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sábado, 17 de agosto de 2013

La naturaleza no suelta prendas



Nesfrán González

 Jua
El mes de diciembre de 1999 marcó una de las páginas más oscuras en la historia contemporánea de Venezuela,  producto del desastre natural ocurrido especialmente en  el estado Vargas debido a un período de fuertes lluvias.  Deslaves, corrimientos de tierras e inundaciones se hicieron presentes dejando un saldo lamentable de 30000 personas desaparecidas, cientos de miles damnificadas y cuantiosas pérdidas materiales. Ya, después de trece años de aquel macabro desenlace los venezolanos siguen recordando como la naturaleza se ensañó contra aquella región del país, evocando situaciones anteriores hasta la más referenciada de todas como fue el diluvio en los tiempos bíblicos de Noé.  La poesía, en un intento por dejar un registro de lo ocurrido para la posteridad, se hace presente a través de dos grandes poetas como son Juan Calzadilla con “Noticias de un alud” (Monte Ávila 2009) y Rosana Hernández Pasquier con “El cuerpo de la transparencia” (Blacamán Editores 2012) 

Juan Calzadilla nos ofrece el testimonio de un espectador que se cuestiona los efectos del desastre, transmite una versión fílmica, reporteril y en algunos casos demencial de los hechos devastadores del alud y sus consecuencias: Avanzo entre las cuadrillas de moscas / barranco abajo hasta el terraplén / donde el albañal y la carroña se juntan. Confronta a la naturaleza, su capacidad de aparecer desbocada y sin atenuantes: Pues en materia de anuncios / la naturaleza no es, que digamos, muy puntual. Y sin reparos ni miramientos le confiere al hombre su debida culpa y responsabilidad por no estar atentos a las señales que ofrece el ambiente ante situaciones poco usuales, dichas señales eran atendidas por los ancestros que buscaban mantener una relación armónica con la naturaleza, todo esto expresado en su poema “Aguas salidas de madre”. Al final cuando la creciente se ha transformado ya en una máquina productora de muerte aparece el sol radiante, que mientras sucedió todo, estuvo oculto, el poeta le dice: No trates de sacar partido / de nuestras desgracias.
Rosana Hernández Pasquier nos lleva a los terrenos místicos y universales del agua como elemento propiciador de vida y generador de muerte: la lluvia / su presencia de animal mitológico / sobre las grietas de la tierra. En sus poemas devela la fragilidad del hombre ante su entorno, los temores ante lo incierto y lo intangible. El desastre es expresado a través del dolor que puede drenar por medio de la palabra: Escanció tanta agua el cielo / que saturó cuerpos calles y avenidas. El fenómeno obliga a la poeta a reiterar en varias ocasiones la vuelta del ser humano a su más profundo origen: el barro. Aprovecha para planear en el campo de los días de antaño y recordar cuando la lluvia era una forma de diversión en su infancia y al volver a la realidad de la tragedia, es un vehículo transportador de aullidos de dolor. A manera de cierre leemos los poemas de Voces del hacedor de lluvia, versos que busca establecer una conexión con lo sagrado, lo iniciático, lo esencial, con el canto Sakvari de la desaparecida religión védica de la India y con el Creador mismo.

“Noticias de un alud”  y “El cuerpo de la transparencia” son dos libros que ofrecen una visión propia de lo ocurrido en el estado Vargas, en el que sus respectivos autores dejan lo mejor de sí, su voz que late en consonancia con el ritmo acelerado y explosivo del agua. Se complementan en el juego de probabilidades que origina la lluvia, el vital líquido contenido que al final se libera de su represa y el barro mortífero transformado en deslave o alud y que aún se mantiene como huella imborrable en las personas que lograron sobrevivir y vieron desaparecer a familiares y seres queridos.

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