Pilar Alberdi
Hoy, aproveche un rato libre de la mañana para leer opiniones sobre esta película. Encontré un popurrí curioso, desde quien considera al personaje de la bailarina «un ser perturbado», «frigida» que es un término que se ha utilizado en la promoción, hasta quien dice que es una «película oscura», «la cumbre del terror», y muchas más definiciones. En realidad nadie está equivocado. La mayoría opina que es un thriller. Y me parece que esta palabra, thriller,convertida en signo, es decir en símbolo, últimamente acapara cualquier definición de película o libro que se quiera poner a la venta. Ella, por sí sola, parece garantía de éxito y ventas. Pero ¿es un thriller? Lo que sí hay aquí, sin ninguna duda, es un drama familiar, aunque quede desdibujado o mezclado con la dura rutina de una bailarina que desea conseguir un objetivo que asume como suyo: llegar a ser la primera figura de un ballet. La película permite también comprender la dureza, la dedicación que exige este arte, a tal punto que, por momentos, casi roza el masoquismo o la tortura. Se muestra, además, la competencia entre las aspirantes; las expectativas que el director vuelca sobre ellas con su dosis de provocación, sexo, desprecio, y olvido. Pero el verdadero drama de esta historia, no es ese; es la relación madre-hija, que impone a la segunda, de manera inconsciente, cumplir con los sueños frustrados de la primera. Por una parte, tenemos: dominación-agresión, (papel que también es asumido por el director del ballet), por otro y como respuesta, sometimiento-autoagresión, y por fin, comprensión y liberación.
La protagonista sólo tiene una manera de vencer para escapar de la tiranía de la madre,la culpabilización, e incluso la frigidez que le ha sido impuesta. A ese fin sirven una de las compañeras del ballet, el director, su propia comprensión, y la figura del cisne negro. La bailarina fue una hija dócil, buena y obediente, cumplió con todo lo que le exigió su madre; pero sólo cuando logra aceptar el lado oscuro, precisamente aquel que le ha sido impuesto de manera tan contumaz para ella desde su nacimiento, me atrevería a decir mejor, desde el conocimiento de su gestación, es cuando encontrará el sentido de su lucha y luego de su paz, aunque en la película esta paz sea dramática. Nina, la hija, la joven, la bailarina, accede, por fin, a su polo opuesto, lo reconoce, deja de temerlo y lo asume como propio aunque sea en medio de alucinaciones.
En la vida real, encontrar en nosotros mismos el polo opuesto de lo que somos, aquel que nos disgusta y despreciamos porque lo hemos sufrido o vivido en las personas que nos rodeaban en nuestra niñez y adolescencia, es decir, en la época en que éramos más vulnerables, resulta siempre revelador. Es aceptar que ya no tenemos obligación de ser como otros han decidido que seamos. Es, de alguna manera, rebelarse y madurar.
Quienes hayan tenido personas autoritarias a su alrededor, pero no han asumido como propia esa manera de ser, es muy probable que busquen amistades, compañeros de actividades, o parejas de este tipo, de una manera tan inconsciente, que cuando alcancen a verlo, ya será tarde. Y si después de una primera unión y ruptura, aún siguen sin comprender el mecanismo que las lleva a buscarlas (el amor primigenio a la figura materna o paterna al margen de sus capacidades de dar amor) volverán a repetir el mismo proceso, y a equivocarse nuevamente.
No sé si alguien ha dicho de esta película que es la historia de un triunfo. Pero metafóricamente, lo es, pese a su infeliz desenlace. Es el triunfo del reconocimiento. El cisne blanco y el negro tienen que ir unidos, tienen que saber convivir juntos, para que una parte no se vea en la necesidad de vencer o destruir a la otra . De este reconocimiento, sin duda, nace el difícil equilibrio del que dependen muchos de los actos de nuestra vida.
Ficha técnica: el director es Darren Aronofsky, y en los papeles protagonistas las actrices Natalie Portman, Mila Kunis, Bárbara Hershey, y el actor Vincent Cossel.