Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

lunes, 7 de enero de 2008

LA DIÁSPORA CULTURAL AFRICANA EN LA MICRO REGIÓN DE ORTIZ TIZNADOS



José Obswaldo Pérez*






Los africanos y sus comunidades colectivas encontradas alrededor del mundo constituyen la diáspora africana. La diáspora africana no sólo se refiere a Hispanoamérica, sino también a la migración global durante milenios. Las comunidades africanas pueden ser encontradas históricamente en Asia, en Europa, y en Australia. Pero, las comunidades más numerosas son la de los países de América (Norte, Centro, y Sur) y el Caribe. Las colonias caribeñas y sudamericanas tuvieron un predominio de africanos, y esta fusión claramente afectó la cultura aborigen. La migración forzada de africanos siguió un patrón invariable a través de la diáspora. El proceso de sangría demográfica evidencia cómo una migración de esclavizados significaría una migración de culturas. Mientras muchos esclavizados se movían alrededor de la diáspora, más cultura se transmitía pese a la aculturización a que fue sometida en sus respectivas zonas de asiento[1].

El comercio atlántico de esclavos proporcionó los medios de migración para la mayoría de los africanos en el Nuevo Mundo. Cada grupo migratorio africano trajo sus tradiciones y costumbres que, aunque no eran idénticas, eran similares y, a menudo, tenían rasgos afines. Las tradiciones culturales, se plegaron a las otras culturas, comenzando a mezclarse. Varios investigadores hablan de una combinación de rasgos y elementos africanos en Hispanoamérica que tomaron lugar entre grupo humanos provenienteS de Senegambia y Guinea Bissau, entre los ríos Níger y Senegal. Regiones, por cierto, preferidas por los españoles y portugueses para traficar con los naturales de esas zonas por su laboriosidad, alegría y adaptabilidad. De las caletas de Benin, Biafra, Congo y Angola también provienen emigrantes esclavizados. De estas regiones, miles de esclavos de diferentes naciones étnicas entraron a Venezuela. Entre los grupos humanos podemos citar: Ewe, Fon, Efik, Efok, Mina, Bakongo, Loango, Caheo, Mondongo, entre otros[2]. Muchas de las personas de estas zonas tuvieron interacción a través del comercio y la guerra antes de su reintroducción en Hispanoamérica.

Los africanos han tenido una presencia continua en Hispanoamérica por más de 400 años. Desde la época de la conquista, las huestes conquistadores trajeron africanos que viajaban en las expediciones de tierra adentro. Muchos de estos grupos arribaron después a Venezuela por el puerto de Coro – alrededor del año de 1550 -, procedentes de la Antillas caribeñas para trabajar en las minas de Buria, cerca de Barquisimeto. Su llegada resulta de una crisis de mano de obra debido a la demanda creciente de trabajadores para las minas, las haciendas, los transportes de carga y, en fin, para todas las formas de trabajo. El déficit de mano de obra trató de llenarse con la importación de África de esclavos a comienzos del siglo XVI.

A su llegada, los africanos participaron en la construcción socio-económica y política de la Provincia de Venezuela a comienzos del siglo XVII, cuando empieza la importación más o menos masiva de población africana al territorio venezolano y, principalmente, hacia los Llanos de la Provincia de Caracas. Su contribución más importante fue su fuerza laboral en las haciendas y hatos ganaderos, que facilitó la acumulación de capital, la introducción de nuevas tecnologías y la globalización del comercio interregional basado en el desarrollo creciente de la agricultura y la ganadería en el siglo XVIII[3]. El tráfico negrero, llamado específicamente trata[4], se correspondía con la dinámica histórica abierta con los nuevos descubrimientos geográficos de los siglos XV- XVI y con “el espíritu de lucro del capitalismo”. Este sistema, según el historiador Brito Figueroa:

“somete a sus intereses las aspiraciones de aventureros, navegantes y gobernantes; pone precio a su participación material y transforma los esporádicos y accidentales contactos entre europeos y africanos en una empresa mercantil-monopolista de gran envergadura, destinada - como en efecto ocurre- a fortalecer su creciente poder económico”[5].

En muchos casos, los africanos traídos a los hinterland negreros de los puertos de la Guaira, Puerto Cabello, Cumana y Barcelona[6], eran herreros, granjeros, alfareros y soldados, así como también marineros. Algunos otros trabajaban como mayordomos, empleados de servicio doméstico, actividades agrícolas y pecuarias y artesanales (artes y oficios). Los esclavos domésticos, realizaban tareas en la casa de habitación del dueño, junto con sus mujeres que se ocupaban de realizar trabajos como cocineras, lavanderas y criadoras de los niños blancos. En algunas circunstancias, y con la autorización del amo, podían alquilar su fuerza de trabajo; algunos de ellos hacían trabajos de herrería, carpintería, barbería, construcción de casas de adobe, fabricación de tejas o bloque de teja, entre otros oficios. Las mujeres eran solicitadas para cocinar, lavar, planchar, cuidar y, en muchos casos, para amamantar niños, cuando la madre moría en el parto o estaba enferma[7].

De los primeros establecimientos de esclavos, diversos grupos de esclavizados vivieron y trabajaron en los llanos de Guárico y Apure, mezclando tradiciones culturales, tecnológicas, y sociales en una perspectiva distintiva de mestizaje y creollización. La nueva cultura reflejó la entrada de esclavizados en el crecimiento de hatos ganaderos dedicados a la economía de agroexportación, principalmente de cueros y manteca. Ese espacio de vida no sólo fue un modo de hacer el lugar sino una forma de convivencia natural, entre los márgenes de una “tierra de frontera”, abierta y libre para la construcción endógena de una nueva “neoetnia” cultural: los llaneros[8].

Las recientes estudios realizados por Arturo Álvarez D` Armas, Irma Mendoza, Adolfo Rodríguez, Felipe Hernández y otros investigadores introducen un nuevo enfoque en los estudios africanos en la región llanera[9], lo que ha permitido conocer la gran importancia de la esclavitud negra en los hatos ganaderos y la propiedad territorial esclavista a lo largo del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Adolfo Rodríguez, historiador etnocultural, señala que los esclavizados africanos llegaron junto con los dueños de hatos[10]. Los pobladores españoles y mestizos llevaron los primeros subsaharianos a los partidos de Tiznados, Paya, Las Cañadas y San Roque de Las Lajas, jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, entonces unidades de producción agropecuaria en siglo XVII[11], para ser explotados. En medio de este espacio geográfico, el pueblo de Ortiz tenía una posición privilegiada. Era punto de paso o encrucijada para el comercio de ganado, cuero, tabaco y otros rubros hacia los centros de consumo urbano.

La cuantificada mano de obra africana en las haciendas de Guárico[12], es una muestra global de la concentración de esclavos en el ámbito de todo territorio colonial, tal como lo hemos comprobado en censos y matriculas de la microregión de Ortiz-Tiznados. Su presencia era notoria. Por ejemplo, en 26 sitios de hatos registrados para 1793 en San Francisco y San José de Tiznados, 14 negros esclavos administraban en calidad de mayordomos y suplían la ausencia del amo, cuatro lugares eran administrados por sus mismos dueños, cuatro por morenos libres y dos blancos (familiares del dueño del hato) administraban igualmente dos sitios para cría de ganado mayor[13].

El investigador Miguel Ángel Ortega[14] nos ofrece información sobre 345 esclavos, sin contar a los negros libres en la hoy Parroquia San Francisco de Tiznados, que ascendía a 1.132 almas. Igualmente debemos destacar la presencia de negros cimarrones en las montañas aledañas a los hatos y pueblos de Ortiz, San Francisco de Tiznados y San José de Tiznados[15].

En el poblado de Ortiz, visitado por el obispo Mariano Martí, el 5 de mayo de 1780, encontramos que vivían 107 esclavos, 90 negros libres y 99 pardos, los cuales representaban un 24,8% de la población total. Los negros libres y esclavos representaban un 16.9% de la población urbana del pueblo, lo cual nos da conocer una cuantificación bastante significativa. El censo de 1810, en víspera de la Independencia, se registraba 14,5% de pobladores negros y esclavos. En 1813, los esclavos negros alcanzaban el 8,5% de la población, pero los pardos libres eran mucho más numerosos, un 15,1%.

Estas cifras muestran una composición étnica reveladora en relación con el mestizaje de las clases sociales mediante un proceso de blanquecimiento que se venía acentuando aceleradamente, a principios del siglo XIX. Ya para momentos previos a la abolición de la esclavitud, la institución esclavista estaba en decadencia en el pueblo de Ortiz. Un esclavo costaba en 1858 aproximadamente 279 pesos. Cuando se puso en vigencia la Ley del 24 de marzo –y según un censo general del gobierno- un total de 129 esclavos habían logrado obtener su libertad por esta legislación: un grupo de 58 esclavos valorados en 16.230,58 pesos y otro clasificado entre 29 esclavos y 42 manumisos valorados en 12.775,50 pesos[16].

En un análisis de matriculas eclesiásticas e informes parroquiales nos permite determinar el número de negros, entre los años 1780-1813 habiendo censados unos 2.744 negros y esclavos, en una población total de 19.201 habitantes, equivalente a un 14,2%. La mayoría de los esclavos estaban concentrados en las áreas de influencia o zona rural, cuyas cifras verdaderas eran mucho más altas, como una característica del patrón rural disperso.

En conclusión, la huella de África en los llanos de Guárico y Apure es un factor principal y casi único en la construcción de nuestra cultura llanera. La recolección de estos datos estadísticos y las investigaciones recientes permiten dibujar los aportes culturales de los subsaharianos. Por ejemplo, el trabajo de los negros, zambos y mulatos tuvo importancia para la expansión de la economía colonial, el crecimiento del mantuaje y la expansión de la propiedad territorial.

El número total de esclavos de origen africano que entró con la trata esclavista al Alto Llano dictamina un papel considerable que contribuyó grandemente al desarrollo y el enriquecimiento de la cultura llanera, como médula importante en la etnogénesis de la cultura afrovenezolana, hoy integrada y diluida en la población venezolana como raíz principal de nuestro mestizaje.

[1] POLLAK ELTZ, ANGELINA (1972). Procedencia de los esclavos negros traídos a Venezuela. En: Vestigios africanos en la cultura del pueblo Venezolano. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, Instituto de investigaciones Históricas, p. 23 - 32. Véase también JOYNER, BRIAN D. (2003). African Reflections on the American Landscape Identifying And Interpreting Africanisms. Washington: National Park Service. U.S. Department of the Interior National Center for Cultural Resources. También en línea: http://www.nps.gov/history/crdi/publications/African%20Reflections.htm.
[2] Ídem.
[3] CARTATAY, RAFAEL (2005). Aportes de los inmigrantes a la conformación del régimen alimentario venezolano en el siglo XX. Agroalimentaria. Nº 20. Enero- Junio 2005 (43-55)
[4] El término “trata” es un eufemismo que busca eliminar la dimensión ética del concepto implícito en “la trata de esclavos”. Un término mucho más apropiado es el de “comercio negrero”, pues la palabra “negrero” ha conservado la carga de infamia que implica rebajar al ser humano a la categoría de mercancía. Véase a CASTELAR, EMILIO “Dimensión gráfica de la trata de esclavos”, en su Ensayo de la Abolición de la Esclavitud. En línea: http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/trata2.htm
[5] BRITO FIGUEROA, FEDERICO (1985). El problema tierra y esclavos en la historia de Venezuela, UCV, Ediciones de la Biblioteca (Colección Historia, XIV), Caracas, p 155.
[6] JARAMILLO, MARCOS ANDRADE (1999). De la trata a la Esclavitud. Venezuela siglo XVIII Caracas: Fondo Editorial ISPAME; p 78
[7] Véase la monografía de la profesora Ermila Troconis de Veracoechea: “El Trabajo Esclavo en la Economía Colonial” En: Boletín NC 345 (Enero-Marzo de 2004). Sesquicentenario de la abolición de la esclavitud en Venezuela (1854-2004)
[8] RODRIGUEZ, ADOLFO (1992) “Definición de la Neoétnia Llanera Colombo-Venezolana como utopía realizada” en: Romero Moreno, María Eugenia (1992): Café, Caballo y Hamaca. Visión Histórica del Llano. Coedición: Quito, Ecuador, Talleres Abya-Yala y Orinoquia Siglo XXI, Santafé de Bogotá, Colombia.
[9] Véase MENDOZA, IRMA (2005) “Presencia de la mano de obra esclava de origen africano en el Guárico Colonial. Siglo XVIII” En: Resonancias de la Africanidad. Caracas: Fondo Editorial Ipasme.
[10] RODRÍGUEZ, ADOLFO (2006, 29 Mayo): La Cultura Afrollanera en la formación de los llaneros. Conversatorio sobre influencia Árabe y Africana en Venezuela. Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela.
[11] PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2007). Hatos y Toponimia. Un caso de apropiación de lugar en Valle de Tiznados. Siglo XVII. Valle de la Pascua: XI Encuentro de Historiadores y Cronista del Estado Guárico, 29,30 y 31 de Marzo 2007
[12] ARMAS CHITTY, JOSE ANTONIO (1981): “Zambos y pardos en un censo de población del siglo XVII” En: Semblanzas, Testimonio y Apólogos. Caracas: Academia Nacional de la Historia
[13] BRITO FIGUEROA, FEDERICO (2002). Historia Económica y Social de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, p, 1199
[14] ORTEGA, MIGUEL ANGEL (1992): La Esclavitud en el contexto agropecuario colonial. Siglo XVIII. Caracas: Editorial APICUM, colección Otro Discurso Nº 2, p 56.
[15] BRITO FIGUEROA, FEDERICO (2002). Ob.cit.
[16] MEMORIA DEL MINISTERIO DEL INTERIOR Y JUSTICIA. Censo General de los Esclavos que han quedado libre en virtud de la Ley de 24 de Marzo de 1854.

*Periodista e historiador venezolano (Ilustraciones tomadas de http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/trata2.htm)

sábado, 5 de enero de 2008

LA DUDA DE VIVIR


Alberto Hernández*

I
Alma y poesía, así la alcanzó la muerte, en medio de la gran duda de vivir. Hanni Ossot, en efecto, acaba de llegar a su lugar de origen poético, donde las imágenes y una muy particular sintaxis la verán llegar con los ojos abiertos de azul y la sonrisa inesperada, la guardada para el silencio.
Traducida por su propia vocación rilkeana, Hanni Ossott versificó “el misterio de la muerte como la única verdad que no le ha sido revelada”, como escribió Esdras Parra acerca de la poesía de esta mujer cuyo mundo giró alrededor de la palabra.
Ensayista, profesora de la Escuela de Letras de la UCV, Ossott significó una lectura lenta y expresiva de toda una generación.
Entre sus obras podemos mencionar Formas en el sueño figuran infinitos (1976), Espacios para decir lo mismo (1974), Espacios en disolución (1976), El reino donde la noche se abre (1986), Cielo, tu arco grande (1989), Casa de agua y de sombras (1992) y El circo roto (1996), entre otros.
II
Un día, para abrir su poemario Casa de agua y de sombras, dijo desde la lejanía del tiempo: “Un libro que rememora la infancia nunca puede ser “literario”. La infancia no es literaria. Si hay acaso en ella esplendores, éstos se muestran en una riqueza directa, sin ambages ni artilugios. El libro de la infancia es más bien psíquico. Se trata de un libro de demoras”, y así lo hizo durante los días de su aliento, de la poesía que brotó rota, terrible desde la memoria, la soledad: “Por ese tiempo se empieza a escuchar/ desde lo solo”.
Juan David García Bacca, citado por María Fernanda Palacios, dejó para nosotros: “La verdad poética es una de las pocas formas que la vida ha conseguido dar a la verdad para que le resulte vivible”. Hanni Ossott hizo lo posible por vivir en medio de la duda, y vivió, y tanto fue que nos trasladó hasta el adentro de sus días quebrantables, dolidos. La verdad de la poesía navega en los labios silenciados de hoy de esta poeta: “Me extravié en el infinito/ pensarlo/ traerlo a mi alcoba/ era un exceso/ que hacía temblar.// Era demasiado pequeña para contenerlo./ Y me llenaba/ me expandía/ era astros”. Y el infinito la hizo infinito, la imagina en lo perdido de lo alto, con las palabras que siguen sonando en el pecho de quienes la leemos.
Con Schopenhauer supimos que “la muerte es el auténtico genio inspirador de la filosofía”, y para muchos poetas, también. Ossott nos acerca esta idea, nos la coloca frente a los ojos de la infancia para resucitar desde el pasado, desde el acento apacible de los padres, desde la niñez atrapada en la voz de quienes la leemos en voz alta”.
III
En su poema “El círculo difuso”, del libro Hasta que llegue el día y huyan las sombras, añade a todo lo anterior: “Tú también te alzas/ desde el fondo nocturno de un pantano antiguo/ y te enlazas y adhieres al nervio de mis últimos ojos/ afirmado a un presente que sabiamente/ ignora lodos.// Asú recuperamos las sombras, las figuras,/ entre hilachas/ figuras ya desgonzadas/ sin hombros sin palabras/ fuera de toda circulación...”. Y llegó el día y las sombras huyeron porque la luz, la que se instala en el alma, “Cerca del peligro, plenamente disponible/.../ Entre corrientes, avanzando ciega/ Colocada entre lo infernal y la quietud”, regresó a la palabra inicial, la que siempre es duda y verdad, canto y silencio.
Hanni Ossott nos destina a ser su permanencia, su estado revelado, su canto interior en nuestra azarosa y recuperable preparación a seguir los pasos del ruidoso mundo.
*Poeta,escritor y periodista venezolano

POEMAS


Arturo Alvarez D'Armas*




Soy un fantasma
busco tu cuerpo
corro
al rato
flotamos
rozamos
damos vueltas
me hundo
en lo más hondo.
Muero a la orilla
de tus senos.
-------------------------------------------------

Limpiamos a la carrera
el piso del cuarto
admiré tu cuerpo de ébano
no había sombras
columna inmóvil.
En ese lugar
te despojé la vestimenta
anduvimos meses años
uno tras el otro
tu allá yo aquí
pero nos amamos.
-------------------------------------------------


Yo, pecador de siempre
añoro el mes de mayo
en que adoré tu carne
por primera vez
deseo la mano tierna
la lengua que lame
suspiro sudor
cuerpo bañado
abierto como la flor
esperando los besos
con olor a incienso
y ramas de eucalipto.
-------------------------------------------------

Se entrecierran mis ojos
aún puedo verla
más no tocarla
el agua corre por la regadera
cual bautizo de Jesús
me dejabas tocar
dulce cuello muslos morenos
mordí la manzana
silencio
tiemblo ante lo desconocido
anhelo de nuevo esa esperanza
vuelve desnuda
compañera de la infancia.
-------------------------------------------------
*Poeta y bibliógrafo venezolano.

lunes, 24 de diciembre de 2007

EL VUELO DE LA REINA


Daniel R Scott*

Lluvia densa y fría del mes de octubre. Los sonidos de la calle me llegan lentos, apagados y difusos, como procedentes de otra dimensión. Hacia los lados de los árboles que bajan por el río en silenciosa procesión, el gris del día pluvioso se percibe y palpa tan sólido que bastaría cincel y martillo para sacar ladrillos de sus canteras o labrar una escultura, pero la realidad no da para tanto. No se podrá, pues, erigir un monumento dedicado a las lluvias matutinas e insalubres del mes de octubre.
Ya casi termino "El vuelo de la Reina" de Tomás Eloy Martínez, escritor argentino. Algunas de sus novelas, según leo, han sido traducidas a 36 idiomas. Vaya satisfacción para quien se precie de escritor. El tema está bien definido y delineado en la contraportada de la obra: "La corrupción política y la impunidad de un país que se viene abajo, y el creciente delirio erótico". No me gusta mucho la trama de la obra pero sí su técnica y estilo. Algunas líneas, párrafos y argumentos me traen a la memoria el "Americano Impasible" de Graham Greene, relato que leí con placer en 1993 unas seis veces hasta que por obra y gracia del fastidio ya no pude leer más. Me vienen a la memoria también extractos de los diarios del escritor venezolano Argénis Rodríguez, quien a la hora de escribir poseía un estilismo literario que me sedujo a la primera lectura y que yo intenté reproducir conscientemente y sin éxito en algunas entradas de mi propio diario. "El vuelo de la Reina" debe leerse en compañía del lápiz y del papel porque son muchas sus "citas citables", dijera el Readers Digest, que recogen a mi ver, la madurez literaria y filosófica del autor. He aquí algunas: "El mundo sería nada sin las ideas que siguen en pie, obstinadas, sobreviviendo a todas las adversidades". "Soy como escribo, soy lo que escribo". "En este país siempre parece que está por pasar algo terrible, y no pasa". "Cuanto más imagina uno como van a suceder las cosas, más diferentes son". Y así, por ese estilo. Se puede llenar una o dos paginas con frases de esa naturaleza.
Aquí la vida se construye sobre la madera común e inflamable del lado oscuro de la realidad y se pierden de vista las piedras preciosas del ideal. Es la vida en bruto, vivida como venga en gana. Atmósfera psicológica turbia, el instinto corriendo desbocado y sin frenos por las praderas de lo prohibido y coercitivo. El poder que atropella vidas, humildades y conciencias; el desamor, seres humanos que se extravían y perecen dentro de ellos mismos, existencias que son callejones sin salida. Hormigueros humanos que tienen más de hormiguero que de humanos, una era que rebosa de artilugios tecnológicos y en donde la virtud se halla ausente. El mal luchando contra el mal para imponer las razones y los caprichos del mal. Se insiste en una visión gnóstica de Cristo, que es la moda y la manía del último decenio y que ha inquietado a muchos creyentes nominales. Aun no termino la novela pero se me adelanta ya el final: "un final imprevisible, que arrastra a los lectores otra vez a la primera línea del libro".
Se sale de estas lecturas cansado, experto, con otra perspectiva del mundo y con un poco más de canas. Se vive en la vida de otros sin correr riesgos de sufrir en carne propia las consecuencias. Es que al leer una novela uno vive varias vidas en los contextos más disímiles: con Isabel Allende eres ciudadano indefenso que padece los rigores de una dictadura de derecha, y con Tomás Eloy Martínez te ves redactando una página editorial en un prestigioso diario de cualquier capital del territorio latinoamericano.
Asi es la lectura.
*Bibliotecario y escritor venezolano

ESTALINISMO: TERCERAS PARTES


Luis Matías López

[Tomado de Babelia. Madrid: 22 de diciembre de 2007. (elpais.com)]
Los libros sobre los excesos del estalinismo constituyen un género en sí mismo. No bastó con que Nikita Jruschov renegara de su antiguo jefe y destapara en los cincuenta la caja de Pandora. Hubo que esperar a la perestroika y a su hija predilecta (la glásnost o transparencia informativa) para que empezara a conocerse el volumen de una paranoia de Estado que un izquierdismo mal entendido ocultaba o minimizaba y que una derecha anticomunista a ultranza exageraba hasta el absurdo.
Alexandr Solzhenitsin no esperó tanto. Su novela Un día en la vida de Iván Denisovich se convirtió en casi una bandera con Jruschov ya en el Kremlin. Y su monumental Archipiélago Gulag, difundida en los setenta, se recibió en Occidente (en la URSS, obviamente, se impidió su difusión, como ocurrió con Vida y destino, de Grossman) como una enciclopedia del horror, tan minuciosamente detallada, tan obviamente real, que fue imposible ignorarla incluso por quien no quería mirar.
Al releer Archipiélago Gulag hay algo que sorprende de forma especial: esa tremenda capacidad por preservar la memoria en medio de la lucha cotidiana y agotadora por sobrevivir en un entorno hostil. Tal vez para Solzhenitsin esos dos empeños no eran sino uno solo cuando purgaba inexistentes crímenes políticos en los campos de concentración de Stalin.
Tusquets ha completado por fin el empeño por publicar en español la edición completa de esta monumental obra en tres tomos, sobre la base de las ediciones francesas de Fayard y Seuil revisadas y aumentadas por el propio autor. Este tercer y último tomo apabulla al igual que los anteriores por un efecto de acumulación que ayudan a comprender los designios del zar rojo.
A estas alturas, cuando se tiene la sensación de que no queda nada por saber sobre aquel horror, resulta difícil encontrar en el cierre de la trilogía un aliento nuevo en tantas páginas y páginas "con más de lo mismo", pero lo hay. Por ejemplo, en el capítulo en el que Solzhenitsin relata los trucos, que parecen propios de una novela picaresca, a los que tuvo que recurrir para escribir poemas, más en la cabeza que en el papel, y mantenerlos vivos en su memoria. Así pudo seguir siendo un escritor, antes que un preso. Así logró salir entero por dentro. Y así, su Archipiélago revive el aliento literario que, con frecuencia, parece condenado a ceder el paso ante la fuerza del documento y la denuncia.
Cuando la historia eliminó a su gran enemigo, el totalitarismo soviético, Solzhenitsin se quedó sin una causa por la que combatir. Su nacionalismo exacerbado puede sonar trasnochado, saber que le ha condecorado Vladímir Putin (que fue agente del KGB) puede producir el efecto de una tiza que raye la pizarra, la mayor parte de lo que ha escrito desde su regreso a Rusia puede que sea prescindible y, desde un punto de vista estrictamente literario, puede que haya escritores que merecieron el Nobel más que él. Sin embargo, Solzhenitsin es ya historia, y no por su libro mejor escrito, sino por este Archipiélago Gulag ahora recuperado por completo en español.
El caso de Vitali Shentalinski es diferente. Él sí que tuvo que esperar. Hasta 1988, cuando Gorbachov intentaba dar aliento de cambio a un régimen y un país-imperio que, finalmente, se le fue de las manos y se hundió por su propio peso, partido en 15. Su persistente presión sobre diversos estamentos del régimen le abrió las puertas de la Lubianka, el edificio cercano al Kremlin que fue, y sigue siendo, sede de la policía secreta política, que cambia de nombre (Cheka, NKVD, KGB...) pero no de carácter.
Su interés era muy concreto: los archivos literarios, los expedientes de los escritores represaliados. La publicación de los primeros resultados de su investigación fue espléndida: ahí estaban los detalles de la presión, persecución y, a veces, martirio de autores de la talla de Isak Babel, Mijaíl Bulgákov, Borís Pasternak, Borís Pilniak, Osip Maldelstam, Anna Ajmátova... Incluso Máximo Gorki, el patriarca de la literatura soviética, que utilizó a veces su ascendencia sobre Stalin para salvar a algunos compañeros de profesión.
Todo este material se incluyó en el primer tomo (Esclavos de la libertad) de una trilogía que, en España, se encargó de editar Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. El segundo (Denuncia contra Sócrates), lleno también de jugosas revelaciones, decayó un tanto, aunque todavía fue capaz de sorprender al revelar, por ejemplo, los detalles del secuestro por parte de unos mafiosos, en pleno corazón de Moscú, del mismísimo Lenin. Y el tercero y último (Crimen sin castigo) exprime tal vez demasiado un filón que ya estaba casi agotado, aunque conserva la capacidad de estremecer con su descripción de las purgas de escritores durante el gran terror de 1937 y 1938. Y, sobre todo, cierra un ciclo, como ocurre con Archipiélago Gulag, que queda para siempre como testimonio de que, para el totalitarismo, no hay límites, ni siquiera los que podría creerse que están ocultos en la conciencia de los creadores. -

domingo, 23 de diciembre de 2007

ESPÍRITU DE UNA NAVIDAD PASADA



Daniel R Scott*

Es ya el día, un día diferente a otros, que sobresale por encima de otros. El día, en fin, de un ritual familiar de antiquisima data. "Enciende el fogón" grita mi madre desde la cocina, mientras le dá los últimos toques a las hallacas. En la mesa, toda una variedad de ingredientes: hojas de plátano, aceitunas, alcaparras, pasas, tocino, encurtidos y otras sabrosuras que hacen agua la boca y que, bajo la mirada severa de mamá, robas y saboreas con un deleitable sentimiento de culpa, y lo hermoso es que eso tambien es una tradición.
En el patio de la casa, cerca al gran cotoperí, acomodé los toscos leños sobre el improvisado fogón y los encendí en luminosa fogata. Al rato se oyen crepitar alegremente los maderos mientras el fuego danza alocadamente encima de ellos. Bonita pareja. Es la fiesta del fuego y de los leños que en su incandescencia me traen vivas imágenes que, lamento decirlo, mi empobrecido talento no puede traducir con fidelidad al mundo concreto de este efimero segundo del tiempo que transcurre. Son imágenes más claras en mi mente que en mis letras. ¡En el minúsculo segundo se comprimen milenios de profundas vivencias! Y los hechos se viven plenamente no en el preciso momento de su origen y desarrollo, sino cuando se han almacenado en los siempre crecientes archivos del pasado. Luego los trabajamos en nuestras remembranzas con las herramientas de la reflexión y el análisis, de tal suerte que, sin saberlo quizá, vivimos dos veces la misma experiencia. Eso es lo hermoso de la vida. Es único.
He aquí pues las imágenes que una simple fogata me traen de mi pasado.
Mi familia celebraba la navidad en el corazón mismo del campo, en la más recóndita de las soledades, muy alejado de esa civilización que conmemoraba (o más bien ahogaba) la fecha con etílica y falsa algarabía. Veinte años ya de eso. En esos días el "burrito sabanero" iba camino de Belén: al encenderse la radio la pegajosa melodía saltaba y danzaba alegremente entre matorrales, cujíes, polvo, vacas y olores a bosta, logrando "cristianizar", en el sentido occidental del término, el desolado paisaje llanero. Allá, muy lejos en algún lugar de mi corazón (gracias te doy corazón) aún veo la quesera que hoy ya no existe. En nuestra rústica y espaciosa casa esa noche todo era alegría, gozo, gozo, música, vino y ponche crema. Sí, conservo intactas las impresiones que tan inusual evento dejó en mi mente de niño.
Y a la mañana siguiente, muy temprano, el bueno del "Niño Jesús" depositó solícito sus celestiales regalos en algun rincón de la casa, al lado de nuestros zapatos. Hoy permanece el misterio: ¿Cómo pudo dar el Niño Dios con nuestro destierro? Es una de esas incógnitas que no tienen respuesta, por mucho que te den cien años de vida para encontrarsela. La nuestra sí fue una noche de paz y de amor, dijera el famoso himno. Las yermas sabanas se iluminaron con la celeste luz de la, sin duda alguna, primera celebración navideña que presenciaban.
El fuego opera milagros: los toscos y leñosos troncos se transfiguran al arder en piedras de ambar refulgente. Sí, es resplandor intenso de oro purisimo. El agua de la olla hierve sobre las inquietas lenguas de fuego, repleta hasta el tope de hallacas. Es una tradición, uno de los rituales familiares al que, desde lo profundo del corazón, le rendimos reilgiosa devoción.
Diciembre de 1995
*Bibliotecario y escritor venezolano.

sábado, 22 de diciembre de 2007

ENCICLOPEDIA RÚSTICA DE PERSONAJES INSIGNIFICANTES DE APURE


Alberto Hernández*

I
Por los lados de Perro Seco la mitología universal carga sus muertos y sus vivos, sus interminables anécdotas. Pero ¿dónde queda Perro Seco? Manuel Bermúdez, quien hace equipo y morral de ese imaginario, toda vez que comparte lo que muchos apureños llaman la ciencia de la embusterología, es el instigador de esta constante topográfica, suerte de Macondo o Santa María, en la que no hacen falta esos tales García Márquez o Juan Carlos Onetti.
Perro Seco es La Mancha del cuentero Manuel Bermúdez, parodiado desde el anonimato de la ironía, conspiración de Sancho en Barataria. Perro Seco es parte del inmenso patio de San Fernando de Apure, cuyos personajes “insignificantes” han adquirido notoriedad en la lengua enciclopédica de nuestro maestro y académico de la lengua, catalogador de apodos, narrador de la imaginación veguera.
Quien lo antecede en las páginas de la Enciclopedia rústica de personajes insignificantes de Apure, Luisa Rodríguez Bello, dice: “En esta obra los personajes reproducen, en su mayoría, el patrón de la orfandad, reflejo de las condiciones socioeconómicas de Perro Seco que, a decir del narrador era “como un soneto con estrambotes”. La certeza de esta afirmación colide con la psicología de la picaresca: todo jodedor es pobre de solemnidad y rico en calle. No olvidemos el talento migratorio y público de El lazarillo de Tormes o las desventuras de los personajes que le han agregado a los pueblos el infaltable gracejo para que puedan ser pueblos de verdad. La pobreza –cinismo aparte- es creadora de un talento social comparable con ciertos rasgos donde genio y demencia andan juntos, parejitos. Eso no quiere decir que ser rico sea malo, como dice la jerga del poder asistencialista. No; se trata de aquella pobreza, de acuerdo con lo señalado por la autora del prólogo, “unida a una limitación física o mental cercana a la locura” y “frecuente en los personajes de la Enciclopedia...”. Sí, Quijote y Sancho vertidos en osadía para construir el imaginario de nuestra cultura. Estrambótico es exagerado, barroco, desmedido, desmesurado. Un soneto de estrambotes debe ser un simpático despropósito, hecho de propósito con la lengua viperina de quien narra.
II
De los personajes, líbranos Señor, no tanto porque alberguen maldades o sacrilegios, sino porque, al caer en la lengua del compilador, son convertidos en una ensoñación que como lectores nos hacen parte de sus desmanes. Y ser loco en estos tiempos, es como aspirar a ser rico. A los locos no les gusta el oropel, pero sí las palabras. Y más, fantasía de una realidad que el llanero escritor llevó al recinto de la universidad y santiguó con mano protectora. El autor, un Pedro Nomeimportpas paseante de París y buscador de enigmas, y que el Negro Bermúdez, quien resultó ser Manuel, somete al escarnio frente a dos supuestos autores que no escriben esas cosas:
“-Esa obra la escribiste tú, Pierre Nomeimportpas, que naciste en Perro Seco y como eras hijo clandestino del Sordo Toribio y Sabina Farfán te fuiste a estudiar a Francia. Y ahora como un nuevo Quijote andas desandando el camino, con el empequeñecimiento del orbe y ensanchamiento de la aldea. Por eso no te acuerdas que, una vez, le dijiste a un amigo sentado en la esquina de una calle de Venecia: Esta vaina es igualita a Perro Seco de Apure cada vez que se inunda”.
III
La Enciclopedia de Nomeimportpas, calzada por Bermúdez, quien frecuenta con lucidez apureña la jodedera patria, destaca la presencia de personajes como Angelito Reyes, relojero, orfebre, reseñado en coyunda con un tal Hernán “en el cuarto de baño, en situación indecorosa, porque Angelito tenía los pantalones entre las piernas y Hernán tenía el viril de venado. O en disposición de...”. Los puntos suspensivos dejan al libre pensador diagnosticar ideológicamente que “El que se pela una vez, queda con la concha floja”. Es decir...A todas estas, Pierre recoge en el camino de esta lectura disgustos y pasiones, entre ellas la de André Gide y sus “Los monederos falsos”. Tanto ha dado Perro Seco.
Bocaeburra Llovera, llamado también Vitoco. Juan Bolívar, limpiador de escusados, en buen uso del mierdómetro. Casimiro Rodríguez, improvisador. Chila Rodríguez. Filocha Aponte. Fernando Aponte, cargador de pianos de cola. Guzmán, el viejo. Panchita Hernández, espiritista y lectora de Julio Florez y Vargas Vila. Este personaje crucificó al médium Arriaga, quien en su último trabajo se le metió en el cuerpo Nuestro Señor Jesucristo. Fue crucificado y muerto, razón por la cual no resucitó, y por la misma razón la cual la policía encanó a los que no tuvieron tiempo de deletrear la palabra INRI. Este pasaje de la crucifixión reventó en la memoria de quien esto escribe. El también apureño José Vicente Abreu, tan caro a nuestras andanzas en la Caracas de los años 80, lo refiere en su novela Palabreus:
“(Cuando yo tenía diez años vi la crucifixión en Almagro, tan joven, y tan blanco, sin pelos en el pecho, con el mentón partido como Jesús y una cruz tatuada en el esternón de una brújula que iba de la vida a la muerte en ese péndulo de la libertad.
“Lo sacrificaron los espiritistas que le prometieron la resurrección a los tres días...”. ¿Se trata del mismo personaje o es una revelación del inconsciente colectivo, fragua de cacheros trágicos o una simple sinrazón amparada por los embusteros del llano? ¿Eran Arriga y Almagro la misma persona?
Sigue la lista: Iñigo, el bobo, inspirado en San Ignacio de Loyola y el Marqués de Santillana. Jorobado, el quasi-monstruo de Nuestra Señora de Perro Seco. Kabuya, el bochador. Y así, hasta el final, cuando Pierre regresa al terrón llanero a investigar quién es el autor de la Enciclopedia. El Negro Bermúdez, que es el mismo Manuel Bermúdez, lo saca de la duda y le endilga la autoría de la obra, en una parodia donde el viejo Bajtin juega carnaval sin agua con el narrador.
Dejemos que el lector se deshaga en el texto. Dejemos que los “insignificantes” tomen por asalto la soledad de quien abra estas páginas. Dejemos que Manuel continúe la conversa con Pierre y nos entregue mañana la continuación de esta Enciclopedia tan extraña. En todo caso, Perro Seco sigue latiendo en la genealogía de los apureños de San Fernando.
* Poeta, periodista y escritor venezolano (Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas por el poeta Arturo Alvarez D'Armas)

A DOCE HORAS DEL BOLETÍN


Daniel R Scott*

Son las dos de la tarde de un 3 de diciembre de 2007. Ando por calles que se sienten psicológicamente agotadas y silenciosas. Los rayos del sol parecen debilitar mis pasos: mi caminar es lento, pesado, como dentro de una piscina cuya agua me cubre hasta la altura del cuello. La gente mira y se mira como si nada hubiese sucedido. O desean aparentar que nada sucedió. Pero es el caso de que sí, algo pasó, y de mucha trascendencia. Hace doce horas más o menos, en un boletín histórico del Poder Electoral, se dió como triunfador la opción del "NO" al proyecto de Reforma Constitucional que le propuso el presidente al país en un librito sospechosamente parecido al "Libro Rojo" de Mao. Este proyecto incluye artículos polémicos como el 230, que establece la reelección indefinida. Me levanté muy de mañana y fui a votar a eso de la una de la tarde. Como donde vivo se ve pero solo a ratos un solo canal de televisión, me llevé a rastras a mi esposa hasta la casa paterna y allí me instalé frente al receptor de mamá, dispuesto a captar el mínimo detalle de todo lo que sucediera. "De aquí no me voy hasta que den los resultados" le dije a mi esposa. Al fin y al cabo, no se trataba nada más de una reforma constitucional, se planteaba además un nuevo modelo político y económico. Esto no sucede todos los días. Y el país está peligrosamente polarizado y enardecido con esto de la Reforma. Sin embargo confieso que yo no me hacía expectativas de ningún tipo. Vote y ya. Me instalé frente a la pantalla del aparato. La tarde le cedió el paso a la noche, y la noche llamó a la madrugada, y el tan esperado boletín del CNE no terminaba en llegar. Cundió el nerviosismo entre el llamado bloque del NO. Se sospechó fraude. Los ánimos se caldearon. Podía suceder cualquier cosa.
-Si no dieron los resultados antes de las diez es porque perdió el SI-.comentó alguien secándose el sudor de la frente con una servilleta.
-De dar al SI como ganador después de la medianoche será un fraude-dijo otro-mañana amanecerá el país ardiendo por los cuatro costados.
Pero en la madruga, a eso de las ¿una y tanto?, se dió a fin el primer boletín. Más asombroso aún: dió como ganador a la opción del NO. El presidente tendrá que echar para atrás su proyecto de reforma constitucional y sus anhelos de hacer de este país la gloriosa encarnación del "Socialismo del Siglo XXI". En una cadena de radio y televisión realizada segundos después de trasmitirse el primer boletín del CNE el presidente reconoció la derrota y echando mano de su famoso "Por Ahora" del 4-F afirmó que la lucha continuaba y que en lo futuro habría otra oportunidad para su proyecto de Reforma Constitucional. Primera derrota que sufre el proceso revolucionario liderizado por el comandante Chávez en diez años que lleva en el poder.
En la tarde de este lunes 3 de diciembre, las calles, el tráfico y las personas se notan apagadas y mudas. Nadie celebra ni lamenta. Será porque en el fondo todos están demasiado agotados para andar celebrando triunfos o lamentando derrotas. La gente tiene hambre y sed de rutinas y de paz mental. Cierto es que el pueblo clama por cambios y lucha porque se imponga la Justicia Social necesaria para que en este país todo marche como debe ser, pero también ese mismo pueblo está cansando de tantas marchas, contramarchas, mítines, pancartas y concentraciones en pro o en contra de cualquier propuesta política, venga de donde venga. El espíritu está harto de tantos años de campaña electoral. El ciudadano anhela un tipo de rutina privada que no sea invadida por los ruidos de las consignas políticas y que le permita ir al parque con sus hijos, cantarle el "Cumpleaños Felíz" a la abuelita o hacerle el amor a su esposa o a su esposo o a su amante, según sea el caso.
La militancia política, de tanto repetirse y repetirse, conduce al hastío. Que Venezuela sea un país donde se realice elecciones a cada rato no basta para demostrarle al mundo su talante democrático, se necesita además las condiciones que nos garanticen la paz ciudadana y hasta doméstica. Se dice que en la etapa más gloriosa del reinado del rey Salomón sobre Israel, la gente vivía tranquila, cada cual debajo de su parra y de su higuera. Es decir que la paz y la tranquilidad son productos sociales de cualquier gobierno que se precie de sano y progresista.
Démosle al venezolano su parra y su higuera (Trabajemos duro por ello) y dejémosle vivir tranquilo.
Digo yo, extendiendo un saludo sincero y fraterno a los del "SI" y a los del "NO"
*Bibliotecario y escritor venezolano.

lunes, 17 de diciembre de 2007

JUAN PABLO SOJO (23 de Diciembre de 1907 – 23 de Diciembre de 2007)


Arturo Alvarez D´Armas*


En Curiepe la tierra del mina, la curbata, el culo e´ puya, los quitiplás y el cacao, nació el 23 de diciembre de 1907, Juan Pablo Sojo Rengifo. Hijo de Juan Pablo Sojo, padre (1865-1929) y de Brígida de Sojo. Autodidacta, boticario, novelista, cuentista, poeta, investigador y periodista. Colaborador de los diarios El Universal, El Nacional, El Tiempo, El País, Ahora, El Avisador y de las revistas Fantoches, Revista Venezolana de Folklore, Boletín del Instituto de Folklore, Archivos Venezolanos de Folklore, Cultura Universitaria, Acta Venezolana, Elite y El Farol.
A partir de 1942 inicia el rescate y difusión de la identidad del negro venezolano. Con la creación en 1946 del Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales, bajo la dirección del poeta Juan Liscano, es nombrado Jefe de la Sección de Folklore Literario. Es uno de los organizadores de la Fiesta de la Tradición “Cantos y Danzas de Venezuela”, efectuada en el Nuevo Circo de Caracas, durante las noches del 17, 18, 19, 20 y 21 de febrero de 1948, en homenaje al Presidente de la República Rómulo Gallegos. Le tocó la difícil misión de seleccionar los conjuntos que vendrían de la provincia venezolana.
Como investigador de las culturas afroamericanas se ganó la amistad y el respeto del cubano Fernando Ortiz, el haitiano Lorimer Denis, los brasileños Arthur Ramos, Edison Carneiro, Raimundo Nina Rodrigues, Gilberto Freyre y el peruano Fernando Romero.
A continuación se presenta parte de la extensa bibliografía de Sojo: “Tierras del Estado Miranda; sobre la ruta de los cacahuales” (1938), “Nochebuena negra” (1943, 1968, 1972, 1976, 1997), “Temas y apuntes afrovenezolanos” (1943, 1986), “Estudios del folklore venezolano” (1986). Coautor de “Folklore y cultura. Ensayos” (1950), “El Estado Miranda. Su tierra y sus hombres” (1959), “Antología de cuentistas y pintores venezolanos” (1976), y “La fiesta de la tradición: 1948. Cantos y danzas de Venezuela” (1998).
Parte de su inmensa obra quedó inédita y desaparecida, como las novelas “La historia de un novelista”, “La luz misteriosa” y “La tía Benedicta”. Igualmente el poemario “Salmos negros” y el libro de ensayos “Los abuelos de color”.
Este gran venezolano estudioso y defensor de la etnia afrovenezolana murió en Caracas el 8 de octubre de 1948, su cuerpo se encuentra enterrado en Curiepe al lado de sus ancestros, en esos caminos que cruzan África y América.
A 100 años de su nacimiento su legado perdura en el tiempo.
* Poeta e investigador de temas negroides (Autor de las fotografias a libros que ilustran estos 4 artículos dedicados al maestro Juan Pablo Sojo)

JUAN PABLO SOJO PIONERO DE LOS ESTUDIOS AFROVENEZOLANOS


José Marcial Ramos Guédez*
Nuestro personaje, Juan Pablo Sojo nació el 23 de diciembre de 1907 en la población de Curiepe, Municipio Brión del Estado Miranda y murió en la ciudad de Caracas el 8 de octubre de 1948. Durante sus años juveniles tuvo como principal maestro a su padre Juan Pablo Sojo B., el Viejo (1865-1929), quien fue un reconocido músico y recopilador de festividades de origen africano - católicas, tanto de su pueblo natal como de toda la subregión de Barlovento. Además, Sojo, hijo, a lo largo de su corta vida, incrementó como autodidácta sus conocimientos académicos en los campos de la etnohistoria, la demografía, la sociología, la literatura, el periodismo de opinión y con mayor intensidad los estudios relacionados con la trata de esclavizados, el uso de la mano sometida a esclavitud y los múltiples aportes culturales de los africanos y sus descendientes en el contexto del continente americano.
Cuando leemos, las obras publicadas por Juan Pablo Sojo : Tierras del Estado Miranda, sobre la ruta de los cacahuales (Crónicas,1ª.ed. Caracas, 1938); Temas y apuntes afro-venezolanos ( Ensayos,1ª.ed. Caracas, 1943); Nochebuena negra (Novela, 1ª.ed. Caracas, 1943); Estudios del folklore venezolano (Ensayos, 1ª.ed. Los Teques, 1986) y numerosos artículos en periódicos y revistas, los cuales se difundieron en El País, La Esfera, Ahora, El Universal, El Nacional, Revista Nacional de Cultura, El Farol, etc., y en ellos reivindicó los valores culturales de los africanos y sus descendientes en la formación etnohistórica y social de nuestra nación; todo lo antes dicho, a través de una visión desde adentro, tomando en cuenta el modo de ser de los barloventeños y de los otros venezolanos de origen africano.E igualmente, observamos que conoció a profundidad a africanistas de su época, tales como James George Frazer, Arthur Ramos, Gilberto Freyre, Fernando Ortiz, Maurice Delafosse, Raymundo Nina Rodríguez, etc. Además, citó en muchas ocaciones a los cronistas Juan de Castellanos, José Gumilla, José de Oviedo y Baños, Fray Alonso de Zamora y Pedro Joseph de Olavarriaga. Asimismo, a los expedicionarios : Alejandro de Humboldt y Francisco Depons. También, fueron frecuentes sus múltiples referencias a autores venezolanos contemporáneos: Arístides Rojas, Francisco Tosta García, Lisandro Alvarado, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Amílcar Fonseca, Carlos Irazábal, Enrique Bernardo Núñez, Juan Liscano, Francisco Tamayo, Gilberto Antolínez y muchos otros.
Juan Pablo Sojo, además, escribió poesías, cuentos y obras de teatro, todas afianzadas en los numerosos problemas que afectaban a los descendientes de africanos tanto en Barlovento como en toda Venezuela, por lo tanto, observamos que tuvo “…un gran afecto por su tierra y el elemento humano que la habitaba, todavía con vivas manifestaciones del contacto entre lo africano y la naturaleza barloventeña…” (Sojo Cardozo, Juan Pablo “Introducción” En: Sojo, Juan Pablo. Estudio del folklore venezolano. p. 9). E igualmente, tenemos que destacar, que fue J.P. Sojo, quien por primera vez utilizó en la patria de Simón Bolívar, el término “afrovenezolano”, con la finalidad de hacer alusión a los componentes étnico-culturales procedentes del continente africano e incrustrados firmemente en el país llamado Venezuela. Asimismo, es bueno señalar, que en las veintiséis (26) Constituciones, que han sido promulgadas en la nación aludida, nunca se ha tomado en consideración los aportes antes mencionados, y la propuesta relacionada con “los afrodescendientes”, que fue incluída en el Artículo 100, del Proyecto de reforma de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela, elaborado tanto por el Presidente Hugo Cháve Frías como por la Asamblea Nacional, fue rechazado junto con los otros artículos propuestos en el referéndun efectuado el día 2 de diciembre del año en curso.
Con amplitud de criterios y sin desconocer las fallas u omisiones, que pudo haber cometido Juan Pablo Sojo, a lo largo de sus obras aludidas, apreciamos que desde la visión de lo regional-local, pudo interpretar tanto nuestra cultura nacional como una aproximación a la mundial, lo que hoy llamaríamos la “globalización”. Además, vemos que “La obra de este genuino representante de su pueblo se caracteriza por el acento y la pasión de la tierra expresados en un lenguaje sin refinamientos ni excelencia estilísticas; sencillamente recio, descarnado, puro. Juan Liscano ha dicho de él que ‘escribía por vocación. Por necesidad de decir una verdad que le ahogaba frecuentemente. Siguiéndole pulso de su emoción’. Era un instinto. Una fuerza que brotaba de un medio castigado y de un pueblo sufrido” (Lhaya, Pedro “El escritor y su pueblo. Memoria de Juan Pablo Sojo” En: El Nacional. Caracas, 19 de octubre de 1955).
Por último, observamos que Juan Pablo Sojo realizó importantes investigaciones sobre los africanos y sus descendientes en Venezuela y por tal motivo, denunció y luchó contra el racismo y la discriminación, orientó sus estudios hacia las costumbres, supersticiones, “brujerías”, arritualismo, magia, las supervivencias negro-culturales, el régimen esclavista, la invocación a los dioses africanos, la princesa María Lionza, la fiesta de San Juan Bautista, los instrumentos musicales de percusión, las fulías como canciones de trabajo, los velorios de angelitos o mampulorio, los velorios de Cruz de Mayo, los sangueos y los luangos, el culto a San Benito, el negro en la toponimia geográfica de nuestro pais y su esfuerzo por elaborar un glosario de afro-negrismo. Toda su actividad como acucioso investigador, fue plasmada en varios libros y artículos de prensa, por ello tiene todos los méritos para ser considerado el propulsor de los estudios afrovenezolanos en el contexto del siglo XX.
*Historiador venezolano, doctor en Historia de Venezuela.

JUAN PABLO SOJO EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO (23-12-1907 / 23-12-2007)


Irma Mendoza*


Juan Pablo Sojo nace en Curiepe el 23-12-1907* de manera que celebramos el Centenario de su Natalicio. El singular personaje puede considerarse uno de los pioneros de los estudios de los esclavos de origen africano y sus aportes a la cultura venezolana. Además de eximio folklorista, se destacó como escritor y periodista de manera que para el momento de su sorpresiva y prematura muerte (08-10-1948) ejerce el cargo de Jefe de la Sección de Folklore Literario del Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales, dependencia de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, creada en 1946 y desempeña funciones de primer Redactor en el periódico El País
Nos lega una prolífera obra escrita aun diseminada, en muchos casos, inédita, y que clama por su divulgación. Como articulista escribe en la prensa nacional, desde 1930 envía cuentos a Fantoches y gana el premio Tamanaco (1943) auspiciado por ese semanario, con el cuento de contenido social titulado HEREQUE. Igualmente publica artículos en El Universal. El País, El Nacional, Ahora, El Heraldo y en revistas especializadas: Venezolana de Folklore, Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores de Venezuela, Archivos Venezolanos de Folklore, Cuadernos Tierras del estado Miranda. Su novela Nochebuena Negra será ampliamente difundida mientras otras obras permanecen inéditas Los abuelos de color (ensayo), Cantos Negros (Poesía) y Zambo (Cuentos). Incursiona en el Teatro con El árbol que anda (1945) aunque se mantienen inéditas Canto Malembe, El color del amor y Santa. En la obra El Estado Miranda, su tierra y sus hombres (1959) se incorporan los siguientes trabajos: “Allá en las cumbres”, “Barlovento, una invitación a la novela”, “Esquema geográfico y espiritual de Barlovento”, “Notas para un estudio sobre el régimen esclavista en Venezuela” “Algunas supervivencias negro-culturales en Venezuela”, “Biografía de la fiesta de San Juan en Venezuela”, Blancos y Mulatos”, “José Larito: negro que no quiso ser esclavo”, “Material para un glosario de negrismos de Venezuela”**
Asombra su capacidad para combinar los testimonios orales, las observaciones directas de las manifestaciones culturales y una amplia consulta de fuentes escritas. Consultó prestigiosos autores extranjeros: Fernando Ortiz, Gilberto Freyre, Arthur Ramos, George Meter Murdock, Rev. James Jonston Mauricio Delafosse, Alejandro Lipschütz, A. de Humboldt, F. Depons, P. José Gumilla y nacionales, entre quienes destacan Lisandro Alvarado, M. Picón Salas, Tosta García, Arístides Rojas, Pedro M. Arcaya, Carlos Irazabal, Gilberto Antolinez, M. Acosta Saignes, Francisco J. Yánez
No desechó las fuentes primarias de manera que realizó diversas consultas en el Archivo General de La Nación, Secciones: Diversos, Real Hacienda y Reales Órdenes al igual que el Boletín publicado en esa institución. De igual manera investigó en las Actas del Cabildo de Caracas. Así aportó conocimientos sobre el cultivo del cacao y el régimen esclavista en la colonia y enriqueció el contenido de su obra escrita.
Hace énfasis en el estudio de las manifestaciones culturales aportadas por los esclavos de origen africano en el Barlovento nativo de manera que en sus escritos incorpora estudios de Malembe, la tradición de los “negros alzados” llamados “Boleros” que recorren las calles barloventeñas cada 28 de diciembre y que aún hoy sobrevive, Mampulorio, la Fulía concebida como una canción de trabajo de la cual señala: “…se ha creído siempre que la fulía sólo se canta cuando brillan los luceros en las noches del mes de las flores. Las coplas se cantan en todas las épocas del año, en los trabajos del campo o en las labores domésticas. En las haciendas de café o cacao, en la zafra de cañameral; acompaña los golpes de <> vernáculo, el pescador de caribes y mojairas, el arriero sudoroso…” (Ahora, 17-06-1945) Pese e éste estudio persiste la creencia en vincular exclusivamente la Fulía con el Velorio de Cruz. Describe los tambores y se remonta al origen en el continente africano, el Mina, Tambora, Congo, Quichimba, y llega hasta la costa lacustre zuliana con el Chimbagle.
Extiende el área de influencia de sus investigaciones a la rica y variada tradición popular en el oriente venezolano (El País, 22-12-1047) Cuentos, Currumbaco de Canchunchú, La Mariposa, El Guarandol, La Culebra. Los Chichimitos, canto del pilón y hacia occidente estudia la comunidad guajira, los Chimbagueles en Cabimas, Ceuta, La Ceiba, Santa Rita, Bobures, Gibraltar, Lagunillas. La riqueza en la celebración de San Juan
lo lleva a escribir numerosos trabajos de esta manifestación en Barlovento. Choroní, Patanemo, costas del Distrito Federal, Carabobo y Yaracuy. Escribe sobre los Sangueos y luangos de Farriar (Yaracuy) el Tamunangue (Lara) y hasta hace referencia al Culto de María Lienza.. Como bien señala Juan Liscano “Juan Pablo nunca separó la investigación sistemática de lo popular de su obra creadora de escritor…” (“En la muerte de Juan Pablo Sojo” EN: El Estado Miranda su tierra y sus hombres, p 23)
Estudio 283 africanismos difundidos en Venezuela e incorporados a nuestro hablar cotidiano. Entre ellos ya incorpora topónimos como Araira, Aramina, Birongo, Taguaza, Carángano
Permaneció en estrecho contacto con los integrantes del grupo “Presente” José Fabbiani Ruiz, Carlos Augusto León, Juan Beroes, Carlos Eduardo Frías, Antonia Palacios, Héctor Poleo, Pedro León Castro, César Rengifo. Fue miembro activo de la Asociación Venezolana de Periodista y compartió amistad con Juan Liscano, Luis Troconis Guerrero, Abel Vallmitjana, Walter Dupouy, J.M. Cruxent, Gonzalo Plaza, M. Acosta Saignes, Neptalí Noguera Mora, Luis Arturo Domínguez, Raúl Agudo Freites, Rhazes Hernández
¡La vida y obra de Juan Pablo Sojo merece ser conocida y difundida!
*Ante la disparidad de criterios con relación a la fecha de nacimientote de nuestro personaje, hemos tomado por referencia la expresada en la Biografía autoría de su hijo Juan Pablo Sojo Cardoso (Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Polar)
** No se incorporan los artículos de prensa, por cuestiones estrictas de espacio. Pueden ser consultados en el Centro de la Diversidad Cultural-Foro Libertador. Caracas
Fuentes Consultadas
Diccionario de Historia de Venezuela(1997), Caracas, Fundación Polar, Tomo 3.
STRAUSS, Rafael: Diccionario de Cultura Popular (1999), Caracas, Fundación Bigott, letras Q-Z
SOJO, Juan Pablo: “Selección de algunos trabajos literarios, lingüísticos y de investigación folklórica” EN: El Estado Miranda sus tierras y sus hombres (1959), Caracas, Ediciones del Banco Miranda
El acceso al Archivo del Centro de la Diversidad Cultural, Dirección de Colecciones, Ministerio del Poder Popular de la Cultura, nos permitió revisar los artículos de prensa de Juan Pablo Sojo, publicados en distintos periódicos. Agradecemos la colaboración del hermano-amigo Lic José Navas y del diligente funcionario Omar Pérez.
*Doctora en Historia de Venezuela, profesora venezolana del Postgrado en Historia de Venezuela de la Universidad "Rómulo Gallegos".

JUAN PABLO SOJO Y EL MODERNISMO LATINOAMERICANO


William W. Megenney
University of California, Riverside

Generalmente cuando uno ha hablado acerca del estilo del escritor barloventeño Juan Pablo Sojo, se ha enfatizado el hecho de su preocupación con la persona de color y su lucha contra un ambiente hostil a los descendientes de los esclavos de origen africano. José Marcial Ramos Guédez, por ejemplo, ha escrito en uno de sus artículos que “Juan Pablo Sojo es el único escritor de color negro [entre los escritores discutidos en su artículo], así pues que su obra es la visión y la preocupación de un negro por la problemática de su grupo étnico.” El mismo Ramos Guédez, en un estudio titulado El negro en la novela venezolana (Caracas: 1980, Universidad Central de Venezuela, Dirección de Cultura), al hablar de la novela Nochebuena negra, discute los elementos telúricos , las leyendas, los cuentos, los mitos y del acervo de cultura popular tradicional que se encuentran dentro de esta obra. Todo lo que sea típico de Barlovento lo ha incluido Juan Pablo Sojo en su novela, incluyendo el lenguaje típico de la región y los espeluznantes ritmos de los tambores. Lo que no ha mencionado en todo esto es la presencia de elementos modernistas, los que se ven más evidentes en su poesía, reflejo de su entrenamiento cultural en Curiepe mientras crecía bajo la influencia de su padre, también intelectual barloventeño, músico popular, folklorista, poeta y preceptor de una escuela rural. Al hablar del Modernismo hispanoamericano, queremos hacer referencia al movimiento que comenzó en 1888 y vio figuras tales como José Martí, José Asunción Silva, Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Guillermo Valencia. Las características modernistas en Sojo se notan especialmente en un poema titulado “Chirimena/ Acuarela”, que reza así:
CHIRIMENA
Acuarela
Cocales, cocales
de verdes, preñadas cimeras,
ranchitos dormidos por la brisa buena
y el canto del mar
soñoliento de espuma y arena,
Eso es Chirimena!
Barquitos, barquitos
con sus velas blancas de garzas viajeras
que las dulces manos de obscuras sirenas
dejan escapar . . .
temblorosos oros la esmeralda rielan
al pulso sonoro del sol.
Entre las selváticas algas roqueñas
pecesitos grises y rojos que sueñan
borrachos del iodo, de luz y paisaje.
Y boga que boga las naves pequeñas
con sus remos tensos.
Y anzuelos azules de manos morenas
en el aire trenzan agonías de plata . . .
Eso es Chirimena!
Mujeres, mujeres
hermosas, de ágiles piernas,
entre los peñascos
recogen mariscos y moradas uvas que parecen gemas.
Sobre sus cabezas rebosa el canasto
y el peso las hace cimbreñas . . .
Y en las noches tibias
de luna que calma la marina pena,
el amor desnuda
desmayados cuerpos de ardorosas hembras
que dejan su huella en la arena . . .!
El poema comienza con lo que el lector espera encontrar en las tierras tropicales de Barlovento – cocales – pero luego deja caer las palabras “verdes”, “preñadas” y “canto del mar”, las que nos recuerdan el sensacionalismo del Modernismo, que pretende estimular nuestros sentidos físicos, i.e., colores, vistas, sonidos. En la segunda estrofa el autor continúa usando imágenes que recuerdan el Modernismo rubendariesco, tales como “blancas”, “dulces”, “obscuras”, “oros”, “esmeralda”, “rielan”, “grises”, “rojos”, “luz”, etc. Esta estrofa pulula con palabras que evocan toda clase de sensaciones estimulantes, recordándonos poemas como “Azul” o “Paisaje tropical” de Rubén Darío o como “Versos sencillos” de José Martí. Además, en la penúltima estrofa, hay una joya de imagen, “moradas uvas que parecen gemas”, la cual evoca un cuadro multifacético y ubérrimo con respecto a su poder semántico combinatorio. En fin, aquí Juan Pablo Sojo nos ha mostrado inequivocadamente que sus escritos demuestran una finura de estilo y de uso de imágenes que es totalmente comparable a los estilos poéticos de los grandes maestros y que ha recibido su estímulo de los mimos.
Fuentes consultadas:
LHAYA, Pedro. Juan Pablo Sojo, pasión y acento de su tierra. Caracas: Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, 1968. 157 p. (Biblioteca Popular Venezolana, Nº 115).
RAMOS GUÉDEZ, José Marcial. “La novela venezolana sobre el negro”. En: Semestre Histórico. Caracas: Nº 3, Enero-Junio de 1976. pp. 29-76.