Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

domingo, 13 de junio de 2010

Esquina El Chimborazo Calle José Cornelio Muñoz cruce con Atanasio Girardot. Aportes al conocimiento de la historia local.

Hugo Rafael Arana Páez
Miembro investigador del Centro de Estudios
Histórico-Sociales del Llano Venezolano.
Casa de Bolívar San Fernando.
Hugoarpa24@hotmail.com.
Fotografías: Hugo Arana Páez

1. ¿Dónde estaba la esquina El Chimborazo?

Hasta comienzos de la década de los años sesenta del siglo veinte, funcionó en el ángulo Noroeste del cruce de las calles José Cornelio Muñoz y Atanasio Girardot, un negocio de víveres conocido como “Pulpería El Chimborazo”, propiedad del comerciante apureño, apodado el Teniente Cordero.
Actual esquina El Chimborazo, cruce de las calles José Cornelio Muñoz y Atanasio Girardot. Lugar donde estuvo la pulpería “El Chimborazo”, propiedad del comerciante apureño, apodado “El Teniente Cordero”.

2. ¿Por qué El Chimborazo?

Posiblemente el Teniente Cordero fue un viejo apureño, admirador del padre de la patria y cuando a finales de la década de los años treinta fue a constituir su negocio de víveres, se le ocurrió consagrarlo con ese nombre. Seguramente este pulpero se inspiró en el Bolívar pensante y utopista, en el héroe de tendencias románticas, proféticas como fue el Bolívar de "Mi delirio en el Chimborazo. El monte Chimborazo está situado en la provincia del mismo nombre, en Ecuador, y a sus pies se halla la ciudad de Riobamba, capital de dicha provincia. Chimborazo es el nombre del dios de la antigua nación Puruhá, que más tarde fuera adorado por los Incas. Su nombre tiene varios significados en los dialectos vernáculos. Viene del jíbaro chimbu, asiento, dueño de casa; del aymará rassu, montaña; del colorado shimbu, mujer y rassu, nieve. También se cree que chimbo es de origen chimú y significa sombra protectora. En idioma quichua, chimbo o chimbu significa la del otro bando y rassu quiere decir nieve. Es decir "Nieve del Otro Bando", lo cual concuerda con la mitología indígena que considera al Chimborazo como esposo de la Tungurahua, montaña situada frente al mitológico cónyuge. Los indígenas de la provincia del Chimborazo creen que las dos montañas se unen cuando el cielo resplandece por los relámpagos en las noches de tormenta. Alexander Von Humboldt intentó llegar a la cima de esta montaña, pero sólo alcanzó los 5.900 metros sobre el nivel del mar.

3 El Libertador y “Mi delirio sobre El Chimborazo”

El cerro El Chimborazo, en la República de Ecuador, fue escalado en el siglo diecinueve por ilustres visitantes, entre otros: La Condamine, Humboldt y Simón Bolívar; de esta hazaña El Libertador, escribió uno de los ensayos más hermosos y diáfanos que haya producido el intelecto humano. Es una obra literaria referida a la voluntad y las pretensiones del hombre; escrita en bella prosa y que sería conocida por las generaciones presentes como “Mi Delirio sobre El Chimborazo”.
…” Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt; las seguía audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré! Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo. Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía. De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano… "Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano". Sobrecogido de un terror sagrado, « ¿cómo, ¡oh Tiempo! -Respondí- no ha de desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino». "Observa -me dijo-, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres". El fantasma desapareció. Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio”... (1)
Es posible, que este teniente del ejército venezolano de comienzos del siglo veinte, convertido en pulpero de pueblo (pulperos famosos hubo en Venezuela como José Tomás Boves en Calabozo y Ezequiel Zamora en Villa de Cura), haya leído este escrito del padre de la patria y hallándolo tan hermoso, quiso consagrarlo, dándole con mucho orgullo el nombre a su negocio “Pulpería El Chimborazo”.


4 La Esquina El Chimborazo y las escuelitas de primeros estudios en San Fernando

Algunos niños de San Fernando hasta finales de la década de los años cincuenta tenían sus primeras experiencias de aprendizaje en varias escuelitas que existían estratégicamente ubicadas en diferentes barrios. En ellas comenzaban con la popular cartilla y continuaban con el clásico libro primario de “Mantilla”. Estas escuelitas funcionaban en casas de familia, donde una sola maestra se encargaba de impartir lecciones a los párvulos que ansiosos acudían en búsqueda de conocimiento. La edad para ingresar a estas instituciones oscilaba entre los cinco y los ocho años. Los recursos didácticos utilizados por estas docentes, era entregarles un puntero que podía ser un pedacito delgado de madera, con el cual iban señalando las primeras letras a medida que las repetían en voz alta. De igual manera estas maestras aplicaban severos castigos a sus pupilos (eran las estrategias educativas que se utilizaban en la época), estos castigos se aplicaban sin contemplaciones, pero también sin ser exagerados. Estos consistían en la jaldera del cabello, mejor conocidos como “peladientes”; por aquello de que al tirar la docente los cabellos del niño, éste hacía una mueca de dolor, cerrando los ojos, abriendo simultáneamente los labios y dejando los dientes al descubierto. Pero también estas maestras recurrían al clásico palmetazo o al templón de orejas; cuando la falta era suave los obligaban a arrodillarse en el piso o sobre un ladrillo y en casos extremos, sobre granos de maíz. Cuando las faltas eran graves o no se aprendían la lección, implicaba un castigo adicional como era dejarlos “pésimos”. Quedarse “Pésimo”, consistía en prohibirle al niño salir a jugar en la media hora de recreo o receso. En ese tiempo, el infeliz muchachito permanecía sentado en su pupitre escribiendo una “Plana”, que consistía en llenar fila tras fila en el cuaderno la frase “Debo portarme bien en clase” o “Debo aprender bien la lección”.
Eso sí, los niños que egresaban de estas escuelitas, ya estaban capacitados, para ingresar al segundo grado de cualquier escuela oficial. Pionera de esta enseñanza en San Fernando fue Doña Andrea Hurtado de Santamaría. Ella tenía su escuelita precisamente en la esquina El Chimborazo, en el cruce de las calles José Cornelio Muñoz y Batalla de Boyacá; allí vivía con sus hijas Blanca Hurtado de García y Rosa Lerma Hurtado; su yerno José García y su nieta Edith. En esa escuelita de la Chimborazo, se le enseñaba a los niños a leer con más soltura, a pronunciar bien las palabras y también las cuatro reglas de la Aritmética (la llamada tabla de sumar, restar, multiplicar y dividir). Valga el testimonio del economista apureño Cesar Humberto Ramos…”De allí salíamos listos, para ingresar a cualquiera de las escuelas de educación primaria”… (2)
Otra reconocida escuelita en San Fernando en esa época, era la de la Niña Candelaria Velásquez. Este centro de enseñanza funcionaba en su residencia familiar ubicada en la Esquina Botellofón, situada en el cruce de las calles José Cornelio Muñoz y 24 de julio, donde había una casona de bahareque, techo de tejas, de anchos portones y enormes ventanas de madera, amén de un amplio corredor que miraba al hermoso patio, sembrado de mamones, guayabos, ponsigué, matas de cayena, rosas y capachos que hacían las delicias de los pequeños estudiantes. El corredor fungía como salón de clases, por lo que la iluminación y ventilación eran excelentes

Actual esquina El Chimborazo. La vivienda a la derecha donde funcionó la escuelita de Doña Andrea Hurtado de Santamaría en el cruce de las calles José Cornelio Muñoz y Atanasio Girardot.

El Teniente Cordero era un hombre cordial y muy dado a las chanzas. Era además de pulpero, gallero empedernido, poseía la reacción natural de los jugadores, es decir, jovial cuando ganaba y malhumorado cuando perdía. En ese sentido los muchachos de la barriada, los días domingos, solían pedirle prestada la sala de su casa, la cual estaba al lado de la pulpería, para hacer los “Picoteos” (fiesta amenizada con aparatos de sonido llamados Pick-up o Picót), después que él se marchaba a la gallera. En ese sentido vale la pena citar a Cesar Humberto Ramos en su obra Remontando el Apure viejo.
….”El Teniente nunca decía que no, pero los asistentes a esas fiestas corrían un albur cada vez que el Teniente regresaba de la gallera. Como él tomaba bastante ron puro, siempre llegaba “prendió” de la gallera. Cuando ganaba, regresaba bañado de rosas, contento y exclamaba ¿Cómo están muchachones? ¡Que siga la fiesta! ¡Aquí tienen otra botella de ron! Pero cuando perdía , llegaba mareado a su casa , se metía directamente a su cuarto y salía con una peinilla en la mano y rastrillándola en el piso , gritaba : Bueno ¿Y qué vaina es esta ¿Qué hace este gentío en mi casa? ¡Se me van pal carajo toditos! “… (3)
Actual esquina El Chimborazo. En el ángulo Noroeste estuvo la pulpería El Chimborazo que le dio nombre al lugar.

5 ¿Quién fue el Teniente Cordero?

Se llamaba Juan Bautista Cordero, era Teniente del ejército de Venezuela y hasta el año 1929 era el Comandante de Los Cañitos, en el hato La Candelaria; siendo reemplazado por un teniente tachirense de apellido Cárdenas. En el lapso 1908 a 1935, Juan Vicente Gómez era el amo absoluto de Venezuela, principal accionista de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación CAVN, del lactucario de Maracay, de mataderos y dueño de los mejores hatos ganaderos, centrales azucareros, y haciendas cafetaleras según refiere Miguel Acosta Saignes en su obra Latifundio
…”Juan Vicente Gómez era el mayor terrateniente venezolano y quizás de América. El cálculo preliminar de sus inmuebles diseminados por todo el país y especialmente constituidos por haciendas y hatos, de un monto de 126 millones de bolívares, según la Junta de Reclamaciones contra los bienes del dictador”… (4)
De esos ciento veintiséis millones de bolívares correspondían al Estado Apure 1.829.388,05. Sin embargo después se comprobó que la fortuna total de El Bagre representó un mil millones de bolívares. En Apure tuvo el hato La Candelaria, ubicado en el hoy Municipio Autónomo Pedro Camejo, al Sur del río Arauca y Norte del río Cunaviche. Fue un hato inmensamente rico, con una extensión de ciento veinte mil hectáreas y una población bovina entre 240.000 a 360.000 cabezas aproximadamente, amén de un considerable rebaño de ganado caballar. Según refiere Ramón Oviedo Montoya
…”Para finales del año 1929 era administrador de ese hato, el Coronel Miguel Poveda. El asiento principal de esta vasta propiedad era El Paso Arauca, adonde había sido trasladado desde Los Cañitos, obedeciendo a razones de orden estratégico y de seguridad, además de la cercanía de las poblaciones de San Juan de Payara y San Rafael de Atamaica. …Las propiedades de Gómez todas eran cuidadas por el ejército y en consecuencia; en el asiento del hato había un pelotón militar. De igual manera existía otro en Los Cañitos….En Los Cañitos el Comandante de ese puesto, era el Teniente Juan Bautista Cordero; a quien conocí personalmente en su bodega El Chimborazo; calle Girardot con Muñoz en San Fernando de Apure a principios de los años cincuenta. Por razones estrictamente militares, al Teniente Cordero le correspondió ser reemplazado en su puesto de mando, por otro teniente de apellido Cárdenas”…. (5)

6 ¿A qué precios y qué vendían las pulperías de San Fernando a mediados del siglo veinte?


Tomando los datos de Ramón Oviedo en su obra Sabaneando mis recuerdos, se mencionan los precios de venta de algunos productos para el año 1945. Un kilogramo de carne res Bs. 1,45 Una panela dulce (1 kg) 0,25 Medio kilogramo de carne y un kilogramo de hueso Bs. 1,37 Un kilogramo de verdura (yuca, topocho y ocumo) Bs. 0,50 Una panela de jabón (de la tierra o amarillo) Bs. 0,25 Un kilogramo de manteca vegetal Bs. 3,00 Un Kilogramo de azúcar Bs. 1,00 Un kilogramo de arroz Bs. 2,00 Un kilogramo de papas Bs. 1,00 Un Kilogramo de Cebolla Bs. 2,00 Un Galón de aceite (3,785 Litros) Bs. 13,00 Una lata de Kerosene (18litros) Bs. 3,00 Una lata de Creolina (1/2 litro) Bs. 2,00 Un Kilogramo de frijol Bs. 1,00. Además de estos bajos precios el pulpero recompensaba a sus clientes con la conocida ñapa.

Esquina El Chimborazo. Vista desde la calle José Cornelio Muñoz. El edificio de la izquierda actual sede administrativa de la empresa CANTV, donde hasta mediados de la década de los años sesenta, la familia Guaitero-Díaz, vivió en una casona de adobe y tejas. A la derecha estaba la pulpería El Chimborazo.

7 La Ñapa y las viejas pulperías

Hasta mediados del siglo veinte en San Fernando, no existía pulpería sin ñapa y es que dar ñapa era una práctica usual en esos negocios. Hoy esta práctica y hasta la misma voz están desparecidas del léxico y si no es así pídanle la Ñapa a un chino propietario de una cadena de supermercados. Esta voz se hallaba difundida en casi toda América. El centro de origen es del Perú incaico; en quechua, Yapa es aumento, incremento o añadidura; Yapar es dar la yapa. Del Perú al pasar a Colombia se hizo ñapa. Esa ñapa se extendió por toda Venezuela, por las Antillas, América Central y México e incluso hasta el Mississippi. Su uso está asociado a las viejas pulperías como El Chimborazo, donde el cliente decía ¡Deme un real de mantequilla! Y mi ñapa e queso o ¡Véndame un Kilo de azúcar y un caramelo e ñapa! Aunque los modernos supermercados la han desterrado, nuestra ñapa no va a desaparecer porque todavía en sentido figurado le quedan otros usos. Así todavía escuchamos: El policía le dio su buen bollo y le acuñó unos planazos de ñapa o fulanito se salvó de ñapa (que se salvó por un tris) , ¡Ni de ñapa acepto yo eso! , ¡Ahora pa mas ñapa se le reventó un caucho al carro! o ¡Mira fulano como esa ñapita e mujé gobierna a ese hombrón!

C O N C L U S I Ó N:

Hasta mediados del siglo veinte existieron en la capital apureña muchas pulperías (LA Vencedora, El Matajey, Mi Tesoro, La Mariposa, El Verdún, El Chimborazo, El Pabellón del Pueblo, El Combate, La Aragüeña, La Pluma de Oro, etc) que dieron nombre a muchas esquinas de la zona histórica de la ciudad. Entonces eran modestos negocios (atendidos por venezolanos, que recompensaban la fidelidad del cliente con la conocida Ñapa). Lamentable y progresivamente se fueron convirtiendo en “Bodegas”, “Casas de abastos” , hasta convertirse en “Automercados”, “Supermercados”; siendo sus propietarios, ciudadanos italianos, españoles y a partir de la década de los años setenta, nacionales del Medio Oriente (libaneses, sirios, árabes, etc) y últimamente del lejano Oriente, conocidos todos ellos como “chinos” (no sé, si peyorativamente). Lo cierto es que en todos estos grandes mercados no dan ñapa y al contrario, cuando al infeliz cliente le queda un vuelto de dos o tres bolívares, estos comerciantes le entregan (de mala gana) a cambio, dos caramelos de pésima calidad o una cajita de fósforos y si es una dama, una límita de madera para las uñas. ¡No jile, ah tiempos aquellos! En que los viejos pulperos entregaban el vuelto completiiiiiico, amén de compensarte con tu buena ñapa.
San Fernando, 11 de junio de 2010

Citas al pie de página
(1) Enciclopedia Wikipedia, Versión digital (Internet)
(2) RAMOS, Cesar Humberto Remontando el Apure viejo, Pag.57.
(3) Ibídem Pág. 85
(4) ACOSTA SAIGNES, Miguel Latifundio Pág. 128
(5) OVIEDO MONTOYA, Ramón Sabaneando mis recuerdos Pág. 36

FUENTES:
BIBLIOGRÁFICAS:
ACOSTA SAIGNES, Miguel Latifundio,
DECANIO, Edgar Repuntes II El San Fernando de ayer
OVIEDO MONTOYA, Ramón Sabaneando mis recuerdos
RAMOS, César Humberto Remontando el Apure viejo 1930-1050
ROSEMBLAT, Ángel Buenas y malas palabras

DIGITALES:
Enciclopedia Wikipedia Mi Delirio sobre El Chimborazo
ORALES:HERNANDEZ, Nelsón “Caboluís”
OVIEDO MONTOYA, Ramón
BUAIZ, Jorge
TESTIMONIALES:
ARANA PAEZ, Hugo Rafael
CADENAS, Miguel
CASTILLO PILDAÍN, Federico