Jeroh Juan Montilla
José
Antonio de Armas Chitty (1908-1995), se hizo guariqueño por fascinación y
voluntad. Nacido en 1908 en Caracas, su familia toma ese pequeño árbol humano y
siete años después lo planta en estas tibias sabanas del centro del país. Este
breve escrito que hago es un sentido homenaje a tan insigne historiador
venezolano. Aprovecho la oportunidad, es 24 de junio, día puerta, de mucha
magia solar que se inicia desde la madrugada solsticial, la tremenda y mítica
noche de San Juan. Nada es mera coincidencia, la libertad y el hacer de las
puras fuerzas de Dios saben darse la mano para ofrecer frutos de bondad y
plenitud. Todo está regido por el indetenible destino, nuestro hado colectivo
tiene uno de sus inicios el 24 de junio de 1821, hace doscientos años el río de
ser libre atraviesa cada alma de esta tierra.
Hoy quiero
que ustedes y yo, mis queridos lectores y amigos, hojeemos este texto
fundamental del escritor aludido. El ejemplar que ven en las fotografías es
parte del catálogo de la biblioteca de FUPAGUA (Fundación para personas
autistas del Guárico) donde colaboro como bibliotecario, un tesoro bien
guardado a disposición del público e investigadores. Su título es: “La Batalla
de Carabobo, antecedentes y efectos”, editado en Caracas en 1971 por Ernesto
Armitano. Sus páginas son un precioso archivo de detalladas documentaciones,
explicaciones y análisis del antes, el día mismo, y el después de tan terrible,
heroico, pero a fin de cuentas emblemático acontecimiento, el choque de dos
ejércitos que dejó en el campo cerca de 4.000 muertos, la misericordia de Dios
para esos seres, tanto los fallecidos como los sobrevivientes, triunfadores y
derrotados.
Mi
curiosidad e identidad con el espacio donde nací, el estado Guárico, me llevó a
hurgar el libro buscando las huellas de los guariqueños participantes en la
batalla, cito las propias palabras de Armas Chitty:
“Es
oportuno destacar un hecho: en Carabobo combaten numerosos llaneros. Tal vez la
cifra más alta de hombre de una región, pero de hombres que han ascendido a
pulso heroico, la da el Guárico. En Carabobo hace gala su destreza, el coronel
Juan José Rondón, jefe del regimiento de lanceros. En Carabobo entregan la vida
combatiendo dos hijos ilustres del llano del Guárico: el general Manuel Sedeño
y el teniente coronel José Julián Mellado –de quien ya referimos cómo murió-, y
un apureño, el teniente Pedro Camejo. Venían de gente humilde y escalaron tan
altas posiciones por propio mérito. Cuando cae Sedeño –lo mismo que Plaza- el
primero que les rinde homenaje es el Libertador, y en la comunicación que
dirige al Presidente del Congreso, dice que ‘desesperado de no poder entrar en
batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra
una masa de infantería y murió en medio de ella del modo más heroico que
merecía terminar la noble carrera del Bravo de los Bravos de Colombia.’” (pág.
88)
En otras partes del libro se
menciona a los guariqueños Juan Ángel Bravo y a Hermenegildo Mujica.
Este texto, en edición de lujo tapas duras, con 174
páginas, y sobrecubierta, contiene ilustraciones de Gil de Castro, pinturas de
Arturo Michelena y Tito Salas, dibujos de Garneray, frescos de Pedro Castillo.
Ipostel colabora en la edición, diagrama Mateo Manaure, y prologa Alfonso
Marín. Los rostros que aparecen en las fotografías, por orden de aparición son:
General Manuel Sedeño, Coronel Juan José Rondón, General Pedro Zaraza, y
General José Antonio Páez.