Oldman Botello.
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El último mensaje del general Ramón Garrido hijo, al general Juan Vicente Gómez, su futuro compadre, el 15 de julio a las once de la mañana, expresa: “Salgo hoy con el coronel Olivieri para Nutrias y Periquera (Guasdualito) a entregar Guarnición de dichos puntos”.
Se trataba de llevar personal de reemplazo a los pueblos del Alto Apure donde un mes antes habían disuelto tras incesante persecución a las fuerzas del general Pedro Pérez Delgado, Maisanta y las del coronel Ojeda, En junio de 1914 Maisanta, que era oficial del Gobierno, cambió la seña y se llevó el vapor Masparro hasta Puerto Nutrias, pueblo que asaltó, pero al llegar fuerzas oficialistas, debió abandonar la lucha y repasó la frontera con Colombia.
El barco semienterrado en la arena, en la orilla del Apure que está seco, en Lagunota
Todo esto viene a cuento por la conmoción existente en Apure, especialmente en Achaguas, porque la retirada de las aguas del río Apure, la tremenda sequía que padece, hizo reaparecer por primera vez, en 95 años, los restos del vapor de chapaletas Masparro, que se hundió tras una inesperada tempestad con vientos huracanados, a las 2 de la mañana del 16 de julio de 1914 cuando llevaba tropas al Alto Apure, al mando del coronel Ramón Garrido. En el naufragio perecieron 29 personas, se rescataron sólo siete cuerpos sepultados allí en las orillas del río y se salvaron unos pocos entre ellos el expresidente de Apure general Ignacio Quintana y el coronel Benjamín Olivieri, el Catire Olivieri, tachirense, que fue de los que vino con el general Castro en 1899 y luego eterno jefe civil de La Victoria hasta la muerte del general Gómez.
El Masparro
El steam-boat “Masparro” o vapor de chapaletas fue construido por la empresa norteamericana Mathison U. S. of Columbia y fue botado al agua en 1891, año en que comenzó a prestar servicios en comercio de cabotaje, fundamentalmente entre los ríos Orinoco, Arauca, Meta y ríos menores. Desplazaba 20 toneladas y una velocidad de 10 millas . No era propiamente un barco grande, sino un steam-boat, con un cuerpo superior o toldilla. Una nave de desplazamiento ligero, apropiada para conducir fuerzas militares en breve tiempo. De hecho, llevaba 7 tripulantes encabezados por Juan Antonio Arrieta, el práctico barinés, más una treintena de soldados de reemplazo, casi todos aragüeños al mando del coronel Garrido y algunos guariqueños y orientales que permanecían reclutados en San Fernando, en el batallón Guaicaipuro al mando del coronel Benjamín Olivieri.
El autor del presente reportaje sobre el barco, sujetando uno de las barras de dirección del barco. Detrás, el dispositivo donde se emplazaban las chapaletas.
Las campaña del Alto Apure
Las órdenes terminantes del general Gómez fueron que el general Garrido saliera en el Masparro, buque de la Compañía Venezolana de Navegación que el Gobierno arrendaba para esos traslados de fuerzas y armamento. El mes anterior lo habían pasado las fuerzas de Apure combatiendo al general Pedro Pérez Delgado que se había llevado el mismo vapor Masparro hasta Nutrias, pueblo que atacó pero fue disuelta su guerrilla finalizando el mes. Había que reemplazar el personal y esa tarea se le encomendó al general José Ignacio Briceño quien cuando fue a subir al barco se echó para atrás porque habían subido a un mono y dijo: “Yo no viajo con monos, esos bichos son pavosos” y eso le salvó la vida. Designaron a Garrido y el destino lo tenía marcado.
El temporal a media noche
A las 6 de la mañana del 15 de julio de 1914 partieron de San Fernando y el coronel Olivieri dejó encargado de la Guarnición al coronel Silvestre Castellanos. Todo transcurrió sin novedad en el viaje. Hicieron noche en el sitio de Lagunota, banda sur del río Apure, al noreste de Achaguas, unos cincuenta kilómetros de dicho pueblo.
Cuando todos dormían, cerca de la media noche se desató una tempestad con vientos rachados que hicieron soltar las amarras del barco. Quienes estaban a la intemperie abordaron rápidamente para no mojarse y todos se fueron a la banda que daba al río y el desbalance aunado a la carga que llevaban y el fuerte viento, hizo que el barco se fuera de lado y quedó con la cubierta hacia abajo no dando tiempo a nadie de saltar salvo unos pocos. Fueron aplastados por el Masparro que los arrastró en su naufragio.
Algunos lograron ganar la orilla. El general Ignacio Quintana., llanero bellaco, veterano de mil batallas, desde San Fernando, el 18 de julio a las dos de la tarde narra lo ocurrido en telegrama al general Gómez “todavía bajo la dolorosa impresión de la catástrofe en que providencialmente salvé la vida: “Sería la media noche cuando repentinamente se desencadenó en aquel lugar una violenta y huracanada tempestad que impulsó con furia el barco, rompió las amarras y lo volteó completamente. La sorpresa, la rapidez de la catástrofe y la oscuridad que nos rodeaba, hicieron más terribles aquellos momentos en que sólo se oía el grito de angustia del que se hundía, el aviso del que imploraba socorro y el llamamiento al del amigo que ganó la orilla.”
Los sobrevivientes fueron el general Ignacio Quintana, el coronel Benjamín Olivieri, Tomás Márquez, El Sute; Pocaterra, Marcos Martínez, Martín Domínguez, José Valero, Francisco Lara, cabo Wenceslao Rojas, Pedro Pablo González, asistente del general Garrido y Policarpo Canelón, de Aragua de Barcelona. Los fallecidos del ejército fueron: general Ramón Garrido, coronel Juvenal Colmenares, segundo jefe del batallón Guaicaipuro, coronel Arturo Sanz o Sáenz, capitán Alfredo Dávila, tenientes Pablo Emilio Sánchez, José Ramón Hernández, Sabino Colmenares, el joven subteniente Enrique Pérez Castro, de Maracay, ayudante del general Garrido (ascendiente del dirigente político Enrique Pérez Díaz y de la periodista Nitu Pérez Osuna y sobrino político del compositor Sebastián Díaz Peña); teniente Pedro Ferrigni, sargento de segunda Ismael Monasterios, distinguido Carlos Coronel, Sabás Franco, y los soldados Rufo Acosta, Ángel Padrón, Carlos Mendoza, Soledad Roquera (o Requena) y Rufo Guarepe, oriental. Los tripulantes Felipe Gómez, José Delgado, Federico Garrido, Luís Eduardo Carpio, Rosalino Cegarra y Pedro Montaña, más un muchacho conocido sólo como José. Fueron rescatados los cuerpos del coronel Juvenal Colmenares, José Ramón Hernández, Pablo Emilio Sánchez, un soldado y dos marineros de la tripulación, que fueron sepultados bajo la sombra de los cujíes del lugar, bastante inundado por la temporada invernal.
Gral. Ramón Garrido hijo
La noticia la supo el general Gómez el día siguiente, el 17 de julio a las 2 de la tarde por telegrama reenviado por el operario Acosta, desde la oficina de Camaguán, pues una tempestad que también afecto a San Fernando, tumbó la línea telegráfica. Firmaron el informe el presidente del estado Dr. José Rafael Núñez y el secretario general Dr. A. Acosta Medina. El general Gómez envió sus condolencias al padre del general Garrido y a la inconsolable viuda doña Agustina Obregón de Garrido a cuyo cargo quedaron seis niños huérfanos de padre: Leonidas, Bertha, Luís, Héctor, Horacio y Raúl Garrido Obregón. Al morir el coronel Garrido contaba con 44 años de edad y un brillante porvenir. El general Gómez, su amigo personal, le había ofrecido un hijo para bautizarlo, según es tradición en la familia, pero no se concretó por su repentino fallecimiento. A las tres de la tarde llegó otro telegrama de telegrafista Acosta al Director de Telégrafos en Caracas, general Anzola quien lo remitió al general Gómez.
¿Fue una brujería?
Una conseja o tradición recorre Achaguas y Apurito. Se dice que cuando las fuerzas militares desembarcaron, hallaron en las cercanías una troje donde al parecer se practicaban ciertos ritos de seudoreligión o magia negra. Alguien dio orden de quemar todo aquello y la que llamaríamos la sacerdotisa supuestamente habrían lanzado un maleficio que fue el que causó el temporal precisamente desencadenado a las 12 de la noche y que hundió el barco a las 2 de la mañana aproximadamente. Eso lo cuentan allá y todo queda en el misterio.
El vapor Masparro, en el puerto de Ciudad Bolìvar a comienzos del siglo XX
El río seco exhumó el Masparro
La sequía afectó al río Apure. En Lagunota, donde se miden 365 metros de orilla a orilla, desde Apure a Barinas, el río apenas presenta actualmente unos metros de agua.
Enfrente, en la orilla barinesa está el fundo del ingeniero civil Esteban Mayol, Santa Elena de Crecencia. La sequía permitió que el barco emergiera. Allí está, aún boca abajo, lleno de arena, de sedimento, sólo queda al aire parte de la plataforma inferior, dos de las barras de dirección, los ejes que impulsaban las chapaletas, el acero donde se incrustaban estas chapaletas de madera de la cual sólo quedan fragmentos. Es curioso que parte de la quilla del barco está bajo la orilla, lo que quiere decir, que esa orilla cuando el barco naufragó estaba más retirada hacia el sur y el río fue sedimentando el área, ocultando unos tres metros del barco. Debajo están esqueletos, armas, espadas, municiones y la mercancía que pudiera conservarse en 95 años del naufragio.
Las autoridades municipales de Achaguas están interesadas en el rescate del barco aunque aún no hay un proyecto sobre lo que harán. Lo que si es cierto es la sorpresa que causó la aparición del barco después de casi un siglo. En julio serán los 96 años del hundimiento. Rescatarlo, llevarlo a la orilla, será un incentivo turístico más para Achaguas acondicionando la carretera de tierra que conduce hasta la orilla del río que es infernal. Por otra parte, deben rescatarse los restos humanos que están allí y darles cristiana sepultura.
El autor quiere manifestar su agradecimiento al concejal y ex-Presidente del Concejo de Achaguas don Pedro Nieves, al cronista de Achaguas profesor Elisur Lares y al profesor Antonio Breto Peña, vecino de Achaguas por la colaboración prestada para llegar hasta el sitio del acontecimiento.