José Marcial Ramos Guédez.
“No creo que exista en nuestra literatura de
Liscano, Juan.
Nuestro personaje, Juan Pablo Sojo nació el 23 de diciembre de 1907 en la población de Curiepe, Municipio Brión del Estado Miranda y murió en la ciudad de Caracas el 8 de octubre de 1948. Durante sus años juveniles tuvo como principal maestro a su padre Juan Pablo Sojo B., el Viejo (1865-1929), quien fue un reconocido músico y recopilador de festividades de origen africano-católicas, tanto de su pueblo natal como de toda la subregión de Barlovento. Además, Sojo, hijo, a lo largo de su corta vida, incrementó como autodidácta sus conocimientos académicos en los campos de la etnohistoria, la demografía, la sociología, la literatura (poesías, novelas, cuentos y dramaturgía), el periodismo de opinión y con mayor intensidad los estudios relacionados con la trata de esclavizados, el uso de mano de obra sometida a esclavitud y los múltiples aportes culturales de los africanos y sus descendientes en el contexto del continente americano.
Cuando leemos, las obras publicadas por Juan Pablo Sojo : Tierras del Estado Miranda, sobre la ruta de los cacahuales (Crónicas,1ª.ed. Caracas, 1938); Temas y apuntes afro-venezolanos ( Ensayos,1ª.ed. Caracas, 1943); Nochebuena negra (Novela, 1ª.ed. Caracas, 1943); “Selección de algunos trabajos literarios, lingüísticos y de investigación folklórica” En: El estado Miranda sus tierras y sus hombres. Caracas: 1959; Estudios del folklore venezolano (Ensayos, 1ª.ed. Los Teques, 1986) y numerosos artículos en periódicos y revistas, los cuales se difundieron en El País, La Esfera, Ahora, El Universal, El Nacional, Revista Nacional de Cultura, El Farol, etc., y en ellos reivindicó los valores culturales de los africanos y sus descendientes en la formación etnohistórica y social de nuestra nación; todo lo antes dicho, a través de una visión desde adentro, tomando en cuenta el modo de ser de los barloventeños y de los otros venezolanos de origen africano. E igualmente, observamos que conoció ampliamente a africanistas de su época, tales como James George Frazer, Arthur Ramos, Gilberto Freyre, Fernando Ortiz, Maurice Delafosse, Raymundo Nina Rodríguez, etc. Además, citó en muchas ocasiones a los cronistas Juan de Castellanos, José Gumilla, José de Oviedo y Baños, Fray Alonso de Zamora y Pedro Joseph de Olavarriaga. Asimismo, a los expedicionarios : Alejandro de Humboldt y Francisco Depons. También, fueron frecuentes sus múltiples referencias a autores venezolanos contemporáneos: Arístides Rojas, Francisco Tosta García, Lisandro Alvarado, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Amílcar Fonseca, Carlos Irazábal, Enrique Bernardo Núñez, Juan Liscano, Francisco Tamayo, Gilberto Antolínez y muchos otros.
Juan Pablo Sojo, además, escribió poesías, novelas, cuentos y obras de teatro, todas afianzadas en los numerosos problemas que afectaban a los descendientes de africanos tanto en Barlovento como en toda Venezuela, por lo tanto, observamos que tuvo “…un gran afecto por su tierra y el elemento humano que la habitaba, todavía con vivas manifestaciones del contacto entre lo africano y la naturaleza barloventeña…” (Sojo Cardozo, Juan Pablo “Introducción” En: Sojo, Juan Pablo. Estudio del folklore venezolano. p. 9). E igualmente, tenemos que destacar, que fue J.P. Sojo, quien por primera vez utilizó en la patria de Simón Bolívar, el término “afrovenezolano”, con la finalidad de hacer alusión a los componentes étnico-culturales procedentes del continente africano e sembrados firmemente en el país llamado Venezuela. Asimismo, es bueno señalar, que en las veintiséis (26) Constituciones, que han sido promulgadas en la nación aludida, nunca se ha tomado en consideración los aportes antes mencionados, y la propuesta relacionada con “los afrodescendientes”, que fue incluida en el Artículo 100, del Proyecto de reforma de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela, elaborado tanto por el Presidente Hugo Chávez Frías como por la Asamblea Nacional, fue rechazado junto con los otros artículos propuestos en el referéndun efectuado el día 2 de diciembre del año 2007.
Con amplitud de criterios y sin desconocer las fallas u omisiones, que pudo haber cometido Juan Pablo Sojo, a lo largo de sus obras citadas, apreciamos que desde la visión de lo regional-local, pudo interpretar tanto nuestra cultura nacional como una aproximación a la mundial, lo que hoy llamaríamos la “globalización”. Además, vemos que “La obra de este genuino representante de su pueblo se caracteriza por el acento y la pasión de la tierra expresados en un lenguaje sin refinamientos ni excelencia estilísticas; sencillamente recio, descarnado, puro. Juan Liscano ha dicho de él que ‘escribía por vocación. Por necesidad de decir una verdad que le ahogaba frecuentemente. Siguiéndole pulso de su emoción’. Era un instinto. Una fuerza que brotaba de un medio castigado y de un pueblo sufrido” (Lhaya, Pedro “El escritor y su pueblo. Memoria de Juan Pablo Sojo” En: El Nacional. Caracas, 19 de octubre de 1955).
Observamos que Juan Pablo Sojo realizó importantes investigaciones sobre los africanos y sus descendientes en Venezuela y por tal motivo, denunció y luchó contra el racismo y la discriminación, orientó sus estudios hacia las costumbres, supersticiones, “brujerías”, arritualismo, magia, las supervivencias negro-culturales, el régimen esclavista, la invocación a los dioses africanos, la princesa María Lionza, la fiesta de San Juan Bautista, los instrumentos musicales de percusión, las fulías como canciones de trabajo, los velorios de angelitos o mampulorio, los velorios de Cruz de Mayo, los sangueos y los luangos, el culto a San Benito, el negro en la toponimia geográfica de nuestro pais y su esfuerzo por elaborar un glosario de afro-negrismo. Toda su actividad como acucioso investigador, fue plasmada en varios libros y artículos de prensa, por ello tiene todos los méritos para ser considerado el propulsor de los estudios afrovenezolanos en el contexto del siglo XX. Sin olvidar, que trabajó en el Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales, institución adscrita a la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y junto con Juan Liscano y Miguel Cardona, participó en la organización del “Gran Festival Folklórico: Cantos y Danzas de Venezuela”, el cual se celebró en el mes de febrero de 1948 en el Nuevo Circo de Caracas, con motivo de la toma de posesión del Presidente Don Rómulo Gallegos.
Ahora bien, en los siguientes párrafos, tendremos la grata ocasión de conocer algunos tópicos relacionados con la novela de Juan Pablo Sojo, titulada : Nochebuena negra (Caracas : Monte Ávila Editores, 1972. 319 p. Biblioteca Popular El Dorado, 40); dicha obra no presenta “…un plan preconcebido, ni persigue una finalidad didáctica ni es un texto de tesis política y, sin embargo, expone con veracidad conmovedora la realidad social, económica, psicológica de la población negra, mulata o mestiza que trabaja en una hacienda de cacao [ubicada en Barlovento, todo ello] para beneficio exclusivo del hacendado”. (Liscano, Juan. “Exordio”, p. 8)
En la obra citada de Juan Pablo Sojo, la leyenda, el mito, el cuento popular, el canto, la copla, la ceremonia, es decir, el acervo de cultura popular tradicional, queda integrado al conjunto y a la realidad psicológica del grupo social descrito. Las escenas culturales no están yuxtapuestas. Son la vida misma. En Nochebuena negra nos encontramos con una pequeña historia de Barlovento, en la cual según la acertada opinión de Juan Liscano, se resalta “… el modo como se hicieron y deshicieron las fortunas, como se mezclaron los negros, y blancos […] Con ligeras variantes, es el mismo cuadro socio- económico que rigió la formación de las fortunas del agro venezolano”. (“Exordio”. p. 10)
Lo primero que vemos en Nochebuena negra, es la situación de explotación y de injusticia que ocasionan los amos en contra de los peones de las haciendas: “…pero Don Gisberto, como todos los amos, era injusto y sordo a la razón. Hacía lo que le venía en gana con su finca, favoreciendo a los suyos y olvidando bien pronto a aquellos infelices que desinteresadamente trabajaron para mejorar sus tierras, haciéndole disfrutar de abundantes cosechas que aumentaron su cuantiosa fortuna…” (Ob.Cit. pp.14-15)
El personaje principal de la novela Nochebuena negra, es el pueblo afrobarloventeño con sus secuelas de problemas; luego nos encontramos con los hacendados (generalmente hombres blancos), quienes estaban destinados por medio del orden económico y social establecido a ser los latifundistas, los jefes civiles, los médicos, los sacerdotes, los comerciantes afortunados y en todos los casos los administradores de sus fincas. Asimismo, vemos en Nochebuena negra la aplicación de un sistema de explotación y control de los peones de la hacienda que si bien es muy antiguo, todavía subsistía en la Venezuela de las primeras décadas del siglo XX, como lo fue el poseer bodega y tienda en la propia finca, con la finalidad de mantener apegado al trabajo a los peones a través del crédito y otras formas de evitar que ellos abandonaran sus faenas. “…Pantoja siguió hablando de ese problema que Crisanto no entendía pero que no dejaba de preocuparlo - De tal suerte, que para evitar esa reacción de descontento entre los peones, pondremos una bodega de suministro en la posesión. En ella se surtirán todos, sin necesidad de ir hasta El Clavo, como es costumbre todas las semanas. Por otro lado, los precios serán iguales a los del pueblo, y además, gracias a usted, le subiré un real más a cada salario…” (Ibídem. p. 25)
En Nochebuena negra, también obsevamos como vivían los peones afrobarloventeños en una hacienda de cacao, pues, según lo escrito por Juan Pablo Sojo, al culminar sus faenas “… fuéronse a sus ranchos, cantando y riendo. El alma de los negros es como el alma de las fuentes cantarinas, clara y bullidora”. (Ibídem, p. 33). Asimismo, en esta novela, no podía pasar inadvertida la atracción sexual que sentía el patrón por las mujeres que le prestaban su servicio o trabajaban bajo sus órdenes. En este caso es el administrador Luis Pantoja quien enamora a la negra Deogracia: “…Don Luis se había pegado al paredón colonial. Hacia él avanzaba una mancha blancuzca, Deogracia, que caminaba lentamente, mirando aquí y allá, con el recelo de la mujer campesina… y al sentirla cerca:
-Mi amor… No tengas miedo…
La tomó de las manos húmedas de sudor, arrastrándola tiernamente hacia sí…
-Ven. Acércate, a mí…
Dame un besito, amor …, anda!
Deogracia escondía su ardoroso rostro. Temblaba como un animal. El, le hablaba, sujetándola por los hombros, apretándole los senos duros. Ella lo repechaba con fuerza, evitando los agarrones de sus manos ávidas sobre sus pechos. El, aprovechándose de la noche que cerraba, dejó deslizar su mano raquítica entre el vestido de ella, contra sus piernas ardientes y macizas. Pero Desgracia le dio un empujón violento, y don Luis cayó al suelo, rabioso y maldiciente, mientras ella huía despavorida…” (Ibídem. p. 34)
También, en Nochebuena negra aparecen varias escenas mágico – religiosas y este es uno de los factores etnológicos de mayor relevancia en las regiones en donde la población está constituida mayoritariamente por descendientes de africanos. Al respecto veamos el siguiente texto:
“Emeterio siguió oyendo a Lino:
-Mira: tú cojes nueve hojas de curiá morá; un jeme de bejuco ‘e diablo y tres hojas de sambito. Todo eso lo echas en una botella, le agregas un mediecito limpio, tres goteritas de azogue y medio de precipitao rojo, llenándolo de extracto de ilusión, legítimo… Esa botella la entierras en la pata de una mata e’ rosa. Luego te consigues una hebra e’pelo de ella y te la amarras ahí.. Por nueve días seguidos, orinas al amanecer en la pata de la mata, procurando que no se caiga la hebra… Después, desentierras la botella y entierras la hebra e’pelo allí mismo y comienzas a usar el olor en el pañuelo. Mira Emeterio: si no la consigues, me tiro al Tuy cuando esté crecido, de cabeza!” ( Ibídem, p. 45). También, apreciamos en la novela aludida, un conjunto de mitos, leyendas y tradiciones populares, propias del pueblo barloventeño, donde se observa el proceso de hibridación étnico-cultural entre la base indígena, la africana y la europea. Por tal motivo, encontramos : la creencia en la existencia de Mandinga, Matacán o el Diablo (la jedentina a azufre), la fiesta de San Juan Bautista (23,24 y 25 de junio), el Velorio de Cruz de Mayo, el Velorio del Niño Jesús de Curiepe, la celebración del Carnaval, la Semana Mayor (o Semana Santa), la Navidad, la oración del Cristo de la Paz, las oraciones para evitar la picada de culebras, la práctica de actos de “brujería”, cuentos de Tío Conejo, Tío Tigre, Tío Caimán y muchos otros.
Los amos de las haciendas de cacao y otros frutos menores de Barlovento, según lo contemplado en Nochebuena negra, le daban un mal trato a sus peones, ejemplo de ello tenemos en el caso de Ño Julián “… un isleño analfabeta y despótico que enterraba los reales […] Roñoso, desconfiado y miserable. Se alimentaba con pura cebolla, cambur y pan. Para él no había fiestas de guardar. Rudo y ceñudo en el trabajo. Los trataba como a esclavos a todo” (Ibídem, p. 68) Otro problema importante que afectaba a los peones era el de la recluta; en la novela antes mencionada, Juan Pablo Sojo realiza una descripción de esta cuestión en forma sensible: “El terror sacudió de pronto la tranquilidad de la región…
-La recluta!
-Ahí viene la recluta…!
-Escóndanse, muchachones…! Júyan!
La recluta recorre las haciendas, arrasando los ranchos. Había que huir. La voz se corría rápidamente. Los hombres buscaban los sitios más remotos del monte para ocultarse. Sólo quedaron los viejos, las mujeres, los niños y los enfermos en las casas…( Ibídem, p. 74) )
Juan Pablo Sojo, nos señala otro aspecto relacionado con las consecuencias que trae la recluta : “La recluta pasó como un ciclón, igual que los crecidos del Tuy, que arrancan haciendas enteras, barriendo sitios y caseríos. Urba, Pozo Frío, Merecure, Aramita. No quedó un campo solo, donde el brisote de la recluta no conmoviera hogares llevando la desolación a todos los corazones…(Ibídem, p. 77)
En la novela Nochebuena negra, otro personaje importante es el hijo del caporal de la hacienda que lleva por nombre Pedro Marasma, quien tiene conciencia de la situación de explotación y subyugación a que son sometidos tanto él como sus demás compatriotas por parte de los amos de las haciendas.
“…yo persigo el rastro de lo que deseo saber, y ese rastro no podré hallarlo quedándome aquí como un peón más…Usted no se fija que hay seres mejor dotados, que nos subyugan, dominándonos con el acervo de sus conocimientos. Pues bien, casi todos, han nacido en mejores condiciones económicas que yo…( Ibídem, pp. 140-141)
Veamos otro pequeño párrafo donde interviene Pedro Marasma, como hombre consciente de la problemática que lo rodea :
“ - Señorita; aún no sé como llegué hasta aquí…No canto, para hacerme oír. En mí, es una necesidad cantar. Hago mis propias canciones y ellas interpretan mis sentimientos. Créame, ya basta. No toleraría que esos señores que rodean a su tía, me ofrendaran palmas con esas manos con que arrancaron cuántas felicidades que usted ignora; con que firmaron tántos documentos falsos, y más aún, oprimieron, tal vez, el gatillo homicida en la emboscada…· (Ibídem, pp. 170-171)
El baile del tambor es una constante en Nochebuena Negra, a través de esta danza los afrobarloventeños vuelven a revivir sus ancestros, regresan a la lejana África; además, el toque de los tambores se ha convertido en una de las tradiciones más importantes de la cultura popular venezolana, la cual en los momentos actuales ha perdido o está perdiendo su origen afro-católico por los efectos de la influencia de los medios de comunicación social y la penetración cultural en el contexto de la globalización, pues constantemente apreciamos como los tambores de la subregión de Barlovento, son utilizados en campañas publicitarias o le han incorporado otros instrumentos de percusión ajenos a su idiosincrasia. En tal sentido, veamos :
“24 de junio. ¡Nochebuena ¡
“¡ Nochebuena de San Juan ! El tambor repica en los solares. Su gran voz de sonoridades sagradas, vibra en la médula de todos, como una gran voz venida del ancestro a congregar el clan. En los solares, el mina repica : bam, bam, bam, guipán, bam bam […] Los tambores repican desde las doce, cuando las campanas de la iglesia echan a volar sus voces de bronce y en los ‘sitios’ se hacen salvas de morochas al aire. Los tambores repican bajo el sol de los patios para afinar el temple de los cueros, regulados a golpes de piedra sobre los remaches. El mina con su curveta; el culepuya, con su bordón, su tiple y pujao…” ( Ibídem, pp.293-294)
Asimismo, es importante tomar en consideración que en la novela Nochebuena Negra, existe un significativo aporte al conocimiento y difusión de la lingüística de origen africano en nuestro país, al respecto veamos los siguientes ejemplos : cafunga (bollo de cambur y coco envuelto en hojas de banano o plátano); carángano (instrumento musical elaborado con una palma de coco, maracas o bambú); lembe (golpe de mano abierta sobre la nuca); malabí, maticu, lambí (un conjuro a los malos espíritus); malembe (pasaje del toque de tambor, un poco más ligero que lo corriente); Mina (el tambor más granda); quichimba (tambor tocado en cuclillas); quizanda (uva roja montañera, muy dulce); tolole (variaciones del canto de tambor) y muchos otros.
Por último, consideramos que la novela Nochebuena negra, constituye un valioso aporte al estudio y comprensión de la problemática de los descendientes de africanos en la Venezuela rural de las primeras décadas del siglo XX. Tanto en sus poesías, sus cuentos como en la novela antes mencionada, Juan Pablo Sojo demostró un gran espíritu de lucha por lograr que los afrobarloventeños vieran cumplidas sus reivindicaciones sociales, económicas, educativo-culturales y políticas. Asimismo, destacamos que en la novela aludida, impera el uso de un lenguaje sencillo y coherente con las ideas plasmadas en el discurso literario.
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