Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

jueves, 31 de mayo de 2007

MUSEO NUEVA CÁDIZ


Edgardo Malaspina*

El gobernador de Margarita Don Bernardo D´Vargas Machuca construyó su sede entre 1609 y 1612 para el funcionamiento de la cárcel y el ayuntamiento en La Asunción Aquí el 4 de mayo de 1810 se firmó la incorporación de Margarita al movimiento independentista. El gobernador Don Heraclio Narváez Alfonso (1950-1954) lo declaró como lo conocemos ahora: Museo de Nueva Cádiz (en Cubagua), en honor de la primera ciudad española en América del Sur. Cubagua , visitadad por Colón por primera vez en su tercer viaje (1498)fue destruida por un maremoto en 1541. Algunos objetos salvados se exponen en el museo junto a piezas precolombinas, cañones y anclas del siglo XIX. De allí partieron en plan de conquista y colonización Jácome de Castellón, Alonso de Ojeda, Juan de Ampíes, Diego de Ordás y Diego de Lozada.
Los españoles llamaron el lugar “islote de las perlas” , y oficialmente se le denominaba Costa Provincia de las Perlas. Los indios eran sometidos y marcados con una “C”. Luego eran obligados a extraer perlas. En 1523 descubrieron en la isla aceite de petróleo, al cual se le adjudicó propiedades medicinales. Juan de Castellanos en su Elegia de Varones Ilustres de Indias (1589) hizo la observación (Elegia XIII, Canto Primero):
Tiene sus secas playas una fuente do bate la marina
de licor aprobado y excelente
en el uso común de medicina
el cual en todo tiempo de corriente
por cima de la amar se determina
espacio de tres leguas, con las manchas
que suelen ir patentes y bien anchas.
El 12 de septiembre de 1528 al poblado se le otorgó rango de ciudad: Nueva Cádiz. El 25 de diciembre de 1541 un fenómeno natural destrozó la ciudad; y en 1543 los piratas franceses incendiaron lo que quedó. El 5 de noviembre de 1979 fue declarada Monumento Artístico Nacional.
Pero el pasado de Nueva Cádiz y las islas que conforman el Estado nos lo reconstruyó Enrique Bernardo Nuñez en su novela Cubagua . No se puede entender esta región sin hacer una lectura de la novela, en la que confluyen personajes de distintas épocas y para quienes el tiempo carece de barreras. Allí están Ramón Leiziaga y sus investigaciones en la zona de perlas en Cubagua; Nila , hija del cacique Rimaría; y Fray Dionisio, misionero del siglo XVI. Ellos, junto a Diego de Ordaz , representan el pasado transformado a través de un recurso literario en gente del presente. La obra anuncia la revolución literaria latinoamericana que más tarde se impuso con el Realismo Mágico y lo Real Maravilloso. En el ella buscamos la verdad de nuestra historia, el misterio de nuestro pasado: fray Dionisio hurga en viejos papeles y Leiziaga en sus proyectos mineros.

OBRA POÉTICA
Cubagua está escrita en una prosa muy poética: “En Paraguachi, a la hora de vísperas, en la puerta del templo, se veía a un franciscano, hombre alto, cojo de edad indefinible. Era el párroco fray Dionisio de la Soledad, que seguía con la mirada la puesta del sol y las rojas flores de cedro desprendidas por el viento”
Otros ejemplos: “Pero con el sol los recuerdos desaparecen. El mundo es hermoso y sólo ella existe. Venus asciende hasta la luna. Tendido en la arena, Leiziaga se olvida del petróleo, de los tesoros sepultados en Cubagua, de su misma vida anterior, y observa el jeroglífo que los cardones van trazando. El mar acumula en la orilla su nieve efímera, sus flores, sus algas”.
“El mar es de un verde diáfano. Las playas lejanas brillan como jogarros. La luz blonda, vigor de la espátula en torno de las rocas, alza sus velos argentados, sus sinfonías de llamas sobre islas y farallones”
“Los pies se hunden en el río de nácar. Rocío de mundos”
Nueva Cádiz es descrita así: “ Las casas eran altas, macizas como fuertes. En las calles estallaba el tumulto de lonjas improvisadas”. “Nueva Cádiz fue sacudida por tormentas y terremotos, atacada por los piratas y los caribes. Cuando cesó el tráfico de esclavos los vecinos huyeron. No había ya quien llevase agua ni leña. La ciudad quedó abandonada y el mar sepultó sus escombros”.
“Brillaban las calles esmaltadas de nácar. La noche anterior cayó una lluvia límpida sobre Cubagua. El mar tiembla, se estremece con alegría infinita”

ASPECTOS MÉDICOS
Uno de los personajes de la novela es el doctor Gregorio Almozas, quien se anunciaba en un consultorio en La Asunción como “Médico, Cirujano y Partero”. Una vez , le indagaron con sorpresa acerca de un fórceps oxidado(pinza para extraer el feto) que cargaba en un estuche de madera. Él contesto que lo usaba asimismo, sin limpiarlo. Además agregó que lo acababa de emplear en un parto muy laborioso de gemelos.
Enrique Bernardo Núñez describe casos de tracoma en niños de Margarita. En alguna parte se habla de un hombre que inoculó a su esposa el bacilo de Hansen (responsable de la lepra), y a quien luego recluyen en un lazareto con “sus bellas manos mutiladas”.
Desde España solicitaban betún(petróleo) proveniente de Cubagua para uso medicinal.Cuciú (luciérnaga) , una mujer india legendaria tenía una farmacia para curar las bubas de los conquistadores con guayacán (árbol emblemático de Margarita) y aceite de drago. Vendía también betún. Curaba la ceguera y el cáncer: “Los murciélagos y serpientes del Hypayari, las flechas envenenadas, cuando no mataban, abrían la carne para una horrible agonía. Morían rabiosos,entre convulsiones. Aplicaba a sus heridas un hierro encendido y ellos se prestaban dóciles al suplicio con la esperanza de vivir...”.
El dios Amalivaca enseñó a los indios el arte de curar .En Cubagua había muchas arañas y sus picaduras provocaban “vivos dolores”. El doctor Tiberio Mendoza sufría ataques de sama.
La infección de los ojos, la conjuntivitis granulosa, mal terrible de la vista es descrita líricamente:
“Mujeres ciegas por el tracoma concentran su mirada en el mar. Tejen cestas y esteras. Tejen febrilmente. En el aire embalsamado las visiones nocturnas salen al paso y luego, como toda imagen salida de nosotros mismos, se aleja y desenvuelve su propia vida, la buscaba en la orilla donde las conchas se abren como flores y los veleros descansan de las travesías largas y temerarias”
La novela complementa lo que la historia desconoce sobre Cubagua. Ella se inserta bellamente en los pocos vestigios que el Museo Nueva Cádiz conserva sobre la Isla de las perlas


*Editor, médico y escritor venezolano.

miércoles, 30 de mayo de 2007

EL PLAN DE BARRANQUILLA O EL OPORTUNISMO VESTIDO DE SOCIALDEMOCRACIA


Ubaldo Ruiz*




El joven Rómulo Betancourt.

TEMARIO:
Introducción
El Plan de Barranquilla en la lupa de los analistas
¿Socialdemocracia u Oportunismo?
Socialdemocracia oportunista
A modo de Conclusiones
Bibliografía consultada

INTRODUCCION

Los analistas, historiadores y estudiosos en general están de acuerdo en que el Partido Acción Democrática fue la organización que más influyó en la vida política venezolana del siglo XX. Salvo la década de régimen militarista de 1948 a 1958, el período secular que recién finalizó, fue dominado durante sus primeros cuarenta y cinco años por los andinos; y en un ciclo de duración similar, pero más reciente, en Venezuela se vivió en una Democracia inspirada fundamentalmente en los postulados del Partido fundado por Rómulo Betancourt. Independientemente de la circunstancia de que en ese período democrático iniciado en 1958, hayan ejercido el Poder Ejecutivo Nacional otros partidos distintos a Acción Democracia, tal fue el caso conocido de COPEI y de Convergencia, se puede afirmar que estas organizaciones políticas, y otras menos exitosas electoralmente, no sólo terminaron imitando a aquella en su estilo de hacer las cosas, sino que, y esto es lo más import ante, participaron en un juego democrático diseñado inicialmente por los fundadores de A.D.; de modo que no sería tan errado asegurar que la Democracia venezolana del siglo XX, no es que fue influenciada principalmente por Acción Democrática, sino que se desarrolló a imagen y semejanza de su Proyecto Político.
Porque la Democracia venezolana, con sus errores y aciertos, fue una hechura de Acción Democrática, es por lo que resulta fundamental, para entender a cabalidad el proceso político venezolano de la segunda mitad del siglo XX, conocer algu
nos elementos que contribuyeron a conformar ideológica y doctrinariamente a ese Partido Político. Aunque este trabajo no pretende presentar una conclusión definitiva en esos aspectos, sí aspira a realizar una propuesta para la discusión, la cual está relacionada con el origen ideológico de los principales líderes fundadores del “Partido Blanco”; es decir del primigenio grupo de cinco jóvenes desterrados, que junto a otros siete, redactaron y firmaron el Plan de Barranquilla, en 1931.
Precisamente mediante un estudio a aquel documento antigomecista, que sirvió de punto de partida de la organización ARDI, antecesora de Acción Democrática, parte el presente análisis, puesto que el Plan de Barranquilla contiene elementos que se repetirán en Acción Democrática de forma tan medular que sería lícito concluir que aquel documento es el substrato doctrinario de esta organización política.
Como el presente trabajo no es de ningún modo el fruto de una investigación documental exhaustiva, sino que es sólo una propuesta para la discusión, está realizado en base a una consulta bibliográfica sobre el tema, principalmente sobre la personalidad de Rómulo Betancourt, quien fue, con mucho, la persona que más influyó ideológicamente en la redacción del Plan de Barranquilla y en la formación del partido Acción Democrática.
EL PLAN DE BARRANQUILLA EN LA LUPA DE LOS ANALISTAS

Como se sabe, el Plan de Barranquilla fue un documento redactado y publicado el 22 de marzo de 1931 en la ciudad colombiana de Barranquilla por un grupo de doce exiliados venezolanos, entre los que destacaban Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Valmore Rodríguez, Ricardo Montilla y César Camejo, por nombrar a los que iban a ser fundadores, años más tarde, del Partido Acción Democrática; para ese momento eran muchos los compatriotas que se encontraban en el extranjero, exiliados de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Ramón J. Velásquez (1976), asegura que “Para 1929, además del PRV existían en el exterior la ‘Unión Obrera Venezolana’, la más antigua organización de exiliados, constituida por trabajadores residentes en New York y que dio pruebas constantes de presencia en la lucha contra la dictadura gomecista y la ‘Unión Cívica Venezolana’ que proclamaba su empeño en combatir tanto la dictadura de Gómez, como el individualismo caudillista de los grupos en el exilio ...”. Domingo Alberto Rangel (1975) afirma que después del fracaso de la expedición del Falke, en 1929, la emigración venezolana de las nuevas generaciones se divide en dos bandos: “Betancourt, Leoni y otros forman entre quienes tienen vínculos con Pocaterra y los caudillos ... Machado, Carlos León y otros militan en el Partido Revolucionario Venezolano...” y destaca que entre ambos grupos se entabla una polémica: “Los del P.R.V. llaman a Betancourt agente del imperialismo. Betancourt les responde llamándolos argonautas de un sueño imposible.”.

La Generación del 28, Rómulo Betancourt sentado.
A partir de 1929, ya se nota que Betancourt, a pesar de tener para la época sólo veinte años de edad, lidera un importante grupo de esos exiliados jóvenes; en la cita de D. A. Rangel, ya se puede notar que el novato líder del 28 fulgura con luz propia; Guillermo Morón (2003) expresa al respecto: “Aquí (en Barranquilla, Betancourt), junto con Raúl Leoni, establece una frutería para tener de qué comer y funda la Agrupación Revolucionaria De Izquierda (ARDI), germen de AD. El 22 de marzo de 1931 se publica el Plan de Barranquilla, bajo la responsabilidad de ARDI; firma en primer lugar Rómulo Betancourt”. Y Manuel Caballero (2004) señala que “El año 31 señala así un hecho de primera importancia en la vida política venezolana de este siglo: la constitución, alrededor de Betancourt, de un equipo dirigente de cuya conservación y desarrollo se encargará con el mayor celo.
Será la plana mayor de Acción Democrática y sus hombres de gobierno.”. En esta obra, que es una Biografía de Betancourt, Caballero insiste en el liderazgo del caudillo de Guatire en esos años de exilio gomecista.
No cabe duda que el Plan de Barranquilla, aunque fue un documento de redacción colectiva, es obra fundamental de Rómulo Betancourt. El novel líder, surgido de la protesta estudiantil contra el régimen de Juan Vicente Gómez en 1928, según puede colegirse de la consulta de los autores reseñados, durante su exilio, se destacó como un incansable activista político, que entre lecturas del marxismo de moda entonces, militancia más o menos fugaz en partidos de filiación comunista, como el P.R.V. venezolano y el Partido Comunista de Costa Rica, del cual condujo su periódico, también se dedicó a escribir
profusamente todo tipo de documentos, principalmente correspondencia, entre las que se cuentan figuras destacadas de la vida política e intelectual del mundo de entonces, tales como Miguel de Unamuno y Henri Barbusse, además de escribirle a venezolanos tan ilustres como Mariano Picón Salas, lo cual no deja de ser una audacia intelectual en un joven que apenas había cumplido veinte años de edad. Debido a la abundancia de material escrito por el Betancourt de la época, es posible, según Caballero (2004) identificar el estilo de “fórmulas alambicadas y percutantes” que presenta el Plan...; según este autor “Es un documento, no solamente firmado, sino también redactado a varias manos. Pero a pesar de serlo, está marcada en el papel la huella muy acusada de la más fuerte personalidad del grupo: Rómulo Betancourt.”. De modo que al hablar del Plan de Barranquilla no puede dejar de tenerse en cuenta que el mismo es una obra prácticamente personal de un muy joven pero agudo líder, cuya obra de entonces iba a trazar las líneas maestras por las que iba a transitar Venezuela a partir de 1945.
Si en un tema están de acuerdo los historiadores venezolanos es en considerar que el Plan de Barranquilla, es, al mismo tiempo, un análisis marxista de la realidad venezolana, con un programa socialdemócrata; Samuel Pérez (1996), por ejemplo, asegura que la publicación del documento en cuestión “generó fuerte polémica entre el grupo de exiliados venezolanos. Miguel Otero Silva lo criticó fuertemente destacando la incongruencia entre la radicalidad del análisis marxista de la realidad venezolana y el contenido del “programa”, que para él no pasaba de ser una posición socialdemócrata moderada.”. Por su parte, el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar (1997), casi copia textualmente a Pérez, aunque los autores consultados,
que figuran al pie del tema, son Marco Tulio Bruni Celli, Arturo Sosa y Eloi Legrand; dice el Diccionario... “La publicación del ‘Plan’ suscitó vivas polémicas entre los exiliados venezolanos. Algunos, como Miguel Otero Silva, destacaron el contraste entre el carácter radical del análisis marxista de la realidad venezolana y el contenido del programa propiamente dicho, el cual no pasaba de una posición socialdemócrata moderada.”
Por su parte Manuel Caballero (2004), al referirse a la estructura del documento, también detecta la diferencia anotada por los autores antes citados, aunque agrega un elemento que servirá para apoyar un argumento de este trabajo, pero más adelante; dice Caballero “En la primera parte se emplea un lenguaje donde se huele a leguas el marxismo ...El análisis general tiene ese tono, pero cuando se llega a la parte concreta, al programa de gobierno, hay un vuelco: se trata de un programa bastante moderado, donde pareciera querer englobarse a gente que no compartiría lo contenido en las primeras páginas.”.
El Plan de Barranquilla, documento fundamental para comprender, en gran parte, el proceso político venezolano de la segunda mitad del siglo XX presenta una híbrida condición de radical en el análisis de la realidad venezolana y de moderado en el programa. Eso es una verdad de Perogrullo, que han repetido casi todos los autores; pero lo verdaderamente importante, porque se pisa el terreno de las conjeturas, es aventurarse a desentrañar el por qué de esa aparentemente contradictoria redacción del documento de 1931. Y aunque algunos historiadores, como el mismo Manuel Caballero, en su citada Biografía de Betancourt, propone un respuesta, de ella pueden derivarse otras consideraciones que se intentarán explorar aquí.
La generación del 28 en la décadas de los años 30.

¿SOCIALDEMOCRACIA U OPORTUNISMO?
Desde un primer momento, el Plan de Barranquilla fue acusado de socialdemócrata por los comunistas de la época, y aun hoy se sigue caracterizando de esa manera. Y socialdemócrata fue la orientación ideológica que asumió Acción Democrática, la hija legítima de aquel. Para 1931 los exiliados venezolanos, regados por todos los rincones de América y Europa entran en contacto con las ideas políticas de moda para el momento. Para esa época la Revolución Bolchevique en Rusia está en plena exportación de sus soportes ideológicos, especialmente los orientados por la radicalización de la Tercera Internacional Comunista, sobre todo desde que Stalin asumió el Poder plenamente en la Unión Soviética y en el antiguo Partido Bolchevique, “Que ha entrado, desde su Sexto Congreso de 1928, en la etapa más sectaria de su historia: la lucha de los partidos comunistas se concibe en términos guerreros como un choque frontal de ‘clase contra clase’.” Caballero (2004). Ante esa situación los exiliados más jóvenes son influidos, en alguna medida por las corrientes ideológicas que provienen fundamentalmente de la Rusia Soviética; según Caballero, “no dejarán de moverse dentro de la órbita del pensamiento soviético, sea gubernativo u oposicional, sea trotskista o estalinista.”; porque para ese momento la “Revolución”, inspirada en el marxismo se había escindido desde la Segunda Internacional, entre comunistas y revisionistas, también conocidos como socialdemócratas, con el adjetivo peyorativo de oportunistas.
Desde que en Europa se desarrolló la Clase Obrera en el transcurso del siglo XIX, surgieron movimientos políticos que pretendieron interpretar esa nueva realidad del Capitalismo. Desde la fundación de los primeros Sindicatos en Inglaterra; por ejemplo “El movimiento cartista (que) ejerció una gran influencia en el subsiguiente desarrollo de la historia de Inglaterra...” Mijailov (1982), hasta los movimientos anarquistas liderados por Bakunin; hasta que, según Lenin, en el Prólogo de las Obras Escogidas de Marx y Engels (s/f), K. Marx funda “El 28 de septiembre de 1864 ... en Londres la famosa I Internacional , la Asociación Internacional de los Trabajadores”, con el fin de “unificar el movimiento obrero de los diferentes países y traer a los cauces de una actuación común las diversas formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini, Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las oscilaciones derechistas de Lassalle en Alemania, etc.); pero pronto esa actuación no fue tan común, pues desde la década de 1890, con motivo de la II Internacional, se populariza una forma “moderada” de interpretar las ideas de Marx, con las obras de Karl Kautsky, quien era para la época, según afirma José Arico en el Prólogo a la obra Crítica de la Revolución Rusa (1972), de Rosa Luxemburg, Director “del semanario teórico de la socialdemocracia alemana Die Neue Seit...”; sin embargo, el térmno “socialdemócrata”, ya se acuñaba desde antes a los seguidores de otras “formas del socialismo premarxista”; el propio Lenin ( 1973) afirma que “el 3 de enero de 1894, (...) año y medio antes de morir Engels, éste hacía constar que en todos los artículos se empleaba la palabra “comunista” y no “socialdemócrata”, pues por aquel entonces socialdemócratas se llamaban los proudhonianos en Francia y los lasalleanos en Alemania.”; sin embargo, el término sirvió para definir, desde los escritos de Kautsky en adelante, a los “traidores” al Marxismo, por lo cual puede considerarse a la Socialdemocracia como una “tergiversación” de la doctrina elaborada por Marx y Engels; al respecto escribe Rosa Luxemburg (1972):
“El principio que hace de la socialdemocracia la representante de la clase proletaria pero al mismo tiempo la representante del conjunto de los intereses progresistas de la sociedad y de todas las víctimas oprimidas del orden social burgués no significa simplemente que en el programa de la socialdemocracia todos los intereses están reunidos en cuanto a ideas. Ese principio se vuelve verdadero bajo la forma de evolución histórica en virtud de la cual, la socialdemocracia, al hacerse partido político, se convierte realmente en el partido del pueblo contra una ínfima minoría de la burguesía reinante.”
Esta autora fue revolucionaria, al lado de Lenin, pero también militó en el Partido Socialdemócrata Alemán, por lo cual su testimonio es muy válido a la hora de hacer una consideración del carácter marxista de la socialdemocracia, sobre todo, como se apuntó, a partir de Kautsky.
La socialdemocracia también era considerada por los comunistas, sobre todo de los partidarios de Lenin y sus Bolcheviques, como de grupo “moderado”. El propio Kautsky lo reconoció alguna vez, con motivo del estallido de I conflagración mundial: “La situación actual encierra el peligro de que a nosotros (es decir, a la socialdemocracia alemana) se nos pueda tomar fácilmente por más moderados de lo que somos en realidad” citado por Lenin (1973). Pero ¿en qué consistía la posición “moderada” de los socialdemócratas?, el propio Kautsky lo revela en las siguientes palabras: “Nuestro programa no pide la supresión de los funcionarios del Estado, sino la elección de los funcionarios por el pueblo”... “Lo repito para evitar equívocos: aquí no se trata de la forma que dará al “Estado por venir” la socialdemocracia triunfante, sino de cómo nuestra oposición modifica el Estado actual.” citado por Lenin (1973); el fundador del Estado Soviético contesta a Kautsky con sus propias opiniones comunistas sobre el tema: “La revolución consiste en que el proletariado destruye el “aparato administrativo” y todo el aparato del Estado, sustituyéndolo por otro nuevo, constituido por los obreros armados.”. La cuestión está clara: mientras los comunistas aspiran la destrucción total del aparato del Estado burgués para sustituirlo por otro construido por los “obreros armados”, la socialdemocracia proponía “la elección de los funcionarios por el pueblo”, con apenas una modificación del Estado actual, con razón Lenin los acusaba de “tergiversar el marxismo”.
Otro epíteto que también le endilga Lenin a la socialdemocracia, es el de “oportunistas”. Es Lenin (1973), otra vez quien toma la iniciativa de comparar la actitud “moderada” de los socialdemócratas con el “oportunismo”; refiriéndose a un folleto de Kautsky de 1909, el revolucionario soviético aseguró que “¡En realidad el Partido Socialdemócrata Alemán resultó ser incomparablemente más moderado y más oportunista de lo que parecía!”; en otro lugar escribe que Kautsky “vuelto de espaldas a los principios, vacilaba entre el marxismo y el oportunismo. En lo que respecta a los objetivos políticos esbozados por Kautsky, referidos a los que considera propios de una Democracia burguesa, Lenin (1973) apela de nuevo a la comparación para descalificar al socialdemócrata alemán, para adjetivarlo como oportunista frente al Marxismo: “Kautsky se pasa del marxismo al oportunismo, pues en él desaparece en absoluto precisamente esta destrucción de la máquina del Estado, de todo punto inaceptable para los oportunistas, y se les deja a éstos un portillo abierto en el sentido de interpretar la “conquista” como una simple adquisición de la mayoría.”. De modo que el calificativo, o mejor, el epíteto de “oportunista”, en el lenguaje de los comunistas soviéticos, desde Lenin, y aun con Stalin, significaba socialdemócrata o moderado, lo que a su vez, equivalía a ser traidores o tergiversadores del Marxismo, puesto que no se planteaban entre sus objetivos la destrucción del Estado burgués, sino que proponían una Democracia en la que los funcionarios fuesen elegidos por la mayoría, por el pueblo.
Vistas así las cosas, si en su oportunidad los sectores ligados al PRV, y después al PCV, acusaron a Betancourt de socialdemócrata y moderado, es lógico suponer que lo consideraban, “lógicamente”, un oportunista. La pretensión de este trabajo no es, desde luego, arribar a una conclusión tan evidente, por no decir cómoda, sino que se propone demostrar que Betancourt, en sus actitudes políticas de aquellos años de exilio entre las décadas del 20’ y del 30’, verdaderamente manifestó, en sus escritos, verbi gratia el Plan de Barranquilla, y en su conducta, tendencias oportunistas en el sentido que le da el Diccionario de la Real Academia Española (2001), referido a la “Actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones.”

SOCIALDEMOCRACIA OPORTUNISTA

Ya se ha visto que Rómulo Betancourt, durante un período de exilio gomecista que se inicia en 1928, se comienza a destacar por como un líder fundamental de los venezolanos, que en el exterior luchaban por el derrocamiento de la Dictadura de Juan Vicente Gómez. Se destaca como un prolífico escritor de panfletos y epístolas personales, y como organizador de un grupo, inicialmente en Barranquilla, que sería parte del núcleo inicial del Partido Acción Democrática; pero también es un hecho que durante aquellos años el cachorro de político guatireño también establece nexos con el comunismo internacional. No sólo se declara comunista, sino que participa como militante primero del Partido Revolucionario Venezolano, fundado en México en 1926. Manuel Caballero en su obra Rómulo Betancourt. Político de Nación (2004), afirma que el personaje en cuestión “No tiene tres meses en Curazao cuando decide inscribirse en la seccional local del Partido Revolucionario Venezolano (formado por emigrados políticos y trabajadores venezolanos de las refinerías) y pide que se le publiquen varios artículos en el órgano del partido en México, cosa satisfecha de inmediato.” En el PRV, embrión del Partido Comunista de Venezuela, no iba a durar Betancourt mucho tiempo.
En esos años intenta participar en la fallida expedición armada de Chalbaud en 1929; viaja por varios países de Sur y Centroamérica, dictando conferencias, viajes que “eran costeados en su mayor parte por los centros de estudiantes que integraban su audiencia.”, al decir de Caballero (2004). Cuando hace el análisis de las dos posiciones que conforman la estructura del documento, Caballero resalta la opinión que del mismo tienen los propios redactores, quienes lo catalogan de “reformista”, lo que le da pie para formular la siguiente afirmación: “Es decir, que lo que distingue al reformista del revolucionario no es siempre la diferencia en el análisis oficial, sino la audacia o timidez de las soluciones propuestas.”; pero si se toma en consideración la primera parte del documento, que es según la opinión de Caballero “el primer ensayo venezolano de historiografía marxista.”, es necesario preguntarse por las preferencias político-ideológicas del Betancourt de la época. Indudablemente, y de eso dan fe los historiadores, ha realizado lecturas marxistas, las cuales están de moda para la época, por la marcada influencia de la Revolución Rusa. Los Partidos Comunistas que se forman entonces tienen la impronta del radicalismo de la Tercera Internacional, según Caballero (2004) “Las ‘nuevas teorías sociales’ como con pudor e hipocresía se les llamará más tarde, les llegan a través de la propaganda de la Internacional Comunista y del ejemplo sin cesar exaltado de la Revolución Rusa.”
De acuerdo con la mayoría de los historiadores, Betancourt, y la mayoría de sus compañeros de Barranquilla, no sólo tienen una formación marxista, sino que se manifiestan partidarios del comunismo; Ramón J. Velásquez escribe: “Arcaya señala al PRV como un partido de clara filiación marxista e indudablemente al mencionar a un agente en Venezuela se refiere a Pío Tamayo. Y se menciona por primera vez en un documento oficial, el nombre de tres estudiantes, Betancourt, Villalba y Leoni.”; se refiere aquí el historiador al Ministro de relaciones Interiores de 1929, Pedro Manuel Arcaya, en la oportunidad de presentar su Memoria ante el Congreso Nacional en aquel año. Ya se ha indicado que Betancourt militó en el Partido Comunista de Costa Rica, y Valmore Rodríguez le escribe a Ricardo Montilla en 1932 “que sólo hay un partido posible y ese es el Partido Comunista.” Caballero (2004); en iguales términos se expresa Raúl Leoni. Todos esos muchachos, es indudable, manifestaban su adhesión al marxismo internacional.
Sin embargo, pronto surgirá la polémica con los comunistas del P. C. venezolano; según Caballero (2004), “A comienzos de los años treinta, pues, Betancourt está proponiendo una organización abierta cuando los comunistas, en pleno proceso de “bolchevización”, proponen una organización cerrada.”. La pregunta que surge a estas alturas es la de dónde sacaron esos muchachos argumentos para sustentar esa polémica. El mismo Caballero esboza una respuesta: “Conviene insistir en que las críticas del grupo ARDI al PC, y en especial las que le hace Rómulo Betancourt, son las mismas que, en otras partes, hacían al comunismo los nacionalistas ‘burgueses’.”. Entre los complementos a esa posible respuesta, se podría mencionar que desde mediados de los años veinte, Haya de la Torre, proveniente de la Unión Soviética, había fundado un partido socialdemócrata, que seguramente sirvió de inspiración a los futuros acciondemocratistas venezolanos; por lo menos eso es lo que opina el historiador Guillermo Morón (1975): “El Partido Aprista peruano se fundó en México en 1924 por su líder único, Víctor Raúl Haya de la Torre. Fue el primer gran partido con una doctrina, con una filosofía sujeta a líneas propias. Aunque su fundador –y todavía máximo dirigente- se inspiró en el marxismo, dio un contorno Iberoamericano a su pensamiento político... El Apra no sólo se convirtió en el partido más importante del Perú, ... sino que influyó poderosamente en la formación de partidos similares: Acción Democrática en Venezuela...” Caballero llega a afirmar que Betancourt realiza su crítica al comunismo “desde un reformismo apristoide –pero del primer APRA, cuando Haya de la Torre regresaba encandilado de Moscú...”. Así que no tiene nada de extraordinario que Betancourt y su grupo hayan tomado la senda de la Socialdemocracia, y convertirse en blanco de las críticas, que parecidas a las escritas por Lenin a Kautsky quince años antes, les hacían los miembros del PCV. Con el ejemplo aprista tenían un modelo que se adaptaba más a su condición de “nacionalista burgués”.
Pero una cosa muy distinta es declararse socialdemócrata, y con ello ganarse el agregado de reformista, moderado u oportunista, y otra tomar posiciones, que Caballero (2004) denomina “maquiavelismo de los débiles”, tomándole la frase a Mounin, pues existe en el Betancourt de la época “la idea de la existencia de dos políticas, de dos líneas de pensamiento y de acción: una para la élite ilustrada, otra para la masa.”, y más adelante agrega que “Allí estaría el origen de la dicotomía del Plan.”; es decir que para Betancourt debían enviarse dos mensajes a través del Plan de Barranquilla, uno para los intelectuales enterados de la existencia de una “ciencia social” marxista, y otro para “la inmensa mayoría de los venezolanos (quienes) no han oído nombrar nunca por su prensa (ni siquiera para cubrirlos de injurias), a Lenin, a Trotsky o a Stalin.”. El oportunismo de Betancourt no radica en su condición de socialdemócrata, una especie de Kautsky venezolano, atacado por los bolcheviques del PCV, sino en su condición de personaje que sin importarle doctrinas ni principios, da prioridad a sus objetivos mucho más pragmáticos, de constituir una organización que tuviera arraigo popular en un país en el cual la clase obrera se encontraba en embrión. Oportunista porque desde esa época, mediante la aprehensión de la realidad concreta de Venezuela, se percató de que un partido comunista radical, por sus características de partido de la clase obrera, no garantizaba la constitución de una plataforma para la toma del Poder Político.
Pasados los años Betancourt y el grupo de cinco co-redactores del Plan de Barranquilla, una vez constituida Acción Democrática, no vacilarán en participar, junto a una logia militar, en un Golpe de Estado contra las autoridades legítimamente establecidas, aun cuando habían escrito en el “programa mínimo” del Plan, entre otras cosas: “Hombres civiles al manejo de la cosa pública con exclusión de todo elemento militar del mecanismo administrativo durante el período preconstitucional y la lucha contra el caudillismo militarista.”. ¿Qué pensarían Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, cuando se sentaban al lado de Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas, después del golpe contra Medina? Simplemente aprovecharon la oportunidad del descontento militar y de la existencia de una logia conspirativa entre las Fuerzas Armadas, para acceder al Poder Político. Si bien procuraron la instauración de reformas políticas y económicas que permitieron afianzar la Democracia en Venezuela, es innegable que los líderes encabezados por Rómulo Betancourt, que gobernaron entre 1945 y 1948, principalmente los autores del Plan de Barranquilla pusieron en práctica lo que ya esbozaron en aquel documento un oportunismo, o un “maquiavelismo de los débiles”.

A
MODO DE CONCLUSIONES
El Plan de Barranquilla se considera uno de los documentos más importantes del siglo XX venezolano, puesto que en su programa se esbozan una serie de acciones que se tomarían, una vez que los autores del mismo lograran organizar desde el Poder, la Democracia que iba a influenciar la vida nacional por casi cuarenta y cinco años.
Entre los autores del Plan de Barranquilla sobresale Rómulo Betancourt, quien se considera el redactor principal del documento, en una época en la que, en condición de exiliado muy joven de la dictadura gomecista, logra organizar y liderar un grupo, que bajo la denominación de ARDI, se convertirá en el antecedente más remoto de Acción Democrática.
El Plan de Barranquilla se ha considerado como la expresión de unos autores moderados o socialdemócratas, debido a que el “programa mínimo” que propone contrasta con el análisis marxista radical que le precede.
La Socialdemocracia, desde sus inicios en la Europa de finales del siglo XIX, fue considerada por los comunistas como moderados, revisionista y oportunistas.
En los líderes, que encabezados por Rómulo Betancourt, dieron vida al Plan de Barranquilla, se les ha considerado como socialdemócratas, desde los tiempos en que el documento fue redactado; sin embargo se puede considerar como reflejo de una actitud oportunista por parte de sus autores, y de Betancourt en particular, porque en el mismo se puede notar que hay dos mensajes, uno dirigido a las élites intelectuales, y otro al pueblo ignorante; además, porque el grupo en cuestión supo aprovechar las oportunidades que se les presentaron para acceder al Poder Político.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Caballero, M. (2004) Rómulo Betancourt. Político de Nación. México: Fondo de Cultura Económica.
Diccionario de la Lengua Española. (2001). Academia de la Lengua Española. Tomo VII. Madrid.
Diccionario de Historia de Venezuela. (1997). Fundación Polar. Tomo III. Caracas.
Lefebvre, H. (1971) El Marxismo. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Lenin, V. I. (1973 ) El Estado y la Revolución. México: Editorial Grijalbo.
Luxemburg, R. (1972) Crítica de la Revolución Rusa. Montevideo: Biblioteca de la Marcha.
Marx, K. Y Engels, F. (s/f) Obras Escogidas. Moscú: Editorial Progreso.
Mijailov, M. I. (1982) La Revolución Industrial. Guayaquil.
Morón, G. (1975) Historia Contemporánea de América Latina. Caracas: Editorial de la Universidad Simón Bolívar.
Morón, G. (2003) Los Presidentes de Venezuela. 1811-2003. Caracas: Editorial Planeta Venezolana.
Pérez, S. (1996) Los Partidos Políticos en Venezuela II. Los Partidos modernos. Caracas: Centro Gumilla. Curso de Formación Sociopolítica 36.
Rangel, D. A. (1975) Gómez, el Amo del Poder. Valencia, Venezuela: Vadell Hermanos.
Velásquez, R. J. (1976) Venezuela Moderna. Medio Siglo de Historia 1926-1976. Caracas: Fundación Eugenio Mendoza.


*Profesor e historiador venezolano

domingo, 20 de mayo de 2007

EL PAISAJE EMIGRANTE


Alberto Hernández*
Alberto Hernández*

1.-
¿Hacia dónde viajan los límites de un paisaje? ¿qué palabra ondula frente al ojo que intenta describirlo, hacerlo sentido a partir de la reanudación de la memoria? El Llano tiene la ventaja de perderse en su extensión: alisa la mirada y la perturba. Siempre retorna polvoriento al mismo sitio.
El paisaje tiene la forma del afecto. El de los llanos se aproxima a las fronteras que lo bordean, y por esa misma mirada se tropieza con más llanuras, altiplanicies denudadas en accidentes que frenan la decisión de seguir siendo un imaginario parecido al cielo.
Decir que el llano se mueve no es una exageración.
Su lentitud, su activa migración, se refleja en los ríos que lo circundan y atraviesan. Igual va la memoria, tan dada a quedarse en un solo sitio, o regresar para dar fe de que el lugar ha viajado en la voz de un desconocido, en el acento rítmico y verbal de alguien aferrado a las orillas de una corriente o al bufido de una bestia criada en la sabana, que es el patio de los habitantes de esa plasticidad fisiográfica.
El concepto de Llano se reduce a su ilimitada precisión, o a su limitada imprecisión. La definición de ese paisaje abarca las descripciones de una ubicación pero también las narraciones de su desplazamiento. Se mueve y dice de las acciones de los que lo describen.
La tierra del Llano emigra hacia el espacio de un imposible porque quien lo lleva siempre deja algo para el regreso. La paradoja: el llanero viaja con su lugar a otros lugares, pero mientras está en el sitio del origen permite que éste viaje con la imaginación, no así el río que es lo único que –al moverse- se mantiene estático.
La literatura venezolana entró con asombro excesivo en el Llano. Esa manera de tratarlo falseó el mismo abordaje y dejó para los lectores obras que hoy son sólo el paisaje, la superficie. Los primeros intentos decantaron la tradición, el talante de una narratividad anclada en la variedad reincidente: el llano como flora y fauna, como faena, saturación descriptiva. En ese sitio de la memoria naufraga aún, puesto que esta manifestación promueve la banalidad de un estamento que no ha auscultado en completud en esta cultura. A la luz de esta definición, el llano es un paisaje absoluto. Es decir, una revelación inconmovible e inamovible.
Si la narrativa describió la superficie y la transitoriedad de un discurso, la poesía fraseó esa superficie a través de una musicalidad transgredida. Más allá de esa muestra excesivamente duradera, nuestra literatura ha tenido que forcejear para sacar a flote el verdadero sentido de ese paisaje. Una muestra de este esfuerzo lo hallamos en Efraín Hurtado, quien creó un discurso que logró exteriorizar el color local pero no localista, anecdótico, frugal por lo que tiene de afectado.
2.-
El llano se mueve en sí mismo y, al hacerlo, su fugacidad circular lo prolonga hasta el comienzo de las alturas.
Su tesitura se refleja, en primer lugar, en las modulaciones afectadas de obras que prefiguraron una conducta. Quien mira el llano lo escribe con la mirada. El paisaje que lo define debe ser visto sin el ánimo de calcarlo en el texto. Es preciso reflejar su interior, el comportamiento de su desmesura, la copiosidad extremista de un clima que destaca y promueve también la conducta del paisaje humano.
El paisaje llanero fue revelado como didáctica. Su estética se quedó en las relaciones cartográficas de sus exegetas. El llano es una rima de arte menor. Un relato de pormenores cuya ostensibilidad radica en fabular sobre la base de un sujeto móvil en un espacio inmóvil, lo cual contradice la épica de sus personajes. El viaje en el llano va más allá de quien viaja, en tanto en cuanto el llano se desplaza sin necesidad de pensarlo, ya es el viaje.
Quien viaja en esa superficie carga con los lugares de una geografía repetitiva.
Abriga un itinerario concurrente.
¿Cuántas naciones cohabitan en esa extensión?
Si nos llenamos de preguntas, no habrá quien responda. Existe un dominio espiritual que no ha sido calculado por narradores y poetas. Éste oculta la mirada y desdibuja los accidentes de un paisaje cuya metáfora rompe con el lirismo intralingüístico. El llano nombra con imágenes, pero al mismo tiempo las desmitifica.
Los hombres de estos lugares abiertos respiran completo, lo hacen con todos los sentidos.
Pero un solo hombre del Llano es suficiente para definir el Llano. No hace falta mover la tarde de una lluvia para afirmar que un día antes el desierto dominaba la intemperie de quien a esta hora viaja a caballo bajo una cobija de pelos, picosa para espantar los insectos y la soledad.
Me ayuda Edgar Colmenares Del Valle a adentrarme sin miedo en este mundo que es todo el mundo desde que lo vemos por vez primera. Y lo hace al convocar la presencia del Barón Alejandro de Humboldt durante su travesía por el cajón del Arauca apureño:
El cuadro uniforme que ofrecen los llanos, la rareza extrema de las habitaciones,
las fatigas que el viaje trae bajo un cielo abrasador y dentro de una atmósfera
oscurecida por el polvo, la contemplación de un horizonte que de continuo parece
huir ante nosotros, aquellos aislados tallos de palmera que tienen todos igual sem-
blante y que se pierde la esperanza de alcanzar porque se les confunde con otros
que rebasan poco a poco el horizonte visual, todas esas causas juntas hacen parecer
las estepas mucho más grandes de lo que en realidad son.
3.-
Ese llano que huye frente a los ojos del viajero, es el mismo viajero, quien traslada cada escondrijo, roza o animal con todos los sentidos, silencioso. Sólo el silbido de quien mira aturde la soledad. Uniforme porque cambia, sólo que es imposible advertir las diferencias entre un árbol y otro, entre una bestia y otra, entre un caño y otro, entre la planicie infinita y los primeros altos, oteros y cumbres que rompen la uniformidad de lo permanente.
-LLANO YO-
Quedarse era detenerse, le oigo decir a Trino Borges en un capítulo de su libro Humboldt de viajes y asombros, donde cavila sobre el viaje como una forma de llevarse el paisaje en los ojos para evitar el sedentarismo. Embargado por todo lo que veía, el barón alemán adquiría otro yo, otro conjunto de conciencias que lo mostraban como un alucinado, porque “un viaje nace primariamente en la imaginación”, apunta el profesor Borges. Y en esa misma ruta construye su ser. Viajar es crear. Encontrar un yo externo. Un yo sin ser.
Apegado a esta imagen viajo inmóvil con Fray Jacinto de Carvajal, viajo en prevenidas canoas y bogas, embarcada la petaquería de matalotajes. Dejo la corriente en el olvido de un rato, descuidado entre los mogotes hirvientes, perseguido por el silencio que cae con todo su peso contra mi cuerpo. Viajo yo llano, abrigado por las palabras que se quedaron en la última curva de un río detenido: el Tiznados, la liturgia de su barro, nido de huevos de babos y animales del agua que también son del aire. El camino que dejo atrás me sigue como un perro fiel: me dice las palabras que acabo de pronunciar mientras la sombra de una nube inmensa se movió pesada hacia el montón de árboles donde unas guacharacas despiertan el mundo y levan las copas quietas tantas veces mordidas por el fuego.
Alguien me llama desde un banco de zamuros que se hartan los restos de un caballo.
La tierra aquí deja de girar y se trasmuta en lingotes de oro en el cielo. El río fue destinado a ser una curva revuelta de caribes. La escritura de la muerte es la miseria de unos huesos flotantes. Se trata de un gavilán que, descuidado, fue alimento de una boca dentada, mientras en la orilla la roña sanguínea se acomoda entre las hojas podridas.
En algún recodo mi plural se tropieza con José Natalio Estrada:
El hombre tiende a quedarse solo en la tierra.
Lo miro esconderse tras su perro ciego.
Los límites del Llano viajan hacia él mismo. De su soledad y silencio, el porsiacaso, el bastimento para regresar.
Nadie escapa de esa inmensidad, emigra con el polvo, con las calaveras de los vacunos que llevamos en los ojos a falta de ojos para esos huesos bajo el ojo redondo de las alturas.
En la frecuencia de don Juan de Castellanos el viaje atiende a un lago, a un designio nombrado con nombre ajeno: Y es entre indios cosa bien usada.../ Pero pues declaramos la facecia/ Y burla de la vil enamorada,/ Que pare verse libre no fue necia,/ Digo que por la causa señalada/ Se dijo Venezuela de Venecia,/ Y ansí llamamos todos esta tierra,/ Que muy prolijo términos encierra.
En el allá del mismo país, otra tierra, que es la misma sin Venecia, habla el decidor de las Elegías de Varones Ilustres de Indias, de quien comenta el cronista Isaac J. Pardo: “...revelan en su autor un proceso de transformación que lo diferenciaba de lo español tanto en cuanto lo identificaba con lo americano (...) La identificación con la nueva tierra llevaba aparejada, necesariamente, la identificación con la lengua”. Se trata de un paisaje que el ojo nuevo -asombrado- del europeo creó desde su perspectiva: un paisaje que viajó en palabras con las alforjas del cronista.
Estas digresiones, vertidas en el Llano, recogen la dispersión de un lugar que es un espejismo, un viaje con el sol y la lluvia. Un viaje de la mirada y de los afectos. En la mirada y en los afectos.
El que vive en este paisaje viaja con él, lo somete a las voces que la luz le confiere.

*Poeta y narrador venezolano
(Fotografías de Arturo Álvarez D'Armas)

viernes, 11 de mayo de 2007

¿OMISIONES O QUÉ?

Arturo Alvarez D'Armas*

En los últimos días algunas personalidades, investigadores y políticos nos han dejado con algunas dudas relacionadas con sus afirmaciones o respuestas. Allí preguntamos: ¿fue el periodista?, ¿es un gazapo o finalmente un duende de los talleres del periódico el culpable de lo editado?
El día 28 de abril de 2007, la investigadora Lulú Jiménez Saldivia escribe un interesante artículo sobre Venezuela y las naciones caribeñas (El Nuevo País. Caracas, página 11). Todo va muy bien hasta decir que el señor Patrick Manning, es Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas. El señor Manning es el Primer Ministro de la República de Trinidad y Tobago.
El sábado 28 de abril, Globovisión emite un interesante programa denominado Biografía, dedicado a Antonio Leocadio Guzmán. El entrevistado es el destacado profesor Carlos Alarico Gómez y parte de su respuesta fue decir que Guzmán fue el introductor del Positivismo en Venezuela. Sabemos que Antonio Leocadio fue enviado a España entre 1812 o 1813 regresando a Venezuela en 1823 y lleno de mucho liberalismo. El positivismo fue creado años más tarde por Augusto Comte (1798-1857). Comte fue secretario y colaborador de Saint-Simon entre 1818 y 1824. Su principal obra es “Curso de filosofía positiva”, escrito entre 1830 y 1842. Las ideas positivistas llegaron a Venezuela con un grupo de científicos de origen alemán traídos por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, siendo uno de ellos Adolfo Ernst, naturalista, bibliógrafo y filólogo. Su máximo esplendor es bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez. Entre sus representantes tenemos a: José Gil Fortoul, César Zumeta, Laureano Vallenilla Lanz y Pedro Manuel Arcaya entre otros.
En una entrevista a Pompeyo Márquez, realizada por Hernán Lugo-Galicia leemos: “En 1940, cuando Pompeyo Márquez tenía 18 años de edad fue preso por criticar el allanamiento a la UCV y el asesinato de Eutimio Rivas, un estudiante universitario”. No se si fue Pompeyo o Lugo-Galicia, pero Eutimio Rivas fue abaleado la mañana del 10 de febrero de 1937, en la Universidad Central de Venezuela por las fuerzas policiales de la Gobernación del Distrito Federal, mientras hacían una protesta contra el gobierno del General Eleazar López Contreras.
El 19 de abril de 2007 la mayor parte de la prensa nacional (Caracas y la provincia) publicaron sendos avisos informando que ese era el día de la “declaración de la Independencia”. Craso error. Todos sabemos que el 19 de abril de 1810, fue un movimiento para restaurar y defender los derechos de Su Majestad Don Fernando VII. La independencia como sabemos todos vino más tarde.
Finalmente llegamos a la biografía de Gustavo Machado donde se encuentran una serie de omisiones como las siguientes:
En las páginas 13 y 14, Manuel Felipe Sierra toma una entrevista aparecida en la revista Bohemia, realizada por el periodista Edgardo de Castro y no sale en la bibliografía. Igualmente dejan de aparecer en las citas bibliográficas Plinio Apuleyo Mendoza (página 22), la historiadora Felícitas López portillo (página 89), Dámaso Rojas (seudónimo de Eleazar Díaz Rangel), quien entrevista a Machado para la revista Elite (páginas 105 y 106).
En la página 83 aparece Abel Romero Villate con el grado de coronel y en la página 85 el mismo Romero Villate es general. En la página 95 se habla de los partidos que suscriben el Pacto de Punto Fijo (AD, COPEY y URD) y no pone el año de la firma de ese acuerdo. En la página 98 nombra al general José María Castro León y es Jesús María Castro León.
La pregunta que hacemos los legos en estas cosas de la historia es: ¿Donde están los historiadores?
Fuentes consultadas:
Alcaldía del Municipio Chaguaramas. Declaración de la Independencia de Venezuela. En: La Antena. San Juan de los Morros: 19 de abril de 2007. p. 7.
Alcaldía del Municipio Sebastián Francisco de Miranda. Declaración de la independencia de Venezuela. En: La Antena. San Juan de los Morros: 19 de abril de 2007. p. 7.
Altez, Rogelio. Antonio Leocadio Guzmán. Conversación con el lector, Miguel Ignacio Purroy y Miguel Henrique Otero. Nota de la contraportada Simón Alberto Consalvi. Caracas: El Nacional / Bancaribe, 2007. 132 p. (Biblioteca Biográfica Venezolana, 52).
Jiménez Valdivia, Lulú. “La analista invitada”. En: El Nuevo País. Caracas: 28 de abril de 2007. p. 11.
Gobierno Bolivariano de Venezuela, Ministerio del Poder Popular para la Educación, Ministerio del Poder popular para Relaciones Interiores y Justicia. “19 Declaración de la Independencia”. En: El Universal. Caracas: 19 de abril de 2007. 1-3.
Lugo-Galicia, Hernán. “Política. Pompeyo Márquez cuestiona. El centralismo conduce a la corrupción”. En: El Nacional. Caracas: 28 de abril de 2007. p. 6.
Sierra, Manuel Felipe. Gustavo Machado. Conversación con el lector, Miguel Ignacio Purroy y Miguel Henrique Otero. Nota de la contraportada, Simón Alberto Consalvi. Caracas: El Nacional / Bancaribe, 2006. 122 p. (Biblioteca Biográfica de Venezuela, 45).
Sosa A., Arturo. Ensayos sobre el pensamiento político positivista venezolano. Prólogo Niñita Harwich Vallenilla. Caracas: Ediciones Centauro, 1985. 269 p.
Rosental, M. M. y Iudin, P. F. Diccionario filosófico. Bogotá: Ediciones Nacionales, 1999. 498 p.
*Escritor y poeta venezolano

martes, 8 de mayo de 2007

HATOS Y TOPONIMIA: UN CASO DE APROPIACIÓN DE LUGAR EN VALLE DEL TIZNADO. SIGLO XVII.

(Ponencia para el XI Encuentro de Historiadores y Cronista Del Estado Guárico, Valle de la Pascua, 29,30 y 31 de Marzo 2007)

José Obswaldo Perez*
Los hatos ganaderos son el legado presente de algunas de las más antiguas divisiones territoriales del actual estado Guárico. Fueron demarcaciones esenciales para organizar el entorno colonizado y reflejaron el interés y la ansiedad del Estado Español de hacerse presente en la vida cotidiana de los moradores del Alto Llano. Pero además, los nombres de los hatos son un importante documento para explorar la poco documentada historia rural de nuestros llanos guariqueños de los Siglos XVI, XVII y XVIII.
En nuestro estudio ubicamos los hatos ganaderos de Tiznados en el Partido San Antonio o Valle de San Antonio, jurisdicción de San Sebastián de los Reyes y eje del poblamiento europeo en la zona, la cual ocupaba un gran espacio geográfico aproximadamente de más 40.000 hectáreas, limitado por la parte oriente con Parapara, camino hacia los hatos de Paya; con el poniente con el río Tiznados; por el norte con la Serranía Alta de San Juan y por el sur con el Galera de Mapire, cerca del río de San Antonio. Estas tierras fueron concedidas “en deposito” por el Gobernador y Capitán de la Provincia de Caracas, Don Pedro de Porras y Toledo al Capitán Don Juan de Grezala y Oñate, en el año de 1660[1].
Sin embargo, las tierras pasaran de manos en manos a través de procedimientos de venta, herencias y donaciones. Una tercia parte de ellas las compró por 250 pesos el Capitán Don Domingo Pérez de Ávila y Zapata a Don Juan de Grezala y Aguirre, hijo del Capitán Don Juan de Grezala y Oñate en el año 1713. Su hijo el Alférez Juan Antonio Pérez de Ávila y Brea de Mendoza heredó de su padre las tierras con un lindero norte a sur desde la Serranía Alta de San Juan hasta las Galeras de Mapire[2]. Dentro de ellas, años después, serían erigidas las parroquias de San Francisco y de San José de Tiznados, que pertenecerían a las jurisdicciones de San Sebastián de los Reyes y de la Villa de San Luis de Cura[3].
Desde finales del siglo XVI se comprueba la presencia de dueños de tierras en el Valle de San Antonio de La Platilla, se trata de los primeros y principales terratenientes de estos lares liderizados por Capitán Don Juan de Grezala y Oñate, quien nada menos era Juez privativo de los Llanos de San Sebastián de los Reyes. Las familias o clanes económicos como los Bolívar, Ponte, Tovar y Mijares de Solórzano, entre otros, representan el mejor ejemplo de los que se posesionaron y se convirtieron en los Dueños del Suelo Tiznaeño; la declaración de tierras que poseían o decían poseer, manifiesta la magnitud extensiva de dichas posesiones heredadas por “estrategias matrimoniales” que permitían la estabilidad de la estructura de propiedad, mediante unos vínculos de parentesco (Langue, 2005). La ocupación, mantenimiento y reproducción de estas grandes propiedades se logró a lo largo de dos siglos, destacándose entre estas familias la formación de un gran grupo endogámico, a través de dichas alianzas como forma de protección del capital para no disgregar o desmembrar la riqueza lograda por sus antepasados. Estas alianzas matrimoniales constituían, en fin, alianzas territoriales que en consecuencia originaban la formación y constitución del latifundio familiar; por otra parte, también se aprovecharon de los altos cargos que ocuparon en el Cabildo de Caracas para así aplicar estrategias que le permitieron la apropiación y garantización de sus posesiones.
En el caso de Tiznados y su jurisdicción, la hacienda ganadera, denominada en los documentos como “sitio de hato” o “hato de ganado”, constituía una unidad productiva sustentada en el binomio ganadería-usufructo de la tierra donde se genera una relación de peonaje entre un terrateniente, dueño de los medios fundamentales de producción y un trabajador, parcialmente separado de esos medios y con posibilidades de usufructuar la tierra a quien denominamos peón[4]. Su producción estaba destinada a un mercado intermediario, ya que no se descarta su participación- de una u otra forma- en el mercado exterior, sino que se orientaba hacia el mercado interno, “esencialmente en lo que se refiere al suministro de carne, queso, sebo y ganado mular y caballar para ciertas ciudades y pueblos del área costera donde estos no se daba (Ortega, 19: 54). Esta unidad de producción no sólo originaba acumulación de bienes, sino que garantizaba las ambiciones sociales de sus dueños. Además estas formas de tendencias de propiedad van a predominar a finales del siglo XVII y a lo largo del XVIII, sufriendo ciertas modificaciones producto de la evolución interna de dichas organizaciones.
El sistema de apropiación en Tiznados y demás sitios del Alto Llano se inicia a partir del pie de monte perteneciente al paisaje cordillerano del interior, el cual está constituido por dos zonas montañosas de relieve orográfico distinto: la serranía de la costa al norte y la serranía del interior al sur con la formación de pueblos y encomiendas, donde los nativos tenían que trabajar las tierras en beneficio exclusivo de los encomenderos. Vila (1978:16) explica que cuando los hatos eran varios en un determinado ambiente, daba lugar a que en un sitio en condiciones óptimas para las comunicaciones, surgiera un pueblo que fungía de polo económico de un extenso territorio de economía ganadera. Este es el caso de los pueblos de San Francisco y San José de Tiznados.
Marc Bloch (1978) señala que los nombres de los hatos sirven para recorrer la línea de los tiempos en sentido inverso[5]. Sus topónimos –nombres propios de lugar– reflejan la flora, la fauna, las topografías e hidrografías de la antigüedad; trazan contornos borrosos de viejos hatos y haciendas; proyectan patrones de colonización y de explotación de la tierra; reafirman diluidas herencias y persistencias indígenas; y exhuman remotos colonizadores para develarnos su hablar, sus costumbres, sus imperativos, sus devociones, y por qué no, sus mentalidades.
PLANO DE LA POSESIÓN SAN JOSÉ DE TIZNADOS, 1780

La aparición de los hatos está vinculada con los comienzos de la propiedad territorial en los Llanos de la provincia de Caracas y los mismos están asociados con la persecución de indígenas, presuntamente caribes y su esclavización a través de las encomiendas como lo señala Adolfo Rodríguez[6]. Pero, a partir de la primera mitad del siglo XVII es cuando verdaderamente se sistematiza la estructuración de pueblos en el ambiente geográfico venezolano, cambiando el paisaje y ampliando el territorio hacia un espacio regional. Desde ese momento, las instituciones de la Iglesia y del Estado español crearon, de forma mancomunada, una nueva fisonomía histórico-geográfica del paisaje venezolano.
De este modo, la función formal inicial de los hatos fue representativa, como unidades económicas, las cuales tienen sus raíces en distintos procesos colonizadores y su aprehensión de la población nativa a través de la dinámica de apropiación socio-espacial del territorio. La organización de los espacios de las tierras de la comarca Tiznadeña quedan integradas por cantidades de sitios y hatos dominando el área del Valle de Tiznados, pero el hato es el que le da sentido de imposición territorial, ya sea como unidad de producción o como unidad geográfica de ocupación, sea en ambos casos y en base al ganado, se procedía a ocupar la tierra para componer y confirmar, proceso repetitivo y estratégico para así apoderarse de las tierras. Este proceso de ejecutaba en un determinado lugar, se fundaba casas y corrales, lo demás era llano abierto, sabanas y montes donde el ganado de todos pastaba libremente. El hierro o señal en la oreja que se les afincaba a las reses, “iba marcando la propiedad del ganado que en definitiva era el hato[7]
Para finales del siglo XVIII se puede apreciar cómo quedó ocupada la comarca de San Francisco y San José de Tiznados, principalmente este ultimo que fue reducido a pueblo en la jurisdicción territorial del Curato de Tiznados, por el Obispo Mariano Martí en visita oficial realizada en 1780 y que, posteriormente, Don Bartolomé Pérez de Ávila, en abril de 1787, cedió al pueblo una parte de sus terrenos que poseía en la Barranca de los Pérez, para fomentar sus vecindarios y así contribuir con la fabricación de la Iglesia, la cual estaba en construcción. En el cuadro siguiente, el cual se elaboró a raíz de una matricula parroquial levantada en 1762, se aprecia con claridad la gran cantidad de hatos con su número de reses, además de la calidad de sus propietarios y mayordomos.
CUADRO NO. 1
PADRON DE HATOS Y HACENDADOS DEL TIZNADOS 1762
PROPIETARIO
SITIO DE HATO
CASAS
ESCLAVOS
LIBRES
Antonio José Ostos
Corozal
6
-
43
Bartolomé Ceballos
Estévez
10
6
70
Bartolomé Pérez
Sitio de San José
10
30
69
Bernardo Pérez
Barrancas de los Pérez
13
8
92
Cap. Juan de Silva
Sitio Hato del Medio
12
6
62
Domingo Volcán
Punta de Mesa
9
11
51
Don Pedro Ceballos
Sitio Guáitoco
19
9
74
Fco. Javier Xedler
Hato de La Soledad
8
5
39
Feliciano de Oquendo
La Vigía
2
-
26
Flia Arana
Sitio Agua Negra
-
-
5
Hdos de Lorenzo Aponte
Hato de Las Lajas
3
19
20
Hdos de Mateo Monasterio
Hato Sn phe
-
14
9
Hdos Francisca de Tovar
Hato Las Animas
9
8
35
José Benito Aguirre
Limón
2
-
4
José Monasterio
Hato Chirgua
-
5
3
Juan Agustín Tovosa
Casanga
19
-
97
Juan Antonio Solórzano
Hato de El Jagüey
6
15
26
Juan Arana
Barrancas de Arana
6
16
33
Juan Luis Escalona
Hato El Suceso
3
19
9
Juan Pérez
Hato de Las Majadas
3
8
19
Juan Sánchez Morgado
Hato
6
2
47
Juan Vicente Bolívar
Totumo
7
24
30
Lugo
El Gallón o Gayón
5
1
23
Luis de Nieves
Hato Corralito
8
21
41
María de Nieves

2
7
6
José Monasterio
Chirgua
?
5
3
Pedro Tovar
Hato?
11
21
70
Sánchez
Hato Platilla
2
5
13
Sebastián Arrechedera
Hato La Montuosa
3
20
16
Varias familia
Sitio Canuto
?
-
16
Varias familias
Sitio Chirguita
-
5
13
Fuente:
Antes del siglo XIX, en documentos y fuente estudiadas, la referencia usual era a “sitios” y no a hatos. Por ejemplo, en el Siglo XVII se informaba que en el Partido de Tiznados, antecedente del pueblo de San Francisco de Tiznados, existía una antigua capilla que estaba ubicada en el llamado sitio o Hato Tiznados, propiedad del latifundista Agustín Ceballos. La misma funcionaba como “la matriz y la principal”, junto a siete oratorios más distribuidos en el propio Tiznados. Esta ermita había funcionado hasta 1728, y había sido una vicefeligresía hasta que, en 1720 o 1722, fue elevado el sitio a parroquia, por disposición de las autoridades eclesiásticas. El sitio no era un poblado ni una aldea, era meramente un lugar que, por alguna razón, había desarrollado un carácter propio -ya no genérico– y por tanto mereció un topónimo o nombre de lugar particular. Por ejemplo, Tiznados y San José, a secas.
Los hatos prevalecen bajo el absolutismo como parte de un imperativo tributario: eran útiles para la captación de tributos. Los hatos se censaban en el Siglo XVIII para fijar la obligación a la pesa o el abasto forzoso un tributo principalmente en reses, proporcional a su extensión y riqueza para sostener a la poblaciones como Valencia y Caracas. Aunque hemos documentado como los hatos evolucionaron y se formalizaron en el Siglo XIX, sus nombres y parte de sus perímetros son mucho más antiguos. Postulamos que los antecedentes geográficos y toponímicos de buena parte de los caseríos y comunidades rurales del Valle de Tiznados son los hatos y los criadores ganaderos. Por tanto, los hatos son una fuente crucial para inferir y reconstruir los rasgos geográficos de los primeros siglos de la colonización.
Nuestra tesis es que la configuración inicial de los actuales caseríos y comunidades rurales del Valle de Tiznados guarda estrecha relación con la situación de hatos entre 1660 y 1762. En otras palabras, que la unidad geográfica inmediatamente precedente a una cantidad considerable de caseríos y comunidades rurales fue el hato, cuyo nombre y perímetro sirvió para configurar y denominar las comunidades rurales. Aclaramos que no todos los hatos evolucionaron en caseríos y comunidades rurales y que algunos antiguos topónimos de hatos han desaparecido o fueron sustituidos.
Los datos sobre hatos en la parte final del Siglo XVIII abonan a su vínculo actual con los caseríos y comunidades rurales de la región de Tiznados. Una de los rastros más contundentes de este vínculo territorial entre el hato, los caseríos y las comunidades rurales de Tiznados es la toponimia. Mediante los nombres de estos lugares, hemos podido documentar que al menos 30 por ciento de todos los nombres de hatos del Valle de Tiznados son atribuibles a antiguos hatos, usualmente anteriores al Siglo XIX. Por ejemplo, en San Francisco, San José y San Lorenzo de Tiznados, los nombres de los hatos de La Lajas, Platilla, El Totumo, El Limón, Casanga, Cacheo, son los legados de antiguos sitios de hatos. En la mayoría de los casos, estos hatos ya existían y estaban denominados mucho antes de que se constituyeran en caseríos donde hoy están ubicados.
La toponimia nos ofrece muchas más pistas: Un treinta por ciento de todos los hatos rurales del Valle de TiznadosValle de Tiznados tienen nombres de origen indígena. Más aún, el 70 por ciento de todos los sitios del tienen al menos un lugar de topónimo indígena. En curato de Tiznados predominan: Hato Chirgua, Chirguita, Jagüey, entre otros. A pesar de extinguirse, los indígenas aseguraron una presencia toponímica permanente en nuestra vida cotidiana. Por otra parte, muchos hatos en el Valle de Tiznados han sido denominados con nombres propios de personas, por lo que sus topónimos se definen como antropónimos. Algunos de estos nombres corresponden a los colonizadores. Entre ellos cabe destacar los antropónimos de los hatos Barranca de los Pérez, Barrancas de Arana, Hato Estévez, Félix, entre muchos otros. Otros antropónimos hacen referencia a los nombres de caciques, pobladores iniciales, antiguos moradores, dueños de hatos, terratenientes, misioneros religiosos y figuras históricas de todo tipo. Aparte de estas categorías, los topónimos de los caseríos y comunidades rurales del Valle de Tiznados también nos ayudan a reconstruir la flora y la fauna de la antigüedad, su representan el 27 y el 8 por ciento, respectivamente de los topónimos. Algunos topónimos congelaron en el tiempo imágenes de antiguas cosechas, como en los hatos El Limón , Bucaral, Cocuizal, entre otros. Las especies de nuestra fauna también están presentes en topónimos como Las Palomas.
Del mismo modo, mediante los descriptores geográficos tanto topográficos como hidrográficos podemos captar algunas de las nociones y mentalidades de los primeros colonizadores al denominar lo que les rodeaba. En ocasiones, estos nombres tienen un gran poder de evocación, creando imágenes visuales que reproducen el contexto físico del lugar, como en el caso del Hato Las Animas. En algunas razones, estas imágenes han dejado de reflejar la actual realidad físico-topográfica del lugar –como en el cado del Hato La Montuosa --constituyéndose un rastro histórico de su entorno físico original. Algunos topónimos de hatos de vínculo topográfico-geológico genérico no son evidentes a menos que se indague más a fondo el español medieval, las lenguas indígenas y los usos populares. Por ejemplo, un topónimo como La Plantilla, pudiera generar diferentes interpretaciones. Muchos topónimos no sólo preservaron las imágenes visuales que encontraron los colonizadores, sino también su forma de hablar y de describirlas.
En conclusión, la importancia continua de los hatos reside en su historia, que poco a poco comenzamos a definir. Los hatos son un vital puente entre el Siglo XIX y los siglos “en oro” de nuestra región (siglos XVI, XVII y XVIII), de los que sólo se conocen las incidencias de un pequeño grupo de comunidades incipientes. Los topónimos de los hatos, como herencia de los antiguos hatos y “sitios”, son un espejo del ánimo del colonizador ante la gran empresa a la que se enfrentaba. Son su interpretación del carácter de la comarca, de los ríos, de los montes, de la flora y de la fauna, que personalizaba y animaba la soledad de su aislamiento. Reflejan su esperanza y su individualidad. Nos ayudan a reconstruir la soslayada historia rural, esa menos conocida, menos documentada pero más autóctona, por ser en la ruralidad donde emergió la identidad local y regional.
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[1] AGN, Sección Tierras, Tomo 2, 1745, Letra P, Nº 1, f. orig. 1-8
[2] Caracas, Registro Público, Testamentarías, Escribanías Hugo Cróquer, 1743.
[3] Testamento del Capitán Juan Antonio Pérez de Ávila y Brea, 1718
[4] CARBALLO, GASTÓN (1985). El Hato Venezolano 1900 – 1980, Caracas: Edit. Tropikos, p 14
[5] BLOCH, MARC (1978): La Historia Rural Francesa. Barcelona: pp. 32, 34 y 78.
[6]RODRÍGUEZ ADOLFO (1994). El Estado Guarico: Orígenes Mundo y Gente. San Juan de los Morros: Ediciones de la Comisión regional Conmemorativa del V Centenario del Encuentro de Dos Mundo, pp. 42 - 46
[7]CASTILLO LARA (1984). San Sebastián de los Reyes. La ciudad Trashumante. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.; p. 218 Tomo I



*Lic. en Comunicación Social. Magíster en Historia de Venezuela