Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

sábado, 30 de octubre de 2010

ARGELIERS LEÓN


Arturo Alvarez D´ Armas

Argeliers León Pérez fue una valiosa figura de la musicología cubana. Compositor, folklorista, pedagogo y africanista. Nació en La Habana el 7 de mayo de 1918 y falleció en esa misma ciudad el 23 de febrero de 1991.
Estudió música en el Conservatorio Municipal de La Habana, Pedagogía en la Universidad de La Habana y estudios de especialización tanto en Cuba, como en la Universidad de Concepción en Chile. Igualmente toma cursos con el maestro José Ardévol y en París con la profesora Nadia Boulanger.
En 1943 obtiene el título de Doctor en Pedagogía de la Universidad de La Habana y en 1949 se gradúa en el Conservatorio Municipal con los títulos de profesor de Armonía y el de Composición.
Con don Fernando Ortiz, toma un curso de verano, sobre esta importante y fructífera etapa nos señala el investigador Olavo Alén (1988) lo siguiente: A su formación como pedagogo y como músico se le añadiría, a partir del encuentro con Ortiz, la inclinación hacia la investigación social y hacia todo el caudal de conocimientos obtenidos de la ciencia etnológica, que estaba muy adelantada en esa época en comparación con otras ciencias sociales. En Cuba, esta disciplina encontraba su máximo exponente en Fernando Ortiz, quien, sin exageración alguna, fuera llamado posteriormente “tercer descubridor de Cuba”.
El curso de verano estimuló a Argeliers para que recibiera después otros dos cursos regulares y completos con Fernando Ortiz, denominados Factores étnicos del pueblo cubano lo que logró mediante una beca obtenida por oposición”.
En los años cincuenta se dedica a seguir estudiando, dictando conferencias y trabajando en el aula. A partir de 1960 se comienza a organizar en Cuba la investigación musicológica y León asume junto a Odilio Urfé y María Teresa Linares entre otros, la creación de los primeros centros de investigación en el área musical, bajo el prisma de la “nueva sociedad”. Director fundador de el Departamento de Folklore del Teatro Nacional de Cuba; director del Departamento de Música de la Biblioteca Nacional “José Martí”; director del Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba y desde 1973 director del Departamento de Música de la Casa de las Américas. Creó el departamento de Musicología del Instituto Superior de Arte donde alcanzó las categorías de Profesor Titular, Investigador Titular y Profesor de Mérito. Compositor de un amplio catálogo de obras con las cuales obtuvo cuatro premios a obras sinfónicas y de cámara. Entre sus obras musicales sobresalen: Sinfonía Nº 1; Suite cubana; Sonata de la Virgen del Cobre; Quinteto para guitarra y maderas; Concertino; Cánticos de homenaje; Elegía para Jesús Menéndez, cantata para solistas, coro, narrador y orquesta. Texto de Nicolás Guillén; Creador del hombre nuevo, cantata para solistas, narrador, coro y doble conjunto de viento y percusión. Texto de G. González; Concierto para piano y orquesta.
Fue especialista de la UNESCO durante varios años. En esas instituciones impartió las siguientes asignaturas: Historia de África, Metodología de la investigación, Etnología africana, Musicología, Arte africano y Culturas negras de Cuba.
Por intermedio del Departamento de Folklore del Teatro Nacional de Cuba organizó un seminario sobre folklore, el cual tuvo una gran repercusión internacional; en el Instituto de Etnología y Folklore preparó en 1968 el Seminario de Estudios Afro-americanos. Además fundó algunas publicaciones periódicas de mucho prestigio como: “Actas de Folklore”, “Etnología y Folklore”, el Boletín de Música de Casa de las Américas y el Boletín de Música de la Biblioteca Nacional “José Martí”.
Viajó por distintos países de América, África y Europa, destacándose su periplo a Ghana, Malí y Nigeria en 1961, para complementar sus estudios sobre el continente africano y su influencia en el nuevo continente americano; visitó Caracas (Venezuela) en noviembre de 1971, con la finalidad de asistir a la reunión “La música tradicional de los países de América Latina”, auspiciada por la UNESCO.
La obra de Argeliers León no solo quedó plasmada en libros y artículos de revistas y periódicos, sino en la formación de un grupo de musicólogos y etnólogos como Rogelio Martínez Furé, Olavo Alén, Jesús Gómez Cairo, Danilo Orozco, Adalberto Suco, Pedro Martínez, Jesús Guanche, Alberto Alén, Rolando Pérez, Victoria Eli, Zoila Gómez, Radamés Giro y Grizel Hernández entre otros.
Alén, Olavo. “Sus propias llaves”, En: Clave. La Habana, Nº 8, 1988. pp. 2-8.
Bibliografía y hemerografía de Argeliers León
1.- “abakuá”. En: Lunes de Revolución. La Habana: Nº 73, 22 de agosto de 1960. pp. 12-17. (Revolución).
2.- “Clausura del Seminario de Estudios Afrocubanos”. En: Etnología y Folklore. La Habana: Nº 7, enero-junio 1969. pp. 95-106.
3.- Concierto de música abakuá. Notas al programa. La Habana: Biblioteca Nacional “José Martí”, 1964.
4.- “Consideraciones en torno a la presencia de rasgos africanos en la cultura popular americana”. En: Santiago. Santiago de Cuba: Nº 13-14, diciembre de 1973-marzo de 1974. pp. 49-77.
5.- “Continuidad cultural africana en América”. En: Anales del Caribe. La Habana: Casa de las Américas, 1986.
6.- “Contribución africana a la identificación del hombre americano”. En: Catauro. La Habana: Año 2, Nº 3, enero-junio de 2001.
7.- Coros y claves. Notas a un programa. La Habana: Biblioteca Nacional “José Martí”, 1960.
8.- Cultura cubana. Colonia. Parte II. Sonia Almazán del Olmo y Mariana Serra García, compiladoras. La Habana: Editorial Félix Varela, 2006. 264 p. Véase: El círculo de dominación, pp. 79-91.
10.- Danzón. /Presentación/ Ángel Vázquez Millares. La Habana: Ediciones del C.N.C. / Coord. Prov. Habana, s.a. 12 p. Serie: Música-Folklore. Contiene ilus.. Incluye: “Síntesis histórica del danzón”, por Idilio Urfé.
11.- Del canto y el tiempo. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1974. 297 p.
11.- “Del eje y la bisagra”. En: Música”. La Habana: Departamento de Música de Casa de las Américas, 1971.
12.- “Dos panoramas folklóricos”. En: La Música. La Habana: Nº 2, abril-junio 1948.
13.- “El ciclo del danzón”. En: Nuestro Tiempo. La Habana: Nº 4, 1955.
14.- “El círculo de dominación”. En: Universidad de La Habana. La Habana: Nº 196-197, 2 de mayo de 1972. pp. 130-147.
15.- “El Monte, de Lydia Cabrera”. En: Catauro. Ciudad de La Habana: Nº 1, enero-junio 2000. pp. 8-9.
16.- El patrimonio folklórico cubano. La Habana: 1952.
17.- Ensayo sobre la influencia africana en la música cubana. La Habana: 1959. 19 p. Separata de la Revista Pro-Arte Musical.
18.- Introducción al estudio del arte africano. Prólogo Jesús Guanche. Ciudad de La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1980. 179 p. Contiene 82 ilustraciones.
19.- “La música como mercancía”. En: América Latina en su música. Relatora: Isabel Aretz. México: siglo veintiuno editores, s.a. / París: UNESCO, 1977. 344 p.
20.- “Las reglas y advertencias generales compuestas por Pablo Minguet, para tañir los instrumentos mejores”. En: Revista de la Biblioteca Nacional “José Martí”. Nº 1-4, 1962.
21.- Lecciones del curso de música folklórica de Cuba. La Habana: 1948. Mimeografiado.
22.- Música abakuá. La Habana: Departamento de Música, Biblioteca Nacional “José Martí”, s.f. 5 p.
23.- Música folklórica cubana. La Habana: Ediciones del Departamento de Música de la Biblioteca Nacional “José Martí”, 1964. 148 p.
24.- Música guajira. La Habana: Ediciones del C.N.C. / Coord. Prov. Habana, s.a. 12 p. Serie: Música-Folklore. Incluye: “Ensayo sobre la influencia española en la música cubana”, por María Teresa Linares de León.
25.- “Notas para un panorama de la música popular”. En: Boletín de Música. La Habana: Casa de las Américas, Nº 24, 1972.
26.- “Notas para un panorama de la música popular”. En: Panorama de la Música Popular Cubana. Selección y prólogo de Radamés Giro. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1998. pp. 27-42.
27.- “Notas para un panorama de la música popular cubana”. En: Revista Nacional de Cultura. Caracas: Nº 204, marzo, 1972. pp. 47-58.
28.- Parentesco entre la música cubana y la venezolana. /Caracas/: Instituto Venezolano-Cubano de Amistad, s.a. /11/ p.
29.- “Presencia del africano en la cultura cubana”. En: Islas. Santa Clara:
Nº 41, enero-abril 1972. pp. 155-169.
30.- “Présence africaine dans la culture cubaine”. En: Actualité. Argel: Nº 208, 1969.
31.- “Prólogo”. En: Tomás Fernández Robaina. Bibliografía de estudios afroamericanos. La Habana: Biblioteca Nacional José Martí, 1968. 96 p.
32.- Rumba. /Presentación/ Ángel Vázquez Millares. La Habana: Ediciones del C.N.C. / Coord. Prov. Habana, s.a. 14 p. Serie: Música-Folklore. Contiene ilustraciones. Incluye: “La rumba”, por Odilio Urfé.
33.- Tras las huellas de las civilizaciones negras en América. Ciudad de La Habana: Fundación Fernando Ortiz, 2001. 276 p. (La fuente viva, 19).
34.- “Tres cantos negros”. En: La música. La Habana: Nº 4, octubre-diciembre, 1948.
35.- “Un caso de tradición oral escrita”. En: Islas. Santa Clara: Nº 39-40, mayo-diciembre 1971. pp. 139-152.
36.- “Un caso de tradición oral escrita”. En: Oralidad. La Habana: Nº 1, 1988. pp. 33-41.
37.- Yimbula. Fiesta de Paleros. Notas al programa. La Habana: Teatro Nacional, s.f. Programa de mano.

martes, 26 de octubre de 2010

MUERE EL ESCRITOR PEDRO SIVIRA, QUEDA EL LEGADO DE SUS PÁGINAS

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Daniel Scott

En la madrugada del miércoles 20 de octubre se nos fue nuestro gran amigo Pedro Sivira, intelectual de trayectoria,conocido redactor del Nacionalista, autor de libros muy leídos y creador de varias páginas culturales que circularon en el diario donde trabajó por tantos años. Pedro Sivira era un valioso intelectual en cuya mente resplandecía la idea y en su lengua el dato histórico, el conocimiento y la palabra sincera.
A Sivira le conocí a principios de los noventa cuando se despertaban mis propias inquietudes intelectuales y me aventuraba tímidamente a escribir en serio en El Nacionalista, al igual que lo hizo mi padre por muchos años. Sivira ocupaba el puesto de redactor del Diario, de manera que todos escrito mio tenía que pasar antes por sus manos. Era la época de las escandalosas máquinas de escribir y los correctores. Recuerdo con gracia que al principio me recibía muy serio y con cierta frialdad. En fin era la primera vez que asomaba mi rostro novato por esos lares. No le hacía caso porque yo jamás juzgo a los hombres por la delgada corteza de sus apariencias. En efecto: a medida que mis párrafos se posaban en su mesa de trabajo, su actitud sufrió una especie de transfiguración bíblica, y a partir de entonces tuvo para mí el gesto afable de un hombre que no solo me publicaba con gusto todas las semanas, sino que además me compartía de buena gana sus sueños.
Recuerdo que uno de mis artículos, que hablaba de la felicidad, produjo en su ánimo un impacto positivo, tanto que tuvimos una larga charla de sobremesa, en donde me expuso de una manera ordenada y con entusiasmo todos los sueños que quería hacer realidad. Se conceptuaba escritor, y en esa dirección deseaba centrar todos sus esfuerzos. Sin embargo lanzó un suspiro y exclamó: “Pero la vida no es solo escribir párrafos o poesía, es cosa de traer a casa el pan cotidiano.” Sus palabras quizá reflejaban la vieja realidad de una sociedad que no sabía y aún no sabe acoger en su seno el oficio de escritor. Sabemos de mucho talento literario que ha desaprovechado en tal sentido. Se podrían enumerar casos y mas casos pero no vale la pena. Sivira ejerció con devoción de quijote y de manera sistemática el periodismo eminentemente cultural, en unos días donde la gente se ocupa solo de la política, como si esa fuese nuestra única realidad como pueblo. Allí queda el legado de sus páginas.
Nos vimos por ultima vez el pasado mes de julio. Nos acompañaba José Obswaldo Pérez, otro gran amigo. Recuero que nuestro tema de conversación seguían siendo los mismos: la política, episodios históricos cercanos y lejanos, la idiosincrasia del pueblo venezolano, de como la gesta independentista acabo con la sociedad colonial venezolana. ¡El regocijo de la mutua compañía y el conocimiento compartido. Por ultimo me hablo de “Candil Editores” página que dirigía con mucho orgullo junto al periodista José Obswaldo Pérez.
Se nos fue Pedro Sivira pero nadie que haya escrito se nos va del todo. ¿Será mejor decir que la tinta y el papel insufla de inmortalidad al que escribe? Un párrafo puede fijar y expresar la personalidad y la calidad humana del escritor. Sivira se queda en medio nuestro con obra tales como: “Extrañas oincidencias: y la rica fuente nunca estuvo seca”, “El paso de la Historia”, “Alberto Carnevalli “El fuego de su pensamiento” entre otros.

viernes, 22 de octubre de 2010

Crónicas de una carnicería



LA GUERRA FEDERAL: GRITOS DEL ODIO (III)

Alberto Hernández
** La guarimba zamorana acabó con el ejército conservador. Al término de la refriega en la que murieron más de tres mil hombres, los quejidos de los moribundos se confundían con la algarabía del triunfo de los federales
La muerte hinca el diente con la fuerza de su ceguera. La estrategia del matadero fue preparada tanto por Falcón como por Zamora, y la estrategia por el último, quien atendió a la escogencia del lugar hecha por el primero. El caserío de Santa Inés salió del anonimato y se convirtió en enclave donde un grupo de venezolanos se enfrentó inútilmente: los muertos quedaron regados entre el monte, el polvo y el olvido.
En la Biografía del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, escrita por Jacinto Regino Pachano, quien fuera su primer edecán en aquellos días aciagos, se lee:
“Zamora le indicó a Falcón el punto de Santa Inés que ya conocía de antemano, como a propósito, por sus condiciones militares para fortificarse en él. Previsión admirable de Zamora. Se realizó todo conforme él había ideado. Llegamos a Santa Inés y le expuso a Falcón todo su plan, asegurándole el éxito. Falcón le hizo juiciosas observaciones que Zamora contestó satisfactoriamente. Acordados los dos, procedieron a los trabajos de fortificación...y como todas las acciones de esos hombres de espíritu infatigable y asombrosa actividad, decirlo fue hacerlo. Cuando el enemigo pisaba el día 9 de diciembre el terreno de nuestras posiciones, no encontraba un solo palmo de tierra vulnerable; ni un ojo que no estuviera alerta, ni un fusil que no estuviera preparado, ni un hecho que no se sintiese resuelto al sacrificio de la vida...¡Reñidísima¡ ¡Reñidísima fue aquella batalla¡ ¡Diez mil valientes disputándose la victoria¡ ¡Todo un día y una noche de sucesivas embestidas y resistencias crueles...En medio de las descargas nutridas de cañón y de fusilería, apenas se producían rápidos intervalos al lúgubre son de las cornetas...¡No maten más¡ ¡No maten más...¡”.
Según la crónica, nunca se peleó con tanta saña desde la guerra de Independencia. “El encono humano de las contiendas civiles pudo llegar a tanto”. El anunció de una carnicería fue el prolegómeno del verdadero día de la batalla en el sitio de Santa Inés.
El matadero – rompe la voz de la historia- recuerda la imagen de Enrique María Remarque: “Dos ejércitos que combaten es una sola masa humana que se suicida”. En efecto, un suicidio que como tal no conduce a nada, sólo a la muerte, tan de mucha monta cuando se trata del odio.
El primer contacto con el enemigo para iniciar la chamusquina se dio en La Palma. El sol de la mañana aún no anunciaba la llegada de la tarde, cuando Zamora previó que faltaba poco tiempo para iniciar una de las batallas más sangrientas de la historia venezolana.
-“Encuentro de guerrillas”-
La guarimba, palabreja de moda en estos días en los que el siglo XIX nos punza con su atraso, fue la fórmula usada por Zamora y su gente para enfrentar la tropa conservadora. Vitelio Reyes recrudece la acción: “En la madrugada del 10 comenzó el encuentro de guerrillas. Se replegaban paulatinamente los federales atrayendo el ímpetu de los gubernamentales, precisamente hacia las posiciones fortificadas. La ofensiva se recrudecía hacia los atrincheramientos preparados por Zamora. Sobre ellos se aplicó a fondo la Primera División”.
El río Santo Domingo, testigo de aquel encuentro violento, se manchó con el polvo levantado por las patas de las bestias en pleno campo. Entre repliegues y escondidas, Zamora jugaba con el enemigo. Trincheras, agujeros y trampas dejaban en el terreno cuerpos destrozados. El ejército del gobierno pensó que los federales se debilitaban en cada acometida. La Primera División fue desbaratada. Entonces, cuando las trampas cumplieron su cometido, Zamora gritó a voz en cuello cerca del sitio de El Trapiche: “¡Pisaron el peine¡”. El mencionado lugar sirvió para darle la primera estocada a la sorprendida tropa de los conservadores. Por donde entraba era atacada. Encerrada en una suerte de embudo, no había posibilidad de repliegue alguno.
El gobierno avanzó un poco más, con sus fuerzas disminuidas, hasta La Encrucijada, donde la fusilería arrasó con una gran parte de los hombres de Petit, Ortiz, Mora y Franco. El fuego cruzado no les permitía pensar. No obstante, la otra División entró en el campo enemigo gracias al exceso de confianza de De Las Casas: una descarga de plomo cayó sobre Jelambi. La muerte agitó sus alas y convirtió el paisaje en un retrato conmovedor. De todas partes saltaban los hombres de Zamora sobre los del gobierno. Derrotados los godos, iniciaron la retirada en medio de un colchón de cadáveres. Las cifras dieron cuenta de 54 oficiales heridos, entre ellos Espelozín, Oberto, Pulido, Fagúndez y Ramírez. 25 oficiales de alta graduación aniquilados, entre ellos el Coronel Antonio Jelambi. Se sumaron, entre los dos ejércitos, dos mil muertos, sólo en el campo de Santa Inés. “La siembra de cadáveres en tierras feraces fue espantosa”, escribe Reyes.
Los quejidos de los moribundos se confundían con los gritos de victoria de los guarimberos de Zamora. No obstante haber alcanzado el triunfo, Zamora y Falcón seguían planificando como arrasar a los hombres del otro bando. Iniciaron la persecución al día siguiente entre los charcos de sangre y los cuerpos mutilados en pleno campo. En ruta a Barinas, Falcón, quien dirigía la infantería, y Zamora, la caballería, a la altura de Sabana del Bosque, la tropa federal se topó con la gubernamental. De nuevo los conservadores llevaron la peor parte. Una fracción importante de la División de Rubín se entregó rendida. Ya en Mamporal, el General Falcón dio cuenta del resto. A juicio de la crónica de la época, el coraje y la valentía tenían rostro en los vencidos.
De cuatro mil hombres que se enfrentaron en Santa Inés, sólo mil llegaron a Barinas. Es decir, en el camino iban cayendo hombres de ambos bandos. El agotamiento hacía más fácil las acometidas de Zamora, pero también la muerte de soldados de ambos grupos. La carnicería redondeó su paisaje en las horas sucesivas. El hambre era mitigada con el ganado robado, el mismo que pastaba en el campo cercano a la refriega.
La guerra parecía no tener fin, pese a que Santa Inés quedó atrás, lúgubre, atizada por las maldiciones de la muerte y la soledad.
La vieja canción federal resuena entre los muertos, los heridos y los que cabalgaban con Zamora, un poco antes de arribar a San Carlos. El “Oligarcas temblad” quedó como un eco arrinconado. “El cielo encapotado/ anuncia libertad/ ¡Oligarcas temblad¡/ viva la libertad”, y así, “La espada redentora/ del General Zamora/ confunde al enemigo de la revolución”. Entre las breñas de aquella Venezuela, que ahora quieren repetir, se escuchaba: “Las tropas de Zamora/ al toque del clarín/ derrotan la brigada/ del godo malandrín”. Hoy cabe preguntarse, ¿quién es el malandrín?. De esa mortandad hacen 145 años.
El periodista y poeta Jesús Sanoja Hernández nos ayuda: “Aquella era una Venezuela eminentemente agraria y por eso los estudiosos marxistas calificaron a la guerra federal como “guerra campesina”...”. Los mismos campesinos que pelearon al lado de Bolívar, Páez, Morillo, Santander y Boves. Los campesinos de siempre. Campesinos contra campesinos.
Trasladar la Batalla de Santa Inés a los días que nos tocan, afirma Sanoja, implica “cambiar el escenario bélico, por ejemplo el de las ciudades, y utilizar otro tipo de armas, que ojalá sean firmas y votos”. El presente lo es tanto que Santa Inés es una página borrosa en la memoria.
-La antesala de un disparo en la cabeza-
Sanoja Hernández remata: “Si creyera Chávez en reencarnaciones o en la repetición de ciclos históricos, debería tomar en cuenta que 21 días después de la gloriosa batalla, Zamora terminó muerto por balazo misterioso en el asalto a la población de San Carlos”.
El otro remate está en la salida que los venezolanos buscamos denodadamente. Santa Inés es una manía atávica en la vida de Chávez. Y como lo afirma Elías Pino Iturrieta: “Chávez confunde su biografía con la historia de Venezuela”. (Continuará).

jueves, 21 de octubre de 2010

Falleció el escritor Pedro Sivira

Sivira era oriundo de Las Mercedes del Llano, estado Guárico; se destacó como escritor de la novela del petróleo y crítico literario.

Pedro Sivira, escritor y crítico literario, autor de Fantasmas y los residentes
A la dos de esta madrugada de este miércoles se registró la triste noticia del fallecimiento del escritor guariqueño Pedro Sivira, autor de Fantasmas y los residentes (2da Ed, 1993)y W Company
Sivira era oriundo de Las Mercedes del Llano, estado Guárico; se destacó como escritor de la novela del petróleo y critico literario. Fue editor de las páginas culturales del Diario El Nacionalista, y para la fecha trabajaba junto con el editor de este periódico, Leonardo Lalo González, en la producción de varios proyectos investigativos.
También, don Pedro Sivira era editor del portal electrónico Kandil Editores, un proyecto comunicacional que venía desarrollando con el periodista José Obswaldo Pérez.
Sivira falleció de un paro cardiaco.

Información y fotografía tomadas de http://fuegocotidiano.blogspot.com/2010/10/fallecio-el-escritor-pedro-sivira.html

lunes, 18 de octubre de 2010

LOS ASHANTI


Arturo Álvarez D´Armas

Los Ashanti ocupan una parte considerable del territorio que una vez conocimos como Costa de Oro. Son un importante grupo étnico de la hoy República de Ghana. Hablan la lengua twi, con unos 7 millones de personas. Antes de la colonización europea, el pueblo ashanti desarrolló un imperio de gran alcance gracias al comercio. Desde el siglo IV hasta el año 1076, en tierras de la actual Mauritania, se desarrolló el poderoso Imperio de Ghana. Su nombre fue dado por los árabes al imperio soninke de Wagadu, y que derivaba de la deformación de la palabra ghani, cuyo significado es riqueza. Ghana desde el siglo VIII adquirió fama de tierra rica en oro y se convirtió en el principal depósito de ese mineral en la región, que se extraía de los yacimientos aluviales, explotados por la población local en el marco de las estructuras familiares. El control del oro era tarea personal e intransferible del Rey, evitando así las posibilidades de inflación. La economía del imperio de Ghana tenía dos aspectos muy diferenciados: por un lado la agricultura y la ganadería de las que vivían la mayor parte de la población, y por otro, el comercio transahariano y las actividades artesanales.
Asantewa
Desde el siglo VIII hasta el siglo XII el imperio de Ghana fue una especie de meca comercial a la que la gente iba a hacer fortuna en busca sobretodo de oro que después servía para acuñar los dinares de las dinastías islámicas del África mediterránea. Por otro lado, el comercio de la sal y su monopolio por los reyes de Ghana fue la otra de las bases económicas de este imperio que controlaba su comercio con los países del sur. Después del oro y la sal, Ghana proporcionaba al comercio transahariano marfil y goma, y recibía a su vez del norte cobre, trigo y productos de lujo como perlas y vestidos.
El poder personal del Rey era total y a su muerte se le enterraba en fastuosas
edificaciones instaladas en los bosques y junto con él eran enterrados sus sirvientes, para que lo acompañaran en el más allá.
A fines del año 1076, fueron derrotados y conquistados por los almorávides, rompiéndose la unidad del imperio que a partir de entonces quedó seccionado en un norte musulmán controlado por los almorávides, y un sur soninke en donde se refugiaron los no musulmanes. Fue así como se cerró la etapa de esplendor y magnificencia de este Imperio.
Esta región fue denominada por los ingleses Costa de Oro, y de ella arrancaron los mejores mineros y orfebres para ser trasladados hacia América en calidad de esclavizados.
Antes del siglo XIII, pueblos de lengua akan emigraron hacia la actual Ghana y establecieron estados pequeños en la región montañosa, en las cercanías del Kumasi moderno.
Durante el auge del imperio de Malí, los ashanti y los akan llegaron a hacerse ricos negociando el oro encontrado en minas de su territorio. Desarrollaron una poderosa confederación y posteriormente se convirtieron en el grupo étnico más influyente dentro de la región de Costa de Marfil, que competían con el pueblo fante. Esa confederación tuvo gran importancia durante el período colonial, vendiendo oro y esclavos, los cuales eran intercambiados por armas.
Fueron uno de los pocos estados africanos capaces de ofrecer resistencia seria a los imperios europeos. Entre 1826 y 1896, Gran Bretaña luchó cuatro guerras contra los reyes ashanti, conocidas como guerras anglo-ashanti. En 1895, los ingleses derrotan a las fuerzas Ashanti y es desterrado su soberano.
En 1900 los británicos sometieron el reino y lo renombraron como la colonia Gold Coast. Una figura de la resistencia contra el colonialismo británico es la de la líder Yaa Asantewaa (1850 – 1921). Es una de las figuras reverenciadas de la historia moderna de Ghana. En 1900, el Gobernador británico de Ghana logró, tras derrotarle militarmente, desterrar a la reina a la vez que exigía de las autoridades la entrega del Taburete Dorado, objeto histórico venerado y símbolo de la soberanía e independencia asante. Temerosos de emprender una guerra contra los británicos, algunos líderes sugirieron que en vez de luchar contra ellos, debían implorar que cambiaran su política represiva y permitieran el retorno de su rey. Dice la Historia, que, indignada, Yaa Asantewa, la Reina Madre y guardiana del Taburete Dorado, se puso en pie y dijo, "¡No puedo creerlo! Si ustedes, los hombres Asante, no tiran adelante, entonces nosotras las mujeres lo haremos. Nosotras lucharemos contra los blancos hasta que la última de nosotros caiga en los campos de batalla." Yaa Asantewa dirigió a su nación en la última guerra Asante contra los británicos. El 28 de marzo de 1900, ella inició la guerra de independencia, movilizó a las tropas Asante y puso cerco durante tres meses a la misión británica del fuerte de Kumasi. Los ingleses tuvieron que llevar miles de soldados y artillería para romper el sitio. En venganza, las tropas británicas destruyeron numerosas poblaciones, matando a muchas personas y confiscando sus tierras. Capturaron a la Reina a quien desterraron a las Islas Seychelle, en la costa del este de África. Murió en el destierro, veinte años más tarde.
Costa de Oro. 1896.
Un artefacto cultural de los ashanti con importancia histórica es la sagrada Banca de Oro, la cual sólo podía ser tocada por su rey, el asantehene.
El ser supremo es Nyame, dios del cielo, el cual posee su clero particular y numerosos altares. Nyame nunca es representado por esculturas. Tuvo un hijo con Asase Ya, la diosa de la fertilidad, llamado Anansi. Asase Ya tuvo asimismo otros dos hijos, Bea y Tano. Aso es la esposa de Anansi, ambos personajes de leyendas en África occidental. Anansi pasa al continente americano como una araña, sus cuentos todavía se oyen en Jamaica, Panamá, Costa Rica y alguna islas del Caribe donde trajeron esclavizados desde la hoy república de Ghana.
Entre los Ashanti (Laude, Jean, 1988) el arte es, según parece, esencialmente real: destinado al rey y a su familia, concretando valores relativos a la realeza o concerniendo a la supervivencia celeste de los soberanos que en el más allá velan sobre el destino de su pueblo.
Algunas de sus principales manifestaciones artísticas son: esculturas de madera conocidas con el nombre de akua ba; la alfarería, las pesas para medir el polvo de oro; los kuduo pequeños vasos elaborados de cobre o bronce; oro martillado y repujado; tejidos de algodón o seda.
Para finalizar se presentan algunos textos de la literatura tradicional Ashanti. La traducción es de la investigadora Estela Dos Santos.
Invocaciones de los Ashanti
1
Espíritu del Cedro
el que toca el tambor del Creador anuncia
que él mismo lo ha hecho para levantarse
como el canto del gallo al amanecer.
A ti nos dirijimos y nos entenderás.
2
Espíritu del Elefante
el tambor del Creador anuncia
que se ha arrancado el sueño
y se ha levantado al aparecer la aurora.
3
Tierra, compadeceos,
tierra, compadeceos,
tierra y polvo,
en quien se puede confiar,
me inclino ante voz.
Tierra, cuando estoy a punto de morir,
me inclino ante voz.
Tierra, cuando estoy vivo
dependo de voz.
Tierra que recibís a los muertos
el que toca el tambor del Creador dice
de dondequiera que haya salido,
él se levantó a sí mismo,
él se levantó a sí mismo.
Leyenda Ashanti
Hace mucho tiempo que un hombre y una mujer del firmamento y un hombre y una mujer subieron de la tierra.
Desde Onyame (Dios Firmamento) vino también un onimi (pitón) y puso su morada en el río Bosommuru.
Al principio esos hombres y mujeres no tuvieron hijos porque no tenían ningún deseo y el engendrar y el nacer no eran conocidos en aquel tiempo.
Un día el pitón les preguntó si no tenían hijos y habiéndoles contestado que no, dijo que haría que la mujer concibiese. Ordenó a los integrantes de la pareja que se pusieran de pie, cara a cara, luego se sumergió en el río y alzándose, roció con agua sus vientres mientras pronunciaba la palabra kus-kus y después les ordenó que volvieran a la casa y que se acostaran juntos.
La mujer concibió y dio a luz los primeros niños en el mundo, quienes tomaron a Bosommuru como su ntoro (tótem) y cada varón se encargó de pasar su ntoro a sus hijos.
Desde entonces, si un hombre o mujer ntoro del Bosommuru ve un pitón muerto espolvorea arcilla blanca sobre él y lo entierra pero ellos jamás los matan.
Fuentes consultadas:
Antología de la literatura oral. Selección de Estela Dos Santos. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1971. 61 p. (Biblioteca Básica Universal).
http://www.ikuska.com/Africa/Etnologia/mujer_historia.htm#ghana
Hoover, F. Louis. African Art. F. Louis Hoover, Editor. Normal-Bloomington: The Ewing Museum of Nations, Illinois State University Foundation /1974/. S.p.
Laude, Jean. Las artes del África negra. Barcelona: Editorial Labor, 1968. 282 p. (Nueva Colección Labor, 70).
Paulme, Denise. Las esculturas del África negra. México: Fondo de Cultura Económica, 1974. 171 p. (Breviarios, 165).