Carlos Ríos Roldán*
I
Todo comienza con el polvo dorado del Maghreb y el Llano.
“Todo ha terminado, todo ha comenzado por
Estas son las palabras iniciales de capítulo I titulado “
Baque fue su amigo y compañero, con el que compartió en Francia seguramente angustias tercermundistas. Efraín pretendía guiarnos por el camino de
Otra de las que saco en claro de este registro personal con base en el recuerdo, es que tal vez ese Maghreb polvoriento y dorado, abrasado por el sol, debió parecerle a Efraín a su visión del llano venezolano, lugar de horizontes abiertos, de sabanas sin límites. Llano y norte de África una visión de relación, o una comunidad de historias entrelazadas de manera conmovedora. Tal vez uno surgió del otro. No en balde al oír atentamente un
“pajarillo” un viejo género de la música tradicional del llano, notaremos la cadencia andaluza, que lo emparenta con géneros musicales de
II
Recuerdo, luego existo…
Luego de varias décadas de borramiento inclemente de la memoria, intento acercarme a mi recuerdo de Efraín Hurtado. Total, soy un testigo más de su vida, al igual que muchos otros, que todavía con vida, lo recuerdan. Por ello este reportaje a la memoria.
Se ha llegado a decir que para los griegos el género literario por excelencia fue la tragedia; para los romanos y con ellos los cristianos, la epístola. En el Renacimiento el gusto se desvió hacia el soneto y para la modernidad, la novela. En estos tiempos, de múltiples nombres, pero con una profunda crisis de la verdad se hace necesario redefinir los gustos. En este sentido George Steiner postula que la novela dejó de ser el género literario predominante para dar paso a la crónica, el reportaje, el registro, o el testimonio, todas formas documentales, de la memoria. Los géneros de la memoria, como los nombramos de una manera general, ganan el terreno dejado por los otros. Es por ellos que he acudido a mis recuerdos. Ya no me serviré de lo que otros dicen o dejan de decir, ya no me serviré de lo que otros recuerdan o saben. Conocí a Efraín, fui su alumno y amigo. Compartimos el pensar y el sentir.
Este es un reportaje a mi mismo, una crónica de mis recuerdos. Pero como toda crónica deber ser escrita para dirigirse al “otro”, para ser dicha, para ser oída, para ser compartida.
Todavía hay presencia de Efraín, todavía queda un “gentío” que lo conoció y que seguramente quedo electrizado con su poesía, con sus escritos y con su muerte repentina.
III
Y llovió… y vaya que llovió
Para todo antropólogo el trabajo de campo es la prueba de fuego, el rito iniciático, la hora de las verdades en donde el “otro siempre gana y uno, algo pierde”. En
En los meses que van de julio a septiembre se multiplicaron las angustias, el calor, las soledades y el aislamiento. Sed, polvo, polvo y más polvo. Me robaron la ropa y mis libros y quede solo con lo que llevaba puesto. Solidaridad: con los regalos llegué a tener más ropa que todos… y allí recuerdo a Efraín, guiando, conversando, discutiendo sentado en su chinchorro llanero. Guajira y Llano se hermanan al vaivén del lecho que cuelga. Su risa, casi con pena.
En
IV
La hoja nuestra de cada día
Todos los días de sus clases, Efraín se presentaba con una hoja suelta, mimes o multigrafiada, aunque ya para los inicios de los años 70´s del siglo XX se contaba con una novedosa tecnología: la fotocopiadora. Éramos pocos, diez o doce en el salón, como debería ser. En esa hoja que repartía estaban escritos los comentarios, ideas, pensamientos y propuestas que guiarían las discusiones en clase. Estaban escritas con un estilo compuesto por largas y por qué no, inínterminables frases. Pensamientos complejos sobre Antropología y Sociología, sobre la descolonización, o sobre la lucha contra el imperialismo fueron temas de sus hojas. No descartó tampoco la crítica literaria. Llegue a pensar en algunos momentos que las hojas eran más poesía que teoría… o tal vez teoría en poesía. Veinticinco años después, y quien sabe si guiado inconscientemente por lo aprendido, un poeta también llanero y guariqueño como Efraín y yo, hicimos una serie de reportajes y entrevistas públicas cuando compartíamos labores en
En fin, aquellas hojas estaban destinadas a promover profundas e intensas reflexiones en torno a la teoría y a la poesía. Han pasado años, todavía no se con certeza su impacto y su alcance. Intuyo eso sí, que cambiaron nuestras visiones del mundo.
V
Fruto de la vid y del trabajo del hombre…
Mucho se ha dicho, es un lugar común que la mayor parte de la producción literaria de la parte occidental de la humanidad, si es que eso existe, se ha hecho bajo los efectos de los espíritus del alcohol. Vino, whisky, cerveza o lo que sea han jugado papel de primer orden.
De Francia, Efraín trajo esposa y el gusto por las buenas bebidas. Sus alumnos lo sabíamos. Tenía la suerte de vivir cuando lo conocí a principios de los años 70 en el sector de Sabana Grande en Caracas, justo en un edificio de esquina que tenía en la planta baja lo que estaba de moda: una tasca. Creo que todavía funciona eso allí y debe haber o rondar el recuerdo de un poeta que se hizo antropólogo; que gastó algunas noches de licor, bohemia y poesía, al calor de una conversación entre amigos. Sabana Grande siempre fue un sector de Caracas que exhibía “Repúblicas” de intelectuales izquierdosos, poetas beodos, escritores noctámbulos, actores de reparto… todos comprometidos con la noche.
VI
Dime lo que lees y te diré…
Hay una antigua conseja popular que dice: “dime con quien andas y te diré quien eres”, pero si la arreglamos para un lector podría quedar así: dime lo que lees y te diré lo que eres… si eso hubiese aplicado al lector que fue Efraín Hurtado, una pléyade de autores, especialmente franceses que representaban el cenit del pensamiento social y de la crítica literaria de los años 60 y 70, habrían emergido de los estantes y anaqueles. Althousser,
Eliade, Levy-Strauss, Lacan, Berque, Douvegnaud, Caseneuve, Barthes, Bachelard,
Revisando y recordando, dos de las tareas esenciales de cualquiera que se aventura por los caminos de la crónica, encontré en mi biblioteca un libro de Sigmund Freud, Totem y Tabu, que tenía dentro una ficha de
Por cierto, parte de sus libros reposan diluidos en la colección de la pequeña biblioteca pública “Ana Luisa Llovera” en Calabozo, su ciudad natal. Recuerdo un día en que revisaba los anaqueles cuando saque un libro de Antropología y Oh… ¡Sorpresa!, en la primera página estaba su firma, prueba de que al menos ese fue suyo. Firma y fecha… ¿Cuántos quedarán? ¿Cuántos se habrán perdido?... pero hay una pregunta aun más importante:
¿Cuántos habrán servido para incitar a un desprevenido lector a adentrarse en el mundo del pensamiento complejo?
VII
La última vez… la muerte
Inicios de Octubre de 1978, yo estudiaba
VIII
Por decir, hacer y recordar…
Faltaría mucho por hablar, por decir y por recordad. Allí están todavía su poesía, sus escritos; los recuerdos de su malestar físico, de su rodilla lisiada, su tic nervioso, de su calvicie prematura y sus grandes ojos negros, redondos y escrutadores. Allí esta el recuerdo de su pensar en Antropología: la descolonización y los argelinos, el marxismo y el estructuralismo. El “barroquismo” de su estilo. La vida inquieta del enfermo, sabiéndolo al estilo de Silvia Plath para quien al igual que Efraín, morir era un arte…
Falta recordar su sentido de utopía, que pretenda armonizar lo anacrónico y lo disperso (al estilo de Berque) lo uno y lo múltiple. Una propuesta indecente al Ateneo de su ciudad natal, o a
BIBLIOGRAFÍA
BERQUE, Jacques.
Económica, 1968. 225 p.
CARMONA PARRA, Jaime. Psicoanálisis y Vida Cotidiana. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2002. 224 p. ISBN 958-665-051-0.
STEINER, George. Lenguaje y Silencio. Barcelona: Editorial Gedisa, 1994. 383 p. ISBN 84-7432-539-0.
*Antropólogo, egresado de
Foto del desierto: http://www.webislam.com/?sec=imagenytexto&id=9
Foto de rio Matiyure: Arturo Álvarez D'Armas.
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