Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

viernes, 3 de junio de 2011

RUTAS DE FE

UNA IMAGEN, UNA PUERTA, UN CAMINO…
 
TIBISAY VARGAS ROJAS
 
Los caminos de Dios son insondables, el hombre, los surca…
Para quienes vivimos en estos predios que los estados Guárico y Aragua ven reverdecer fulgurosamente cuando el invierno abre sus venas de agua, el nombre de Nuestra Señora de La Misericordia y Caridad, es, más que familiar, íntimo.
La fe del creyente local tiene en su corazón espacio y en sus labios invocación para la llama mariana de esta advocación, que según crónicas nació a principios del siglo XVII en suelo venezolano, en la casa familiar del entonces Alcalde de la Santa Hermandad Don Luís Ximénez de Rojas, de origen español, quien veneraba en altar familiar una pequeña imagen al óleo sobre madera de la Virgen de La Caridad, seguramente traída de España, y quizá herencia de familia.
La vivienda de Ximénez de Rojas se ubicaba en la sabana de El Chaparral de Suata (hoy San Juan de los Morros), espacio abarcado en jurisdicción por la ciudad madre o cantón del centro del país para entonces, San Sebastián de Los Reyes, fundada el 6 de enero de 1585 por el Capitán Sebastián Díaz de Alfaro, conquistador español natural de Sanlúcar de Barrameda, que atravesando vicisitudes y seis mudanzas, logró su asiento definitivo en las márgenes del río Caramacate. El 6 de enero del presente esta ciudad aragueña cumplió 409 años de fundada, y sus límites originales, imprecisos por cambios de asiento, a decir de historiadores y cronistas, abarcaban jurisdiccionalmente parte de los hoy estados Aragua, Guárico, Miranda, Carabobo, Cojedes, Portuguesa, y Apure.
Un incendio destruye la casa de Ximénez de Rojas, y el portento de quedar incólume entre las cenizas la imagen devocional, convierte a la zona de El Chaparral en lugar de culto y peregrinaje, hasta que la fama del prodigio, y testimonio de fe de quienes solicitaron en su necesidad a La Virgen de La Caridad el auxilio divino, hace que el 22 de enero de 1692, la imagen fuera trasladada a la ciudad de San Sebastián por disposición del 1lmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Caracas y Venezuela para entonces, Don Diego Baños y Sotomayor, para su mayor protección en la iglesia parroquial, y con miras a la construcción en la ciudad de un templo para su exclusivo culto, que quedó concluido a finales de 1731.
Allí se entronizó entonces la imagen de la Virgen de La Caridad, para quedar como Patrona de la ciudad, que ya tenía a San Sebastián Mártir como Patrono desde su fundación, y posteriormente, para efectos de asegurar el mantenimiento del culto a la venerada imagen que desbordaba el afecto de feligreses y peregrinos desde su entronización, se fundó una hermandad que administrara bienes, e imprimiera responsabilidades, y que lleva por nombre desde el 4 de junio de 1792, de Cofradía de Nuestra Señora de La Caridad.
Todo este periplo acontecido a la imagen, ha marcado profunda huella en los devotos sansebastianeros, pero no menor aun, en los originales…
En reciente paseo por los predios de El Chino, caserío aledaño a San Juan de los Morros, y al cual se accede desde esta población a la altura de la zona de La Puerta, del lado derecho de la carretera nacional hacia Villa de Cura, las demostraciones de fe a Nuestra Señora de La Caridad, me conmovieron profundamente, y sé que de igual modo a mi esposo Jeroh, nuestra hija Valeria, mi amiga sansebastianera Belén Cristina, su esposo Alejandro, y a sus tres pequeños hijos, con quienes compartíamos el paseo de un soleado día de aventuras entre petroglifos y puntos de referencia histórica, como la antigua casa del Presidente del Estado Aragua para los años cuarenta Aníbal Paradisi, hoy abandonada, aunque en buen estado de conservación, y sobre la que pesan leyendas locales.
Nuestra sorpresa al descubrir a cuatro horas de transitar por carretera de tierra y difícil acceso, que el amigo Alejandro sorteó felizmente, la presencia de pequeñas oquedades talladas en la dura roca que flanquea el camino, y que resguardaban en su seno imágenes de la Virgen de La Caridad, con pequeños exvotos, flores y cirios, sobrepasó nuestro asombro. Y es que entonces caí en cuenta de la vecindad del primitivo enclave del culto: cerca, muy cerca, están los predios de El Chaparral.
Vecinos del lugar, gente de campo, que entrega a la tierra su esfuerzo diario, dan fe de que en el corral de ganado de una propiedad privada de la zona, están aún los vestigios de asiento de la que fuera otrora casa de Luís Ximénez de Rojas, propietario de la imagen, y por tanto, lugar de nacimiento del culto a Nuestra Señora de La Caridad, manifiestan además, que una pequeña capilla marca el sitio del portento.
No pudimos llegar hasta allí pues lo avanzado de la hora, y una avería del vehículo, nos hicieron poner marcha de regreso a San Juan. Sin embargo, es ya promesa en mi interior retornar cuando sea posible, para ver con mis propios ojos lo referido, y placerme en la memoria de un colectivo marcado por una fe popular que los siglos no han mermado, y que por el contrario, como relicario de amor profundo se mantiene en el recuerdo, y se cultiva hacia una imagen, más allá de una puerta, un camino…

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