En toda su vida periodística, a partir de 1941, Abelardo Raidi se ocupó de echarnos el cuento de la victoria que ocurrió el 22 de octubre de 1941 en el Estadio La Tropical, en La Habana, y el evento se convirtió en un hecho histórico en los anales del béisbol de Venezuela. Conrado Marrero frente a Daniel Canónico en el partido decisivo de la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur, fueron los grandes protagonistas. Los cubanos, hasta ese momento peloteros invencibles en el amateurismo, marchaban invictos faltando un partido frente a los venezolanos, que habían perdido sólo un juego ante República Dominicana. Julio "Jiquí'' Moreno, un veloz serpentinero fue el designado el 17 de octubre para buscar la victoria final. Pero los antillanos fueron silenciados por Canónico, un pitcher no muy veloz, pero de buen control que se llevó el triunfo 4-1 para empatar el torneo y obligar a un juego extra, pues la “Serie” se había empatado.
El desafío decisivo estaba señalado para el día siguiente, pero la delegación venezolana, hábilmente encabezada por Raidi, solicitó cuatro días de descanso en busca de que pudiera lanzar nuevamente su pitcher estelar. El Comité Organizador del evento aceptó la solicitud al vislumbrar un aumento en el número de fanáticos que iban a asistir pagando al estadio para presenciar el duelo entre Canónico y Marrero. Las tribunas se llenaron varias horas antes que los árbitros salieran al diamante. Había público en lo alto de las tribunas abiertas, en los bleachers, en las tribunas techadas y también sobre el terreno que estaba controlado por sogas que corrían paralelas a las rayas de foul. Dice Raidi que “De manera oficial, se reportó una asistencia de 32,185 aficionados, la más alta cifra registrada hasta ese momento en un partido de béisbol en Cuba, aunque para algunos historiadores la concurrencia fue superior a los 40,000 fanáticos. Marrero, cuya arma principal era su excelente control, no encontró la zona de strike en la primera entrada, situación que aprovechó Venezuela para anotar tres carreras. El serpentinero cubano se recuperó de su mal comienzo y metió en un puño a sus rivales en el resto del desafío, pero ya el mal estaba hecho, pues nuestro Daniel Canónico volvió a marear a la artillería cubana tolerando una solitaria carrera en el noveno acto”(..)
Continúa Abelardo Raidi diciendo que “Lo cierto es que al sacar el out 27, la pizarra marcaba 3 por 1 a favor de Venezuela. Parte de la afición cubana, con sentimientos mixtos por la derrota y por el respeto a la actuación del contrario, decidió invadir el terreno para cargar en hombros a Canónico junto a los jugadores venezolanos. La repercusión de la victoria fue tan grande aquí (en Venezuela), que se le comenzó a llamar a los integrantes de ese equipo, los “héroes de 1941”, y dicha novena tiene una mención especial en el Salón de la Fama del Béisbol Profesional de Venezuela”(..)
En 1942, en la propia capital cubana, se produjo la venganza de los antillanos al vencer 8-0 al propio Canónico con Marrero en la lomita. Cuarenta años después, en 1981, se reunieron en Caracas varias glorias de aquel memorable juego, actividad a la que asistió como invitado especial, Conrado Marrero. El mánager de Venezuela fue Manuel "El Pollo'' Malpica, mientras que por Cuba dirigió Joaquín Viego, que tuvo como asistente al inmortal pitcher amateur de la década del treinta, Narciso Picasso.
Grandes hazañas han ocurrido en la historia de las Series Mundiales de Béisbol Amateur desde que éstas se iniciaron en 1938, una de ellas fue el triunfo de Daniel "Chino'' Canónico en duelo frente al "Premier'' Conrado Marrero y la artillería cubana en el Estadio La Tropical de La Habana, en 1941. Pero algo sucedió que no compensó “la inmortalidad” de Daniel “Chino” Canónico, a quien, a pesar de muchas alabanzas del gobierno de entonces, no se le ayudó económicamente de acuerdo a lo prometido. A pesar que “El Chino” probó suerte en el béisbol semi profesional (Los Sapos 1943-1945) y profesional a partir de 1946 con varios equipos de Caracas, Barquisimeto y Maracaibo: (Ayarí, América, Japón, Gavilanes, Pastora, etc.), terminó sus días en Barquisimeto vendiendo periódicos y revistas en un quiosco de esa ciudad. Abelardo Raidi todos los años recordaba la hazaña del 22 de octubre de 1941. Muerto Abelardo nadie se ha ocupado del asunto.
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