César Gedler
Como símbolo arquetipal, la cruz representa al árbol de la vida, que hunde sus raíces en el subsuelo, y se eleva hasta el espacio celeste, mientras sus brazos se extienden como ramas horizontales que surgen del tronco. En esta simbología está contenida su naturaleza cíclica, a través de las hojas, flores y frutos, que se agotan y se renuevan constantemente, de acuerdo con el curso de las estaciones.La comprensión esotérica vinculada a la astrología,
relaciona la cruz con la materia, que implica el límite y la forma (Saturno), y
con el espíritu encarnado, (Sol), que supone el esfuerzo, la trascendencia y la
realización. Por su estructura, la cruz divide el espacio en cuatro cuadrantes.
Una totalidad expresada en la dimensión vertical, que representa el tiempo, y
en la horizontal, que nos remite al espacio. Cada una de las cúspides se
relaciona respectivamente con los puntos cardinales (norte, sur, este, y
oeste); con los elementos, (fuego, tierra, aire y agua); con las propiedades,
(caliente, frío, seco y húmedo), y con los momentos estacionales, primavera,
verano, otoño e invierno.
La liturgia sobre la cruz se celebra cuando aparecen los
cuatro luceros que conforman en el cielo la Cruz del Sur. Es el momento de
celebración de las festividades primaverales, en la que los campesinos ofrecían
sus cantos, flores y frutos a sus deidades propiciatorias de la fecundidad de
la tierra y la mujer. Por esta razón se convirtió en rito agrario y de los
enlaces amorosos. Al decaer la economía agrícola como función individual, el
campesino emigró a los centros urbanos para dedicarse a otras actividades, y de
ese modo se va perdiendo el caudal folclórico, con todos los símbolos que
poblaron la tradición, como ocurrió con la construcción de las antiguas
ciudades, donde la intersección de los cuadrantes cruciforme indicaban el lugar
en el que habría de levantarse el templo, por ser el punto en el que convergen
los mundos, y por tanto el lugar de mayor energía, quedando en forma
concéntrica la edificación de la plaza, los edificios principales y las casas.
Una de las variantes de los tantos significados que toma
la cruz, está relacionada con la crucifixión, y más específicamente con la
crucifixión de Jesús el Cristo, por el significado histórico y espiritual que
adquiere ésta posteriormente, al lado del Sudario, El Santo Grial, la lanza que
atravesó su costado y los clavos que sostuvieron su cuerpo. La muerte en la
cruz era el castigo impuesto a los esclavos más viles, y era estigma de
infamia. Por ser tan común entre los romanos, a las penas, las aflicciones, se
les daba el nombre de cruces. Curiosamente, entre los primeros judíos no
existía la práctica de la crucifixión, tan frecuente en muchos pueblos de la
antigüedad.
La Cruz de mayo
La tradición destina el día 3 de mayo para las
celebraciones rituales y piadosas en honor a la Cruz del Salvador. La iglesia
cristiana naciente impone una transculturación sobre los ritos paganos en honor
a la tierra fecundante, creando la versión según la cual, en esta fecha del año
fue encontrada por Santa Elena (madre del emperador Constantino), en la
basílica de Jerusalén, la verdadera cruz donde murió Jesús. Santa Elena, para
destacar el gran hallazgo, mandó a encender en cada topo de los cerros, enormes
fogatas que formaron una cadena desde Jerusalén a Bizancio, donde su hijo
Constantino esperaba el resultado de aquella peregrinación.
En el siglo XVI los españoles introdujeron su ritual en
América, donde se transforma y adquiere significación especial, de acuerdo a
las regiones donde va llegando, pero siempre vinculado al fundamento cultural
de la tierra, de la economía agrícola en formación.
Aunque en la actualidad muchos promeseros alumbran las
viejas cruces milagrosas que se guardaron inmediatamente después del último
velorio, la costumbre originaria era comenzar los preparativos el jueves Santo,
con la escogencia del madero (olivo, limón, jobo), que debía ser cortado por
una doncella en ayuno, antes de la salida del sol. El primero de mayo, la cruz
destinada al altar se viste con flores y papel de color, y la que va al patio o
al calvario, la llamada Cruz del Perdón, se viste con cogollos de palma.
En estos ritos propiciatorios de fertilidad, abundancia y
bienestar, se pide por la entrada de las lluvias para la siembra, la curación
de alguna enfermedad, o la resolución de conflictos que parecen insuperables.
En la devoción a la Cruz de mayo, aparte del público que
acompaña la ceremonia, los participantes son los rezanderos, los músicos, los
bailadores, los cantadores de galerones, tonadas, fulías y corridos.
Santísima Cruz de Mayo
Quién te puso en esa mesa
Son los dueños del altar
Que están pagando promesa
Era costumbre en algunos pueblos del llano que las
parejas de enamorados esperasen el Velorio de Cruz para irses juidos, es decir,
para escaparse sin el consentimiento de los padres, y regresar al cabo de unos
días para obligar a la familia a aceptarlos como nueva pareja. Todos los
asistentes son invitados a una comilona en la mañana del día siguiente después
de la celebración, y en algunas zonas de raigambre netamente agraria, se
extiende la festividad hasta final de mes.
A pesar de la violenta intervención de los modelos
urbanos en los ritos y tradiciones rurales, la veneración de la Cruz de Mayo se
mantiene en los barrios de las ciudades como último eslabón de una antigua
manifestación religiosa y cosmogónica. Pero es en la costumbre de persignarse
para conjurar el peligro, y corroborar la pertenencia a un credo, donde sigue
imperando el significado e importancia de la cruz como signo sagrado,
evidenciando su carácter de símbolo fundamental, o lo que es igual, como
emblema mágico, para recrear el orden en un mundo amenazado constantemente por
el caos.
Fotografía: Tibisay Vargas Rojas.
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