Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

miércoles, 28 de marzo de 2007

CONCHO LARA: UN DESCENDIENTE DEL MOCHO HERNÁNDEZ

José Obswaldo Pérez*




RAMÓN CONCEPCIÓN HERNÁNDEZ, mejor conocido como Concepción “Concho” Lara vive en San Francisco de Tiznados (municipio Ortiz, estado Guárico), con sus 73 años acuesta. Nació el 8 de diciembre de 1932. Se dice ser el segundo sobrino del General José Manuel Mocho Hernández, a quien admira como “un hombre histórico” y que el historiador José Antonio Armas Chitty en su libro “El Mocho” Hernández. Papeles de su archivo (1973), lo considera como “el caudillo que arrastró las más grandes simpatías a finales del siglo pasada en procesos eleccionarios e igual fervor popular bajo las dictaduras de los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Sorprendía su influencia en los hombres que habían llegado a la treintena y se le admiraba en el exilio por su protesta noble en aquella Venezuela que se fue acomodando, no obstante los alzamientos, al carácter pétreo del caudillo de La Mulera”.
Carmen Teresa Hernández Lara, la madre de Concepción Lara, era hija de un hermano del Mocho y su padre, Marcial Sánchez Hernández, era hijo de Ramona Hernández, pariente también del aguerrido militar y político. Los Hernández eran tres hermanos, José Manuel, Diego y Jorge, este último conocido con el mal nombre de “Garruña”. Según el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar (1988) José Manuel Hernández era hijo de inmigrantes canarios. Su padre era carpintero en el barrio San Juan de Caracas. A los 17 años, se unió a las fuerzas del General Esteban Quintana en contra del gobierno del presidente Antonio Guzmán Blanco. En el combate do Los Lirios, cerca de Paracotos- en inmediaciones de Caracas (11/08/1870)-un machetazo le secciona dos dedos de la mano derecha, originando el apodo con que será conocido. A la muerte de su padre, se encarga del taller de carpintería, pero pronto decide abandonar su modesto patrimonio y dedicarse a la política. Se casa y enviuda a los pocos meses; estos episodios ayudarán a crear una leyenda en tomo a su figura.

Concepción Lara(quien aparece en la ilustración de este trabajo) fue criado por Jorge Hernández, en el sitio El Chaparro, a un kilómetro del pueblito La Cruz Verde, en Pariaguán, estado Anzoátegui, hasta los siete años cuando decide desprenderse e irse sólo a formar su mundo. Dice Concho que no conoció al Mocho Hernández, por que aún no pensaba en nacer, pero que su mamá le contaba que vivió en La Becerra, entre el sitio El Chaparro y Pariaguán estado Anzoátegui, donde “ellos tenían posesión y vivía con su mamá y otros hermanos”. También, señala que El Mocho Hernández no dejo descendencia y que una voz que se metió a la política y a guerrillero no tuvo que ver con más nada. Ahora sobre sus otros hermanos afirma que Diego, fue el primero en morir sin tampoco dejar familia y sobre Jorge, éste si tuvo mujer pero nunca procreó hijos. Del Mocho Hernández se decía muchas cosas, explica Concepción Lara. “Fue liberal, como si hoy se llamara adeco”.
Y agrega:

Un viejito de Villa de Cura, quien conoció mucho a José Manuel Hernández, me contaba que la gente lo quería mucho; principalmente las mujeres, quienes les encendían velas a los santos para que triunfara en su acción política”.

Al Mocho Hernández se le reconoce por la introducción de nuevas técnicas modernas de campaña electoral, como la celebración de mítines, el pronunciamiento de conferencias y discursos tal como lo había presenciado en Estados Unidos. Su fama como tribuno y su popularidad como hombre honrado alcanzaron niveles nunca vistos antes en un proceso electoral como el del año 1897. Sin embargo, con ese baño popular que tuvo no pudo encausarlo y organizarlo.

Entre sus anécdotas, Concho Lara cuenta que, una vez que muere su madre en 1940 su tío Jorge Hernández lo sale reconociendo, “aunque yo era ya Hernández”. “Lara Hernández”, dice. La decisión de “mí tío era por los bienes que había heredado”. Por eso que en Cachipo, en Aragua de Barcelona, existe la partida de nacimiento de Concepción Lara como Ramón Concepción Hernández, su verdadero nombre; pero, él decidió identificarse — hasta el sol de hoy- a raíz de las diferencias con su tío como Concepción Lara, utilizando el segundo apellido de su madre.

Concho Lara llegó a Parapara en 1949. Se vino a trabajar con un señor llamado Salvador Solórzano. Allí se formó como funcionario público. Fue policía y estuvo por cinco años de Presidente de la Junta Comunal de Santa Catalina de Sena de Parapara, donde se vanagloria de ser aún apreciado por los parapareños. Fue también Presidente de la Junta Comunal de San Francisco de Tiznados, por cinco años; fue dirigente político de Acción Democrática y gremialista de la Federación Campesina. Hoy está jubilado, con una pequeña pensión que le brinda la Alcaldía de Ortiz. Se define como un luchador social, creyente de socialismo humanista; por esa razón, actualmente, se autoproclama creyente de las propuestas políticas del presidente Hugo Chávez Frías.

Historiador y periodista de Venezuela (Ortiz)

QUIEN SOY




Adolfo Rodríguez*
























30

Un sol me escolta
del lado allá de las cimas
como compañero fiel
en torno a esta casa cerrada que somos.



39
La tierra se me quiebra
Me expone a sus resquebrajaduras
Me prolonga
Estuvo aguadándome
Prosigue conmigo cuando
mi sombra ya no está
Me sucede con parsimonia
Más allá de todas sus estaciones
Y aludes.


38Llueve
Palpo cada hilo que cae
me seco
y prosigue lloviendo adentro.




42Soy un hombre de los patios
del precemento
del prezapatos
del preorden y la preprisa
Un hombre que carga con cielos, ríos y boscajes
Como equipaje
la savia recorre
rememorando mi origen
extenso subsisto
entre una levedad
que para nada reclama que yo sea lo que soy.




78
Amo todo lo que amé
Amo también lo odiado
No conservo espacio en mí
Que no sea para amar
Lo siento por los que me instigan
Por los que me rechazan
Por cuantos me ignoran
Para todos salgo
Como el sol
En mi reino ya nunca más
Duerme el amor.




80
Hay grandes ciudades
Instaladas en mí
Floreciendo con su día
Las murallas más altas
Derruídas ya
Elevándose sobre una cierta
Ingenuidad
Que estuvo allí.

Ay!! Mis extinguidas ciudades
Fuertemente erigidas
Con nuestros pliegues
¿Sobre qué parte de nuestro ser
Habéis sido derribadas?

* Poeta, historiador, cronista

martes, 27 de marzo de 2007

CALENDARIO

Alberto Hernández

Enero

Este es un país de una sola puerta. Por ella entran la ceguera y los pasos de alguien que se deja ver sólo por la ventana que lo protege. Hace horas de siglos que la casa intenta mantenerse en pie: ella es la mirada que nos hace falta para tocarla con las sombras, con el primer mes que convoca a levantar las voces aún en los oídos de las gruesas paredes.
La vieja hacienda revisa los callos de aquellos que cosecharon y desgranaron el café: el milagro sigue siendo textura en la memoria.
Entra entonces como un barco de grises mareas. Se detiene en el techo inconcluso, desafiado por el vacío. Entra la luz, como un golpe en el pecho, fragante y silenciosa.

Febrero

Atado a sus avíos, el portón se enseñorea en la madera que lo soporta. La cerradura dice de su edad, sus mohosos movimientos, travesaños que aseguran la mano, la intimidad de los habitantes ya idos. Entornada, a la salida de la intemperie, las ventanas hinchan el tiempo dejado en la hacienda. Los adobes, aladrillados en su perfección, ariscan las poleas para aliviar el peso del trabajo. Bateas y canoas para guardar los olores de la revelación. Roñosos los muros en su permanencia, entre arbustos y el piso apilonado por los pasos de vivos y fantasmas. La luz intenta entrar entre los visajes del techo.
La puerta quedó abierta. Por ella entran y salen quienes pueden, mientras el vitral atrapa el relámpago de la montaña que se cuela desde su lejanía en los sonidos de una fauna increíble.

Marzo

Toda la soledad es posible bajo las nubes.
Lo que ha quedado de aquellos días es tan visible como lo que existe hoy.
Tenemos ojos para cegarnos de silencio. Una pared doblegada por la tierra, un muro donde alguien se lamentó de la historia y dejó grabados verbos y canciones para los privilegiados, los provistos de un especial don.
Nadie niega la respiración de los árboles sobre esas ruinas. Nadie sabe descifrar los esqueletos
hechos presentimiento del cielo. Ni mucho menos de quienes son esas raíces que salen de la tierra y frecuentan la soledad de las paredes. Los mogotes, la liviandad del aire, el peso de las
nubes contra los cerros, la pesadumbre de la hora negada por la tarde. ¿Quién habrá sido el último en salir de ese lugar y encerrar en las sombras el último vestigio humano? Sólo Dios es posible entre tanta blasfemia de la sequía.

Abril

Alguien podría pensar que se trata de los viejos horcones, los botalones para atar la agonía en el matadero. Pero el tiempo nos desmiente bajo las dos aguas del techo. Otro ha sido su oficio, sujetar o sostener con la fuerza de la ausencia lo que la memoria desdice.
Allá está el paredón, la dos puertas que no sabemos si servían para salir o entrar.
Si atendemos al piso, la tierra pregunta entre sombrías grietas. Manchas que emanan de una atmósfera derrotada por la luz, mientras las pocas manchas del aire intentan protegerse en la inclinada caída hacia los aleros.
La mirada no es nada si no sabe donde habita. Se puede pensar que el agua ha hecho mella en la parte inocente de las paredes de la vaquera.
Rivales, la línea de los palos y los ojos, queda un sendero entre el tiempo y la incredulidad.
Otra es la mirada. Ahora entra el cielo por el techo y se estrella contra el suelo. Se desparrama
por las paredes, como si éste sólo fuese parte del milagro que una mano poderosa se ha encargado de colocar violentamente con la llegada del día.
Este es un lugar verbal, para las palabras. La ganadera fue un día, hoy nos demuestra que se ha quedado solo en el ojo de un visitante extraviado.
Vale la telaraña, los cajones inútiles, ensamblados en la pared. Del techo no queda sino la sombra, lo que es decir que existe pero no está en el ojo sorprendido por la inmediatez.
Si advertimos los rincones, parte de la magia nos lleva a descubrir bejucos, lianas y hojas que
crecen a la sombra de cada uno de los que participan de lo que vienen de afuera.
Queda del instante en quien entra, algo que lo ha cambiado.

Junio

Como una galaxia de sombras, el frontis de la Ganadera descubre los astros de la pátina.
Suben como reptiles los bejucos. Se adhieren y es una hiedra débil la que calumnia la humedad del muro. ¿Qué mano delinea las hojas que se mueven con la brisa zumbona en las ventanas? Nadie responde a esta pregunta. Nadie, bajo el sol inquietante de la ciudad, tiene razón para quedarse con las palabras apiñadas en la boca.
Más arriba, en el más cercano de los cielos, las ramas se tuercen en una demostración de danza cuya destreza permite un diálogo entre pisa la tierra y el que voltea la cara para encontrarse con la altura.
Las sombras salen del interior de la casa. Hacen de la forma un estallido en la intemperie de la
calle, pero nadie sabe: el misterio también es parte de este abandono.

Julio

La ruina también es un poema, un desgarramiento que comienza en la puerta cerrada, mientras las arterias del cielo caen sobre trozos de la misma casa. Podrida la madera, la boca del techo no discrimina los matices en la tapizada insistencia del tiempo.
¿Alguien habrá reconocido su nacimiento en esta habitación? ¿quién tiene noticias de la muerte de quien dejó marcas de sus manos en la madera y en la cerradura? ¿cuántos olores quedan del
pasado?
Del inestable aspecto, queda flotando una lluvia en la mirada. Allí, sólo allí, la muerte se
amontona en silencio. Sin embargo, la miseria jamás derrotará la elegante forma de la puerta, de la que sabemos de manos artesanas, carpinteras, artistas anónimos verificados en el espíritu
cautivo de sus hojas. ¿Cómo entrar por ella si no sabemos de quien nos podría abrir sin sobresalto alguno? Previo a saber que se trata de una casa de campo, alguien precisa acerca de
un próximo encuentro con la tierra.

Agosto

Asunto de luz este de emerger a través de la selva tupida y pasar a través de los cristales para repetirse en sombras. Así ocurre con el día donde el cielo tiene techo nuboso, donde la noche crece en sonidos y aparece de súbito contra la transparencia de las grandes ventanas de Rancho Grande.
Es agosto y las lluvias acorralan el sol contra el tejido de una flora que intenta invadir el interior de la casa. Cada cuadro es un sol distinto, un matiz cuya gravedad se ve trazada sobre el mosaico del piso. Allí, las líneas reposan, mientras el astro se mueve y cae sobre la altura de los grandes árboles cargados de abismos y silencios.
Pasado el clima interior, en el afuera respira una fauna irrepetible. Pájaros misteriosos, monos y arañas, serpientes y dormideras. El piso vegetal guarda la humedad del hongo y las hormigas rojas.
Quien mira desde el corredor sabe que la selva se congrega para seguir creciendo.

Septiembre

La soledad es geométrica en este lugar. Quien baja mide los pasos y entra en el ángulo de la extraña armonía. Cada paso es un cuadro, una matemática de la proximidad.
No es extraña la visita de viejos fantasmas, doblados por la edad y convencidos de haberse cobijado en las bondades del silencio.
La perfección no se contradice con la luz que entra sin permiso alguno desde la selva húmeda. Cada muro se debe a la paciencia de quien soñó las medidas y las trazó con mano segura, mientras los objetos cavilaban al hacerse reales sin mucha rapidez.
Hay tanta contemplación que quien repasa los detalles se hace parte cruda de cada pared. Y si alguien –fantasma o débil textura humana- produce palabra alguna, el lugar multiplica la
atmósfera de su elegancia.

Octubre

La vida es más que un rectángulo.
Y más al fondo, advertida la red que protege de las bestias e intrusos indeseables, las ventanas de arcos hacen de la pared un territorio invadido por la extrema luz. De este lado, más cerca del ojo inmaterial, la oscuridad arremete, pero si abundamos en mirada nos comprobamos en el que baja a ser parte de la fronda que crece en la escalera.
¿Cuántos llegaron a ser la hacienda, la acosada por la inclinación de la montaña que no vemos y sí nos ve en el polvo de la casa?
Hay una insistencia miserable en su soledad. Una historia que no cabe en las hojas de un libro porque alguien la borró y dejó al descuido la puerta entreabierta.
Lo viejo y lo nuevo se conjugan y el mundo sigue su curso, tan plácido que quienes allí vivían aún lo sienten.

Noviembre

Se antoja catedral y Dios lo afirma. Destartalada declara la presencia del que no habla. Una sacralidad admitida por la puerta rota, franqueable. Íngrimo es el momento de mirarla, de deshacerse de quien una vez habitó bajo sus maderos.
El techo, cruzado de viguetas y ornada por la caña brava, desmitifa la hondura hacia el cielo. Hace posible el infinito desde el agujero que el párpado abre para escapar.
“-Yo entro y no salgo, no hace falta. Soy el que soy”, dice el de arriba, el que no necesita de ojos
para mirar ni tiempo para esperar el término del silencio, de la sequedad que corroe el viento y transita sin decir la orilla de las ventanas, donde se deposita la luz, la capaz de cegar e inventar el mundo.
El altozano, la troja que precipita el vértigo, hace cobijo de las primeras sombras de la hacienda.

Diciembre

Árbol fantasma que entra por la opacidad de la ventana.
El bosque arriba con todo el misterio que guarda en sus sonidos. ¿Cuántos ojos miran hacia afuera mientras la noche recuesta sus huesos contra la corteza fungosa de una mata?
No basta pararse enfrente y tratar de descifrar lo que oculta el monte. Es preciso saber leer cada movimiento, cada pausa que las horas le imponen a la noche. Y mientras el cielo se advierte a través del paño de agua del vidrio, el tejido de la flora salvaje respira, vive, dialoga con el mogote habitado.
Una horqueta invita a ver el resto: la línea quebrada de un horizonte de hojas sigue su curso a lo lejos. Interminable es la manera de ver la montaña. Sólo que aquí, donde se sirve la soledad de los que se protegen del paisaje, es posible ser tronco y ramas, preguntas y respuestas sólo oídas por el frío que choca con el vidrio empañado..


lunes, 26 de marzo de 2007

POEMAS




Aly Pérez*










POÉTICA

Ella a menudo en Sardis
tendrá su pensamiento puesto aquí.
Safo
Me quejo del mal
de estar solo
de no escribirte poemas

De todas maneras
el mundo fue hecho
por los paraísos flotantes de la palabra

Más qué puedo decirte de la poética
ahora vives en Mérida
bajo flores de lluvia de oro

Yo permanezco en este pueblo
del otro lado del país

Aquí toda palabra es inútil
todas huelen a ti

Bebo un vino rojo de lejanías
ahogo esta ebriedad
en los poemas de Enrique Molina

Después de todo
para que sirve el poema
su estructura su ritmo y semiología
sólo crean dudas
Que nunca nunca
tendrán piedad con nosotros




CAVAFIANA

Tu cuerpo y el mío
un delicado aroma los abraza
cada vez que intentamos entrar
al paraíso del deseo
un beso perlino quiebra el alba en tus oídos
hasta hundirme en tu vientre
como caballo amado en menguante
y con voz de arcángel
tejo y destejo
la fábula de Penélope
hecha travesía amorosa
como aquel viaje a Itaca
por siempre detenido
en el goce de la memoria




EPITALAMIO

Resurjo de ti
lamiendo la humedad de tus vellos

Instante abierto
a las crepitaciones de tu aliento

Donde soy un sueño
que se está soñando
en mitad de la noche
donde el corazón se desboca
como bello animal

Agitando huertos
y bordes de tu grieta
que te hacen besar el aire
mientras buscas el tallo del lirio
que resbala por tu cuerpo

Quemas mis costados
con tus nervaduras corporales
apaciguas esta música de sabores
con orégano de tu boca
que se mezcla al légamo dormido








FRÁGIL BELLEZA
Inclinas tu cuerpo
en la cara oeste del paisaje
y una quebrada de vocales
se abre sobre tu espalda

Provocando ese lado oscuro del corazón
donde se festeja
el movimiento de una rama
que besa la tierra
en su delgado silencio
y alarga las noches de marzo
en su arañar de fuego blanco

Haciéndonos desconocidos
cuando pasa el viento entre tantos árboles
y silbos de serranías
separándonos con su paso
como la primera vez

Cuando la frágil belleza
desnudó la palabra
ante tanto resplandor de verano
rajado en llama viva
como ave de luz
por el canto mineral de las cigarras





SUEÑO OSCURO DEL OLVIDO

Quédeme y olvídeme
San Juan de la Cruz


Quien soy yo sino un sueño oscuro
que espera sentir
el paso tímido de tus sueños
frente a mi sueño

Escudriñaré las sombras para sacarte
hasta hacerte llamita viva
en nudos de caricias

Pero ya que pasas
por la noche de mis sueños tan ausente
tendré que arrancarte de mí
de un solo tajo

Para así dejarte
en otra orilla luminosa
de una metáfora del silencio

Donde lo ensoñando y lo soñado
se rozan en una esquina
equilibrando vivencias
ante el paso del olvido





PRELUDIO



Desde este silencio
te revelas

Todo se hace paisaje
florecen los mangos
Una cierva blanca
deja el temblor de su piel
en mis manos

Cada noche
mi lámpara arde
bajo su llama
muerdo la carnosidad de las aceitunas
y todas me saben
a tierra amanecida del Líbano

En la luz inicial
que horada el día
te pienso
cuando planto rosas en el patio
donde doy agua a los perros
y migajas a los pájaros

Me enamoro de tu mirada
que emerge entre soplos de montañas
aleteando como tórtola desnuda
por el tejado abierto de la casa



PALABRAS DEL AMANTE


Afuera
el canto del gallo
abraza la madrugada
mientras te amo
en la estrecha historia de la noche






SOBRE UN CUADRO DE BRUEGHEL
(Baile de los campesinos)



Pasaste tus piernas
por los cántaros de la noche
dejaste sobre mí
aromas de tu falda

Vivo destinado
a buscar la danza de tu cuerpo
por aldeas antiguas tabernas medievales y museos

Recorro los destartalados callejones
de Breda y Amberes
sacudiendo los violines de sus borrachos
empegostados de música y poesía alucinada

Pregunto a los mendigos y rufianes por ti
pero ellos no conocen el nácar de tu rostro

Te busco en los recovecos
de las encendidas tela de Brueghel
en sus pájaros que se posan
sobre crepúsculos terribles
En sus bodegas repletas de vino
saborearé en tarros de arcilla
el licor anisado de tu lengua



EPIGRAMA LATINO

Desafiaré a las legiones de César
a carros y sirenas de la noche
a sus jaurías callejeras
a los frutos corales del corazón
Porque ya no temo al metal
ni a las sombras
Son tus brazos
donde pierdo la batalla
Te aseguro
no importa
que vuelva la fiera madrugada
para yacer de nuevo
bajo los sudores de tu cuerpo




*Poeta y artista plástico

jueves, 22 de marzo de 2007

LOS BAILES EN VALLE DE LA PASCUA Y TUCUPIDO A FINALES DEL SIGLO XIX

Manuel Soto Arbeláez*


Víctor Manuel Ovalles Carlomán tenía una faceta romántica. En una carta suya dirigida a una amiga de la juventud -que me ha cedido el señor Atahualpa Alvarado Díaz Moronta-, recuerda sus viejos tiempos de bailarín a principios de los 1890s; y aún antes, cuando vivió en Tucupido población donde se ha perpetuado su recuerdo, al ponerle al Liceo local el nombre de este ilustre ciudadano.
Lo lamentable es que la carta, escrita a maquina, no tiene fecha, pero en ella el poeta y ensayista le recuerda a su amiga la honorable señora doña Filomena Veitía, viuda de don Manuel Álvarez que “la gente del Alto Llano es aficionada al baile; que en los hombres se desborda el chiste ingenioso; pero no malévolo, y la frase, en estilo gráfico, que hace sonreír. Y en las mujeres se derrama el salero de la tierra de María Santísima y bailan con un garbo y agilidad que encantan. Recuerdo un baile que tuvimos en Tucupido, cuando residí allí, en la casa de Don Juan Miguel Guzmán. Y para finalizar mandó Constantino Zamora Rengifo a tocar , para bailar con Herminia Azero, hija de Manuel Azero, guitarrista. Constantino inventó nuevas formas coreográficas, y Herminia le adivinaba el pensamiento y lo seguía, plegándose a los caprichos del baile. Un trueno de aplauso entre la sala y las barras, que eran el ¡evohé! del triunfo”(..).
En otra ocasión un grupo de jóvenes llevó una serenata al presbítero Dr. Pedro José Miserol, párroco de Valle de la Pascua, cura bastante ilustrado, muy culto y de un sentido humano admirable, gustaba mucho de las reuniones sociales a las cuales siempre era invitado de honor. La serenata fue completamente criolla con los instrumentos marimba, furruco, arpa, cuatro y maracas. Como cierre del acto el Dr. José Gregorio Domínguez y Angélica Peraza bailaron una en honor al prelado. Domínguez, médico y gran bailador, fue acompañado por Angélica, hermana del general Celestino Peraza Berroeta. Cuando el pavo se “armaba” y se iba hacia la pava, ésta esquivaba la acometida y se situaba en la posición de defensa”(..). Allí se traslucía la malicia llanera, según Ovalles; quien agrega que “nosotros en Hispano-América en materia de bailes no tenemos que envidiar nada al extranjero. La Rumba Cubana, el Bambuco Colombiano, el Yaraví Peruano, el Tango Argentino, la Machica Brasilera y el Joropo Venezolano responden al sentimiento de una raza”(..)
En la carta el escritor farmaceuta rinde culto a la familia Veitía, sobre todo a don Vicente, jefe de ella, hombre franco y condescendiente con sus amigos. Misia Genara, su esposa, era una mujer avanzada para aquellos tiempos en las prácticas del feminismo, por lo cual resultaba incomprendida entonces. El matrimonio tenía 5 hijas, todas ellas buenas parejas de baile, encantadoras por su donaire: María, la mayor y Julia, Filomena, Lola, y Genarita, todas ellas se desenvolvían en un medio social sano en una población vallepascuense sin excesos y turbulencias. Dice Ovalles que las muchachas amigas de su juventud, entre las mejores bailadoras fueron: “María matos de oído fino para la danza; María Ponce, de formas esculturales; Elvira Ramírez, trigueña de ojos negros y chispeantes; Panchita Zamora Arévalo, con cara de Madona del Sanzio; Concha Álvarez Romero, conjunto de simpatía, alma buena; Eloisa Pedrique, menudita y graciosa; Sofía Ramírez, dinámica y de ojos vivos; María Teresa Gil, de sencillez, atrayente y pobladas cejas; Tanita Álvarez, de buen gusto en el bailar”(..). Y otras jóvenes que nombra son: Ninfa Rodríguez Célis, Isabel Oropeza, Panchita Cobeña, Enriqueta Méndez Matos, Angelina Belisario Pérez y las Gonzáles Oropeza.
Entre los músicos vallepascuenses se destacaban Ramón Moreán, secundado por Antonio y Zurita, don Miguel Méndez flautista, el maestro Emilio López en el bajo y Hermenegildo Jaramillo insigne guitarrista.
El señor Atahualpa Alvarado Díaz-Moronta me ha hecho llegar una carta mecanografiada, sin fecha, en la que el Dr. Víctor Manuel Ovalles le recuerda a una amiga de la juventud, como eran los bailes de la sociedad vallepascuense a finales del siglo XIX.
La amiga era doña Filomena Veitía, viuda de Manuel Álvarez e hija de don Vicente Veitía, quien por muchos años fue el Registrador Subalterno del distrito Infante. Hombre de gran corazón y progresista que acompañó a la juventud de Infante en los 1890s en las manifestaciones de protesta por la invasión que Inglaterra había hecho de la Guayana Venezolana. Se desprende de la precitada carta que estos buenos amigos eran pareja en los bailes de la capital infantina, como anota Ovalles “en aquellos momentos inefables en que nos lanzábamos en los salones de Valle de la Pascua en el torbellino del baile”(..).
Pero, ¿cómo eran esos “salones”? sigamos la descripción que el farmaceuta-bailarín hace de ellos: “Esos salones se arreglaban con un piso ad hoc; y se adornaban con espejos, lámparas, cortinas, flores y todo lo que la cultura y el buen gusto había hecho allí (en Valle de la Pascua) de uso corriente”(..). Víctor Manuel le pregunta a su amiga Filomena “¿Tú recuerdas cómo se ataviaban las parejas en nuestros lujosos bailes? El mismo responde: “Las damas con faldas de raso, zapatos de gamuza, altas peinetas, mantillas españolas, guantes de preville, etc. También la juventud masculina se trajeaba a la moda, y en nuestros bailes de lujo eran indispensables los guantes. En esa época los jóvenes se distinguían por la cultura del estilo con que trataban a las damas; a las mujeres se les rendía entonces un culto digno de ellas. Extrañará a algunos tales adelantos en un pueblo del llano (la Valle de la Pascua de los 1890s )”(..).
¿Cómo era la música bailable en esos años? V. M. Ovalles tiene la respuesta: “La música era más espiritual y emotiva. En Venezuela se habían nacionalizado la Polca y la Mazurca polacas. La danza, la contra-danza y los lanceros, con sus complicadas figuras, se ensayaban y bailaban con esmero y en cuanto al valse vernáculo vibra en el alma ardiente de nuestro pueblo”.
El romanticismo aflora del alma de Ovalles cuando dice a su amiga Filo: “Tu y yo estábamos en la flor de la juventud, sólo pensábamos en gozar, en divertirnos y nos tratábamos de un modo cordial. Nunca fui exclusivista en nuestros bailes vallepascuenses. Me gustaba bailar con varias muchachas, porque así complacía al mayor número de ellas, pero siempre te preferí te preferí a ti y te daba preferencia por tu alta cultura, tu modo gallardo en el bailar. Fuiste una muchacha de mucho juicio (que) nunca halagabas pasiones de los que te hacían la corte ”(..).
No vale la pena seguir narrando el ardor de la carta que parece ser “un amor en los tiempos del cólera” como la novela de García Márquez. Lo que sí vale la pena recordar es que además a la orquesta o banda local, de Aragua de Barcelona venía la orquesta de Amador Briceño a amenizar algunos bailes especiales. Que Ovalles, henchido de emoción dice: “Yo siempre recuerdo con sincero afecto a Valle de la Pascua, porque allí discurrió mi juventud, fue el teatro de mis luchas, de mis afanes y donde se formó el surco de mi vida psíquica ”(..).
Estimo que la carta fue escrita cuando los dos amigos eran ancianos porque él habla de “nuestra lejana juventud” y recuerda que ellos dos eran los únicos sobrevivientes de su generación. manuelsotoarbelaez@yahoo.com

SERGUEI ESÉNIN (1895-1925), UNO DE LOS POETAS DE LA REVOLUCIÓN RUSA



Edgardo Malaspina*

El 6 de septiembre de 2006, junto a mi esposa Natalia, visité el Museo de Esènin en Moscú. Al salir de la estación del Metro Serpujovskaia debimos caminar bastante hasta el callejón Strochenosvski, donde en una casa que data de 1891, construida en gran parte de madera,se ubica el museo. Allí vivió el poeta suicida de 1911 hasta 1918. Es un lugar diminuto para la reflexión poética con los objetos personales del bardo. Tania, la guía nos muestra las salas, los libros, los manuscritos y pequeñas cosas que pertenecieron a Esénin. Vemos una película-documental, el único en vida del poeta y escuchamos su voz recitando sus propios versos. Tanía nos recuerda que a pesar de que Esénin no compartió del todo los ideales de la revolución, admiraba a Lénin, a quien caracterizaba como un hombre chiquito y calvo. Además , al presentarse en el extranjero exigía cantar La Internacional antes de intervenir. Hice alguna anotación en el libro de recuerdos. El museo es un espacio poético, cuyos trazos, en las paredes y en los techos evocan esa poesía bucólica, campesina y sencilla de Esénin. Es impresionante como un diseño bien logrado en la distribución de las estructuras de una vivienda puede reflejar una tendencia poética. Primera vez que me percato de ese detalle agradable que hace percibir mejor el mensaje de un poeta.
La guía, al final, cantó. Con voz suave pronunció los versos de Esénin plasmados en un bello arreglo musical. Luego dijo: “Vivo para mantener este lugar sagrado. Esénin me inspira. Es el poeta del amor, del optimismo y el cariño hacia la patria”.
-o-
Serguei Esénin es uno de los poetas rusos más conocidos, y cuya producción lírica abarca el periodo desde los últimos tiempos del zarismo hasta los inicios de la revolución socialista. Fue el genuino exponente de la inteligencia campesina ,según Lunacharski.
Hijo de campesinos, nació el 21 de septiembre de 1895 en la aldea Konstantinov, provincia de Riazan. En 1909 terminó la primaria y se inscribió en la escuela religiosa de Spas-Kliepil, a 30 kilometros de Konstantinov. Más tarde estudió tres años en una escuela religiosa del magisterio. El programa de esta institución sin biblioteca era muy sencillo: asistir varias veces al día a la misa, rezar mucho y leer la biblia. En la noche, Serguei leía a Puskin, a Lermantov, y escribía sus primeros versos. Escuchaba atentamente a los poetas ambulantes y se aprendía sus composiciones. Visitaba iglesias y contemplaba los iconos. En las estaciones de trenes recitaba sus poema, y un día un pasajero conmovido por sus poemas le regaló unas monedas. Era un joven elegante, de baja estatura, con cabellos rubios y ojos muy azules.
En 1912 viajó a Moscú(casa de Krilov, hoy museo de Esénin) y vivió con su padre Alexander Esenin. Trabajó en un almacén ,y al perder este trabajo regresó a su aldea. Regresó a Moscú en 1913 y empezó a trabajar como ayudante de corrector de pruebas en la tipografía de I.D Sitin. Su padre le criticaba su inclinación hacia la poesía y porque gastaba su sueldo el libros y revistas.
En 1914 trabajó en la tipografía de Chernichev, donde no tenía tiempo para sus actividades literarias, porque laboraba 12 horas. En diciembre abandonó ese trabajo, y en enero de 1915 publicó sus primeros poemas en diferentes revistas.
En esa época era antimilitarista y participaba también en círculos políticos antizaristas y la policía empezó a perseguirlo. Escribió a un amigo: “Me siento atontado. Una tristeza brutal se gazapa en mí. Ya el verano se extingue con sus rayos dorados y yo no puedo verlo, escondido como estoy detrás de las paredes de la tipografía. Donde quiera que mires, la mirada tropieza con fríos muros y sólo vemos edificios grises sobre una calzada salpicada aun con la sangre de los sacrificados de 1905.”
En Moscú también asistió a la Universidad Popular de Shaniavski, la única libre y gratuita de la época. Allí dictaban conferencias profesores progresistas.
Como las revistas prestigiosas de Moscú lo ignoraban decidió viajar a Petrogrado.En caso de fracasar , tenía como segundo plan trabajar como simple obrero.En pocas semanas triunfó en los círculos literarios . Gorki escribió: “Yo ví a Esenin inmediatamente después de su llegada a la ciudad; de baja estatura, bien formado, pelo claro, rizado, vestido igual que el Vania de “La vida por el zar”, de ojos azules y limpísimos como Lonhgrim, así era él. Y la ciudad lo recibió maravillada, igual que el glotón las fresas de enero. Se comenzó a elogiar su poesía, excesiva e insinceramente como suelen hacerlo los envidiosos e hipócritas. Tenía 18 años entonces y al llegar a los 20 comenzó a adornar su rubios cabellos con un bombín de moda que le daba el aire de un dependiente de panadería.”
Los salones de gente importante lo invitaban y él se codeaba con simbolistas, acmeístas, anarquistas, místicos, neo-cristianos, futuristas, ego-futuristas, neo-populistas y otros.
A pesar del reconocimiento de su obra, su poema “Marta Posadnitsa” fue vetado por la censura. Alexander Blok le escribió : “Yo creo que para usted el camino será corto y que para no perderse en él hará falta ir despacio, sin inquietarse por cada paso que demos, tarde o temprano deben responder, y avanzar ahora resulta difícil tanto más si hablamos de literatura”
La crítica clasifica los poemas de Esenin por etapas cronológicas, aceptando que su calidad es mejor con el paso del tiempo. Es lógico . Escribe los iniciales hasta 1910.Los intermedios entre 1910 y 1914. Y los mejores ,que corresponden a la madurez lírica, se extienden desde 1915.
Un ejemplo de la primera etapa son unos cuartetos dedicados a la apacible vida del bosque (1910) y donde la segunda estrofa rima con la cuarta:
Llegó la tarde. El rocío
sobre la ortiga reverbera.
parado estoy en el camino,
bajo un sauce a su vera.
La inmensa luz de la luna
nuestro tejado alcanza.
el canto de un ruiseñor
se escucha en lontananza.
Todo es acogedor y tibio
como en invierno cerca de la candela
los abedules se alzan
cual gigantescas velas
Y a lo lejos, tras el río
donde el bosque se termina
el guardián hace sonar
su carraca mortecina.
(Traducción: Edgardo Malaspina)
Mi esposa, Natalia Riazánova, me advierte que la tercera estrofa recuerda a las chimeneas , elemento ineludible en el invierno ruso con su respectiva connotación romántica en las composiciones poéticas. Ensayo otra posibilidad de traducción de esa estrofa:
Todo es acogedor y tibio
como en una chimenea invernal
los abedules parecen cirios
en una dimensión monumental.
La poesía de Esenin -que se nutre de leyendas, cuentos y relatos mitológicos- refleja el amor a la tierra natal, la belleza del paisaje, la vida rural, la brevedad de las cosas y particularmente de lo bello.La convicción de que el mundo y el hombre son perecederos lo llevó a la idea de la muerte, del suicidio. Cuando tenía 15 años escribió “Canción imitada”, donde el cadáver de una niña es llevada al cementerio .
En sus versos las estrellas, las flores y los árboles son objetos animados. En sus ensayos como “La clave de María” y “Arte y vivencia” afirma que todo arte esta basado en imágenes y en la plasticidad de dichas imágenes, y eso constituye la clave del arte popular ruso, por eso su poesía se acerca a la canción popular. Muestra de esa característica es el poema “Sin lamentos”(1922), interpretado magistralmente por la cantante Nadezrda Kadizheva.
SIN LAMENTOS:
Sin quejas, ni lamentos ni llantos
como el humo a través del florido manzano
hasta mí llegó la marchitez dorada
ya no seré más joven y lozano.
Ya no lates con la fuerza de antes
mi corazón tocado por el hielo
y caminar descalzo por el bosque
ya no es una ilusión, no es un anhelo.
El deseo de aventura cada vez es menor
y el fuego de los labios ya se ha ido
¡oh mi joven y lejano frescor
mis antaños pletóricos sentidos!
Ahora son escasos mis afanes
¿he vivido mi vida o la he soñado?
Es como si en un alba primaveral
galopé sobre un caballo rosado.
Nuestro destino es frágil y finito
el cobre de las hojas lento emana
por todos los siglos sea bendito
lo que florece hoy para morir mañana.
(Traducción : Edgardo Malaspina )
Muchos autores le han dedicado sus versos a la vejez, pero precisamente lo hicieron cuando atravesaban esa periodo importantes de sus vidas. Ahora bien ¿Por qué Esénin lo hace cuando apenas tiene 27 años? Tal vez porque su vida ha sido tan intensa, que todas las etapas las ha quemado de manera concentrada. El sufrimiento lo ha hecho madurar prematuramente. Imágenes como “galopé sobre un caballo rosado”, “caminar descalzo por el bosque”, son evocaciones de la infancia. En su vida infancia y juventud son prácticamente la misma etapa. Notemos que Safo y Confucio, por ejemplo, abordan el tema de una manera distinta, en el sentido de que la perspectiva cronológica es mayor. Lógico : ellos alcanzaron su venerable vejez de manera natural, mientras que Esénin llega a ella a través de la adversidad de las circunstancias objetivas y subjetivas que le dictaron tanto la poca que le tocó vivir como su atormentado mundo espiritual.
Safo de Lesbos (628-563 a de C), la poetisa más destacad de la Antigüedad, admirada por Platón y Horacio, canta a la vejez, como resignándose ante el inevitable proceso fisiológico::
Ya mi piel está arrugada por la vejez
y mis negros cabellos se tornaron canos;
débiles son ya mis manos, débiles mis rodillas
que no quieren llevarme.
Yo no puedo danzar con las doncellas
como saltan las corzas en el soto,
pues, ¿qué puedo hacer yo?
El mortal no disfruta de la juventud perenne
Confucio(551-479 a C) asocia la vejez con la experiencia y la sabiduría::
La gran montaña se reducirá a migajas
y la sólida viga deberá romperse,´
y el hombre sabio
se marchitará cual una planta.
Antes de romantizar las costumbres del campo y cantar a la vida bucólica, Esénin en un principio recurrió al habla con giros arcaicos luego a la terminología bíblica. En el periodo de inspiración eclesiástica( perteneció al grupo de los socialistas misticos, dirigido por Ivanov Razumnik, según el cual el sufrimiento del mundo salva al hombre) comparó a Cristo con la Revolución de Octubre en el poema “Advenimiento”:
Oh Rusia inmarcesible
de la muerte vencedora
has llegado del firmamento estrellado
a tu lugar en la tierra.
Los colores que resaltan en su obra son el amarillo(usaba corbata amarilla) odorado y el azul. En otra etapa de su lírica se destacan los poemas epistolares: Carta, Respuesta a una carta, Antes de la operación, Carta a la madre, Carta de mi madre, Respuesta, Carta a una mujer y Carta al tío. Como publicista publicó En el país de los canallas y Si arde es porque ya es fuego.Los motivos progresistas están presentes en poemas como El herrero, Rusia, y Marta Posadnitsa (1914).El rechazo de la critica oficial a este poema, escrito en el espíritu del “Cantar de las huestes de Igor”, se debió a que era un llamado a desobedecer el orden establecido , recurriendo a imágenes inspiradas en el pasado heroico de Rusia, lleno de luchas entre ciudades por el poder político, y en el que Moscú jugó el papel preponderante al someter a los demás pueblos.
El alma rusa, con sus alegrías y tristezas, cantada una vez por Pushkin influyó sobre la obra de Esenin. También la lectura del Cantar de las huestes de Igor, como ya advertimos.
La revolución le inspiró una serie de poemas. Aceptó el poder soviético, pero no lo entendió totalmente.
Edgardo Malaspina al lado del busto de Esénin en la casa donde vivió el poeta entre 1911 y 1918 en Moscú.
Natalia en el Museo de Esénin
Casa de Esénin en Moscú. Fachada
Una de las salas del Museo de Esénin

sábado, 17 de marzo de 2007

APROXIMACIÓN HACIA UNA PRIMERA MENTALIDAD EN LA HISTORIOGRAFÍA VENEZOLANA

Jeroh Montilla

CONTENIDO
Introducción
Una nueva mentalidad
Aproximación hacia la historia de las mentalidades
Acercamiento crítico
Bibliografía
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INTRODUCCION
En la década de los años sesenta el historiador venezolano Elías Pino Iturrieta realiza un Doctorado en Historia en el Colegio de México bajo la guía del historiador español José Gaos. Para el logro de este Doctorado presenta un trabajo titulado Mentalidad venezolana de la emancipación, dicha tesis tuvo como marco metodológico la corriente historiográfica conocida como “Historia de las ideas”. Pino Iturrieta señala que su investigación se reduce al estudio de las ideas de aquellos hombres que introducen la modernidad en Venezuela, “los grupos dirigentes de la revolución en los años que van de 1810 a 1812, período correspondiente a la formación y pérdida de la Primera República” (Pág. 14). Desde el inicio el autor hace hincapié en el carácter restringido de su investigación. Estudia el pensamiento de un pequeño grupo en un tiempo relativamente breve. Trabaja solo fuentes documentales existentes en el Colegio de México y algunas que le envían desde Caracas, cuestión que, según el autor, limita sensiblemente el panorama de estudio. Dichas fuentes consisten en materiales de primera mano como documentos manuscritos del Archivo General de la Nación, escritos impresos de los revolucionarios implicados, testimonios de los testigos inmediatos a los acontecimientos de la época, aparte de un material auxiliar de libros de historia social, económicos y políticos de Venezuela.
Para el desarrollo del presente ensayo se analizará preferentemente la primera parte de dicha tesis titulada. “En Venezuela se gesta una nueva mentalidad”, claro está que a la hora de un análisis amplio se tomará en cuenta de manera referencial la totalidad de la obra. El objetivo es analizar los hallazgos manejados en esta tesis que describe las ideas de la época emancipadora bajo la óptica de la Historia de la Ideas bajo el parecer de la Historia de las Mentalidades, corriente historiográfica donde se inscribe últimamente el historiador Pino Iturrieta.
UNA NUEVA MENTALIDAD
La creación y arraigo de la sociedad colonial fue un proceso caracterizado por la violencia. La guerra y establecimiento de grupos religiosos se combinan en un primer momento para lograr el reblandecimiento moral de los habitantes aborígenes del territorio y la imposición de un nuevo tipo de mentalidad cuyas líneas principales responden a una serie de intereses anidados en el seno de la metrópoli española. Según Pino Iturrieta (1984) esta toma violenta del territorio y establecimiento del conquistador culmina en:
…una síntesis de elementos interiores y exteriores cuya influencia conduce a un comportamiento homogéneo de la sociedad. Primero a través de un mecanismo de imposición y fiscalización, pero más tarde como consecuencia de una rutina sustentada en los intereses predominantes en la región, se forja un conjunto coherente de actitudes, opiniones y sentimientos cuyos puntos cardinales condesa y respalda un pensamiento oficial (Pág. XI)
Fue así consolidándose de este modo lo que el autor señala como la base y la orientación de mentalidad tradicional, la cual responde de manera coherente a las necesidades de dominación socio-económicas de la casta que desciende directamente del conquistador peninsular. Este proceso de implantación, brutal en una primera etapa, al aclimatarse lentamente es asumido como un hecho natural por la mayor parte de los factores constitutivos de la sociedad colonial, sobre todo por los sectores de los blancos criollos y los peninsulares. La mentalidad tradicional pasa a ser entonces “… hija del juego intestino entre dos sectores dominantes que en su acomodo forjan un parecer estable y colectivo” (Pág. XII)
El predominio de esta mentalidad se logra, sobre todo, es a través de una indeclinable función vigilante y didáctica de los sectores de la iglesia católica implicados en la vida colonial. La iglesia es un factor regulador del hacer social a través de una preceptiva donde se combinan el ejercicio de una rígida moralidad junto a un sinfín de actividades de tipo religioso. Son muy famosas las listas de libros prohibidos, los cuales, según el parecer de la iglesia, relajan peligrosamente la vida espiritual. Otra institución propagadora de esta mentalidad tradicional es la universidad, donde predominan los estudios de latín y retórica en función de las actividades religiosas. En esta solo se estudia a Aristóteles y la Escolástica, desatendiendo el estudio de las ciencias conocidas como profanas.
Sin embargo esta mentalidad tradicional va a comenzar a ser vulnerada por la lenta infiltración de las nuevas ideas vigentes. Paradójicamente el comercio y el contrabando se convierten en los vehículos de una modernidad naciente. A través de estos llega a la región toda una serie de publicaciones contentivas de ideas contrarias a los esquemas mentales que sustentan la vida cotidiana y política de la sociedad colonial. Muchos testimonios de viajeros de la época dan cuenta de la cantidad de libros prohibidos y modernos que copaban los estantes de bibliotecas privadas, incluso de autoridades peninsulares. Esto no acontece repentinamente sino que viene ocurriendo a medida que la Ilustración penetra también a la península española. Es significativo como con relativa libertad, intelectuales como Simón Rodríguez, el obispo Hernández Milanés y Miguel José Sanz exponen sus críticas al sistema educativo colonial presentando al mismo tiempo propuestas reformadoras que afectan hasta los indiscutibles intereses pecuniarios de la iglesia. Contienen también estos escritos una censura directa a la alta casta social dominante y el estímulo a los oficios de agricultores, artistas y fabricantes en función de promover el hacer industrial colonial.
La penetración de una nueva mentalidad no alcanza solo a los sectores dominantes, es significativo como cuajan entre algunos sectores económica y socialmente disminuidos las ideas de Manuel Gual y José María España. La base social de este movimiento conspirativo la constituyen los blancos de orilla, los pardos, militares de baja graduación, comerciantes y artesanos.
APROXIMACION A LA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES
Construir las razones del presente desde el pasado es lo usual en el hacer historiográfico. Esta línea explicativa es conocida como “historicismo”. Ella presume que existe internamente un hilo de continuidad en la dimensión espacio-temporal de las diversas sociedades y culturas. Conocer el entramado de relaciones que unen los aconteceres del ayer, remoto o cercano, trae luz sobre la actualidad, descifra su complejidad cambiante.
La corriente historiográfica conocida como Historia de las Mentalidades no escapa a ese esquema epistemológico, donde todo efecto es reconocido necesariamente por su causa o causas. La historicidad como forma explicativa es un lugar común en desciframiento de los fenómenos humanos. Sin embargo, con la aparición del estructuralismo en el horizonte intelectual europeo el historicismo, como instrumento de análisis, comenzó a ser revisado y cuestionado en su posición de privilegio dentro del hacer epistémico. Así el pasado no siempre puede explicar el presente. Los estudios aun le confieren un lugar a lo histórico, pero ya no de índole preponderante. Para la corriente estructuralista el “proceso” y la “estructura” mantienen una relación de incertidumbre. Reacuérdese el principio de Heisenberg: cuando se conoce la velocidad de un electrón se desconoce su posición y viceversa.
Ahora bien ¿Qué busca la Historia de las Mentalidades? Según Luis Felipe Pellicer (2000):
Lo que pretende investigar la historia de las mentalidades se encuentra en la mente de la gente, pero no en lo que esta tiene de individual, sino en lo que posee de colectiva; es un conocimiento más o meno consciente y no sucede aislado de la vida material, sino que es su expresión. (Pág. 163)
Entonces las mentalidades busca una explicación del ser colectivo, dentro de un contexto y tiempo articulados. Indaga en lo común de lo histórico con el fin de poner al descubierto esa identidad colectiva que imprime un sello específico a los pueblos. Para lograr esto la Historia de las Mentalidades hace un uso especial del saber antropológico sin abandonar los rieles y perspectivas de la historicidad. Hurga en los recovecos de lo cotidiano, toca aquellos aspectos descuidados por el hacer historiográfico oficializado.
Según Beltrán Moya (1997) el francés Robert Mandrou definió la Historia de las Mentalidades “como la historia de las visiones del mundo, no de los fenómenos objetivos, sino de las representaciones de dichos fenómenos.” (Pág. 37) Busca estudiar la sensibilidad social, ese valorar ético e intelectual que de modo consciente o inconsciente se manifiesta en el hombre. De que abstracciones colectivas se vale este para atrapar dentro de sí la complejidad de lo real.
En la Historia de las Mentalidades hay un claro consenso en referencia a lo intencional, a donde apunta, cual es su horizonte, en cambio en lo conceptual, son diversos los pareceres y desacuerdos. Una de las tantas razones de esto es lo relativamente reciente que es la existencia de dicha corriente. No han trascurrido las suficientes aguas para que el proceso de legitimación disciplinar, desde el hacer académico, establezca en torno a esta corriente un cerco de conceptualizaciones y categorías unificantes. Su riqueza epistémica es todavía un conocimiento fresco y disperso. Sergio Ortega Noriega (2005) en un ejercicio integrador afirma que:
El concepto de mentalidad es aun impreciso. Se aproxima a lo que Althusser denominaba “ideología práctica”, o sea, una compleja formación de ideas, representaciones o imágenes que se corresponden con ciertos comportamientos y actitudes de los individuos, de tal modo que en su conjunto funciona como norma práctica que rige la posición concreta de los hombres frente a su historia. Este concepto es fundamental en historia de las mentalidades, pues el acercamiento a la dinámica social se logra mediante el análisis de esa correspondencia entre los comportamientos concretos de los hombres y las ideas, representaciones e imágenes mentales” (Pág. 1)
La mentalidad adquiere su relevancia en ese juego de características que los distintos individuos comparten en el seno de los grupos humano, como dice más adelante este mismo autor, en esa especie de “impersonalidad” que los involucra. Busca, a partir de esto, la Historia de las Mentalidades conocer y explicar el cómo los miembros de un colectivo social perciben y viven su historicidad, tanto en lo económico como lo social.
Historiográficamente la Historia de la Mentalidades surge del seno de Escuela de los Annales. Desde la primera generación de escuela historiográfica francesa hasta la más reciente, sus integrantes se han dedicado, unos más que otros, a perfilar sus características metodológicas. Nombres como Philippe Aries, Alphonse Dupront, Robert Mandrou, Emmanuel Le Roy Ladurie, Jacques Le Goff, Georges Duby y Michel Vovelle, entre otros constituyen el fundamento de este movimiento dentro de la Escuelas de los Annales.
En Latinoamérica las mentalidades surgen en México hacia los años setenta. Como ya se dijo al principio, diez años antes, en la mítica década de los sesenta Elías Pino Iturrieta entra al Colegio de México y bajo la batuta del maestro español José Gaos se inicia en la historia de las ideas, una de las tantas fuentes donde se alimenta el cauce de la Historia de las Mentalidades.
Estudiar la historia nacional desde la perspectiva de las mentalidades no es la manifestación de un modismo historiográfico. Hay en la sociedad venezolana suficientes motivos investigativos para asumir esa perspectiva. Hay madurez de condiciones. Según Pellicer (2000): “Una corriente o escuela historiográfica nace de la correlación entre el conocimiento histórico y el acontecer histórico de una sociedad, y aunque esa relación no es mecánica y automática la historiografía es, generalmente, expresión de ese acontecer.” (Pág. 164)
ACERCAMIENTO CRÍTICO
En realidad este acercamiento crítico es partir de las interrogantes que surgen con la lectura del texto de Pino Iturrieta. Desde un primer momento la noción de mentalidad e historia de las ideas deja ver más problemas que afirmaciones. En primer lugar se puede arrancar de las afirmaciones de Pino Iturrieta sobre mentalidad tradicional. Él identifica una mentalidad tradicional, la colonial, que lentamente es desplazada por el crecimiento de otra mentalidad novedosa con sentido emancipatorio. Cabría preguntarse ¿Existe una mentalidad de la emancipación? Las 224 páginas del libro de Pino Iturrieta pretenden demostrarlo. Como toda corriente historiográfica la Escuela de las Mentalidades tiene investigadores que le hacen cuestionamientos.
Uno de ellos es Geoffrey E. R. Lloyd, para él no existe una mentalidad única, no puede ser diagnosticada, la idea de una mentalidad global le parece una hipótesis absurda. Pino Iturrieta respondería que la nueva mentalidad emancipadora no es homogénea, que es heterogénea y diversa. Así parece demostrarlo cuando se refiere al pensamiento ambivalente de Navarrete o a las ideas modernas de Juan Germán Roscio. Vistas estas a través de su correspondencia privada. Roscio es libre pensador, admira a Descarte y fustiga a la Iglesia, pero al mismo tiempo es un fiel creyente. Para Lloyd es confuso decir que una mentalidad es diversa, en el caso de Roscio se podría decir que no es una mentalidad dividida sino que son dos mentalidades distintas que conviven en su conciencia. Aquí cae la denuncia de Lloyd sobre las mentalidades, su carácter confuso. El problema para este autor no es que lo planteado no sea importante sino el modo de encausarlo. Según Joaquín Aguirre (2005) “Lloyd analiza cómo las categorías que se establecen en muchos casos para determinar las diferencias de mentalidades entre dos momentos, sociedades, etc., son aplicaciones de categorías que no se corresponden con los valores que esas sociedades poseían” (Pág. 1) ¿Son compatible las categorías de Historia de las ideas con las de Historia de las mentalidades? Cabe también preguntarse si las ideas que Pino Iturrieta analiza en su texto terminaron por convertirse realmente en las representaciones colectivas de la sociedad venezolana en los tiempos republicanos.
BIBLIOGRAFIA
Aguirre, Joaquín (2005) Las mentalidades y su desenmascaramiento. En: Especulo, revista de la Universidad Complutense. [Revista en línea] Disponible: hhtp://www.ucm.es/info/especulo/numero5/gerlloyd.htm [Consulta: 2005, julio 16]
Beltran Moya, José Luis (1997) La historia de las mentalidades o la mentalidad en la historia. En: Iber Didáctica de las Ciencias Sociales. (N° 12, Pp. 37-46) Barcelona: Iber.
Mora-García, J. Pascual (2001, julio) Federico Brito Figueroa y la historia de las mentalidades en Venezuela. En Revista de Ciencias sociales de la región centroccidental. Pp. 73 – 90.
Pellicer, Luis Felipe (2000) Vernos desde el pasado: la historia de las mentalidades en Venezuela. En José Ángel Piñango (Compilador) Visiones de oficio, historiadores venezolanos en el siglo XXI. (pp. 161 – 170) Caracas: Academia Nacional de la Historia, Comisión de Estudio de Postgrado-FHE (UCV)
Pino Iturrieta, Elías (1991) La mentalidad venezolana de la emancipación. Caracas: Ediciones Eldorado.
__________________ (1984) Sentido y fundamentos de la mentalidad tradicional. En La Gaceta de Caracas (Tomo VI, pp. XI - XXXII) Caracas: Biblioteca de la Academia de la Historia de Venezuela.
Ortega Noriega, Sergio (2005) Introducción a la historia de las mentalidades. Aspectos metodológicos. En: Ejournal.unam [Revista en línea] Disponible: http://www.ejournal.unam.mx/historia_novo/ehn08/EHN00806.pdf [Consulta: 2005, julio, 16]
Pulso.com (2005) Mentalidad, ciencia e historia: a propósito de Geoffrey E. R. Lloyd. En: Pulso.com [Página en línea] Disponible: http://www.pulso.com/aen/85_65.htm [Consulta: 2005, julio 16]