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miércoles, 10 de septiembre de 2008

POESÍA Y SERENATA EN EL LLANO

Ponencia presentada en el I Encuentro de Escritores Llaneros (Abril – 2006)




Saúl Sivira*

La Poesía, es definida por Eloisa Lezama y Lima-Palomo López (1984) en su libro “Cómo redactar correctamente” de la siguiente manera:
“La palabra poesía deriva de una voz griega que equivale a las voces españolas creación, invención, ficción. La poesía según la etimología del vocablo, supone el concepto de creación original y se contrapone al de este, como la habilidad adquirida con el estudio y la práctica”. Con el transcurso del tiempo se han dado muchas definiciones de lo que es la poesía. Se ha dicho que la poesía es la máxima expresión de la belleza por medio del lenguaje en verso ó en prosa. En otras palabras: poético, es todo lo que encierra belleza, lo que deleita, lo que despierta en el autor un sentimiento que le hace producir una creación artística donde siempre está presente un motivo de inspiración, bien sea la naturaleza, el aprendizaje, las tradiciones, costumbres y medios de vida, sin olvidar la belleza de la mujer.
En este papel de trabajo, voy hacer referencia a la poesía nacida en las Sabanas de Llano que ha servido de catarsis al llanero para enfrentar con mucha energía positiva cualquiera circunstancia adversa por aquellos caminos solitarios de la inmensa llanura.
El llanero se caracteriza por ser un hombre rudo, fuerte e incansable para realizar las faenas típicas del campo: levantarse con el cantar de los gallos, ordeñar el ganado para la obtención de la leche para preparar el suero y el sabroso queso llanero, montar a caballo, enlazar y arriar el ganado, sacar el ganado del corral para que beba agua y se alimente del pasto en los extensos potreros, preparar el terreno en épocas de siembra. Dentro de estas labores diarias que ejecuta el llanero le dedica tiempo al canto y a la copla. Esa forma de hablar con la rima a flor de labios que lo acompaña en todo momento al realizar su faena le ayuda a disfrutar de sus quehaceres cuando improvisa su cantar, como lo señala Rómulo Gallegos, en su obra inmortal Doña Bárbara, capítulo “Las Tolvaneras”:
“Es la copla que dice el ordeñador en el momento de la faena, la que orienta por su consonante al becerrero para llamar a la vaca que se va a ser ordeñada”
Lucero de la mañana
Préstame tu claridad
Para alumbrarle los pasos
A mi amante que se va

De igual forma, menciona el citado autor, que cuando el llanero quiere expresar sus sentimientos amorosos y el sentido poético que tiene la vida, lo hace a través de esta poesía popular:
Del toro la vuelta al cacho
Del caballo la carrera
De las muchachas bonitas
la cinta y la gurupera

Podemos decir, que la poesía llanera está presente en forma de coplas, décimas, romances, glosas y contrapunteos. Generalmente la música va ligada al acompañamiento de este género poético, y se ejecuta en la mayoría de los casos en forma innata e intuitiva por el llanero que tiene un buen oído musical.
La música del llano consta de varios géneros, pero los más ligados a los cantos de luna llena debajo de un ventanal, son el joropo y el pasaje, acompañado de arpa, cuatro y maracas; y el vals, que suele acompañarse con un cuatro ó una guitarra en solitario.
Dentro de la gama de poetas consagrados que han dedicado su verso al llano citamos a: Lazo Martí, Alberto Arvelo Torrealba, Ernesto Luis Rodríguez, Efrain Hurtado, Antonio Estévez, Luis Cruz, Salvador Gonzalez, Enrique Mujica, Adhely Rivero, Luis Alberto Crespo, Reinaldo Armas, entre otros.
También se hace referencia a canciones y poemas que fueron emblemáticas en noches de serenatas, que han transitado toda la geografía venezolana en todos los tiempos, recordamos a:
- Rosalinda de Ernesto Luis Rodríguez
- El Beso que te di (pasaje) Música: Jesús M. Moreno, Letra: Germán Fleitas
- Muchacha de ojazos negros (pasaje). Música: Juan V Torrealba. Letra: Germán Fleitas
- Amor Lejano (pasaje). Música: Rogelio Arévalo. Letra: Valentín Carucí
- Tarde gris (vals). Letra: Oswaldo Oropeza
- Josefina (Joropo). Letra: Lorenzo Herrera
- Ansiedad (Vals-pasaje). Letra: José E. Sanabria

Es significativo aclarar el concepto de serenata, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se define como: música nocturna al aire libre para festejar a alguien. Composición poética o musical que tiene este mismo fin.
Para mantenernos en sintonía con los cambios tecnológicos consultamos vía Internet y copiamos la siguiente definición. Música que se interpreta en la calle en las tardes y/o durante la noche, para festejar a una persona, la mayoría de las veces debajo de un ventanal.
En el argot criollo, la definimos como un canto en noches de luna llena a la belleza de la mujer amada, a la novia,... a la amiga.
La música, la composición y la voz, se combinan para expresar un profundo sentimiento que llegue al alma de la persona a la cual se dirige el mensaje. La dedicatoria al final del acto es determinante. Por lo general, se selecciona una voz clara y sonora que con un encantador fondo musical exprese en forma poética a quien se dedica la Serenata.
La historia de la Serenata, se remonta a la época de Carlomagno en el siglo VIII, narra el Nóbel escritor Arturo Uslar Pietri en su libro Valores Humanos (Tomo 1, p.99):
“En la guerra de España, la cual se caracterizó por ser una guerra episódica, transitoria, en un intento de sacar a los Árabes, sin consecuencias, pero con un incidente desagradable que quedó grabado en la historia. Al regreso del sitio de Zaragoza, al que no logra someter, atraviesa de regreso a Francia, el desfiladero de Roncesvalles, allí los Vascones y Los Moros colocados en el desfiladero preparan una emboscada con piedras y flechas y destrozan a la retaguardia. En esa retaguardia cae uno de sus condes que había sido gobernador de la Bretaña y de nombre Rolando.
De este incidente se compuso el famoso cantar de gesta llamado La canción de Rolando, que en uno de los más hermosos vitrales de Chartres se celebra. Este hecho marcó el punto de partida de la poesía Épica Europea, es decir, lo que fue Ulises para el mundo Griego, lo que fue Eneas para el mundo latino, vino a serlo para el mundo de la Edad Media, este hombre de la retaguardia de Carlomagno que cayó en Roncesvalles”.

En Venezuela la historia de la Serenata se remonta en la etapa de la exterminación indígena y saqueo de nuestras riquezas (1500 – 1600) por aventureros colonizadores venidos de España en busca de una vida fácil.
Los invasores Europeos en la etapa colonial (1575 –1810) imponen el capitalismo, la religión católica, la lengua española y costumbres foráneas. Se repartieron las tierras y los indios. Las continuas violaciones a las indias pasan a ser el tema del día, se implementa el sistema de encomiendas y las leyes de Indias. Podemos concluir que la etapa de la colonización fué un choque frontal de culturas, donde al final se impuso por la vía de las armas y la fuerza: La Europea.
Frente al incontrolable salvajismo de los invasores, los rasgos de la cultura autóctona, no tuvo otro remedio que adaptarse a la nueva realidad ó por el contrario estaba obligada a desaparecer.
Como resultado, de las escenas de violaciones a la dignidad de las tribus indias, el invasor al doblegar la resistencia de la mujer India, con el tiempo se enamora de su belleza; de su piel canela, del bronceado natural envidiado por las Europeas, de ojos negros brillantes, de pelo largo liso y lustroso, de cuerpo sano y atlético con curvas pronunciadas, senos erectos, vibrantes y una radiante juventud con matiz de inocencia.
De estos encuentros mezclados con pasión, nace el mestizo con aportes de dos mundos y dos amores. Esa nueva raza se presenta con un corazón compartido entre dos sentimientos: El padre–invasor que representa la cultura Europea y la inocente madre genuina representante de la cultura indígena.
En el contexto musical no hay una explicación convincente para el origen de la palabra Joropo, muy arraigada en los llanos venezolanos. Algunos historiadores sostienen que es una voz caribe ó quechua. Otros afirman que es casanare, de donde son los indios que le dieron su nombre, ya que Joropo es originaria de allí. Cuando por cualquier circunstancia se prendía la fiesta, los indios más parranderos por efectos del alcohol saltaban y gritaban: Joropo,... joropo, quiero más joropo. Otros estudiosos por los lados del Arauca, le atribuyen el nombre a un indígena Yaruco llamado Macan.
Lo que sí podemos suponer, es que el Joropo también tiene sus raíces en el viejo continente. Se puede apreciar su parecido al zapateo del baile flamenco y con los ritmos andaluces que trajeron las misiones españolas durante la Etapa Colonial.
El paisaje en el llano, con sus inolvidables amaneceres donde el día cobra vida con el alegre cantar de los pájaros; y la puesta del sol coincide con la salida de los venados de sus escondites a tomar agua y el precavido cazador hace sus preparativos para realizar la emboscada en la oscuridad de la noche, teniendo como testigo a la imponente luna.
En todos los pueblos llaneros estas escenas se repiten, por este motivo, pido permiso a esta selecta audiencia para referirme a un pueblo llanero del estado Guárico, donde me críe: Las Mercedes del Llano.
El escritor Don Julio de Armas, en su libro Camino Real, dice que las Mercedes fue fundada en el año 1868. Por aquellos tiempos los cantos del campesino se mezclaba con las faenas del Llano: preparar el conuco para la siembra, ordeñar el ganado, arriar las manadas de ganado en épocas de sequía y la práctica de la caza y la pesca, allí nacían las tonadas, la inspiración de los pasajes y corríos y los famosos contrapunteos. Muchos de los piropos de la época se hacían rítmicamente simulando un canto para agradar a la mujer llanera.
Lo cierto es que el caserío Las Mercedes, se plantó en el sitio denominado La Atascosa abajo, jagüey situado en la posesión Las Guasduas, parte del latifundio colonial Belén, según lo afirma el Dr. Edgardo Malaspina, cronista y escritor de las Mercedes, en el libro “Retazos” (1994, p.9)
Estas sanas y típicas costumbres se mantuvieron hasta que apareció el llamado Oro Negro por los años de 1941. Hubo un cambio radical en el tipo de actividades netamente agropecuarias dedicadas a la siembra y al ganado a otras actividades comerciales más lucrativas producto de nuevas transacciones millonarias que realizaban numerosas compañías transnacionales.
De acuerdo a lo narrado por el escritor y poeta Pedro Sivira en el libro Los Fantasmas y los Residentes (1976, p.9), surgió un nuevo modo de vida fácil, donde los renegociadores de oficio se encargaban de la venta de los terrenos, hatos y fincas, donde se presumía había yacimientos del preciado oro negro. Las casas abandonadas fueron adquiriendo valor y los trabajadores abandonaron el campo para trasladarse al creciente pueblo de las Mercedes del Llano que brindaba nuevas oportunidades con muy buenos ingresos. Este dinámico auge económico dió origen a un inmenso cruce de personas venidas de diferentes regiones del país y de diferentes estratos sociales. En cada esquina nos tropezábamos con maracuchos, corianos, orientales, guayaneses, andinos e inmigrantes de las islas de Trinidad, Aruba, Bonaire y Curazao.
Se multiplicaron los comercios, los burdeles, los cines, los bares, las galleras, los Clubes Sociales. En aquellos tiempos predominaba El Tango con Carlos Gardel, como su principal exponente, y la música romántica de la famosa agrupación del famoso Trío Los Panchos, boleros de despecho en la voz de Julio Jaramillo, la voz del inconfundible Daniel Santos, la música mexicana ejerció gran influencia por sus películas con canciones típicas y populares en voces de Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solis, Antonio y Luis Aguilar, Miguel Aceves Mejías, Lucha Villa, Libertad Lamarque, Pedro Armendáriz, Pedro Vargas, entre otros
Muchos coincidimos que esta fue la época de mayor esplendor de la serenata en el pueblo Las Mercedes. ¿Cuántos recuerdos bajo la luz de la luna, en aquellas oscuras y solitarias calles de granzón?. ¿Cuántas fantasías y esperanzas frustradas, marcaron nuestra juventud, en aquellas interminables noches de desvelo?. ¿Cuánta alegría en el alma y esa profunda satisfacción de oír en el silencio de la noche, esa dulce voz femenina decir: ¡Gracias muchachos por tanta delicadeza, la serenata estuvo bellísima!. Momentos de sana confusión al imaginarnos: un posible amor, continuar siendo amigos, conformarnos con un saludo y una sonrisa, o en el peor de los casos sacrificar ese sueño por compañerismo y respeto. Al final mucho agradecimiento por permitirnos seguir soñando y mantener vivas lejanas esperanzas.
Innumerables fueron las noches que la suerte no nos acompañó y tuvimos que salir corriendo, al recibir como regalo palabras ofensivas, generalmente del jefe de la casa no toleraba molestias a altas horas de la noche o en las madrugadas, por tener que ir a cumplir con su trabajo a la mañana siguiente. Algunas suegras atrevidas, nos lanzaban una vasenilla con miao rancio por la ventana, que nunca alcanzaba su objetivo porque tomábamos las previsiones y nos colocábamos en sitios estratégicos para salir corriendo.
Eran tiempos de mucho respeto y abundante timidez. Una manera de expresar ese sentimiento de amor a una amiga, era a través de una bella serenata. Este era el primer paso para romper con la barrera del miedo. Lo más tímidos, si no tenían la virtud de cantar o tocar algún instrumento, recurrían a su audacia y conseguían dinero para comprar el aguardiente para poder tener voz y voto al momento de seleccionar los nombres de las muchachas que se les iba a dar la serenata. Horas antes, venían los ensayos para escoger las canciones más expresivas. No faltaba la abundante guarapita. En vista de que la noche era larga, se preparaba sufíenciente mezcla de jugo de naranja con aguardiente para no terminar malhumorado por el ratón.
Durante los ensayos, se seleccionaba al responsable de hacer la dedicatoria, ya podrán imaginarse la competencia de improvisados locutores que trataban de impresionar con diferentes tonos de voz. Bajo los efectos del alcohol, algunos se ponían rojos haciendo fuerza o pujando para mostrar la voz y darle un sonido más acústico y romántico aguantando la respiración. Siempre quedaba seleccionado el más conversador, porque terminaba enredándolos a todos dando ordenes y cambiándoles el guión.
Uno de los máximos exponentes de aquellas emotivas noches de serenata, fué el magistral Salvador González (+), fallecido prematuramente. En su corto transito por el pueblo de las Mercedes, ejerció como educador en el Grupo Escolar “Rafael Paredes”. En su hoja de vida se destacó como cantante, músico, compositor y fundador de grupos musicales y corales, llegando a ser la voz emblemática del famoso Quinteto Magistral, parrandero, bebedor y mujeriego, no soltaba riendas cuando le gustaba una mujer. Recurría a su mejor arma, le dedicaba una serenata, acompañado de excelentes músicos iniciaba su concierto en la sabana. Muchas damas honorables pusieron en duda su prestigio por recibir los halagos del cantor, que se convertían en falsos rumores pueblerinos.
Muchos jóvenes de la época, quisimos imitar las aventuras de este Don Juan y conquistador, que caracterizaron a Salvador, pero no corrimos con la misma suerte. ¿Tal vez era por la diferencia en el verbo? Con el pasar del tiempo he aprendido algunas lecciones; hoy, tengo el honor de presentarles un poema de mi último trabajo poético Propuestas de Amor, el cual se intitula Mujer Mercedense:

Yo quiero. mujer mercédense,
cantar al embrujo mágico
que brota de tu sonrisa,
tu mirada y tus labios.

Tus ojos fuente de luz.
finos diamantes tallados
alumbran mi oscuridad
y parpadean como un rayo

Tu pelo cabalga al viento,
la brisa eriza tu piel
sobre un ventarrón de polvo
zapatea mi querer

Tu cuerpo imita sonidos
con el concierto de un cuatro,
se mueve al compás del arpa
y acelera los capachos.

Preciosa mujer de mi pueblo
eres la más bella flor,
en noches de serenatas
te regalo mi canción.

Como pueden apreciar, aunque sigue existiendo una diferencia en el verbo, les puedo asegurar que he perdido el miedo.
En estos tiempos de cambios acelerados, la música electrónica ha ejercido gran influencia en nuestra juventud. A cada momento surgen mezclas de diferentes ritmos: Rap, Reggae, Hip Hop que fusionados han dado origen al Reggaeton (ritmo caribeño y sensual originario de Panamá y Puerto Rico). Hoy en día, no nos extraña oír en las grandes ciudades y pueblos una noche de serenata desde una Trail Blazer, Autana, Hummer, con equipos de sonidos de alta generación (150 Watt) a todo volumen dejando oír un sabroso Reggaeton a ese nuevo empate, amiga con derecho, la jeva.... ¿Cómo cambian los tiempos?
Este breve pero significativo relato sobre la historia de la poesía y la serenata en el llano, en diferentes escenarios del tiempo la dedico con mucho amor y humildad al pueblo que un lejano 7 de Julio me vió germinar de sus entrañas, crecer en la inmensidad de sus sabanas, me dio a beber de sus aguas del saber y me permitió pasearme por sus calles de grazón, oscuras y solitarias, llevando en sus olas de polvo un canto de amor a la muchacha de mis sueños, a la amiga, a la vibrante mujer llanera, llena de gracia, elegancia y radiante belleza.

San Juan de los Morros, 20 de Abril - 2006
*Docente y poeta venezolano (San Juan de los Morros, estado Guárico)

1 comentario:

Juliana Accoce dijo...

He leído este artículo interesada en saber el origen histórico de la serenata, y encuentro que si bien aquí se dice que se remonta a la época de Carlomagno, no veo que se justifique tal cosa con la cita que se aporta, ya que a lo que se refiere Uslar Pietri es al origen de la poesía épica o cantar de gesta en la Europa medieval, que es un género completamente distinto.