Jeroh
Montilla
Vamos iniciar estas
apreciaciones o apuntes con una interrogante un tanto odiosa: ¿cuáles son las
vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus
instituciones? No se pretende aquí responder definitivamente esto,
agotarlo en una precisa exposición de evidencias, más bien la
intención es dar rienda suelta a una sucesión de preguntas, unas
necesarias y otras de sentido aleatorio, la idea es dejar en el aire
una pluralidad de sospechas. Las ideas es que las respuestas sean
nada concluyentes y hasta saludablemente contradictorias.
En realidad el
término transdisciplinariedad es de reciente data. Según Nicolescu
(2006) esta palabra:
…apareció en
Francia en 1970, en las pláticas de Jean Piaget, Erich Jantsch y
André Lichnerowicz, en el taller internacional denominado
“Interdisciplinariedad-Problemas de la Enseñanza e Investigación
en las Universidades”, financiado por la Organización Económica
para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el
Ministro Francés de Educación y la Universidad de Niza. (Pág. en
línea)
Cuarenta
y tres años de existencia, hasta el momento, para un término es un
tiempo muy corto si se compara con algunos igual de vigentes como son
el liberalismo, materialismo, humanismo, marxismo, etc. Ahora bien,
es importante fijarse en la cita, tanto en la calidad de los
propulsores del término como en la institución que financia el
evento donde se internacionaliza esta palabra. Esto último es
importante para la intención interrogativa que subyace en estas
apreciaciones.
Otro aspecto
interesante que cruza la historia de la transdisciplinariedad es la
diversidad de visiones de la misma. Kleín (2004) refiriéndose a las
primeras visiones de los iniciadores de la transdisciplinariedad
dice:
Jean Piaget veía la
transdisciplinariedad como una etapa más alta en la epistemología
de las relaciones interdisciplinarias. Este autor creía que la
maduración de las estructuras generales y patrones generales del
pensamiento a través de los distintos campos podría llevar a una
teoría general de sistemas o estructuras…Erich Jantsch, por su
parte, propuso un modelo jerárquico para el sistema de la ciencia,
la educación y la innovación. Este autor visualizaba todas las
disciplinas e interdisciplinas como siendo coordinadas por una
axiomática general, con un mutuo enriquecimiento de epistemologías.
(Pág. en línea)
Resultan
muy amplias, por no decir ambiciosas, las perspectivas conceptuales y
epistemológicas de Piaget y Jantsch. Al leer estas concepciones es
inevitable remitirse a la figura de Thomas Kuhn y su texto La
estructura de las revoluciones científicas.
Surge la tentación de visualizar la transdisciplinariedad como una
nueva revolución científica. Este texto se editó en 1962, aunque
venía siendo escrito desde 1942. Puede pensarse, gracias a sus
pretensiones, que la transdisciplinariedad implica necesariamente un
nuevo modelo de pensamiento, un modelo que trasciende la
particularidad de sus autores y se inserta en causalidades históricas
más profundas y anónimas.
Luego de este
momento llegamos a 1994 y el Primer
Congreso Mundial de Transdisciplinariedad en Portugal. En este
escenario emerge la figura de Morin y su rúbrica intelectual sobre
lo que se conoce como la Carta
de la Transdisciplinariedad.
Es importante precisar que detrás de este evento se encuentra la
mano de la UNESCO, otra organización internacional tan poderosa
como la Organización
Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) que estuvo
detrás del evento de 1970.
Después de esta
corta travesía histórica es bueno regresar a la pregunta con se
inicia más arriba este texto: ¿cuáles son las vinculaciones del
discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones? La
pregunta visualiza la transdisciplinariedad no tanto como un mero
fenómeno de ejercicio científico dentro del universo de las
ciencias sino también como un discurso. Edgardo Castro (2004)
citando a Michel Foucault dice que “El discurso está constituido
por un número limitado de enunciados para los cuales se puede
definir un conjunto de condiciones de existencia.” (Pág. en línea)
Aquí se presenta al discurso como un universo cerrado de enunciados.
Para algunos estudiosos el método de análisis foucaultiano procede
inicialmente por negatividad, negar categorías o nociones que
amarren el análisis a la idea de continuidad, de encontrar o
establecer a como dé lugar el hilo conductor u umbilical de los
objetos o fenómenos estudiados. Personalmente creo que Foucault no
niega, eso no le interesa, sería tan igual como afirmar, más bien
procede es fenomenológicamente, suspende, crea una nueva situación
analítica de epojé restringida, para ver que arroja esa situación
hipotética, que nuevos panoramas o detalles quedan al descubierto
con sacar de escena una o varias de las categorías analíticas
tradicionales. En la definición que cita Castro se habla de las
condiciones de existencia de los discursos. Es decir que un discurso
aparece y se despliega solo en un marco particular de condiciones de
existencia.
Ahora bien, otra
característica resaltante del análisis foucaultiano es su deriva
categorial o nocional misma. A la par que avanza deja atrás, digamos
metafóricamente, escaleras, las sustituye a la medida de sus nuevas
necesidades analíticas, no se ata a absolutos en el terreno
metodológico. Ejemplo de ello es como reemplaza la noción de
episteme
con la de dispositivo
y esta a su vez por la de práctica.
Es significativo eso de apartarse de la poderosa y hoy casi
imprescindible noción de episteme, que marca rumbos muy precisos en
el análisis discursivo. Foucault se aventura en su análisis
arqueológico de lo discursivo en otras rutas. Penetra el terreno de
lo no discursivo para desnudar o recrear lo discursivo. En el año
1970 (por cierto fecha coincidente con el taller donde surge, de boca
de Piaget, la noción de transdisciplinariedad) Foucault (1970) en su
lección inaugural del Colegio de Francia expresa una postura
cautelosa antes las implicaciones de poder y saber de lo discursivo.
Allí haciendo uso de una actitud genuinamente fenomenológica
muestra sus dudas ante tradicional uso de la noción de autor. Al
inicio de su discurso expresa:
Me hubiera gustado
darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía
una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado
entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser
advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas
quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto
inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo
sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el
punto de su desaparición posible. (Pág. En línea)
Sin
embargo, ante ese deseo, aparentemente anárquico y quimérico, de
desdibujarse el mismo como autor en medio del torrente discursivo,
Foucault deja al descubierto como lo institucional emerge
irónicamente como ente legitimador de lo discursivo. La institución
aparece para instaurar un orden haciendo uso de su madeja de rituales
y solemnidades determinando que es y no es en el marco del discurso.
En este punto, por segunda vez invito a regresar sobre los pasos
iniciales de estas apreciaciones y volver hacernos la pregunta:
¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con
el poder y sus instituciones?
Siguiendo con el
discurso de Foucault en 1970 este más adelante visualiza:
El
deseo dice: «No querría tener que entrar yo mismo en este orden
azaroso del discurso; no querría tener relación con cuanto hay en
él de tajante y decisivo; querría que me rodeara como una
transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta, en la que
otros responderían a mi espera, y de la que brotarían las verdades,
una a una; yo no tendría más que dejarme arrastrar, en él y por
él, como algo abandonado, flotante y dichoso». Y la institución
responde: «No hay por qué tener miedo de empezar; todos estamos
aquí para mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes,
que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha
preparado un lugar que le honra pero que le desarma, y que, si
consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de
quien lo obtiene». (Pág. en línea)
Es
decir que delante de un discurso equis, con pretensiones de vigencia
social, siempre marcha una institución o la institucionalidad que lo
legitima y a su vez tamiza y controla los poderes particulares de
este discurso. Penetremos, como ejercicio analítico, el discurso de
la transdisciplinariedad con los ejes sociales del saber y el poder
en el ámbito universitario y visualizaremos sus poderes específicos
y como la institucionalidad universitaria maniobra para conjurar su
posible peligrosidad epistémica. Veremos como la controla o intenta
controlarla.
De
entrada hay que decir que el discurso transdisciplinar tiene un campo
de acción que es el científico, es allí donde nace, puede pasearse
tácticamente por lo no científico, pero de un modo u otro regresa,
por un asunto ontoteológico, a los predios legitimadores de la
ciencia. De hecho los asuntos transdisciplinarios son cuestiones,
hasta el momento, entre expertos disciplinares que intentan
trascender sus limitaciones fronterizas. Esto deja a las claras que
el discurso transdisciplinario se origina en el seno de la
institución universitaria y por lo tanto es la universidad la
institución que marca hasta ahora su legitimación.
Foucault plantea que
en la producción social de los discursos existen procedimientos de
control, selección y distribución. Los procedimientos de exclusión,
de tipo externo al discurso, son los de prohibición, los de
separación y rechazo y los de oposición entre lo verdadero y lo
falso. Estos procedimientos se ejercen sobre el soporte
institucional. Los de limitación, que se caracterizan por ser de
tipo interno y dedicado a evitar lo azaroso en los asuntos
discursivos, este tipo de procedimientos son el comentario, el autor
y la organización de las disciplinas. Por último están los
procedimientos que establecen las condiciones de uso de los
discursos. Estos establecen las reglas y limitan la participación a
un público restringido. Allí prevalece el ritual, las sociedades
discursivas, las doctrinas y la adecuación social que se impone a
través del aparato político-educativo. Todo esto lleva a derribar
el mito de la naturalidad en la producción discursiva. Los discursos
no emergen por generación espontánea, o las meras buenas o malas
intenciones de sus autores, sino que su nacimiento responde a un
conjunto de intereses. Los discursos son una realidad material.
Entonces los discursos no pueden reducirse meramente a su labor
transmisora y a lo explícito de su mensaje, sino que son
atravesados en su generación y producción por los implacables ejes
del saber y el poder, respondiendo a los intereses que se juegan en
estos.
Ahora
bien la producción y desarrollo del discurso transdisciplinario no
ha estado exento de estos procedimientos, cabe entonces averiguar
como vienen aplicándose estos. Hasta el momento las instituciones
sociales que ha administrado la producción y distribución del
discurso transdisciplinarios son de carácter internacional, en un
panorama mediático, pero en verdad es la universidad quien lo hace.
Parece ser lo obvio. Se trata de las disciplinas universitarias. Sin
embargo los alcances y las pretensiones de lo transdisciplinario
parecen superar los ámbitos de la academia superior, sus
consecuencias y alcances buscan abarcar la actual sociedad entera
occidental.
Ante esta respuesta
a la pregunta con que iniciamos este ensayo, es necesario plantearse
otra: ¿hay que dejar el discurso transdisciplinario en manos de la
universidad? Dejarlo en las manos de lo que Foucault denomina: “…las
«sociedades de discursos», cuyo cometido es conservar o producir
discursos, pero para hacerlos circular en un espacio cerrado,
distribuyéndolos nada más que según reglas estrictas y sin que los
detentadores sean desposeídos de la función de distribución.”
(Pág. en línea) Es claro cuando alerta incluso frente a pretendida
inmunidad de algunos discursos, dice: “Pero que nadie se engañe;
incluso en el orden del discurso verdadero, incluso en el orden del
discurso publicado y libre de todo ritual, todavía se ejercen formas
de apropiación del secreto y de la no intercambiabilidad.” (Pág.
en línea) Foucault plantea algunas acciones de resistencia ante la
acción hegemónica de las instituciones frente a los discursos. Para
esto primero denuncia que bajo la veneración que en estos tiempos se
hace del discurso se manifiesta un temor, una especie de logofobia,
fobia muy bien apuntalada por la filosofía que surge en la historia
para hacerle juego a todos los procedimientos de regulación
discursiva:
Todo
pasa como si prohibiciones, barreras, umbrales, límites, se
dispusieran de manera que se domine, al menos en parte, la gran
proliferación del discurso, de manera que su riqueza se aligere de
la parte más peligrosa y que su desorden se organice según figuras
que esquivan lo más incontrolable; todo pasa como si se hubiese
querido borrar hasta las marcas de su irrupción en los juegos del
pensamiento y de la lengua. Hay sin duda en nuestra sociedad, y me
imagino que también en todas las otras, pero según un perfil y
escansiones diferentes, una profunda logofilia [sic],
una especie de sordo temor contra esos acontecimientos, contra esa
masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos enunciados,
contra todo lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de
batallador, y también de desorden y de peligroso, contra ese gran
murmullo incesante y desordenado de discurso. (Pág. en línea)
Para
enfrentar esto propone una metodología basada en cuatro principios:
trastocamiento, discontinuidad, especificidad y exterioridad. Cabe
aplicarlos en una primera instancia al análisis del discurso
transdisciplinario, un análisis de aguda tarea crítica de carácter
genealógico. Es decir, visualizar el discurso transdisciplinario en
su auténtica e inauténtica función de poder.
REFERENCIAS
Castro,
Edgardo (2004)
El vocabulario de Michel Foucault.
[Página en línea], Disponible:
http://es.scribd.com/doc/11414155/Castro-Edgardo-El-Vocabulario-de-Mfoucault
[Consulta 2013 Mayo, 16]
Foucault,
Michel (1970) El
orden del discurso.
[Página en línea], Disponible:
http://www.bdp.org.ar/facultad/catedras/cp/tis/680.pdf
[Consulta 2013 Mayo, 16]
Klein,
Julie T. et al (2004) Transdisciplinariedad
y Complejidad en el Análisis Social.
[Página en línea], Disponible:
http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001363/136367s.pdf
[Consulta
2013 Mayo, 16]
Nicolescu,
Basarab (2006)
Transdisciplinariedad: presente, pasado y futuro.
[Página en línea], Disponible:
http://www.cea.ucr.ac.cr/CTC2010/attachments/120_TransDBasarab1.pdf
[Consulta 2013 Mayo, 16]
Imagen tomada de http://www.altonivel.com.mx/mark-ryden,-un-provocador-en-el-surrealismo-pop.html