Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

viernes, 2 de septiembre de 2011

EL DENGUE Y ALGO MÁS


Arturo Alvarez D´ Armas



El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti (Linnaeus, 1762). El Aedes es originario de la región etiópica, nuclea la mayor cantidad de especies del Subgénero Stegomyia Theobald, 1901. Hoy día es un insecto cosmopolita.
El dengue se presenta de dos maneras: fiebre de dengue y fiebre hemorrágica del dengue. El primero es una enfermedad de tipo gripal que afecta a los niños y a los adultos, pero rara vez causa la muerte; el segundo es otra forma más grave, en la que pueden sobrevenir hemorragias y a veces un estado de choque, que lleva a la muerte. En los niños es sumamente grave.

Imagen del Aedes aegypti (Linnaeus, 1762) Diptera, Culicidae
Los primeros casos de dengue hemorrágico comprenden a Curazao y Venezuela en la década de los 60. Honduras, Jamaica y Puerto Rico en los 70. En 1981 hay un fuerte brote en Cuba y Venezuela es atacada de nuevo en 1989. De allí en adelante el dengue hemorrágico se expande por toda América Latina. Anterior a ello, en 1953-1954 se encuentra en Trinidad y Tobago un dengue en una situación no epidémica.
Por intermedio del Aedes aegypti también se produce la fiebre amarilla. Las dos enfermedades llegaron a América con los esclavizados africanos, quienes “vinieron” a trabajar en las plantaciones y minas recién descubiertas. Como ya lo dijo el sacerdote jesuita Alonso de Sandoval “el hacinamiento de los barcos y de las barracas para su hospedaje determinarían una rápida y mortífera dispersión de las enfermedades”.
Investigadores como Dotres Martínez opinan que el origen del dengue se remonta al año 1823, donde esclavos procedentes de África Occidental introdujeron en América los términos dinga o dyenga con la que se nombró una epidemia de la enfermedad en su tierra natal. Dotres Martínez cree que dengue es una palabra proveniente del idioma swahili, muy utilizado en África Oriental. Otra opinión nos la da Bernardo Fernández Chelala: “Benjamín Rush descubrió una epidemia en Filadelfia en 1780 y otra en 1801 en Madrid”, con las mismas características del dengue.
La voz dengue es originaria de lo que hoy conocemos como la República de Angola, República del Congo y República Democrática del Congo, se le conoce a través de los idiomas kimbundu (ndengue: “niño pequeño, crío”) y el kikongo (ndengue: “recién nacido”). En Brasil se le llama “meu dengue” a los niños y en Venezuela, Cuba, Colombia y el resto del continente americano, la palabra dengue se relaciona con el virus del dengue hemorrágico.
En la santería cubana hay el vocablo dengué, bebida elaborada a base de maíz seco, azúcar y unas gotas de miel de abejas; la misma se ofrece a las deidades antes de dar inicio al rito. A este brebaje se le llama también ñanguerí.

En el calé, léxico del lumpen venezolano, se decía por los años 60: ¿cómo está el dengue?, como está la cosa. El calé estaba compuesto por muchas palabras de origen africano. El Drae y el Larousse solo dicen que es una voz onomatopéyica, sin poner su origen. El lingüista Laman (1972) escribe que ndingui es palabra kikongo y es “crisis de desesperación, enfermedad, canto de dolor”. Ese mismo criterio dan las investigadoras cubanas Gema Valdés Acosta y Myddri Leyva Escobar en su diccionario de bantuismos en el español de Cuba (2009).
A principios de los años 60 del siglo XX, el famoso músico y compositor cubano –radicado en México desde los años 40- Dámaso Pérez Prado uno de los padres del mambo, -el otro es Orestes López, el macho-, crea un ritmo que sigue la línea del mambo, con raíces de la guaracha-son y elementos de la música de los pueblos del Congo y Angola; ese nuevo ritmo Pérez Prado lo bautiza con el nombre de “El dengue”. El sonido que sobresale en la orquesta es a base de un hierro percutido con dos baquetas, donde se repite la misma figura durante toda la pieza. Al imponerse la moda efímera del dengue las parejas bailaban realizando figuras como si tuvieran una tembladera. Entre las melodías más conocidas de la época tenemos “el dengue universitario”; anteriormente Pérez Prado había producido otro ritmo llamado “La Chunga”.
En el año 1966 el público cubano se llenó de gozo con la puesta en escena de la zarzuela “El dengue” del compositor y director Rodrigo Prats, autor de la afamada zarzuela Amalia Batista.
Fuentes consultadas:
ALVAREZ NAZARIO, Manuel. El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico. Contribución al estudio del negro en América. Segunda edición. San Juan de Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974. 489 p.
CABRERA, Lydia. El Monte (Igbo – Finda; Ewe Orisha. Vititi Nfinda) Notas sobre las religiones, la magia, las supersticiones y el folklore de los negros criollos y el pueblo de Cuba). Cuarta edición. Miami: Ediciones Universal, 1975. 564 p.
DOTRES MARTÍNEZ, Carlos et al. “Dengue hemorrágico en el niño”. En: Cadernos de Saúde Pública. Río de Janeiro: Vol. 3, Nº 2, June 1987. pp. 158-180.
FERNÁNDEZ CHELALA, Bernardo. “Fiebre hemorrágica por dengue”. En: www.monografias.com/trabajospdf/fiebre-hemorragica-dengue/fiebre-hemorragica-dengue.pdf
GARCIAPORRUA, Jorge. “Yo soy así”. En: Clave. La Habana: Nº 13. pp. 23-27. Nota: Entrevista imaginaria al músico Rodrigo Prats.
LAMAN, Karl y Maurice WESTLING. Vocabulaire kikongo-français / français-kikongo. Kinshasa: Leco, 1972.
Larousse. Diccionario Enciclopédico 2007. Decimotercera edición. Bogotá: Ediciones Larousse, s.a.
OROVIO, Helio. Diccionario de la música cubana. Biográfico y técnico. Ciudad de la Habana: Editorial Letras Cubanas, 1981. 442 p.
“Palabras de Origen Bantu Inseridas no Portugués”. En: http://www.geocities.com/kimbundohp/palavras2.htm
Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Segunda Edición. Tomo 4. Madrid: Espasa, s.a.
“Situación histórica del dengue en América”. En: www.ahora.com.de/Ediciones1335/SECCIONES/actualidad7.html
VALDÉS ACOSTA, Gema y Myddri LEYVA ESCOBAR. Diccionario de bantuismos en el español de Cuba. La Habana: Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2009. 158 p.

jueves, 1 de septiembre de 2011

DENGUE

Edgardo Malaspina


El investigador y poeta Arturo Alvarez D’Armas publicó un ensayo sobre el origen , significado y uso de la palabra dengue. Cita a Dotres Martínez, quien se remonta a 1823 cuando unos esclavos de África Occidental introdujeron en Ámerica los términos dinga o dyenga cuando se referían a una epidemia de la enfermedad. La palabra proviene del swahili (África Oriental); y pertenece a los idiomas kimbundu (ndengue: niño pequeño) y kikongo (ndengue: recién nacido). En Brasil los niños son llamados “meu dengue”. Luego Arturo escribe sobre la santería cubana que usa en sus rituales emplea una bebida llamada dengue. Cita el venezolanismo popular ¿cómo está el dengue?, sinónimo de cómo está la cosa, usado en los sesenta del siglo pasado. Luego explora el uso del término en el ámbito de la música: Pérez Prado creó un ritmo que denominó dengue. Lo bailaban con una tembladera. El compositor Rodrigo Prat compuso en 1966 la zarzuela “El dengue”. Bien, hasta aquí las notas del polígrafo Alvarez.
Algunos estudiosos suponen que la voz dengue la tomaron los africanos residentes en América del castellano para enriquecer sus idiomas en el momento que padecieron el mal. Al castellano llegó del inglés. Por otro lado,la palabra dengue tiene muchas otras acepciones, además de la empleada en medicina: fingir delicadeza, prenda de mujer, planta herbácea y su flor. Incluso el DRAE acepta el verbo denguear como sinónimo de contonearse o moverse con afectación los hombros y las caderas. Precisamente en este último verbo (denguear) es donde se esconde el origen de la palabra con sentido patológico. La doctora Shuvalova toma como indiscutiblemente cierto que el vocablo proviene del inglés “dandy” y de allí incursionó con ciertas deformaciones a otros idiomas. En efecto, en 1869 el Colegio Médico Real de Londres hizo oficial el nombre de dengue(ya usado ampliamente) para la enfermedad porque proviene del muy anglosajón dandy; y un dandi es un presumido que trata de caminar con elegancia fingida , de tal manera que sus movimientos pueden resultar robóticos. Así caminan los afectados con dengue clásico o fiebre rompehuesos como consecuencia del dolor en las articulaciones.