Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

lunes, 16 de marzo de 2009

EN SAN CRISTÓBAL

Edgardo Malaspina*









Entre el 28 de febrero y el 5 de marzo estuvimos en San Cristóbal, participando en los XIV Deportivos de Profesores Universitarios. Nos alojamos en el hotel Neo-hotel. Parece redundante la cosa, pero así es. La ubicación es en la avenida Ferrero Tamayo, apellido de un prominente ciudadano tachirense. En la noche son inaugurados los juegos formalmente en el Gimnasio de Futbol Sala Campeones del 97. Los padrinos son el gobernador del Estado, César Pérez Vivas, y el alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales.

En la plaza Los Arbolitos, cerca de nuestro hotel, hay un busto, o simplemente una gran cabeza, que en un principio pienso es en homenaje a Rómulo Gallegos, pero luego caigo en la cuenta que es de Ferrero Tamayo. El parecido de ambos personajes es enorme. En el mercado de San Cristóbal almorzamos con pizca andina. Nos ofrecen miche para degustar. Nos echamos unos tragos.

Un taxi nos lleva a Capacho. Vamos al Museo de Cipriano Castro. En realidad en un centro cultural con una sala dedicada a la memoria del político. El cuidador nos dice algunas cosas han sido robadas. Hay documentos, recortes de periódicos, fotos, unos sables y objetos personales de Castro. También esta su busto. Caminamos por la calle central, hacia el mercado. Dos grandes leones de bronce lo cuidan .La plaza con un Bolívar de pie, es hermosa. Tiene unas casitas para las palomas. Más allá está otra plaza: la de los fundadores. Es un conjunto escultórico con las figuras de los hombres que hicieron posible la fundación y desarrollo del pueblo. En la noche estamos en la Casa del Profesor. Nos hacen una demostración de la obtención del miche en un alambique artesanal. Nos echamos unos tragos.

En un autobús subimos hasta el Chorro El Indio, un parque natural con una gran caída de agua. Unos tucanes cruzan por la espesura de los árboles. Probamos miche de la montaña .En Peribeca, un pueblo en cierto modo parecido a San Pedro del Río, vamos a la iglesia. Deambulamos por sus calles solitarias. Las viviendas están pintadas con colores llamativos y son muy limpias. Un señor, don Pedro, propone que probemos los miches de su venta. Subimos al segundo piso de su casa, un verdadero museo de pequeñas y simpáticas cosas. Hacemos una degustación de miche con rosas, mora, fresa, guayaba, guanábana, limón, ponche crema ,y otras frutas. Alguien le pide miche de una botella ubicada en un estante lejano. Pedro va en su búsqueda. Inmediatamente nos servimos miche de la mesa. Sin voltear, con la viveza de los gochos y entre risas, espeta: ¡Me están robando¡.

También visitamos el Museo del Táchira. Está ubicado en una antigua hacienda llamada Paramillo, cuyos orígenes se remontan a 1593. La casona del museo, que funciona como tal desde la década de los ochenta del siglo XX, empezó a construirse en 1750. Allí estuvo un convento de los padres Agustinos. Se llega al museo por un camino de piedras. Tiene un patio con ladrillos originales, un jardín, un trapiche y un molino de café. Tiene varias salas como la Ciencias Naturales, Arqueología, Historia y Tradiciones. Me llama la atención un estuche para hacer tomas de sangre, usado a principios del siglo XX. El Museo coordina otros más del Estado, pertenecientes a una red que abarca todos los municipios del Táchira. De todos los museos regionales que he visitado, este me parece el más bellamente organizado.


*Docente de la Universidad Rómulo Gallegos, poeta, cronista y médico (San Juan de los Morros, estado Guárico)

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