Naty Arleo
Rodríguez
Enero de 2012
Octavio Arleo Pignataro, es el menor de los varones, de una
familia de once hermanos. Nació en Los Teques, Estado Miranda, Venezuela, el 21
de abril de 1920. Hijo de Francesco Giuseppe Arleo Stabile, natural
de Santa Domenica Talao y de Filomena Pignataro DI Puglia, natural de
Mormanno, ambos pueblos pertenecientes a la Provincia de Cosenza, Región
de Calabria, Italia. Sus padres contrajeron matrimonio el 04 de Noviembre de
1905 y salieron de Europa rumbo a América con un niño varón en brazos y otro en
el vientre, para llegar a Venezuela el año de 1913 a visitar a los padres de
Francesco: don Vincenzo Arleo y doña Nicoletta Stabile, quienes ya vivían en el
país desde mediados de 1890.
Foto: Yoel Aranguren.
Octavio Arleo Pignataro (1920-
2005). Primer taxidermista de Venezuela.
Artículo: ZURITA, Millie
(Año 2, 2002). Octavio Arleo Pignataro.
Primer taxidermista de Venezuela. Revista Cambio, No 90, pág. 8.
Octavio Arleo fue un niño vivaz,
inició sus estudios en la escuela María
Luisa Echiverri con el excelente calígrafo, Clodomiro León. Posteriormente
ingresó al Liceo San José de Los Teques, donde desde muy
joven mostró gran interés por la biología. Allí, tuvo
la oportunidad de entablar amistad con el padre Puyula y el padre Ojeda,
eminentes profesores de esa institución.
Desde niño, acompañó a su padre
en frecuentes viajes de cacería por el territorio venezolano,
principalmente por los llanos de Guárico. El afán por la cacería, lo trajo la
familia Arleo desde su patria natal, donde muchos de sus integrantes practicaban
la cacería de aves y mamíferos. En Venezuela, continuaron con ese pasatiempo,
particularmente con la caza del venado caramerudo, el Odocoileus Virginianus.
Esta pasión que Francesco supo inculcar en las venas a sus
descendientes -quienes aún después de cuatro generaciones en el país, siguen
siendo amantes de la cacería- tiene gratos y dolorosos recuerdos para la familia
Arleo. Los gratos, están asociados al sobrenombre que le puso la familia en
Italia a Francesco, cuando aun siendo niño, se le disparó una escopeta dentro
de su cuarto y gracias a Dios no hirió a nadie, pero quemó el baúl donde
guardaban las pertenencias de la abuela, convirtiéndolo en una verdadera
chimenea. De ahí en adelante, siempre lo llamaron Chichilo, a tal punto que en
Los Teques nadie conocía a los Arleo por su apellido, sino como los chichilos.
También, son gratos los recuerdos de las aventuras que tienen que ver con tal o
cual viaje y sin duda, los trofeos de cacería como el venado de 21 puntas en su
caramera que fue disecado hace casi sesenta años por Octavio Arleo y aún está
intacto como el primer día en que salió del laboratorio.
Los recuerdos dolorosos relacionados con la cacería en la familia,
tienen que ver con la pérdida de Francisco (Nene), el penúltimo de los hijos
varones del matrimonio, quien a los 17 años perdió fatalmente la vida en una
cacería cuando fue alcanzado por un disparo de escopeta. Algo parecido le pasó a Octavio en otra
expedición, cuando siendo muy joven recibió un tiro de escopeta en el
antebrazo derecho y milagrosamente pudo salvar su vida. También, son dolorosos
los varios accidentes sufridos con ofidios por algunos miembros de la familia,
quienes han sido mordidos por serpientes, particularmente por la temida
Mapanare (Bothrops venezuelensis), sin consecuencias
fatales afortunadamente.
Vista panorámica actual del
centro histórico de Santa Domenica Talao
El interés de Octavio Arleo por la fauna
y su vínculo con la taxidermia tiene su origen en ese
pasado familiar y en una expedición de campo en la que conoce al
gran taxidermista norteamericano John D Smith, de la
Universidad de Texas, contratado por el Ministerio de Educación
de Venezuela para iniciar la disciplina de la taxidermia
en nuestro país. En ese viaje surge una gran empatía entre el
profesor Smith y su joven ayudante, debido al interés demostrado por
éste en los trabajos que él realizaba, y aunque los separaba la barrera del
idioma, pudieron encontrar los medios para comunicarse y compartir tan hermosa
disciplina.
Más tarde, después de un concurso abierto por el Ministerio de Educación,
Octavio Arleo fue seleccionado como el primer alumno para recibir las instrucciones del
prestigioso taxidermista, quien al poco tiempo de su labor en el país, tuvo que
abandonar Venezuela atendiendo a un
llamado del gobierno norteamericano para participar en
la Segunda Guerra Mundial, puesto que era considerado un gran armero.
Es así como Octavio sustituye la labor de este investigador en
el Museo de Ciencias Naturales de Caracas, donde
desarrolla su obra como taxidermista y naturalista por más de 25 años.
Allí, establece fraternos lazos de amistad y trabajo con importantes
figuras del mundo científico e
intelectual de la época, entre los que destacan: el escritor, científico y
naturalista venezolano Wallter Dopouy, Director del Museo de Ciencias Naturales
para el momento en que Octavio Arleo ingresa a trabajar en sus instalaciones.
El Dr. Francisco Izquierdo, quien actuó como traductor entre el taxidermista
norteamericano John D Smith y Octavio Arleo. El Dr. Tobías Lasser,
destacado botánico, profesor universitario y médico venezolano. El Arqueólogo
Josep María Cruxent, considerado el padre de la Arqueología científica en
Venezuela. El científico,
ictiólogo y naturalista venezolano Agustín Fernández Yépez. El Dr.
Pablo Anduze, con quien descubre y registra conjuntamente una nueva variedad de
pez de la familia Doradidae en Venezuela, que lleva su nombre: el Anduzedoras arleoi Plerodoras angeli. El Dr. Eugenio de Bellard Pietri,
considerado el fundador de la espeleología en Venezuela. El Ingeniero, escritor y naturalista Edgardo
Mondolfi Otero. El Dr. Ramón Aveledo Ostos, reconocido entomólogo venezolano.
El naturalista y ornitólogo venezolano William Henry Phelps y su esposa
Katherine Deery Phelps, quienes han publicado más de 78 libros sobre las aves
de Venezuela. El Dr. Abdem Ramón Lancini V, considerado el principal herpetólogo de Venezuela. El escritor y poeta
venezolano Juan Liscano Velutini, conocido por sus columnas periodísticas
dedicadas a la ciencia y la cultura. El
destacado historiador venezolano Coronel Tomás Pérez Tenreiro, quien fue designado
edecán del Rey Leopoldo III de Bélgica por el gobierno nacional en la expedición al Alto Orinoco, y posteriormente
fue miembro de la Academia de Historia. El empresario Gustavo Ramella Vega, quien es
considerado uno de los misterios más apasionantes de la aviación civil
venezolana, por su desaparición cuando
despegó del aeropuerto de Maiquetía con destino a Caicara del Orinoco, un 15 de
abril de 1945 y aún no ha sido encontrarlo. Y finalmente, los hermanos Miguel,
Arnaldo y José Antonio Ron Pedrique, con los cuales compartió una larga
amistad, particularmente con el renombrado arquitecto venezolano José Antonio
Ron Pedrique.
Vista panorámica
actual del centro histórico de Mormanno
En el transcurso de la vida de Octavio,
existieron cuatro momentos que marcaron su vida como profesional: el primero
fue su encuentro con el gran taxidermista norteamericano
John D Smith, de la Universidad de Texas, en el año de 1939, quien
le abrió el camino a la taxidermia.
El segundo, lo representó la recolección y registro de la garceta Bubulcus ibis arleoi, en enero de 1943
y la captura del pez bagre, de la
familia Doradidae en Venezuela, el Anduzedoras arleoi Plerodoras
angeli, en 1948. Ambos géneros nuevos para la ciencia en el
país, los cuales fueron reportados por primera vez en Venezuela.
El tercer momento, lo
representa el encuentro con el Rey Leopoldo III de Bélgica y la expedición al
Amazonas, donde tiene la oportunidad de compartir una experiencia única en su
vida, al lado de destacados expertos en fauna, en la cual se recolectaron
importantes especies de interés científico. El encuentro con el Rey, dejó una
marca en su vida, por la sencillez y desprendimiento con que actuaba. Al
respecto, evocaba: “El Rey era un hombre muy sencillo, que trataba a todos con
gran respeto. Al llegar a Puerto Ayacucho no tardó nada en calzar alpargatas y
en adaptarse a la dura rutina del trabajo en la selva, llena de plagas,
culebras y toda clase de peligros.”
El cuarto momento, lo constituye un accidente
de trabajo en el Pico Codazzi, en el que producto de una caída, sufre una
lesión en la columna que lo inhabilita para seguir ejerciendo la taxidermia,
hecho que lo mantiene alejado del Museo de Ciencias Naturales de Caracas por
mucho tiempo, hasta recibir finalmente la jubilación que pone fin a su carrera
como taxidermista.
Sede del Museo de Ciencias Naturales de Caracas
Octavio Arleo Pignataro fue un hombre
longevo, al igual que muchos de los científicos e intelectuales que de una u
otra forma estuvieron vinculados con él, quienes en su mayoría superaron los 80
años de edad y con creces. Probablemente la esperanza de vida de estos
hombres extraordinarios tiene algo que ver con la persistencia de una vida
sensible y apasionada por la naturaleza, el vivir hurgando
sus entrañas para develar los más profundos y recónditos secretos, el pensar y
repensar en la vida y su maravillosa existencia en la tierra, hace que su
cuerpo se sincronice con la luz de su mente y logren desafiar al tiempo… Pareciera que esto resulta cierto y el más
vivo ejemplo de ello, lo constituye en la actualidad el Dr. Jacinto Convit
García, destacado médico y científico venezolano quien este año cumplirá cien
años de edad y está desarrollando quizás la investigación más importante de su
vida: la creación de una vacuna contra el cáncer, con muchas probabilidades de
tener éxito.
Octavio Arleo
Pignataro, tuvo once hijos de dos matrimonios y dejo una extensa familia.
Curiosamente murió al lado de la casa donde había venido al mundo 85 años
atrás, un 05 de octubre de 2005.
Venado caramerudo,
de 21 puntas en su carama. Cazado y disecado por Octavio Arleo, el año 1952.
Propiedad de la familia Arleo Chicco.
Bubulcus ibis en Venezuela . Una muestra de esta pequeña garza blanca, nativa del sur de Europa, África y Asia meridional, fue recolectada por primera vez Venezuela, el 27 de
enero de
1943, cerca
de San José
de Tiznados,
al oeste de Calabozo,
Estado de Guárico,
por Octavio Arleo P.
del Museo de
Ciencias Naturales de Caracas y quedo registrada como Bubulcus ibis Arleoi.
Variedad de pez (bagre) de la familia Doradidae en
Venezuela, que fue recolectado por el Dr. Pabro Anduze y Octavio Arleo y que hoy lleva el nombre de ambos: el Anduzedoras arleoi Plerodoras angeli.
William,
Kathy Phelps y Octavio Arleo Pignataro (derecha)
recolectando especies de aves en uno de los túneles del tren El Encanto. ‘‘Con
ellos viajé mucho e hice importantes hallazgos...’’.Octavio Arleo Pignataro.
Revista Cambio (2002). Fotógrafo desconocido. 1965.
Equipo de
científicos y acompañantes del Rey Leopoldo de Bélgica (centro inferior) en una
expedición en la región del Amazonas. Octavio Arleo (esquina derecha
inferior).
Fotógrafo desconocido.
1952.
“...Fue una gran
experiencia, asistieron muchos expertos en fauna y la colecta fue muy
buena”.
“El Rey era un
hombre muy sencillo, que trataba a todos con gran respeto. Al llegar a Puerto
Ayacucho no tardó nada en calzar alpargatas y en adaptarse a la dura
rutina del trabajo en la selva llena de plagas, culebras y toda clase de
peligros.” Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio (2002).
A la luz de la hoguera: El río
Sipapo desemboca en el Orinoco cerca de la isla Ratón y siguiendo su curso los
expedicionarios reales llegaron hasta el caño Murciélago y el río Autana:
navegaron hasta enfrentar el raudal Umaj-aye donde tuvieron que pernoctar dada
la imposibilidad de remontarlo con las curiaras cargadas. Esa noche a la luz de
la hoguera, Leopoldo rememoró con el profesor Cruxent la expedición al Congo
Belga en que se habían conocido y ambos especularon la posible presencia
de elementos africanos en la América precolombina. Foto: Anibal Romero y texto
perteneciente al Coronel Pérez
Tenreiro.
Expedición científica
en los llanos de Guárico. Comisión del Museo de Ciencias
Naturales. Octavio Arleo (centro). Fotógrafo desconocido.
1943.
“Estaba a orillas del río Paya en el Estado Guárico,
vi pasar cinco garzas
blancas y
disparé a una con mi escopeta, la agarré con
cuidado y registré
el hallazgo en un informe que se publicó en
la Sociedad de Ciencias.
Pertenecían
a una especie inmigrante de Madagascar, África. Ahora
es venezolana y lleva el nombre
de Bubulcus Ibis Arleoi en mi
honor”. Octavio Arleo Pignataro. Revista
Cambio (2002).
Álbum
de taxidermia de Octavio
Arleo con imágenes de las especies
disecadas a lo
largo de su carrera. Fotógrafo desconocido. 1955.
“La taxidermia es el
arte de disecar animales. Es una profesión muy
bella,
artística y muy lucrativa cuando se sabe aprovechar.
Es un trabajo
delicado y peligroso porque se debe utilizar
arsénico
y otros químicos que obligan a trabajar con
guantes y mascarillas, pero deja muchas
satisfacciones.”
Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio
(2002).