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lunes, 23 de julio de 2018

LA IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LA VILLA DE CALABOZO DURANTE LA CAMPAÑA DEL CENTRO (1818) Y EN OTROS MOMENTOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA


Ubaldo Ruiz
 (Escuela de Historia de la Universidad “Rómulo Gallegos”. Calabozo, Guárico)

           
Como es sabido, dentro del largo y complejo proceso que representó la guerra de independencia se realizó la denominada campaña del centro, durante los meses iniciales del año 1818. Hace poco acaban de celebrarse sus primeros doscientos años, ocasión propicia para revisar nuevamente aquellos acontecimientos y generar debates conducentes a interpretaciones que permitan apreciar nuevos aspectos de una realidad, que como todas las realidades, fue infinitamente rica en matices. La presente es una propuesta con la pretensión de que sea sometida a la crítica, y de ser posible, que contribuya con esos debates. Tiene como centro argumentativo una exposición relativa a la importancia que pudo haber tenido la Villa de Todos los Santos de Calabozo dentro de las estrategias seguidas por algunos jefes militares durante ese período de la contienda emancipadora.
            La campaña del centro, concebida por Bolívar durante los meses finales del año 1817, tuvo como objetivo final la toma por los patriotas de la capital política, la ciudad de Caracas, desde Angostura, donde se había establecido el gobierno provisional de la República mediante varios decretos de El Libertador, como los que crearon el Consejo de Estado y el Consejo de Gobierno. Al respecto el historiador José Gil Fortoul (1978) afirma que Bolívar
Decretó, finalmente, que mientras no estuviese libre la mayor parte del territorio ni se pudiese establecer el gobierno representativo, el Jefe Supremo tendría un “Consejo provisional de Estado” (30 de octubre) para informar en los asuntos administrativos, y un “Consejo de Gobierno” (5 de noviembre) en quien delegaría algunas de sus facultades durante su ausencia en campaña.

                Para ese momento el ejército republicano tenía bajo su dominio el territorio de Guayana, el cual se comunicaba desde allí con la ciudad de Barcelona y la isla de Margarita, además de una parte del territorio de Apure, en donde campeaban las tropas llaneras al mando del caudillo José Antonio Páez. Por su parte las divisiones realistas comandadas por el general Pablo Morillo controlaban el resto de Venezuela y prácticamente toda la Nueva Granada. Bolívar consideraba que para la liberación de Venezuela era indispensable la toma de su ciudad capital. Por ello trazó el plan de conducir sus fuerzas desde Angostura hasta Caracas.
            A fin de llevar a cabo ese plan consideró auxiliarse con los llaneros de Páez, con quien había sostenido un intercambio epistolar desde el mes de julio de 1817. Carlos Alfonzo Vaz (1982) asegura que a partir de allí “continúan los contactos escritos entre El Libertador y Páez, mediante una correspondencia periódica.” Agrega este autor que en una carta fechada en octubre Bolívar le participa al jefe llanero: “Dentro de quince días, sin falta alguna, marcharemos llevando una fuerte expedición con todos los elementos necesarios para concluir, si es posible, esta campaña”. Obviamente  dentro de los planes de Bolívar ya estaba prevista la realización de la campaña del centro, aunque esta vino a realizarse algunos meses después.
            Cuando las circunstancias lo permitieron, en diciembre, se pudo dar inicio a la prometida campaña para liberar la capital. Para ello Bolívar envía una avanzada al mando del general Zaraza, que cruzó el Orinoco al sur de la provincia de Barcelona, pero fue derrotada por el general español Miguel de la Torre en el sitio denominado La Hogaza, al sur de Valle de la Pascua. Gracias a este triunfo, La Torre fue condecorado con la orden de San Fernando, expedida por el propio Rey, la cual le fue conferida en Calabozo el 16 de mayo de 1819, según informó la Gaceta de Caracas en su edición número 162 del miércoles 2 de junio de 1819.
            Al saber la derrota de Zaraza, dice Gil Fortoul (1978) que “Bolívar regresa a Angostura, organiza con su acostumbrada rapidez otra división de hasta 3.000 hombres, … remonta el Orinoco (31 de diciembre) y a los pocos días (enero) incorpora en San Juan de Payara parte de las fuerzas de Páez…”; sin embargo, la información clave de la campaña la da el propio Bolívar en una carta que envía desde el mencionado pueblo al Consejo de Gobierno el día 5 de febrero de 1818. En ella el máximo jefe republicano prevé una victoria decisiva sobre Morillo, quien “ha establecido su Cuartel General en Calabozo y ha concentrado allí sus fuerzas”. Del texto se puede interpretar que Bolívar pudiera haber pensado en obtener la independencia de Venezuela al infligirle una derrota al caudillo español en esta ciudad llanera, pues en la misiva afirma acerca de las tropas de Morillo, que “…batidas estas, San Fernando, Barinas, y toda la provincia de Caracas caerán en nuestras manos sin otra operación que marchar.”, y al final remata diciendo: “Yo espero tener dentro de muy poco la satisfacción de participar a V. E. una victoria completa y decisiva.” Citado por C. Alfonzo Vaz (1982).
            En la nombrada carta de Bolívar este afirma, como ha podido leerse más arriba que Morillo había establecido su cuartel general en Calabozo y concentrado en ella sus fuerzas. Si atendemos a lo afirmado por el historiador español Salvador de Madariaga, el mencionado oficial hispano tomó casi desde un principio a la Villa de Calabozo como el centro de sus operaciones militares y administrativas. Ello toma más importancia si se considera, tal como lo escribe el citado autor que la fuerza comandada por Morillo constituyó “…la expedición más numerosa que había cruzado el Atlántico desde el descubrimiento de América…” Madariaga (1959).
            Al hacer una revisión de lo escrito por varios historiadores, entre ellos Madariaga (1959) y Gil Fortoul (1978), se puede constatar que la expedición de Morillo, con aproximadamente 15.000 efectivos, arribó a Margarita el 7 de abril de 1815; a Caracas llegó el 11 de mayo; puso sitio a Cartagena de Indias desde el 1 de septiembre hasta el 6 de diciembre. De allí partió para Santa Fe de Bogotá, adonde arribó el 26 de marzo de 1816. En esta capital virreinal permaneció hasta “mediados de noviembre”, cuando, como afirma Madariaga (1959), “Enviando a La Torre por delante se puso en marcha hacia Venezuela…”. A principios de 1817 Morillo envía una carta al Capitán General, Salvador de Moxó, diciendo Madariaga que “Este documento está fechado en Calabozo, donde había instalado sus reales…”. El caudillo español realiza durante ese año 1817 una campaña por el oriente, en donde, como se ha afirmado más arriba había uno de los enclaves republicanos: el 13 de mayo está en El Chaparro, el 17 de julio en Margarita, y el 19 de agosta arriba a Cumaná.
            Durante los últimos meses de 1817, mientras se encontraba organizando la República y atendiendo los complejos problemas de insubordinación de algunos miembros de su oficialidad, como Mariño, Arismendi, Bermúdez, y el caso más emblemático protagonizado por Manuel Piar, Bolívar ha debido prestar mucha atención a los movimientos y a la disposición de las fuerzas de Morillo. A propósito del establecimiento de sus tropas en Calabozo, mencionado por Bolívar en la susodicha carta del 5 de febrero de 1818, Madariaga (1959) dice que
A fines de 1817 (…) Las divisiones de combate se encontraban: la primera, al mando de La Torre, cubriendo la línea de El Sombrero a El Calvario; la segunda, extendida desde Caracas a Valencia; la cuarta, bajo Aldama, en Nutrias, y la quinta, que mandaba Calzada, en Camaguán…
            En esta cita de Madariaga se puede observar el celo de Morillo por establecer todo un frente móvil a los bastiones republicanos de Oriente, Guayana y Apure, y cómo en la disposición de las mencionadas divisiones queda Calabozo casi en medio de un anillo de tropas, lo que confirmaría la situación estratégica que tenía en aquellas condiciones bélicas la Villa de Todos los Santos, y explicaría los planes de Bolívar para sorprender a Morillo en la ciudad guariqueña, y forzarlo allí a una batalla decisiva para la independencia de Venezuela, por lo cual es posible afirmar que Calabozo constituyó en esas circunstancias históricas, por lo menos para la visión de El Libertador, el núcleo de su atención para emprender la famosa campaña del centro y conquistar el objetivo político representado por la ciudad capital de Caracas.
            Tal como lo planificó Bolívar, el ejército republicano sorprendió a Morillo en la Villa de Calabozo, al amanecer del 12 de febrero de 1818. Las fuerzas realistas estaban dispuestas, según el historiador Adolfo Rodríguez (2004), de este modo:
El regimiento de caballería Húsares de Fernando VII reducido a 230 hombres y uno de cazadores del Navarra, ocupando la Misión de Abajo. El batallón de Castilla (450) hombres), en la Misión de Arriba; los batallones de la Unión, de 600 plazas y el de Navarra de 700 situados en el propio Calabozo.
            Hay que aclarar que las misiones nombradas eran dos antiguos pueblos de misión ubicados a distancia de una legua de Calabozo, siguiendo el río Guárico, corriente arriba la de Arriba, y corriente abajo la otra; hoy día ambas poblaciones están integradas al área urbana de la ciudad. Por su parte, las fuerzas republicanas estaban dispuestas de la siguiente manera: en el Estado Mayor, Bolívar, Soublette y Santander, la infantería marchaba en el centro, en dos columnas; la caballería de Páez a la derecha, la de Sedeño a la izquierda, y la de Monagas a la retaguardia. El desarrollo de la batalla, aunque resultó en una victoria parcial para los republicanos, no tuvo la condición de decisiva pues no se pudo destruir a las fuerzas monárquicas, las cuales se hicieron fuertes dentro de la ciudad, y después de aguantar un sitio de dos días pudieron salir huyendo hacia El Sombrero. Al final la campaña fracasó y Bolívar tuvo que regresar a Guayana sin lograr el objetivo propuesto. Morillo por su parte, volvió a establecer “sus reales” en Calabozo, en donde permaneció durante aproximadamente un año y medio más.
            En los meses que siguieron a la finalización de la campaña del centro, el general Pablo Morillo, dentro de su plan de mantener a raya  el avance de los republicanos hacia la capital, decidió tomar la ofensiva contra Páez, con miras a llegar hasta la propia Guayana. Quizás ni sospechaba que ya Bolívar estaba concibiendo una nueva campaña que lo llevaría hasta la Nueva Granada por el páramo de Pisba y Boyacá, pero siempre administrando el oficial hispano sus asuntos desde la Villa de Calabozo. Madariaga (1959) afirma que “Con su base en Calabozo, Morillo decidió tomar la ofensiva, con ánimo de deshacerse de él (Páez), para, luego, reconquistar la Guayana”. Eso lo intentó desde enero de 1819, pero después de sufrir varias derrotas sucesivas de manos de los llaneros, entre ellas la de las Queseras del Medio en abril, y con la cercanía del invierno, “decidió retirarse del todo, y cruzando el Apure el 14 de mayo, se volvió a Calabozo…” Teniendo como “su base” a esta ciudad, continuó Morillo sus actividades hasta que las noticias de la liberación de la Nueva Granada por Bolívar, y la presencia de este en Cúcuta, obligaron al Mariscal español a cambiar su frente de guerra hacia los Andes, ya a finales de 1819.
            La importancia estratégica de la Villa de Todos los Santos de Calabozo durante el desarrollo de la guerra de independencia ha sido notada por varios historiadores. El biógrafo de Bolívar, el alemán Gerhard Masur (1977), califica a esta ciudad, en los tiempos de la actuación de Boves como “…Calabozo, la capital de la región que aprovisionaba a Caracas…). Refiriéndose a la misma época, el biógrafo de Boves, Edgardo Mondolfi Gudat, asegura, después de considerar “la ubicación estratégica de Calabozo”, que esta ciudad era una especie de “atalaya desde donde podían pulsarse las distintas reacciones que suscitaban los hechos de Caracas en otras localidades más apartadas como San Fernando, Achaguas…” Adolfo Rodríguez (2008), no duda en calificar a Calabozo como “Capital de la guerra”, precisamente durante el período de la actuación del general Pablo Morillo. De la preferencia de este oficial por la ciudad guariqueña, dice Rodríguez (2008): “El cuartel general central de su Armada lo sitúa en Calabozo por múltiples ventajas determinantes, sobre todo su posición central en el teatro de la guerra.”
            De modo que no fue una casualidad, sino el producto de su clara visión estratégica de la guerra y de la política que El Libertador Simón Bolívar previó una posible acción militar contra el ejército expedicionario más importante enviado por España a sus colonias americanas, al mando del general Pablo Morillo, la cual, escenificada en la Villa de Todos los Santos de Calabozo, pudo ser decisiva para la independencia definitiva de Venezuela. De acuerdo a la opinión de los historiadores citados, y al estudio de los acontecimientos, queda clara la importancia estratégica de la ciudad de Calabozo dentro del marco de las acciones de aquella contienda, que nos legó la independencia política, y permitió el establecimiento de la República de Venezuela.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ACOSTA SAIGNES, Miguel (2009) Bolívar. Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana.
ALFONZO VAZ, Carlos (1982) Los Muxica Guariqueños de la Independencia. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos.
GIL FORTOUL, José (1978) Historia Constitucional de Venezuela. Tomo IX. México: Editorial Cumbre, S. A. Biblioteca Simón Bolívar.
MADARIAGA, Salvador (1959) Bolívar. Tomo I. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
MASUR, Gerhard (1977) Simón Bolívar. Barcelona, España: Círculo de Lectores.
MONDOLFI GUDAT, Edgardo (2005) José Tomás Boves. Caracas: C. A. Editora El Nacional. Biblioteca Biográfica Venezolana.
RODRÍGUEZ, Adolfo (2004) Calabozo Siglo XIX. San Juan de los Morros: Publicaciones del Rectorado de la Universidad Rómulo Gallegos.
RODRÍGUEZ, Adolfo y otros (2008) Ponencias. III Encuentro de Historiadores y Cronistas de Venezuela en Calabozo. Caracas: Miguel Ángel García e Hijo, S. R. L.


Imagen tomada de https://taimaboffil.wordpress.com/2010/12/01/1%C2%BA-de-diciembre-1817-bolivar-inicia-campana-del-centro-un-nuevo-intento-por-sumar-caracas-a-la-causa-de-la-independencia-oposicion-de-paez-frustra-el-proyecto/


martes, 17 de julio de 2018

UN CANTO PARA MAIRDA



 PROF/ CRONISTA  JOSÉ GREGORIO CÁRDENAS.  CI. 4127445

                               CORREO: faustinero@hotmail.com   telf.: 0424 5876609.


A Mis hijos y su mundo de las formas.

El pasado 31 de Enero, arriba nuestra madre Hilda Rosa Cárdenas a su 9no aniversario de partida a los reinos celestiales. Mamá, es infinita tu ausencia, casi dolorosa y cruel. Te recuerdo en los instantes más aciagos de mi vida; extrañando quizás, esa palabra sabia y certera que devolvía el ánimo, la alegría y hasta la sonrisa a veces.
Recuerdo que al día siguiente de tu siembra, me fui, tempranito al cementerio, quería darte calor y cerciorarme que no tenías frío o que sé yo. Había llovido en la madrugada. Y entonces lloré mucho en silencio y, tuve conciencia plena que había quedado sin ti; algo que ninguno de los dos lo esperaba así. Gracias madre, por tanta bondad y sacrificios para sacarnos adelante; enseñarnos que si se puede soñar despierto, que nacimos para logros sin menoscabo del semejante. Gracias por amarnos tanto. Extraño tus comidas sencillas envueltas en sazón de amor, tus santos y oraciones; la devoción al Dr. José Gregorio Hernández y tu virgen del Carmen , el amor por los animales y tu flor de navidad que dejaste encendida de pétalos rojo- fucsia.
Esta noche aparecerá una luna azul y roja en el cielo de los dioses; hay brisa fuerte que anuncia lluvia, esta lectura de los elementos naturales que nos hacen, los aprendí de ti, y tú de esa tierra guarabaeña con cariño y orgullo que tanto amaste. Que Dios todopoderoso, te tenga en el lugar donde moran las almas benditas e imperecederas.

Cuando logro oír la canción de Alí Primera (Madre, déjame luchar) llega hasta mi aquella promesa que te hiciera en un momento de mi vida azarosa, de sobresaltos y creencias (entre la literatura, la política y la historia).Me pediste que si te quería un poco, me alejara de tanta actividad riesgosa de la política. Que sufría, cada vez que salía de casa y me volvía un ermitaño, cual “lobo Estepario “.No deseo saber más de torturas, ni calabozos, no te parí para eso. Te prometí que me alejaría y no me distanciaría tanto de ti y mis hermanos. Atrás quedaron las luchas estudiantiles, el partido de extrema estudiantil que se venía formando en Lara, Maracaibo y Boconó  Recuerdo madre, que llegué un viernes de junio de 1982 a tu casa, nuestra casa y te habías enterado de mi encierro, de mi desaparición forzada por cuerpos de seguridad de aquel entonces. Me abrazaste y lloraste, me pedías que no te diera esa vida…Te sobrevino un  episodio cardíaco y ya en aquel hospital, me dolía la conciencia, sentía que no merecías que el amor que por mi sentías, tenía que padecer tal desamparo y oscuridad donde brotaba el miedo.  Tu mundo era el hogar, los hijos, la familia, los vecinos, los recuerdos, la misa dominical  y tantos otros detalles hermosos de la vida, que hacían de tu toparquía;  un ser maravilloso y creador.

Saben lectores, cuando MAIRDA, _ así le dije siempre a mi madre y no sé por qué-estaba en sus últimos días, le abrazaba y me ponía a llorar mirando aquella cabecita blanca e indefensa entre sábanas azuladas. La última vez que me habló, fue para decirme: “no olvides la casa “Todos estábamos muy tristes, aquella mujer, nacida un 17 de diciembre del 1937 nos dejaba, para retornar a su hogar celestial. Cuando la estábamos sembrando, quise recitarle un poema escrito para ella; pero, no pude y salí corriendo para sentarme en no sé dónde.
Cito un texto de la argentina Diana Soulé Canau, en su libro SOLO POR HOY.

“Un día sentí que ya era muy grande para ser niño; hoy siento que soy
Muy niño para ser grande. Estoy como atrapado en dos dimensiones
Diferentes. Estoy crucificado como un adulto (…) con dos  brazos que
No sirven ni para abrazar fuerte a mi nana. (…).Tengo un niño en el alma,
Donde guardo lo mejor de mí. (…) Ese niño es confiable porque sabe decir
¡te quiero!”   (p15).
Las palabras serán la fortalezas, las rosas de los vientos y todas las campanas, que regarán tus recuerdos en este inmenso valle verde, lleno de bromelias, de jancitos y pomarrosas; este valle verde que supo de tu infancia, tu adolescencia entre pilitas de agua y el resto de tu existencia.. Que los mares de sal, te hagan llegar mis plegarias y BENDICIÓN.