Yenny Bolívar*
La educación es uno de los derechos fundamentales del ser humano que debe ser impartida con amplio sentido de responsabilidad y corresponsabilidad. Actualmente existen novedosos instrumentos pedagógicos que se proponen para hacer posible el tratamiento de las cuestiones de valor, instrumentos estos que deben ser individualizados de acuerdo a las necesidades del educando en particular.
La educación moral es uno de los aspectos que más se han insistido en los últimos tiempos y uno de los temas que sé esta cuidando especialmente durante el desarrollo de la reforma del sistema educativo, por lo que tiene un papel relevante en el conjunto de actividades educativas en nuestras universidades.
La educación moral no es más que una serie de acciones intencionadas tendente a que los educandos construyan racional y autónomamente sus propios valores y normas, adopten actitudes coherentes con los mismos y se comporten de manera consecuente; de acuerdo a esto, toma gran importancia la función formadora de los docentes y aunque fácil se plantea, está dotado de una serie de factores que sobre ello influye y que muchas veces lo dificulta haciendo entonces que sea un proceso complejo, y es aquí donde el docente debe ser capaz de derrumbar cualquier obstáculo que dificulte la internalización de los valores las cuales son importantes para el desarrollo de un individuo capaz de enfrentar una sociedad.
La educación moral es un deber incuestionable que debe impartir el docente y trasmitir profundamente a los educandos, caracterizado por el carácter social que lo desborda, es por ello que el docente debe tener una preparación suficiente para optimizar al máximo la eficiencia de las tareas realizadas y el aprovechamiento personal.
La educación moral debe convertirse en un ámbito de reflexión individual y colectiva, y es el docente el ente formador que lleva a conductas y ámbitos más coherentes con los principios y las normas con el fin de interiorizarlas. La educación moral quiere formar criterios de convivencia que refuercen valores como la justicia, la solidaridad, la cooperación o el cuidado de los demás; puede concebirse como algo más amplio, referido sobre todo a los procesos mentales de asunción y/o crítica, y en su caso de elaboración, de esos valores, capacidad que en líneas generales se refiere a la estructura moral del ser humano, y que tiene mucho más que ver con su actividad ética. Entonces es deber indiscutible de las universidades y por ende de sus formadores no dejar atrás esta actividad tan importante para los educandos ya que serán el reflejo de las sociedades.
La educación moral es uno de los aspectos que más se han insistido en los últimos tiempos y uno de los temas que sé esta cuidando especialmente durante el desarrollo de la reforma del sistema educativo, por lo que tiene un papel relevante en el conjunto de actividades educativas en nuestras universidades.
La educación moral no es más que una serie de acciones intencionadas tendente a que los educandos construyan racional y autónomamente sus propios valores y normas, adopten actitudes coherentes con los mismos y se comporten de manera consecuente; de acuerdo a esto, toma gran importancia la función formadora de los docentes y aunque fácil se plantea, está dotado de una serie de factores que sobre ello influye y que muchas veces lo dificulta haciendo entonces que sea un proceso complejo, y es aquí donde el docente debe ser capaz de derrumbar cualquier obstáculo que dificulte la internalización de los valores las cuales son importantes para el desarrollo de un individuo capaz de enfrentar una sociedad.
La educación moral es un deber incuestionable que debe impartir el docente y trasmitir profundamente a los educandos, caracterizado por el carácter social que lo desborda, es por ello que el docente debe tener una preparación suficiente para optimizar al máximo la eficiencia de las tareas realizadas y el aprovechamiento personal.
La educación moral debe convertirse en un ámbito de reflexión individual y colectiva, y es el docente el ente formador que lleva a conductas y ámbitos más coherentes con los principios y las normas con el fin de interiorizarlas. La educación moral quiere formar criterios de convivencia que refuercen valores como la justicia, la solidaridad, la cooperación o el cuidado de los demás; puede concebirse como algo más amplio, referido sobre todo a los procesos mentales de asunción y/o crítica, y en su caso de elaboración, de esos valores, capacidad que en líneas generales se refiere a la estructura moral del ser humano, y que tiene mucho más que ver con su actividad ética. Entonces es deber indiscutible de las universidades y por ende de sus formadores no dejar atrás esta actividad tan importante para los educandos ya que serán el reflejo de las sociedades.
*Estudiante de la Especialización en Docencia Universitaria de la UNERG. (San Juan de los Morros, estado Guarico.
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