Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

martes, 23 de agosto de 2011

Lo que dice Heinz Dieterich sobre Gadafi*

Hoy abrimos una nueva etiqueta: Polémicas socialistas. La iniciamos con las opiniones del polémico teórico marxista Heinz Dieterich sobre Gadafi. Desde ya HISTORIOGRAFIAS aclara que no está a favor ni en contra de lo dicho por este teórico, sólo ve una oportunidad de colocar sobre la mesa las distintas visiones que acontecen en esa cruda realidad política o fantástica utopía intelectual llamada socialismo.
Cuando Gadafi me invitó al “socialismo islámico”
Explíqueme lo que es el Socialismo del Siglo XXI” decía el embajador libio, un hombre preparado y culto, y después “le extiendo una invitación de mi gobierno”.
Heinz Dieterich | Para Kaos en la Red | 28-2-2011 a las 5:24

1. La oferta del Embajador
“Explíqueme lo que es el Socialismo del Siglo XXI” decía el embajador libio, un hombre preparado y culto, y después “le extiendo una invitación de mi gobierno”. Terminada la explicación se produjo el siguiente diálogo.

“Le ofrezco que organice un congreso mundial sobre la sociedad postcapitalista y el Socialismo del Siglo XXI”, dijo. “¿En dónde sería?”, le pregunté. “Donde Usted quiera.” Y, “¿Cuántos fondos habría?” “Los fondos que sean necesarios.” “¿Quién escoge a los invitados?” “Usted”, respondió. Todo sonaba bien, pero como en la política, al igual que en los negocios, nada es gratis, inquirí: “¿Hay alguna condición para organizar ese congreso mundial?” “La única condición es que la discusión del Libro verde del ´Hermano líder de la Revolución´ (Gadafi) sea parte del Congreso.”

2. El Libro Verde
Me preguntó si conocía el Libro verde, que trata de la democracia directa-popular (Yamahiriya), de la superación capitalista por el “socialismo natural” o “ islámico” y de la “tercera teoría universal”. Le decía que lo había leído durante el movimiento estudiantil en Alemania, cuando se distribuía gratuitamente, imitándose la política del gobierno chino que repartía sin costo el “Libro rojo” de Mao Tse Tung. Y que recordaba que, como el “Justicialismo” de Juan Domingo Perón en Argentina, pretendía ser la Tercera Vía ---la alternativa entre capitalismo y comunismo--- para los países del Tercer Mundo.

Que era, pues, un epicentro de la gran conflagración “fría” entre el capitalismo y el Socialismo del Siglo XX (URSS, China, Cuba), y la búsqueda de una nueva civilización secular y postcapitalista. Me dio la obra en inglés, alemán y castellano con la petición de que volviera a leerla.

En encuentros posteriores me invitó a Trípoli, donde el gobierno del Coronel Gadafi había confirmado la invitación para que visitara el país y que me garantizaba que podía hablar personalmente con el líder de la revolución.

3. Gadafi y los límites del bonapartismo “socialista”
Volví a leer los tres tomos de la obra de Gadafi y a informarme más sobre la situación de la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista del Coronel, y llegué a dos conclusiones: 1. Que las intenciones originales de igualdad social, antiimperialismo burgués y de la Patria Grande Árabe (panarabismo) de Gadafi, eran auténticas --- como en la mayoría de los miembros del coronelísmo árabe inspirado en Gamal Abdel Nasser; pero que su “socialismo natural” no era un paradigma científico capaz de hegemonizar el Movimiento de los No-Alineados del Tercer Mundo y guiarlo contra el imperialismo, ni tampoco, una base teórica adecuada para construir la sociedad postcapitalista; 2. Que su ecléctica teoría (Corán, democracia popular, economía “socialista”) de la democracia directa había quedado en Libia, en el papel. Que a tres décadas de la declaración de la Yamahiriya no había construido el poder popular en Libia, sino un régimen autocrático que navegaba sin rumbo civilizatorio en las aguas negras de la Tercera Vía que, al fin y al cabo, son las aguas negras del capitalismo.

4. Lecciones del fracaso de Gaddafi
Las lecciones de los levantamientos en el mundo árabe, el Magreb y el Mashreq, y del fracaso de Gadafi, son evidentes.

1. No hay Tercera Vía entre capitalismo y socialismo. Aunque la idea es muy popular entre militares progresistas-nacionalistas de América Latina y del Mundo Árabe (Perón, Gadafi, et al.), no es más que una ideología pequeñoburguesa sin fundamento científico alguno. La gente que la usa es o ilusionista (el bonapartismo) o manipuladora (Tony Blair, Anthony Giddens et al.).

2. Cuando una fuerza social o estatal progresista toma el poder con la intención de llegar a la sociedad postcapitalista (socialismo), necesita disponer de o desarrollar un proyecto estratégico racional y científico de transformación que guía su praxis política. Asimismo, tiene que mantener su carácter de vanguardia, lo que solo es posible con una auténtica y significativa participación protagónica de las masas.

Donde no se dan esas condiciones, el sujeto de transformación involuciona y retorna a formas feudales del ejercicio del poder ---entre ellas, la transferencia monárquica del poder a los hijos de la dinastía fundadora, la prohibición de criticar al Rey y la exclusión fáctica del poder de las masas--- como vemos en los regímenes postnasseristas árabes (Mubarak, Quaddafi, Al-Assad) y también, en el Socialismo del Siglo XX, como en Corea del Norte y Rumania.

3. El problema estructural de los levantamientos en el Magreb y Mashreq, detrás de las causas inmediatas del desempleo, la inflación, etc., es el problema generacional. Ningún líder revolucionario socialista ha formulado con más claridad ese “falla geográfica” de las revoluciones, por donde hace erupción la energía transformadora, que Mao Tse Tung. Cuando la nueva generación no asimila y defiende los valores de la generación fundadora, no hay fuerza en el mundo capaz de sostener los regímenes construidos sobre ellos, reflexionaba el líder de la Revolución China. Esa verdad es confirmada hoy día nuevamente en la región árabe, donde el orden regional de la post-guerra fría se derrumba y el castigo de la historia a los sistemas que no evolucionan se evidencia: tanto al coronelismo progresista, como antes al Socialismo del Siglo XX.

4. La lección para los intelectuales es que hay momentos en que hay que rechazar las dulces mieles de las ofertas de los Estados ---premios, cámaras, prebendas financieras y, sobre todo, poder--- sea el Estado que sea. Todos los gobiernos pretenden cooptar a la intelligentsia y no escatiman incentivos para lograrlo. El intelectual crítico debe mantener su independencia ante ese constante peligro de erosión moral.

5. Y los pueblos deben evitar la trampa de la dependencia intelectual y cooptación de los líderes y gobiernos siguiendo la consigna de la Ilustración: Autoridad, discurso y proyecto, que no pueden sustentar su racionalidad y legitimidad, pierden el derecho a gobernar.
El fin de Gadafi

El hecho básico de la situación de Gadafi es que está irremediablemente perdido.

Heinz Dieterich | Para Kaos en la Red | 14-3-2011 a las 4:29

En política es arriesgado hacer pronósticos porque hay muchos factores difíciles de prever. El pronóstico de Fidel del año pasado de que Washington e Israel atacarían a Irán con armas nucleares el 2 de julio del 2010, o antes, es un ejemplo. En el caso de Libia, sin embargo, el escenario es relativamente previsible.
1. Gadafi está terminado
El hecho básico de la situación de Gadafi es que está irremediablemente perdido. Este es el centro de gravitación del análisis situacional. Tiene el país divido en dos bloques, Tripolitania y Cirenaica; tiene Estados Unidos, la Unión Europa, Israel, las dictaduras feudal-mercantiles árabes, la Liga Árabe y la opinión pública mundial en su contra, al igual, que un embargo económico. Ante esas fuerzas, el poder que le queda es mínimo.

2. Su destrucción militar
Militarmente, a Gadafi le quedan unos pocos aviones de combate, unos pequeños buques de guerra y pocas brigadas de combate. El equipo militar es obsoleto y en gran parte inservible. El entrenamiento y la eficiencia de las tropas son bajos. El rendimiento bélico en las últimas guerras en Uganda (1978) y Chad (1987) fue desastroso. De las trece bases aéreas, varias están bajo el control de los rebeldes. Los hangares de los aviones militares de Gadafi han sido plenamente identificados por la inteligencia militar de la OTAN, y lo mismo vale para los barcos de guerra, la infantería y las unidades de tanques. Con misiles cruceros o algunos ataques aéreos, la OTAN acabaría en dos días con esas Fuerzas Armadas. ¿Por qué, entonces, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dice que la implementación de una “No-fly zone” es difícil y requiere más fuerzas que las de un solo portaaviones?
3. La Doctrina militar de Gates
La lectura de la historia militar estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial, que hace Gates, es, que Estados Unidos no debe involucrarse con tropas terrestres en guerras asiáticas. La guerra de Vietnam se perdió; la guerra de Corea fue un empate y el juicio final sobre las guerras de Irak y Afganistán no está claro. La esencia de esta visión del Pentágono coincide con una verdad que ya había formulado Stalin, en cuanto a una eventual conquista militar soviética de Europa Occidental: “El problema no es conquistar un país, sino mantenerlo ocupado y controlado”. Estados Unidos, al igual que en su momento la Unión Soviética, no tiene suficientes tropas de combate para ocupar un país por un tiempo prolongado. Su talón de Aquiles es su débil base demográfica.
4. La solución imperialista para Libia
El verdadero significado de las palabras de Gates es, por lo tanto: necesitamos encontrar un régimen autóctono que garantice la estabilidad de Libia, antes de dar el golpe militar final a Gadafi. Estabilidad en este contexto significa la entrega del petróleo y el control de las fuerzas islámicas en Bengazi. Quitar a Gadafi y neutralizar a las fuerzas islámicas del oriente libio, este es el gran puzzle político-militar que tiene que resolver la Casa Blanca en este momento. La estrategia que emplea es la que usó en la guerra entre Irak e Irán: desangrar a los dos adversarios en una guerra, para después entronizar a un gobierno títere. Esta es la principal razón, por la que Obama no ha destruido a las Fuerzas Armadas de Libia todavía. Tienen que debilitar a las fuerzas islámicas, debilitándose ellas mismas en esta guerra. Exhaustos los dos, el imperialismo instala el nuevo orden.
5. La última opción de Gadafi
El momento del ataque de la OTAN llegará cuando Gadafi emprende la campaña militar para retomar a Bengazi. Ante las inevitables muertes de civiles en esa guerra, magnificadas por una campaña mediática internacional, se repetirá el viraje de la guerra del Mariscal alemán Erwin Rommel en Tobruk y El Alamein, con una ofensiva de la OTAN. La única salida que le queda a Gadafi, es por lo tanto, parar la reconquista del Oriente libio y tratar de negociar con la oposición una forma de dimisión que le salve el pellejo.
Todo indica, sin embargo, que el “León del Desierto” en 2011, como el “Zorro del Desierto” (Rommel) en 1943, ha llegado al fin de su camino. No construyó la democracia anticapitalista que había prometido y no construyó el Socialismo del Siglo XXI que le hubiera dado la fuerza para una Guerra Popular Prolongada. Agotado su sistema pequeñoburgués bonapartista de la Gran Yamahiria Árabe Libia Popular Socialista, se pasó al bando del imperialismo y sionismo. Cuando los movimientos modernizadores de la revolución democrática burguesa sacudieron las petro-cleptocrácias del Magreb y del Mashreq se quedó como el Mariscal de Campo de los nazis: sin tanques,ni artillería, ni bombarderos, para parar la ofensiva final del enemigo.
Es probable que no le queden más que dos semanas a Gadafi.
El Tigre de Papel destroza a Gadafi

El mayor crimen de los Hussein, Gadafi, Noriega et al es, que permiten al imperialismo reconquistar posiciones geoestratégicas que había perdido.

Heinz Dieterich | Para Kaos en la Red | 20-3-2011 a las 4:48 |

1. La megalomanía de los coroneles
“Francia será vencida. Estados Unidos será vencido. Gran Bretaña será vencida”, aseveró el Coronel Gadafi el miércoles pasado, y pidióuna “disculpa”de las potencias de Occidente por sus “errores” al apoyar la revuelta libia. Una declaración sorprendente del Jefe de un Estado desertico con cinco millones de habitantes. De hecho, una declaración que denota una separación psicótica de la realidad. Es parte del síndrome de megalomanía que se observa con frecuencia en los coroneles (coronelismo) y, casi siempre, en la soldadesca que llega a dominar el poder político. Gadafi, Saddam Hussein, Noriega, la lista es muy larga.
2. Los megalómanos ante el Tigre de Papel
La megalomanía de los militares autoconvertidos en presidentes resulta de dos factores: a) del sistema de dominación autocrático, sin controles democráticos, críticas públicas o incidencia real popular, que tienden a construir y; b) de la compulsión eufórica de poder que les suele inculcar la extraordinaria fuerza de un batallón militar en marcha o el paso de los tanques y aviones de combate. Sobreestiman ese poder abrumador frente a un potencial adversario y se les olvidan las reglas más básicas de la guerra, desde Sun Tzu a von Clausewitz, Napoleón y Rommel.
En el caso de Saddam Hussein, por ejemplo, antes de iniciarse las operaciones bélicas, escribí un análisis para el diario mexicano La Jornada, donde sostenía que pese al gran número de tanques iraquies, su Fuerza Armada no iba a durar ni seis semanas. Era fácil ese pronóstico (correcto). Bastaba conocer la Doctrina Militar de la OTAN de entonces (Air Land Battle 2000), derivada del Blitzkrieg de Hitler; la topología del campo de operaciones (desierto) y la inmensa superioridad aérea de los agresores. Estaba claro que las Fuerzas Armadas de Irak nunca tuvieron un ápice de posibilidad de defenderse, ni hablar de prevalecer. Saddam Hussein no las llevó a una guerra, sino al matadero; entregando la nación, al mismo tiempo, en bandeja de plata al imperialismo. Trágicamente, la situación de Libia es aún peor que la de Irak en su momento, pese a que era tan fácil de predecir como aquella. (Immanuel Wallerstein metió groseramente la pata en su pronóstico.)

3. La dialéctica del Tigre
Cuando esos bravucones invocan la famosa imagen del Tigre de Papel, zhi laohu, de la cultura china---popularizada mundialmente por Mao Tse Tung y el Tío Ho--- usan la frase sin cerebro. Es decir, sin la dialéctica de los grandes estrategas. Es esa dialéctica que revela cuándo el Tigre es de Papel y cuando es tan real que mata. Su arte de interpretación es una cuestión de vida o muerte en la guerra, como Mao ha demostrado con un sinnúmero de ejemplos en sus obras sobre la guerra civil contra Tchiang Kai Chek. Pero, se puede ilustrar el problema también en forma anecdótica.
Cuando los franceses reocuparon Vietnam después de la Segunda Guerra Mundial, invitaron a Ho Chi Minh a un recorrido en sus acorazados. La intención era obvia: intimidarlo con el poder militar para que no iniciara la guerra de liberación contra los imperialistas. No lograron su objetivo. Cuando Ho se encontró después con su General Giap, el comentario fue: “Los franceses cometieron un gran error. Me enseñaron que sus grandes buques de guerra no pueden subir nuestros ríos.”
Algo semejante pasó con Chruchtchev.Cuando un político chino le reclamó que la URSS era demasiado blanda ante el Tigre de Papel del imperialismo gringo, Chruchtchev contestó: “Sucede que el Tigre de Papel tiene dientes nucleares”.

4. El crimen de Gadafi
El mayor crimen de los Hussein, Gadafi, Noriega et al es, que permiten al imperialismo reconquistar posiciones geoestratégicas que había perdido. Por eso, sus pueblos tienen que ser vigilantes ante sus promesas del “nuevo mundo socialista” y sus provocaciones populistas al imperialismo. En esto, sí, los bravucones del mundo árabe y latinoamericano pueden aprender mucho de Fidel. Tanto, de hecho, que hasta el día de hoy el Tigre nuclear no ha podido matarlo.
La responsabilidad de Gadafi en el avance de la OTAN

Leer hoy día a la mayoría de los comentaristas y políticos de izquierda sobre la intervención de la OTAN en Libia es, esencialmente, una pérdida de tiempo.

Heinz Dieterich | Para Kaos en la Red | 28-3-2011 a las 17:19

1. La pregunta impronunciable
Leer hoy día a la mayoría de los comentaristas y políticos de izquierda sobre la intervención de la OTAN en Libia es, esencialmente, una pérdida de tiempo. Sustituyen el análisis con sus lamentaciones sobre el cinismo del imperialismo, que solo quiere el petróleo y que después de Libia siguen Siria, Irán y Venezuela. Afirmar esto es tan trivial como afirmar que el sol “desciende” al atardecer. Sin embargo, la interminable repetición de esa verdad trivial les permite omitir una pregunta que es decisiva para la Izquierda y la lucha de clases: ¿Cuál es la culpa de Gadafi de que la OTAN hoy domina el país?
Dicho en forma general: ¿Cuál es la responsabilidad de los líderes históricos en el fracaso de los procesos revolucionarios? Por ejemplo: ¿del Buro Político del Partido Comunista de la URSS en los 37 años de estancamiento post-stalinista y el colapso final? ¿de Kim Yong Il en la petrificación del stalinismo en Corea, su estancamiento económico y el apoderamiento dinástico-familiar del poder político?
2. La responsabilidad de los líderes en los triunfos imperialistas
La responsabilidad de Gadafi en el avance imperialista actual se puede formular en una frase: habiendo tenido el poder político-militar absoluto y una riqueza económica desproporcional durante 42 años (¡!), ha sido incapaz de integrar el país en un sólido bloque de poder nacional, capaz de resistir al imperialismo. No ha logrado integrar a la juventud libia ni a la región islamista oriental. La razón de este fracaso---que ha permitido la actual intervención imperialista---es la falta de democracia y participación de los ciudadanos en los asuntos públicos de la nación. Restringiendo el poder y la conducción pública a un aparato monopólico, el sistema y sus líderes perdieron su capacidad de evolución. Cuando cambió el entorno, ambos se hundieron.
Este fue el caso del Socialismo del Siglo XX: la transición del vertical modelo stalinista al democrático Socialismo del Siglo XXI nunca funcionó. Para el mundo árabe, el régimen sirio del Partido del Renacimiento Árabe Socialista(Baath), que actúa bajo la consigna “Unidad, Libertad, Socialismo”, ilustrael problema. Desde que llegó al poder en un golpe de Estado en 1963, ha mantenido a la población durante 38 años bajo estado de sitio (¡!). Ahora, al igual que Gadafi, Saddam Hussein y Mubarak, Bashar al-Assad ---“el hermano humanista y socialista”, como dice Hugo Chávez---pagará el precio por su inmovilismo, porque el descontento interno y la subversión imperialista no le permitirán una transición exitosa a un régimen más fuerte, por ser más popular y participativo.
3. La soberbia de los líderes
La culpabilidad histórica es de esos líderes y colectivos (partidos, guerrillas, facciones) que encabezan procesos de transformación democratizadores, para después sacralizar de inmediato el “nuevo orden” que generan, y en el que nada puede modificarse sin su beneplácito. No se les ocurre que tienen que renovar su legitimidad constantemente. No se les ocurre, que su reclamo a ser legítimos detentores del poder de la nación por un hecho fundador revolucionario de hace medio siglo, se convierte en ritual hueco ante las nuevas generaciones. Y menos se les ocurre que la evolución los liquidará por ignorantes o soberbios ante las leyes de la historia.
4. La culpabilidad
En derecho penal, el concepto de culpa implica una conducta que por imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia de normas existentes genera un daño, que era previsible y evitable. Este es el caso de Gadafi, Saddam, Noriega y de los regímenes caídos o en crisis del Socialismo del Siglo XX. La norma que desconocieron no es una ley del derecho internacional o un precepto de la ética política. Ambos son de poca importancia real en el quehacer de las naciones. Su culpa consiste en desconocer la ley de la evolución del universo. Piensan que en un cosmos en constante movimiento y, por lo tanto, cambio, pueden permanecer en el inmovilismo, petrificando y sacralizando su modelo original de dominación que instauraron cuando tomaron el poder. Una conducta de suprema ignorancia o soberbia.
5. “Asumo la responsabilidad
Cuando tienen que admitir algún error grave no dicen más que un retórico mea culpa o unretórico “Asumo la responsabilidad”. De hecho, no asumen su responsabilidad política que consistiría en explicar ante las masas el por qué de sus errores. Porque sólo de esta manera los ciudadanos podrían aumentar su nivel de conciencia. Y, tampoco, hay sanciones para ellos, sino solo para los subalternos. Esos subalternos responsables frecuentemente son llamados por los líderes “la burocracia”. Lo que callan es que la burocracia estatal, civil y armada, es generalmente su principal bastión de poder y que ellos, como Jefes del Estado, son responsables de ella. Y si no pueden controlar o cambiarla, deberían dimitir.
6. Gadafi y la Izquierda idolatrante
Los líderes son necesarios en determinados momentos de la historia. Lo que no es necesario, sino patológico y reaccionario, es la subordinación mental de las masas ante ellos, sus mandarines políticos y sus chamanes ideológicos. La Izquierda idolatrante y oportunista que les rinde culto a la persona y al poder, es corresponsable de las derrotas como la de Gadafi, porque sustituye el análisis crítico por el newspeak de los líderes. Cuando sus triunfalismos se caen en pedazos ante las bombas de la OTAN, solo saben repetir las trivialidades sobre la maldad del imperialismo. Asumen el papel de los curas. Todo lo que está mal en la maravillosa creación del Señor es la (imprevisible) obra del Diablo.
Sin embargo, nada en la destrucción de Gadafi era imprevisible. De hecho, su capitulación data de diciembre del 2003, cuando renunció al desarrollo nuclear, entregó el petróleo y se volvió colaborador del Mossad, de la CIA y del MI-6. Y los fascistas gringos con sus colaboradores sionistas ya habían publicado en 1997 a través del Project for a New American Century (PNAC), cómo iban a reordenar el mundo oriental desde Marruecos hasta el Hindukush. Con el fraude electoral de Bush (2000), ese proyecto hegemónico global se hizo política oficial del Imperio, y el ex Director de la CIA, James Woolsey, lo explicitó aún más en 2003, cuando configuró “La Cuarta Guerra Mundial”.
Las descabelladas propuestas de Gadafi, de enero a marzo del 2009, para salvar su pellejo mediante la movilización del pueblo, fueron paradas por su propia clase política. Era too little to late, como dicen los gringos. De todas formas, estaban tan fuera de la realidad como las propuestas del dinero comunaly de las Comunas, del Presidente Hugo Chávez, y sólo hubieran llevado a un desastre mayor si se hubieran realizado.
7. Marx y los líderes
Ante esa idolatría de los líderes, que es una actitud absolutamente contrarrevolucionaria, hay que recordar la caracterización que hizo Marx de ellos y de su papel en el proceso histórico. Para Marx, ellos no eran más que Zufaelligkeiten: casualidades o eventos aleatorios (al azar).
¡Qué tan lejos está la Izquierda actual de la lucidez teórica de los próceres!
*Tomado de http://www.kaosenlared.net/colaboradores/heinzdieterich