Rebeca Vargas
Inmersa en un mar de constantes decisiones,
diariamente alzo las velas para viajar en ellas, viendo cómo afectan la paz de
las aguas, bien sea para dar vuelco en mi cuerpo, al ver y sentir la forma en
que los vientos rozan mi rostro, despeinando aquello que ni yo misma consentía
el control. Siento unas ganas cursis y dolorosas en breves segundos, de ver
algo en el mar, ver a la corta distancia cómo emerge la figura de lo que
tenemos en nuestras utopías más placenteras, haría de mi viaje algo fascinante,
estaría segura de ello, al tiempo que un corazón agitado por la euforia de
llegar a puerto y tocar lo que a distancia parece tan decidido. Pero en un
devenir de emociones, subyacen aquellas que hacen tomar las velas con más
fuerza, queriendo evitar un rumbo distinto, donde pierda el ir de mi
respiración…quizás mi única noción de equilibrio, sea la urgencia de decir
nosotros, quizás mi única noción de equilibrio sea este regreso al propio desconcierto
a bordo de este viaje, donde la esperanza es puesta a prueba con congojas
variantes, hemos de esperar rodeados por incertidumbres escalofriantes que nos
impulsan a desvelarnos de por vida.
Con el corazón tenue por los roces del
mar, sigo adelante, mis ojos anhelan observarte de la misma forma que lo hacen
mis sueños, los cierro para que tomen control de este sentir, por lo menos no
habrá sido fácil, donde la mejor violencia se permitía por segundos razonables
treguas para volverse una brisa en bondad…efímero y acertado, deseado y
cuestionado. En medio de este viaje, la noche se ve a la distancia, tan
profunda que ahoga los sentidos, tan lenta que da tiempo para albergar
recuerdos y repensar aquellos que nos hicieron daño, vulnerable y frágil está
mi alma, desnuda por las estrellas más brillantes, me encuentro quieta,
flotando con los pensamientos…río por momentos grises y es que la noche abarca
todo color en mi, el frío empieza adentrarse en mi cuerpo, no puedo huir de
esto, sigo allí, casi esperando que vengas por mí, levantándome con el calor de
la vida… sólo en segundos llega la luz de una estrella flotante sobre la nada,
más grande del resto, parece que quiere decirme algo, las voces se hacen más
claras, más consistentes, al entenderlas quisiera no poder escucharlas, pero no
puedo, sigo siendo yo tratando de gritar lo que la razón da la espalda…como un
susurro, suavemente y sin hacer daño, ella me dice con voz de razón: “no puedes
hacer que sienta lo que no hay”, mis ojos se cierran, mis labios descansan de
momento, el frío toma lugar a mi lado, casi queriendo abrazarme, casi dándome
consuelo…me dejo llevar, el luchar es más débil, sin fuerzas, sin sentido veo
el sendero…las respuestas se vislumbran con la neblina…el amor abre paso en
medio de las sombras de la noche, los fríos vientos dejan de ser, tomo el
primer haz de luz, me aferro a él, soportando las gotas del sacrificio… en pie,
puerto a la vista, con ello, una decisión más, salir del lugar donde estoy,
entrar en otro…esperando volver alzar las velas de incertidumbres, esperando un
segundo para seguir viviendo…
Imagen tomada de http://mujeralegreencristo.blogspot.com/2010/12/cuando-las-estrellas-sean-azules.html