Dedicado a compartir asuntos de historia, crónicas, sociología, educación, ciencia y tecnología, política, teatro, tradición, cine, literatura, artes y filosofía (San Juan de los Morros, Venezuela)
Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar
En 1948, George Orwell publica sus Ensayos críticos, donde destaca uno titulado “Wells, Hitler y el estado mundial”, en el que el también autor de la novela 1984 habla de la situación política del momento, signada por la presencia perversa del Fuhrer y las opiniones que se desprendían de sus acciones.
H.G. Wells escribía como loco en los periódicos con un toque casi angelical sobre el desempeño de Hitler contra Londres. Decía así: “En marzo o abril, dicen los sabihondos, ha de haber un golpe estupendo que pondrá fuera de combate a Gran Bretaña...No alcanzo a imaginar qué tiene que ver Hitler con ello. Sus reducidos y dispersos recursos militares probablemente no son mucho mayores que los recursos con que contaban los italianos antes de que los pusieran a prueba en Grecia y en África”.
Se equivocó Well, de plano. Se equivocó porque luego Hitler bombardeó la capital británica y casi puso de rodillas un imperio que se ufanaba de su poderío y de haber establecido su cultura por la fuerza en otros lugares del planeta.
Precisar el nombre del “fantasma que espera” es repasar la historia remota y reciente. El fantasma, no aquel que recorría el mundo, como decía Marx. Que hizo galas con las purgas de Stalin y gracia en las locuras de los chinos, sin dejar de mencionar las bondades del paredón cubano. No; se trataba del fantasma militar, ese que tanto bebió en la fuente de las derechas, que también sació su sed en las humanistas resonancias del socialismo de todas las marcas.
II
Cuando el lobo es anunciado, a alguien se le ocurre pintarle la cola. En el caso de Wells, criticado por Orwell, nos miramos obligadamente en un espejo. Veamos si esto se parece a algo cercano: “¿Qué ha mantenido a Inglaterra en pie durante el año último? En parte, sin duda, la vaga idea de un futuro mejor, pero sobre todo la emoción atávica del patriotismo, el sentimiento inculcado por el cual los pueblos de habla inglesa se juzgan superiores a los extranjeros?”. Certeza tan entrañable como que hoy, en nuestro país, esa misma emoción coadyuva a sentirnos poderosos frente al Imperio del Norte. Y no es que nos sintamos poderosos por el idioma que hablamos, sino por los testículos de piedra que la historia nos ha colocado entre las piernas gracias a la vitalidad de un mestizaje mal estudiado. Esa emoción atávica se ha visto fortalecida gracias a los discursos que vienen de una boca prolongada no sólo en el tiempo sino en la desmesura de sus ideas. La patria es cosa seria, de vida o muerte.
Más adelante, Orwell destaca el carácter mesiánico del “reaccionario que intenta restaurar un pasado turbulento y azaroso”. Si la coincidencia es tal, es sólo eso, simple coincidencia, porque la historia –cíclica o cuadrada- está plena de personajes de este tipo y naturaleza. Personaje que atiende a su centro emocional, a la emoción atávica de la patria que le enseñaron en los cuarteles, cuyos soldados son “el fantasma que espera”. El autor añade que la clase no militar no podía comprender la fuerza de un mundo que había pasado por la tradición. “Era –y es todavía- totalmente incapaz de comprender que el nacionalismo, el fanatismo religioso y la lealtad feudal son fuerzas más poderosas que lo que él mismo llamaría sentido común. Criaturas salidas del Medioevo marchan en el presente, y si son espectros son espectros que sólo una magia muy poderosa puede enterrar”.
La atracción de esa fuerza, tremenda y caprichosa ideológicamente, puede perturbar los cimientos del mundo. Por eso, el no haber sabido o querido interpretar a Hitler lo ubicó en un análisis infantil, ingenuo. Wells, con razón, creía en marcianos. Hitler no era un personaje de ciencia-ficción.
El estado de cosas que hoy nos domina tiene esa misma vertiente: nadie creía que Venezuela podía llegar a este estadio. Políticos y empresarios de oposición siempre subestimaron la capacidad de quien hoy mantiene el país patas arriba. Pues bien, las opciones están en la mesa: fundan una resistencia o hacen negocios con el poder político, de lo contrario las purgas continuarán su avance hasta la misma médula de la disidencia. Los que no comulgamos con el autoritarismo, tendremos que continuar propiciando la idea de una democracia en la que los fantasmas y las bestias no se desaten contra una mayoría callada que no termina de perfilar el tipo de lucha contra la autocracia.
La emoción atávica del patriotismo es un arma poderosa, y los serviles feudales han sabido constituirse en la fuerza motora de su presencia. La utopía también existe en el bajo vientre, en la resaca del día anterior.
*Periodista, poeta y narrador venezolano (Maracay, estado Aragua)
Fotos: Orwell ante su máquina y Wells de pie en la puerta de su casa.
La anécdota es bastante conocida, pero siempre vale la pena volver a contarla. Un día de principios de 1960, el joven Michel Foucault, de 34 años, entra en la librería y editorial Jean-Jacques Pauvert. Hasta ese momento sólo había publicado un libro (Enfermedad mental y personalidad, del que renegaría inmediatamente) y estaba terminando de escribir Historia de la locura en la época clásica, que se editaría al año siguiente.
Por Damián Tabarovsky
Perfil.com | 20.09.2008 | 23:49
La anécdota es bastante conocida, pero siempre vale la pena volver a contarla. Un día de principios de 1960, el joven Michel Foucault, de 34 años, entra en la librería y editorial Jean-Jacques Pauvert. Hasta ese momento sólo había publicado un libro (Enfermedad mental y personalidad, del que renegaría inmediatamente) y estaba terminando de escribir Historia de la locura en la época clásica, que se editaría al año siguiente. Acababa de regresar de cuatro años de estadía en Suecia, más algún tiempo en Alemania, es decir que en Francia no era demasiado conocido. Pauvert, que también tenía 34 años, era en cambio un editor prestigioso y vanguardista, que había publicado clandestinamente a Sade, y que en una pequeña librería de la Rue de Vaugirard habitualmente recibía a amigos como Bataille, Leiris o Klossowski. Entra, entonces, Foucault a la librería y se encuentra con un libro de Raymond Roussel recién editado. Ignorando por completo de quién se trataba, le pregunta al editor. Y Pauvert le responde: “¿No sabe quién es? Váyase y no vuelva a esta librería hasta que no haya escrito un libro sobre Roussel”. Así fue: en 1963 Foucault publica Raymond Roussel, su único libro dedicado por entero a un solo autor. A diferencia de otros filósofos franceses de su generación, como Derrida o Deleuze, Foucault no escribió mucho sobre literatura. Su aporte más importante no es tanto el libro sobre Roussel como ¿Qué es un autor?, un breve ensayo escrito en forma de work in progress donde, en sincronía con pensadores como Barthes, Lacan o Blanchot, critica el mito humanista del autor, la noción de yo y el ideal romántico del artista inspirado, en defensa de una literatura del lenguaje, de la idea de que es el lenguaje quien habla, o mejor dicho que somos hablados por el lenguaje. Al filósofo no le importa la literatura –género burgués– sino las formaciones discursivas, la épistémè. Sin embargo, siempre es interesante leer los textos laterales de los ensayistas centrales. En especial cuando rozan la literatura. No me refiero a Prefacio a la transgresión, su gran artículo sobre Bataille, donde en verdad poco habla de literatura y sí mucho de la relación entre representación, ley y sexualidad, sino a textos relegados, perdidos, poco frecuentados. Por ejemplo, un extraordinario artículo sobre Flaubert, llamado La biblioteca fantástica, publicado en 1967 en una revista hoy olvidada de nombre Cahiers Renaud-Barrault (pero que tuvo su importancia en los 60 y 70). Es un ensayo sobre La tentación de San Antonio, seguramente el libro de Flaubert menos leído, junto a Salambó. Pero Foucault, a quien evidentemente no le interesaba demasiado la literatura, usa como excusa a La tentación... y a Flaubert para pensar los cambios en el imaginario cultural de la modernidad. Escribe entonces frases perfectas, como ésta: “El siglo XIX descubrió un espacio de imaginación del que la edad precedente no había sin dudas sospechado la potencia. Ese nuevo lugar de los fantasmas no es más la noche, el sueño de la razón, el vacío incierto abierto frente al deseo: por el contrario, es la vigilia, la atención incansable, el celo erudito, la atención puntillosa. Una quimera puede nacer de la superficie blanca y negra de los signos impresos, del volumen cerrado y polvoriento que se abre bajo el impulso de palabras olvidadas (…) La imaginación se aloja entre el libro y la lámpara. No se lleva lo fantástico en el corazón, no se lo espera tampoco en las incongruencias de la naturaleza; se lo toma de la exactitud del saber; su riqueza está a la espera en el documento. Para soñar no hay que cerrar los ojos, hay que leer. La verdadera imagen es el conocimiento (…) Lo imaginario no se construye contra lo real para negarlo o compensarlo; se extiende a lo largo de los signos, de libro en libro, en el intersticio de las relecturas y los comentarios; nace y se forma en el entre dos de los textos. Es un fenómeno de biblioteca”.
*Tomado de: http://www.perfil.com/contenidos/2008/09/20/noticia_0044.html
Rodolfo Witremundo Moleiro nació en Zaraza el 07/06/1867. Hijo único fuera de matrimonio de María Josefa Moleiro Arveláiz (Chacín y Escala-Ximón) y de Apolinar Gil, nieto por vía materna de María de las Angustias Arveláiz Chacín y de José Pío Moleiro y Lara, según matrimonio efectuado en Aragua de Barcelona en 1834, tal como lo registra el fraile agustino Manuel Acereda Lalinde en su recolección de matrimonios conocida como Consectario de Aragua de Barcelona. A falta de uno legítimo, su padre de crianza fue su tío Federico Moleiro Arveláiz quien, además, levantó dos familias más en Zaraza, sin casarse. Rodolfo W. (como fue conocido) hizo sus estudios en su pueblo natal, muchas veces interrumpidos por su participación ocasional en las escaramuzas armadas propias de la época, lo cual no le impidió tener una buena formación humanística retórica manifestada a través de la prensa local de su pueblo. También incursionó en el periodismo siendo en 1888 Director-Redactor del quincenario El Estudiante, que alcanzó un tiraje de varios números en la imprenta Unare, y para no ser diferente a los jóvenes de su generación, de alguna forma incursionó en las guerras intestinas en las cuales; según Francisco Gustavo Chacín, cronista de Zaraza durante los años 1930s y 1940s; alcanzó el grado de General en Jefe (?), siendo coordinador del estado mayor de las fuerzas del oriente del Guárico que comandaba el general Hernández Ron. Esto le valió varias veces ser perseguido, aunque tenía el Don de la ubicuidad política pues de sus pocos escritos en la prensa se desprende que, al igual que muchas personas de su tiempo, se cambiaba de camisa política de acuerdo a como soplara el viento. Su tío abuelo Leonardo Moleiro y Lara (hijo de Joseph Moleiro y de María Manuela Lara, divorciados en 1810) y su tío Federico Moleiro Arveláiz fueron criadores y agricultores, dueños de las haciendas “Coporo” y “Loma Triste”, respectivamente. Allí se escondía Witremundo cuando era perseguido político, al amparo de sus parientes. Federico Moleiro Arveláiz -muerto en 1909, según testamento cuya copia certificada poseo-, fue el primero que industrializó el papelón de caña en Zaraza, al decir del Dr. José francisco Torrealba en su libro Algunas Familias de Zaraza, Grafolit, 1950. Casado con la señorita Petra Sánchez Ron, Rodolfo Witremundo procreó una larga familia siendo sus hijos: 1. Rodolfo Moleiro Sánchez, abogado y poeta de reconocida inspiración, casado en Altagracia de Orituco con Amada Pérez W. 2. Federico, abogado, soltero, miembro de la Corte de Casación por varios años. 3. Moisés músico y pianista, casado con Carmen Camero Zamora, de Valle de la Pascua. 4. Carmen Alicia. 5. Estela. 6 Raúl, pintor, con varios premios en su haber y 7. Josefina Moleiro Sánchez. Fuera del matrimonio el General fue padre de dos hijos a saber: Gustavo Adolfo Rojas, comerciante en Zaraza c/c María Manuela Hernández Abello y de Mariana Fuentes, c/c José Gregorio Miranda. Dice Francisco Gustavo Chacín -quien firmaba como F. G. Chacín- que al estallar la revolución conocida como “La Libertadora”, Rodolfo W. Moleiro se afilió a ella formando parte del estado mayor general de la misma en actividades de logística, suministros y procura, al lado de Manuel Antonio Matos y otros jefes. Al ser derrotados en La Victoria a finales de 1902 vino una época de persecuciones que le obligaron a esconderse y olvidarse de actividades políticas y militares; pero a la caída de Cipriano Castro comenzó poco a poco a mostrar simpatías por el nuevo régimen, hasta que su paisano el general David Gimón Pérez fue designado en 1912 por Juan Vicente Gómez como Presidente del Estado Guárico, llamando a su amigo Rodolfo Witremundo Moleiro para ocupar el cargo de Secretario General de Gobierno con sede en calabozo. Así pasó de actividades militares a las civiles, ocupando diferentes cargos incluyendo el de diputado suplente por el Guárico. Lo cierto es que el ciclo vital de Moleiro va desde sus actividades periodísticas en su temprana juventud en Zaraza, en las cuales hacía de Director-Redactor del periódico nombrado ut supra en el que escribía poesía y prosa; luego comenzó su actividad como Director de Educación Primaria en la Sección Oriental del Guárico del Gran Estado Miranda, en el cual creo varias escuelas unitarias (ver mi libro El Guárico Oriental 3, Valle de la Pascua, 2006); oficial de logística y de estado mayor del general Hernández Ron, oficial de retaguardia y logística con el mismo personaje en “La Libertadora”, perseguido político en el régimen de Cipriano Castro, burócrata con David Gimón y diputado suplente en ejercicio cuando el Gomezalato. Murió retirado en Caracas el día 5 de enero de 1942 a los 75 años de edad. (Gracias a la Ing. Vanessa Webel y a su madre Sra. Thalía Rodríguez por proporcionarme los datos dejados mecanografiados por el ilustre ciudadano zaraceño Francisco Gustavo Chacín a finales de los 1940s.) MSA, fax (0212) 0285 8957 E: Mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.com Los libros El Guárico Oriental 1, 2 y 3 en la librería La Llanera, calle Guásco, frente a la plaza Bolívar, Valle de la Pascua.
*Cronista e historiado venezolano (Valle de la Pascua, estado Guárico) Fotografía tomada del blog "Zaraza en la Web": http://zarazanuestra.blogspot.com/
Ponencia leída en el: X SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS Y I ENCUENTRO NACIONAL DE LA CULTURA LLANERA JOSÉ LEÓN TAPIA “Una Visión del Llano Total” 10 al 13 de Julio del 2008.
Quiso la generosidad de nuestro amigo y maestro el Doctor en Llanología Adolfo Rodríguez Rodríguez, que a nuestras manos, a nuestro corazón y a nuestro cerebro llegara un ejemplar de su tesis de grado para obtener el título de quinto nivel en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela.
Esa tesis (1990), es el resultado final de diez años de trabajo. La vecindad geográfica con Rodríguez en la Ciudad de los Morros y la cercanía en el afecto y en las luchas durante más de cuarenta años, nos permiten conocer en toda su esplendida humanidad al autor de esa investigación que leemos, releemos y consultamos una y otra vez, como la Biblia sobre el llano, el llanero y la llaneridad.
La tesis presentada como requisito parcial para optar al grado de Doctor en Ciencias Sociales tiene 593 páginas, quinientas citas bibliográficas y hemerográficas, y esta dedicada al poeta apureño Julio César Sánchez Olivo, su entrañable amigo.A lo largo de once capítulos el autor estructura una teoría sobre “ La Imagen de los Llaneros Venezolanos” que es el título del extenso y enjundioso trabajo.Es una teoría sobre identidad ,ficción y utopía de los llaneros venezolanos con posibilidad cierta de ser aplicada ,comparada y diferenciada con las de los llaneros de Colombia .Es un trabajo de paciente tejedor y así como sus ancestros por vía paterna, los Rodríguez Rodríguez y por vía materna, los Rodríguez Díaz- genealogías para escribir una historia larga, de espíritus luminosos-tejieron sogas y falsetas, la una, cuero cortado con precisión de pulso impecable, torcido y asoleado, la otra, fibra larga resistente y multicolor llevada a creación de artesanía todavía sin reivindicar,así debió tejer el hijo dilecto de SantaMaría de Ipire esa obra monumental de su entendimiento de llanero que bien ganada tiene credencial de embajador de su confín ante el mundo.
La tesis de Adolfo Rodríguez está localizada en la etnopolítica, ciencia que estudia la toma de decisiones de los sistemassocietarios étnicos objeto específico es la historia de los llaneros venezolanos durante los tres siglos –más o menos, imprecisa el autor en la introducción ,como buen llanero que da seno al cabresto para permitir las naturales márgenes de error.Durante esos tres siglos nace,se desarrolla y subsiste la neoetnia de los llaneros venezolanos, quienes conciben auto-imágenes y heteroimagenes. El centro de gravedad de la tesis del historiador, poeta y profesor Rodríguez lo constituyen precisamente las imágenes del llanero sobre si mismo y las imágenes de “los otros” sobre el llanero.
Rodríguez concibe al llanero como un grupo societario en equilibrio y parte en consecuencia de la premisa de la utopía cumplida. Aplica el autor el enfoque que sobre lo múltiple y lo unitario aporta el diferencialismo dialéctico, en paradigma que a su decir, es resultado de las reflexiones “procuran la elaboración de una teoría grupal de las sociedades”.
Apreciamos la obra de Rodríguez como el encuentro de quien busca con afán pero sin apresuramientos, sin prisa y sin carreras, para que búsqueda y encuentro sean la expresión de una personalidad así signada.Cita autores extranjeros y a autores patrios. Recoge como quien cosecha: uno a uno los frutos de muchas investigaciones para identificar, comparar, contrastar. La obra en comento la consideramos monumental, la más extensa,prolífica,madurada y acabada que sobre el llanero se haya escrito.Hay en sus fuentes historia, política, sociología, poesía, antropología, economía, folklore, mitología, estadística, teología, libros, periódicos, revistas y boletines. Poco o nada publicado que se refiera directa, indirecta, radial o tangencialmente al llanero, durante tres siglos quedó fuera de la investigación .Presentada la tesis en 1990, debió nuestro maestro marcar los cabos que iba a atar luego, por lo menos durante cuarenta años.
Destaca en el trabajo del Doctor Rodríguez una imagen de los llaneros venezolanos, formada a lo largo detres siglos de prácticas económicas, sociales y culturales en un ambiente de libertad con hechos de subsistencia y de resistencia pasiva durante el período colonial.
Las imágenes, sistemas conceptuales o ideologías sobre si son producto de las condiciones de equilibrio.Fundamenta sus afirmaciones en los trabajos de autores llaneros y no llaneros como Humbolt, Ramón Páez, Torrealba, Bolet Peraza, Ovalles, Vallenilla Lanz, Tejera, Bolívar Coronado, Arvelo, Gil Fortoul, Eduardo Blanco. Pocaterra, Andrés E González, Rago, Picón Febres, Otero Silva, Carlos Palacios, Planchart, Pastori, Tosta, De Armas Chitty, Julio DeArmas y otros. El autor cita a cada uno para reforzar su propio juicio. Incluye cartas, proclamas, memorias, poesía y teatro. Organiza y valora datos. El particular ecosistema llanero en el tiempo y el ser humano-neoetnia producto de las etnias hispánicas indígena y negra-, actuando libremente en ese espacio y durante ese tiempo para generar una dialéctica de las imágenes en la historia llanera venezolana a través de cuatro modelos de ficcionalización: colonizadora, fragmentada, asumida y de resistencia.Para Rodríguez-y lo comprendemos plenamente- el llanero es la respuesta a la dominación.Es una “opción cultural” que nace en el siglo XVII con la invasión o cerco del llano, donde el ganado vacuno o “los grandes rumiantes” comenzaban a multiplicarse espontáneamente dadas las condiciones ambientales de la región de los llamados “Llanos de Caracas”, “llanos de Venezuela” o “Llanos de San Sebastián” donde lasprácticas de subsistencia de las etnias autóctonas en el llano, van a asociarse a las prácticas nacidasde la nueva realidad producto de la fusióncon las prácticas propias del Hato y consecuencialmente del llamado “trabajo del llano”. El caballo pasa a formar parte de la vida del hombre, bien como medio de transporte que le permite ganar tiempo a las distancias, sirviéndole además para cazar, buscar ganado cimarrón y pastorear.
El comportamiento de esa nueva etnia se expresa de manera pacífica, frente al comportamiento de las etnias autóctonas, es decir, aquellas que poblaban el territorio hoy denominado “Región de los Llanos”, antes de la conquista. Esa convivencia de prácticas pre y post llaneras, tiene según Rodríguez su explicación en la racionalidad del ser étnico, la cual excluye toda contradicción.La orientación hacia la supervivencia en un medio de contrastes, eshacia el convivir, Se trata de una fuerza propia, que conduce al equilibrio del modelo societario, con una persistencia para el logro del equilibrio o capacidad de recuperación que son la voluntad definitoria del carácter deseableutópico de cada sistema étnico. La identidad étnica, es así, un status ,una condición que asumida plenamente por el llanero, lo hace mantenerla a toda costa y trance con orgullo de sus posibilidades,de sus aptitudes y de sus destrezas para asumir riesgos,peligros,obstáculos o simplemente para enfrentar satisfactoriamente la vida.La vida suya ,que es la vida del llanero en el espacio al cual pertenece, en su territorio, en su llano, con un alto grado de desarrollo de la interacción recíproca con la naturaleza:Ella alimenta su cuerpo y su espíritu. De esa naturaleza vive, vive en armonía: la meta alcanzada será la victoria cumplida que hacen del llanero un “hombre completo”, capaz de tener conciencia de sí mismo y de “los demás” conciencia ecosistémica y conciencia diacrónica, ésta última la que le permite mantener la utopía conquistada.
El poeta, profesor, historiador y académico desarrolla las ficcionalizaciones con la pericia de quien conoce lametodología y con ella se obliga por mandato de manuales, más allá de que no la comparta.La ficcionalización por identificación es la del espacio. Rechazar o dominar lo que al conquistador lo considera un peligro contra el cual él, eslabón unido al monarca como guerrero suyo, y el monarca unido a Dios como su representante en la tierra, debe enfrentar y someter. Abunda en citas que van desdeFray Pedro de Aguado, Juan de Castellanos y Fray Buenaventura de Carrocera, sobre “, la conquista del llano” (1585-1788).
La identificación con la barbarie (ficcionalización por identificación) el llanero va a ser ficcionalizado en una identificación a veces cercana a la verdad y otras, apartadas totalmente.La desnudezde su cuerpo y la intrepidez de su espíritu, lo hacen parecer y ser identificados como “bárbaros”, lo cual incluye flojera, indolencia, pereza, ociosidad, en citas que van desde Humbolt hasta Uslar Pietri, pasando por el prócer José Laurencio Silva, el Prebístero José F Blanco y Codazzi.
Esa ficcionalización también se hace extensiva a la identificación de los llaneros con la herejía. Los indios eran “paganos” y el modelo de subsistencia era pagano, según la óptica del invasor. En este encuentro, bien vale la pena citar fragmento del dominico Juan José de Rojas, en 1768, trascrito por Rodríguez, sobre la porción de los llanosde occidente, llamados Barinas.
“A todo el territorio de Barinas quiso Dios dotarlo de fecundidad en sus pastos, en sus frutosy acomodos para cría de ganado, pero esto bien oculto bajo el freno de la fiereza de aquellos indios, entramos misionando los frailes dominicos, fueron fundando poblaciones, y a las sombras de éstas iban entrando los españoles y plantando sus hatos, y hoy son tantos los ganados que pueden contarse por millones” cita hecha de la que a su vez hace Virgilio Tosta.
La tesis de Adolfo Rodríguez trabaja luego con la identificación de los no-blancos, otra ficcionalización por identificación. Negros, mulatos, zambos y mestizos recibieron por igual la furia del racismo. Esa percepción sobre los llaneros persistió luego de culminado el período colonial y de iniciada la accidentada vida republicana.
Los llaneros también fueronidentificados con lo exótico, la cita que hace el autor es una fotografía del llanero apureño tomada por Páez, quien bien los conocía:
“Los apureños mostraron siempre en los campos de batalla todo eldenuedo del cosaco, la intrepidez del árabe del desierto, y en sus virtudes cívicas el desprendimiento de los espartanos”.En esa identificación, también el llanero ha sido tenido por “insubordinado y rebelde por naturaleza”.Páez, Vallenilla, Santander, Ker Porter y otros escamoteadores de la verdad, son citados por el autor.
La neoetnia los llaneros, así ficcionalizada, la incluye el autor en el evolucionismo unilateral. La separación que hizo el pensamiento de la antropología de las luces, cuyo objetivo supremo era la “civilización” entre el estado de naturaleza y el estado de las leyes o Sociedad civil, llevó a concebir al llanero ya no como un bárbaro a quien había que destruir, sino como un primitivo cuya incapacidad requería de tutelaje.De allí que la antropología de la ilustración propuso políticas de protección y tutelaje.Ovalles, Amaya, Pocaterra, Samper, Otero,Gallegos y Tamayo entre los más citados.
La “ imagen feudal de los llaneros” constituye otra ficción en la identificación de la etnia.El autor detalla en su investigación las razones por las cuales el hato constituíauna modalidad señorial o patriarcal donde el dueño de hato es propietario de la tierra y de los mediosde producción y el llanero ,el trabajador, muchas veces alzado contra el colonizador en el proceso de dominación .Destaca en esta forma de ficcionalización de la identidad de los llaneros ,la sustitución del término “peón” por el de “vaquero” en la ordenanza de llanos de 1811,para evitar la excepción existente hasta entonces de los peones en el servicio militar .
Cabrera Malo y Gallegos son los autores, en quienes Rodríguez fundamenta esta ficción.El académico guariqueño dedica cientos de páginas a la ficcionalización de los llaneros por identificación, la ilegalidad calificándolos de vagos, inobedientes y ociosos, los jueces de llano aparecieron en las ordenanzas de llano de finales del siglo XVIIIy fueroncreados registros especiales por el gobierno colonial, para inscribir a toda la gente libre al servicio de los hatos. De esos años es la apariciónde salteadores de caminoy cuatreros. Fueron creadas cuadrillas para reprimir el abigeato.El autor refiere fases de Calabozo, Guardatinajas y Camaguán, hoy estado Guárico, considerados sediciosos, y donde los protagonistas eran llaneros.
Durante el breve período de la primera república, Boves dirige el descontento social, los documentos citados coinciden en el calificativo a los pobladores del llano: forajidos, sublevados y salteadores.El libertadoren 1814, se queja de la “adhesión” de los pueblos del bajo llano a la tiranía .Páez, según la investigación de nuestro cronista mayor-hizo oferta de dinero a los soldados paraevitar que cometieran raterías. Los liderazgos de Boves y Páezen la población de los llanos, el influjo de esos dos hombrees llevó a otra ficcionalización: fueron los llaneros identificados como comunidad mesiánica.Formidable pertinencia de la citasde expresiones de J A Páezsobre su liderazgo, al igualque otras de Urbaneja Achelpol, Luis Villalba y Rómulo Gallegos.
Con abundante argumentacióny valiosas citasel investigador guariqueño Adolfo Rodríguez Rodríguezdetermina otra forma de ficcionalización: la identificacióncon las ideologías monárquica o republicana.La proclama de Bolívar a los llaneros el 17 de febrero de 1818, exalta el valor de la etnia llanera, considerémoslas invencibles. Morillo creyó en la posibilidad de seducir a los llaneros a favor a favor de la causa realista.Los jefes patriotas identifican al llanero con la independencia.Los autores citados en esta forma de ficcionalizaciónde la identificación, entre otros son Aguilera, Tejera, Eloy González, Gil Fortoul y Arvelo Larriva.
Los llaneros son identificados como personajes costumbristas, con el comunismo, como no-federales, como base y sustentacióndel caudillismo, el alma regionalcomo desintegradora, y con el determinismo, todo ello a partirde 1830,con etapa de apogeo de la oligarquía liberalde los Monagas y con el final de la hegemonía política llanera. Los autores citados por Rodríguez son Eduardo Blanco, Larrazábal, O’Leary, Fermín Toro, Juan Vicente González, Manuel José Romero, Pérez Vila, Fernández Heres, Rondón Márquez, Daniel Mendoza, Méndez Echenique, Villavicencio, JulioDe Armas padre, JulioDe Armas hijo, Armas Chity. Cita a los periódicos: El eco de Apure el Torrente, La Opinión Nacional, el Bazar, Últimas Noticias, el Correo del Orinoco, Alborada, entre otros.
Finalmente, creemos que la muy discutida afirmaciónhecha en Mérida el pasado 5 de junio en el Encuentro de Cronistas de Venezuela con estudiantes de la Escuela de Historiade la ULA, no es del todo cierta. Si hay quien lea una tesis de grado, obviamente, no como quien lee un libro de texto o una obra literaria, sino como lo que es: una fuente para nuestras investigaciones.
Consideramos de gran valor la investigación sobre los llanerosde Venezuela de quien entre mucha obra buena es el creador y Directorhasta hace poco, del Centro de Estudios del Llano(CELLUNERG) de la UniversidadRómulo Gallegos de San Juande los Morros-de la cual es promotor y fundador, y donde ejerció el vicerrectorado Académico-,hatrabajado Rodríguez sobre el medio, el hombre, el proceso evolutivo, usos, costumbres, personajes, modos de producción, mitos, leyendas y el sentido de pertenencia que lleva al llanero a una filiación con su ecosistema .Una y otra vez en la copla, en el corrío, en el poema, en los himnos, el la reláfica y hasta en la cotidiana conversa, el llanero se siente y se nombra hijo o hermano de sabana, cielo, viento, río, palma y del sol. Y del sol, como todo nacido “en ésta ribera del Arauca vibrador”.
Razones de tiempono nos permiten comentar la parte de la tesis del llanerólogo, llanerófilo y llanerómamo Doctor Adolfo Rodríguez, relativa a la heteroimagen de los llaneros venezolanos, esa percepción de “los otros”, en la cual el autor abunda en citas reforzadoras de sus dichos al respecto, como la de Carlos Palacios quien atribuye al llanero entre otras cualidades “las costumbres sencillas, mínima criminalidad, la hospitalidad, inventiva noble y poética, delicadeza de carácter y desprendimiento del interés material”.
Por estas razones, proponemos en este Encuentro-simposio la publicación de la obra“IMAGEN DE LOS LLANEROS VENEZOLANOS (Identidad, ficción y utopía)”en coedición de los estados Barinas, Guárico, Apure, Cojedes y Portuguesa, para que cada biblioteca de liceo, universidad, casa de cultura, ateneo, centro de historia e instituto de investigación de esas entidades tengan para ofrecer a sus lectores, miembros o investigadores, un ejemplar de esta Biblia del llano, de los llaneros y de la llaneridad, escrito por el exégeta de Juan Germán Roscio, el clarificador de Zamora, el reivindicador de Don Carlos del Pozo, alumno-amigo de D Armas Chitty, amigo y Maestro nuestro.
*Cronista del Municipio Juan Germán Roscio. Estado Guárico, Venezuela (0416-8460435, argenisranuarez@gmail.com)