Nesfrán
González
Jua
El
mes de diciembre de 1999 marcó una de las páginas más oscuras en la historia
contemporánea de Venezuela, producto del
desastre natural ocurrido especialmente en
el estado Vargas debido a un período de fuertes lluvias. Deslaves, corrimientos de tierras e
inundaciones se hicieron presentes dejando un saldo lamentable de 30000
personas desaparecidas, cientos de miles damnificadas y cuantiosas pérdidas
materiales. Ya, después de trece años de aquel macabro desenlace los venezolanos
siguen recordando como la naturaleza se ensañó contra aquella región del país,
evocando situaciones anteriores hasta la más referenciada de todas como fue el
diluvio en los tiempos bíblicos de Noé. La
poesía, en un intento por dejar un registro de lo ocurrido para la posteridad,
se hace presente a través de dos grandes poetas como son Juan Calzadilla con
“Noticias de un alud” (Monte Ávila 2009) y Rosana Hernández Pasquier con “El
cuerpo de la transparencia” (Blacamán Editores 2012)
Juan
Calzadilla nos ofrece el testimonio de un espectador que se cuestiona los
efectos del desastre, transmite una versión fílmica, reporteril y en algunos
casos demencial de los hechos devastadores del alud y sus consecuencias: Avanzo entre las cuadrillas de moscas / barranco
abajo hasta el terraplén / donde el albañal y la carroña se juntan.
Confronta a la naturaleza, su capacidad de aparecer desbocada y sin atenuantes:
Pues en materia de anuncios / la
naturaleza no es, que digamos, muy puntual. Y sin reparos ni miramientos le
confiere al hombre su debida culpa y responsabilidad por no estar atentos a las
señales que ofrece el ambiente ante situaciones poco usuales, dichas señales
eran atendidas por los ancestros que buscaban mantener una relación armónica
con la naturaleza, todo esto expresado en su poema “Aguas salidas de madre”. Al
final cuando la creciente se ha transformado ya en una máquina productora de
muerte aparece el sol radiante, que mientras sucedió todo, estuvo oculto, el
poeta le dice: No trates de sacar partido
/ de nuestras desgracias.
Rosana
Hernández Pasquier nos lleva a los terrenos místicos y universales del agua
como elemento propiciador de vida y generador de muerte: la lluvia / su presencia de animal mitológico / sobre las grietas de la
tierra. En sus poemas devela la fragilidad del hombre ante su entorno, los
temores ante lo incierto y lo intangible. El desastre es expresado a través del
dolor que puede drenar por medio de la palabra: Escanció tanta agua el cielo / que saturó cuerpos calles y avenidas.
El fenómeno obliga a la poeta a reiterar en varias ocasiones la vuelta del ser
humano a su más profundo origen: el barro. Aprovecha para planear en el campo
de los días de antaño y recordar cuando la lluvia era una forma de diversión en
su infancia y al volver a la realidad de la tragedia, es un vehículo
transportador de aullidos de dolor. A manera de cierre leemos los poemas de Voces
del hacedor de lluvia, versos que busca establecer una conexión con lo sagrado,
lo iniciático, lo esencial, con el canto Sakvari de la desaparecida religión
védica de la India y con el Creador mismo.
“Noticias
de un alud” y “El cuerpo de la
transparencia” son dos libros que ofrecen una visión propia de lo ocurrido en
el estado Vargas, en el que sus respectivos autores dejan lo mejor de sí, su
voz que late en consonancia con el ritmo acelerado y explosivo del agua. Se
complementan en el juego de probabilidades que origina la lluvia, el vital
líquido contenido que al final se libera de su represa y el barro mortífero
transformado en deslave o alud y que aún se mantiene como huella imborrable en
las personas que lograron sobrevivir y vieron desaparecer a familiares y seres
queridos.