DISCURSO DE ORDEN EN EL 424º ANIVERSARIO
DE
06 DE ENERO DE 2009
Agradezco a las autoridades municipales el honor y la responsabilidad de rememorar esta fecha tan significativa para, una vez más, identificar nuestros valores comunes consolidados en nuestra historia local, que hoy nos convoca y nos invita a ser y sentirnos ciudadanos del mundo desde los linderos de esta querida comarca.
Quiero en efecto referirme a algunos valores que construyen una sociedad madura y en permanente proceso de transformación: transformarse, evolucionar es una condición para que la sociedad pueda lograr su pleno desarrollo.
¿Que tiene que ver esto con el aniversario de la fundación de este pueblo que hoy estamos celebrando? Un seis de enero de 1585 surgía el germen del proceso evolutivo de los valores indispensables que definen nuestra identidad como hijos de este pueblo, necesaria y felizmente vinculado al proceso de integración global que exige la realidad de la humanidad.
VALORES, SOCIEDAD Y CAMBIOS
Permítanme, pues, referirme a algunos valores esenciales sin los cuales sería imposible nuestro aporte al mencionado proceso. Sería imposible también recibir nosotros los beneficios de la herencia socio-cultural de nuestras raíces y de nuestro integrarnos al quehacer común de la gran familia humana.
Menciono en primer lugar el respeto a la contribución del pensamiento individual y colectivo, independientemente de las casillas ideológicas, políticas o religiosas con las que nos empeñamos en delinear nuestra existencia, sin darnos cuenta de que nos convertimos en islas de pensamiento y de acción. Ese aislamiento nos impide recibir el fruto de nuestro esfuerzo en el inmenso mar de soluciones a las necesidades que nos invitan a compartir lo mejor de cada uno…Seamos surcos para la buena siembra, y que a nosotros se nos pueda aplicar aquel verso del eximio poeta, coterráneo nuestro, Don Miguel Ramón Utrera:
“Del tibio surco nacerán luceros”…
El respeto, amigos, es también reconocer y aceptar nuestras diferencias. Allí radica la posibilidad de establecer un diálogo constructivo e incluyente. ¡Para lograrlo se requieren cambios!...Estos cambios exigen nuevos acuerdos colectivos que reflejen el estrecho equilibrio entre leyes, derechos humanos, responsabilidad y reciprocidad entre nosotros los individuos, como elementos claves para una sociedad madura donde todos colaboremos para una aceptable realidad común.
Insisto en que se requieren nuevas acuerdos colectivos, pues ya basta de decisiones erradas que nos lanzan por despeñaderos insalvables, como lo demuestran —baste un solo ejemplo— informes contundentes de
Sin embargo, la humanidad decide utilizar 200 billones de dólares anualmente en armamentos, mientras que el exceso de producción de alimentos (que son luego desechados sin uso) alcanza en promedio, a cien billones de dólares. Europa consume, ella sola, 40 billones de dólares en helado. En comida para mascotas, América gasta 37 billones anuales. Y eso no es todo: para el año 2020, se estima que 16 millones de niños se sumarán a los 900 millones de personas con hambre en el mundo.
La humanidad no sólo ha violado el respeto a su propia integridad, sino el derecho esencial a la vida, el mayor regalo de amor de nuestro Dios. Los errados acuerdos colectivos que originan violaciones como ésas, simplemente necesitan ser cambiados.
¡No es asunto, señores, de una fácil división entre buenos y malos! Es la dinámica evolutiva de la civilización. Desde nuestros orígenes encontramos la ironía repetida de situaciones como la de nuestros conquistadores, quienes habían sido previamente conquistados, y hasta el nombre de sus tierras lo perdieron junto con su identidad, en un proceso histórico que fue dando paso a nuevos pueblos y nuevas sociedades. Junto a las contribuciones de la conquista vinieron retos: enfermedades como la viruela y otras calamidades originaron búsqueda de soluciones que, con sus pro y sus contra consolidaron el avance de las nuevas fundaciones. De allí la necesidad inevitable de la interdependencia de los pueblos y de irse ajustando a las exigencias ineludibles de la humanidad. Hoy es urgente el proceso de conquista hacia nosotros mismos, hacia nuestros derechos y especialmente hacia nuestros deberes humanos.
El barco colonizador que arribó a pueblos menos privilegiados, debe ahora ser cambiado por la nave de la unidad, con la bandera de la diversidad y el respeto por todos los pueblos de la tierra.
He esbozado algunas facetas del devenir de nuestro hacernos como pueblo, como país y como nación. Aquí mismo en el actual estado Aragua, desde hace 4500 ó 5000 años, se delineaban rasgos de una sociedad sujeta al cambio, a veces brusco, de la historia, como, por ejemplo, el de la fe sencilla, característica la nobleza de los pueblos primitivos de la tierra. Aquí al igual que en otras regiones a través de los siglos, pueblos de diferentes idiosincrasias y procedencias fueron dejando su huella cultural en estas tierras.
Una vez más celebramos nuestra herencia indígena hasta en el mismo nombre de nuestro estado: Aragua en Cumanagoto —dicen— traduce el nombre de la planta que hoy llamamos chaguaramo o mapora. Hasta el nombre de un árbol es testigo fiel del proceso evolutivo de los pueblos, en el cual lo que somos ahora encuentra raíces en lo que hemos sido en el pasado.
NECESIDADES Y PROPUESTAS
En Segundo lugar, quiero referirme a la responsabilidad en los ámbitos específicos de: la educación, el trabajo y la reciprocidad.
Con respecto a la educación, el nuevo enfoque de la humanidad señala una escuela basada en la interacción entre la sociedad, el Estado, los padres, representantes, alumnos y maestros. Este enfoque plantea un curriculum que rescate la vida cotidiana donde el arte, la estética, el amor, y la comprensión, marchen juntos con la ciencia, gerenciando el conocimiento, el aprendizaje, y la creatividad en función del desarrollo completo, integral del ser humano. Para ello es necesaria la reculturización de todos los que intervienen en el hecho educativo.
Con respecto al trabajo, ganarse el pan de cada día con el sudor de la frente es la forma más elevada de oración a Dios. La dependencia social de programas subsidiados fomenta el vacío de trabajo concebido como fuente de contribución a la madurez individual y colectiva.
En la medida en que cada uno asuma su responsabilidad frente al trabajo se hará menos necesario el nivel de control contenido en las leyes y normas sociales, necesarias para mantener el orden en una sociedad menos madura. Hoy se han necesitado para salvarnos del caos y la tristeza.
Nada de lo anterior sería factible sin un nivel eficiente de reciprocidad de cada uno de nosotros dentro del contexto político-social. ¿Acaso éstas no son y han sido verdades universales inevitables en cualquier página del tiempo, y en cualquier abecedario con que se va escribiendo la historia en cualquier lugar?
¡Izemos la bandera de la realidad que necesitamos concretar! Esa realidad hoy, aquí en este pueblo y en esta comunidad que alimentó los sueños de mi infancia, toma nombres y apellidos específicos como lo demuestra una serie de propuestas que se han hecho. Me permito mencionar como ejemplo, sólo algunas que, igual que todas las demás, únicamente necesitan un simple acuerdo colectivo entre autoridades y comunidad sansebastianera para que comiencen a ser ejecutadas inmediatamente.
Las propuestas que cito se refieren a:
La basura, las aguas servidas y el sector cultural.
En materia de salubridad e higiene, la basura no es, no ha sido, ni será nunca un problema ajeno. Hace pocos meses, este problema clamó a gritos desde Nápoles, Italia, cuando la ciudad no pudo contener el ahogarse en basura convirtiéndose en una triste y nefasta realidad internacional en pleno comienzo de este siglo XXI. El hecho de que este desastre esté ocurriendo en todas partes, no nos excusa de atenderlo aquí y ahora en nuestra comunidad.
El agua, aquí en San Sebastián de los Reyes, es otro problema que amerita soluciones inmediatas. El tradicional desabastecimiento ha generado formas incorrectas de acumulación que favorecen la propagación del mosquito trasmisor del dengue. Se requiere regularizar, de una vez por todas el servicio del agua, y emprender una campaña educativa sobre el adecuado uso y almacenamiento de la misma.
Hasta ahora lo que se ha hecho es remediar las consecuencias mediante fumigaciones nocivas para la salud, sin atacar las causas del problema. Somos cómplices cuando por indolencia o descuido, muere de dengue el niño del vecino, que hasta en su último sacrificio nos alerta sobre nuestra propia vulnerabilidad.
En el sector cultural, quiero proponer en esta fecha que sean adquiridas, recuperadas antes de que sea más tarde, y destinadas a conservar la memoria del poeta Don Miguel Ramón Utrera, tanto su casa natal como la de su residencia.
Retomo también aquí la propuesta de crear un fondo editorial para la publicación de obras de autores sansebastianeros. Esta propuesta conlleva el establecimiento de normas y condiciones para que los autores puedan optar a la publicación sin ser excluidos en ningún momento, con motivo de sus creencias e ideologías políticas…
Lo que aquí vengo exponiendo no es producto solamente de mi experiencia profesional, sino también del mirar desde la venta de mi infancia…Quiero agradecer de todo corazón a mi maestra Carmen Borges. A ella le confieso que desde mi mirada silenciosa pude valorar su desprendida vocación a la enseñanza. Ella me inculcó el deseo de aprender y de celebrar la creatividad infantil a través de las artes, experiencia compartida con mis amigos de entonces que son mis amigos de siempre…. ¡Maestra Carmen, aunque antes, por timidez, no logré decírselo, aún en este día me sobra el sentimiento, pero me siguen faltando las palabras para decirle Gracias!
Mi perspectiva también es producto del esfuerzo y ejemplo de mis padres y de los momentos de buena voluntad de mi familia.
Y hablando de maestros, para mi hermana Marielba y para mí, Don Miguel Ramón Utrera fue faro, luz y Fortaleza. Fue un gran mentor para nosotras. Dentro de un marco de pobreza y negatividad, utilizó con nosotras todas sus habilidades pedagógicas que, gracias a Dios y a él, lograron capacitarnos para asumir nuestro papel como agentes de cambio social con sentido de responsabilidad, reciprocidad, y respeto en los ámbitos en los que nos ha tocado desempeñarnos….
¡Gracias, Don Miguel, Maestro!….¡Cómo medir la inmensidad del tesoro que usted depositó en nuestros corazones!...¡Cómo cuantificar la magia de aquellos sábados que, aunque podrían haberse perdido en el tiempo, continúan sumando horas en franca rebeldía con el calendario de la ausencia. Como usted dice, Maestro, en uno de sus poemas:
“Porque en la espiga del nombre
Se detiene el vuelo de las horas”.
Amigos, he hablado de valores. Sólo en función de ellos, podremos ir refundando el pueblo cada día, siguiendo el ritmo inevitable de los tiempos y de la sociedad, preservando nuestra identidad con el solo propósito de contribuir a la riqueza de la diversidad universal.
Este nuevo aniversario nos invita a no quedarnos rememorando la historia del pasado, o esperando pasivamente una lluvia de soluciones.
Esta fecha igualmente nos hace recordar, cómo San Lúcar de Barrameda, la tierra de nuestro fundador, era tan sólo una villa que había obtenido el título de ciudad apenas siete años antes de la fundación de nuestro pueblo, que ostenta dicho título desde el primer día de su existencia. Desde ese mismo día, San Sebastián de los Reyes, pueblo generador de muchos otros de nuestro territorio patrio, pareciera destinado a seguir siendo un núcleo generador de vida, una comunidad de brazos abiertos al país, al mundo y a la historia….
Un pueblo que valora el aporte de las diferencias, porque si no, iría contra Natura: la diversidad es obra del mismo Dios, quien creó el azul de cielo y mar, el verde de los campos y la múltiple cromatografía del arco iris.
Dejémosle, pues, a las generaciones venideras, un San Sebastián de los Reyes comprometido con el llamado de la historia.
¡Gracias por haberme permitido compartir estas ideas!
*Terapista ocupacional y poeta venezolana
No hay comentarios:
Publicar un comentario