Eduardo J. Anzola
El 11 de enero de 1749
nace Juan Antonio Navarrete en la hacienda Tamanavare, en San José de Guama,
poblado indígena bajo la jurisdicción de San Felipe El Fuerte. Siendo muy niño
queda huérfano y sus familiares lo llevan hasta Caracas.
Luego de convertirse en
fraile franciscano en 1770, se traslada
a las islas de Santo Domingo y Puerto Rico y se
gradúa como doctor en teología. Después reside en Caracas donde desarrolla
un vastísimo quehacer intelectual y se desempeña como bibliotecario.
El 22 de junio de
1804, fray Francisco Javier Cubillán
recibe carta de fray Marcos Romero:
Señor y Amadísimo Padre:
hace muchos días que nuestro Padre Navarrete me suplica se conceda la celda que
está contigua a la suya para abrirle puerta por dentro y agregarla a su
habitación, a causa de que la que por ahora goza, es muy reducida y no le caben
los libros, cama y demás muebles necesarios para su uso, sin estar unos encima
de otros. 1
La carta prosigue
describiendo como ha sido acosado repetidamente por la obstinación de este fraile a quien ya no le alcanza el
espacio físico para colocar una numerosa cantidad de libros. Ese testimonio nos
habla de la personalidad y afanes de este monje bibliotecario.
Navarrete es un fraile erudito con una
cultura y una visión de mundo sorprendentes para el período colonial que le
corresponde vivir. Como asiduo lector e investigador cita en sus manuscritos
numerosas y variadas bibliografías de autores contemporáneos y de otras épocas.
Su prolífica obra es diversa, compleja, y extensa. A veces profundo, a veces
más bien superficial, pretende abordar todas las vertientes del conocimiento de
su tiempo. Escribe diecisiete volúmenes en folios a mano y con una caligrafía compacta
de muy prolijo acabado.
Solo se le conoce uno de
ellos, Arca de Letras y Teatro Universal,
obra de este gran erudito. Allí explora temas religiosos,
humanísticos y científicos de medicina, astronomía, química, alquimia, física,
botánica, historia, geografía, literatura, mitología, teología y filosofía.
También registra sucesos y crónicas. Su
estilo despliega agudeza, sentido
del humor y dominio de la ironía.
La temática de esta obra
enciclopédica, se ramifica en muchas disciplinas moldeadas con paciencia de
orfebre intelectual, para desarrollar un contenido que es como una suerte de
arca de saberes, donde el autor despliega su avasallante erudición. El Teatro
Universal es el gran espectáculo de la creación de los humanos y de la
Madre Naturaleza, observado por Dios. 2
Este franciscano, a fuerza de
constantes lecturas de todo cuanto llega a sus manos, transforma la reducida celda del monasterio
en un infinito mundo de conocimientos concentrado en un “Aleph” o en una “Biblioteca
de Babel”, como diría siglo y medio
después, el escritor argentino Jorge Luis Borges.
Navarrete
organiza cuanto cree que debe saberse y acceder a tal conocimiento de la manera
más idónea Arca de letras y Teatro
Universal, sin embargo, sin ser un diccionario de lengua, es un texto de
carácter enciclopédico mediante el cual el lector puede acceder en orden
alfabético, a aquello que desea conocer. Navarrete se apoya en fieles referencias de grandes
autores y obras, desde las antiguas hasta las contemporáneas a su época, y se
siente fascinado por la vastedad del
universo contenido en el diccionario y
la enciclopedia.
También derrocha pasión
por la definición, que tomará como punto de partida para aproximarse al
conocimiento de los objetos. Arca
de letras y Teatro Universal, pretende representar en detalle la realidad que ha experimentado en sus
variadas dimensiones y bifurcaciones.
Su obra demuestra un afán
por la anotación, la descripción y la recopilación, como queriendo compilar un
registro verbal de la realidad; una suerte de enciclopedia que pretende narrar
objetivamente los hechos del mundo, como una suerte de reportero universal.
Como muestra de la obra,
allí Navarrete hace una crónica en torno a la tragedia ocurrida entre el 13 y
15 de febrero de 1798 en La Guaira. Según el autor y otros testigos, es un
castigo enviado por “la mano airada de Dios” ya que unos libertinos han
profanado su palabra.
Un aluvión pavoroso
arrasa una gran parte de la población y destruye casas y una cárcel del puerto.
El autor termina el recuento:
De los muertos en la
inundación del agua del río, que con piedras y tropel de sus corrientes corría por las mismas casas y calles
como soldado con espada en mano matando y atropellando gente, no se sabe aún el
número y se espera ir descubriendo
cadáveres entre tanta ruina entre que niños, viejos, mozos, mujeres, soldados y demás
se juzga alcanzar a más de doscientos. Las noticias en adelante esperamos.3
Lo que subyace en sus
reflexiones de la tragedia es lo indomable, temible e implacable de la
Naturaleza. Para Navarrete, siendo ella igualmente divina y bondadosa con el
hombre, se inflama de fuerza para castigar a unos libertinos capaces de
burlarse de Dios. Así el autor evidencia la irracionalidad humana y muestra el
poder de la Madre Naturaleza. Pero no imagina este monje venezolano, que San
Felipe El Fuerte sufrirá una tragedia mucho peor, con el terremoto devastador
de la Semana Santa de 1812, 14 años
después de aquella otra.
En el año de 1811, el
monje respalda con vehemencia la causa republicana y lo manifiesta
abiertamente. Predicando en la iglesia
de San Pablo, despotrica del rey español y su corte. No obstante su rol de
espectador y compilador del universo, decide actuar, ya sexagenario, en el
teatro de la Guerra de Independencia, como capellán militar de Francisco de
Miranda.
Como voluntad final, pide
que sus escritos sean incinerados a su muerte, deseo que no se llega a cumplir
totalmente. Su deceso se producirá tres años después en la provincia de
Guayana. 4
José Antonio Navarrete es
una curiosidad intelectual y significa un antecedente insólito del mundo
intelectual y filosófico de Venezuela. Sin duda, este monje oriundo de la
jurisdicción de San Felipe El Fuerte, es un personaje bastante singular y tan
extraño como su propia obra.
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1
bRUNI CELLI, blas. Estudio
preliminar y Edición Crítica. Publicado en el
tomo I de: Arca de Letras y Teatro
Universal por Juan Antonio navarrete. p. 14 – 22. Caracas: Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia, 1993.
2 Corredor Aveledo, Antonio.
Juan Antonio Navarrete,
el lexicógrafo erudito. pp. 89-90. Publicado
en: Educación y Biblioteca. N° 167 – Madrid.
TILDE 2008
3 nAVARREte,
Juan Antonio. Arca
de Letras y Teatro Universal
pp. 156 -157. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. N°
60. Caracas, Academia Nacional de la Historia. 1962.
4 bRUNI CELLI, b. Ob. Cit. p. 24.
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