Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

martes, 22 de febrero de 2011

LIBIA SEGUN DIARO ESPAÑOL

"Aquí todo lo que se ve son señales de guerra"*

Testigos relatan a EL PAÍS la campaña de terror de Gadafi contra la población civil.- El aeropuerto de Bengasi, destruido tras los choques entre manifestantes y el Ejército libio


El régimen de Muamar el Gadafi continúa, por segundo día consecutivo, con su campaña de terror contra la población civil. Después de que ayer los militares atacaran varios objetivos en la capital libia con cazabombarderos y helicópteros, el régimen ha recurrido hoy a mercenarios fuertemente armados que patrullan las calles de Trípoli para dar caza a los opositores. Un ciudadano español que reside en Trípoli ha asegurado a este periódico que "los helicópteros están sobrevolando la ciudad disparando contra la gente. Mercenarios en coches patrullan la ciudad y disparan también". Este testigo, que ha preferido guardar el anonimato por razones de seguridad, ha asegurado que "salir a la calle es complicado" y que la situación en los aeropuertos es caótica. "Más de 3.000 turcos esperan a las puertas del aeropuerto para coger un vuelo y dejar el país", ha contado. Abandonar Libia se ha convertido en una misión imposible. "En las fronteras está comenzado el pillaje y si intentas salir por los pasos fronterizos de Túnez o Egipto te quitan el dinero, el móvil y tus pertenencias". El acceso a Internet en Trípoli también se ha convertido en una odisea. "No sé lo que me durará la conexión ya que nos la cortan cada dos por tres", se ha quejado este español.
Amira, una joven libia aguanta como puede el castigo del Ejército, ha confesado, en conversación telefónica, "sentir miedo". "Pero soy libia. Nací en este país y moriré en él", ha proclamado a continuación. "No nos atrevemos a salir de casa. A través de las ventanas vemos disparar a los soldados continuamente y se oyen gritos", ha contado. Amira, dentista de profesión, tiene una hermana que reside en Madrid de la que se siente orgullosa porque "está aportando su granito de arena". "Protesta delante de la Embajada en España con otros residentes libios", declara.
En Libia los vecinos se han organizado para "hacer frente común". Han reunido provisiones como agua o gasolina "por si la situación se alarga", ha contado, algo que tras varios días han agradecido ya que muchas tiendas están cerradas y nadie se atreve a salir a la calle. De hecho, mientras Gadafi ha dado su discurso a través de la televisión, "todo el mundo estaba en sus casas, conectado, para saber qué decía", ha contado. Nada más empezar a hablar el dictador, los helicópteros han comenzado de nuevo a sobrevolar las azoteas de la ciudad. Tras el discurso, los soldados han disparado al aire para celebrar las palabras de Gadafi. "Este tirano quiere provocar una guerra civil. Ha llamado 'ratas' a los manifestantes y los acusa de odiar a su país. Si sigue así va a provocar que esto se convierta en Afganistán", se ha quejado.
El miedo se ha instalado en la calle. A pesar de que algunos soldados se han negado a disparar a los manifestantes los libios saben que el régimen ya cuenta con hombres sin escrúpulos capaces de hacer cualquier barbaridad. "Unos amigos míos vieron en los cuarteles de Trípoli una furgoneta en la que se montaron hombres vestidos de negro que hablaban francés. Creemos que son mercenarios", ha contado, asustada. Aún siendo consciente de lo todo lo que es capaz de hacer la familia Gadafi -"Muamar el Gadafi es un tirano, como su padre"- Amira ha asegurado que el pueblo libio está unido. "Somos libres y solo queremos ver caer al régimen", ha insistido.
Un ingeniero libio con el que ha contactado EL PAÍS a través de telefonía por Internet ha contado que la ciudad a primera hora de la mañana estaba tranquila y que se podía ver a libios buscando pan y gasolina. Este residente en Trípoli ha explicado que muchas de las barricadas han sido levantadas para impedir el paso de los vehículos del Ejército con armamento pesado. Una de las plazas del centro ha sido escenario de una manifestación de partidarios de Gadafi que ondeaban banderas verdes y adornaban sus coches con fotografías del líder libio. Algunos iban armados y han efectuado disparos al aire con la intención de amedrentar a la población para que vuelva a sus casas.
Salem Gnan, un portavoz del Frente Nacional para la Salvación de Libia, ha explicado al diario británico The Guardian que ha contactado con su cuñado en Trípoli esta mañana y le ha hablado de "cadáveres tirados en las calles". "Hay informaciones de que el principal hospital de la ciudad ha sido bombardeado y todo aquel que está en la calle, especialmente si forman grupos de tres o cuatro personas, es disparado por los soldados", explica Gnan. "El régimen hace todo lo que puede para mantenerse en el poder y la gente se está empezando a desesperar. Necesitan comida y agua". Amira ha añadido que en el centro sanitario "impera la ley del silencio". Algunos médicos le han corroborado las palabras de Gnan, y ha contado cómo partidarios del régimen han implantado un férreo control para impedir que se saquen fotografías y vídeos dentro del hospital.
Accesos cortados y edificios en llamas
Otro ciudadano libio ha recorrido en coche algunos barrios de la capital libia y ha relatado lo que ha visto en un foro de expatriados en Internet. Según este testimonio, el acceso a la plaza Verde, en el centro de la ciudad, está bloqueado por el Ejército. Algunos edificios siguen en llamas y se han levantado barricadas con neumáticos en varias calles. Todavía se ven por algunos rincones retratos a medio quemar de Gadafi y pintadas contra el líder libio. Las gasolineras registran largas colas de ciudadanos en busca de combustible. La mayoría de comercios están cerrados y los pocos que están abiertos están desabastecidos de productos de primera necesidad.
El seleccionador nacional de fútbol-sala de Libia, el gallego Pablo Prieto, ha podido hablar con su familia gracias a Skype y ha reconocido que tanto él como el preparador físico, el extremeño Luis Castellano, están "angustiados". Prieto ha narrado a su mujer una situación muy complicada: "Aquí todo lo que se ven son señales de guerra. En el camino nos hemos encontrado más de 20 coches quemados, escasea la gasolina y hay colas de kilómetros ante las estaciones de servicio". "Nos vamos para el aeropuerto", ha sido lo último que ha transmitido el seleccionador a su esposa.
También ha intentado coger un avión para huir del país Juan Prunes, uno de los españoles que continúa en Libia. Trabaja para una petrolera canadiense que les ha preparado tres vuelos chárter para que abandonen el país, pero finalmente tendrán que esperar unos días, ya que ahora la compañía no se hace responsable de que sea seguro volar. Prunes vivió el estallido de violencia en Trípoli desde el principio. Su hotel estaba cerca de la Plaza Verde y cuenta que no pudo dormir hasta las cuatro de la mañana. "Esa madrugada cambiamos el ruido de las bocinas por los tiros, que se escuchaban desde las 23.00", ha recordado.
"Hoy, de camino a la oficina, pude ver el Congreso ardiendo", ha relatado Prunes. Al mediodía, su compañía lo trasladó a un campamento a 70 kilómetros de Trípoli junto con 500 empleados más. "Aquí tenemos comida y conexión satélite", se ha alegrado. Mientras espera poder salir de Libia, recuerda como una premonición una conversación con el taxista que lo recogió en el aeropuerto de Bengasi: "Estaba rabioso con Gadafi, dijo que Libia podría ser el nuevo Abu Dabi y que, en cambio, el suyo era un país pobre en educación e infraestructuras". La esposa de Prunes, Alejandra Mont, espera en España a su marido con cierto resquemor. "La Embajada no ha hecho nada por ellos", se ha quejado.
Elisenda López, una catalana que reside en Lugo y que está casada con un británico, explica que su marido está atrapado en Bengasi y también se ha quejado de que la Embajada no se ha movido para sacarle de Libia. "Ni siquiera saben quiénes están allí", ha dicho. "Anoche fue la última vez que hablé con él. Estaba atrincherado con unos italianos en el hotel Al-Hurra", cuenta la pareja de David Livingstone. La embajada británica ya advirtió el sábado de "la extrema peligrosidad de viajar por carretera". Ya que el aeropuerto está destruido, la única opción para ser evacuado es coger un ferry a Malta o arriesgarse a emprender una ruta por carretera hasta la frontera con Egipto.
El aeropuerto de Bengasi, destruido
La situación también es extremadamente complicada en el este de Libia. El aeropuerto de Bengasi, bastión de la resistencia al régimen de Gadafi, ha amanecido este martes con sus pistas de aterrizaje completamente destruidas e inutilizadas, según ha relatado el ministro egipcio de Exteriores Ahmed Aboul Gheit. Esta noticia, que no ha podido ser confirmada por ninguna otra fuente, es una prueba más de que el régimen de Gadafi ha perdido el control de esa zona del país, y ciudades como Bengasi, Musratha, Tobruk y Sirte han sido liberadas por los manifestantes después de varios días de duros enfrentamientos que han terminado con la estampida de los militares. No obstante, la situación en esa ciudad y en la capital Trípoli sigue siendo muy confusa, debido al cerrojazo informativo que ha impuesto el régimen.
Ben Wedeman, uno de los pocos periodistas occidentales que ha logrado entrar en Libia, confirma las informaciones sobre la situación en Bengasi. Allí, según este reportero estadounidense de CNN, la oposición ha empezado a organizarse en "comités populares" para paliar la ausencia de autoridad y restablecer el orden después de expulsar al Ejército de la zona. Grupos de civiles sin uniforme y armados con pistolas y fusiles se han desplegado en las calles de las poblaciones del este de Libia mientras los líderes de la oposición se han hecho con el control de la mayoría de la región.
"La gente cae como moscas"
Las comunicaciones con el país son muy difíciles, como confirman miembros de la comunidad libia en Madrid, que contactan a duras penas con sus familiares y amigos. Muchos ciudadanos cuentan que tienen tarjetas SIM tunecinas o egipcias y se acercan a las fronteras con estos países para poder llamar al exterior. Khaled Shari, cofundador de la Casa Libia en España, con sede en Bilbao, consiguió hablar a las dos de la madrugada con su hermano, que vive en Zliten, a 150 kilómetros de Trípoli. "La situación es muy alarmante. Hay cadáveres por la calle, y todo lo que se dice es poco", explica. En Trípoli la gente tiene pánico, asegura, porque hay grupos de mercenarios africanos -traídos en vuelos fletados desde distintos países africanos, y contratados por 2.000 dólares al día- que "disparan indiscriminadamente a todo lo que se mueva". Otro libio residente en España, Sufian Fahm, afirma que las noticias que les llegan de Trípoli describen una "masacre total". "Están matando a todo lo que se mueva, y la gente está cayendo como moscas".
Mientras, en España la Casa Libia ha organizado una concentración en apoyo a los pueblos de Libia y de Bahréin en la plaza Sant Jaume de Barcelona el jueves a las ocho de la tarde. La convocatoria está corriendo como la pólvora en Facebook. La presión internacional no parecen dar sus frutos por el momento. Los libios siguen con miedo y Gadafi anuncia que los que se atrevan a manifestarse contra el país serán condenados a muerte. Todo parece poco para callar a la población. Pero algunos han conseguido esquivar los controles y contar al mundo la tragedia en la que vive Libia.
Noticia elaborada con información de Cecilia Jan, Aurora Muñoz, Fernando Navarro, Gloria Rodríguez-Pina, Miguel Ángel Medina, Iván de Moneo, Belén Hernández y Berta Ferrero
*Tomado de http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=S&pagina=http://www.elpais.com

martes, 15 de febrero de 2011

CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL JUAN JOSÉ FLORES*

Barranquilla, noviembre 9 de 1830
A S. E. el General J. J. Flores

Mi querido General:

He recibido la apreciable carta de V. de Guayaquil, de 10 de septiembre, que ha puesto en mis manos el comisionado de V., Urbina.

No puede V. imaginarse la sorpresa que he tenido al ver que V. se sirve dirigir su atención y destinar expresamente un oficial para venir a responderme y a darme noticia de lo que pasa en el Sur y pasa con V. No esperé nunca que un simple particular fuese objeto de tanta solicitud y benevolencia. V., al dar este paso, ha llenado la medida de su excesiva bondad hacia mí. No puede V. hacer más por lo que hace a la amistad. Con respecto a la patria, V. se conduce como un hombre de estado, obrando siempre conforme a las ideas y a los deseos del pueblo que le ha confiado su suerte. En esta parte cumple V. con los deberes de magistrado y de ciudadano.
Simón Bolívar
No contestaré la carta en cuestión, pues la gran carta la ha traído el señor Urbina: este método es diplomático, prudente y lleva consigo el carácter de la revolución, pues nunca sabemos en qué tiempo vivimos ni con qué gentes; y una voz es muy flexible y se presta a todas las modificaciones que se le quieran dar: esto es política. Urbina me asegura que el deseo del Sur, de acuerdo con la instrucción que ha traído, es terminante con respecto a la independencia de ese país. Hágase la voluntad del Sur; y llene V. sus votos. Ese pueblo está en posesión de la Soberanía y hará de ella un saco, o un sayo, si mejor le parece. En esto no hay nada determinado aún, porque los pueblos son como los niños que luego tiran aquello por que han llorado. Ni V. ni yo, ni nadie sabe la voluntad pública. Mañana se matan unos a otros, se dividen y se dejan caer en manos de los más fuertes o más feroces. Esté V. cierto, mi querido General, que V. y esos Jefes del Norte van a ser echados de ese país, a menos que se vuelva V. un Francia, aunque esto no basta porque V. sabe que todos los revolucionarios de Francia murieron en medio de la matanza de sus enemigos y que muy pocos son los monstruos de esta especie que hayan escapado del puñal o del suplicio. Diré a Vd. de paso y a propósito. Me ha dicho este joven, porque se lo he preguntado, que los grandes destinos del Sur están en manos de los Jefes del Norte. Esto era odioso aun antes de la revolución última, con cuánta más razón no lo llamarán tiránico Desde aquí estoy oyendo a esos ciudadanos que todavía son colonos y pupilos de los forasteros: unos son venezolanos, otros granadinos, otros ingleses, otros peruanos, y quién sabe de qué otras tierras los habrá también. Y después ¡qué hombres! Unos orgullosos, otros déspotas y no falta quien sea también ladrón; todos ignorantes, sin capacidad alguna para administrar. Sí, señor, se lo digo a y. porque lo amo y no quiero que sea V. víctima de esa parcialidad. Advertiré a V. que Rocafuerte ha debido partir para ese país y que este hombre lleva las ideas más siniestras contra V. y contra todos mis amigos. Es capaz de todo y tiene los medios para ello. Es tan ideático que habiendo sido el mejor amigo mío en nuestra tierna juventud y habiéndome admirado hasta que entré en Guayaquil, se ha hecho furioso enemigo mío por los mismos delitos que V. ha cometido. Haberle hecho guerra a La Mar y no ser de Guayaquil, con las demás añadiduras de opiniones y otras cosas. Es el federalista más rabioso que se conoce en el mundo, antimilitar encarnizado y algo de mato. Si ese caballero pone los pies en Guayaquil tendrá V. mucho que sufrir y lo demás, Dios lo sabe. Vendrá La Mar, Olmedo lo idolatra y no ama más que a él. Espere V. pues las consecuencias de estos antecedentes. V. sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 39. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 49 Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 59. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 69. Sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos- primitivo, este sería el último período de la América.
General Juan José Flores
La primera revolución francesa hizo degollar las Antillas y la segunda causará el mismo efecto en este vasto Continente. La súbita reacción de la ideología exagerada va a llenarnos de cuantos males nos faltaban o más bien los va a completar. V. verá que todo el mundo va a entregarse al torrente de la demagogia y ¡desgraciados de los pueblos! ¡ y desgraciados de los gobiernos!

Mi consejo a V. como amigo es que en cuanto V. se vea próximo a declinar, se precipite V. mismo y deje el puesto con honor y espontáneamente: nadie se muere de hambre en tierra.

Hablaré a V. de Colombia menos extensamente. Este país ha sufrido una Gran Revolución, y marcha sobre un terreno volcánico: como una revolución trae mil y las primeras no se habían apaciguado, la historia de la Ladera está produciendo todavía sus efectos; por supuesto, el Sur del Cauca está en campaña con todas las furias infernales. Río Hacha se levantó, se tomó la ciudad por las tropas del Gobierno, pero los bandidos, acaudillados por Carujo, están infestando el país y hacen daño. El asesino de Carvajal, Moreno, no ha reconocido al Gobierno y distrae con esto a algunos documentos del Gobierno. En el Socorro hubo diferencias entre la ciudad de Vélez y su capital, con este motivo se han roto allí las cabezas. Todo el pueblo, la iglesia y el ejército, son afectos al nuevo orden de cosas, no faltan sin embargo asesinos, traidores, facciosos y descontentos; cuyo número puede subir a algunos centenares. Desgraciadamente, entre nosotros no pueden nada las masas, algunos ánimos fuertes lo hacen todo y la multitud sigue la audacia sin examinar la justicia o el crimen de los caudillos, mas los abandonan luego al punto que otros más aleves los sorprenden. Esta es la opinión pública y la fuerza nacional de nuestra América.

La Administración de Bogotá, presidida por Urdaneta, se conduce con bastante energía y no poca actividad: hay quien quiera más. de la primera, mas ahí está la Constitución, responde Urdaneta. Sin embargo, no dejan de darle sus golpes a menudo, pero con modo, como decía Arismendi. El nuevo General Jiménez ha marchado ya para el Sur con mil quinientos hombres a proteger el Cauca contra los asesinos de la más ilustre víctima: añadiré, como Catón, el anciano: este es mi parecer y el de que se destruya Cartago. Entienda V. por Cartago la guarida de los monstruos del Cauca. Venguemos a Sucre y vénguese V. de esos que [una gran mancha, al parecer de tinta, impide leer la continuación, por espacio de unas treinta o treinta y cinco letras] vénguese en fin a Colombia que poseía a Sucre, al mundo que lo admiraba, a la gloria del ejército y a la santa humanidad impíamente ultrajada en el más inocente de los hombres. Si V. es insensible a este clamor de todo lo que es visible y de todo lo que no es, ha debido V. cambiar mucho de naturaleza.

Los más célebres liberales de Europa han publicado y escrito aquí, que la muerte de Sucre es la mancha más negra y más indeleble de la historia del nuevo mundo y que en el antiguo ‘no había sucedido una cosa semejante en muchos siglos atrás. Toca a V., pues, lavar esta mancha execrable, porque en Pasto encontrará V. la absolución de Colombia y hasta allí no podrá penetrar Jiménez. Los amigos del Norte no exigen a los del Sur sino este sacrificio, o más bien los empeñan a que alcancen este timbre.
Hablaré a V., al fin, de mí: he sido nombrado Presidente por toda Nueva Granada, mas no por la guarida de asesinos de Casanare y Popayán; y mientras tanto Urdaneta está desempeñando el Poder Ejecutivo con los Ministros de su elección. Yo no he aceptado este cargo revolucionario porque la elección no es legítima; luego me he enfermado por lo que no he podido servir ni aun de súbdito. En tanto que todo esto pasa así, las elecciones se están verificando conforme a la ley, aunque fuera de tiempo, en algunas partes. Aseguran que tendré muchos votos y puede ser que sea el que saque más y entonces veremos el resultado. V. puede considerar si un hombre que ha sacado de la revolución las anteriores conclusiones por todo fruto tendrá ganas de ahogarse nuevamente después de haber salido del vientre de la ballena: esto es claro.

Mi carta ya es bastante larga en comparación de la de V.; por consiguiente es tiempo de acabar y lo haré rogando a V. que rompa esta carta luego que la haya leído, pues sólo por la salud de V. la hubiera escrito temiendo siempre que pueda dar en manos de nuestros enemigos y la publiquen con horribles comentarios.
Acepte V. mientras tanto la seguridad de mi amistad y aún más de mi gratitud por sus antiguas bondades y fidelidad hacia mí y reciba V. por último mi corazón.
SIMÓN BOLÍVAR

*Texto tomado de http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/sitio/sbcarflores.html
Imágenes tomadas de: http://blog.pucp.edu.pe/item/37266/el-general-juan-jose-flores-y-el-peru-1
http://diarioelcatatumbo.blogspot.com/2009_06_01_archive.html

lunes, 14 de febrero de 2011

SIN TIEMPO

Jeroh Montilla


Basta sólo el tajo de una imagen para que el carrete del corazón desate el hilo de la tristeza. Son las nueve de la mañana, el autobús se desplaza con parsimonia por la avenida-autopista de la zona industrial de Cagua. El cielo está completamente azul, brilla sobre una plena ausencia de nubes. Extrañamente el sol aun no calienta y los árboles todavía parecen estar desperezándose. Es entonces, al momento de detenerse el autobús a recoger un puñado de pasajeros, cuando lo veo, está allí, acostado en la soledad de la amplia isla de la autopista. De la grama sólo queda una luminosa felpa, árida y amarillenta. Sobre ella duerme un pequeño cocker, hermoso y orejudo, totalmente laxo, lleva un vistoso collar, la pelambre refulge entre dorada y rojiza. Por la entrega a su reposo se que este es el absoluto, el definitivo, ese donde no importa la intemperie, ni los atemorizantes fisgoneos del hombre. Las líneas de las patas parecen convertirse en raíces bajo la seca cortedad de la grama.

Puedo imaginar el bamboleo de sus orejas, sus titubeos, la trágica audacia de cruzar estos dos ríos de asfalto. El collar revela su vulnerabilidad, los meses tras un enrejado y la alegre y sorpresiva escapatoria. Pero no tuvo el tiempo de los perros de mi cuadra. Ese deambular en la ocasional basura y el atravesar inhóspitos parajes donde otros ladridos y otros dientes le enseñaran los diarios rituales de la vagancia y la sobrevivencia.

El golpe debió ser leve pero suficiente para llegar con toda su fragilidad al centro de la isla, echarse y huir para siempre al acoso de los rigores de ser libre en las calles de este mundo. No, no tuvo el tiempo, sólo la tregua final de estas líneas.

sábado, 5 de febrero de 2011

Tan lejos de El Cairo

Yoani Sánchez

La escena duró apenas unos segundos en pantalla, un destello breve que nos cinceló en la retina la imagen de miles de personas protestando en las calles de El Cairo. La situación era descrita por la engolada voz de un locutor cubano, quien sostenía que la crisis del capitalismo había hecho estallar la inconformidad en Egipto y que las diferencias sociales hundían al Gobierno.

La vista aérea de la plaza de Tahrir nos hizo sentir vergüenza de nuestra propia inercia
Apenas mencionó que un ciclo de casi 30 años se estaba desmoronando en solo una semana, justo allá, en un país donde la historia se mide con números de cuatro cifras, se acuña en trozos del tamaño de milenios. La alusión entre nosotros a la prolongada estancia en el poder de Hosni Mubarak fue -como advierte el refranero popular- mencionar "la soga en casa del ahorcado", insinuar que en nuestro propio patio un autoritarismo de cinco décadas también ha excedido su fecha de caducidad. Tal vez para evitarnos esa comparación, los medios estatales se mostraron cautelosos con las noticias que llegaban desde el norte de África. Nos administran a cucharadas la narración de los sucesos, sin hacer hincapié en todos los motivos que empujan a un pueblo a poner límite al mandato personalista de un octogenario.
A pesar del sigilo periodístico, otros fragmentos de lo ocurrido llegaron hasta nosotros a través de las redes alternativas de información, de las perseguidas antenas parabólicas y la escurridiza Internet.
La prudencia oficial no pudo evitar que nos sobrecogiéramos con la vista aérea de la plaza de Tahrir que vibraba al ritmo de la espontaneidad, cuando por estos lares hace muchos años que esa franqueza no se percibe en la sobria y gris plaza de la Revolución. Era inevitable que, al observar la muchedumbre manifestándose con pancartas, termináramos haciéndonos la pregunta que aquel locutor de corbata a rayas quería alejar de nuestras mentes. ¿Por qué en Cuba no ocurre algo así? Si nuestro Gobierno es de más vieja data y el colapso económico se ha convertido en elemento inseparable de nuestros días, ¿qué evita que emprendamos el camino de la protesta cívica, de la presión pacífica en las calles?
Egipto ha venido a sacudirnos en nuestra mansedumbre y el arrojo de otros nos ha enfrentado con nuestra apatía, en esta nación donde el tiempo se mide en efemérides "revolucionarias", se acuña en los folios amarillos de la burocracia.
La teoría de pueblos valientes y pueblos cobardes es, en el menor de los casos, simplista. No hay una genética de la rebeldía como tampoco se puede predecir en qué momento la inconformidad alcanza su punto de ebullición. Esta isla larga y estrecha ha nutrido desde 1959 las especulaciones, las barajas de copa y espada, los tableros de Ifá y hasta los cuartetos rimados, de analistas, cartománticos, babalaos y profetas. Ante estos augurios de un futuro que no acaba de llegar, millones de cubanos han resumido su actitud cívica en un vocablo moroso: esperar.
Acarician el espejismo de la solución rápida, de acostarse un día en un Estado sin derechos y levantarse al otro en una Cuba democrática. Cuando el tiempo de aguardar se prolonga más allá de lo previsto, muchos deciden conjugar el verbo emigrar u optan por las breves y lacónicas sílabas de "callar".
Pero lanzarse a las plazas no, pues ese asfalto retinto de las avenidas pertenece -y así nos dicen desde pequeños- a los revolucionarios, a Fidel Castro y al Partido Comunista. Nos han hecho creer que protestar en público contra los despidos masivos, el alto coste de la vida o para exigir la renuncia de un Gabinete son gestas que emprenden otros, acciones que solo son posibles fuera de nuestras fronteras nacionales.
Nos han quitado las calles, nuestras calles.
En aras de impedir que una multitud tome las aceras y grite al unísono ¡qué se vaya el presidente, qué se vaya!, activan los mecanismos ocultos del control, los resortes del miedo. El engranaje de la vigilancia que no conoce de crisis económica ni de recortes se cierne constantemente sobre nosotros.
Ahora mismo está en vilo, ajustando sus agentes, sus autos, sus leyes, para evitar el contagio que puede venir desde el Este. Pues aunque El Cairo queda muy lejos, hay demasiadas analogías entre los cubanos y esos rostros que vimos reunidos en la marcha de un millón. Ellos gritaban contra Mubarak, pero del lado de acá de la pantalla muchos sentimos que nos emplazaban a nosotros, que nos hacían sentir avergonzados de nuestra inercia.
Yoani Sánchez es periodista cubana y autora del blog Generación Y. En 2008 fue galardonada con el Premio Ortega y Gasset de periodismo. © Yoani Sánchez / bgagency-Milán
TOMADO DE: http://www.elpais.com/articulo/opinion/lejos/Cairo/elpepiopi/20110205elpepiopi_5/Tes

viernes, 4 de febrero de 2011

EDUCAR EN REVOLUCIÓN



Tibisay Urbina
C.I. 6.967.020
La educación es una espada que se forja con cada golpe al rojo vivo, permite al hombre redescubrirse interna y externamente al templar su alma para las dificultades de la vida. Educar en revolución, es ese calor de la espada recién forjada, el convertir los pensamientos y sentimientos en acciones, en busca de un ser libre con ideales colectivos y transformadores donde la creatividad juega un papel protagónico al dejar una huella que otros podrán seguir. No se puede educar si se desconoce lo que se quiere enseñar. La educación es la semilla que espera pacientemente echar raíces en las mentes de las personas con deseo de superación, no se puede enseñar si el individuo no quiere aprender, he aquí el dilema.
La educación en revolución juega un papel fundamental porque ha de lograr despertar y motivar las mentes dormidas para que comiencen a dar pasos en la reinvención de sus vidas y así convertirse en los nuevos árboles del futuro descubriendo sus habilidades y destrezas. Ser educador es ser revolucionario, es crear no competir, promueve transformaciones profunda en sus estudiantes. Como diría John Ruskin Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía. El educador ha de ser un inspirador de realidades que alimente el cuerpo y el alma de sus estudiantes.

martes, 1 de febrero de 2011

Visita presidencial

Rosa Virginia Silva Rey
Empezando mi adolescencia, cuando estudiaba bachillerato, mi imaginación estaba llena de aventuras y sueños, como cualquier jovencita de mi edad. Nada de concentración en los estudios. Vivia solo para ver la tele, era ademas la Reina del Colegio y mi mayor preocupación consistia en asistir en las tardes a las practicas de la "Banda de Guerra", en la cual practicamente tocaba todos los instrumentos. esta manera de ver y vivir la vida me hacia el blanco cariñoso de las burlas de mi hermano, quien me decia: "¡Puras cucarachas en el cerebro!"

Obviamente esto causaba que mi promedio de notas estuviera por el suelo y viviera permanentemente castigada!

Un día, llegó una invitación al Colegio, del Presidente de la República de ese entonces: Dr Luis Herrera Campins. Queria que participaramos en un desfile en Caracas.Ya no me acuerdo que se celebraba en esa ocasión. Pero... ¿por qué nos invitaba el presidente? ¿Por qué nuestro colegio? Concluido ya el desfile, cuando nos disponiamos a regresar , unos militares con cara de serios se acercaron y nos dijeron que el Presidente nos esperaba para almorzar. Eramos todos niños de 14 y 15 años y se nos llevaba a almorzar en el palacio de Miraflores...¡Vaya lujo! ¡Que privilegio para unas personitas de nuestra edad!


Nos dieron un recorrido por el Palacio, mostrándonos sus instalaciones, y lueg
o nos llegó el momento esperado: entraríamos al despacho presidencial, con su máxima figura dentro. Todos estábamos asustados y nerviosos mas que emocionados. Solo podíamos entrar seis y, como yo era la Reina, pues entré.
Todos guardabamos absoluto silencio ante aquel escritorio gigantesco y ante el cuadro de Bolivar detras. todo nos resultaba imponente, majestuoso. Al vernos, el Dr se levantó y nos saludo a todos con muchisima cordialidad y confianza. Luego nos contó que el había estudiado en nuestro Colegio cuando tenía nuestra edad, y que habia derribado la estatua de San Juan Bautista de la Salle con un balonazo jugando con Jose Vicente Rangel, Felipe Montilla (despues Ministro de Educación) y Ramón Escobar Salom.

Así nos dimos cuenta del porque de la invitación y de la preferencia. Al terminar su cháchara nos dijo que si teníamos alguna pregunta. Bueno, yo había oído por allí, que al presidente le decían "toronto" porque le gustaba mucho los dulces. Así que me despoje de la pena ahí y fui derechito al punto, preguntándole: "Doctor... ¿Porque le dicen toronto?. Todo los presentes largaron la carcajada y, gracias a Dios, ¡el presidente incluido! Y me contesto: "Por esto." Y abriendo la gaveta de su escritorio, ¡ oh sorpresa,! estaba lleno no solo de torontos, sino también de Cocossettes, manies, Ping Pong y muchas chucherías mas.
Esta fue una de las primeras anécdotas de mi vida.

Todo terminó comiendo pollo con la mano, junto a nuestro presidente, en La Casa Militar.
Imagenes tomadas de:
http://venezuela-europa.blogspot.com/2010_05_01_archive.html
http://unavistabocono.blogspot.com/2010_03_01_archive.html

Que todos fuéramos arrepentidos

Los escritos de contrición dirigidos a Stalin constituyen un verdadero género literario: el ansia de alcanzar el perdón de los pecados cometidos contra el amo y árbitro de vidas y haciendas es idéntica a la expresada por los sospechosos de herejía a los guardianes del dogma católico cuatro siglos antes, dice el escritor español.

POR JUAN GOYTISOLO

 STALIN. En una típica pieza de la iconografía oficial soviética. A él estuvieron dirigidos los textos de contrición de Mandelstam o Babel.
STALIN. En una típica pieza de la iconografía oficial soviética. A él estuvieron dirigidos los textos de contrición de Mandelstam o Babel.
Los asfixiantes poderes autocráticos que se suceden a lo largo de la historia de las diversas civilizaciones del planeta, fundados siempre en el miedo y la humillación de los seres humanos, inspiraron al gran escritor egipcio Gamal El Guitani las figuras contrapuestas, pero complementarias, de Zayni Barakat, el personaje que da el título a su novela (1), y de Zacarías Ibn Radi, servidores ambos del sultán El Guri. Mientras la “filosofía” de Ibn Radi, regidor de un averno de suplicios y ejecuciones de los sospechosos de desafección al déspota, se resume en su reflexión de cancerbero: “El cruce del umbral de nuestras puertas debe ser para el prisionero un límite entre dos períodos. Su vida se ha de dividir en dos partes, de tal manera que cuando un individuo salga de aquí, no habrá cambiado de nombre sino de alma”.
Su colega Zayni preconiza métodos más sutiles que el tormento, como el de la utopía del mundo virtual en el que hoy habitamos.
“Yo ya veo el día en el que el gran jefe de los espías podrá examinar la vida entera de una persona (...) Y, no sólo lo que es visible, sino también sus deseos, sus sueños, sus inclinaciones (...) De manera que podríamos predecir lo que va a hacer un individuo al llegar a la edad adulta (...) ¡Obremos juntos para alcanzar la conversión de la humanidad al espionaje!” El sueño de Zayni Barakat de una humanidad adepta del espionaje, en la que cualquiera que suspirara de modo distinto de los demás debía ser denunciado, cuajó en una siniestra realidad. La delación generalizada de vecinos, conocidos, amigos e incluso familiares próximos adquirió un valor ético tanto en la época de la Inquisición establecida en Castilla por Isabel la Católica como en la Rusia de Stalin. Los archivos del Santo Oficio, como los de la KGB, rebosan de documentos de toda índole sobre esa actividad promovida y ensalzada por las autoridades religiosas católicas y las del régimen soviético. Un cotejo de unos con otros resulta esclarecedor: los libros de Juan Antonio Llorente, Serrano y Sanz, Amador de los Ríos, Américo Castro, Sicroff, Domínguez Ortiz, Caro Baroja, Gilman y Jiménez Lozano reproducen una masa de documentos muy similares a los expuestos en la trilogía de Vitali Shentalinski (2).
La disimilitud existente entre el Santo Oficio y el NKVD estriba en que, a diferencia del primero, éste no se dejaba corromper. Con todo, el mecanismo seguimiento-denuncia-registro-detención-interrogatorio con tortura o sin ella-sentencia es idéntico.
En la noche del 16 al 17 de mayo de 1934 tres agentes de la OGPU irrumpieron en el apartamento moscovita de Osip Mandelstam y, tras un minucioso registro, requisaron sus manuscritos en presencia de su esposa y de Anna Ajmátova, casualmente venida de Leningrado, antes de llevárselo preso a la jefatura de los Servicios Secretos. En el interrogatorio al que fue sometido, el poema sobre el camarada Stalin, leído semanas antes a algunos amigos por su autor, centró el interés del comisario instructor: es el famoso texto de “el montañés del Cáucaso” cuyos “bigotes de cucaracha ríen y las cañas de sus botas refulgen”. Mandelstam reconoce la autoría y se ve obligado a redactar la historia de las personas ante las que lo recitó. En ella figuran Ajmátova y su hijo Leo Gumiliov. Los instructores del expediente contaban con la preciosa ayuda de delatores cercanos al círculo de amigos del poeta y de esos colegas mediocres, oportunistas y envidiosos que pululan en el Parnaso desde tiempos inmemoriales.
El juicio de Mandelstam parece listo para sentencia –la ofensa al camarada jefe no merece perdón ni conmiseración algunos– pero la valiente intervención de Pasternak –su llamada telefónica a Stalin– le salva la vida. Mandelstam fusilado, piensa éste, sería más dañino que atrapado sin remedio en la telaraña de los servicios secretos. El poeta será condenado tan sólo a tres años de exilio y, de vuelta a Moscú en 1937, detenido de nuevo y enviado a reeducarse a los campos de trabajo de Vladivostok y Kolyma. Su viuda, Nadiezhda, nos ha dejado un emotivo testimonio de su muerte lenta en 1940. Vitali Shentalinski reproduce la misiva desesperada que aquélla envió a Beria suplicándole su mediación y a la que el temido comisario no se dignó contestar.
Los escritos de contrición dirigidos a Stalin constituyen un verdadero género literario: el ansia de alcanzar el perdón de los pecados cometidos contra el amo y árbitro de vidas y haciendas es idéntica a la expresada por los sospechosos de herejía a los guardianes del dogma católico cuatro siglos antes. El poder absoluto del dios del Kremlin fascinaba a sus víctimas. Mandelstam, como Ajmatova, Bulgakov y Pasternak, no escapaban a dicha angustiada idolatría.
Como decía en 1663 Antonio Enríquez Gómez, autor de Vida de don Gregorio Guadaña , novela precursora –por la invención de la memoria intrauterina del héroe– de Tristram Shandy, Bras Cubas y Cristóbal Nonato extinto por judaizante en una cárcel secreta del Santo Oficio: “Ese tribunal es peor que la muerte, pues vemos que ella tiene jurisdicción sobre los vivos, pero no sobre los muertos”.
La opresión religiosa de la España inquisitorial y la ideológica al servicio del estalinismo se dan la mano: las incontables actas de los archivos del Santo Oficio son la mejor prueba de ello.
Al establecer una correlación entre el Santo Oficio y el OGPU-NKVD soviéticos no olvido claro está las diferencias existentes entre ambos en función de la época en la que desarrollaron sus actividades y de los principios que las sustentaban. La policía ideológica que encarnaban partía de bases antropológicas en el caso de la Inquisición creada para vigilar estrechamente a los judeoconversos mediante el escrutinio de sus palabras, costumbres y escritos. Su inquietud intelectual, producto de la constante presión a la que se hallaban sometidos, les inclinaba al racionalismo –“extravíos filosóficos”, dirá Menéndez Pelayo– que va de Fernando de Rojas a Spinoza y Uriel da Costa tan bien estudiado por Revah, y a partir de Lutero, al protestantismo que se extendía por Europa desde mediados de siglo. La amenaza de este último acentuó dicha presión, en especial al retorno de Felipe II de Inglaterra y Flandes. La Inquisición disponía de una red de malsines y espías de oficio amén del común de las gentes: la delación era un deber patriótico y religioso a ojos del “cuerpo sano de la nación española” y los centinelas de la fe católica disfrutaban de consideración social, privilegios económicos y promociones en el escalafón eclesiástico y administrativo.
Por dicha razón, el estudio de muchos autores del llamado Siglo de Oro, dejando de lado el contexto en el que se desenvolvió su labor, me parece tan prejuiciado y a fin de cuentas tramposo como sería leer las obras de Ajmátova, Bulgakov o Mandelstam omitiendo las circunstancias dramáticas en las que las elaboraron según nos revelan los archivos de sus acosadores expuestos en la trilogía de Shentalinski.
Mea culpa
Como admite el propio Menéndez Pelayo, a raíz del proceso a los protestantes de Sevilla y Valladolid, las cárceles se llenaron de gentes. Centenares de ellos fueron quemados en la pira. Los libros y manuscritos eran tan temibles por lo que callaban como por lo que decían. El “cordón sanitario” evocado por Bataillon al comentar la orden de regreso a España de quienes estudiaban en Flandes y otros países contagiados de herejía, cerró nuestras fronteras a cal y canto. El roce con extranjeros resultaba sospechoso. Los que manifestaban inquietudes espirituales, en especial los de origen judío, eran sometidos a una estrecha vigilancia mientras se les iniciaba expedientes por toda suerte de crímenes.
Las ambigüedades y contradicciones de quienes medraron bajo el poder soviético –el Gorki denunciador de los atropellos sufridos por los intelectuales en la época de Lenin, exiliado en Italia durante siete años y defensor a su regreso a la URSS de Zamiatin, Bulgakov y otros autores acosados por la policía política se convirtió luego en un tótem de ojos vendados en la etapa final de su vida– son las de numerosos escritores y artistas que abdicaron de sus ideales para acomodarse a una existencia holgada e incensada por los turiferarios del poder. Los ejemplos de delatores voluntarios y de quienes Cernuda denomina “vientres sentados” abundan tanto en la URSS como en la España inquisitorial o la de Franco y no cabe citarlos aquí.
Lo acaecido a Isaak Babel, autor de La caballería roja y de otros relatos publicados en los años veinte del pasado siglo, merece un capítulo aparte. Alejado voluntariamente de la literatura consagrada a la edificación del socialismo, vivió a continuación un largo período de ostracismo oficial similar al de otras grandes figuras de la literatura rusa (Bieli, Zamiatin, Ajmátova, Mandelstam, Bulgakov, Pasternak, etcétera). Cuando se inició la segunda oleada del gran terror, su vinculación con otros sospechosos de desafección al régimen y sus viajes al extranjero le convirtieron en objetivo preferente de la Cheka. Patética es la carta de Babel a la atención del comisario del Pueblo de interior de la URSS en la que confiesa la devastación interior causada por sus concomitancias trotskistas, sus escritos alejados de los intereses de la construcción socialista y del lector soviético. Como hizo también el poeta cubano Heberto Padilla treinta años más tarde, en una deliberada parodia de las confesiones al NKVD, Bábel escribe: “La liberación me llegó en la cárcel. Durante estos meses de encierro he reflexionado quizá más que en toda mi vida y he entendido muchas cosas. Ante mí han ido desfilando con una claridad estremecedora todos los errores y crímenes de mi vida, la corrupción y la podredumbre de todo cuanto me rodeaba, principalmente del círculo trotskista”.
Con todo, al final de la instrucción, el reo se desdice: “No soy culpable de nada, nunca fui espía, ni he realizado ninguna actividad contra la Unión Soviética. En mis declaraciones he mentido en mi contra. Les pido únicamente que me den la oportunidad de terminar mi último trabajo...”.
El 27 de enero de 1940, Babel fue ejecutado e incinerado en el crematorio de Moscú para borrar todas sus huellas. Días después serían fusilados igualmente Méyerhold y Kolstov, así como el feroz comisario de la Lubianka, Yezhov, quien, como aseguró en su mea culpa, “moriría con el nombre de Stalin en los labios”.
(c) Babelia y clarin (1) “Zayni Barakat”. Traduccion de Milagros Nuin Monreal.
(2) “Esclavos de la libertad”, Traduccion de Ricard Altes Molina.