Guillermo Ramos Flamerich
(Egresado de la Universidad Católica Andrés Bello)
A partir de lo denominado por el historiador Germán Carrera Damas “La Formulación definitiva del Proyecto Nacional”, iniciada en 1870 con la instauración de un régimen liderado por Antonio Guzmán Blanco, el esmero por crear un sentido de Patria y pertenencia al Estado, se convirtió en una de las nociones más explotada por los gobiernos de turno. El principio de ideales nacionalistas, el establecimiento de símbolos e íconos de lo que somos como pueblo, así como la transformación cultural del país, estuvo influenciada de manera definitiva por los principios positivistas. La búsqueda del progreso científico y desarrollo en Venezuela, contó a su vez con el apoyo y justificación al caudillismo local, lográndose tesis como la de Laureano Vallenilla Lanz y el “Gendarme Necesario”, en defensa de la tiranía de Juan Vicente Gómez. Con este personaje de nuestra historia, se crea y profesionaliza la Fuerza Armada Nacional, los conocidos “Chopo e´ piedra”, oficiales de la montonera, serán sustituidos por personal capacitado y entrenado. Escuelas de formación militar como la de Chorrillos en el Perú, compaginará un nuevo tipo de soldado, donde su estamento y profesión están “destinados” a regir por y para siempre los destinos de naciones sumidas en el atraso civil.
Con esta idea, un grupo de oficiales ya sublevados ante sus líderes naturales en 1945, habían derrocado tres años después, a un gobierno civil auspiciado por ellos mismos. El argumento, la anarquía. A raíz del asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, el coronel Marcos Pérez Jiménez será la figura clave en el acontecer de la vida política nacional. En 1952, da a conocer una tesis que llevaba años en gestación, el “Nuevo Ideal Nacional”. Desde esa fecha hasta 1958, con el derrocamiento de la dictadura, una retahíla de palabras eran repetidas a diestra y siniestra en actos públicos y oficiales:
“Mejoramiento moral, intelectual y material de los habitantes del territorio patrio y transformación racional del medio físico, para lograr que Venezuela ocupe el rango que le corresponde por su situación geográfica, su extraordinaria riqueza y sus gloriosas tradiciones”
La transformación del medio físico, frase clave en el desarrollo de este concepto. La Venezuela de la década de 1950, estará signada por grandes obras de infraestructura y la creación de un país-cuartel, donde los máximos exponentes de virtud, serán los representantes del Ejército Libertador. En palabras del propio Pérez Jiménez en entrevista ofrecida al periodista Oscar Yánes en 1998, reafirma esa visión de la Fuerza Armada, rectora de la vida pública:
“Yo había pensado en constituir las Fuerzas Armadas como institución modélica en el país, es decir, la institución en la cual se fundamentara la transformación racional del país”.
El Nuevo Ideal Nacional influirá en cada aspecto de la sociedad. La cultura y promoción de lo que significa ser venezolano no se escaparán de sus postulados. La exaltación de la historia patria, contrastará con grandes obras públicas para rendir honores a sus constructores, el Paseo Los Próceres unirá la historia venezolana con el elitismo del Neoclasicismo, grandes estatuas de héroes mitificados.
El aborigen venezolano también será endiosado, obras como las pinturas de Pedro Centeno Vallenilla, donde aparecen nuestros nativos de grandes dimensiones, descomunal musculatura y piel de color aceituna, darán una idea del fenotipo deseado por el régimen, aunque históricamente incorrecto. La escultura igualmente fomentará esta idea, creaciones como el Cacique Tiuna o Maria Lionza, dejará en el imaginario popular un indígena de rasgos europeos de cánones clásicos. Así mismo en obras literarias como Caciques Aborígenes Venezolanos, del escritor Antonio Reyes, verán a estos personajes “desde el umbral del ensueño”, como bien lo definiría el autor. El conquistador y nuestros héroes republicanos, tomarán también nuevas representaciones, lienzos como Venezuela recibiendo los símbolos del escudo nacional, ubicado en el Salón de los Escudos del Palacio Federal Legislativo, muestran a una ciudadanía no solo rindiendo culto a su patria, también a sus jefes militares de diferentes períodos.
La revista educacional Tricolor, elabora mediante elementos pedagógicos la enseñanza “gloriosa” de nuestra historia, biografías de héroes, radiografías de batallas y los componentes para su conmemoración. La Semana de la Patria, celebración organizada por el gobierno militar, se convertirá en la gran fiesta donde la civilidad rinde pleitesía a sus castrenses protectores. De este festejo nada ni nadie escapan, intelectuales de la talla de Mariano Picón Salas y Juan David García Bacca, entre otros, serían coaccionados a encomiarla.
Lo militar ocuparía cada aspecto de la vida civil, evidencia de ello se presenta en el libro gubernamental Venezuela bajo el Nuevo Ideal Nacional, destacándose una breve reseña del Carnaval de Caracas de 1954; junto a la fotografía donde aparece en un corcel la reina de aquella fiesta, Berta Elena I, el comentario indica lo siguiente:
“A fines de 1953, el Coronel Pérez Jiménez decidió revivir esta celebración que tanto arraigo tiene en el pueblo venezolano. Los grandes desfiles, las decenas de bellísimas carrozas marchando entre la multitud, por las modernas y hermosas avenidas de Caracas, hablaban con su lenguaje optimista y sonriente rostro de la Venezuela que crece y se hace poderosa.”
En el aspecto de las tradiciones y folklore venezolano, la dictadura logrará una renovación de nuestra cultura popular. La vieja danza criolla, será innovada con acordes clásicos, surgiendo así primeras nociones de danzas nacionalistas. La instrucción de nuestros rituales tradicionales se llevará a la enseñanza escolar. El Instituto de Folklore, la creación de la Orquesta Típica Nacional, la designación oficial del joropo como baile nacional, así como los símbolos naturales y religiosos, presentan una visión de renovación y orden. Durante estos años, la música académica se acoplará a los aires nacionalistas, piezas como la Cantata Criolla de Antonio Estévez, la Suite Margariteña de Inocente Carreño, entre otras, son parte de ese vuelco a lo local, visto desde un ámbito de occidentalización.
La década militar marcará de una manera u otra una huella en el colectivo venezolano. El Nuevo Ideal Nacional consistirá en un sistema desarrollista enmarcado en el proyecto de una sociedad militarizada, con una institución fuerte y única: la Fuerza Armada Nacional. Se pretendía como eje primordial el sometimiento de lo civil ante lo marcial. Venezuela aunque logró en esos años un progreso notable en diferentes sectores, no pudo ser convertida en un gran cuartel, con un protectorado eterno de los “descendientes primarios” de nuestros héroes de la gesta independentista. La cooperación civil-militar, recobrará escenario en 1958 con la desaparición del régimen, aunque este mismo, meses antes, tratará legitimarse ante el ciudadano. A pesar que en 1957 sonara la lírica de: “General Marcos Pérez Jiménez, presidente constitucional, elegido por el pueblo, con el voto popular”, el fin del Nuevo Ideal Nacional, demostraba la poca solidez del mismo, así como su poca afectación en principios y valores recuperados en décadas anteriores.
Bibliografía
CARRERA D, Germán. Formulación Definitiva del Proyecto Nacional 1870-1900. Cuadernos Lagoven, 1988.
Venezuela Bajo El Nuevo Ideal Nacional. Publicación del servicio informativo venezolano. Caracas, 1954.
S/A. Así progresa un pueblo, Talleres Gráficos Ilustraciones S.A., 1956.
YÁNES, Oscar. ¡Nadie Me Quita lo Bailao! Tomo 2. Editorial Planeta, 2009.
*Tomado de http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/search?updated-max=2010-03-24T02%3A24%3A00-04%3A30