Edgardo Malaspina
Hago paseos matutinos por los caminos de la Universidad Experimental Ezequiel Zamora. Recorro espacios amplios bajo un cielo claro. Hay un bosque con árboles grandes y pájaros en sus enramadas. Llego hasta la escultura dedicada a la diosa indígena de la agricultura.
Para conocer el alma de una ciudad hay que visitar su casco histórico. Me voy al centro. Alrededor de la plaza Bolívar hay unas casas antiguas. Entro a la catedral. Es de los tiempos coloniales. Converso con el cura. Es joven y se llama Andrés Eloy. Dice que es de Barinitas. Me habla de catedral y de otros sitios de valor turístico.
Entro a la Casa de la Cultura. Se llama Napoleón Sebastián Arteaga. Tiene campanario (la campana rota recuerda una de las refriegas de Zamora en 1859), un patio grande y varias salas. Fue una cárcel desde la colonia hasta 1966. Agustín Codazzi la remodeló en 1846. Antonio Nicolás Briceño (El Diablo) estuvo preso allí antes de ser fusilado. Páez fue detenido en 1813 y encerrado con grillos. Logró escapar y regresó para liberar a los otros presos. En su intento liberador le cayó machetazos a los gendarmes. Uno de esos golpes quedó para siempre en la puerta de entrada, y hoy es una de las piezas museísticas de la institución cultural. Páez en sus Memorias narra el hecho así: “Dirígime entonces a la puerta de la cárcel , eché pie a tierra, y sin decir una palabra a la guardia…comencé a repartir sendos sablazos con tal furia, que todavía se conserva la señal de uno de tantos en una hoja de la puerta…”
Me dirijo al Museo de Barinas Alberto Arvelo Torrealba. Está ubicado es una casona que perteneció a los Pulidos, una familia rica y culta de la región.. Tiene varias salas. Hay fotos, manuscritos y algunas pertenencias, como un tintero, del poeta Arvelo Torrealba. En otra sala se exponen espadas, artesanía indígena y un fósil: el Barinasuchus Aerveloi. Es una enorme cabeza pétrea con dientes grandes. Es del jurásico. Se parece a un caimán.
En el Colegio de Médicos voy a la biblioteca José León Tapia y conozco el busto dedicado a Manuel Palacio Fajardo, un médico y prócer de independencia nacido en Barinas. Su hermano, Miguel Palacio Fajardo, también médico y político, vivió en Calabozo; y pesar de haber nacido en Barinas se consideraba calaboceño. Lorenzo Rubín Zamora afirma que cuando Monagas asaltó el Congreso Nacional en 1848 Miguel Palacio Fajardo gritó: “Nosotros los calaboceños morimos en campo abierto…”. Era un guariqueño de corazón.
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