Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

jueves, 19 de marzo de 2009

DIARIO DE INVIERNO MOSCÚ, 2008

EDGARDO MALASPINA*










DOMINGO, 21 DE DICIEMBRE.


Caminamos hasta el museo de Marina Tsvetayeva, la poeta rebelde. En el segundo piso, a través de una escalera en forma de caracol como la del sueño de Isac-así la consideraba la familia de la poetisa- está el apartamento donde vivió desde 1914 hasta 1922 con su esposo. Aquí se reunía con sus amigos escritores, pintores y filósofos. De quince libros que publicó, 11 fueron escritos en este lugar, donde según uno de sus poemas “huele a patria, a rocío/ a humo eterno y a versos.” Desde aquí partió al exilio; y cuando regresó, en 1939, el comunismo había cambiado las reglas del juego, y no pudo tener ni hogar estable ni trabajo, porque era “una traidora a la patria”. La traición era haber vivido en países capitalistas como Francia, y no entender completamente la revolución. El apartamento le encantó a Tsvetayeva porque tiene forma de barco con claraboyas en el techo para la entrada de luz y aire. La guía dice : “Durante la guerra civil, después de 1917, vendieron un piano para comprar harina. Así era la hambruna que padecía el país. . Algunos muebles de madera fina fueron a parar a la chimenea para generar calor en invierno”. Vamos viendo sus libros, sus manuscritos, un busto. La guía, prosigue con voz que denota cariño y admiración por Tsvetayeva: “ A Marina Ivanovna no le dieron tregua los del gobierno, la persiguieron, le mataron al esposo, de sus tres hijos , al varón lo enviaron a un campo de concentración. Una de las hijas también fue encarcelada, y la menor murió en un orfanato de hambre. No tenían que comer. Ella sólo recurría a sus versos. Cuando no tenía papel escribía sobre las paredes. En la miseria y ante tanto acoso se ahorcó en 1941…”.

Uno hace duros esfuerzos para no soltar una lágrima y una palabrota para maldecir las ideologías…Salimos. La tarde ya está oscura y siento mucho frío.










LUNES, 22 DE DICIEMBRE


8 grados bajo cero.

Anoche celebramos el cumpleaños de Alexei. Su padre, Víctor, tocó y canto con la guitarra. Entre tragos y pasapalos, Víctor habla de literatura y se queja de que ahora los jóvenes no leen como los del socialismo. Luego cita a Guerasimov, un crítico de arte, quien afirmaba que el cine te coloca frente a los hechos, mientras que el libro te permite pensar más. Me echo un trago por formalismo y me voy a la cama.

Hoy fuimos al Ashan, una tienda donde hay de todo, pero nada ruso. Antes el nacionalismo negaba cualquier cosa de origen extranjero. Ahora todo es al revés. Antes de salir observo por la ventana como el viento sopla y arrastra la nieve hasta levantarla en remolinos. Eso veo para recurrir al rito largo de clocarse el atuendo invernal: medias de seda gruesas, calzoncillos largos, pantalón, franela, suéter, camisa, bufanda, shapka, guantes y ánimo para salir.



















*Historiador, cronista , médico y poeta (Las Mercedes del Llano, estado Guárico)

miércoles, 18 de marzo de 2009

Antiguo Hospital Pablo Acosta Ortiz de San Fernando de Apure

Fotografía: Arturo Álvarez D'Armas

Estas paredes y estos techos fueron espacios para el continuo ir y venir de batas blancas, para la espera ante la fiel presencia del dolor, sitio de alivio a quebrantamientos que cruzaban el cuerpo hasta entristecer el alma. Hoy la luz entra de lleno, inunda este recinto y deja una ingrimitud aséptica. En la fachada la mancilla del presente, indiferente y monosílabo. Aun el busto de Alejandro Próspero Reverend vigila, acecha toda la ausencia que se oxida sobre la vieja blancura de unos paredones semejantes a huesos carcomidos. La palabra libertad en trazo rústico, significando la sosegada ironía de los epitafios. Sin embargo, como un tardío homenaje, llega ese ojear asombrado e insolado de Arturo Alvarez D'Armas, buscando una miga de ternura en las cosas y habitantes de esta planicie atada a la maternal inclemencia de las aguas y del fuego hecho fulgor intenso... Jeroh Montilla.



















lunes, 16 de marzo de 2009

¿Qué vamos a hacer con la nostalgia?

Reflexiones en torno al centenario del nacimiento del poeta y educador Miguel Ramón Utrera (San Sebastián de Los Reyes, Edo. Aragua 1908-1993)


Máximo Alberto Rangel*


La pregunta-título del presente ensayo se debe a que en muchos de los autores de mi pueblo percibo un laudable apego al entorno rural y provinciano, fruto en gran parte del universo lárico utreriano, que ha influido en todo escritor sansebastianero, como afirma, el lingüista Luis Álvarez León,1 uno de los exalumnos y colaboradores más apreciados de Miguel Ramón Utrera. Pero al mismo tiempo siento en los textos de mis coterráneosy me preocupa una especie de solapada y riesgosa nostalgia por tranquilos tiempos idos. Es una apreciación muy personal mía, que se me antoja como tema para un debate entre quienes quisiesen hurgar en las raíces de nuestra alma colectiva.

Debo aclarar que no le resto ni un ápice al luminoso lenguaje de nuestro máximo poeta, pero, por otro lado, me tropiezo con la apreciación de Martin Heidegger 2 quien da razón a mis temores cuando señala que toda añoranza deja ver una huella de melancolía, la cual imprime a la felicidad una marca de pesadumbre que no se puede evitar, y que se vincula a veces con la nostalgia del pasado.

En consecuencia vuelvo a preguntarme si la poesía de Don Miguel Ramón Utrera o sus enseñanzas como educador fueron para nosotros sólo el recuerdo de un bucólico pasado, o una fuerte voz de alerta ante los apremios del futuro. En cualquiera de los casos, estamos ante un legado que no podría nunca desligarse de ese drama de sentirnos, nosotros los humanos, infinitos en nuestras aspiraciones y limitados en nuestras capacidades. Ése es uno de los dos aspectos alrededor del cual giran las presentes reflexiones. El otro se refiere al Utrera educador, tema éste poco abordado, ya que la atención, fuera de las fronteras del pueblo y del ámbito de quienes fuimos sus discípulos, se ha centrado más en lo primero, especialmente a raíz del inusitado gesto del rechazo de Utrera al monto el monto en metálico del Premio Nacional de Literatura 1981.


Las llaves del saber

Miguel Ramón está consciente de que el saber es la primera fuerza que derriba la ignorancia y cualquier otra amenaza que intente esclavizarnos. Fiel a su vocación de siempre, desempeña su labor pedagógica no sólo en las aulas de la Escuela Federal Pedro Aldao, fundada y todo el tiempo dirigida por él, sino aún después de jubilado hasta sus últimos días…

Rememoremos la escena:

Hoy atiende a un grupo de muchachos de primaria o de bachillerato, de la misma población o de poblados vecinos. Mañana o esta misma tarde tocará a su puerta algún estudiante universitario… Alguien se le acercará esta noche a dialogar con él en su paseo nocturno por la plaza de Los Diputados. (Cabe recordar que así ha pasado a llamarse llamada la antigua plaza Ustáriz, en gran parte por su insistencia en que fueron tres, y no uno solo, los representantes que firmaron el Acta de la Independencia en nombre de este cantón de la provincia de Caracas.3 Es que el maestro no sólo está pendiente de las Letras, sino de cualquier otro tema al alcance de su vasta cultura, especialmente de aquellos relativos a la historia y la geografía locales, que deberían ser, en su criterio, materia obligada en los programas de estudio de la región. Pero tales cátedras no existen, y él se empeña en impartirlas por su cuenta, cada vez que tiene la oportunidad: en la tranquilidad de su casa llena de libros, revistas, documentos, fotografías y recortes de prensa, o también en sus recorridos por el pueblo, o en sus visitas a hogares a los cuales sigue acudiendo, a pesar de sus años y de su muy quebrantado andar, en su casi desesperado intento de rescatar los conocimientos que aún quedan del pasado en la memoria de los más ancianos del pueblo… La imagen que conservarán de él las nuevas generaciones será la del anciano ya doblado, caminante incansable sostenido sobre dos bastones, con esa artritis degenerativa deformante que nunca pudo doblegar su voluntad.


Educador, poeta… ¡y ciudadano!

Aunque alguna mención hago, no me he querido extender en estas líneas sobre el Utrera poeta, pues otros no muchos, ciertamente lo han hecho con propiedad. He deseado recordar especialmente al educador y, a la vez, al ciudadano íntegro, irreductible, el que no estaba dispuesto a doblar las rodillas ante nadie. Así me lo confesó él mismo al referirme aquella anécdota de cuando una comisión llegó hasta su casa, un domingo en la mañana, a buscarlo porque el Presidente Pérez estaba en el pueblo y quería tener el placer de saludarlo: “Si él quiere verme, que venga hasta acá, y con mucho gusto lo recibo les dijo, pero yo no soy el que tiene que ir con ustedes, porque el interesado es él”…

No se trataba de una aversión personal hacia el gobernante, sino interpreta uno de la manifestación propia de su recia personalidad, de su duro carácter (hasta “malcriado”, podremos decir, sin restarle, repito, ningún mérito) formado en la disciplina de los valores familiares, y, no me cabe duda, en el esfuerzo que hubo de significar para un joven provinciano trasladarse a la Capital en busca de mejor futuro, en un país atemorizado por la dictadura gomecista, en la que escritores y periodistas aprendieron a expresar entre líneas su rabia y su impotencia… De esa época, y en esas circunstancias, es su acercamiento a aquel grupo de escritores visionarios y emprendedores, cuyo aporte marcó un hito en la historia de las letras venezolanas. Me refiero al, para Utrera tan recordado Grupo Viernes, así llamado por el día en el que semanalmente se reunían, allá en la Caracas de los años 30, en un local ubicado entre las esquinas de La Gorda y La Bolsa. Vale. Aunque se distanció de las reuniones de esa peña literaria, “cuando centraron las copas y el licor y, por ende, los altercados”, mantuvo siempre su afiliación al grupo y su colaboración con la revista Viernes, tal como lo señala en entrevista concedida a Harry Almela. 4

Poco, sin embargo, se ha mencionado no sólo sobre la participación del poeta en ese movimiento renovador, sino acerca de su obra en general (excepto la cantidad de menciones posteriores al impacto noticioso de su rechazo al Premio Nacional de Literatura) Un silencio con raras excepciones, que nunca parece haberle molestado.5 Una omisión que, según Díaz Seijas, pudo deberse a “las capillas en las que crece el elogio amistoso en detrimento de la verdad estética”, a lo cual tendríamos que añadir el casi monacal retiro del poeta en su terruño, el ascetismo de su vida y su férrea enemistad con la ostentación, la lisonja y los oropeles de la sociedad. Una actitud, por cierto, muy distinta ahora y siempre al común de los mortales. Para muestra un botón: Ya era poco común su inteligencia, su correctísimo hablar, su mirada escrutadora, su espíritu observador, para ocurrírseme a mí añadir un detalle que atraía mi curiosidad desde la época de la escuela: El verlo tan ajeno a los caprichos de la moda. Nunca le conocí un ajuar diferente a sus pocos trajes de dril de un gris claro, en medio de la resolana del poblado, ni anteojos diferentes a los de la gruesa montura negra …En mangas de camisa, ¡nunca!, salvo en la intimidad de su casa, especialmente en las postrimerías de su andar por esta tierra. Lo señalo acá porque esa costumbre de vestir siempre de la misma forma, toda mi vida la he considerado un gesto de independencia personal (o de rebeldía) por parte de hombres y mujeres libres de cualquier atadura externa que los distraiga de su oficio y de su búsqueda de trascendencia.


¡Entre el amor y la muerte, la esperanza!

Por su temperamento reservado podría parecernos también Miguel Ramón, un personaje huraño y solitario. Nada más falso: el vivir solo no implica necesariamente soledad, mucho menos en este personaje lleno de sapiencia, tan de correcto hablar dispuesto a la tertulia docta y a las relaciones con personas que quisieran escucharlo o aportarle ideas y conocimientos útiles, aun en sus últimos días. Como muestra de su alta estima por este “capital relacional” (como se llama hoy en día) están los nombres de 157 personas que, además de algunas instituciones del exterior, aparecen en la “explicación necesaria”, de su “Obra Poética” editada por la contraloría General de la República en 1990.

En esa extensa enumeración se mencionan personas de todas partes y del más diverso quehacer. Entre ellas, la poetisa uruguaya Juana Ibarborou, , quien le escribe agradecida por haber recibido el poema “Aquella Aldea” por intermedio de la entonces (1963) embajadora de Venezuela en su país, nuestra insigne Lucila Palacios.

Gente de San Sebastián y de toda Venezuela son mayoría en esa lista. Entre ellos, para citar únicamente a dos que ilustran mi intención, Alberto Arvelo Torrealba, autor entre otras obras de “Florentino y el Diablo”, y de quien se dice que llegó a consultar algunos textos suyos con el poeta aragüeño. No me consta, pero podría ser verdad, pues el joven de San Sebastián convivió en Caracas en la misma pensión que el barinés, recién salido para ese entonces, de la cárcel por los sucesos de 1928. De quien sí tengo certeza fue del reconocido escritor y abogado José Ramón Medina, por la anécdota que me refirió personalmente Utrera: “Él me enviaba sus escritos, hasta que un día le escribí: Mire, José Ramón, no me mande más papeles, porque usted es un poeta consumado”. ¡Qué grandeza la de ambos personajes, resumida en esa breve confesión!


De “Aquella Aldea” para el mundo entero 6

Fruto de la insistencia de Utrera son hoy en día muchas de las iniciativas que han venido rescatando al pueblo de aquel aletargamiento en que lo habían dejado la propia inercia de sus hijos, la secuela de las guerras, la indiferencia de las dictaduras y las políticas populistas de gobiernos interesados más en votos que en el bienestar comunitario. Se nota, es verdad, un nuevo impulso y un dejar atrás los harapos de la indolencia para vestir ropas de progreso…Pero el progreso también está cobrando cuotas pagaderas en desorden, nuevos vicios, aterradora criminalidad, la eterna tentación del populismo, y otros males, cuyo rostro burlesco se nos convierte en permanente reto. De la inseguridad no hablemos: ¡Qué tristeza dan los viejos portones de mi pueblo, al que provoca cambiarle el nombre por “San Sebastián de las Rejas”…El pueblo está viviendo la suerte de toda Venezuela.

Pareciera, como escribe el mismo Utrera, que “la sombra impertinente” quiere infiltarse entre nosotros “con leves ademanes de fantasmas” ¿Será que los logros alcanzados todavía no bastan?

No quiero que lo dicho no nos quite el gozo del presente centenario, pues, repito, con todo lo que falta por hacer, es mucho lo que se ha logrado. Baste escuchar, por ejemplo, los acordes de nuestra Orquesta Sinfónica Juvenil para sentir que se hace real la esperanza del poeta cuando anunciaba: “del tibio surco nacerán luceros”…No sólo luceros, ¡galaxia de esperanza! son nuestros muchachos, pero cuando meditamos en versos de Utrera como aquél “Hay una paz tan honda en el camino, que hasta la misma tierra huele a tiempo”, arremete de nuevo la añoranza… Otros logros dignos de tomarse en cuenta son la Ecuela de Música, el Ateneo epónimo del poeta Utrera, La Fundación y el Museo Multidisciplianrio Andrés Rodríguez Ramírez; publicaciones como las del desaparecido Elí Galindo, o la más reciente “La poesía sansebastianera en las voces de los astros sin abrigo”, del profesor Tulio Durán, presentada en las celebraciones del centenario junto con las de Carmen Larrazábal, Parmenio Talavera y quien esto escribe.7

¿Qué actitud tomar, pues, para evitar que la nostalgia se nos convierta en una manera de aferrarnos a tiempos y a bucólicos paisajes que no vuelven, y a ignorar el llamado del presente que, por cierto, pasa velozmente?

¿Qué hacer, repito, ante este panorama?

—No dejar que las añoranzas se aposenten en nuestras almas como desvencijados hilos de recuerdos en la deshilachada tela de tejer tristezas. ¡No! Que las lecciones del pasado y los valores que nos identifican sean fuerza para invocar la luz y derrotar las sombras que pudieran estar oscureciendo los caminos…¡Ése será nuestro magno homenaje para el guía en ocasión de los cien años de su nacimiento!

A los sansebastianeros de nacimiento o llegados de otra parte nos corresponde estar alerta para romper cualquier tipo de eslabón que nos detenga,… para evadir las engañosas calmas, pues una y mil veces seguiré diciendo:

Las cadenas rotas no se han roto

si es que todavía aprisionan almas

Vuelvo a preguntarme sobre el legado de nuestro homenajeado y es evidente que debo concluir diciendo que lo suyo no fue una ristra de tristezas, sino un sufrido empeño por impulsar cambios e iluminar senderos. Por eso lo menos que podemos decirle hoy, todos a una voz a este insigne ciudadano es:

“¡Gracias, Miguel Ramón, por habernos señalado el camino!

¡ Gracias por habernos rescatado del olvido!

* * *


Notas:

1. La poesía utrerariana ha sido estudiada magistralmente desde el punto de vista semiológico por el académico sansebastianero Luis Álvarez León en su obra “Gramática del Discurso en la poesía de Miguel Ramón Utrera”, la cual constituyó su tesis para optar por el Magister Scientiarum en Lingüística. Álvarez ejerce actualmente la docencia en universidades europeas.

2.Comentando a Heidegger, el filósofo español Fernando Rodríguez Genovés señala que a veces sentimos nostalgia del pasado y añade: “Pensamos en la inocencia, en la infancia, en los seres queridos ya muertos, en nuestros antepasados, en nuestra historia (..) y es que cuando el pasado sobreviene, lo hace de golpe, sobresalta siempre, e intimida, asaltando a nuestro interior, violando la intimidad. Sobre semejante intimidad puede armarse una soberbia figuración, en forma de drama o comedia, o encontrar la fuente de la que manan argumentos literarios que viven en la memoria, o aportar materia en largas sesiones de un psicoanálisis” (htpp://www.catoblepas Nª 62, abril 2007, pág.7) Podemos estar o no de acuerdo con su manera de pensar, pero Rodríguez señala aquí elementos dignos de tomarse en cuenta.

3. Los diputados Francisco Javier de Ustáriz, Martín Tovar Ponte y Felipe Fermín Paúl. Castillo Lara (1992) nos ilustra sobre la vida y obra de cada uno de estos ciudadanos.

4. Detalles como los referentes a la estada del poeta en la capital pueden leerse en la entrevista que le hiciera Harry Almela en 1991, (“¿Quién no tiene un patio en su corazón metido?” ) publicada luego en la Revista BCV Cultural, mayo 2007. Ver: www.http://laliebrelibre.com/entrevista con Miguel Ramón Utrera.

5. Coincido aquí con Álvarez León, e insisto: Las menciones al poeta en la prensa escrita, posteriores a su Premio Nacional, llaman mayormente la atención a ese hecho altamente “noticioso” y a la vida ascética de nuestro personaje, más que al análisis de su obra en sí. Valdría la pena tomar ese asunto como tema para el análisis de contenido en alguna investigación o tesis de grado en escuelas de Letras o de Comunicación Social. Dice Álvarez (1986, p.22):”Hemos escogido al autor que hoy nos ocupa, por considerar que no se ha producido hasta la fecha un trabajo detallado sobre su obra. Es más, puede afirmarse que hasta 1981, año en que se le confiere el Premio Nacional de Literatura (…) era conocido por un reducido número de personas, ya por coetaneidad, coterraneidad o estudios especiales”. Luego de advertir sobre la necesidad de replantear la definición de nativismo (porque piensa que Utrera va mucho más allá) Álvarez señala que la obra del poeta sansebastianero debe ser conocida aún más, en lo cual también coincido, y a ello en parte ayuda la celebración del centenario de su nacimiento.

6..Aunque encierra un simbolismo universal, los sansebastianeros hemos visto una referencia a nuestro pueblo en el título “Aquella Aldea”, poemario de Utrera, publicado en 1962

7. Las obras mencionadas son: Durán Vegas, Tulio: La poesía sansebastianera en las voces de los astros sin abrigo. Edit. Miranda, Villa de cura, 2008. 217 p.. Larrazábal, Carmen: Reloj de Arena. Ex Libris, Caracas 2008, 40 p. Talavera Parmenio: Rimas Otoñales, D.J. Editores, Caracas,2008, 200 p. Rangel, Máximo Alberto:Verso y Canto. Edición por demanda, Comala.com, Caracas 2007, 79 p.


BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Alvarez León, Luis G. Gramática del discurso poético de Miguel R. Utrera. Ediciones del Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias “Andrés Bello”, Departamento de Castellano Literatura y Latín del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas. Caracas,1986. 191 p.

Castillo Lara, Lucas Guilermo:

_ San Sebastián de Los Reyes. Secretaría de Cultura Gobernación del Estado Aragua. Maracay, 1984. Tomo I La ciudad trashumante, 436 p. Tomo II La ciudad raigal, 606 p.

_ San Sebastián de Los Reyes y sus ilustres próceres. Academia Nacional de la Historia. Caracas 1992. 214 p.

Díaz Seijas, Pedro. Aproximación a la obra poética de Miguel Ramón Utrera. Prólogo a “Obra poética” (ut infra).

Utrera, Miguel Ramón:

_ Obra poética, Colección Medio Siglo de la Contraloría General de la República, s/f.

261 p.

_ Poesía de Aragua, compilación, préambulo y notas de Miguel R. Utrera. Ejecutivo del estado Aragua, Maracay, 1966. 297 p.


ELOCUENCIAS


En memoria de Miguel Ramón Utrera (+)

¡Por el silencio interior que ampara a los poetas!


Me preguntas, hermano, por qué callo.

Trataré de responderte si es que puedo:


Este silencio cruel que nos acosa,

de palabras huecas disfrazado,

de elocuencia falsa revestido,

de temores ocultos traspasado…

este silencio letal que nos rebosa,

entre el ruido de las voces escondido,

entre viento y nubes dispersado,

entre tarde y noche compungido…

Este silencio fatal que nos engaña

con su oferta de solaz nunca cumplida,

con su oropel de trasnochos adornado,

con su carga de soledad arrepentida…

Este silencio de monje penitente,

o tal vez de bohemio empedernido,

es silencio, en fin, siempre presente…


Este silencio, hermano, es otra cosa.

* * *

Me preguntas, amigo, por qué guardo

mi sentir en coraza de dureza.

Trataré de exponerte mis razones

esperando hacerlo con certeza:

* * *

Este duro corazón, que yo aparento,

tan ajeno a caricias y abrazos,

tan proclive a fatídicos rechazos,

sabedor del falso amor de paso errante…

Este duro caminar sin la solvencia

que otorgan las altas sociedades.

Este cruel dejar a las edades

el surcar de arrugas mi apariencia…

Esta severa actitud que a mi conciencia

le permite evitar iniquidades,

aunque me cubra de espina y no de rosa

con armadura exterior de gran dureza

yelmo, peto y espaldar que ocultan

la ternura de un sentir con entereza

Este oculto corazón, siempre latiente…


Este duro corazón, hermano, es otra cosa.

* * *

Me preguntas, compañero, por qué río.

Nunca me has preguntado por qué lloro:


Esta risa casi siempre contenida.

Esta risa de niño alborozado

o bien de payaso entristecido…

Esta risa que también ha sido

del dolor no confesado espita

y nunca, nunca, estridente risa…

Esta risa que tal vez ha aliviado

a algún alma hermana adolorida.

Esta risa de disfrazar silencios

o de borrar dolorosas huellas

en calles de soledad y de amargura…

Esta risa que siempre ha querido

mantenerse comedida y primorosa

sin pedir permiso ni perdones…

Esta risa, en fin, siempre pendiente


Esta risa, hermano, es otra cosa.

Máximo Alberto Rangel, 02-08-08


*Comunicador Social, nativo de San Sebastián de Los Reyes, 1947). Exalumno de la Escuela Pedro Aldao,fundada y dirigida por el poeta y educador Miguel R.Utrera. El presente texto es un extracto del ensayo homónimo entregado al Comité Organizador de la celebración del centenario del poeta.

CALENDARIO LLANERO

Adolfo Rodríguez*

MARZO

Dice don Félix León que en cuaresma florean: cañafístola (amarillo castaño), pericoco y bucare (anaranjado), jobo (blanco), orore (azul), que está en las orillas de las quebrás y echa vaina, Caro: tostao, cuyo bagazo come el ganao, el apamate que echa flor temprano si va llové, el roble: morao, Guamacho: amarillo, el algarrobo: mazo de flores blancas, el guarataro: blanco,

Inventariando Miro Popic:

El Samán, árbol emblema del Llano, generoso en sombra y frescura, Lluvia de Oro, que liban los colibríes; el Matarratón. el Cedro en partes que no se inundan. Y dos especies de Jacaranda morado.

Mientras la Palma Llanera, típica de las partes bajas. Ha terminado de florear.

Y en Guaribe que en sus bosques deciduos; el apamate morao, palo de montaña, guamo cere cere como el mamón, uno largo torcío, otro cajeto.

Los frutos del Coco de Mono, ya maduros, se amontonan al pie de los árboles.

Mientras por las playas arenosas del Orinoco desova la Tortuga Arrau.

Salen de sus huevos las tortuguitas Terecay, parecida al Galápago Llanero, pero con pintas más claras en la cabeza.

Las Babas buscan los últimos residuos de agua Y, al no hallarlos, se entierran en algún lodazal y permanecen allí varios días.

El zorro guache busca presas acompañado de sus crías, al anochecer.

Juveniles gabanes y garzones soldados, que dejaron su nido en febrero, acompañan, a los adultos, procurando comida en los esteros.

El Rey Zamuro tiene ya pichones, en las grandes ramas de los bosques. Mientras el Halcón Aplomado ocupa nidos abandonados y de fácil acceso.

Jorge Plaz (en Torrealba, op. cit.) vivencia así el mes de marzo en Apure:

Con sus mediodías reverberantes,

Bosquejan espejismos bellos y raros

Los rayos del sol recalcitrante.

Es el mes que ponen las Tortugas

Y el escogido para cortar Madera;

Es el mes de poner los cardenales

Y en el que maduran las uveras.

Es el mes en que se castran las colmenas

…………..

El mes ardoroso en las llanuras

En que el llanero se echa su sesteada

Bajo bosques frondosos de chigales

En guayabales a orilla de cañada.

Es el mes que seca las lagunas,

En que se ven preñadas de gabanes

Y de todas aves de ribera

……..

Los patos pelones se cogen en bandada

Y el bello matiz de las corocoras.

……..

Se ven cruzar los fuegos fatuos por la noche

…….haciendo ruido con las hojas.

Ramo y Ayarzaguena anotan que en marzo “los bajos niveles de agua hacen que la fauna acuática se concentre, y muchos herbívoros y peces, mueren”, coincidiendo “con los primeros vuelos de los jóvenes carroñeros”.

Un tiempo que parece emanar en la Silva Criolla de Francisco Lazo Martí cuando el incendio "ha desplegado" ya por dos veces su "abanico flamante" voraz de "yerbas infecundas".

El viajero Sachs en 1876 ve surgir como por encanto "monstruosos ejércitos de insectos" entonando "el canto chillón de los saltones y el lloroso tono atiplado de los zancudos", ninguno como la cigarra, que propala desde "todos los árboles y todos los arbustos de la Plaza Guzmán Blanco de San Fernando de Apure", su salmodia incansable. Y rememoró la atención que le merecieron a los griegos Anacreonte y Xenarco, autor, aquél, de una famosa oda que Goethe traduce al alemán y puesta en castellano así por don Pepe Izquierdo:

Bendita eres tú, chiquita amada

Que en las ramas de los árboles

con poca bebida entusiasmada

cantando vives como reina.

Días de morrocoyar, sabanear huevos de tortuga, capturarlas en las playas de los ríos. Imvernaron por meses, los morrocoyes, entre cepas de maya, mogotes o promontorios de madera seca, hasta que la rumazón de las terecayes o el trueno de marzo los incite al frescor o el apareamiento. Por entrada de aguas vienen las crías.

Un éxtasis según Cabrera Malo: “!Qué noche!, no la olvidaré nunca. El cielo de la pampa, una sola rumazón siniestra; la oscuridad, compacta; relámpagos y truenos sordos, a lo lejos; y junto a nosotros todos los cocuyos del matorral volando y rutilando en silenciosa zarabanda fúlgida que era como el chispear de alguna fragua invisible”.

Los araguaneyes “pomposamente vestidos de amarillo” como si flotaran “sobre las aguas muertas de un lago visionario” (Ibíd. 41).

Cuaresma y, sobretodo, semana del concilio, son para elaborar papagayos, mientras las muchachas, sus padres o parientes recolectan camasitas con qué confeccionar las zarandas y encavarlas sobre el propio terreno vaciando las semillas para que los ciclos de la tierra vayan junto a la tradición. Marcela de Rodríguez cree que casi no se dan ya porque eran menos los bachacos y las hormigas y Catalina, mujer de Félix León, que las máquinas descalabrando el mundo.

Convocatoria de lo primario: más allá del miércoles de ceniza en que echan a andar la gente desde los montes más oscuros, al sur de las Mercedes: de Jobo Mocho, Barrancas, Casita, San Mauricio, "picando troya", con trompos, generalmente elaborados de la madera del guayabo, porque son los más zumbadores, livianos y serenitos, como el que recuerdan aún por Mata e Juajua bajo el nombre de "Trueno en marzo" ; sin desmerecer los que son de taparo, mamón, guatacaro, palo sano, floramarillo o roble (que estos últimos caen pesaos y los de caruto salen tataretos. Las rolas para elaborarlos cortadas en menguante, veinte o quince días antes de la Semana Mayor.

"Serenos" o "tequenitos" para que bailen "mejor" Sus constructores o propietarios los pintan con hojas de "túa-túa" y otros colorantes; un resplandor de triunfo los embarga cunado los cogen en la uña o captan el zumbido de su serenidad sobre el terraplén....El Tuerto Juan Canache de "Borbollón" gozaba de gran prestigio por su fabricación de trompos de taparo (Martínez, J. F., 1982; Balza Lugo, 1986).

Cuidadosos preparativos para el necesario lucimiento de la Semana de la Pasión: todo es sometido a maquillaje: los templos, las iglesias, las casas depositarias de santos que saldrán en procesión y rendirán especial tributo a la hospitalarios dueños. Un esmero que roza con la coquetería, porque era tiempo de estrenar, lucir trajes elegantes, hombres y mujeres, y hasta excederse en el empolvado de los rostros como reseñaba Juancho Cartens en periódico de San Fernando en 1878.

Ciclo de recogimiento, unción, comunión con la tierra, pero también de procura del deleite espiritual ejemplificado en los hechos de la Pasión e historias que circulan por los campos relativas a casos y sucesos de la semana mayor.

En varias localidades abstinencia ante las tentaciones de la carne como en Naiguatá donde se cumple el ritual del Entierro de la Sardina el miércoles de ceniza. Un abandono a manera de entrega a los dictados de la naturaleza que suele rodear todo el ritual. Los exvotos que se colocan en las andas son de aquellos frutos que se espera cosechar o que renacerán en la venidera época de lluvias.

Ana Socorro del Corral recuerda que en el Llano, desde el día de ceniza, las arpas eran cubiertas con cobijas y reposando, desde algún soporten en la pared, los cuatros y maracas, como para dar paso a las profundas pulsaciones que plenarán inminentemente todo.

Cuando se hace efectivo el retorno de Santos Luzardo a su tierra natal y "los rumores de la llanura arrullándole el sueño, como en los claros días de la infancia, el rasgueo del cuatro en el caney de los peones, los rebuznos de los burros que venían buscando el calor de las humaredas, los mugidos del ganado en los corrales, el croar de los sapos en las charcas de los contornos, la sinfonía persistente de los grillos sabaneros, y aquel silencio hondo de soledades infinitas, de llano dormido bajo la luna, que era también cosa que se oía más allá de todos aquellos rumores" (Gallegos, 1977: 42).

Cambios en la dieta forman parte de esta progresiva identificación con lo ancestral: abstinencia durante los seis viernes previos a la semana mayor, desayunando cada amanecer con un pedacito de pan (la parva) y agua, aunque en los almuerzos se consuma de todo: pisillo de pescado, caraota pintada, huevos de terecay dejan las rumazones en los costos de los ríos, arroz con coco, dulce de ciruelas maduradas después de las primeras lluvias, batíos de papelón, pira de ahuyama, sardinas, legumbres y pasteles; mientras que por las noches hay frugales cenas de café con leche, pan y queso rayao.

Para Loyo Rojas la "ausencia de funciones religiosas" en los campos llaneros, explica estos "placeres de la mesa"

Márquez G. (1999) cuenta cómo en Achaguas los días previos a la Pasión son conocidos como "Semana de 'Buscá'" porque se practican las "galapagadas o cazar galápagos, babas, morrocoy, caripatúa o jicotea", pescado salado y chigüire. Los platos pautados por la tradición.

Búsquedas que no solamente se limitaban a la alimentación como constató Monseñor Martí en 1779 en San José de Tiznados, al considerar que aquellas "grandes pesquerías" eran más bien "grandes desordenes con el concurso de hombres y mujeres", por lo cual prohíbe asistir a las mujeres solteras de ocho años arriba, con orden al teniente o cabo de encarcelar a quien incumpla la medida. Curiosa devoción ya que no se deja de comer carne.

Guabina le dijo a bagre

Vámonos pa el caramero

porque estamos en cuaresma

y vienen los tarrayeros

Pues no hay nada que se interponga a esa ocasional consustanciación con lo primario: buena parte de las labores habituales quedan en suspenso, como trozar leña porque se corta a Dios, barrer los patios para no herir los costillares del señor, los largos viajes, lavar ni cazar; cesan las queseras; no se golpea los animales y se deja que los becerros mamen hasta la leche de ordeño, con excepción de la que es reservada para el "arroz con leche"; no se muele maíz ni se hace arepas, no se tuesta café ni se pila ningún grano, cabalgar es montar sobre las espaldas martirizadas de Cristo. Exponiéndose quienes desobedezcan tales disposiciones colectivas, a experimentar los respectivos castigos: al cazador lo hiere su propia arma; el conuquero que intenta abrir callejones, halla ahorcado uno de sus becerros; la tierra se abre en un abismo para quienes se atreve a lidiar ganado. El Pez Nicolás es un hombre que se atrevió a bañarse en dáis santos y las sirenas y toninas mujeres que infringieron tal restricción,

No hay trabajo de llano, pero surgen otro, de reminiscencia aborigen, a modo de pausa para el reencuentro con los orígenes: recolección, pesca y hasta la caza, aunque en términos más ecológicos. Es la búsqueda de ramas, frutas y flores. Loyo Rojas habla de una "época de romerías", mencionando rancherías establecidas en las costas de los ríos, caños y montañas, "ya en la procura de la salón de chigüire...o la de lanzarse al apaleo de las charcas...método singular de asir...el escurridizo galápago": ese lujo de destrezas en que se pone de manifiesto el dialogo del hombre con el medio natural sin perturbarlo, pactando con la ferocidad y la abundancia, y otorgando su debido lugar al gran depredador, que se luce careándose, lúdicamente, con el entorno natural.

El cuento de Salvador Lara “Camino de los Jabillos” dice de esta época: “el casco sonoro sobre la tierra templada, agrietada por la sequía de marzo. Desnuda la madera, encueva los lagartos, enmiela los matajeyes. La enjalma sudorosa mojaba las correas. El tui, tu, cu de las tórtolas marcan el mediodía, por la trocha amarilla camino de los jabillos jinete y caballo perfilan el horizonte”.

De Arnas Chitty en 1949 que “Si por mayo el mundo invita a que se le recorra, por marzo es una angustia secreta la que le lleva de un lugar a otro. Todo hijo de la llanura tiene el perfil borroso de la tierra sedienta".

Quien en Cardumen (1990) escribe que "marzo no tiene agua; sólo dora los araguaneyes y pone tonos rosados en los acapros”.


El galápago nidifica entre noviembre y febrero y comenzando las lluvias nacen las tortuguitas, las terecayas entre febrero y marzo, la baba en agosto, el caimán del Orinoco pone sus huevos entre noviembre y febrero.


Joseíto Jiménez, Cronista de Cabruta, va diciéndonos que con las nubazones salían las Tortugas en un radio de un kilómetro frente al pueblo. Que los temporadistas iban de noviembre a abril y que venían de todo el país. Las chalanas llevando hasta diez mil. Que se daba a cada familia según sus miembros, un área medida con un cordón, determinándose que había huevos con una puya que se hundía y era como medio metro aprovechable. Se vigilaba en la noche y había un encargado de la repartición hasta que en 1958 asumió la GN. Los huevos se aprovechaban para el aceite de tortuga que se expendía para candelabros y otros usos. Para que las Tortugas no se murieran luego de soleadas al penetrar al agua, se formaba una gran fila de gente azuzándolas desde la orilla para impedir que salieran. Las que se morían en los viajes se las comían. Al otro lado se veía una playa ennegrecida por las Tortugas. Los playones eran grandes jaujales.


Y José Acevedo: esta playa la voy a sellá; con el talón, y sacaban lo que querían: dos y tres mil huevos, para vender o regalar.

Cabrera Malo divisa “El cálido aliento de la sabana asoleada llegaba hasta nosotros. Espejeaba el desierto sin límites, y el cielo era una como bóveda de acero caldeada hasta el rojo blanco, que evocaba en mí las próximas marchas extenuantes por los arenales lóbregos, bajo el vuelo de las gaviotas agoreras; la calma temerosa de los mediodías; las tardes cayendo en el medroso silencio, como un pesar irreparable, sobre las cosas sin relieve; las alucinantes claridades de las noches, el estupor de la lejanía gris; y, tras la efímera frescura de las auroras, otra vez las jornadas que no se concluyen nunca, otra vez el temblor de horizonte entre los vapores caldeados; otra vez la llanura impregnada de soledad, jadeante de fiebre y exhalando el melancólico olor de yerbas secas a la luz cadavérica de la luna” (p. 330).

FUENTES CONSULTADAS

BALZA LUGO, Juan. Bosquejo de una Semana Santa en Pariaguán, en La Prensa, 26.3.1986. p. 7.

Cabrera Malo, Rafael, El Reflejo de los Remansos Azules. Caracas: Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Española, 1989. -- 389 p. (Colección Génesis))

De Armas Chitty, J. A. Cardumen: relatos de tierra caliente Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1990. -- 113 p. -- (Colección El Libro Menor, 172).

De Armas Chitty, J. A. Zaraza: biografía de un pueblo. Caracas : Universidad Central de Venezuela, Instituto de Antropología y Geografía, 1949. – 279 p. retr. – (Serie de historia).

GALLEGOS, Rómulo. Doña Bárbara. Caracas: Colección Ayacucho, 1977.

Guía Ecoturística de Miro Popic Net, revisado en http://www.miropopic.com/ecoturistica/ (enero 2009)

Lara, Salvador. Jabillal: Relatos y vivencias del Llano. Editorial Publi-Teo, San Juan de los Morros, 2001.

LAZO MARTI, Francisco Poesías Caracas; Academia Venezolana de la Lengua, MCMLXXXVIII.

LOYO ROJAS, Raúl (1985). Karanaú. Bogotá: Colcultura.

MARQUEZ G., Naury (1999). La devoción al Nazareno de Achaguas. Calabozo: Corpollanos.

MARTINEZ, Jose Francisco. Aquellas Semanas Santas, en El Nacionalista, 25-3-1986, p. 24-25.

RAMO, Cristina y Ayarzaguena, José. Fauna Llanera: Apuntes sobre su morfología y ecología. Caracas: Cuaderno Lagoven, 1983.

RODRÍGUEZ, Adolfo. “Ecología de la Semana Santa”, en Sobre Los Llanos. Bogotá, Colombia, Publicaciones de la Asociación Cravo Norte, 1988.

SACHS, Carl De los Llanos. Caracas-Madrid: Ediciones Edime, 1955.

TORREALBA, Antonio José El Diario de un Llanero, Caracas: UCV 1987.

INFORMANTES: Ana Socorro del Corral (1980), don Félix León /1985) , José Jiménez (2003).

*Historiador y poeta venezolano (Los Teques, estado Miranda)

Fotografias tomadas de:

http://animalesdelllanoyesika.blogspot.com/2009_02_01_archive.html

http://educacion.jalisco.gob.mx/N_Mediateca/Software/Softwareeduc/sftgeografia/regiones/galerias/fauna16.html

http://www.venezuelatuya.com/fotos/verfotos.htm?679,

http://travel.webshots.com/photo/2668749340033582113QKeGKE

http://loqcve.blogspot.com/

http://azzimut.blogspot.com/2006_02_26_archive.html

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