraqueño de nacimiento, la Universidad Rómulo Gallegos lo trajo al Guárico, y el sol de la sabana lo obnubiló para que transitara los mil caminos del llano en pos del horizonte de la ruta galleguiana, así, un día con su esposa Lesbia, plantó su huella en los confines que unen al Guárico y al Apure, y desde la apacible y bucólica población de Puerto Miranda, con las resolanas de marzo invoca a las musas de la mitología para presentarnos su aedos llanero, diciéndonos:

Quirón me llevó
a la llanura de Escamandro
encontré a Jasón y los Argonautas
con el vellocino de oro.
Hablé con el hijo de Lapites y Metimna,
fui a la escuela de Safo
oímos el concierto de las aves.
Hervían remolinos de agua
algas y caramas
sobre la piel del Apure.
Sobresaliente en un madero
está la Piedra Pulida
la que desata pasiones
al igual que Helena.

Glosas registradas en perfecta rima métrica para decirnos amparado en la poesía homérica, su visión sobre aquel mundo: ahí están los llaneros, representados por Quirón, centauro inteligente, sabio y de buen carácter, hijo de Crono.
Escamandro, el río troyano, representando al Apure en su discurrir, simbolizando la unión de las tierras de Guárico y Apure.
Pero también está Jasón el del viaje a Cólquide, que al igual que los llaneros llevan una vida signada por la lucha tenaz, en pos del vellocino de oro que es su modus vivendi, en un medio inhóspito que determina la trashumancia, la permanencia en un hábitat de contrastes marcados por las sequías que espantan y las lluvias que arrasan. No en vano reafirma: Hervían remolinos de agua / algas y caramas / sobre la piel del Apure. Y en su creatividad sin par, sigue fabulando con figuras míticas, uniendo a los hijos del Guárico y Apure en hermandad simbolizada en el hijo de Lapites (Lesbos) y Metimna, fieles habitantes del océano de la sabana que solo tiene fin cuando cielo y tierra se juntan en el infinito horizonte. Glosas de hondas vivencias amatorias, entre referentes de aquel mundo: la llanura, concierto de aves, remolinos de agua, caramas.
Luego nos dice:

Inventé mi laberinto
junto a Medea,
sin ir al infierno
ni al reino de las sombras.
Después de una centuria
reviví un sabat,
al oír tu voz
desde la llanura de Apuri
recibí
pan vino.

Sensualismo.

Un canto a la nueva vida, a la esposa, a la mujer que ama, un canto al reposo, a la jubilación, el merecido descanso para la adoración después de una centuria de calamidades. Y le canta a la amada:

No eres Agar, Helena de Troya,
Greta Garbo, Naomi Campbell
ni Alek Wek.
Piel tersa y mulata
sonrisa pura y cuerpo de cítara.
Eres la de Lesbos
el llano
el estero
la sabana.

Se revela un escritor comprometido, contemporáneo definitivamente marcado por un humanismo prometeico —libertad, igualdad, progresión— y el paradigma libertario: sacrificio y recreación de la humanidad como identidad valorativa que ha signado el llano, el estero, la sabana. En su canto al Estero de Camaguán, nos dice:


















Un día de junio
el silencio de las aguas
se elevó sobre el campo de Cronos
el Portuguesa hincha su vientre
derrama su caudal
no es el sol
quien perturba mis ojos
ni siquiera es un oasis.

II

He transitado algunas galaxias
para llegar a tu cuerpo
tierra prometida
en tiempo de estío
exhalas azahar de la India
ante el río
crece la hierba
lloran las chicharras
se anuncian lejanas lluvias.

III

Retorno al cálido color de la comarca
mi árido corazón
necesita la llovizna
cotúas, garzas, corocoras
yantan en los espejos de agua
fuego y humo
escudriñan a través de una nube
braman las reses
en la sabana desnuda de pasto
la muerte acecha
el invierno.

IV

Llegaron los primeros aguaceros
la brisa despejó la humareda
se desvaneció la canícula
resurge el curito en el estero
apacentan las vacas
en medio de pastos.
Cesa la agonía
regresan en bandadas las garzas.

V

Al salir la aurora
Helios arde sobre la espalda del bonguero
ribazones de peces
vienen en aguas a tropel
resaca espuma
sube y baja mercancía
arriban
arenas livianas de costa abajo
boras disueltas en remolinos
en este Jordán
bautizan cristianos redimidos.

VI

Conviven con el ave rapaz
ruedas sobre asfalto
cuero y huesos
achicharrados
la roca no fue golpeada
por la vara del Patriarca
puja el nacimiento del agua
fluye a borbotones
otras muertes
otras vidas.

En estos poemas el autor nos habla de sus temas recurrentes, de sus obsesiones. El llano, la mitología clásica, la incertidumbre que lo signa indeleblemente con la inexorabilidad de lo irremediable, el Guárico, el Apure. El curso de los días, el paso de las horas cual corriente de un río inevitable se convierte en objeto de reflexión para el poeta. Hay vértigo y asombro en estos textos brillantes que nos entrega a sus lectores el escritor. Una arrebatada emoción palpita en cada línea, en cada verso y en cada construcción verbal contenida en estos maravillosos cantos de Arturo Álvarez D’Armas. La pulcritud de la frase bien concebida es un rasgo distintivo en todos estos poemas del llano mitológico.
La vida en el llano está adherida a la piel de la memoria del autor como fuego y humo / cuero y huesos que se adhieren al alma para llegar a tu cuerpo tierra prometida es la inmensidad de un río que un día de junio / el silencio de las aguas / se elevó sobre el campo de Cronos / el Portuguesa hincha su vientre / derrama su caudal / no es el sol / quien perturba mis ojos de poeta.
El poema en Álvarez D’Armas es un intento por recuperar el paraíso perdido en cada estacionalidad del año en el llano, es la palabra que vuelve a refundar un mundo ido y así por la eternidad. Esa natural armonía que exhalan las palabras tan sabiamente expresadas en Estero se apodera de nuestro espíritu cuando nuestra capacidad de lectura las transfiere de la página a nuestra imaginación y a nuestra sensibilidad. Es un acontecimiento admirable, puesto que nos toca muy hondo porque la conocemos muy de cerca.
Hay una reiterada refulgencia en todos estos poemas que integran este maravilloso acto creador. Se aprecia la manera como el poeta domina el inveterado arte de relacionar las imágenes, los sonidos que desprenden las palabras; él sabe plenamente que es poseedor de una pluralidad verbal y lo demuestra en cada poema para nuestro asombro como lectores que nos solazamos con su riqueza intelectual. Una inaudita devoción por la palabra transparentan estos poemas; en estos poemas el escritor alcanza cotas crepusculares, su estro corona cimas inigualables dentro del quehacer poético que le igualan con el bardo Lazo Martí, con la Respuesta a las piedras de Luis Barrios Cruz o con El Reflejo de los Remansos Azules de Rafael Cabrera Malo. El llano vuelve de manera recurrente, como en Francisco Lazo Martí, Y náufrago en la noche sin ribera, / mi espíritu se abstrae / pensando que de un mar desconocido / el llano es una ola que ha caído, / el cielo es una ola que no cae. E instaura en el poeta una pertinaz evocación que emerge de los intrincados socavones de la memoria del escritor para, con obsequiosidad derrochadora, regalarnos el solaz del alma sensitiva que se extasía en la musicalidad reflexiva del poema. La Obra de Álvarez D’Armas es una experiencia memoriosa que recorre una interconectada topología tal vez familiar en nosotros pero enigmática en sus ubicuos contenidos. El llano, la mitología, Apure, Guárico, Camaguán, el río, el estero, la mujer, la biblia, el arte, el tiempo, la vida y la muerte, lo antiguo, lo moderno y la contemporaneidad. En fin, una cartografía mental, una geografía psíquica y espiritual que nos recuerda el efímero paso de nuestra existencia por la tierra.

REFERENCIAS

ÁLVAREZ D’ARMAS, Arturo. (2005): Poemas. En: Letralia. Tierra de Letras. La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet. Año IX, No. 121. Cagua – Venezuela: 7 de marzo de 2005. GRIMAL, Pierre. (1994): Diccionario de Mitología Griega y Romana. Barcelona: Paidos ibérica. Espasa léxicos.

*La presente ponencia se publica con permiso concedido por el autor.

Fotografías: Arturo Álvarez D'Armas