Máximo Alberto Rangel*
Nada nunca será igual
a nada, a nadie, ni a sí mismo
después que el ventarrón
de las verdades
cercene las conciencias
como un sismo.
Nada será igual,
ni semejante.
Aunque demos la espalda
a las bondades,
o aunque avancemos
decididos al abismo
de nuestra propia incuria,
espiritual miseria.
Nadie podrá verse en el espejo
y encontrarse igual que ayer:
O eres mejor o no eres nada…
¿Cómo sentirte el mismo mar,
la misma ola,
la misma agua,
si en el torrente de tu ser
cada instante que muere al nacer
es simple gota que se escurre
en desbandada?
Ojalá que mañana al alumbrar el alba
nuevo brillo ilumine las miradas
para que nada sea igual ni semejante a nada.
De lo contrario sólo habrá tristeza,
desaliento y furia…
¡Es el precio que paga nuestra incuria!
Y el agua, cristalina o no,
seguirá avanzando.
¡Ay de aquellos que la vuelven turbia
y quieren convertir en lodo las conciencias,
y borrar de este mundo las sonrisas,
y esgrimir odio y divisiones
como modo de vida y como esencia!…
Pero el agua seguirá su curso
y su inocencia.
MAR/ 8sep07
*Docente, poeta venezolano (Caracas)
Imagen: El espejo falso (1928), René Magritte
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