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sábado, 8 de agosto de 2009

LAS "AYAS Y NODRIZAS" AFRICANAS Y SUS DESCENDIENTES : APORTES CULTURALES TANTO EN LA VENEZUELA COLONIAL COMO DURANTE EL SIGLO XIX.


Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Ciencias Históricas.

XIII Jornada deInvestigación y Docencia en la Ciencia de la Historia.

Barquisimeto, del 28 al 31 de julio de 2009.

Mesa: “Estudios Afroamericanos”.



José Marcial Ramos Guédez.

Prof. y Dr. en Historia.

E-mail: ca53ve@hotmail.

“...las negras eran parteras y ayas. Todo blanco

llegaba al mundo en manos de la partera negra.

Todavía duró esto hasta el primer cuarto del

presente siglo. Y el aya, la ‘criadora’, siempre

fueron negras […] Muchos blancos tenían sus

hermanos de leche. El ama negra tenía bajo su

custodia la educación del niño por la confianza

que a través de los años se fue depositando en

ella; sin existir promiscuidad, se notaba una

impalpable plasmación del espíritu infantil a

través de esta segunda mamá que fue la esclava

…” Acosta Saignes, Miguel. Estudios en an –

tropología, sociología, historia y folclore. pp.

266-267



INTRODUCCION.


A partir de 1492 se inicia en el continente americano, un paulatino exterminio de la población autóctona y dicho fenómeno ocurrió tanto por los enfrentamientos bélicos entre los conquistadores y los indígenas como por la expansión en el nuevo mundo, de múltiples enfermedades traídas por los europeos, las cuales ocasionaron la muerte a millones de seres humanos nativos del continente antes mencionado. En tal sentido, vemos que para sustituir a la población indígena, los europeos fomentaron la trata de africanos en calidad de mano de obra esclavizada, para trabajar en la pesca de perlas, en la minas, en la agricultura, en la ganadería, en los oficios artesanales y en el servicio doméstico. Siendo en éste último sector, donde encontramos a las nodrizas y ayas africanas y sus descendientes, quienes ocuparon una función de gran importancia, ya que sobre ellas, recayó la responsabilidad de atender no solamente las tareas y menesteres de las casas de sus amos, sino también, la ardua labor de amamantar y criar a los hijos e hijas de las familias mantuanas o grandes cacaos. En sus efectos, apreciamos que las nodrizas y ayas negras, zambas y mulatas, intervinieron en el proceso de transculturación e interculturalidad que aconteció en la Venezuela colonial y sus supervivencias en nuestra época contemporánea, pues ellas, además, se vieron obligadas a fomentar el mestizaje étnico, el arte culinario, la difusión de mitos-leyendas, el pensamiento mágico-religioso en el contexto del santoral católico; sin omitir sus múltiples enseñanzas en torno a las ideas de libertad e igualdad entre todos los seres humanos.


I.- AYAS Y NODRIZAS EN EL SERVICIO DOMESTICO.


En la Venezuela colonial y durante gran parte del siglo XIX, observamos la presencia de negras, mulatas y zambas, quienes sometidas a la esclavitud o como mujeres libres, ejercieron las funciones de nodrizas y ayas, las primeras les daban la leche de sus senos a los hijos e hijas de las mujeres blancas pertenecientes a las clases sociales dominantes y las segundas, estaban destinadas al cuidado y protección de los infantes y jóvenes nacidos en las familias aristocráticas antes mencionadas. Según la acertada opinión de Miguel Acosta Saignes : “…Mientras la madre achacosa, remilgada, o deseosa de conservar los dones de la juventud, encargaba a la ‘criadora’ el amantamiento del hijo; éste llegaba a ver en su ‘máma negra’ como todavía hace pocos años se decía en Venezuela, a su verdadera mamá, a su efectiva madre…”(1) Asimismo, podemos ampliar lo antes señalado, al tomar en consideración la siguiente cita:

“Las mujeres, que vienen en calidad de esclavas, en gran parte sustituyeron a las indias en el servicio doméstico, utilizándose como cocineras, lavanderas, planchadoras, criadoras y ayas de los niños blancos. […] El aporte femenino de los grupos negros provenientes del continente africano fue importante y marcó un hito en la estructuración socioeconómica de estos tiempos.”(2)

En el caso específico de Venezuela bajo el dominio de la Corona Española, encontramos que las esclavizadas empleadas en el trabajo doméstico, cumplían tareas como lavar, cocinar, coser, planchar, amamantar y cuidar a los niños, cargar el agua (3), buscar la leña y “…la atención general de la casa, donde realizaban el llamado servicio de adentro [además] actuaban como asistentes de las niñas y jóvenes de los amos…” (4) También, observamos la presencia de esclavizados y esclavizadas en las faenas domésticas que se llevaban a cabo en las unidades de producción: haciendas de cacao, de caña de azúcar, de añil, en los hatos de ganado vacuno, etc.(5) Sin olvidar que muchos negros y negras sometidos al régimen de la esclavitud, fueron destinados como sirvientes en los hospitales, en los seminarios y en los conventos. Con relación a esta última institución veamos el siguiente ejemplo:

“El 18 de octubre de 1611, los Frailes de la orden de Santo Domingo del convento de San Vicente de Ferrer de Predicadores de Mérida, xtendieron un poder en el nombre del Padre Fray Miguel de Rojas, superior y vicario provincial y del padre Fray Cristóbal Suárez, sacerdote conventual, a Juan de Teydra vecino de la ciudad de San Antonio de Gilbraltar, para comprar una esclava negra para el servicio del convento, en los puertos de Gibraltar o en otros de la Laguna de Maracaibo, en Cartagena o en cualquier que hubiere comodidad para hacerlo. En esa ocasión, el convento de Santo Domingo ofreció como hipoteca en la compra de la esclava negra el estipendio que recibía ese convento con el adoctrinamiento religioso que impartían a los indígenas del pueblo de Torondoy” (6).

Con la finalidad de ampliar lo antes aludido, debemos tomar en consideración que durante el período colonial la Iglesia Católica también tuvo sus esclavos para cumplir con “…las diversas labores de ayuda al culto y muchos fueron los donantes de esclavos quienes, en un acto de fe cristiana, los regalaban a santos, capillas e iglesias” (7). En torno a los esclavizados dedicados al servicio doméstico, el científico y viajero Alejandro de Humboldt nos señala que cuando visitó a Cumaná (1800) conoció a un viejo comisario de la marina, quien vivía en dicha ciudad con una negra y dos negros, además el viajero alemán agrega que él y Aimé Bonpland alquilaron “…por 20 pesos al mes una casa agradable del todo nueva, con dos negras, de las que una sirve la cocina…” (8)

Según el viajero francés Francisco Depons “...los esclavos domésticos son muy numerosos en Caracas. Se cree que la riqueza de una casa está en proporción al número de esclavos de ella. En cada casa debe de haber cuatro veces más que los realmente necesarios. Lo contrario pasa por tacañería denunciadora de pobreza y ésta se ha de esconder cuanto se pueda. Cualquier blanca, aunque su fortuna no se lo permita, va a misa seguida de dos esclavas o mulatas. Las verdaderas ricas llevan cuatro o cinco esclavos, y si una persona de la misma casa va a otra iglesia lleva consigo igual número de esclavos…” (9)

En la compresión del fenómeno relacionado con los esclavos en el servicio doméstico, debemos señalar que éstos gozaron de muchos privilegios a diferencia de los esclavos localizados en las faenas agrícolas, pues, la cercanía a los amos les permitía “…crear lazos de afectos y confianza que en muchas oportunidades determinaron cláusulas a favor del esclavo en los testamentos o ciertas ventajas a la hora de la manumisión o la coartación. De hecho, puede afirmarse que, invariablemente, los esclavos a los cuales los amos otorgan su libertad en sus testamentos son esclavos domésticos…” (10)

Observamos que en la Venezuela colonial, hubo un predominio de mujeres negras en el servicio doméstico principalmente en la ciudades, pues, las fuentes consultadas señalan presencia de esclavizadas negras, mulatas o zambas en centros urbanos como Caracas, Mérida, Coro, Maracaibo, San Carlos, Barquisimeto, Cumaná, San Felipe, Valencia, Maracay, La Victoria, San Sebastián de los Reyes, Angostura (actual Ciudad Bolívar), Barcelona, etc. En el caso específico de la ciudad de Caracas, podemos apreciar el contenido de la siguiente cita:

“…En Caracas hay casas que tienen doce o quince esclavas, sin contar

con los sirvientes de los hombres…” (11)

Según comentarios de Wilmer E. González Lucero “… la población esclava en la ciudad de Caracas promedia un 64,13% de elementos femeninos es decir, que dos terceras partes de la población esclava total estuvo conformada por mujeres, lo cual como ya dijimos, da visos de especificidad […] Dentro de la ciudad, encontramos una gran concentración de esclavos dedicados a oficios que inclusive escapan de los criterios racionales de producción. Fundamentalmente la forma de trabajo o de explotación esclavista se vincula a la explotación del trabajo doméstico” (12).

Con relación al excesivo número de esclavizadas que generalmente poseían las familias caraqueñas o las de otras ciudades de Venezuela, observamos que muchos amos, permitían que ellas realizaran oficios domésticos en otras casas y recibieran un salario, el cual debían compartir con sus propietarios y con la parte que les quedaba, podían comprar su propia “carta de libertad”, y optar a la condición de mujeres libres (13).

En muchos testamentos elaborados en la Venezuela Colonial, encontramos datos sobre la utilización de esclavizadas en el servicio doméstico. Un ejemplo concreto de lo antes mencionado, vemos en el Testamento de Don Feliciano Palacios y Sojo (abuelo materno del Libertador Simón Bolívar), quien señala entre otras cosas que su “…hija Doña María de Jesús Palacios, tomó estado de matrimonio con Don Juan Nepomuceno de Ribas el año pasado de mil setecientos ochenta y tres a la cual he mantenido siempre en mi Casa para que me ayudase a llevar la carga y gobierno de mi familia haciendo las funciones de madre para con sus hermanas Doncellas, y cuidado de todo la casa por cuyo motivo, y por especial amor que le tengo y servicios que me ha hecho la he mantenido dándole solo alimentos a ella y a su familia, es mi voluntad que nada se le compute, ni cargue en cuenta pues aun es corta gratificación para tanto servicio que me ha hecho y mas teniendo como tengo obligación de alimentarla como a mi hija que es declárolo así para que conste y ser mi voluntad […] Item declaro que desde tierna edad le apliqué para su servicio una esclavita de nombre Silvestre y otra nombrada Encarnación, luego que se casó, es mi voluntad mejorarla en estas dos esclavas y lo declaro para que conste” (14).

Para ampliar el análisis relacionado con los esclavizados negros y mulatos en el servicio doméstico, apreciamos que en la Provincia de Caracas, se evidencia “…que la proporción de hijos, familiares, esclavos y sirvientes variaba según el oficio que desempeñara el cabeza del hogar […] En efecto, si se dirige la atención hacia la composición de los hogares y se concentra especialmente sobre los esclavos y sirvientes, resulta evidente que los bodegueros y pulperos, a excepción de los hogares ricos, tenían más esclavos y sirvientes que los otros grupos […] sería válidos argumentar que si bien es cierto que los bodegueros y pulperos tenían más esclavos y sirvientes que otros sectores de la sociedad, no menos cierto es que también tenían la menor proporción de esposas, hijos y familiares, y que por ello es por lo que podían comprar esclavos y contratar sirvientes” (15). Con respecto a los bodegueros y pulperos en la Venezuela colonial, existe un libro (16), el cual nos suministra información sobre sus orígenes, clasificación, legislación, licencias y patentes, regulación de precios, registro de comercio (1793-1810) y casos concretos de personas dedicadas a dicha actividad económica.


II. CUATRO NODRIZAS Y AYAS RECONOCIDAS EN LA HISTORIA DE VENEZUELA.


Para comprender a cabalidad la propuesta antes mencionada, debemos destacar que el fenómeno etnohistórico de las nodrizas y ayas africanas, fue común en la mayoría de las familias mantuanas o de los grandes cacaos, lamentablemente los nombres y apellidos de muchas de esas mujeres esclavizadas o en situación de libertad, quedaron omitidos tanto en la Venezuela colonial como durante el siglo XIX. Sin querer agotar, en ningún momento dicha temática, hemos seleccionado en esta ocasión cuatro casos de nodrizas y ayas, que gracias a diferentes fuentes documentales y bibliográficas, hemos podido localizar. En sus efectos veamos los siguientes ejemplos:

Elena Cornieles (caso ocurrido en la ciudad de Mérida el 17 de marzo de 1671). Se le menciona como una mujer de color pardo, sin hogar reconocido y fue acusada de ocasionar “…escándalo con su mal vivir por no estar recogida en donde sirva y tenga el salario de que sustentarse…”(17) Además, acababa de parir y por tal motivo, el Capitán Francisco de Uzcátegui le solicitó al Alcalde Ordinario de Mérida, Capitán Sebastián de Soto, que le entregara a la susodicha Elena Cornieles “…por concierto para criar un niño nieto suyo y, a quedado huérfano por haver fallecido su madre Doña Catalina de Uscátegui luego que lo parió y no ha hallado en esta ciudad persona que pueda acudir a la dicha crianza…”(18) Vemos en esta ocasión como funcionó el ejercicio del poder político, para utilizar los servicios de una nodriza en las circunstancias relacionadas con un niño huérfano, perteneciente a una familia de destacada influencia económica y militar en la Mérida colonial.

Socorro Gómez ( aya del General Manuel Carlos Piar). Se señala que fue esclava de Doña María Isabel Gómez, madre de Carlos Manuel Piar (Willemstad, Curazao-28-04-1774 – Angostura, Edo. Bolívar, 16-10-1817) (19). Con relación a la esclavizada aludida, la escritora Carmen Clemente Travieso, entre otras cosas nos dice: “-Socorro, negrita, dame un vaso de agua, me muero de sed…Y la negra esclava-su preferida-aparece por la puerta del comedor con el vaso de agua fresca llenado en la tinaja, que ofrece a Isabel [Gómez] Después que se toma el último trago, pregunta: ¿Dónde está Manuel? Ahí mismito que usté se fue cogió para la mar…Iba a jugar con un barquito…-contesta la negra- Ve a buscarlo, Socorro…Ese niño tan desobediente, tan insubordinado. No voy a sacar nada de él, Socorro, y tú que me lo concientes tanto…Para ti, todo lo que hace Manuel es una gracia, y me lo tienes perdido…- Pero si es un angelito, su mercé, ¿qué quiere usté?...Le gusta el mar, la libertad, el juego…El no hace nada malo…”(20) Vemos en dicho texto, la interconexión existente entre la aya esclavizada y el niño, quien siempre recibe de esta última, un gran afecto e infinita protección, evitando que los padres les puedan aplicar algún tipo de castigo.

La Negra Hipólita ( nació en San Mateo, Edo. Aragua, el 13 de agosto de 1763 y murió en la ciudad de Caracas el 26 de junio de 1835) (21). Fue la nodriza que amamantó y arrulló con sus cantos infantiles al niño Simón Bolívar y Palacios (1783-1830). La negra Hipólita, durante varios años, permaneció esclavizada en la hacienda-trapiche de caña de azúcar “El Ingenio” de San Mateo, en los Valles de Aragua “…pero la vida rutinaria de trabajo en su lar nativo se suspende cuando, en los días finales del mes de julio de 1783, se le trae a Caracas para que sirva de nodriza a un niño recién nacido en la casa de sus amos, vendrá a desempeñar la obra que significará su grandeza y hará perdurable su nombre […] Hipólita no solamente hizo de madre alimentándolo, sino que como fiel y abnegada servidora de la familia se encargó completamente del niño dirigiendo y cuidando sus primeros pasos, enseñándole las primeras palabras, sustituyendo al padre y compensando los mimos que la madre enferma no podía prodigarle […] Entre los pocos personajes del recuerdo de años infantiles que aparecen mencionados en los escritos de Bolívar destaca la figura de la negra Hipólita, a la que considera y reconoce como madre y padre”(22)

Ahora bien, no podemos omitir en este estudio, la descripción que realizó el sacerdote Carlos Borges (1867-1932) en torno a la Negra Hipólita : “…Hermoso tipo de su raza, inteligente, vigorosa, limpia, honesta, de carácter dulce y jovial, Hipólita es la flor de las esclavas. Tiene veintiocho años y está avaluada en trescientos pesos […] Hipólita desempeña sus funciones de aya. Vedla qué mona y qué galana, con más adornos que la palma del arzobispo el Domingo de Ramos, ‘con su blanca risa de negra’, cien cocuyos en cada ojo, en la mano una onza de oro, regalo del padrino, y el Sol del Perú, limpio de toda mancha, amaneciendo entre sus negros brazos!” (23). Observamos en el texto citado, la voz de un poeta romántico, quien concibe a los esclavizados como seres humanos llenos de virtudes y una gran alegría en el desempeño de sus oficios, según el Padre Borges, no hay oprimidos ni diferencias de clases sociales, solamente impera la galantería y la “blanca risa” de las negras y negros sometidos al régimen de la esclavitud.

Observamos, que nuestro Libertador Simón Bolívar, jamás olvidó a la negra Hipólita, tal como lo demostró en varias oportunidades, siendo algunas de ellas, cuando estaba en la ciudad del Cuzco (Perú) y le escribió a su hermana María Antonia, el día 10 de julio del año 1825 y le recomienda “…que le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado su vida y no he conocido más padre que ella…”(24) Posteriormente, vemos que cuando Bolívar realiza su último viaje a Venezuela en el año de 1827, no desatiende a su antigua nodriza y aya, pues, le escribe de nuevo a su hermana María Antonia, el día 2 de junio del año aludido, señalándole que “…Del dinero que queda en tu poder procedente de la letra, tendrán la bondad de dar a Hipólita cuarenta pesos. Yo te la recomiendo…”(25)

Advertimos, que en los múltiples escritos de Simón Bolívar plasmados en cartas, discursos, proclamas, decretos y otros (26), no hemos encontrado ninguna referencia emitida por nuestro Libertador sobre la negra Matea, quien según muchos historiadores, biógrafos y aficionados a los estudios de los anales patrios, también fue aya del máximo hijo de la ciudad de Caracas. Además, algunos autores (27) consideran que la negra Matea, aunque fue una esclavizada de la familia de Bolívar, sin embargo no estuvo vinculada con la crianza del niño Simón y fue identificada como la susodicha aya por el General Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), durante los actos oficiales con motivo a la celebración del Centenario del Nacimiento de Simón Bolívar en el año de 1883 (28).

María Josefa (de eslavizada a manumisa, encargada del servicio doméstico de la familia Pardo Monsanto, segunda mitad del siglo XIX) (29). El matrimonio entre Isaac Pardo (comerciante de origen judío) y María de Jesús Monsanto (caraqueña también de origen israelí), se consolidó durante varias décadas y tuvieron trece hijos, muchos de ellos se dedicaron a las actividades comerciales y otros se destacaron en las profesiones liberales de la época : el derecho, la medicina y otras (30). Sobre el caso específico de María Josefa, Isaac J. Pardo, nos señala lo siguiente: “En aquella casa, después de don Isaac y doña Jesusita, la persona más importante fue una negra, esclava, manumisa, de nombre María Josefa, a quien los niños llamaban Pepa. En principio, sus funciones fueron las de cocinera […] Mi abuela fue una persona extremadamente delicada, extremadamente sensible, extremadamente mimada por su marido […] María Josefa la protegía con una sombrilla de los quemantes rayos del sol tropical cuando la abuela cruzaba el patio de la casa. La inquietud y las voces de sus numerosos hijos la hacían sufrir, y quien se ocupaba de ellos era María Josefa. Y así, de detalle en detalle, el gobierno de la casa fue descargado en María Josefa […] Yo oí decir a mi padre con un ligero temblor de emoción en la voz : ¡Aquella negra fue nuestra madre! Y uno de mis tíos, ya anciano, clamaba por Pepa, en su agonía, Es explicable que aquellos «hijos» de María Josefa le proporcionaran todo el bienestar posible hasta el fin de su vida” (31) En el caso citado, observamos a una mujer, negra y manumisa, quien se entregó de lleno a la crianza y protección de una familia adinerada de la Caracas de finales del siglo XIX, situación que generalmente era frecuente entre las mujeres, pertenecientes a las clases sociales dominadas y más aún si eran descendientes de los africanos que llegaron a nuestro país en condición de esclavizados.

Finalmente, podemos señalar que tanto en la Venezuela colonial como en la del siglo XIX, los esclavizados africanos y sus descendientes, fueron piezas fundamentales en el desarrollo de las faenas agropecuarias, los oficios artesanales y los servicios domésticos, tal como lo vimos a lo largo del presente estudio. Esas actividades productivas sustentaron las clases dominantes de la época, tanto a nivel nacional como internacional; todo ello en el contexto del comercio triangular de esclavizados y las relaciones Europa, África, y América. Asimismo, pudimos apreciar el papel de las nodrizas y ayas, como símbolos de prestigio social y al mismo tiempo como seres humanos que se entregaron en cuerpo y alma a la alimentación y crianza de los hijos e hijas de sus “amos”, sacrificando en muchas ocasiones a sus propios niños o niñas; sin olvidar en ningún momento su labor educativa en la transmisión de tradiciones, mitos, leyendas y otras expresiones culturales originarias del continente africano.


NOTAS Y REFERENCIAS DOCUMENTALES Y

BIBLIOHEMEROGRAFICAS.


(1) Acosta Saignes, Miguel “La Negra Matea” En: Dialéctica del Libertador. p. 56

(2) Troconis de Veracoechea, Ermila. “El papel de la mujer en la conquista y la colonia”. En: Sartenejas. Organo de difusión de la Fundación de Investigación y Desarrollo FUNINDES-USB y Dirección de Extensión Universitaria. Sartenejas, Baruta ( Edo. Miranda), Nº 7, marzo de 1992 . p. 11; Herrera Salas, Jesús María. De cómo Europa se apropió de la leche de las madres africanas en el Caribe : un ensayo sobre “barbarie” y “civilización”. pp. 19-51, Ramos Guédez, José Marcial “Las «Ayas Negras» y sus aportes a la cultura en Venezuela colonial” En: Conferencia Internacional presencia de África en América. p. 299 y Ramos Guédez, José Marcial “El trabajo de los esclavos negros en el Valle de Caracas y zonas adyacentes en el siglo XVIII” En : Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas. Cali –Colombia [1977]. pp.134-137

(3) Con respecto a las mujeres esclavizadas cargadoras de agua, veamos el siguiente testimonio: “…en la conducción a la nueva ciudad situada en el valle de este nombre de San Felipe que dista de esta ciudad [Barquisimeto] un día y medio de camino y donde las sementeras de cacao se aumentan cada año considerablemente por la excelente disposición de su terreno. Los vecinos viven lo más del tiempo en sus haciendas de azúcar y cortijos de maíz que llaman los primeros retiros y los segundos conucos de que cogen abundante cosecha […] no tiene otra agua que la del río y así es grande el trajín de negras que van en cántaros por ella…” Ver: Santiesteban, Miguel de. “Viaje muy puntual y curioso que hace por tierra […] desde Lima hasta Caracas, el año de 1740” En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, Tomo XLVIII, Nº 191, julio-septiembre de 1965. p. 450.

(4) Acosta Saignes, Miguel, Vida de los esclavos negros en Venezuela. p.201.

(5) Un ejemplo concreto sobre el servicio doméstico en las áreas rurales, lo podemos apreciar en el caso de la faena pecuaria que se realizaba en los llanos, en la cual los “…esclavos se localizaban en [dicho] servicio […] y salvo el mayordomo – figura especial en el contexto – ocupaban los escalones inferiores de esta organización interna del hato”. Ver: Rodríguez Mirabal, Adelina C. La formación del latifundio ganadero en los llanos de Apure. 1750 – 1800. p. 285.

(6) Samudio de Chaves, Edda O. “Los esclavos negros en la Mérida colonial”. En: El Nacional. Caracas, 18 de noviembre de 1981. pp. II-12. Edición Especial Día de la Chinita. (Se conserva la ortografía de la época)

(7) Troconis de Veracoechea, Ermila. “Aspectos generales de la esclavitud en Venezuela”. En: Tierra firme. Revista de historia y ciencias sociales. Caracas, Año 2 Vol. III, Nº 8, octubre-diciembre de 1984. p. 448.

(8) Humboldt, Alejandro de. Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente hecho en 1799,1800, 1801,1802, 1803 y 1804. Tomo I, p.462.

(9) Depons, Francisco. Viaje a la parte oriental de tierra firme en la América Merdidional Tomo II, pp. 232-233.

(10) Duharte Jiménez, Rafael. El negro en la sociedad colonial. p. 26

(11) Depons, Francisco de. Ob.Cit. Tomo II, pp. 232-233.

(12) González Lucero, Wilmer E. “La esclavitud doméstica al servicio del prestigio social en el Valle de Caracas (Finales del siglo XVIII – principios del siglo XIX)” En: Tiempo y espacio. Publicación del Centro de Investigaciones Históricas “Mariano Briceño Iragorry”. Caracas, Año VIII, Nº 15, enero-junio 1991. pp. 43-44.

(13) Troconis de Veracoechea, Ermila. Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas. p. 118.

(14) “Testamento de Don Feliciano Palacios Sojo… año de 1796…”. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, Tomo XXXIX, Nº 113, enero-marzo de 1946. p.69. (Se conserva la ortografía de la época)

(15) Almécija B. Juan. La familia en la Provincia de Venezuela, 1745 – 1798. pp. 78 -79.

(16) Castellanos, Rafael Ramón. Historia de la pulpería en Venezuela. Pp. 31-189 y 231-254

(17) “Documento Nº 20. Escritura de concierto para criar un niño huérfano, nieto del Capitán Francisco Uscátegui” En: Ramos Guédez, José Marcial. Contribución a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial. pp. 406-407. Texto localizado inicialmente en : Samudio A., Edda O. El trabajo y los trabajadores en Mérida Colonial. Fuentes para su estudio. pp. 149-150

(18) Idem (Se conserva la ortografía de la época)

(19) González, Asdrúbal. Manuel Piar. pp. 40-43

(20) Clemente Travieso, Carmen. Mujeres de la independencia (Seis biografías de mujeres venezolanas).p. 25

(21) Paiva Palacios, Carmelo. La negra Hipólita: nodriza del Libertador. pp. 8-9

(22) Ibídem. p. 8

(23) Borges, Carlos “Discurso del Pbro. Dr. Carlos Borges en la Inauguración de la Casa de Bolívar” En: Mosqueda Suárez, Miguel. Vida y obras completas de Carlos Borges. pp. 578-579 y Borges, Carlos. Discurso en la Casa Nata del Libertador. pp. 25-28

(24) Ramos Guédez, José Marcial .”Bolívar y la abolición de la esclavitud” En: Revista de la Sociedad Bolivariana. Órgano de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Caracas, Año 55, Vols. LVII-LVIII, Nos. 183-184, 17 de diciembre de 2001. p. 75

(25) Idem

(26) Bolívar, Simón. Escritos del Libertador… 30 tomos.

(27) Rivero, Manuel Rafael. Matea Bolívar “La negra Matea”. pp. 7-8; N.E.A. “La negra Matea” En: Revista de la Sociedad Bolivariana. Órgano de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Caracas. Año 54, Vols. LV-LVI, Nos. 179-180, 24 de julio de 1999. pp. 237-244, Herrera Salas, Jesús María. De cómo Europa se apropió de la leche de las madres africanas en el Caribe: un ensayo sobre “barbarie” y “civilización”. pp. 55-57 y Bolívar, Reinaldo José. Simón Bolívar: hijo de Hipólita, pupilo de Matea y otros discursos afrodescendientes.. pp. 55-71

(28) Acosta Saignes, Miguel “La Negra Matea” En . Dialéctica del Libertador. pp. 55-56 y Sanz Roz, José “No podemos andar enseñando embustes como en la IV: La Negra Matea no fue nodriza del Libertador” (Datos en Línea) Disponible: http/:www. Aporrea.org. Consulta : 2009, Julio, 26.

(29) Pardo, Isaac J. “Cédula de identidad de Isaac José Pardo Soublette” En: A la caída de las hojas. p 16

(30) Ibídem. p. 18

(31) Ibídem. pp. 20-21


FUENTES CONSULTADAS.

BIBLIOGRAFICAS.


Acosta Saignes, Miguel. Dialéctica del Libertador / introducción, recopilación y notas de Ramón Losada Aldana. Caracas ; Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, 2002.

Acosta Saignes, Miguel. Estudios en antropología, sociología, historia y folclor. Caracas : Academia Nacional de la Historia, 1980. 363 p. (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Estudios, monografías y ensayos;8)

Acosta Saignes, Miguel. Vida de los esclavos negros en Venezuela. 3a.ed. Valencia (Venezuela): Vadell Hermanos Editores, 1984. 409 p.

Almécija B., Juan. La familia en la Provincia de Venezuela, 1745-1798. Madrid : Editorial MAPFRE, 1992. 289 p.

Bolívar, José Reinaldo. Simón Bolívar: hijo de Hipólita, pupilo de Matea y otros discursos afrodescendientes. Caracas : Ediciones del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Despacho del Viceministro para África, 2007. 142 p.

Bolívar, Simón. Escritos del Libertador. Caracas : Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1967. 30 tomos. (Publicados en diferentes años)

Borges, Carlos. Discurso en la Casa Natal del Libertador. Caracas : Biblioteca de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1983. 53 p. (Divulgación General, Cuaderno Nº 2)

Castellanos, Rafael Ramón. Historia de la pulpería en Venezuela. Caracas : Editorial Cabildo, 1989. 294 p.

Clemente Travieso, Carmen. Mujeres de la independencia (Seis biografías de mujeres venezolanas). México: Talleres Gráficos de México, 1964. 364 p.

Depons, Francisco. Viaje a la parte Oriental de Tierra Firme en la América Meridional. Caracas : Banco Central de Venezuela, 1960. 2 tomos. (Colección Histórico-Económico Venezolana, Vols. IV-V)

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González, Asdrúbal. Manuel Piar. Valencia (Venezuela) : Vadell Hermanos Editores, 1973. 213 p.

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Tierra Firme. Revista de historia y ciencias sociales. Caracas, 1984

Imagen tomada de http://desconciertos3.blogspot.com/2008_12_01_archive.html

2 comentarios:

Addy dijo...

y aun en fecha actual hay quienes todavia hemos depronto servido de nodrizas, generalmente esto se da entre la familia...
saludos

historiografias dijo...

Esa historia tambien es necesario investigarla y escribirla. En Venezuela las mujeres, según algunos sociólogos, por la visible ausencia del padre cubre el lugar y rol de este.