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domingo, 25 de abril de 2010

UNA MIRADA RETROSPECTIVA SOBRE EL 19 DE ABRIL DE 1810 A PROPÓSITO DEL BICENTENARIO

Discurso de Orden pronunciado en la Ilustre Cámara Municipal del Municipio San Jerónimo de Guayabal – Estado Guárico, en ocasión de conmemorarse el Bicentenario del 19 de abril de 1810

San Jerónimo de Guayabal, lunes 19 de abril de 2010.


Dr. Felipe Hernández G.*




Una vez más vuelvo a la amable, pintoresca y bucólica población de San Jerónimo de Guayabal, por expresa disposición de los gentiles concejales de la ilustre Cámara Municipal, quienes diligente y unánimemente atendieron la propuesta formulada por el eximio Cronista Oficial del Municipio, profesor José Solórzano Pérez, para que me designaran como Orador de Orden, en ocasión de la Conmemoración del Bicentenario del 19 de abril de 1810. Así me lo comunicaron oficialmente la presidenta y el secretario de la Cámara, profesores Ana Dominga Infante y José Correa, respectivamente. A todos, así como a su alcalde, señor José Francisco Morales y demás autoridades de esa Corporación, nuestra eterna y sincera gratitud.

Sobre los hechos históricos que se sucedieron un día como hoy hace 200 años, iniciamos nuestra disertación diciendo que con este 19 de abril se inicia el año para conmemorar solemnemente el Bicentenario de la Independencia Nacional, el cual se concretará el año próximo, el 5 de julio de 2011, y esto no sólo vale para Venezuela, sino para la mayoría de los países de la América Hispana. Por lo tanto, es un evento único, el cual nos ha tocado el privilegio de vivir como testigos, singular privilegio que nos debe invitar a la reflexión, al replanteamiento de muchas posturas de nuestro acaecer como sociedad, y nuevamente comprender la importancia y la utilidad de la Historia. Puesto que esta nos nutre y nos rodea simultáneamente.

Como todos sabemos, con los sucesos políticos del 19 de abril de 1810, nuestro país dio su primer paso en firme hacia la independencia, hecho que ha determinado que en muchos escenarios se de por cierto que en esa fecha se selló la independencia, error frecuente, ya que aquel día sólo se constituyó la Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII. La histórica decisión no fue tomada sino después de transcurrido un año, dos meses y diez y seis días: el 5 de julio de 1811.

Tan magna fecha, no debe servir únicamente para la recordación del acontecimiento, lugares, personajes y episodios ya bastante conocidos, sino para la interpretación reflexiva (e incluso para la reinterpretación) de dichos eventos y procesos, y también para concatenarlos con nuestro presente, en aras de darle a nuestro futuro una guía luminosa en el largo camino que es el devenir de la Historia, la cual permanentemente nos envuelve como protagonistas y nos invita también a hacernos autores de la misma.

En atención a lo planteado, coincidimos con el historiador Manuel Rodríguez Campos (2009), cuando expone que: "Lo que nos debe interesar es darle el sentido correcto a los hechos, con toda objetividad, para que se narre lo que ocurrió sin adjetivaciones y sin interpretaciones fuera de contexto".

Con los sucesos del 19 de abril se inició el proceso independentista de nuestro país, proceso emancipador que se desarrolló entre los años 1810 y 1821 para romper los lazos coloniales que existían entre ese territorio y el imperio español. Este proceso se unió y extendió al llevado a cabo en otros países de América, que alcanzaron también su independencia. Entre los factores más influyentes se suele destacar el deseo de poder de los grupos criollos que poseían el estatus social y económico pero no político, la introducción de las ideas del Enciclopedismo, la Ilustración y la declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y el reinado de José I de España.

El 19 de abril de 1810, después de la invasión napoleónica a España, los miembros del Cabildo de Caracas desconocieron al entonces Capitán General de Venezuela, don Vicente Emparan y Orbe, por representar los intereses de Francia y de un Rey extranjero e impostor. Se argumentó que actuaban en nombre de Fernando VII, rey depuesto de España, y en desobediencia de José I Bonaparte. Se estableció una Junta de Gobierno (Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII) que tomó varias iniciativas, entre otras, establecer juntas similares en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida, y enviar delegaciones diplomáticas a los países que podían apoyar la insurrección: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Estados Unidos y Nueva Granada. En otras palabras, se declaran leales a Fernando VII, pero establecen un gobierno propio.

A raíz de los sucesos del 19 de abril de 1810, el cabildo caraqueño quedó transformado en gobierno, asumiendo posteriormente el nombre de Junta Suprema de Caracas, gobernando las Provincias de Venezuela. El día 11 de junio de 1810, la Junta Suprema convocó a unas elecciones que serían de dos grados. Una para nombrar electores para las parroquias y la otra para que los electores parroquiales eligieran los diputados (principal y suplente) a razón de uno por cada 20.000 habitantes, que nos habrían de representar en el Congreso, llamado Cuerpo Conservador de los derechos de Fernando VII. El número de diputados fue de 42 por las 7 provincias en que hubo elecciones. Estas finalizaron en noviembre de 1810.

En palabras de la historiadora Inés Quintero (2010): Estos hechos significaron una mudanza política importante, ya que el autonomismo, no solamente tuvo como consecuencia que los cabildos asumieran el control, sino que impuso la necesidad de atender el principio de la representación. Es decir, atender la composición de esos organismos de poder local, por la vía de celebración de elecciones. Entonces puede interpretarse que en esta fecha estaríamos conmemorando el autonomismo como ejercicio del poder por parte de los poderes locales.

El Cuerpo Conservador, llamado luego Congreso Nacional, se reunió en Caracas el 2 de marzo de 1811. Su primer Presidente fue Felipe Fermín Paúl. Una vez instalado el Congreso, la Junta Suprema declinó ante él sus poderes. Se procedió en consecuencia a elegir un poder ejecutivo, constituido por un triunvirato: Cristóbal Mendoza, Juan de Escalona y Baltazar Padrón.

El 19 de abril de 1811 se celebró el primer aniversario de la destitución de Vicente Emparan. Para esta fecha ya la Junta Patriótica de Agricultura y Economía, creada por decreto de la Junta Suprema en agosto de 1810, presionaba al Congreso para que declarara la independencia de España. Jugaron aquí papel fundamental los jóvenes mantuanos, entre ellos Simón Bolívar, e igualmente Francisco de Miranda, quien había regresado en diciembre de 1810 a Venezuela y había conseguido que la junta lo acogiera con entusiasmo. Pronto logró Miranda intervenir activamente en política.

La prensa también presionó a favor de la independencia. Destacan en este sentido los periódicos: El Patriota Venezolano, órgano de la Sociedad Patriótica. El Publicista Venezolano, El Semanario de Caracas y El Mercurio Venezolano.

Para julio ya el Congreso había tomado medidas incompatibles con el mantenimiento de la autoridad del Rey, recomendando a una comisión de diputados la redacción de un proyecto de constitución. El 4 de julio fue turbulento en el seno del Congreso, debatiéndose acaloradamente la declaración de independencia. Bolívar pronunció su primer discurso político, pidiendo que el Congreso oyera a la Junta Patriótica y que ésta enviara una comisión al Congreso para comunicarle los sentimientos de la juventud revolucionaria. Decía Bolívar: La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación: pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos”.

Como se puede ver, la Junta de la Sociedad Patriótica nació como un órgano para estimular la economía venezolana, pero en su devenir, los grupos sociales y políticos la orientaron para adelantar acciones y gestar la independencia y la autonomía del país.

El 5 de julio de 1811, a las 3 de la tarde, el Poder Ejecutivo, la Sociedad Patriótica y el Congreso coincidieron en declarar la independencia de Venezuela. Este día presentaron sus razones a favor de la independencia: Francisco de Miranda, Juan Germán Roscio, Fernando Peñalver, Andrés Bello, Carlos Soublette, Feliciano Palacio, Manuel Palacio Fajardo, Martín Tovar y muchos otros.

El Acta solemne de Independencia fue redactada por el diputado guariqueño, Juan Germán Roscio y el secretario del Congreso, Francisco lsnardi. El Acta fue leída y aprobada el día 7 de julio por los diputados presentes más el Secretario, a fin de entregarla al Ejecutivo, como se hizo el día 8. Pero lleva fecha 5 de julio por voluntad del Congreso, ya que este día fue aprobada por el Poder Legislativo que entonces tenía la primacía sobre los otros dos poderes por haber recibido directamente su mandato del pueblo soberano.

El Acta comienza así: En el nombre, de Dios todo poderoso. Nosotros, los representantes de las Provincias unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita. Barcelona, Mérida y Trujillo, que formaban la Confederación Americana de Venezuela, en el continente meridional, reunidos en Congreso... Una vez expuestas las razones que llevaron a tan solemne decisión, se, expresa lo siguiente: Nosotros pues a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo, que sus Provincias Unidas son y deben ser desde hoy de hecho y de derecho, Estados libres soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la corona de España. Así a raíz de los sucesos ocurridos un año antes, el 19 de abril, había nacido una nueva nación: que es nuestro país, Venezuela, el 5 de julio de 1811.

Ahora bien, desde nuestra perspectiva y dándole un carácter didáctico a la exposición, valdría la pena plantearse la consideración o interrogante siguiente:

¿Por qué se llegó a los sucesos que determinaron la histórica gesta del 19 de abril? Primero, porque España había perdido su autonomía como nación, al ser invadida por Napoleón Bonaparte en nombre de Francia y los franceses, con lo cual pasó a ser gobernada por un Rey extranjero, hermano del invasor, de nombre José Bonaparte o Pepe Botella; y segundo, por la revolución de los mantuanos caraqueños que determinó la conformación de una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Razón que le sirvió al Cabildo de Caracas para argumentar que el poder residía en ellos, y por lo tanto Emparan no estaba en condiciones de mandarlos, porque en España quien gobernaba era un rey impuesto, razón que les daba derecho a asumir el poder y los destinos en la conducción de la Provincia de Venezuela. Valga decir además, que en estas acciones la iglesia jugó un papel espiritual y orientador de capital importancia.

De lo expuesto se deduce, que el 19 de abril de 1810 renació la conspiración de los mantuanos, quienes en esta ocasión se habían procurado la cooperación de los batallones de veteranos o las milicias, así como el apoyo de los notables, los intelectuales, de parte del clero y otros sectores de la sociedad, y de un núcleo considerable del pueblo. Una vez eliminada la posibilidad de toda resistencia en la Península, los notables caraqueños concibieron la constitución de una junta similar a las formadas en España a fin de regir los destinos de esta provincia de ultramar.

En atención a lo expuesto, es preciso señalar que los consensos históricos siempre han sido escasos, y el 19 de abril no es la excepción, en ese sentido, la historiografía venezolana lo que ha hecho es mitificar los hechos, de ahí, que la historia moderna, entre sus retos se ha planteado correrle el velo a muchos de estos mitos y presentarlos tal como ocurrieron, para que se puedan entender en su justa dimensión, presentando a los hombres tal cual son, en su contexto económico, político y social.

De ahí, que el abordaje epistemológico de esta magna fecha patria debe hacerse partiendo de una cabal comprensión del tiempo histórico a la que corresponde, para percibir el proceso histórico bajo una noción de conjunto a través de una serie de relaciones interconectadas, donde se muestra la evolución de los hombres en todos sus ámbitos, costumbres, ideas, modos de vivir, pensar y sentir.

Como bien lo afirma Marc Bloch (1986) “es el hombre el protagonista principal y la historia quiere aprehender a los hombres”, es decir percibir y comprender al hombre desde los diferentes contextos de la dinámica social donde le corresponde desplegar, emprender o desarrollar acciones, ciertamente el hombre no es un ser aislado, pues, esta vinculado a los hechos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos en un espacio y un tiempo histórico determinado, en toda su dimensión y profundidad, de tal manera, que en todo hecho-fenómeno-proceso se persigue la captación del tiempo histórico dando relevancia a la temporalidad.

El tiempo histórico debe constituir la piedra angular para el análisis de los sucesos del 19 de abril, apoyándose en dos elementos: lo temporal y lo social, al respecto en relación a la categoría del tiempo, Marc Bloch (1986) dice: “el tiempo en la historia es una realidad concreta y viva, es el plasma mismo en el que se bañan los fenómenos…”, y Reinaldo Rojas (1989) afirma: “Eso que se transforma y permanece es lo que denominaremos tiempo histórico, es una pluralidad”.

Tampoco es casual que Lucien Fevbre y Marc Bloch, considerasen que los procesos históricos deben ser abordados desde una perspectiva de totalidad, pero resaltando las especificidades, precisando el sentido de extensión mediante el análisis y la síntesis. El historiador por lo tanto debe tener esa capacidad de abstracción, como herramienta teórica para alcanzar la comprensión de una realidad histórica concreta, en este caso el proceso y las acciones que gestaron la independencia de Venezuela y de los demás países hispanoamericanos.

Es por eso, que en una entrevista dada por el historiador Tomás Straka (2010), en el Papel Literario del diario El Nacional, se formula la siguiente pregunta: ¿El Bicentenario de qué?

Y después se pregunta: ¿Lo que vamos a celebrar es el movimiento de la élite caraqueña para deponer a los afrancesados, para mantener las medidas revolucionarias de Francia lejos y garantizar, entre otras cosas, la integridad de la Fe Verdadera y el control de las esclavitudes?

Para responderse luego: Obviamente, no fue en esa dimensión, por determinante que haya sido para su desencadenamiento, lo que define la importancia del acontecimiento dos siglos después. Hay,… tres aspectos que ya se manifiestan ese día y que son los que le otorgan un carácter distinto al de un simple zarpazo del mantuanaje, avalando en alguna medida a quienes ven --como, insistimos, lo vieron sus protagonistas-- algo más que un acto de fidelidad.

El primero es la formación de un gobierno autónomo con respecto a la corona castellana. Aunque hubo antecedentes en los que el Cabildo tomaba el lugar del gobernador, y otros en los que se opuso a las leyes venidas de ultramar, nada era comparable con lo que acababa de ocurrir. Una cosa es un gobierno provisional bajo el Rey y otra ocupar el lugar del Rey. La Junta de Caracas, que despachaba por Fernando VII (¡y hasta se atrevía a firmar Su Majestad!), habló de unos criollos que se sentían con las suficientes fuerzas no sólo para ponderarse iguales a sus hermanos de la península --lo que en sí no era novedad y, de hecho, refrendaba las leyes-- sino para montar su propia regencia, vale decir, su propia monarquía, y cumplir las funciones del Rey cuando había ausencia absoluta. Roto el pacto que los unía al monarca --así argumentaron entonces y lo siguieron haciendo en el Acta de Independencia de 1811; así lo volvió a decir Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, en 1815-- reasumieron la soberanía que habían delegado en él y, con ella, primero organizaron una junta en su nombre, después convocaron a un congreso y finalmente fundaron una república. Pero, la asunción de la soberanía, que prácticamente es la independencia, ya la habían hecho el 19 de abril.

El segundo se refiere a lo que se decidió hacer con esa independencia. Como explicaría años más tarde… Andrés Bello, una cosa es la independencia y otra la libertad. No fue el único que lo hizo, aunque tal vez --el "Libertador Intelectual" al fin y al cabo-- el que lo explicó mejor… Un país no es libre por ser independiente, lo es, por la libertad de sus ciudadanos...

Ya lo dijo Aristóteles: "La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor”. Y de Indira Gandhi aprendimos que: “No hay camino hacia la libertad, porque la libertad es el camino”.

El tercer aspecto abre un poco más el alcance de esa libertad. En el acto de formación de la Junta decidieron ampliarla con diputados en representación del clero y de los pardos… el gesto en sí mismo tiene una carga, sino democrática, al menos tendiente hacia eso, que es necesario resaltar. Puede alegarse que sólo se trató de un ardid de los mantuanos para calmar las tensiones que desde hacía un cuarto de siglo, más o menos, venían teniendo con las capas medias, de color, en su empeño por ascender socialmente; pero el solo hecho de darles representatividad y visibilidad en la nueva organización de la monarquía vernácula, habla de un proceso que se asoma hacia la igualdad, hacia lo que hoy llamaríamos inclusión.

De lo expuesto se deduce, que no se puede tener una sola mirada sobre este hecho, en vista de que mayoritariamente sólo se ha interpretado a través del vínculo que teníamos con España y no se ha relacionado con el proceso histórico que ocurría en Venezuela, que era llegar a la construcción de la República, al ejercicio de la soberanía, a la práctica de la representación y al ejercicio de la autonomía municipal y política.

Visto así, el 19 de abril de 1810, los venezolanos --al menos una parte, pequeña pero significativa: representada por la élite caraqueña-- emprendieron el camino para vivir independientes, en democracia y libertad.

Por supuesto, ese día no se podía saber todo lo que estaba por venir, es casi seguro que en la cabeza de quienes participaron en lo que en esencia era una reacción contra Francia y contra el peligro de que las provincias se les fueran de las manos, tuvieran siquiera una sospecha de eso. En rigor, nadie puede asegurar el motivo por el que será recordado, si es que llega a serlo.

Tampoco pueden identificarse en esa independencia, la democracia y libertad como un logro que se alcanzó en los desarrollos inmediatos, o incluso mediatos, del acontecimiento --además, cabe preguntarse desde este agitado, a trechos doloroso 2010: ¿de verdad se alcanzó? Pero sí vemos en ellos una línea que se prolonga hasta la actualidad. Ya nadie se acuerda de José Bonaparte ni del peligro francés, detonantes de la reacción inicial. Hasta borramos la estrofa del "Gloria al Bravo Pueblo" en la que se hablaba de ellos. Pero sí queda lo que de sustantivo tuvo para nosotros el 19 de abril: el camino de la independencia, la democracia y la libertad, expresado en valores fácilmente identificables, entre los que podemos señalar:

Una Constitución para que todos los ciudadanos estemos sometidos al imperio de la Ley, en un régimen de libertad, igualdad y fraternidad, que son los principios en que se fundamentó la Revolución Francesa en 1789. Recuérdese que una República deja de ser tal, cuando se pierde la igualdad de derechos entre sus ciudadanos y las leyes no se aplican con equidad a todos (Cuando no todos son iguales ante la ley).

Una división de poderes, para que haya igualdad y equidad, puesto que quien tiene y ejerce el poder, lo tiene todo para hacer el bien, pero no tanto para hacer el mal. Por eso es imperativo que exista la división y la autonomía entre los poderes.

El 19 de abril fue un momento eminentemente civilista, porque fueron los civiles quienes adelantaron todas las acciones que dieron al traste con más de 300 años de colonialismo. Entre estos dirigentes civiles había mucho de idealismo, y con su impronta de libre pensadores impulsaron de manera determinante para que se alcanzara la independencia de nuestro país y de otros países de Hispanoamérica, y luego, después de alcanzados los objetivos se retiraron, no se quedaron como apéndices del poder, lo que constituye un gesto de hidalguía e idealismo que les enaltece, legando a la posteridad una gran herencia moral. Nos dieron ejemplo en el dolor, que luego extendieron en la solidaridad con la patria.

Finalmente, aunque el 19 de abril de 1810 no fue declarada jurídicamente la Independencia de Venezuela, políticamente se produjo un cambio radical que culminó con la declaración el 5 de julio de 1811, lo que nos permite afirmar, que como cualquier fecha histórica, es susceptible a diferentes interpretaciones y polémicas que se van modificando en el tiempo, por eso la importancia de la Historia. No en vano George Orwell recordaba que “quién controla el pasado, dominará el futuro”, pues evidentemente en la afirmación, negación o manipulación del pasado, está la justificación del presente. Estos postulados permiten decir, que los principios que motivaron el 19 de abril mantienen plena vigencia, ya que hay tres valores fundamentales que no podemos soslayar ni perder de vista: la necesidad de ser libres, la unión y la afirmación de la propia identidad, para con ellos construir un proyecto propio, en consonancia con el tiempo que nos toca vivir.

Valle de la Pascua, 13 de abril de 2010.


REFERENCIAS

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*Imagen tomada de http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/01/30-anos-de-la-publicacion-de-la.html