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jueves, 24 de junio de 2021

GUÁRICO EN LA BATALLA DE CARABOBO

 Jeroh Juan Montilla



José Antonio de Armas Chitty (1908-1995), se hizo guariqueño por fascinación y voluntad. Nacido en 1908 en Caracas, su familia toma ese pequeño árbol humano y siete años después lo planta en estas tibias sabanas del centro del país. Este breve escrito que hago es un sentido homenaje a tan insigne historiador venezolano. Aprovecho la oportunidad, es 24 de junio, día puerta, de mucha magia solar que se inicia desde la madrugada solsticial, la tremenda y mítica noche de San Juan. Nada es mera coincidencia, la libertad y el hacer de las puras fuerzas de Dios saben darse la mano para ofrecer frutos de bondad y plenitud. Todo está regido por el indetenible destino, nuestro hado colectivo tiene uno de sus inicios el 24 de junio de 1821, hace doscientos años el río de ser libre atraviesa cada alma de esta tierra.
Hoy quiero que ustedes y yo, mis queridos lectores y amigos, hojeemos este texto fundamental del escritor aludido. El ejemplar que ven en las fotografías es parte del catálogo de la biblioteca de FUPAGUA (Fundación para personas autistas del Guárico) donde colaboro como bibliotecario, un tesoro bien guardado a disposición del público e investigadores. Su título es: “La Batalla de Carabobo, antecedentes y efectos”, editado en Caracas en 1971 por Ernesto Armitano. Sus páginas son un precioso archivo de detalladas documentaciones, explicaciones y análisis del antes, el día mismo, y el después de tan terrible, heroico, pero a fin de cuentas emblemático acontecimiento, el choque de dos ejércitos que dejó en el campo cerca de 4.000 muertos, la misericordia de Dios para esos seres, tanto los fallecidos como los sobrevivientes, triunfadores y derrotados.

Mi curiosidad e identidad con el espacio donde nací, el estado Guárico, me llevó a hurgar el libro buscando las huellas de los guariqueños participantes en la batalla, cito las propias palabras de Armas Chitty:
“Es oportuno destacar un hecho: en Carabobo combaten numerosos llaneros. Tal vez la cifra más alta de hombre de una región, pero de hombres que han ascendido a pulso heroico, la da el Guárico. En Carabobo hace gala su destreza, el coronel Juan José Rondón, jefe del regimiento de lanceros. En Carabobo entregan la vida combatiendo dos hijos ilustres del llano del Guárico: el general Manuel Sedeño y el teniente coronel José Julián Mellado –de quien ya referimos cómo murió-, y un apureño, el teniente Pedro Camejo. Venían de gente humilde y escalaron tan altas posiciones por propio mérito. Cuando cae Sedeño –lo mismo que Plaza- el primero que les rinde homenaje es el Libertador, y en la comunicación que dirige al Presidente del Congreso, dice que ‘desesperado de no poder entrar en batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra una masa de infantería y murió en medio de ella del modo más heroico que merecía terminar la noble carrera del Bravo de los Bravos de Colombia.’” (pág. 88)


En otras partes del libro se menciona a los guariqueños Juan Ángel Bravo y a Hermenegildo Mujica.
Este texto, en edición de lujo tapas duras, con 174 páginas, y sobrecubierta, contiene ilustraciones de Gil de Castro, pinturas de Arturo Michelena y Tito Salas, dibujos de Garneray, frescos de Pedro Castillo. Ipostel colabora en la edición, diagrama Mateo Manaure, y prologa Alfonso Marín. Los rostros que aparecen en las fotografías, por orden de aparición son: General Manuel Sedeño, Coronel Juan José Rondón, General Pedro Zaraza, y General José Antonio Páez.

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