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domingo, 31 de mayo de 2009

JUANA ANDREA SOLORZANO, la sombra detrás del Héroe


Argenis Méndez Echenique

(Cronista de Apure, Venezuela)


Como señaló en 1983 una autora venezolana, al escribir sobre el papel jugado por la mujer en la magna contienda nacional¹, ¨…veremos como en todas las épocas, cualquiera que haya sido su posición social en cada determinado momento histórico, la mujer ha demostrado la responsabilidad social inherente a su condición de miembro de conglomerados en constante proceso de transformación¨. Sin embargo, poco se sabe sobre la participación femenina en la guerra de independencia. Se habla apenas de algunas contadas heroínas: Josefa Joaquina Sánchez (esposa de José María España), Luisa Cáceres de Arismendi, Eulalia Ramos Sánchez (esposa de Chamberlain), Teresa Heredia (´la ardiente patriota¨), Juana ¨La Avanzadora¨…

Pero es sabido que ¨desde su oscura posición, la mujer se estremece con los conflictos de los hombres y como madre o esposa, ya que no como miembro de cuerpo entero de su sociedad, es estímulo y aliento fecundos… No podía ser de otro modo. Las luchas de los hombres repercuten en la vida de las mujeres, porque no son las luchas de los hombres sino de la sociedad en la cual ellas también forman parte… Siempre han permanecido alerta al palpitar del corazón de los pueblos, aguardando el momento cuando un imperioso llamado de sus conciencias, les grite ¨¡Ahora!¨, y se lancen como aquella Josefa Camejo que increpa al timorato comandante:¨¡Si usted no procede… procederé yo!. ¡Viva la Revolución!¨ ².

Rafael Bolívar Coronado3, más conocido por su canto ´Alma Llanera´, en el libro El Llanero, que atribuye a Daniel Mendoza, exalta la actuación de los llaneros diciendo: ¨Peones oscuros tocaron con la punta de sus lanzas en el templo de la fama y abrieron para sus nombres las puertas de la inmortalidad… Fue el pueblo llanero un libertador sin nombre, anónimo, completamente obscuro: luchó, venció, pasmó a propios y extraños con su arrogancia brava y fiera, como cosa esencial, aunque variando siempre porque era a la vez hombre libre, manumiso, indio y esclavo¨

Concepto al que agregamos nuestra modesta opinión: ´Los llaneros, mestizos por los cuatro costados, no eran esclavos sublevados contra sus amos, sino un pueblo libre, que no estaba acostumbrado a las limitaciones sociales y jurídicas que establecían las reglamentaciones y leyes reales españolas: por lo que de ninguna manera iban a someterse fácilmente a la autoridad de los blancos caraqueños o a las autoridades españolas¨4.

En el caso de las heroínas apureñas, muchas de ellas han pasado desapercibidas para los investigadores de nuestro devenir histórico, como ha sucedido a nivel nacional, pero se menciona un singular personaje llamado Juana Andrea Solórzano. Muy pocos estudiosos lo relacionan con el teniente de caballería Pedro Camejo, ¨El Negro Primero¨, uno de los 150 centauros de las Queseras del Medio y heroico sacrificado de 1821 en el glorioso campo de Carabobo. Lo ¨tradicional¨ en Venezuela ha sido proscribir al procerato negro de la historia patria, sea hombre o mujer, como señaló en una oportunidad el Dr. Mario Briceño Perozo.

Sin embargo, entre las figuras rescatadas de ese épico limbo está Juana Andrea Solórzano, quien fue la esposa de ese valiente guerrero independentista apodado por la fama como ¨El Negro Primero¨, así lo afirma la tradición oral y los pocos documentos que se conservan en el Archivo General de la Nación sobre su solicitud de una pensión de montepío al gobierno central5.

Los escasos datos que se conocen hablan de una moza negra o mulata, libre, probablemente nativa de San Juan de Payara, Apure, como su marido, con quien contrajo matrimonio hacia 1818, contando dieciocho primaveras, cuando ambos acompañaban al general José Antonio Páez en sus homéricas proezas por la libertad. Páez, en su Autobiografía…6, alude a una entrevista del Libertador Simón Bolívar con Pedro Camejo, donde éste le pregunta sobre la táctica utilizada por él para ganarse el amor de su amada ¨Bizarra¨, apodo que da idea de la firme personalidad de la dama, que no desmerece tampoco de la de su valiente consorte, y que lo hace jurar en falso por un “puñado de cruces”.

La tradición habla de algunos hijos de la pareja Camejo - Solórzano, pero para 1846, residenciada en San Fernando de Apure, cuando hace su solicitud de montepío al Gobierno Nacional, por ser viuda de un prócer de la independencia, no se menciona a ninguno de ellos. Los documentos que presentó Juana para respaldar su petición están firmados por el general Páez, como jefe que fue del intrépido lancero, más constancias expedidas por el cura párroco de San Fernando y declaratoria tomada por un juez a dos testigos (Coronel Juan Antonio Mirabal y Comandante Miguel Pérez) que podían dar fe de las faenas guerreras del prócer, la relación existente con la solicitante y la precariedad de sus recursos económicos.

Por los documentos que conforman el mencionado expediente que reposa en el AGN se deduce que Juana, todavía vivía para 1852, pues la pensión oficial que le habían acordado en 1847 (diez pesos mensuales) le fue ratificada ese año, como sucedió con otros casos similares.

En la hoja de vida de la esposa de “Negro Primero” se anotan varios hechos resaltantes, tales como el haber actuado como ¨tropera¨, cocinando para los soldados, lavando ropa, cargando armas y pertrechos para las huestes de Páez, y, también, haber ayudado en el cuidado de heridos y parturientas en el famoso sitio conocido como ´´La Mata del Paridero¨ (en el decir de un escritor apureño contemporáneo) en los médanos de Araguayuna. Luego, en San Carlos de Cojedes, días antes de la batalla de Carabobo, atendió al ¨Negro Primero´´ de graves heridas recibidas por éste en combate que le lesionaron una pierna (cuando Pedro Camejo participó en Carabobo estaba convaleciente).

Así hizo su entrada en la historia esta humilde mujer del pueblo, que con su valiente gesto de fiel compañera acompañó al ínclito ¨Negro Primero¨ hasta que éste exhaló el último aliento. Su mayor título de guerra fue el de “Bizarra”, para gloria de la mujer apureña.


NOTAS:

¹Josefina Ernst de Marín, en Prólogo al libro de Carmen Clemente Travieso (1983). Mujeres

de la Independencia )Seis biografías de mujeres venezolanas). Caracas, Bicentenario

del Natalicio del Libertador Simón Bolívar: p. 9.

²Ob. Cit.: p. 10.y p. 13

³ El Llanero. (Ensayo de Sociología Venezolana). Buenos Aires, Editorial Venezuela, 1947: p. 35.

4 Argenis Méndez Echenique (2004). Pedro Camejo, ´El Negro Primero, Encarnación

Popular de la Libertad. San Fernando de Apure, Fundación Editorial Araucanía; pp. 8 y 9.

5 Archivo General de la Nación. Caracas. Negro Primero. Ilustres Próceres. Tomo 14. Folio

81.

6 1973: I, passim

San Fernado de Apure, Mayo 20 de 2009.,

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