Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

jueves, 25 de septiembre de 2008

LA NADA Y EL VACÍO


Eduardo Camps Vegas*




El artículo de Álvaro de Rújula, publicado en este Blog (ver más abajo) acomete uno de los disparates más grandes cometidos por la supuesta comprensión científica del mundo que nos rodea.

Las estrellas emiten varias clases de frecuencias, las ondas lumínicas-apreciables como luz y colores-, las ondas ultravioleta, las ondas infrarrojas, las ondas electromagnéticas que pueden ser del tipo alfa y del tipo beta y ondas de radio; pero todas son ondas que se diferencian entre sí por la amplitud y la frecuencia, siendo la amplitud el ancho de la onda y la frecuencia, la cantidad de senos y cosenos que caben en determinada cantidad de la onda. Por ejemplo una onda de radio puede tener ochenta metros de amplitud y una frecuencia de 1.600 Hertzios. Todos los radios y televisores poseen un dial que nos permite sintonizar la recepción de la onda radial y la frecuencia que queremos escuchar.

Como el Universo está compuesto de galaxias, estrellas, planetas, satélites, cometas, asteroides y polvo estelar que son la materia visible, es decir cuya frecuenta está dentro de las capacidades del ojo humano a eso se lo llama lleno. El vacío, según las teorías clásicas es la ausencia de materia. Pero si consideramos que tanto las partes visible y las invisible son el universo real tendríamos que la noción de vacío no tiene sentido.

Podemos extraer hasta la última molécula de aire en una campana de vacío pero nunca la vaciaremos de verdad. El interior de la campana seguirá estando lleno de ondas de radio, atravesada por la luz ultravioleta, el espectro visible de la luz, las ondas electromagnéticas, las infrarrojas, neutrinos y radiación alfa. De hecho, cuando estudiábamos física en bachillerato había en el laboratorio una especie de bombillo al vacío en cuyo interior había unas paletas fijadas a un eje. Cada paleta tenía un color diferente; una negra y una blanca. Experimento destinado a ilustrar que la luz atravesaba el vacío y lo hacía con suficiente fuerza lumínica como para hacer girar las paletas.

En consecuencia, hablar de vacío es un error en el cual ha incurrido la ciencia tradicional, siendo uno de los paradigmas que pronto desaparecerá de los libros de texto.

Ahora bien, si aceptamos que lo antes expuesto es materia, más que de la ciencia, del más elemental sentido común; también nos será fácil entender otro corolario. Sería imposible entender a los peces sin explicar el mar. Igual sucede con el Universo. Vemos la materia organizada en soles, planetas, satélites etc., que es el contenido ¿cuál es entonces el continente?.

Para el autor del artículo en referencia, es la materia oscura o la energía oscura que sustituye a la gravedad en los cálculos de casi toda la física actual, que sería como quitarle o añadirle más sal al agua del mar.

De ella sólo se atisban algunas de sus propiedades: 1-cualidad atractivo-repulsiva; 2- posee densidad variable y 3- es capaz de transmitir ondas y partículas, es decir es el medio en el que se dan los fenómenos sensibles.

De acuerdo a mi experiencia (léase mi ensayo sobre física y astronomía en eduardocamps.com) la cualidad atractivo –repulsiva es su característica principal (energía oscura) y es ella la que permite que las ondas que componen al universo se organicen, bien en elementos de la tabla periódica, bien en la complejidad de los seres vivos- Es la densidad de estas ondas lo que crea la ilusión de que lo denso es la llamada materia oscura. Y ciertamente constituye un medio para la transmisión de ondas.

Aún habrá mucho que discutir en el futuro de la ciencia pero con seguridad desaparecerán ideas como las partículas atómicas y sub atómicas, la materia oscura y la idea de gravedad. Todo está por verse.

Ahora hablemos de la nada. Si bien el vacío pertenece al mundo de la física, la nada pertenece al reino filosófico, de las ideas.

Es tan importante que existe toda una escuela filosófica dedicada a reflexionar sobre la nada: la escuela nihilista.

La nada es como el alfa y el omega: antes de que el mundo adviniese no había nada y cuando el mundo termine no quedará nada.

La nada es la no existencia y de la existencia deviene el todo. Para que el mundo exista debe haber quien lo viva y lo haga suyo, de allí el carácter humanista del nihilismo: sin el hombre, aunque el mundo exista, no hay quien lo haga real. La nada, es entonces componente esencial de lo humano. Cada ser humano integra, en la medida de sus posibilidades al universo que lo rodea, de ahí su inclusión en la física pues se compara con el carácter atractivo-repulsivo de la gravedad. El hombre es el integrador de la nada y el todo.

La nada es simétricamente la perfección de la uniformidad estática: esto es que la nada es la negación del movimiento y del cambio.

Aunque la filosofía de la nada pueda parecer un ejercicio absurdo, está en excelente compañía, desde Pascal en el siglo XVII, pasando por Bergson , Kirkegaardt y Sastre. Lejos de ser estéril la teoría de la nada ha contribuido al desarrollo de la ciencias como psicología, conductismo y ahora hace su debut en el ámbito de la cosmología. Esperemos que tenga éxito donde los demás fallaron.


*Historiador y ex Decano Universitario (San Juan de los Morros, estado Guárico)

EL VACÍO Y LA NADA

Físicos en el LHC y cosmólogos de todo el mundo se enfrentan a estos conceptos


ALVARO DE RÚJULA
El país. com 24/09/2008


Saquemos los muebles de la habitación, apaguemos las luces y vayámonos. Sellemos el recinto, enfriemos las paredes al cero absoluto y extraigamos hasta la última molécula de aire, de modo que dentro no quede nada. ¿Nada? No, estrictamente hablando lo que hemos preparado es un volumen lleno de vacío. Y digo lleno con propiedad. Quizás el segundo más sorprendente descubrimiento de la física es que el vacío, aparentemente, no es la nada, sino una substancia. Aunque no como las otras...

A inicios del pasado siglo, Einstein creía que el Universo era estático. Preocupado por el hecho de que tendría que colapsarse -debido a la atracción gravitatoria de cada galaxia sobre las demás- se le ocurrió una peregrina idea: añadir a sus ecuaciones la Constante Cosmólogica. La interpretación moderna de esta extraña intrusa es que se trata de la densidad de energía del vacío, también llamada energía oscura, quizás para acercar ciencia y ficción, o quintaesencia, para darle un toque alquimista a la cosa. Todo lo que tiene energía ejerce una acción gravitatoria, pero la energía del vacío, a diferencia de cualquier otra, puede ser repelente. Lo que Einstein proponía es que dos volúmenes de vacío cósmico se repelerían exactamente tanto como se atraen las galaxias que contienen, resultando en un equilibrio difícil de creer e inestable.


Un buen día Einstein se enteró de que el universo estaba en expansión. Así lo demostraba la fuga de las galaxias, observada por Edwin Hubble y otros. O más bien por otros y Hubble: a menudo en la ciencia lo importante no es ser el primero, sino el último, que es quien se lleva la fama (como en otros campos; véanse Colón y los vikingos, o los indios que ya estaban allí). Inmediatamente, el tío Albert calificó su idea como el mayor patinazo de su vida.

Recientes observaciones cosmológicas indican que el universo está en expansión acelerada. Las galaxias no se comportan como flechas, sino como cohetes a los que algo empujara. La analogía no es buena, porque el concepto es difícil. Las galaxias no se fugan, están ya estabilizadas por su propia gravedad y tienen un tamaño fijo. Pero el espacio (o el vacío) entre ellas, se estira. Es como si alguien tomase la Tierra por un globo y la inflara: mañana estaría Barcelona aún más lejos de Huelva. Quién infla el universo sería la densidad de energía del vacío. El vacío sería pues una substancia activa, capaz de ejercer una repulsión gravitacional, incluso sobre sí mismo. No fue un error, sino un golazo de Einstein.


La Constante Cosmológica presenta un aspecto tranquilizante. Si domina la dinámica del universo ahora, lo hará en el futuro durante muchísimo más tiempo que los meros 14.000 millones de años transcurridos desde que este cosmos nuestro nació. Un bebé bien pertrechado, con sus propios espacio y tiempo y hasta su propio vacío, que -según la muy bien confirmada relatividad de Einstein- nacieron con él. La actual inflación del universo implica, perdóneseme el galicismo, que no se nos va a caer el cielo encima. Mala noticia para futuros cosmólogos. Las galaxias distantes estarán tan lejos que no podrán ni verlas. Tendrán que estudiar cosmología en libros de historia.


Si el vacío contiene algo de lo que no lo podemos vaciar (su densidad de energía), quizás ese algo pueda hacer algo más. Al menos eso supusieron, hace décadas ya, Peter Higgs y otros. U otros y Higgs, podría de nuevo argüirse; lo que no haré. La substancia del vacío, llamada en el variopinto lenguaje de los físicos un campo que lo permea, podría interaccionar con las partículas que allí estén. E interaccionar de modo distinto con cada tipo de partícula, generando así sus masas, que hacen que sean como son. Ése es el origen de las masas en el Modelo Estándar de las partículas elementales, que explica con éxito insoportable sus otras propiedades e interacciones no gravitatorias. Dije insoportable porque a los científicos nos soliviantan más las preguntas que las respuestas.

La substancia del vacío daría así contestación a dos muy candentes cuestiones de la física, una en el extremo de lo más grande -el cosmos- y otra en el de lo más diminuto, las partículas elementales que -por definición- son tan pequeñas que, si tienen partes, no lo sabemos.

He empleado algunos condicionales porque no todo lo que he escrito está ya probado observacionalmente de manera irrefutable. ¿Por dónde van hoy los tiros? Los cosmólogos tienen proyectadas muchas observaciones para averiguar si la expansión acelerada del universo se debe a la energía del vacío, tal como la intuyó Einstein, o a algo que sólo se le parece. Los particuleros están poniendo en marcha el Large Hadron Collider (LHC) del CERN para, entre otras razones, estudiar el vacío a lo bestia: sacudiéndolo.

Al sacudir una substancia cualquiera, vibra. Las vibraciones de campos eléctricos y magnéticos, por ejemplo, son la luz. A un nivel elemental, las vibraciones son cuantos, entes que pueden comportarse como ondas (u olas) o como partículas (o canicas): fotones, en el caso de la luz. Si el vacío es una substancia, la podemos también hacer vibrar. Basta sacudirla, como hará el LHC, con energía suficiente como para transformar la energía de sus colisiones en partículas de Higgs que, si existen, tienen una masa elevada... y E=mc2, alguien dijo.


La partícula de Higgs -el vacilón, podría decirse en castellano- es una vibración del vacío, no en el vacío, como las demás. Sería, pues, lo nunca visto. Aún así, Higgs preferiría que no bautizasen a su partícula goddamned particle [partícula maldita] o God particle [partícula divina], adjetivos poco científicos.


El vacío siempre fascinó a los físicos. Hace un siglo se trataba del éter, la interpretación del vacío como la trama del espacio absoluto, que la teoría de la relatividad envió al garete. El éter no estaba apoyado por ninguna teoría decente. Un siglo después, las nuevas teorías del vacío son lo más razonable y mejor comprobado que tenemos. Pero hay un pequeño gazapo en lo que he dicho. Creemos entender el Modelo Estándar suficientemente bien como para estimar cuánto el campo de Higgs debería de contribuir a la densidad de energía del vacío observada por los cosmólogos. El resultado es unos 54 (¡cincuenta y cuatro!) órdenes de magnitud superior a las observaciones. Tiene su mérito incurrir en tamaña contradicción.

Si investigamos es porque no sabemos la respuesta y la naturaleza, sí: las cosas son como son. El vacío es lo que mejor no entendemos. Ni siquiera comprendemos aún a fondo la diferencia -haberla hayla- entre el vacío y la nada.


Álvaro de Rújula es físico teórico del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN).


Tomado de: http://www.elpais.com/articulo/futuro/vacio/nada/elpepusocfut/20080924elpepifut_1/Tes

miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA EMOCIÓN ATÁVICA Y LA LEALTAD FEUDAL

Alberto Hernández*


I

En 1948, George Orwell publica sus Ensayos críticos, donde destaca uno titulado “Wells, Hitler y el estado mundial”, en el que el también autor de la novela 1984 habla de la situación política del momento, signada por la presencia perversa del Fuhrer y las opiniones que se desprendían de sus acciones.

H.G. Wells escribía como loco en los periódicos con un toque casi angelical sobre el desempeño de Hitler contra Londres. Decía así: “En marzo o abril, dicen los sabihondos, ha de haber un golpe estupendo que pondrá fuera de combate a Gran Bretaña...No alcanzo a imaginar qué tiene que ver Hitler con ello. Sus reducidos y dispersos recursos militares probablemente no son mucho mayores que los recursos con que contaban los italianos antes de que los pusieran a prueba en Grecia y en África”.

Se equivocó Well, de plano. Se equivocó porque luego Hitler bombardeó la capital británica y casi puso de rodillas un imperio que se ufanaba de su poderío y de haber establecido su cultura por la fuerza en otros lugares del planeta.

Precisar el nombre del “fantasma que espera” es repasar la historia remota y reciente. El fantasma, no aquel que recorría el mundo, como decía Marx. Que hizo galas con las purgas de Stalin y gracia en las locuras de los chinos, sin dejar de mencionar las bondades del paredón cubano. No; se trataba del fantasma militar, ese que tanto bebió en la fuente de las derechas, que también sació su sed en las humanistas resonancias del socialismo de todas las marcas.

II

Cuando el lobo es anunciado, a alguien se le ocurre pintarle la cola. En el caso de Wells, criticado por Orwell, nos miramos obligadamente en un espejo. Veamos si esto se parece a algo cercano: “¿Qué ha mantenido a Inglaterra en pie durante el año último? En parte, sin duda, la vaga idea de un futuro mejor, pero sobre todo la emoción atávica del patriotismo, el sentimiento inculcado por el cual los pueblos de habla inglesa se juzgan superiores a los extranjeros?”. Certeza tan entrañable como que hoy, en nuestro país, esa misma emoción coadyuva a sentirnos poderosos frente al Imperio del Norte. Y no es que nos sintamos poderosos por el idioma que hablamos, sino por los testículos de piedra que la historia nos ha colocado entre las piernas gracias a la vitalidad de un mestizaje mal estudiado. Esa emoción atávica se ha visto fortalecida gracias a los discursos que vienen de una boca prolongada no sólo en el tiempo sino en la desmesura de sus ideas. La patria es cosa seria, de vida o muerte.

Más adelante, Orwell destaca el carácter mesiánico del “reaccionario que intenta restaurar un pasado turbulento y azaroso”. Si la coincidencia es tal, es sólo eso, simple coincidencia, porque la historia –cíclica o cuadrada- está plena de personajes de este tipo y naturaleza. Personaje que atiende a su centro emocional, a la emoción atávica de la patria que le enseñaron en los cuarteles, cuyos soldados son “el fantasma que espera”. El autor añade que la clase no militar no podía comprender la fuerza de un mundo que había pasado por la tradición. “Era –y es todavía- totalmente incapaz de comprender que el nacionalismo, el fanatismo religioso y la lealtad feudal son fuerzas más poderosas que lo que él mismo llamaría sentido común. Criaturas salidas del Medioevo marchan en el presente, y si son espectros son espectros que sólo una magia muy poderosa puede enterrar”.

La atracción de esa fuerza, tremenda y caprichosa ideológicamente, puede perturbar los cimientos del mundo. Por eso, el no haber sabido o querido interpretar a Hitler lo ubicó en un análisis infantil, ingenuo. Wells, con razón, creía en marcianos. Hitler no era un personaje de ciencia-ficción.

El estado de cosas que hoy nos domina tiene esa misma vertiente: nadie creía que Venezuela podía llegar a este estadio. Políticos y empresarios de oposición siempre subestimaron la capacidad de quien hoy mantiene el país patas arriba. Pues bien, las opciones están en la mesa: fundan una resistencia o hacen negocios con el poder político, de lo contrario las purgas continuarán su avance hasta la misma médula de la disidencia. Los que no comulgamos con el autoritarismo, tendremos que continuar propiciando la idea de una democracia en la que los fantasmas y las bestias no se desaten contra una mayoría callada que no termina de perfilar el tipo de lucha contra la autocracia.

La emoción atávica del patriotismo es un arma poderosa, y los serviles feudales han sabido constituirse en la fuerza motora de su presencia. La utopía también existe en el bajo vientre, en la resaca del día anterior.


*Periodista, poeta y narrador venezolano (Maracay, estado Aragua)

Fotos: Orwell ante su máquina y Wells de pie en la puerta de su casa.

martes, 23 de septiembre de 2008

¿DÓNDE ESTÁ LA IMAGINACIÓN?*

La anécdota es bastante conocida, pero siempre vale la pena volver a contarla. Un día de principios de 1960, el joven Michel Foucault, de 34 años, entra en la librería y editorial Jean-Jacques Pauvert. Hasta ese momento sólo había publicado un libro (Enfermedad mental y personalidad, del que renegaría inmediatamente) y estaba terminando de escribir Historia de la locura en la época clásica, que se editaría al año siguiente.


Por Damián Tabarovsky

Perfil.com | 20.09.2008 | 23:49


La anécdota es bastante conocida, pero siempre vale la pena volver a contarla. Un día de principios de 1960, el joven Michel Foucault, de 34 años, entra en la librería y editorial Jean-Jacques Pauvert. Hasta ese momento sólo había publicado un libro (Enfermedad mental y personalidad, del que renegaría inmediatamente) y estaba terminando de escribir Historia de la locura en la época clásica, que se editaría al año siguiente. Acababa de regresar de cuatro años de estadía en Suecia, más algún tiempo en Alemania, es decir que en Francia no era demasiado conocido. Pauvert, que también tenía 34 años, era en cambio un editor prestigioso y vanguardista, que había publicado clandestinamente a Sade, y que en una pequeña librería de la Rue de Vaugirard habitualmente recibía a amigos como Bataille, Leiris o Klossowski. Entra, entonces, Foucault a la librería y se encuentra con un libro de Raymond Roussel recién editado. Ignorando por completo de quién se trataba, le pregunta al editor. Y Pauvert le responde: “¿No sabe quién es? Váyase y no vuelva a esta librería hasta que no haya escrito un libro sobre Roussel”. Así fue: en 1963 Foucault publica Raymond Roussel, su único libro dedicado por entero a un solo autor. A diferencia de otros filósofos franceses de su generación, como Derrida o Deleuze, Foucault no escribió mucho sobre literatura. Su aporte más importante no es tanto el libro sobre Roussel como ¿Qué es un autor?, un breve ensayo escrito en forma de work in progress donde, en sincronía con pensadores como Barthes, Lacan o Blanchot, critica el mito humanista del autor, la noción de yo y el ideal romántico del artista inspirado, en defensa de una literatura del lenguaje, de la idea de que es el lenguaje quien habla, o mejor dicho que somos hablados por el lenguaje. Al filósofo no le importa la literatura –género burgués– sino las formaciones discursivas, la épistémè. Sin embargo, siempre es interesante leer los textos laterales de los ensayistas centrales. En especial cuando rozan la literatura. No me refiero a Prefacio a la transgresión, su gran artículo sobre Bataille, donde en verdad poco habla de literatura y sí mucho de la relación entre representación, ley y sexualidad, sino a textos relegados, perdidos, poco frecuentados. Por ejemplo, un extraordinario artículo sobre Flaubert, llamado La biblioteca fantástica, publicado en 1967 en una revista hoy olvidada de nombre Cahiers Renaud-Barrault (pero que tuvo su importancia en los 60 y 70). Es un ensayo sobre La tentación de San Antonio, seguramente el libro de Flaubert menos leído, junto a Salambó. Pero Foucault, a quien evidentemente no le interesaba demasiado la literatura, usa como excusa a La tentación... y a Flaubert para pensar los cambios en el imaginario cultural de la modernidad. Escribe entonces frases perfectas, como ésta: “El siglo XIX descubrió un espacio de imaginación del que la edad precedente no había sin dudas sospechado la potencia. Ese nuevo lugar de los fantasmas no es más la noche, el sueño de la razón, el vacío incierto abierto frente al deseo: por el contrario, es la vigilia, la atención incansable, el celo erudito, la atención puntillosa. Una quimera puede nacer de la superficie blanca y negra de los signos impresos, del volumen cerrado y polvoriento que se abre bajo el impulso de palabras olvidadas (…) La imaginación se aloja entre el libro y la lámpara. No se lleva lo fantástico en el corazón, no se lo espera tampoco en las incongruencias de la naturaleza; se lo toma de la exactitud del saber; su riqueza está a la espera en el documento. Para soñar no hay que cerrar los ojos, hay que leer. La verdadera imagen es el conocimiento (…) Lo imaginario no se construye contra lo real para negarlo o compensarlo; se extiende a lo largo de los signos, de libro en libro, en el intersticio de las relecturas y los comentarios; nace y se forma en el entre dos de los textos. Es un fenómeno de biblioteca”.


*Tomado de: http://www.perfil.com/contenidos/2008/09/20/noticia_0044.html

Semblanzas zaraceñas: RODOLFO W. MOLEIRO

Manuel Soto Arbeláez*


Rodolfo Witremundo Moleiro nació en Zaraza el 07/06/1867. Hijo único fuera de matrimonio de María Josefa Moleiro Arveláiz (Chacín y Escala-Ximón) y de Apolinar Gil, nieto por vía materna de María de las Angustias Arveláiz Chacín y de José Pío Moleiro y Lara, según matrimonio efectuado en Aragua de Barcelona en 1834, tal como lo registra el fraile agustino Manuel Acereda Lalinde en su recolección de matrimonios conocida como Consectario de Aragua de Barcelona. A falta de uno legítimo, su padre de crianza fue su tío Federico Moleiro Arveláiz quien, además, levantó dos familias más en Zaraza, sin casarse. Rodolfo W. (como fue conocido) hizo sus estudios en su pueblo natal, muchas veces interrumpidos por su participación ocasional en las escaramuzas armadas propias de la época, lo cual no le impidió tener una buena formación humanística retórica manifestada a través de la prensa local de su pueblo. También incursionó en el periodismo siendo en 1888 Director-Redactor del quincenario El Estudiante, que alcanzó un tiraje de varios números en la imprenta Unare, y para no ser diferente a los jóvenes de su generación, de alguna forma incursionó en las guerras intestinas en las cuales; según Francisco Gustavo Chacín, cronista de Zaraza durante los años 1930s y 1940s; alcanzó el grado de General en Jefe (?), siendo coordinador del estado mayor de las fuerzas del oriente del Guárico que comandaba el general Hernández Ron. Esto le valió varias veces ser perseguido, aunque tenía el Don de la ubicuidad política pues de sus pocos escritos en la prensa se desprende que, al igual que muchas personas de su tiempo, se cambiaba de camisa política de acuerdo a como soplara el viento. Su tío abuelo Leonardo Moleiro y Lara (hijo de Joseph Moleiro y de María Manuela Lara, divorciados en 1810) y su tío Federico Moleiro Arveláiz fueron criadores y agricultores, dueños de las haciendas “Coporo” y “Loma Triste”, respectivamente. Allí se escondía Witremundo cuando era perseguido político, al amparo de sus parientes. Federico Moleiro Arveláiz -muerto en 1909, según testamento cuya copia certificada poseo-, fue el primero que industrializó el papelón de caña en Zaraza, al decir del Dr. José francisco Torrealba en su libro Algunas Familias de Zaraza, Grafolit, 1950. Casado con la señorita Petra Sánchez Ron, Rodolfo Witremundo procreó una larga familia siendo sus hijos: 1. Rodolfo Moleiro Sánchez, abogado y poeta de reconocida inspiración, casado en Altagracia de Orituco con Amada Pérez W. 2. Federico, abogado, soltero, miembro de la Corte de Casación por varios años. 3. Moisés músico y pianista, casado con Carmen Camero Zamora, de Valle de la Pascua. 4. Carmen Alicia. 5. Estela. 6 Raúl, pintor, con varios premios en su haber y 7. Josefina Moleiro Sánchez. Fuera del matrimonio el General fue padre de dos hijos a saber: Gustavo Adolfo Rojas, comerciante en Zaraza c/c María Manuela Hernández Abello y de Mariana Fuentes, c/c José Gregorio Miranda. Dice Francisco Gustavo Chacín -quien firmaba como F. G. Chacín- que al estallar la revolución conocida como “La Libertadora”, Rodolfo W. Moleiro se afilió a ella formando parte del estado mayor general de la misma en actividades de logística, suministros y procura, al lado de Manuel Antonio Matos y otros jefes. Al ser derrotados en La Victoria a finales de 1902 vino una época de persecuciones que le obligaron a esconderse y olvidarse de actividades políticas y militares; pero a la caída de Cipriano Castro comenzó poco a poco a mostrar simpatías por el nuevo régimen, hasta que su paisano el general David Gimón Pérez fue designado en 1912 por Juan Vicente Gómez como Presidente del Estado Guárico, llamando a su amigo Rodolfo Witremundo Moleiro para ocupar el cargo de Secretario General de Gobierno con sede en calabozo. Así pasó de actividades militares a las civiles, ocupando diferentes cargos incluyendo el de diputado suplente por el Guárico. Lo cierto es que el ciclo vital de Moleiro va desde sus actividades periodísticas en su temprana juventud en Zaraza, en las cuales hacía de Director-Redactor del periódico nombrado ut supra en el que escribía poesía y prosa; luego comenzó su actividad como Director de Educación Primaria en la Sección Oriental del Guárico del Gran Estado Miranda, en el cual creo varias escuelas unitarias (ver mi libro El Guárico Oriental 3, Valle de la Pascua, 2006); oficial de logística y de estado mayor del general Hernández Ron, oficial de retaguardia y logística con el mismo personaje en “La Libertadora”, perseguido político en el régimen de Cipriano Castro, burócrata con David Gimón y diputado suplente en ejercicio cuando el Gomezalato. Murió retirado en Caracas el día 5 de enero de 1942 a los 75 años de edad. (Gracias a la Ing. Vanessa Webel y a su madre Sra. Thalía Rodríguez por proporcionarme los datos dejados mecanografiados por el ilustre ciudadano zaraceño Francisco Gustavo Chacín a finales de los 1940s.) MSA, fax (0212) 0285 8957 E: Mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.com Los libros El Guárico Oriental 1, 2 y 3 en la librería La Llanera, calle Guásco, frente a la plaza Bolívar, Valle de la Pascua.

*Cronista e historiado venezolano (Valle de la Pascua, estado Guárico)
Fotografía tomada del blog "Zaraza en la Web": http://zarazanuestra.blogspot.com/