Cronista, médico y poeta
2008
MIERCOLES, 31 DE DICIEMBRE
Natalia y yo vamos por lo necesario para cubrir la mesa de año nuevo. Natalí y Valia adornan el arbolito. A las 10 de la noche partimos para la Plaza Roja. El paso es limitado. Hay dos controles estrictos por lo del terrorismo. Las bebidas alcohólicas son prohibidas. Recuerdo que durante el socialismo recibir el año nuevo en la Plaza Roja era una sola borrachera. Ded Moroz, el San Nicolás ruso, anima la velada que transcurre con bailes típicos rusos. Ded Moroz habla hasta por lo codos. Debe tener unos tragos demás. Luego en una pantalla gigante habla Medvedev, el presidente. El reloj del Kremlin da las doce campanadas y todos gritan c novin godon, feliz año.
2009
JUEVES, 1 DE ENERO
Regresamos a casa. En los pasillos del Metro los indigentes duermen en el suelo junto a los perros callejeros. Unas mujeres, con botellas de champaña en mano, cantan estridentemente el himno nacional, pero el soviético. ¿Nostalgia? Sopla un viento muy frío y el suelo se ha congelado. Fuegos artificiales se disparan desde los balcones. Celebramos hasta el amanecer.
Me despertó el teléfono. No tengo idea de la hora. Llama Valentín Vasilevich , el padre de Lida, desde Siberia. Me habló de su dacha, de los ladrones que no lo dejaban en paz. Dice que hace un frío terrible, pero que se las arregla con su chimenea y con dos tragos de vodka. Tiene casi 80 años y está semiparalizado después de un accidente cerebrovascular…
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