Dedicado a compartir asuntos de historia, crónicas, sociología, educación, ciencia y tecnología, política, teatro, tradición, cine, literatura, artes y filosofía (San Juan de los Morros, Venezuela)
Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar
miércoles, 18 de junio de 2008
UN RITUAL DE ORIGEN ETNOAFRICANO PARA LA PROTECCIÓN INFANTIL EN LA ORALIDAD POPULAR DEL MUNICIPIO RIBERO, ESTADO SUCRE
Fotoleyenda: una mujer Azande sostiene a su recién nacido sobre el fuego, durante la ceremonia en que se celebra el nacimiento del nuevo vástago.
En los relatos de tradición oral, encontramos en los pueblos de Cariaco, Campoma, Chamariapa, Sampayo y otros del Municipio Ribero del estado Sucre, la realización de un ritual antiguo que, como otros provenientes de diversas culturas ancestrales, se le asigna una función mágica particular; este caso, conocido en sentido figurado como “Cocinar al niño”; se enmarca en el nacimiento y protección del niño o niña recién nacido. Nos relatan los testimonios que este se practica cuando a una madre se le mueren seguidamente dos niños, bien sea en el proceso de parto o en los primeros meses de nacido; con su tercer niño o niña, se hace necesario realizar este ritual para prevenir esta consecuencia, protegiéndolo desde los primeros días de vida. Este ritual no posee rezos u oraciones, los adultos que participan en el mismo, brindan con una bebida tradicional y dramatizan o contextualizan la preparación y consumo de un sancocho, donde cada participante cumple una función. En una entrevista que le realizáramos en 1997 a Guillermina Ramírez, cultora popular quien practicó este interesante ritual, el cual combinó con sus conocimientos de partera, nos relataba lo siguiente: ...” Bueno, se acostumbra a “cocinar al niño” cuando a la madre se le muere su hijo (...) se le mueren casi siempre de 5 o de 8 días de nacidos; que haya tenido el primero y se le muere, tuvo el segundo y también se le murió, ya para los tres, entonces invitan a los vecinos, a los muchachitos que hallan por ahí y le preparan una olla de barro, como decirte, cazuela y en esa cazuela entonces, se ajunta a la candela, pero no se prende, se le pone vitualla sancochada, pero fría; después se invita los muchachitos y los vecinos también, al sancocho. Unos hacen las veces de soplar la candela, otros meten la mano y cogen su casabe y su poco de vitualla y empiezan a comer; si el “sancocho” es de carne, el muchachito es la carne y si es de pescado, el muchachito es el pescado; entonces no vamos a comer el pescado porque es el muchachito, pero ahí mojamos, hacemos las veces que estamos mojando en el caldo, tanto adultos como muchachitos. Con una cuchara de totuma se saca el caldo y uno bebe, pero eso no tiene nada, eso es un sancocho del muchachito. Hay muchos San Luís; San Luís del Monte, San Luís de la Calle, pero siempre al que se le pide por el muchachito es a San Luís Beltrán, el médico de los niños. Además de Cariaco, se hace en Chamariapa, en Sampayo; los pueblitos que yo más conocía, también en Campoma siempre se hacía. No se sabe de donde viene esa tradición, mejor dicho, ni lo se yo ni lo sabe nadie; de donde salió ese sancocho, eso sería de partes negras, de partes africanas. Se dice que sí es efectivo, por eso los muchachitos que iban llegando se van poniendo Luís; Luís Beltrán, Luís Antonio, Luís Esteban; si son hembras se van poniendo Luisa. Los que iban naciendo de la misma señora a quién se les morían, ella le ponía Luís o Luisa”...
Las manifestaciones étnicas de la diversidad cultural sucrense se han expresado en cada uno de los aspectos de la vida a lo largo del tiempo. Hoy se pueden apreciar algunas reminiscencias ancestrales, como la señalada anteriormente, de la vida social en nuestros pueblos, otros perviven como cultura de resistencia. El arraigo de las creencias mágicas en ciertas sociedades, debe ser observado como todos los aspectos culturales y con un sentido amplio de interpretación y valoración, por ningún motivo deben juzgarse con los criterios de racionalidad pura de nuestra sociedad contemporánea. Todo ello forma parte de otra racionalidad cultural sincrética que nos caracteriza, que responden a otros sistemas de creencias donde se involucran valores materiales e inmateriales de gran sentido patrimonial.
Fuente:
Tejera Gaona Héctor. La Antropología, ediciones tercer milenio, CONACULTA, México, 2002.
Este ritual presente en el municipio Ribero probablemente constituya una reminiscencia de los antiguos rituales del nacimiento de un niño provenientes de etnias africanas como la Azande.
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