EL OSADO CORONEL AGUSTÍN CODAZZI LLEGÓ A LA MONTAÑA E INVENTÓ LA COLONIA TOVAR
Alberto Hernández
** Entre la niebla y el monte apareció el lugar donde habría de instalarse la villa: ese día de abril los inmigrantes venidos del Ducado de Baden inventan otro mundo, parecido al que traían en los recuerdos.
El primer periódico de Aragua apareció el 8 de agosto de 1843. Fue la Colonia Tovar, la otrora Hacienda de la familia Tovar, cercana al Libertador, donde precisamente el documento que recogió la histórica fundación de ese enclave poblacional, gracias a los buenos oficios del “Sr. Don Ángel Quintero, entonces Ministro de Interior, en el cual le pedía (a Agustín Codazzi) el gobierno informes sobre los lugares más adecuados en Venezuela para establecimientos de inmigración”.
(Este periódico –en edición facsimilar-, llamado “Boletín de la Colonia Tovar”, fue reeditado con los auspicios de la Alcaldía del Municipio Tovar. “Su tamaño original era de 20 por 13 centímetros, circuló hasta el primero de enero de 1845, pero sólo aparecieron 5 números. Para esta edición se ha utilizado la publicada por la Asociación Cultural Humboldt en 1971. Se hace en recuerdo a la primera carta de septiembre de 1840 referida a la fundación de la Colonia Tovar, dirigida por el Secretario de lo Interior a Agustín Codazzi”).
Un boletín histórico
Gracias a la buena voluntad del desaparecido periodista Luis Alberto Contreras, supimos de ese texto que nació en la imprenta de Alfredo Thiberge. De es modo quisimos entrar en tan enjundiosos papeles para asomar algunos datos que nos llevan a saber del nacimiento de la bella Colonia Tovar, enclavada en las montañas vecinas de La Victoria.
Como se si tratara de una novela, el redactor de ese periódico sin ilustración alguna, comienza a relatar el cuento con lujo de detalles: “Hallábase en París el Coronel Agustín Codazzi ocupado en la publicación de sus trabajos cartográficos cuando recibió un oficio (fecha 17 de diciembre de 1840…)”.
En adelante, el citado Ángel Quintero pasa a pedir datos sobre algún espacio donde pudiera asentarse una importante colonia europea…”que pudiese suministrar por su larga experiencia en las frecuentes correrías que sus trabajos cartográficos le habían obligado hacer en la tierra adentro…”.
La respuesta de Codazzi
El Coronel Agustín Codazzi respondió al ministro Quintero el 15 de enero de 1841, y “se redujo a decir que por no tener a la mano los borradores en gran escala de las cartas de las provincias no le era posible indicar la ubicación de los terrenos”.
Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de un próximo viaje a Venezuela desde Francia con todos los elementos necesarios, surgiendo de paso la fundación de una colonia. En adelante, comenzó a estudiar desde Europa los sitios que le permitirían la creación de la colonia con proposiciones de escoger pobladores del viejo continente. Eligió habitantes alemanes por ser éstos los seleccionados por Estados Unidos para enriquecer de nuevas ideas al país norteamericano. Codazzi contrató germanos de la comunidad de Endingen, del Kaiserstuhi, del Ducado de Baden.
Para darle más vigor a la idea, Agustín Codazzi se entrevistó con personalidades de renombre: gente del Instituto Boussingault y con el sabio viajero Alejandro de Humboldt. El coronel hacía esto porque consideraba a Venezuela su patria adoptiva y deseaba darle un buen servicio. Alejandro Benitz también recibió a Codazzi. Benitz era el grabador del mapa de Venezuela. Buscó información en Alemania para tratar de reunir al primer grupo de expedicionarios que vendrían al trópico. El gobierno alemán pidió a Benitz que viajara a este país de América del Sur para investigar y dar a conocer las condiciones que presentaba la región. Hecho esto, Benitz le informó a Codazzi que viajaría al Nuevo Continente con toda su familia para él mismo, junto con otros, fundar residencia. Por supuesto, si “el clima era sano y fértiles las tierras”.
Una aventura en la espesa montaña
En agosto de 1841 llegan a La Guaira Codazzi y benitz. Mientras el segundo se queda en Caracas, Codazzi decide recorrer las montañas de la costa para elegir el lugar donde nacería el milagro…”abriendo picas e internándose en aquellos lugares donde nadie antes de él había penetrado”.
Pensó Codazzi que la cercanía a la costa sería favorable a la instalación del primer contingente de personas que arribaría a inventar el sueño, una aventura que tiene hoy forma de villa alemana enclavada en la neblina de Aragua. La entrada y salida de los productos de la tierra, el clima, la paz ciudadana y la libertad ofrecida, formaban las ideas centrales del Coronel Codazzi. Así, el éxito de esta empresa estaría garantizado.
Un Coronel “boy scout”
Cuatro veces Codazzi registró los rincones más tupidos de esas serranías costaneras. Hasta que le dieron informes “sobre los bosques que están al norte de La Victoria”. Realizó la quinta incursión con “el ánimo de pasar por las cabeceras del río Maya que cae al Tuy, hacia las de otro río del mismo nombre que baja al mar algunas leguas a sotavento de La Guaira”.
El 11 de octubre de 1841 inició el viaje desde la Victoria, en compañía de Ramón Díaz y José Hidalgo, quienes consiguieron doce peones y alimentos para unos ocho días. “Subieron por entre la quebrada de Macuaya hasta la Vega de Maleteros, y tomando allí un estribo montaron a la fila que comparte las aguas entre esta quebrada y el río de Aragua”.
Luego pasaron la noche en Maya del Tuy donde “formaron rancherías”, una vez recorrido el Paso de la Grita y los potreros mencionados donde durmieron. Hidalgo, mientras tanto, decidió buscar un baquiano que los ayudara a seguir sin las bestias por lo “fragoso” del terreno. Esa mañana siguiente retornó Hidalgo con el baquiano, “que se decía práctico en todas aquellas montañas hasta el mar”.
Se reemprendió el paso y por vez primera se internaron en el bosque, “pues hasta entonces se había andado por cerros cubiertos de paja”.
Otra noche les cayó en cima, de sorpresa. Estaban en una cresta elevada “donde no le fue posible encontrar otra agua para beber que la que se recoge entre las hojas apiñadas de una parásita”. El sol los tomó acomodando los avíos y, así, siguieron la fila de la neblinosa montaña tropical.
El ruido de los machetes abriendo picas era para ellos una suerte de esperanza, a pesar de lo lento de la incursión. Suponían ser los primeros en hollar estas húmedas alturas. El baquiano hablaba de picas abiertas por las dantas, pero tanto los victorianos como Codazzi suponían que estos lugares habían sido frecuentados por los aborígenes antes de la llegada de la conquista.
Una mañana de dudas
Los “montañeros” se encontraban en Pico Maya, de acuerdo con la versión del baquiano. Eran las nueve de la mañana. La espesa niebla era parte de esa flora que confundía los “caminos”, mullidos por la sombra, la hojarasca y los opacos rayos de un sol cercano pero frío. Como monos hicieron subir a algunos hombres a los árboles más altos para convertirlos en atalayas. Pero nada vieron. Los vigías confundían los volúmenes de la masa vegetal misteriosa con túmulos de tierra y rocas. En ese momento, comenzó la duda sobre los conocimientos del “práctico”, quien se justificaba culpando a la niebla. Siguieron hacia el oeste, “hasta un punto más elevado que se dejaba ver a alguna distancia, marchando de este modo aseguraba el baquiano que las aguas de la derecha, es decir, las que bajaban hacia el norte, caían en el mar, y que las de la izquierda, después de haber formado el río El Tigre iban a reunirse con las del Aragua. Más tarde averiguó Codazzi que la primera de estas direcciones era inexacta, pues las aguas de la derecha son las que forman las cabeceras del Tuy, donde actualmente se encuentra la Colonia”.
Hasta aquí el relato, con la advertencia de que “continuará”.
Luego, el “Boletín de la Colonia Tovar” Nº 1 sigue con dos aspectos importantes como son “Agricultura y Artes”.
El periódico está escrito en español y contiene una versión en alemán, de modo que podríamos considerarlo como el primer periódico bilingüe fundado en Venezuela.
Imagen tomada de http://www.repbolvenezuela.pl/turismo.htm
(Este periódico –en edición facsimilar-, llamado “Boletín de la Colonia Tovar”, fue reeditado con los auspicios de la Alcaldía del Municipio Tovar. “Su tamaño original era de 20 por 13 centímetros, circuló hasta el primero de enero de 1845, pero sólo aparecieron 5 números. Para esta edición se ha utilizado la publicada por la Asociación Cultural Humboldt en 1971. Se hace en recuerdo a la primera carta de septiembre de 1840 referida a la fundación de la Colonia Tovar, dirigida por el Secretario de lo Interior a Agustín Codazzi”).
Un boletín histórico
Gracias a la buena voluntad del desaparecido periodista Luis Alberto Contreras, supimos de ese texto que nació en la imprenta de Alfredo Thiberge. De es modo quisimos entrar en tan enjundiosos papeles para asomar algunos datos que nos llevan a saber del nacimiento de la bella Colonia Tovar, enclavada en las montañas vecinas de La Victoria.
Como se si tratara de una novela, el redactor de ese periódico sin ilustración alguna, comienza a relatar el cuento con lujo de detalles: “Hallábase en París el Coronel Agustín Codazzi ocupado en la publicación de sus trabajos cartográficos cuando recibió un oficio (fecha 17 de diciembre de 1840…)”.
En adelante, el citado Ángel Quintero pasa a pedir datos sobre algún espacio donde pudiera asentarse una importante colonia europea…”que pudiese suministrar por su larga experiencia en las frecuentes correrías que sus trabajos cartográficos le habían obligado hacer en la tierra adentro…”.
La respuesta de Codazzi
El Coronel Agustín Codazzi respondió al ministro Quintero el 15 de enero de 1841, y “se redujo a decir que por no tener a la mano los borradores en gran escala de las cartas de las provincias no le era posible indicar la ubicación de los terrenos”.
Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de un próximo viaje a Venezuela desde Francia con todos los elementos necesarios, surgiendo de paso la fundación de una colonia. En adelante, comenzó a estudiar desde Europa los sitios que le permitirían la creación de la colonia con proposiciones de escoger pobladores del viejo continente. Eligió habitantes alemanes por ser éstos los seleccionados por Estados Unidos para enriquecer de nuevas ideas al país norteamericano. Codazzi contrató germanos de la comunidad de Endingen, del Kaiserstuhi, del Ducado de Baden.
Para darle más vigor a la idea, Agustín Codazzi se entrevistó con personalidades de renombre: gente del Instituto Boussingault y con el sabio viajero Alejandro de Humboldt. El coronel hacía esto porque consideraba a Venezuela su patria adoptiva y deseaba darle un buen servicio. Alejandro Benitz también recibió a Codazzi. Benitz era el grabador del mapa de Venezuela. Buscó información en Alemania para tratar de reunir al primer grupo de expedicionarios que vendrían al trópico. El gobierno alemán pidió a Benitz que viajara a este país de América del Sur para investigar y dar a conocer las condiciones que presentaba la región. Hecho esto, Benitz le informó a Codazzi que viajaría al Nuevo Continente con toda su familia para él mismo, junto con otros, fundar residencia. Por supuesto, si “el clima era sano y fértiles las tierras”.
Una aventura en la espesa montaña
En agosto de 1841 llegan a La Guaira Codazzi y benitz. Mientras el segundo se queda en Caracas, Codazzi decide recorrer las montañas de la costa para elegir el lugar donde nacería el milagro…”abriendo picas e internándose en aquellos lugares donde nadie antes de él había penetrado”.
Pensó Codazzi que la cercanía a la costa sería favorable a la instalación del primer contingente de personas que arribaría a inventar el sueño, una aventura que tiene hoy forma de villa alemana enclavada en la neblina de Aragua. La entrada y salida de los productos de la tierra, el clima, la paz ciudadana y la libertad ofrecida, formaban las ideas centrales del Coronel Codazzi. Así, el éxito de esta empresa estaría garantizado.
Un Coronel “boy scout”
Cuatro veces Codazzi registró los rincones más tupidos de esas serranías costaneras. Hasta que le dieron informes “sobre los bosques que están al norte de La Victoria”. Realizó la quinta incursión con “el ánimo de pasar por las cabeceras del río Maya que cae al Tuy, hacia las de otro río del mismo nombre que baja al mar algunas leguas a sotavento de La Guaira”.
El 11 de octubre de 1841 inició el viaje desde la Victoria, en compañía de Ramón Díaz y José Hidalgo, quienes consiguieron doce peones y alimentos para unos ocho días. “Subieron por entre la quebrada de Macuaya hasta la Vega de Maleteros, y tomando allí un estribo montaron a la fila que comparte las aguas entre esta quebrada y el río de Aragua”.
Luego pasaron la noche en Maya del Tuy donde “formaron rancherías”, una vez recorrido el Paso de la Grita y los potreros mencionados donde durmieron. Hidalgo, mientras tanto, decidió buscar un baquiano que los ayudara a seguir sin las bestias por lo “fragoso” del terreno. Esa mañana siguiente retornó Hidalgo con el baquiano, “que se decía práctico en todas aquellas montañas hasta el mar”.
Se reemprendió el paso y por vez primera se internaron en el bosque, “pues hasta entonces se había andado por cerros cubiertos de paja”.
Otra noche les cayó en cima, de sorpresa. Estaban en una cresta elevada “donde no le fue posible encontrar otra agua para beber que la que se recoge entre las hojas apiñadas de una parásita”. El sol los tomó acomodando los avíos y, así, siguieron la fila de la neblinosa montaña tropical.
El ruido de los machetes abriendo picas era para ellos una suerte de esperanza, a pesar de lo lento de la incursión. Suponían ser los primeros en hollar estas húmedas alturas. El baquiano hablaba de picas abiertas por las dantas, pero tanto los victorianos como Codazzi suponían que estos lugares habían sido frecuentados por los aborígenes antes de la llegada de la conquista.
Una mañana de dudas
Los “montañeros” se encontraban en Pico Maya, de acuerdo con la versión del baquiano. Eran las nueve de la mañana. La espesa niebla era parte de esa flora que confundía los “caminos”, mullidos por la sombra, la hojarasca y los opacos rayos de un sol cercano pero frío. Como monos hicieron subir a algunos hombres a los árboles más altos para convertirlos en atalayas. Pero nada vieron. Los vigías confundían los volúmenes de la masa vegetal misteriosa con túmulos de tierra y rocas. En ese momento, comenzó la duda sobre los conocimientos del “práctico”, quien se justificaba culpando a la niebla. Siguieron hacia el oeste, “hasta un punto más elevado que se dejaba ver a alguna distancia, marchando de este modo aseguraba el baquiano que las aguas de la derecha, es decir, las que bajaban hacia el norte, caían en el mar, y que las de la izquierda, después de haber formado el río El Tigre iban a reunirse con las del Aragua. Más tarde averiguó Codazzi que la primera de estas direcciones era inexacta, pues las aguas de la derecha son las que forman las cabeceras del Tuy, donde actualmente se encuentra la Colonia”.
Hasta aquí el relato, con la advertencia de que “continuará”.
Luego, el “Boletín de la Colonia Tovar” Nº 1 sigue con dos aspectos importantes como son “Agricultura y Artes”.
El periódico está escrito en español y contiene una versión en alemán, de modo que podríamos considerarlo como el primer periódico bilingüe fundado en Venezuela.
Imagen tomada de http://www.repbolvenezuela.pl/turismo.htm
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