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lunes, 11 de mayo de 2009

EL COLOR DE PIÑANGO

ADOLFO RODRIGUEZ
(Historiador y poeta. Los Teques, estado Miranda, Venezuela)


El historiador Manuel Pérez Vila escribe, en el diario El Nacional, sobre el color del General Judas Tadeo Piñango, en virtud de un testimonio del General Piar citado por Asdrúbal González. Piar incluye a Piñango en un listado de presuntos “blanquitos de Caracas”, que estarían ejerciendo inquinas de clase en un desagradable capítulo de nuestra lucha independentista. Discurre Don Manuel, con fuentes confiables, sobre la dudosa “limpieza de sangre” de Judas Tadeo. A lo cual me sumo sirviéndome de un artículo del “The New York Herald” en que califica el movimiento liberal venezolano como “partido de los negros”. Y los redactores del periódico El Republicano 190 del 10 de mayo de 1848 se sintieron heridos: juzgan tal aseveración una calumnia, porque

En Venezuela no hay ni puede haber partido por castas, porque están de tal manera mezclados los blancos, indios y negros, que el deslinde es ya imposible. Los españoles se esforzaron en mantener en la casta blanca un gran temor a las otras dos, para que no intentara la independencia por temor al dominio exclusivo de la casta destinada por ella a la esclavitud doméstica; y los oligarcas tan opresores e injustos como los españoles echaron mano hace mucho tiempo de ese mismo negro recurso para obligar a los blancos y a los que se tienen por tales a soportar la tiranía de una casta. Algunos norteamericanos han creído en la fábula del partido de castas en Venezuela, se han ligado con los oligarcas, para combatir aquí la tendencia que sostiene el partido liberal hacia la libertad de la esclavitud personal; y esta es la razón porque tiene eco en la tierra clásica de la libertad, la misma fábula del supuesto partido de los negros. Y es lo más singular, que todos los hombres de color que aspiran cierta representación social, están en el partido oligarca, en el partido que se dice de los blancos. Piñango, muere defendiendo ese partido, de que es jefe Páez, que es tan blanco como él; Espinal, Siso, Herrera, Hernáiz, Pereira, etc., etc., pertenecen al partido de los blancos; Guzmán, Valero, Ibarra, Larrazábal, Urrutia, Rivas, Carabaño, etc., pertenecen al partido de los negros. Es muy singular que los hijos de los negros sean partidarios de los blancos, y que estos sean partidarios de los negros, o formen un partido contra su misma casta.

Huelgan explicaciones. Muy bien se puede deducir a quienes alude cuando habla de aquellos que no siendo blancos se “tienen por tales”, y cuáles sí lo son.
Piñango había perecido treinta y cinco días antes, cuando habiendo invadido la provincia de Coro contra el gobierno de su tocayo José Tadeo Monagas, fue abatido el 5 de abril en el sitio de Taratara por el General Antonio Valero. Sólo fue herido, pero murió en Coro prisionero.
Tal vez la cercanía de su muerte hizo que el redactor fuese más discreto en la forma de atacar el asunto de su presunto color. Y continuamos esperando más datos para confirmar no sólo la identidad racial de Piñango, sino la de tantos: tanto la racial como sus verdaderas inclinaciones en esta ajetreada historia que no cesa de asombrar.