Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

domingo, 25 de abril de 2010

UNA MIRADA RETROSPECTIVA SOBRE EL 19 DE ABRIL DE 1810 A PROPÓSITO DEL BICENTENARIO

Discurso de Orden pronunciado en la Ilustre Cámara Municipal del Municipio San Jerónimo de Guayabal – Estado Guárico, en ocasión de conmemorarse el Bicentenario del 19 de abril de 1810

San Jerónimo de Guayabal, lunes 19 de abril de 2010.


Dr. Felipe Hernández G.*




Una vez más vuelvo a la amable, pintoresca y bucólica población de San Jerónimo de Guayabal, por expresa disposición de los gentiles concejales de la ilustre Cámara Municipal, quienes diligente y unánimemente atendieron la propuesta formulada por el eximio Cronista Oficial del Municipio, profesor José Solórzano Pérez, para que me designaran como Orador de Orden, en ocasión de la Conmemoración del Bicentenario del 19 de abril de 1810. Así me lo comunicaron oficialmente la presidenta y el secretario de la Cámara, profesores Ana Dominga Infante y José Correa, respectivamente. A todos, así como a su alcalde, señor José Francisco Morales y demás autoridades de esa Corporación, nuestra eterna y sincera gratitud.

Sobre los hechos históricos que se sucedieron un día como hoy hace 200 años, iniciamos nuestra disertación diciendo que con este 19 de abril se inicia el año para conmemorar solemnemente el Bicentenario de la Independencia Nacional, el cual se concretará el año próximo, el 5 de julio de 2011, y esto no sólo vale para Venezuela, sino para la mayoría de los países de la América Hispana. Por lo tanto, es un evento único, el cual nos ha tocado el privilegio de vivir como testigos, singular privilegio que nos debe invitar a la reflexión, al replanteamiento de muchas posturas de nuestro acaecer como sociedad, y nuevamente comprender la importancia y la utilidad de la Historia. Puesto que esta nos nutre y nos rodea simultáneamente.

Como todos sabemos, con los sucesos políticos del 19 de abril de 1810, nuestro país dio su primer paso en firme hacia la independencia, hecho que ha determinado que en muchos escenarios se de por cierto que en esa fecha se selló la independencia, error frecuente, ya que aquel día sólo se constituyó la Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII. La histórica decisión no fue tomada sino después de transcurrido un año, dos meses y diez y seis días: el 5 de julio de 1811.

Tan magna fecha, no debe servir únicamente para la recordación del acontecimiento, lugares, personajes y episodios ya bastante conocidos, sino para la interpretación reflexiva (e incluso para la reinterpretación) de dichos eventos y procesos, y también para concatenarlos con nuestro presente, en aras de darle a nuestro futuro una guía luminosa en el largo camino que es el devenir de la Historia, la cual permanentemente nos envuelve como protagonistas y nos invita también a hacernos autores de la misma.

En atención a lo planteado, coincidimos con el historiador Manuel Rodríguez Campos (2009), cuando expone que: "Lo que nos debe interesar es darle el sentido correcto a los hechos, con toda objetividad, para que se narre lo que ocurrió sin adjetivaciones y sin interpretaciones fuera de contexto".

Con los sucesos del 19 de abril se inició el proceso independentista de nuestro país, proceso emancipador que se desarrolló entre los años 1810 y 1821 para romper los lazos coloniales que existían entre ese territorio y el imperio español. Este proceso se unió y extendió al llevado a cabo en otros países de América, que alcanzaron también su independencia. Entre los factores más influyentes se suele destacar el deseo de poder de los grupos criollos que poseían el estatus social y económico pero no político, la introducción de las ideas del Enciclopedismo, la Ilustración y la declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y el reinado de José I de España.

El 19 de abril de 1810, después de la invasión napoleónica a España, los miembros del Cabildo de Caracas desconocieron al entonces Capitán General de Venezuela, don Vicente Emparan y Orbe, por representar los intereses de Francia y de un Rey extranjero e impostor. Se argumentó que actuaban en nombre de Fernando VII, rey depuesto de España, y en desobediencia de José I Bonaparte. Se estableció una Junta de Gobierno (Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII) que tomó varias iniciativas, entre otras, establecer juntas similares en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida, y enviar delegaciones diplomáticas a los países que podían apoyar la insurrección: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Estados Unidos y Nueva Granada. En otras palabras, se declaran leales a Fernando VII, pero establecen un gobierno propio.

A raíz de los sucesos del 19 de abril de 1810, el cabildo caraqueño quedó transformado en gobierno, asumiendo posteriormente el nombre de Junta Suprema de Caracas, gobernando las Provincias de Venezuela. El día 11 de junio de 1810, la Junta Suprema convocó a unas elecciones que serían de dos grados. Una para nombrar electores para las parroquias y la otra para que los electores parroquiales eligieran los diputados (principal y suplente) a razón de uno por cada 20.000 habitantes, que nos habrían de representar en el Congreso, llamado Cuerpo Conservador de los derechos de Fernando VII. El número de diputados fue de 42 por las 7 provincias en que hubo elecciones. Estas finalizaron en noviembre de 1810.

En palabras de la historiadora Inés Quintero (2010): Estos hechos significaron una mudanza política importante, ya que el autonomismo, no solamente tuvo como consecuencia que los cabildos asumieran el control, sino que impuso la necesidad de atender el principio de la representación. Es decir, atender la composición de esos organismos de poder local, por la vía de celebración de elecciones. Entonces puede interpretarse que en esta fecha estaríamos conmemorando el autonomismo como ejercicio del poder por parte de los poderes locales.

El Cuerpo Conservador, llamado luego Congreso Nacional, se reunió en Caracas el 2 de marzo de 1811. Su primer Presidente fue Felipe Fermín Paúl. Una vez instalado el Congreso, la Junta Suprema declinó ante él sus poderes. Se procedió en consecuencia a elegir un poder ejecutivo, constituido por un triunvirato: Cristóbal Mendoza, Juan de Escalona y Baltazar Padrón.

El 19 de abril de 1811 se celebró el primer aniversario de la destitución de Vicente Emparan. Para esta fecha ya la Junta Patriótica de Agricultura y Economía, creada por decreto de la Junta Suprema en agosto de 1810, presionaba al Congreso para que declarara la independencia de España. Jugaron aquí papel fundamental los jóvenes mantuanos, entre ellos Simón Bolívar, e igualmente Francisco de Miranda, quien había regresado en diciembre de 1810 a Venezuela y había conseguido que la junta lo acogiera con entusiasmo. Pronto logró Miranda intervenir activamente en política.

La prensa también presionó a favor de la independencia. Destacan en este sentido los periódicos: El Patriota Venezolano, órgano de la Sociedad Patriótica. El Publicista Venezolano, El Semanario de Caracas y El Mercurio Venezolano.

Para julio ya el Congreso había tomado medidas incompatibles con el mantenimiento de la autoridad del Rey, recomendando a una comisión de diputados la redacción de un proyecto de constitución. El 4 de julio fue turbulento en el seno del Congreso, debatiéndose acaloradamente la declaración de independencia. Bolívar pronunció su primer discurso político, pidiendo que el Congreso oyera a la Junta Patriótica y que ésta enviara una comisión al Congreso para comunicarle los sentimientos de la juventud revolucionaria. Decía Bolívar: La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación: pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos”.

Como se puede ver, la Junta de la Sociedad Patriótica nació como un órgano para estimular la economía venezolana, pero en su devenir, los grupos sociales y políticos la orientaron para adelantar acciones y gestar la independencia y la autonomía del país.

El 5 de julio de 1811, a las 3 de la tarde, el Poder Ejecutivo, la Sociedad Patriótica y el Congreso coincidieron en declarar la independencia de Venezuela. Este día presentaron sus razones a favor de la independencia: Francisco de Miranda, Juan Germán Roscio, Fernando Peñalver, Andrés Bello, Carlos Soublette, Feliciano Palacio, Manuel Palacio Fajardo, Martín Tovar y muchos otros.

El Acta solemne de Independencia fue redactada por el diputado guariqueño, Juan Germán Roscio y el secretario del Congreso, Francisco lsnardi. El Acta fue leída y aprobada el día 7 de julio por los diputados presentes más el Secretario, a fin de entregarla al Ejecutivo, como se hizo el día 8. Pero lleva fecha 5 de julio por voluntad del Congreso, ya que este día fue aprobada por el Poder Legislativo que entonces tenía la primacía sobre los otros dos poderes por haber recibido directamente su mandato del pueblo soberano.

El Acta comienza así: En el nombre, de Dios todo poderoso. Nosotros, los representantes de las Provincias unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita. Barcelona, Mérida y Trujillo, que formaban la Confederación Americana de Venezuela, en el continente meridional, reunidos en Congreso... Una vez expuestas las razones que llevaron a tan solemne decisión, se, expresa lo siguiente: Nosotros pues a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo, que sus Provincias Unidas son y deben ser desde hoy de hecho y de derecho, Estados libres soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la corona de España. Así a raíz de los sucesos ocurridos un año antes, el 19 de abril, había nacido una nueva nación: que es nuestro país, Venezuela, el 5 de julio de 1811.

Ahora bien, desde nuestra perspectiva y dándole un carácter didáctico a la exposición, valdría la pena plantearse la consideración o interrogante siguiente:

¿Por qué se llegó a los sucesos que determinaron la histórica gesta del 19 de abril? Primero, porque España había perdido su autonomía como nación, al ser invadida por Napoleón Bonaparte en nombre de Francia y los franceses, con lo cual pasó a ser gobernada por un Rey extranjero, hermano del invasor, de nombre José Bonaparte o Pepe Botella; y segundo, por la revolución de los mantuanos caraqueños que determinó la conformación de una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Razón que le sirvió al Cabildo de Caracas para argumentar que el poder residía en ellos, y por lo tanto Emparan no estaba en condiciones de mandarlos, porque en España quien gobernaba era un rey impuesto, razón que les daba derecho a asumir el poder y los destinos en la conducción de la Provincia de Venezuela. Valga decir además, que en estas acciones la iglesia jugó un papel espiritual y orientador de capital importancia.

De lo expuesto se deduce, que el 19 de abril de 1810 renació la conspiración de los mantuanos, quienes en esta ocasión se habían procurado la cooperación de los batallones de veteranos o las milicias, así como el apoyo de los notables, los intelectuales, de parte del clero y otros sectores de la sociedad, y de un núcleo considerable del pueblo. Una vez eliminada la posibilidad de toda resistencia en la Península, los notables caraqueños concibieron la constitución de una junta similar a las formadas en España a fin de regir los destinos de esta provincia de ultramar.

En atención a lo expuesto, es preciso señalar que los consensos históricos siempre han sido escasos, y el 19 de abril no es la excepción, en ese sentido, la historiografía venezolana lo que ha hecho es mitificar los hechos, de ahí, que la historia moderna, entre sus retos se ha planteado correrle el velo a muchos de estos mitos y presentarlos tal como ocurrieron, para que se puedan entender en su justa dimensión, presentando a los hombres tal cual son, en su contexto económico, político y social.

De ahí, que el abordaje epistemológico de esta magna fecha patria debe hacerse partiendo de una cabal comprensión del tiempo histórico a la que corresponde, para percibir el proceso histórico bajo una noción de conjunto a través de una serie de relaciones interconectadas, donde se muestra la evolución de los hombres en todos sus ámbitos, costumbres, ideas, modos de vivir, pensar y sentir.

Como bien lo afirma Marc Bloch (1986) “es el hombre el protagonista principal y la historia quiere aprehender a los hombres”, es decir percibir y comprender al hombre desde los diferentes contextos de la dinámica social donde le corresponde desplegar, emprender o desarrollar acciones, ciertamente el hombre no es un ser aislado, pues, esta vinculado a los hechos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos en un espacio y un tiempo histórico determinado, en toda su dimensión y profundidad, de tal manera, que en todo hecho-fenómeno-proceso se persigue la captación del tiempo histórico dando relevancia a la temporalidad.

El tiempo histórico debe constituir la piedra angular para el análisis de los sucesos del 19 de abril, apoyándose en dos elementos: lo temporal y lo social, al respecto en relación a la categoría del tiempo, Marc Bloch (1986) dice: “el tiempo en la historia es una realidad concreta y viva, es el plasma mismo en el que se bañan los fenómenos…”, y Reinaldo Rojas (1989) afirma: “Eso que se transforma y permanece es lo que denominaremos tiempo histórico, es una pluralidad”.

Tampoco es casual que Lucien Fevbre y Marc Bloch, considerasen que los procesos históricos deben ser abordados desde una perspectiva de totalidad, pero resaltando las especificidades, precisando el sentido de extensión mediante el análisis y la síntesis. El historiador por lo tanto debe tener esa capacidad de abstracción, como herramienta teórica para alcanzar la comprensión de una realidad histórica concreta, en este caso el proceso y las acciones que gestaron la independencia de Venezuela y de los demás países hispanoamericanos.

Es por eso, que en una entrevista dada por el historiador Tomás Straka (2010), en el Papel Literario del diario El Nacional, se formula la siguiente pregunta: ¿El Bicentenario de qué?

Y después se pregunta: ¿Lo que vamos a celebrar es el movimiento de la élite caraqueña para deponer a los afrancesados, para mantener las medidas revolucionarias de Francia lejos y garantizar, entre otras cosas, la integridad de la Fe Verdadera y el control de las esclavitudes?

Para responderse luego: Obviamente, no fue en esa dimensión, por determinante que haya sido para su desencadenamiento, lo que define la importancia del acontecimiento dos siglos después. Hay,… tres aspectos que ya se manifiestan ese día y que son los que le otorgan un carácter distinto al de un simple zarpazo del mantuanaje, avalando en alguna medida a quienes ven --como, insistimos, lo vieron sus protagonistas-- algo más que un acto de fidelidad.

El primero es la formación de un gobierno autónomo con respecto a la corona castellana. Aunque hubo antecedentes en los que el Cabildo tomaba el lugar del gobernador, y otros en los que se opuso a las leyes venidas de ultramar, nada era comparable con lo que acababa de ocurrir. Una cosa es un gobierno provisional bajo el Rey y otra ocupar el lugar del Rey. La Junta de Caracas, que despachaba por Fernando VII (¡y hasta se atrevía a firmar Su Majestad!), habló de unos criollos que se sentían con las suficientes fuerzas no sólo para ponderarse iguales a sus hermanos de la península --lo que en sí no era novedad y, de hecho, refrendaba las leyes-- sino para montar su propia regencia, vale decir, su propia monarquía, y cumplir las funciones del Rey cuando había ausencia absoluta. Roto el pacto que los unía al monarca --así argumentaron entonces y lo siguieron haciendo en el Acta de Independencia de 1811; así lo volvió a decir Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, en 1815-- reasumieron la soberanía que habían delegado en él y, con ella, primero organizaron una junta en su nombre, después convocaron a un congreso y finalmente fundaron una república. Pero, la asunción de la soberanía, que prácticamente es la independencia, ya la habían hecho el 19 de abril.

El segundo se refiere a lo que se decidió hacer con esa independencia. Como explicaría años más tarde… Andrés Bello, una cosa es la independencia y otra la libertad. No fue el único que lo hizo, aunque tal vez --el "Libertador Intelectual" al fin y al cabo-- el que lo explicó mejor… Un país no es libre por ser independiente, lo es, por la libertad de sus ciudadanos...

Ya lo dijo Aristóteles: "La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor”. Y de Indira Gandhi aprendimos que: “No hay camino hacia la libertad, porque la libertad es el camino”.

El tercer aspecto abre un poco más el alcance de esa libertad. En el acto de formación de la Junta decidieron ampliarla con diputados en representación del clero y de los pardos… el gesto en sí mismo tiene una carga, sino democrática, al menos tendiente hacia eso, que es necesario resaltar. Puede alegarse que sólo se trató de un ardid de los mantuanos para calmar las tensiones que desde hacía un cuarto de siglo, más o menos, venían teniendo con las capas medias, de color, en su empeño por ascender socialmente; pero el solo hecho de darles representatividad y visibilidad en la nueva organización de la monarquía vernácula, habla de un proceso que se asoma hacia la igualdad, hacia lo que hoy llamaríamos inclusión.

De lo expuesto se deduce, que no se puede tener una sola mirada sobre este hecho, en vista de que mayoritariamente sólo se ha interpretado a través del vínculo que teníamos con España y no se ha relacionado con el proceso histórico que ocurría en Venezuela, que era llegar a la construcción de la República, al ejercicio de la soberanía, a la práctica de la representación y al ejercicio de la autonomía municipal y política.

Visto así, el 19 de abril de 1810, los venezolanos --al menos una parte, pequeña pero significativa: representada por la élite caraqueña-- emprendieron el camino para vivir independientes, en democracia y libertad.

Por supuesto, ese día no se podía saber todo lo que estaba por venir, es casi seguro que en la cabeza de quienes participaron en lo que en esencia era una reacción contra Francia y contra el peligro de que las provincias se les fueran de las manos, tuvieran siquiera una sospecha de eso. En rigor, nadie puede asegurar el motivo por el que será recordado, si es que llega a serlo.

Tampoco pueden identificarse en esa independencia, la democracia y libertad como un logro que se alcanzó en los desarrollos inmediatos, o incluso mediatos, del acontecimiento --además, cabe preguntarse desde este agitado, a trechos doloroso 2010: ¿de verdad se alcanzó? Pero sí vemos en ellos una línea que se prolonga hasta la actualidad. Ya nadie se acuerda de José Bonaparte ni del peligro francés, detonantes de la reacción inicial. Hasta borramos la estrofa del "Gloria al Bravo Pueblo" en la que se hablaba de ellos. Pero sí queda lo que de sustantivo tuvo para nosotros el 19 de abril: el camino de la independencia, la democracia y la libertad, expresado en valores fácilmente identificables, entre los que podemos señalar:

Una Constitución para que todos los ciudadanos estemos sometidos al imperio de la Ley, en un régimen de libertad, igualdad y fraternidad, que son los principios en que se fundamentó la Revolución Francesa en 1789. Recuérdese que una República deja de ser tal, cuando se pierde la igualdad de derechos entre sus ciudadanos y las leyes no se aplican con equidad a todos (Cuando no todos son iguales ante la ley).

Una división de poderes, para que haya igualdad y equidad, puesto que quien tiene y ejerce el poder, lo tiene todo para hacer el bien, pero no tanto para hacer el mal. Por eso es imperativo que exista la división y la autonomía entre los poderes.

El 19 de abril fue un momento eminentemente civilista, porque fueron los civiles quienes adelantaron todas las acciones que dieron al traste con más de 300 años de colonialismo. Entre estos dirigentes civiles había mucho de idealismo, y con su impronta de libre pensadores impulsaron de manera determinante para que se alcanzara la independencia de nuestro país y de otros países de Hispanoamérica, y luego, después de alcanzados los objetivos se retiraron, no se quedaron como apéndices del poder, lo que constituye un gesto de hidalguía e idealismo que les enaltece, legando a la posteridad una gran herencia moral. Nos dieron ejemplo en el dolor, que luego extendieron en la solidaridad con la patria.

Finalmente, aunque el 19 de abril de 1810 no fue declarada jurídicamente la Independencia de Venezuela, políticamente se produjo un cambio radical que culminó con la declaración el 5 de julio de 1811, lo que nos permite afirmar, que como cualquier fecha histórica, es susceptible a diferentes interpretaciones y polémicas que se van modificando en el tiempo, por eso la importancia de la Historia. No en vano George Orwell recordaba que “quién controla el pasado, dominará el futuro”, pues evidentemente en la afirmación, negación o manipulación del pasado, está la justificación del presente. Estos postulados permiten decir, que los principios que motivaron el 19 de abril mantienen plena vigencia, ya que hay tres valores fundamentales que no podemos soslayar ni perder de vista: la necesidad de ser libres, la unión y la afirmación de la propia identidad, para con ellos construir un proyecto propio, en consonancia con el tiempo que nos toca vivir.

Valle de la Pascua, 13 de abril de 2010.


REFERENCIAS

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ECHEVERRÍA, William. (2010): Entrevista a David Ruiz Chataing. Bicentenario del 19 de abril de 1810. Caracas: Canal TV Globovisión. Programa: En la mañana, 05/04/2010. 8:30 AM. www.quijoteando@globovisión.com.ve.

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GOMEZ, A. (2009): Dos libros corrigen errores de la historia del 19 de abril. (Entrevista al historiador Manuel Rodríguez Campos, Coordinador del área de Historia de la Fundación Polar). Caracas: Diario El Universal: 23 de abril de 2009

GUERRA, Francois Xavier. (1992): Modernidad e Independencia. Madrid: Editorial Mapfre.

MUÑOZ PAZ, Lionel. (2008): “La Conjura de los mantuanos. ¿Preludio de la Independencia?” Revista Memorias de Venezuela. Caracas: Ministerio del p/p para la Cultura – Centro Nacional de Historia. pp. 34-39.

NAVAS BLANCO, Alberto. (2007): Unidad de Tiempo”: Una Categoría para comprender la Evolución Histórica de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

NAVAS BLANCO, Alberto. (1999): Venezuela: un Conflictivo Proyecto Ilustrado. Caracas, Universidad Central Venezuela.

PÉREZ VILA, Manuel y otros. (1992): Política y Economía en Venezuela 1810-1991. Caracas: Fundación John Boulton.

PEREIRA, Lorena. (2010): No puede haber una sola mirada de la historia. (Entrevista a la historiadora Inés Quintero). Caracas: Diario Últimas Noticias. Encarte: “El Domingo”, 11 de abril de 2010. p. 8.

QUINTERO, Inés. (2002): La Conjura de los Mantuanos. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

RODRÍGUEZ CAMPOS, Manuel y Gustavo Vaamonde. (2009): Diario de una rebelión. Caracas: Fundación Polar.

ROJAS, Reinaldo. (2005): Hechos y Personajes de nuestra Historia. Barquisimeto: Fondo Editorial Buría. Zona Educativa del Estado Portuguesa.

ROLDAN, Concha. (2005): “¿Qué queda de la Filosofía de la Historia de la Ilustración?”. En: La comprensión del Pasado. Barcelona: Editorial Herder.

STRAKA, Tomás. (2010): ¿El Bicentenario de qué? Reflexiones a dos siglos del 19 de abril de 1810. Caracas: Diario EL NACIONAL. Sábado 03 de Abril de 2010. Papel Literario / 4.


*Imagen tomada de http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/01/30-anos-de-la-publicacion-de-la.html

martes, 20 de abril de 2010

UNA REBELION DE “HOMBRES DE COLOR” EN CARACAS 1831*


Dra. Irma Marina Mendoza







RESUMEN

Pese al proceso de emancipación nacional, aún en 1831 predominaba una desigual estructura social, causante de la rebelión de “hombres libres de color” quienes buscan soluciones a la situación de pobreza, mediante la toma del poder. El intento fallido de asaltar la cárcel de Caracas y tomar el arsenal, origina fuerte reacción de la clase dirigente y una intromisión exagerada del Poder Ejecutivo,ambas expresadas en masivas detenciones y en juicios breves que culminan con el fusilamiento ejemplarizante de los dirigentes rebeldes y el secuestro de sus bienes e igualmente, el confinamiento o prisión del resto de los comprometidos. Contrasta la rigurosa aplicación de la justicia a los rebeldes con la benevolencia demostrada en otras manifestaciones armadas de oposición al régimen de turno.

Palabras claves: desigualdad, rebelión, justicia, fusilamientos, secuestros.


Hacia 1831, desde el punto de vista económico-social, predomina en Venezuela una estructura agraria explotada por los latifundistas y vinculada al mercado foráneo a través de casas comerciales exportadoras-importadoras, beneficiadas por el incremento de la exportación cafetalera, la cual consolida a los comerciantes quienes acumulan capitales, multiplicados simultáneamente, dada la condición de prestamistas. Lo antes expuesto se desarrolla en el contexto del capitalismo mundial expansionista, interesado en garantizar mercados para sus productos y controlar el suministro de materias primas (agropecuarias y mineras) destinadas a sus industrias.

Dos clases, latifundistas y comerciantes, entronizadas en el poder, no auspician medidas dirigidas a disminuir las condiciones de penuria de amplios sectores de la sociedad y, por el contrario, sólo agudizan pugnas entre explotados y explotadores. Basta con mencionar las luchas jurídicas que entablan antiguos esclavos liberados a través de diversas medidas puestas en práctica por el ejército patriota, para hacer de nuevo realidad la libertad, y cómo los “amos”, mediante subterfugios legales, tratan de impedir tal reivindicación. Frente a una desigual pelea de DERECHO, proliferan los HECHOS: fugas, rebeliones, alzamientos y conspiraciones.

Reacciones similares a la mano de obra esclava, expresan los “hombres de color libres”; tal es el caso de la fallida Rebelión del 11 de mayo de 1831 en Caracas. Hecho histórico precedido de una intensa actividad conspirativa, desarrollada en múltiples reuniones, dirigidas por el maestro-pintor y escultor Juan Bautista Betancourt y compartida, principalmente, con albañiles, para discutir- según la “documentación oficial” (1) de la época- la situación de pobreza a la que estaban sometidos y las posibles soluciones a los males derivados de ella. Se plantea, como salida, la imitación del ejemplo haitiano de exterminar a la población blanca para repartir sus bienes y remediar las necesidades de los pobres, un paso previo de acceso al Poder. Obviamente, incluyen como prioritaria la libertad de los esclavos. Todos los planteamientos se insertan en un programa posteriormente incautado a uno de los participantes: Severo Fuenmayor, junto con dos banderas, una de ellas de color negro. Lamentablemente desconocemos el contenido del referido documento, dada su exclusión de los diversos expedientes instruidos con relación a la rebelión y que reposan en la Sección: Interior y Justicia del Archivo General de la Nación (AGN) y en la Sección: Civiles del Registro Principal de Caracas (RPC) incorporada al AGN.

El grupo conspirador selecciona sitios de reunión en la afueras de la ciudad: bario El Platanal, Puente de San Felipe, Sabana de Palo Negro, Puente de San Pablo, Sabana de Narauli, en la Gallera y en la sede de la recién creada Sociedad de Instrucción Pública. Intentan pasar desapercibidos, en lugares públicos, dada la afinidad de los oficios desempeñados.

El grupo inicial, ampliado con la incorporación de esclavos, como fecha del estallido o retirados y desempleados, planifica como fecha de estallido de la rebelión el 11 de mayo de 1831. Los pasos a cumplir serán: 1) toma de la cárcel caraqueña para incorporar algunas personas claves detenidas, 2) asalto al arsenal, 3) toma del poder. Se da el primer paso, liberan a los prisioneros y muchos de estos se suman a la rebelión, pero la fortuita presencia de una ronda policial de seis hombres, en una ciudad sin milicias y en absoluta penumbra, origina confusión en medio del tiroteo. El factor sorpresa dispersa y anarquiza a los participantes, quienes no cumplen con el segundo objetivo: incautación del arsenal. Caracas despierta por la violencia y la propagación de información, dando cuenta de la muerte de los custodias del presidio y del propio alcalde. Reunidos en la Iglesia San Francisco, los hombres blancos dan una rápida respuesta: deciden tomar el arsenal, emplear todas las armas particulares disponibles y solicitan refuerzos de la Guaira, de donde se envían 40 hombres bien apertrechados. Constantes rondas diurnas y nocturnas en que participan: comerciantes, empleados públicos y extranjeros, entre otros, impiden el reagrupamiento de los rebeldes. La parálisis de la ciudad es total.

El Juez Tomás H. Sanabria, en correspondencia “reservada” remitida al Secretario del Interior, con fecha 27/05/1831 (2), juzga los acontecimientos de la siguiente manera:

....”examinada atentamente la causa que ha motivado la del 11 (de mayo de 1831) no se presenta otra que las de hombres famélicos que buscaban en el robo y el asesinato un medio de adquirir forma, aunque para lograr prosélitos se quiso rebestir (sic) con las apariencias de una guerra de clases y libertad de los esclavos” (3)

El mismo personaje exige y justifica acciones drásticas tomando en cuenta las pecularidades del momento. Argumenta en los siguientes términos:

“No es indiferente, Sr. Secretario que una porción de extranjeros (sic) atraídos por nuestro clima y ventajas y establecidos en el país con sus casa comerciales y fábricas de manufacturas, abandonen un suelo en que no pueden gozar la seguridad de sus personas el interés que les han ofrecido la constitución y las leyes, con ésto quedarían desiertos nuestros puestos y exaustas (sic) todas las fuentes de la riqueza natural. Nos es indiferente tampoco que esta numerosa se halle a merced de los vandidos (sic) cuando de ella parten todos los recursos

para la subsistencia de estos y demás gastos del gobierno”.....(4)

Las medidas represivas implementadas permiten la captura de un número considerable de indiciados, el acelerado juicio incoado busca el “escarmiento” para evitar la multiplicación de un ejemplo tan “nocivo para la sociedad”.

De acuerdo a la Ley sobre delitos, conspiración, traición, su juicio y penas del 14-10-1830 (5), los participantes en la rebelión son clasificados y juzgados por el grado de responsabilidad asumido. Información dispersa y fragmentada nos permite elaborar el siguiente cuadro de los considerados traidores de primer grado y por ende, sometidos a la pena máxima: FUSILAMIENTO.


Nombre

Origen

Condición étnico-social

Oficio o profesión

ARISMENDI Claudio

El Valle

Negro Esclavo

Desconocido

ASCANIO, Estanislao

Caracas

Moreno Libre

Albañil

BETANCURT,Juan Bta.

Caracas

Pardo Libre

Maestro – Pintor

BRAVO, Matias

Lima

Blanco

Sgto. Retirado

DIAZ, Eduardo

Caracas

Moreno Libre

Albañil

FRANQUIZ, Justo

Guarenas

Pardo Libre

Albañil

FUENMAYOR, Severo

Caracas

Moreno Liberto

Desconocido

HERRADA, Bernardino

Guarenas

Moreno Esclavo

Albañil

LUGO, José García

Desconocido

Pardo Libre

Albañil

MENDO, Policarpo

Caracas

Pardo

Desconocido

PEREZ, Alejandra

Caracas

Blanca

Desconocido

RENGIFO, José

Desconocido

Desconocida

Desconocido

URBINA, Fermín

Caracas

Esclavo

Albañil

Fuente: AGN, Sección: Interior y Justicia, T. XXII

La sentencia cumplida en la Plaza San Jacinto, en medio de un tenso ambiente, caracterizado por fuerte movilización de gente blanca, armada para contrarrestar la agitación y los efectos de propagandas, distribuidas en barrios caraqueños dirigidas a impedir la ejecución, nos revela la magnitud de la rebelión (6).

Pese a la información oficial de un “número insignificante” de implicados,hemos podido verificar (sin incluir cerca de 70 presos prófugos) que el número de procesados asciende a 76 y de fugitivos a 13, pero resulta difícil cuantificar las masivas detenciones e interrogatorios realizados por diferentes autoridades y específicamente, por los Jueces de Paz. Al pormenorizar por sexo obtenemos los siguientes datos: 59 procesados y 13 prófugos hombres, 17 procesadas. Con relación a las mujeres, consideramos significativa su participación. Del expediente de Alejandra Pérez, fusilada tres días después de parir, extraemos:

......franqueo su casa para las reuniones de los facciosos y que cooperaba con éstos a concertar los planes de que se le instruía y ella misma permanecía a las puertas de su habitación para abrirlas a los conjurados”.... (7).

Del resto de las mujeres comprometidas en la rebelión, conocemos la sentencia de Marina Gregoria Angulo (Mulata), condenada a cuatro años de presidio en Maracay; de Carmen Cueva (blanca), confinada en Margarita. Hombres y Mujeres procesados, recibieron el mismo trato: a) confinamiento, lo que implica, de hecho, una expulsión definitiva de Caracas, de estricto cumplimiento, pese a los cambios gubernamentales; b) prisión en Margarita, Maracay y Puerto Cabello.

La justicia se baso en el castigo implacable a los rebeldes y en el premio a quienes opusieron resistencia a la rebelión o delataron, de manera que un procesado como Pablo García, de gran responsabilidad en la planificación de la rebelión, aporta “Valiosa información” en contra de sus ex-compañeros, lo que significa conmutar su pena de muerte por 8 años de presidio, lo que genera una fuerte polémica dada la intromisión del Poder Ejecutivo (conmutador) en sentencia del Poder Judicial.

El Congreso aprueba una recompensa de 500 presos a José Rivero, quien dirigia la ronda que disperso a los rebeldes y 100 pesos a sus compañeros; igualmente otorga pensión vitalicia a los familiares de los custodias y del alcalde de la cárcel, muertos en el asalto. De los 80 presidiarios, seis no abandonan la cárcel y logran la dispensa del tiempo de prision (8).

En relación con los implicados, el documento titulado: Sobre el secuestro y venta de los bienes de los Reos de la conspiración del 11 de mayo, incorporado a la Sección: Civiles Letra C, N° 4, del RPC incorporado al AGN, resulta ilustrativo mencionar que sus casas, muebles y otras pertenencias son rematadas en actos públicos. Citemos el ejemplo del pardo Policarpo Mendo (fusilado), a quién se le secuestran varios solares y dos ranchos en la Parroquia Candelaria (Caracas), más la Hacienda La Boyera (ElHatillo), esta ultima propiedad conformada por 4.300 matas de café, 60 matas varias (membrillos, naranjos, limones, chirimoyas, granados, aguacates), 12 fanegadas de tierras castellanas de cultivo, 2 fanegadas de sabanas y las tierras arrendadas para el cultivo de maíz y una casa con escasos muebles.

Otros reos corren con la misma suerte pese a tener modestos bienes, muebles e inmuebles, como se evidencia en los respectivos inventarios y pese a ser condenados.

La rebelión tiene sus ramificaciones en los pueblos cercanos a Caracas y extiende su influencia hasta Rio Chico, Puerto Cabello y las haciendas del Centro – norte del país. Proliferan en ese mismo año 1831, rebeliones de negros y mulatos en Cumaná, Cariaco, Barinas, Puerto Nutrias, Llanos de Apure, Ocumare de la Costa, Tucacas y, en febrero de 1832, en Angostura (9), de manera que las drásticas medidas judiciales no disminuyen las expresiones del malestar social reinante.

Es notoria la diferencia en cuanto a la aplicación de mecanismos legales a los involucrados en levantamientos militares, acaecidos durante el mismo gobierno del General José Antonio Paéz; al respecto se extrae de la obre de Rafael M. Baralt y Ramón Díaz, el siguiente juicio:

...”Necesario se había hecho en aquel tiempo este sistema de extremada indulgencia con los crimines políticos, porque Venezuela agitada tanto tiempo por desecha borrasca, no podía aspirar a una calma repentina. Más severo fué el gobierno con otra conspiración que estalló en Caracas el día 11 de Mayo (de 1831) por la noche, y con razón, porque sus autores nada menos se proponían destruir una parte de la sociedad para repartirse sus despojos”...(10).

Es interesante acotar que la respuesta de las clases dominantes, restringida a la simple represión, no produce reflexiones sobre las causas de la rebelión, ni conduce a implementar medidas tendentes a mejorar las condiciones de vida de una mayoria empobrecida.


REFERENCIAS
  1. Archivo General de la Nación (ANG): Sección Interior y Justicia, T. XXII, Expediente 16.

  2. Ibidem, Fls 228-228 v.

  3. Ibidem, FL 228.

  4. Ibidem, fls 228 v.

  5. Leyes y Decretos de Venezuela, 1830 – 1840, p. 102

  6. Dupouy Walter: Sir Robert Ker Posters Caracas Diary, P. 550-

  7. AGN: Sección Interior y Justicia, T. XXII, fl. 232.

  8. Gaceta de Venezuela, Año 1831, números del 23 al 31.

  9. Brito Figueroa Federico; El problema tierra y esclavos en la Historia de Venezuela, p. 381.

  10. Baralt Rafael Maria y Díaz Ramón: Resumen de la Historia de Venezuela. T.III. p. 423.

*Artículo tomado de la Revista Universitaria de Ciencias Económicas y Sociales. San Juan de los Morros. Universidad Rómulo Gallegos. Año 2, N° 2, julio 2001. Pp. 79-84

lunes, 19 de abril de 2010

Confusiones históricas

Fuego Cotidiano publica un artículo de Jerónimo Carrera, presidente del Partido Cumunista de Venezuela (PCV), donde el dirigente comunista cuestiona que se celebre este año el Bicentenario de la Independencia porque se incurriría en un “error histórico”. En su escrito, titulado “Confusiones Históricas”, niega que el 19 de abril de 1810 pueda ser calificado como “el día inicial de la independencia”. Sostiene que la fecha real es el 5 de julio de 1811, un año más tarde.

Jerónimo Carrera

Debo decir que ya no resisto más la tentación de referirme aquí, aunque sea en forma muy breve, a un asunto que ahora está de moda acá en Venezuela, como es el de la celebración del que parece van a considerar día inicial de nuestra independencia nacional o sea el 19 de Abril de 1810.
Pues desde mis días escolares recuerdo nos enseñaban que nuestra independencia nacional había sido declarada el 5 de Julio de 1811, es decir, un año completo más tarde. Lo que se había formado ese año anterior era una tal “Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII”, con motivo de la sustitución forzada de este monarca en el trono del imperio español por un hermano de Napoleón Bonaparte, como resultado de la invasión de España por las tropas francesas.
Lo cual significa que aquí en Venezuela, al igual que en todas las demás partes de ese inmenso imperio que en diversos lugares del mundo habían conquistado los españoles durante tres siglos, seguirían dominado como sus sucesores los colonialistas franceses. Y esto fue, precisamente, lo que rechazaron nuestros criollos aquí en la provincia de Venezuela aquel 19 de abril de 1810.

Luego, un año más tarde, como resultado de la agitación pública realizada por unos jóvenes (como sucede siempre en tales situaciones), entre los cuales se destacaban José Félix Ribas y Simón Bolívar, y además el regreso de su prolongado exilio del antes monárquico y ahora republicano Francisco de Miranda, contagiados todos ellos por las ideas republicanas que habían sido propagadas en el mundo por la Revolución Francesa (1789-1804), fue cuando acá se dio ese gran salto hacia la independencia.
Algo muy similar, por cierto, a lo que ahora mismo nos ocurre a los venezolanos con nuestro “salto hacia el socialismo”, originado sin duda por la Revolución de Octubre en Rusia (1917-1991) después de perder allí el poder nuestros camaradas soviéticos.

Otra cosa curiosa, relativa a la actualidad y nuestro pasado histórico, que no es tan remoto como en los casos de los pueblos europeos y más aún de los asiáticos, es el asunto de querer hacernos creer que ahora los venezolanos vivimos en nuestra “quinta república”, y esto sin explicarnos qué pasó con las supuestas cuatro repúblicas que la antecedieron.

En realidad, creo yo, los venezolanos no hemos tenido sino una y única república, la que fue proclamada ese 5 de Julio de 1811 y existe hasta hoy, pues aquí nunca, felizmente, ha habido una restauración de la monarquía. Incluso la capitulación militar firmada por Miranda, aquel triste año de 1812, no significó en la práctica su aceptación plena por el bando patriota. Por eso mismo Bolívar y otros jóvenes, luego de apresar a Miranda por no aceptar ellos esa capitulación, lo entregaron a los españoles, que afortunadamente no lo dejaron libre y podemos decir que así lo salvaron de la ignominia. Sin embargo, el bando monárquico fue mayoritario incluso bajo el bárbaro Boves, como masa ignorante, pero con la muerte de éste en 1814 ese bando se hizo republicano con Páez.
Y también los “gomecistas” dejaron de serlo al morir Gómez. Algo bastante similar a lo que sucede ahora en nuestros días, cuando vemos que el bando “puntofijista” deja de ser mayoritario al desaparecer sus jefes, y en gran parte se transforma rápidamente en bando “chavista”… Rasgos tribales, sin duda.


P.S.- Desde Carúpano me informan de la lamentable muerte allí de un veterano camarada, Eulalio Español, firme luchador comunista en la región oriental durante las muy bárbaras represiones de los tiempos tanto del perezjimenismo como del bentacourismo, tiempos que actualmente lucen lejanos pero que no debemos olvidar.

...................................
Jerónimo Carrera es presidente del Partido Cumunista de Venezuela (PCV). Su articulo Confusiones Historicas fue publicado originalmente en Tribuna Popular, del cual hemos reproducido. --

Publicado por José Obswaldo Pérez para FUEGO COTIDIANO el 3/27/2010 07:44:00 AM.


Tomado de http://fuegocotidiano.blogspot.com/search?updated-max=2010-04-08T07%3A08%3A00-04%3A30&max-results=4


ACTA DEL 19 DE ABRIL DE 1810 (VENEZUELA)

En la ciudad de Caracas a 19 de abril de 1810, se juntaron en esta sala capitular los señores que abajo firmarán, y son los que componen este muy ilustre Ayuntamiento, con motivo de la función eclesiástica del día de hoy, Jueves Santo, y principalmente con el de atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses, y demás urgencias de primera necesidad, a consecuencia de la ocupación casi total de los reinos y provincias de España, de donde ha resultado la dispersión de todos o casi todos los que componían la expresada junta y, por consiguiente, el cese de su funciones. Y aunque, según las últimas o penúltimas noticias derivadas de Cádiz, parece haberse sustituido otra forma de gobierno con el título de Regencia, sea lo que fuese de la certeza o incertidumbre de este hecho, y de la nulidad de su formación, no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España, y como tales han sido llamados al ejercicio de la soberanía interina, y a la reforma de la constitución nacional; y aunque pudiese prescindirse de esto, nunca podría hacerse de la impotencia en que ese mismo gobierno se halla de atender a la seguridad y prosperidad de estos territorios, y de administrarles cumplida justicia en los asuntos y causas propios de la suprema autoridad, en tales términos que por las circunstancias de la guerra, y de la conquista y usurpación de las armas francesas, no pueden valerse a sí mismos los miembros que compongan el indicado nuevo gobierno, en cuyo caso el derecho natural y todos los demás dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo, conforme a los mismos principios de la sabia Constitución primitiva de España., y a las máximas que ha enseñando y publicado en innumerables papeles la junta suprema extinguida. Para tratar, pues, el muy ilustre Ayuntamiento de un punto de la mayor importancia tuvo a bien formar un cabildo extraordinario sin la menor dilación, porque ya pretendía la fermentación peligrosa en que se hallaba el pueblo con las novedades esparcidas, y con el temor de que por engaño o por fuerza fuese inducido a reconocer un gobierno legítimo, invitando a su concurrencia al señor Mariscal de Campo don Vicente de Emparan, como su presidente, el cual lo verificó inmediatamente, y después de varias conferencias, cuyas resultas eran poco o nada satisfactorias al bien político de este leal vecindario, una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando VII y a la soberanía interina del mismo pueblo; por lo que habiéndose aumentado los gritos y aclamaciones, cuando ya disuelto el primer tratado marchaba el cuerpo capitular a la iglesia metropolitana, tuvo por conveniente y necesario retroceder a la sala del Ayuntamiento, para tratar de nuevo sobre la seguridad y tranquilidad pública. Y entonces, aumentándose la congregación popular y sus clamores por lo que más le importaba, nombró para que representasen sus derechos, en calidad de diputados, a los señores doctores don José Cortés de Madariaga, canónigo de merced de la mencionada iglesia; doctor Francisco José de Rivas, presbítero; don José Félix Sosa y don Juan Germán Roscio, quienes llamados y conducidos a esta sala con los prelados de las religiones fueron admitidos, y estando juntos con los señores de este muy ilustre cuerpo entraron en las conferencias conducentes, hallándose también presentes el señor don Vicente Basadre, intendente del ejército y real hacienda, y el señor brigadier don Agustín García, comandante subinspector de artillería; y abierto el tratado por el señor Presidente, habló en primer lugar después de su señoría el diputado primero en el orden con que quedan nombrados, alegando los fundamentos y razones del caso, en cuya inteligencia dijo entre otras cosas el señor Presidente, que no quería ningún mando, y saliendo ambos al balcón notificaron al pueblo su deliberación; y resultando conforme en que el mando supremo quedase depositado en este Ayuntamiento muy ilustre, se procedió a lo demás que se dirá, y se reduce a que cesando igualmente en su empleo el señor don Vicente Basadre, quedase subrogado en su lugar el señor don Francisco de Berrío, fiscal de Su Majestad en la real audiencia de esta capital, encargado del despacho de su real hacienda; que cesase igualmente en su respectivo mando el señor brigadier don Agustín García, y el señor don José Vicente de Anca, auditor de guerra, asesor general de gobierno y teniente gobernador, entendiéndose el cese para todos estos empleos; que continuando los demás tribunales en sus respectivas funciones, cesen del mismo modo en el ejercicio de su ministerio los señores que actualmente componen el de la real audiencia, y que el muy ilustre Ayuntamiento, usando de la suprema autoridad depositada en él, subrogue en lugar de ellos los letrados que merecieron su confianza; que se conserve a cada uno de los empleados comprendidos en esta suspensión el sueldo fijo de sus respectivas plazas y graduaciones militares; de tal suerte, que el de los militares ha de quedar reducido al que merezca su grado, conforme a ordenanza; que continuar las órdenes de policía por ahora, exceptuando las que se han dado sobre vagos, en cuanto no sean conformes a las leyes y prácticas que rigen en estos dominios legítimamente comunicadas, y las dictadas novísimamente sobre anónimos, y sobre exigirse pasaporte y filiación de las personas conocidas y notables, que no pueden equivocarse ni confundirse con otras intrusas, incógnitas y sospechosas; que el muy ilustre Ayuntamiento para el ejercicio de sus funciones colegiadas haya de asociarse con los diputados del pueblo, que han de tener en él voz y voto en todos los negocios; que los demás empleados no comprendidos en el cese continúen por ahora en sus respectivas funciones, quedando con la misma calidad sujeto el mando de las armas a las órdenes inmediatas del teniente coronel don Nicolás de Castro y capitán don Juan Pablo de Ayala, que obraran con arreglo a las que recibieren del muy ilustre Ayuntamiento como depositario de la suprema autoridad; que para ejercerla con mejor orden en lo sucesivo, haya de formar cuanto antes el plan de administración y gobierno que sea más conforme a la voluntad general del pueblo; que por virtud de las expresadas facultades pueda el ilustre Ayuntamiento tomar las providencias del momento que no admitan demora, y que se publique por bando esta acta, en la cual también se insertan los demás diputados que posteriormente fueron nombrados por el pueblo, y son el teniente de caballería don Gabriel de Ponte, don José Felix Ribas y el teniente retirado don Francisco Javier Ustáriz, bien entendido que los dos primeros obtuvieron sus nombramientos por el gremio de pardos, con la calidad de suplir el uno las ausencias del otro, sin necesidad de su simultánea concurrencia. En este estado notándose la equivocación padecida en cuanto a los diputados nombrados por el gremio de pardos se advierte ser sólo el expresado don José Felix Ribas. Y se acordó añadir que por ahora toda la tropa de actual servicio tenga press y sueldo doble, y firmaron y juraron la obediencia a este nuevo gobierno.

Vicente de Emparan; Vicente Basadre; Felipe Martínez y Aragón; Antonio Julián Alvarez; José Gutiérrez del Rivero; Francisco de Berrío; Francisco Espejo; Agustín García; José Vicente de Anca; José de las Llamosas; Martín Tovar Ponte; Feliciano Palacios; J. Hilario Mora; Isidoro Antonio López Méndez; licenciado Rafael González; Valentín de Rivas; José María Blanco; Dionisio Palacios; Juan Ascanio; Pablo Nicolás González, Silvestre Tovar Liendo; doctor Nicolás Anzola; Lino de Clemente; doctor José Cortes, como diputado del clero y del pueblo; doctor Francisco José Rivas, como diputado del clero y del pueblo; como diputado del pueblo, doctor Juan Germán Roscio; como diputado del pueblo, doctor Félix Sosa; José Félix Ribas; Francisco Javier Ustáriz; fray Felipe Mota, prior; fray Marcos Romero, guardián de San Francisco; fray Bernardo Lanfranco, comendador de la Merced; doctor Juan Antonio Rojas Queipo, rector del seminario; Nicolás de Castro; Juan Pablo Ayala; Fausto Viana, escribano real y del nuevo Gobierno; José Tomás Santana, secretario escribano.

Publicación del Acta del Ayuntamiento

En el mismo día, por disposición de lo que se manda en el acuerdo que antecede, se hizo publicación de éste en los parajes más públicos de esta ciudad, con general aplauso y aclamaciones del pueblo, diciendo: ¡Viva nuestro rey Fernando VII, nuevo Gobierno, muy ilustre Ayuntamiento y diputados del pueblo que lo representan! Lo que ponemos por diligencia, que firmamos los infrascritos escribanos de que demos fe.

Viana, Santana.

Imagen (Wikipedia): Destitución de Vicente Emparan en los Sucesos del 19 de abril de 1810. Cuadro de Juan Lovera (Caracas, 11 de julio de 1776 - 20 de enero de 1841)

Texto tomado de http://www.analitica.com/Bitblio/venezuela/19abril1810.asp

CARTA DE SAN MARTÍN A BOLIVAR


...Y LUEGO DE LA ENTREVISTA DE GUAYAQUÍL, DESPUÉS DE MEDITARLO PROFUNDAMENTE SAN MARTÍN RESPONDE A BOLIVAR EN LOS SIGUIENTES TÉRMINOS...

Lima, 29 de agosto de 1822
Excmo. Señor Libertador de Colombia, Simón Bolívar.
Querido General.

Dije a usted en mi última, de 23 del corriente, que habiendo reasumido el mando supremo de esta república con el fin de separar de él al débil e inepto Torre Tagle, las atenciones que me rodeaban en aquel momento no me permitían escribirle con la extensión que deseaba; ahora al verificarlo, no sólo lo haré con la franqueza de mi carácter, sino con la que exigen los grandes intereses de América.
Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra. Desgraciadamente, yo estoy íntimamente convencido, o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa. Las razones que usted me expuso, de que su delicadez no le permitiría jamás mandarme, y que, aún en el caso de que esta dificultad pudiese ser vencida, estaba seguro que el Congreso de Colombia no consentiría su separación de la República, permítame general, le diga no me han parecido plausibles. La primera se refuta por sí misma. En cuanto a la segunda, estoy muy persuadido, que la menor manifestación suya al Congreso sería acogida con unánime aprobación cuando se trata de finalizar la lucha en que estamos empeñados, con la cooperación de usted y la del ejército de su mando; y que el alto honor de ponerle término refluirá tanto sobre usted como sobre la república que preside.
No se haga ilusión, General. Las noticias que tiene de las fuerzas realistas son equivocadas; ellas montan en el Alto y Bajo Perú a más de 19 000 veteranos, que pueden reunirse en el espacio de dos meses. El ejército patriota, diezmando por las enfermedades, no podrá poner en línea de batalla sino 8500 hombres, y de éstos, una gran parte reclutas. La división del general Santa Cruz (cuyas bajas según me escribe este general, no han sido reemplazadas a pesar de sus reclamaciones) en su dilatada marcha por tierra, debe experimentar una pérdida considerable, y nada podrá emprender en la presente campaña. La división de 1400 colombianos que usted envía será necesaria para mantener la guarnición del Callao y del orden de Lima. Por consiguiente, sin el apoyo del ejército de su mando, la operación que se prepara por puertos intermedios no podrá conseguir las ventajas que debían esperarse si fuerzas poderosas no llamaran la atención del enemigo por otra parte, y así la lucha se prolongará por un tiempo indefinido. Digo indefinido porque estoy íntimamente convencido, que sea cuales fueren las vicisitudes de la presente guerra, la independencia de América es irrevocable; pero también lo estoy, de que su prolongación causará la ruina de sus pueblos, y es un deber sagrado para los hombres a quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de tamaños males.
En fin, general; mi partido está irrevocablemente tomado. Para el 20 del mes entrante he convocado el primer congreso del Perú, y al día siguiente de su instalación me embarcaré para Chile, convencido de que mi presencia es el solo obstáculo que le impide a usted venir al Perú con el ejército de su mando. Para mí hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien la América debe su libertad. El destino lo dispone de otro modo, y es preciso conformarse.
No dudando que después de mi salida del Perú, el gobierno que se establezca reclamará la activa cooperación de Colombia, y que usted no podrá negarse a tan justa exigencia, remitiré a usted una nota de todos los jefes cuya conducta militar y privada puede ser a usted de alguna utilidad su conocimiento.
El general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas. Su honradez, coraje y conocimientos, estoy seguro lo harán acreedor a que usted le dispense toda consideración.
Nada diré a usted sobre la reunión de Guayaquil a la República de Colombia. Permítame, general, que le diga, que creí que no era a nosotros a quienes correspondía decidir este importante asunto. Concluida la guerra, los gobiernos respectivos lo hubieran transado, sin los inconvenientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos estado de Sud América.
He hablado a usted, general, con franqueza, pero los sentimientos que exprime esta carta, quedarán sepultados en el más profundo silencio; si llegasen a traslucirse, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecerse para perjudicarla y los intrigantes y ambiciosos para soplar la discordia.
Con el comandante Delgado, dador de ésta, remito a usted una escopeta y un par de pistolas juntamente con un caballo de paso que le ofrecí en Guayaquil. Admita usted, general, esta memoria del primero de sus admiradores.
Con estos sentimientos y con la de desearle únicamente sea usted quien tenga la gloria de terminar la guerra de la independencia de América del Sud, se repite su afectísimo servidor.
José de San Martín

Lecuna, V. “Cartas del Libertador”; tomo II, p. 380.

Tomado de http://sucesoshistoricos.blogspot.com/2008/07/carta-de-san-martn-bolivar.html

sábado, 17 de abril de 2010

Muere Carlos Franqui, escritor, poeta y crítico de arte cubano

ROGER SALAS

En: www.elpais.com / Madrid: 16 de abril de 2010.

El escritor y periodista cubano Carlos Franqui ha muerto hoy en Puerto Rico a los 89 años. Había nacido en 1921 en una zona rural del centro de la isla y dentro de una familia campesina de pocos recursos; era el intelectual disidente más importante que aún vivía y que estuvo ligado a la cúpula fundacional del movimiento revolucionario que llevó a Fidel Castro al poder en 1959. Para muchos observadores, Franqui siempre fue el más incómodo de los críticos de Castro, siendo como era un conocedor profundo de la personalidad del dictador, su entorno y sus reacciones.

Fallece Carlos Franqui

Retrato de Carlos Franqui. Orlando Jiménez Leal.

Siendo muy joven, Carlos Franqui logró una beca especial cuando estudiaba en una escuela rural pública que le llevó a La Habana y a unirse a una célula de luchadores sociales izquierdistas, y ya a los 20 años hacía tareas de organización entre los campesinos para el Partido Socialista Popular (PSP), en el que militó brevemente hasta que lo abandonó en 1946 por discrepancias con los dirigentes históricos de entonces, entre los que estaban el líder obrero Blas Roca y Carlos Rafael Rodríguez.

Franqui no volvió a la militancia expresamente, pero se mantuvo en la lucha clandestina a la vez que se implicaba con grupos literarios y artísticos de la capital. En esos tiempos conoció a Guillermo Cabrera Infante, con el que entabló una sólida y duradera amistad; también se relacionó con el pintor Wilfredo Lam, que luego le introduciría en los círculos artísticos europeos y especialmente en París.

En 1951 fundó junto al compositor Harold Gramatges la sociedad cultural Nuestro Tiempo, ligada al PSP. Detenido, torturado y perseguido por la represiva policía de Batista, partió al exilio y huyó a México, desde donde pasó a Tampa y luego a Miami. Su regreso clandestino a Cuba fue directamente para integrarse en la guerrilla de Sierra Maestra. Fue Franqui, y nunca Fidel se lo perdonó, el que descubrió el pastel del camelo que el comandante en jefe había preparado al periodista norteamericano Herbert L. Matthews haciendo desfilar ante el repetidamente a los mismos barbudos para fardar de tropa numerosa.

Desmontó mitos

Carlos Franqui fue una figura importante en el dibujo mediático de la revolución desde antes del triunfo de 1959, un imaginario que caló hondo en las izquierdas de todo el orbe. En cierto sentido, también fue el responsable de algunos mitos que luego, ya en la disidencia, analizó y desmontó en sus propios libros.

Su abundante literatura abarcó la poesía, la crítica de arte, los relatos y unas jugosas memorias: Cuba, la revolución, mito o realidad (Península, 2006) que tenía un irónico subtítulo: Memorias de un fantasma socialista, donde pormenorizaba, entre otras, sus agrias polémicas con el Che Guevara, a quien desmitificaba con contundencia.

Para los intelectuales y artistas cubanos de varias generaciones Franqui era un mito, pues fue el hombre que hizo posible y llevó a Cuba el Salón de Mayo de París en 1967. En el Pabellón Cuba de la calle 23 se expuso una explosiva y potente colección de arte moderno que contravenía las ya muy fuertes directrices estalinistas que hablaban de arte revolucionario y comprometido, algo que a lo que Franqui se oponía férreamente. El Salón de Mayo llevó a Cuba obras de Picasso, Max Ernst, Ricardo Matta, Monory, Masson, Calder y otros muchos artistas señeros del siglo XX, y allí había también expuesta una importante muestra de arte cubano, con Camacho, Fernando Luis y Lam, entre otros. El revulsivo fue histórico y la polémica estaba servida. La plástica cubana nunca volvió a ser la misma y el Salón de Mayo marcó al arte cubano contemporáneo.

Exilio

Franqui se había instalado en Europa después de abandonar la dirección de diario Revolución en 1963, publicación que ya había dirigido en la clandestinidad antes de 1959 a la vez que la emisora Radio Rebelde. En el diario Revolución fundó, junto a Guillermo Cabrera Infante, el suplemento cultural Lunes de Revolución. Tras el Salón de Mayo, salió de Cuba definitivamente y se instaló en Italia. Su producción literaria incluye títulos como El libro de los Doce y Diario de la Revolución Cubana, que tardaron en editarse en la isla y alrededor de los cuales Franqui reconocía que nunca gustaron demasiado a Castro. Su ruptura con la Cuba oficialista se hizo patente y definitiva cuando firmó una carta en rechazo de la invasión soviética de Checoslovaquia.

Ya en el exilio, sus libros de arte se convirtieron en codiciadas piezas de coleccionista, al hacer colaboraciones con artistas como Antoni Tapiès, Alexander Calder y Joan Miró, entre otros. Pero Franqui no tuvo un exilio fácil, ni dorado, ni tranquilo. Si bien el castrismo lo calificó de traidor y de hecho le persiguió en el extranjero con el sanbenito de agente de la CIA, parte del exilio nunca le aceptó y le recordaban frecuentemente su papel activo el los albores de la revolución castrista.

Ya en 1991, con una salud delicada, se trasladó de Europa a Puerto Rico, donde se mantenía activo escribiendo. Viajó varias veces a España a denunciar la represión en la isla y a presentar sus libros. Entre sus otros volúmenes está el que dedicó al comandante Camilo Cienfuegos (Seix Barral, 2001), y donde sostenía la tesis de que había sido mandado asesinar por el propio Fidel Castro. Intuitivo, pasional, con un fondo lírico que afloraba en todos sus escritos, Franqui fue un eterno inconforme y una figura imprescindible de la cultura cubana del siglo XX.