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domingo, 19 de agosto de 2012

Octavio Arleo Pignataro: Primer taxidermista de Venezuela


Naty Arleo Rodríguez

Enero de 2012


Octavio Arleo Pignataro, es el menor de los varones, de una familia de once hermanos. Nació en Los Teques, Estado Miranda, Venezuela, el 21 de abril de 1920. Hijo de Francesco Giuseppe Arleo  Stabile, natural de Santa Domenica Talao y de Filomena  Pignataro DI Puglia, natural de Mormanno, ambos pueblos pertenecientes a la Provincia de Cosenza, Región de Calabria, Italia. Sus padres contrajeron matrimonio el 04 de Noviembre de 1905 y salieron de Europa rumbo a América con un niño varón en brazos y otro en el vientre, para llegar a Venezuela el año de 1913 a visitar a los padres de Francesco: don Vincenzo Arleo y doña Nicoletta Stabile, quienes ya vivían en el país desde mediados de 1890.
 Foto: Yoel Aranguren. 
Octavio Arleo Pignataro (1920- 2005). Primer taxidermista de Venezuela. 
Artículo: ZURITA, Millie (Año 2, 2002). Octavio Arleo Pignataro. Primer taxidermista de Venezuela. Revista Cambio, No 90, pág. 8.


Octavio Arleo fue un niño vivaz, inició sus estudios en la escuela María Luisa Echiverri con el excelente calígrafo, Clodomiro León. Posteriormente ingresó al Liceo San José de Los Teques, donde desde muy joven mostró gran interés por la biología. Allí, tuvo la oportunidad de entablar amistad con el padre Puyula y el padre Ojeda, eminentes profesores de esa institución.
 Desde niño, acompañó a su padre en frecuentes viajes de cacería por el territorio venezolano, principalmente por los llanos de Guárico. El afán por la cacería, lo trajo la familia Arleo desde su patria natal, donde muchos de sus integrantes practicaban la cacería de aves y mamíferos. En Venezuela, continuaron con ese pasatiempo, particularmente con la caza del venado caramerudo, el Odocoileus Virginianus.
Esta pasión que Francesco supo inculcar en las venas a sus descendientes -quienes aún después de cuatro generaciones en el país, siguen siendo amantes de la cacería- tiene gratos y dolorosos recuerdos para la familia Arleo. Los gratos, están asociados al sobrenombre que le puso la familia en Italia a Francesco, cuando aun siendo niño, se le disparó una escopeta dentro de su cuarto y gracias a Dios no hirió a nadie, pero quemó el baúl donde guardaban las pertenencias de la abuela, convirtiéndolo en una verdadera chimenea. De ahí en adelante, siempre lo llamaron Chichilo, a tal punto que en Los Teques nadie conocía a los Arleo por su apellido, sino como los chichilos. También, son gratos los recuerdos de las aventuras que tienen que ver con tal o cual viaje y sin duda, los trofeos de cacería como el venado de 21 puntas en su caramera que fue disecado hace casi sesenta años por Octavio Arleo y aún está intacto como el primer día en que salió del laboratorio.
Los recuerdos dolorosos relacionados con la cacería en la familia, tienen que ver con la pérdida de Francisco (Nene), el penúltimo de los hijos varones del matrimonio, quien a los 17 años perdió fatalmente la vida en una cacería cuando fue alcanzado por un disparo de escopeta. Algo  parecido le pasó a Octavio en otra expedición, cuando siendo muy  joven recibió un tiro de escopeta en el antebrazo derecho y milagrosamente pudo salvar su vida. También, son dolorosos los varios accidentes sufridos con ofidios por algunos miembros de la familia, quienes han sido mordidos por serpientes, particularmente por la temida Mapanare (Bothrops venezuelensis), sin consecuencias fatales afortunadamente.
Vista panorámica actual del centro histórico de Santa Domenica Talao

El interés de Octavio Arleo por la fauna y su vínculo con la taxidermia tiene su origen en ese pasado familiar y en una expedición de campo en la que conoce al gran taxidermista norteamericano  John D  Smith, de la Universidad de Texas, contratado por el Ministerio de Educación de Venezuela para iniciar  la disciplina de la taxidermia en nuestro país. En ese viaje surge una gran empatía entre el profesor Smith  y su joven  ayudante, debido al interés demostrado por éste en los trabajos que él realizaba, y aunque los separaba la barrera del idioma, pudieron encontrar los medios para comunicarse y compartir tan hermosa disciplina.
Más tarde, después  de un concurso abierto por el Ministerio de Educación, Octavio Arleo  fue seleccionado como el primer alumno  para recibir las  instrucciones del prestigioso taxidermista, quien al poco tiempo de su labor en el país, tuvo que abandonar  Venezuela atendiendo a un llamado del gobierno norteamericano para participar en la Segunda Guerra Mundial, puesto que era considerado un gran armero. Es así como Octavio sustituye la labor de este investigador en el Museo de Ciencias Naturales de Caracas, donde desarrolla su obra como taxidermista y naturalista por más de 25 años.
Allí, establece fraternos lazos de amistad y trabajo con importantes figuras del mundo científico  e intelectual de la época, entre los que destacan: el escritor, científico y naturalista venezolano Wallter Dopouy, Director del Museo de Ciencias Naturales para el momento en que Octavio Arleo ingresa a trabajar en sus instalaciones. El Dr. Francisco Izquierdo, quien actuó como traductor entre el taxidermista norteamericano John D  Smith y Octavio Arleo. El Dr. Tobías Lasser, destacado botánico, profesor universitario y médico venezolano. El Arqueólogo Josep María Cruxent, considerado el padre de la Arqueología científica en Venezuela. El científico, ictiólogo y naturalista venezolano Agustín Fernández Yépez. El Dr. Pablo Anduze, con quien descubre y registra conjuntamente una nueva variedad de pez de la familia Doradidae en Venezuela, que lleva su nombre: el Anduzedoras arleoi Plerodoras angeli. El Dr. Eugenio de Bellard Pietri, considerado el fundador de la espeleología en Venezuela. El  Ingeniero, escritor y naturalista Edgardo Mondolfi Otero. El Dr. Ramón Aveledo Ostos, reconocido entomólogo venezolano. El naturalista y ornitólogo venezolano William Henry Phelps y su esposa Katherine Deery Phelps, quienes han publicado más de 78 libros sobre las aves de Venezuela. El Dr. Abdem Ramón Lancini V, considerado el principal herpetólogo de Venezuela. El escritor y poeta venezolano Juan Liscano Velutini, conocido por sus columnas periodísticas dedicadas a la ciencia y la cultura.  El destacado historiador venezolano Coronel Tomás Pérez Tenreiro, quien fue designado edecán del Rey Leopoldo III de Bélgica por el gobierno nacional en la expedición al Alto Orinoco, y posteriormente fue miembro de la Academia de Historia. El empresario Gustavo Ramella Vega, quien es considerado uno de los misterios más apasionantes de la aviación civil venezolana, por su desaparición  cuando despegó del aeropuerto de Maiquetía con destino a Caicara del Orinoco, un 15 de abril de 1945 y aún no ha sido encontrarlo. Y finalmente, los hermanos Miguel, Arnaldo y José Antonio Ron Pedrique, con los cuales compartió una larga amistad, particularmente con el renombrado arquitecto venezolano José Antonio Ron Pedrique.
Vista panorámica actual del centro histórico de Mormanno

En el transcurso de la vida de Octavio, existieron cuatro momentos que marcaron su vida como profesional: el primero fue su encuentro con el gran taxidermista norteamericano  John D  Smith, de la Universidad de Texas, en el año de 1939, quien le abrió el camino a la taxidermia.
El segundo, lo representó la recolección y registro de la garceta Bubulcus ibis arleoi, en enero de 1943 y la captura del pez bagre,  de la familia Doradidae en Venezuela, el Anduzedoras arleoi Plerodoras angeli, en 1948.  Ambos géneros nuevos para la ciencia en el país, los cuales fueron reportados por primera vez en Venezuela.
El tercer momento, lo representa el encuentro con el Rey Leopoldo III de Bélgica y la expedición al Amazonas, donde tiene la oportunidad de compartir una experiencia única en su vida, al lado de destacados expertos en fauna, en la cual se recolectaron importantes especies de interés científico. El encuentro con el Rey, dejó una marca en su vida, por la sencillez y desprendimiento con que actuaba. Al respecto, evocaba: “El Rey era un hombre muy sencillo, que trataba a todos con gran respeto. Al llegar a Puerto Ayacucho no tardó nada en calzar alpargatas y en adaptarse a la dura rutina del trabajo en la selva, llena de plagas, culebras y toda clase de peligros.”  
  El cuarto momento, lo constituye un accidente de trabajo en el Pico Codazzi, en el que producto de una caída, sufre una lesión en la columna que lo inhabilita para seguir ejerciendo la taxidermia, hecho que lo mantiene alejado del Museo de Ciencias Naturales de Caracas por mucho tiempo, hasta recibir finalmente la jubilación que pone fin a su carrera como taxidermista.  



 Sede del Museo de Ciencias Naturales de Caracas

Octavio Arleo Pignataro fue un hombre longevo, al igual que muchos de los científicos e intelectuales que de una u otra forma estuvieron vinculados con él, quienes en su mayoría superaron los 80 años de edad y con creces. Probablemente la esperanza de vida de estos hombres extraordinarios tiene algo que ver con la persistencia de una vida sensible y apasionada por la naturaleza, el vivir hurgando sus entrañas para develar los más profundos y recónditos secretos, el pensar y repensar en la vida y su maravillosa existencia en la tierra, hace que su cuerpo se sincronice con la luz de su mente y logren desafiar al tiempo…  Pareciera que esto resulta cierto y el más vivo ejemplo de ello, lo constituye en la actualidad el Dr. Jacinto Convit García, destacado médico y científico venezolano quien este año cumplirá cien años de edad y está desarrollando quizás la investigación más importante de su vida: la creación de una vacuna contra el cáncer, con muchas probabilidades de tener éxito.      

            Octavio Arleo Pignataro, tuvo once hijos de dos matrimonios y dejo una extensa familia. Curiosamente murió al lado de la casa donde había venido al mundo 85 años atrás, un 05 de octubre de 2005.


 Venado caramerudo, de 21 puntas en su carama. Cazado y disecado por Octavio Arleo, el año 1952. Propiedad de la familia Arleo Chicco.


Bubulcus  ibis en Venezuela . Una muestra de esta pequeña garza blanca, nativa del sur de Europa, África y Asia meridional, fue recolectada por primera vez Venezuela, el 27 de enero de 1943, cerca de San José de  Tiznados, al oeste de Calabozo, Estado de Guárico, por Octavio  Arleo P. del Museo de Ciencias Naturales de Caracas y quedo registrada como Bubulcus ibis Arleoi.



Variedad de pez (bagre) de la familia Doradidae en Venezuela, que fue recolectado por el Dr. Pabro Anduze y Octavio Arleo y  que hoy lleva el nombre de ambos: el Anduzedoras arleoi Plerodoras angeli.


 William, Kathy Phelps y Octavio Arleo Pignataro (derecha) recolectando especies de aves en uno de los túneles del tren El Encanto. ‘‘Con ellos viajé mucho e hice importantes hallazgos...’’.Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio (2002). Fotógrafo desconocido. 1965.



Equipo de científicos y acompañantes del Rey Leopoldo de Bélgica (centro inferior) en una expedición en la región del Amazonas. Octavio Arleo (esquina derecha inferior). 
Fotógrafo desconocido. 1952.
“...Fue una gran experiencia, asistieron muchos expertos en fauna y la colecta fue muy buena”. 
“El Rey era un hombre muy sencillo, que trataba a todos con gran respeto. Al llegar a Puerto Ayacucho no tardó nada en calzar alpargatas y en adaptarse a la dura rutina del trabajo en la selva llena de plagas, culebras y toda clase de peligros.”  Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio (2002).



A la luz de la hoguera: El río Sipapo desemboca en el Orinoco cerca de la isla Ratón y siguiendo su curso los expedicionarios reales llegaron hasta el caño Murciélago y el río Autana: navegaron hasta enfrentar el raudal Umaj-aye donde tuvieron que pernoctar dada la imposibilidad de remontarlo con las curiaras cargadas. Esa noche a la luz de la hoguera, Leopoldo rememoró con el profesor Cruxent la expedición al Congo Belga en que se habían  conocido y ambos especularon la posible presencia de elementos africanos en la América precolombina. Foto: Anibal Romero y texto perteneciente al Coronel Pérez Tenreiro.

 Expedición científica en los llanos de Guárico. Comisión del Museo de Ciencias Naturales. Octavio Arleo (centro). Fotógrafo desconocido. 1943.
“Estaba a orillas del río Paya en el Estado Guárico, vi pasar cinco garzas 
blancas y disparé a una con mi escopeta,  la agarré con cuidado y registré
el hallazgo en  un informe que se publicó en la Sociedad de Ciencias.
Pertenecían a una especie inmigrante de Madagascar, África. Ahora
es venezolana y lleva el nombre de Bubulcus Ibis Arleoi en mi
honor”. Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio (2002).

 
 Álbum de taxidermia de Octavio Arleo con imágenes de las especies 
disecadas a lo largo de su carrera. Fotógrafo desconocido. 1955.
“La taxidermia es el arte de disecar animales. Es una profesión muy
bella, artística y muy lucrativa cuando se sabe aprovechar.
Es un trabajo delicado y peligroso porque se debe utilizar
arsénico y otros químicos que obligan  a trabajar con
guantes y mascarillas, pero deja muchas satisfacciones.”
Octavio Arleo Pignataro. Revista Cambio (2002).